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Thursday, July 17th, 2025
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
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Bible Commentaries
Comentario de Godet sobre Libros Seleccionados Godet sobre Libros Seleccionados
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Utilizado con permiso.
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Información bibliográfica
Godet, Frédéric Louis. "Comentario sobre John 5". "Comentario de Godet sobre Libros Seleccionados". https://studylight.org/commentaries/spa/gsc/john-5.html.
Godet, Frédéric Louis. "Comentario sobre John 5". "Comentario de Godet sobre Libros Seleccionados". https://studylight.org/
Whole Bible (30)New Testament (6)Gospels Only (1)Individual Books (4)
VersÃculo 1
versión 1 . â Después de estas cosas, habÃa una fiesta de los judÃos, y subió Jesús a Jerusalén. â
La frase conectora μεÏá½° ÏαῦÏα, después de estas cosas , no nos parece indicar, a pesar de los ejemplos citados por Meyer , una sucesión tan inmediata como lo hace μεÏá½° ÏοῦÏο, después de esto. Cualquiera que sea la fiesta a que nos referimos el acontecimiento que se va a relatar, debe haber estado separado por un intervalo bastante largo del retorno anterior. De hecho, la fiesta que siguió a ese regreso (en el transcurso de diciembre), la de la Dedicación, a fines de este mes, no puede ser la que aquà se trata.
Jesús no habrÃa regresado a Judea tan pronto después de haberla dejado por la razón indicada en Juan 4:1 . Después de esto venÃa la fiesta de Purim en marzo, luego la de Pascua en abril.
Si se lee el artÃculo ἡ antes de á¼Î¿ÏÏή, â la fiestaâ, el significado no es dudoso; esta última fiesta es la de que se trata; porque era la principal entre las fiestas judÃas, y la mejor conocida por los lectores griegos ( Juan 6:4 ). Pero, ¿por qué un número tan grande de documentos habrÃa omitido el artÃculo, si era auténtico? Podemos entender mucho más fácilmente la razón de su adición; se suponÃa que la cuestión era precisamente de la Pascua.
Si se rechaza el artÃculo, no sólo no hay más pruebas a favor de esta fiesta, sino que incluso se excluye positivamente. Más que esto, serÃa excluido incluso con el artÃculo. Porque ¿por qué Juan, que en otro lugar lo nombra claramente, no deberÃa hacer lo mismo aquÃ? compensación Juan 2:13 ; Juan 6:4 ; Juan 11:55 , etc.
Además, inmediatamente después, la narración nos habla, Juan 6:4 , de una Pascua durante la cual Jesús permanece en Galilea.
Por lo tanto, deberÃamos estar obligados a suponer que entre los caps. 5 y 6 transcurrió todo un año, del cual Juan no dice una sola palabra, suposición muy improbable. Además, en el cap. 7 ( Juan 5:19-24 ), Jesús vuelve a la curación del paralÃtico que se relata en el cap. 5, a los efectos de justificarlo; ¿HabrÃa procedido asà con respecto a él después de un intervalo de más de un año? Cap.
Juan 4:35 nos ubica en el mes de diciembre; cap. Juan 6:4 apunta al mes de abril. Entre estas dos fechas, es bastante natural pensar en la fiesta de Purim, que se celebraba en marzo. Esta fiesta tenÃa referencia a la liberación de los judÃos por la reina Ester.
No fue, es verdad, de institución divina, como las tres grandes fiestas; pero ¿por qué este hecho habrÃa impedido a Jesús ir a ella, como lo hizo a la fiesta de la Dedicación (cap. 10) que estaba en el mismo caso?
Y la expresión: una fiesta , se explica exactamente por esta circunstancia. Como era mucho menos conocido que los demás, fuera del pueblo judÃo, y como por su carácter polÃtico habÃa perdido toda importancia para la Iglesia cristiana, no hace falta nombrarlo. Contra esta fiesta se alega que no se celebraba especialmente en Jerusalén. ConsistÃa, de hecho, en la lectura del libro de Ester en todas las sinagogas y en los banquetes que se hacÃan por todo el paÃs.
Pero Jesús pudo haber ido a Judea en ese momento con la intención de permanecer allà hasta la fiesta de la Pascua, que se celebrarÃa poco después. El conflicto que se produjo con motivo de la curación del paralÃtico fue el que le obligó a volver antes a Galilea.
Aunque, por tanto, de Wette pronuncia su veredicto al declarar, âque no hay ni una sola buena razón para alegar a favor de la fiesta de Purimâ, me parece que todo habla a favor de esta interpretación, que es la de Hug , Olshausen, Wieseler, Meyer, Lange, Gess, Weiss , etc. Ireneo, Lutero, Grotius, Lampe, Neander, Hengstenberg , etc., deciden a favor de la Pascua.
Crisóstomo, Calvino, Bengel, Hilgenfeld , etc., dan preferencia a Pentecostés. La ausencia del artÃculo y de una designación precisa habla en contra del segundo supuesto, asà como en contra del primero. Además, entre Juan 5:1 (Pentecostés) y Juan 6:4 (Pascua del año siguiente), habrÃa que situar un perÃodo de más de diez meses, respecto del cual Juan guarda completo silencio.
Ebrard, Ewald, Lichtenstein, Riggenbach (dudosamente), se pronuncian por la fiesta de los Tabernáculos. Esta suposición es igualmente improbable; porque esta fiesta se llama expresamente Juan 7:2 : ἡ á¼Î¿ÏÏá½´ Ïῶν᾿ÎÎ¿Ï Î´Î±Î¯Ïν, ἡ ÏκηνοÏηγία. ¿Por qué no deberÃa ser nombrado aquÃ, asà como allÃ? Westcott piensa en la fiesta de las trompetas, el primero del mes Tisri , que abrió el año civil de los hebreos.
Es en este dÃa que los rabinos fijan la creación del mundo y el juicio final. Este dÃa fue solemnemente anunciado por el sonido de las trompetas sacerdotales. Pero ¿podemos suponer que transcurrió un año entero entre el cap. 5 y cap. 7, ¿dónde nos encontramos de nuevo en el mes de octubre? Lucke, de Wette, Luthardt , consideran imposible cualquier determinación del punto.
Esta pregunta tiene más importancia de lo que parece a primera vista. Si referimos Juan 5:1 a la fiesta de Purim, como creemos que debemos hacer, el marco de la historia de Jesús se contrae: dos años y medio son suficientes para incluir todas sus fechas: Juan 2:13 Pascua (1er año ); Juan 4:35 , diciembre (mismo año); Juan 5:1 , Purim, marzo (año 2); Juan 6:4 , Pascua (abril); Juan 7:1 , Tabernáculos (octubre); Juan 10:22 , Dedicación (diciembre); Juan 12:1 , Pascua, abril (año 3).
Si, por el contrario, Juan 5:1 designa una fiesta de Pascua, o una de las que le siguen en el año judÃo, necesariamente nos vemos llevados a extender la duración del ministerio de Jesús a tres años y medio. Gess sitúa este viaje de Jesús en la época de la misión de los Doce en Galilea ( Mateo 11:1 ; Marco 6:7 ); esta circunstancia explicarÃa por qué Jesús reparó a Judea solo o casi solo.
Esta combinación no tiene nada de imposible (ver com. Juan 5:13 ). ¿No tiene Beyschlag buenos motivos para alegar a favor de la narración de Juan el curso muy naturalmente articulado de la historia de Jesús que aparece en ella: Judea, cap. 1; Galilea, cap. 2a; Judea, cap. 2b, 3; Samaria, cap. 4a; Galilea, cap. 4b; Judea, cap. 5; Galilea, cap. 6; Judea, cap. 10, etc., en oposición al contraste fuertemente marcado, sin transición, que presenta el relato sinóptico: ¿Galilea, Judea?
VersÃculos 1-41
SEGUNDA PARTE: EL DESARROLLO DE LA INCREDULIDAD EN ISRAEL. 5:1- 12:50.
Hasta ahora, la fe y la incredulidad decididas han sido sólo fenómenos excepcionales; las masas han permanecido en un estado de indiferencia pasiva o de pura admiración exterior. A partir de este momento, la situación asume un carácter más determinado. Jesús sigue dando a conocer al Padre, manifestándose como lo que es para la humanidad. Esta revelación encuentra creciente hostilidad; el desarrollo de la incredulidad, se convierte en el rasgo predominante de la historia.
De hecho, la fe todavÃa se manifiesta parcialmente. Pero, en comparación con la corriente poderosa y rápida que pesa sobre los lÃderes y el cuerpo entero de la nación, es como un remolino débil e imperceptible.
Es en Judea especialmente donde se lleva a cabo este desarrollo preponderante de la incredulidad. En Galilea también se manifiesta oposición, sin duda; pero el centro de la resistencia está en Jerusalén. La razón de este hecho es fácil de entender. En esta capital, asà como en la provincia de Judea que de ella depende, se encuentra una población bien disciplinada, cuyo fanatismo está pronto a apoyar a sus gobernantes en todas las acciones más violentas que su odio pueda emprender.
Jesús mismo describe esta situación en los Sinópticos con esa conmovedora declaración: âNo puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalénâ ( Lucas 13:33 ).
Esta observación explica el lugar relativamente importante que ocupan los viajes a Jerusalén en nuestro Evangelio. La tradición general, que forma la base de los tres evangelios sinópticos, se formuló con miras a la predicación popular y para servir a los fines de la misión apostólica; en consecuencia, puso de relieve los hechos que estaban conectados con el fundamento de la fe. Lo que no tenÃa este tema tenÃa poca importancia para una narrativa de este tipo.
Ahora bien, fue en Galilea, esa provincia relativamente independiente del centro, donde el ministerio de Jesús habÃa desplegado especialmente su poder creativo y producido resultados positivos. En esta región generalmente sencilla y amable, donde Jesús ya no se encontraba en presencia de una resistencia sistemática y poderosamente organizada, podÃa predicar como un simple misionero, dar libre curso a aquellos discursos inspirados en algún escenario de la naturaleza, a aquellos felices y palabras más apropiadas, a esas graciosas parábolas, a esas enseñanzas en conexión con las necesidades inmediatas de la conciencia humana; en una palabra, a todas aquellas formas de discurso que fácilmente se convierten en objeto de una tradición popular.
Hubo poca discusión, propiamente dicha, en esta región, excepto con los emisarios que venÃan de Judea ( Mateo 15:1-12 ; Marco 3:22 ; Marco 7:1 ; Lucas 5:17 ; Lucas 6:1-7 ).
En Jerusalén, por otro lado, el elemento hostil que rodeaba a Jesús, lo obligó a una controversia incesante. En esta situación, sin duda, el testimonio que se vio obligado a dar por sà mismo tomó formas más enérgicas y un tono más severo. Se volvió más teológico, por asà decirlo; en consecuencia, menos popular. Este carácter de la enseñanza de Judea, conectado con el fracaso casi total de sus resultados, fue la causa del hecho de que la actividad desplegada en Jerusalén apenas dejó rastro en la tradición oral primitiva.
Es por ello, sin duda, que las visitas a esa capital desaparecieron casi por completo de los escritos que la contienen, nuestros Sinópticos. El Apóstol Juan, quien después relató la historia evangélica, y que no tenÃa en mira la obra práctica de la evangelización, sino la preservación de los principales testimonios que Jesús dio de sà mismo, asà como la representación de la incredulidad y la fe que estos testimonios encontrados, fue necesariamente llevado a sacar los viajes a Jerusalén del fondo donde habÃan sido dejados.
Fueron estas visitas a la capital las que habÃan preparado el camino para la catástrofe final, ese acontecimiento supremo del que sólo conservaba el recuerdo la narración tradicional. Cada uno de estos viajes habÃa marcado un nuevo paso en el endurecimiento de Israel. Diseñados para formar el vÃnculo entre el novio y la novia mesiánicos, habÃan servido, de hecho, solo para acelerar ese largo y completo divorcio entre Jehová y Su pueblo, que aún continúa hasta este momento. Podemos entender que, desde el punto de vista del cuarto Evangelio, los viajes a Jerusalén debieron ocupar un lugar preponderante en la narración.
Echemos un vistazo al curso general de la narración en esta parte. Comprende tres ciclos, teniendo cada uno como centro y punto de partida un gran milagro realizado en Judea: 1. La curación del paralÃtico en Betesda, cap. Juan 5:2 . La del ciego de nacimiento, cap. 9; 3. La resurrección de Lázaro, cap.
11. Cada uno de estos acontecimientos, en lugar de ganar para Jesús la fe de los que son testigos de ello, se convierte en ellos en señal de un nuevo estallido de odio e incredulidad. Jesús ha caracterizado este trágico resultado con el reproche, lleno de tristeza y amargura ( Juan 10:32 ): â Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿Por cuál de ellos me apedreáis? Estos son los eslabones de conexión de la narración.
Cada uno de estos hechos milagrosos es seguido inmediatamente por una serie de conversaciones y discursos en relación con la señal que les ha dado ocasión; luego, la discusión se interrumpe bruscamente por el retiro voluntario de Jesús, para recomenzar en la siguiente visita. AsÃ, la disputa que se aborda en el cap. 5, con motivo de la curación del paralÃtico, se retoma en la visita de Jesús en la fiesta de los Tabernáculos (caps.
7 y 8); asà también, los discursos que se relacionan con la curación del ciego de nacimiento se repiten, en parte, y se desarrollan en la fiesta de la dedicación, en la segunda parte del cap. 10. Esto surge del hecho de que Jesús tiene cuidado, cada vez, de salir de Jerusalén antes de que las cosas lleguen al último extremo. He ahà la razón por la cual el conflicto que se desató durante una visita resuena también en la siguiente.
Asà pues, la disposición de la narración es la siguiente: Primer ciclo: En el cap. 5, la contienda, que habÃa sido vagamente insinuada en los primeros versos del cap. 4, comienza en Judea como consecuencia de la curación del hombre paralÃtico; después de esto, Jesús se retira a Galilea y da tiempo a que se calme el odio de los judÃos. Pero también en Galilea encuentra incredulidad, sólo que en una forma diferente. En Judea lo aborrecen, desean darle muerte; en Galilea, sus seguidores descontentos se limitan a alejarse de él (cap.
6). No existÃa allà el estimulante del odio activo, los celos: la incredulidad surgÃa sólo del espÃritu carnal del pueblo, cuyas aspiraciones Jesús no satisfizo. Con el viaje a la fiesta de los Tabernáculos (cap. 7), el conflicto iniciado en el cap. 5 se reanuda en Judea y llega al cap. 8 su mayor grado de intensidad.
Tal es la primera fase (caps. 5-8). Cap. 9 abre el segundo ciclo. La curación del ciego de nacimiento proporciona alimento nuevo para el odio de los adversarios; sin embargo, a pesar de su creciente furor, la lucha ya pierde algo de su violencia, porque Jesús se retira voluntariamente del campo de batalla. Hasta este momento, habÃa buscado actuar sobre el elemento hostil; a partir de este momento, Ãl lo entrega a sà mismo.
Sólo que, en la medida en que rompe con el rebaño antiguo, trabaja para reclutar al nuevo. Los discursos que se relacionan con esta segunda fase se extienden hasta el final del cap. 10 El tercer ciclo se abre con la resurrección de Lázaro; este evento lleva a su punto más alto la ira de los judÃos, y los impulsa a una medida extrema; decretan formalmente la muerte de Jesús; y, poco después, Su entrada real en Jerusalén, a la cabeza de Sus seguidores (cap.
12), acelera la ejecución de esta sentencia. Esta última fase incluye los caps. Juan 11:1 a Juan 12:36 . Aquà Jesús abandona completamente a Israel en su ceguera, y pone fin a su ministerio público: â Y partiendo, se escondió de ellos.
El evangelista se detiene en este trágico momento y, antes de continuar su narración, lanza una mirada retrospectiva sobre este hecho misterioso del desarrollo de la incredulidad judÃa, ahora consumado. Muestra que este resultado no tuvo nada de inesperado, y revela las causas profundas del mismo: Juan 12:37-50 .
AsÃ, la idea dominante y el curso de esta parte, se perfilan claramente
1. cap. 5-8: El estallido del conflicto;
2. cap. 9, 10: La creciente exasperación de los judÃos;
3. cap. 11, 12: El fruto maduro de este odio: la sentencia de muerte para El desarrollo de esta narración es puramente histórico. El intento, a menudo renovado incluso por Luthardt , de ordenar esta parte sistemáticamente según ciertas ideas , como la vida, la luz y el amor , es incompatible con este curso de la narración tan claramente determinado por los hechos. No queda menos excluido por las siguientes observaciones: La idea de vida, que, según este sistema, debe ser la de los caps.
5 y 6, forma nuevamente la base de los caps. 10 y 11. En el intervalo (caps. 8, 9), la idea de luz es la dominante. La del amor no aparece hasta el cap. 13, y esto en una parte completamente diferente del Evangelio. Divisiones como estas proceden del laboratorio de los teólogos, pero no armonizan con la naturaleza del testimonio apostólico, el simple reflejo de la historia. La verdadera enseñanza de Jesús no tenÃa nada de sistemático; el Señor se limitó a responder a la necesidad dada, que era para Ãl, en cada momento, la señal de la voluntad del Padre.
Si en el cap. 5. Se representa a sà mismo como el que tiene el poder de resucitar de entre los muertos, espiritual y fÃsicamente, es porque acaba de dar vida a los miembros de un hombre impotente. Si en el cap. 6, Ãl se declara el pan de vida, es porque acaba de multiplicar los panes. Si en los caps. 7 y 8, se proclama a sà mismo el viviente
Jesús. agua y la luz del mundo, es porque la fiesta de los Tabernáculos acaba de recordar a todos las escenas del desierto, el agua de la roca y la columna de fuego. Debemos ir con Baur, hasta el punto de pretender que los hechos se inventan para ilustrar las ideas, o debemos renunciar al intento de encontrar un arreglo racional en las enseñanzas de las que estos eventos son, cada vez, la ocasión y el motivo. texto.
VersÃculos 1-47
Primera Sección: 5:1-47. Primer brote de odio en Judea.
1. El milagro, ocasión del conflicto: Juan 5:1-16 ; Juan 2 . El discurso de Jesús, comentario y defensa del milagro: Juan 5:17-47 .
VersÃculo 2
versión 2 . â Y hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas , un estanque llamado en hebreo Betesda , que tiene cinco pórticos. â
El manuscrito sinaÃtico. rechaza las palabras á¼Ïá½¶ Ïá¿, por el , y asà convierte el adjetivo ÏÏοβαÏικá¿, relativo a las ovejas , en el epÃteto de ÎºÎ¿Î»Ï Î¼Î²Î®Î¸Ïá¾³: el depósito o estanque para las ovejas. Esta lectura tiene un apoyo demasiado débil para ser adoptada, incluso desde el punto de vista de Tischendorf. Debemos, por tanto, entender como el sustantivo perteneciente al adjetivo ÏÏοβαÏικá¿, perteneciente a oveja , uno de los sustantivos, ÏÏλá¿, puerta , o á¼Î³Î¿Ïá¾·, mercado.
Los pasajes en NehemÃas, NehemÃas 3:1-32 ; NehemÃas 12:39 , donde se menciona una puerta de ovejas , favorece la primera de estas dos elipses.
En NehemÃas 3:3 , se hace mención de una puerta de pescado como cerca de la anterior; es probable que estas dos puertas derivaran sus nombres de los mercados adyacentes. La puerta de las ovejas debe haber estado situada del lado del valle de Josafat, al este de la ciudad. Como dice Bovet , âel ganado menor que entró en Jerusalén vino ciertamente por el este; porque de este lado están los inmensos pastos del desierto de Judea.
El Diccionario de Riehm también dice: â Incluso en la actualidad, es a través de esta puerta que los beduinos conducen sus rebaños a Jerusalén para la ventaâ. La puerta de las ovejas , como observa Hengstenberg , según NehemÃas 12:39-40 , debió estar bastante cerca del Templo; porque es desde aquà que, en la ceremonia de inauguración de los muros, el cortejo de sacerdotes entró inmediatamente en el recinto sagrado.
La puerta, llamada en la actualidad San Esteban, en el ángulo nororiental del Haram, responde a estos datos. M. de Saulcy ( Voyage autour de la mer Morte , t. II. pp. 367, 368) sostiene, según algunos pasajes de San Jerónimo y de autores de la Edad Media, que habÃa en este lugar dos estanques vecinos, y supliendo, en pensamiento, ÎºÎ¿Î»Ï Î¼Î²Î®Î¸Ïá¾³, explica: âCerca del estanque de las ovejas , está el estanque llamado Betesda.
A pesar del tono triunfal con que se propone esta explicación, es inadmisible. La expresión del evangelista, asà entendida, supondrÃa que este supuesto rebaño , que no se menciona en ninguna parte del Antiguo Testamento, serÃa conocido por sus lectores griegos. Meyer , aceptando la lectura del manuscrito sinaÃtico. Ïὸ λεγÏμενον á¼Î²ÏαιÏÏá½¶ Îηθζάθα, explica: âCerca del estanque de las ovejas está el lugar llamado en hebreo Betzataâ.
Pero un lugar tan completamente desconocido como el estanque de las ovejas no podÃa ser indicado como un punto determinante para los lectores griegos. El femenino á¼ÏÎ¿Ï Ïα que sigue es, además, poco favorable a esta lectura, que no es más que una torpe corrección, como tantas otras que se encuentran en este manuscrito. Weiss convierte a ÎºÎ¿Î»Ï Î¼Î²Î®Î¸Ïá¾³, en dativo, y piensa que el mejor sujeto que se puede proporcionar es οἰκίᾳ, el edificio Bethesda; esta elipsis me parece muy poco natural.
Bengel y Lange han concluido del presente á¼ÏÏι, hay , que el Evangelio fue escrito antes de la destrucción de Jerusalén. Pero este presente puede estar inspirado por la viveza del recuerdo. Además, un establecimiento de este tipo pertenece a la naturaleza del lugar y puede sobrevivir a una catástrofe. Tobler (Denkblatter, pp. 53ff.), ha demostrado que, en el siglo V, los pórticos de los que aquà se habla todavÃa estaban señalados. Hengstenberg concluye del á¼Ïί, sobre , en la palabra á¼ÏιλεγομÎνη, "sobrenombre" , que el estanque también tenÃa otro nombre.
Pero es más sencillo suponer que Juan considera la palabra piscina como el nombre y Bethesda como el apellido . La expresión: en hebreo , denota el dialecto arameo, que se habÃa convertido en la lengua popular desde el regreso del cautiverio. La etimologÃa más natural de la palabra Bethesda es ciertamente beth-cheseda, casa de misericordia , ya sea que este nombre aluda a la munificencia de algún piadoso judÃo que mandó construir estos pórticos para albergar a los enfermos, ya sea que se refiera a la bondad de Dios, de donde procedÃa este manantial sanador.
Delitzsch ha supuesto que la etimologÃa puede ser beth-estaw (×ס×××) peristilo. También se ha pensado en Beth- Aschada (×ש×××), lugar de derramamiento (de la sangre de las vÃctimas). Las variantes alejandrina y grecolatina son solo corrupciones graves (véanse las de B y D). CabrÃa suponer que estos porches eran cinco edificios aislados, dispuestos en cÃrculo alrededor de la piscina.
Pero es más sencillo imaginar un solo edificio, formando un peristilo pentagonal, en cuyo centro estaba el depósito. TodavÃa se conocen en la actualidad, en la parte oriental de la ciudad de Jerusalén, algunos manantiales de agua mineral; entre otros, al oeste del recinto del Templo, en el barrio mahometano, las termas de Ain-es-Schefa ( Ritter , 16ª parte, p. 387). Tobler ha probado que este manantial es alimentado por la gran cámara de agua situada bajo la mezquita que ha sustituido al templo.
Otro manantial más conocido se encuentra al pie de la ladera sureste de Moriah; se llama el manantial de la Virgen. Tenemos dos relatos principales con respecto a este estanque, los de Tobler y Robinson. La primavera es muy intermitente.
La cuenca a veces está completamente seca; de nuevo, se ve el agua brotar entre las piedras. El 21 de enero de 1845, Tobler vio subir el agua cuatro pulgadas y media, con una suave ondulación. El 14 de marzo subió durante más de veinte minutos a la altura de seis o siete pulgadas, y en dos minutos volvió a hundirse a su nivel anterior. Robinson vio que el agua subÃa un pie en cinco minutos.
Una mujer le aseguró que este movimiento se repite a ciertas horas, dos o tres veces al dÃa, pero que en verano suele observarse sólo una vez cada dos o tres dÃas. Estos fenómenos presentan cierta analogÃa con lo que se relata de la primavera de Bethesda. Eusebio también habla de manantiales existentes en esta localidad cuyo agua era rojiza. Este color, que evidentemente surge de elementos minerales, se debÃa, según él, a la infiltración de la sangre de las vÃctimas.
La tradición sitúa el estanque de Betesda en un gran hueco cuadrado, rodeado de murallas y situado al norte del Haram, al sur de la calle que sale de la puerta de San Esteban. Se llama Birket-Israel; tiene una profundidad de unos veintiún metros, una anchura de unos cuarenta y una longitud de más del doble. El fondo está seco, lleno de hierba y arbustos. Robinson supuso que se trataba de un foso, anteriormente perteneciente a las fortificaciones de la ciudadela de Antonia.
Esta suposición es rechazada por varias autoridades competentes. Sea como fuere, Betesda debe haber estado cerca de esta localidad, porque es aquà donde estaba situada la puerta de las ovejas (ver arriba). Como es imposible identificar el estanque de Betesda con alguna de las fuentes termales de las que acabamos de hablar, debió quedar cubierto de escombros, o haber desaparecido, como ocurre con tanta frecuencia con las fuentes intermitentes. Los manantiales que se encuentran en la actualidad no hacen más que probar cuán favorable es el suelo a este tipo de fenómenos.
VersÃculos 3-4
â En estos pórticos yacÃan gran número de enfermos, ciegos, cojos, marchitos , [ esperando el movimiento del agua. 4. Porque un ángel descendÃa de vez en cuando al estanque y agitaba el agua; el primero que entraba después de la agitación de las aguas, era sanado de cualquier enfermedad que tuviera ].â
El espectáculo que presentaba este pórtico que rodeaba la piscina es reproducido en una especie de visu por Bovet , describiendo los baños de Ibrahim, cerca de TiberÃades: âLa sala donde se encuentra el manantial está rodeada de varios pórticos, en los que vemos una multitud de gente amontonados unos sobre otros, tendidos sobre jergones o envueltos en mantas, con lamentables expresiones de miseria y sufrimiento.
.... La piscina es de mármol blanco, de forma circular y cubierta por una cúpula sostenida por columnas; el estanque está rodeado en el interior por un banco en el que las personas pueden sentarse.â ÎηÏοί, impotente , denota propiamente a los que tienen algún miembro afectado por la atrofia, o, según la expresión común, consumiéndose. El final de Juan 5:3 y el versÃculo 4 faltan en la mayor parte de los manuscritos alejandrinos y son rechazados por Tischendorf, Lucke, Tholuck, Olshausen, Meyer.
El gran número de variantes y los indicios de duda que marca este pasaje en varios manuscritos favorecen el rechazo. Los defensores de la autenticidad del pasaje, por ejemplo Reuss , explican la omisión del mismo por parte de las autoridades alejandrinas por una antipatÃa dogmática que, sostienen, se traicionó en la omisión similar Lucas 22:43-44 (la aparición del ángel en GetsemanÃ).
Esta suposición no se aplicarÃa, de ninguna manera, ni al manuscrito sinaÃtico , que tiene el pasaje completo en Lucas, ni al alejandrino que, en nuestro pasaje, lee el cuarto versÃculo. Solo el manuscrito del Vaticano presenta las dos omisiones juntas; lo que evidentemente no es suficiente para justificar la sospecha antes expresada.
Sostuve con Ewald, en mis ediciones anteriores, que la lectura verdadera es la presentada por el Cambridge MS., y por numerosos manuscritos. del Itala , que preserva el cierre de Juan 5:3 mientras omite todo Juan 5:4 . Las palabras: esperando el movimiento del agua , si son auténticas, bien pueden haber ocasionado fácilmente la glosa de Juan 5:4 .
Y Juan 5:7 parece exigir, en lo que precede, algo asà como las últimas palabras de Juan 5:3 . TodavÃa me parece difÃcil de entender qué debió ocasionar la omisión de estas palabras en un número tan grande de documentos, si originalmente habÃan formado parte del texto.
Me inclino, por lo tanto, a sostener con Weiss, Keil , etc., que ellos, asà como Juan 5:4 , fueron agregados. Todo fue escrito al principio en el margen por un copista; luego se introdujo en el texto esta observación marginal, como se observa en tantos casos. Esta interpolación debe ser muy antigua, pues ya se encuentra en una de las versiones sirÃacas (Syr sch), y Tertuliano parece aludir a ella ( de Bapt.
, C. 5). Era la expresión de la opinión popular respecto al movimiento periódico del agua. Según el texto auténtico, no hay nada sobrenatural en el fenómeno de Bethesda. El conjunto se reduce a la intermitencia que se observa con tanta frecuencia en las aguas termales. Se sabe que estas aguas tienen la mayor eficacia en el momento en que brotan, puestas en ebullición por la acción aumentada del gas, y era en este momento que cada enfermo trataba de ser el primero en sentir su influencia.
Hengstenberg , que admite la intervención del ángel, extiende la misma explicación a todas las aguas termales. Pero serÃa necesario, en este caso, sostener una singular exageración en los términos de Juan 5:4 . Porque después de todo, ninguna agua mineral cura instantáneamente a los enfermos y todo tipo de dolencias que se mencionan aquÃ.
VersÃculos 5-7
â HabÃa allà un hombre , retenido por su enfermedad durante treinta y ocho años. 6. Cuando Jesús lo vio acostado , y supo que ya estaba enfermo desde hacÃa mucho tiempo, le dijo: ¿Quieres ser curado? 7. El enfermo le respondió: Señor , no tengo a nadie, cuando el agua está revuelta, que me meta en el estanque; y mientras yo voy, otro desciende antes que yo. â
Se menciona la larga duración de la enfermedad, ya sea para manifestar lo inveterada y difÃcil de curar que era, o mejor, según Juan 5:6 , para explicar la profunda compasión con que Jesús se conmovió al contemplar a este desdichado. á¿ÎÏÏν podrÃa tomarse en sentido intransitivo (á¼ÏÎ¸ÎµÎ½á¿¶Ï á¼Ïειν); pero la construcción es tan similar a la de Juan 5:6 , donde ÏÏÏνον es el objeto de á¼Ïει, que es preferible hacer de á¼Ïη el objeto de á¼ÏÏν: âTeniendo treinta y ocho años en esta condición de enfermedadâ. Uno tiene lo que sufre. No es necesario relacionar estrechamente á¼ÏÏν con ἦν á¼ÎºÎµá¿, como si Juan quisiera decir que el enfermo habÃa estado allà durante treinta y ocho años.
Jesús aparece aquà de repente, como saliendo de una especie de incógnito. ¡Qué diferencia entre esta llegada sin éclat y Su entrada en el Templo en la primera Pascua, Juan 2:13 ss.! Aquà ya no es el MesÃas; es un simple peregrino. Meyer traduce γνοÏÏ: haber aprendido , como si Jesús hubiera recibido información.
Weiss cree que escuchó el hecho de labios del propio enfermo. Este significado es posible; γνοÏÏ puede, sin embargo, indicar una de esas percepciones instantáneas por las cuales la verdad se reveló a Jesús en el grado que exigÃa su tarea en el momento. compensación Juan 1:49 ; Juan 4:17 .
El versÃculo 14 mostrará que toda la vida del enfermo está presente a la vista de Jesús. El tiempo largo recuerda los treinta y ocho años de Juan 5:5 : asà se explica la identidad de la construcción. La fiesta de Purim se celebraba entre los judÃos con obras de beneficencia y regalos mutuos. Era el dÃa de las generosidades.
En el dÃa de Purim, dijo un judÃo, nada se niega a los niños. Jesús entra en el espÃritu de la fiesta, como lo hace también en los caps. 6 y 7, en cuanto a los ritos de las fiestas de la Pascua y de los Tabernáculos. Su compasión, despertada por la visión de este hombre yaciendo enfermo y abandonado ( tumbado en un diván ), y por la contemplación interior de la vida de sufrimiento que habÃa precedido a este momento ( ya ), lo impulsa a otorgar generosidad también y espontáneamente para lograr para él una obra de misericordia.
Su pregunta: â ¿Quieres ser sanado? â es una promesa implÃcita. Jesús se esfuerza asÃ, como dice Lange , en sacar al enfermo del oscuro desánimo en que le habÃa sumido esta larga e inútil espera, y en reanimar en él la esperanza. Al mismo tiempo, Jesús, con esta pregunta, quiere desviar su pensamiento del medio de curación en el que estaba exclusivamente fijado, y hacerle percibir un medio nuevo, el ser vivo que ha de convertirse para él en el verdadera Bethesda.
compensación las semejantes palabras de Pedro al hombre inválido, Hechos 3:4 : â MÃranos. La fe, despertada por su mirada fija en Aquel que le habla, será como el canal por donde penetrará en él la fuerza de lo alto. La respuesta del enfermo no implica la autenticidad de Juan 5:4 , ni siquiera necesariamente la del final de Juan 5:3 . Se explica suficientemente por el hecho, conocido o fácil de comprender, de la ebullición intermitente de la primavera. Vemos por las palabras: No tengo a nadie , que era solitario y pobre.
VersÃculos 8-9
â DÃcele Jesús: Levántate , toma tu camilla , y anda. 9. E inmediatamente el hombre fue sanado , y tomó su lecho, y andaba. Ahora bien, ese dÃa era sábado. â
La palabra κÏάββαÏÎ¿Ï proviene del dialecto macedonio ( Passow ); está escrito de diferentes maneras. Lo imperfecto que caminó pinta dramáticamente la alegrÃa en el poder recuperado.
VersÃculos 10-13
â Dijeron, pues, los judÃos al que habÃa sido sanado: Es dÃa de reposo; no te es lÃcito llevar tu cama. 11. Ãl les respondió: El que me sanó me dijo: Toma tu camilla y anda. 12. Entonces le preguntaron: ¿Quién es el hombre que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13. Pero el que habÃa sido sanado no sabÃa quién era; porque Jesús habÃa desaparecido como habÃa una multitud en el lugar. â
El acto de cargar su cama les pareció a los judÃos una violación del descanso sabático. Los rabinos distinguieron tres tipos de trabajos prohibidos en sábado, entre ellos el de llevar un mueble. El estatuto rabÃnico también prohibÃa tratar médicamente a un enfermo, y quizás el término ÏεθεÏαÏÎµÏ Î¼ÎÎ½Î¿Ï ( cuidado, tratamiento ), contenga una alusión a este otro agravio no menos grave. Pero el error de los judÃos fue identificar la explicación rabÃnica del cuarto mandamiento con su verdadero significado.
El enfermo pone muy lógicamente su acción bajo la protección de Aquel que milagrosamente le ha dado el poder para realizarla. La cuestión de los judÃos ( Juan 5:12 ) es muy caracterÃstica. Se reproduce con mucha precisión y delicadeza. No preguntan: â¿Quién te sanó?â El hecho del milagro, aunque bastante sorprendente, los afecta muy levemente.
Pero la contravención de su estatuto sabático, esto es lo que merece atención. Aquà está, en efecto, el espÃritu del ᾿ÎÎ¿Ï Î´Î±á¿Î¿Î¹ ( Juan 5:10 ). El aoristo á¼°Î±Î¸ÎµÎ¯Ï ( curado ), a diferencia de ÏεθεÏαÏÎµÏ Î¼ÎÎ½Î¿Ï ( cuidado ), expone de manera destacada el momento en que el enfermo, habiendo tomado conciencia de su curación, busca a su benefactor sin poder encontrarlo.
La lectura adoptada por Tischendorf (á½ á¼Ïθενῶν) no tiene valor intrÃnseco y no está suficientemente sustentada. El diseño de Jesús al retirarse tan rápidamente fue para evitar el ruido y la aglomeración de una multitud; TemÃa el entusiasmo carnal que excitaban sus milagros. Pero de esto no se sigue que las últimas palabras: " como habÃa una multitud en el lugar ", estén destinadas a expresar este motivo.
Más bien plantean, como piensa Hengstenberg , la posibilidad de escapar. Jesús habÃa desaparecido fácilmente en medio de la multitud que abarrotaba el lugar. Este es, sin duda, el significado que tiene la lectura del manuscrito sinaÃtico . está diseñado para expresar: á¼Î½ μÎÏῳ ( en medio de ); es inadmisible, asà como la otra variante del mismo MS. en este verso (á¼Î½ÎµÏ Ïεν).
᾿ÎκνεÏÏ, estrictamente: hacer un movimiento de cabeza para evitar un golpe, por lo tanto: escapar. El aoristo ciertamente tiene aquà el sentido del pluscuamperfecto (contra Meyer y Weiss ). De este pequeño detalle, Gess concluye que Jesús no estuvo acompañado por sus discÃpulos en esta visita a Jerusalén, y que en ese momento estaban cumpliendo su misión en Galilea.
VersÃculos 14-15
â Después, Jesús lo encuentra en el templo y le dice: He aquÃ, estás sano; no peques más, para que no te suceda algo peor. 15. El hombre se fue y les dijo a los judÃos que era Jesús quien lo habÃa sanado. â
Indudablemente, el enfermo habÃa entrado en el templo para orar u ofrecer una ofrenda de acción de gracias. La advertencia que Jesús le dirige ciertamente implica que su enfermedad habÃa sido el efecto de algún pecado particular; pero no necesitamos inferir de esto que toda enfermedad resulta de un pecado individual y especial; puede tener como causa, en muchos casos, el envilecimiento de la vida colectiva de la humanidad por medio del pecado (ver com. Juan 9:3 ). Por algo peor que treinta y ocho años de sufrimiento, Jesús apenas puede significar algo más que condenación.
En la revelación que el impotente da a los judÃos, no necesitamos ver ni una comunicación dictada por el agradecimiento y el deseo de llevar a los judÃos a la fe ( Crisóstomo, Grocio , etc.), ni una denuncia mal intencionada ( Schleiermacher, Lange ), ni un acto de obediencia a las autoridades judÃas (Lucke, de Wette, Luthardt ), ni, finalmente, el audaz deseo de hacerles conocer un poder superior al suyo ( Meyer ).
Es simplemente la respuesta que no pudo dar, en Juan 5:13 , y que ahora da para cumplir con su propia responsabilidad; porque él mismo permaneció bajo la queja mientras no pudo referirla al autor del acto, y esta violación del sábado podrÃa acarrear sobre él la pena de muerte ( Juan 5:16 ; Juan 5:18 ); borrador Números 15:35 .
VersÃculo 16
versión 16 _ â Por esta causa persiguieron los judÃos a Jesús , porque hizo estas cosas en el dÃa de reposo. â
Îιὰ ÏοῦÏο ( por esta causa ), retoma lo anterior, y, al mismo tiempo, se explica por la frase que cierra el verso: porque ... La palabra διÏκειν ( perseguir ), indica la búsqueda de los medios para herir. A favor de la autenticidad de las siguientes palabras en el TR: y querÃan matarlo , puede alegarse el μᾶλλον ( todavÃa más ), de Juan 5:18 .
Pero es aún más probable que sean estas palabras de Juan 5:18 las que hayan ocasionado esta interpolación. El imperfecto á¼Ïοίει ( Ãl hizo ), expresa maliciosamente la idea de que la violación del sábado ha pasado en adelante con Ãl a una regla: Ãl está acostumbrado a hacerlo. Esta idea se pierde por completo en la traducción inexacta de Ostervald y de Rilliet: âporque Ãl habÃa hecho esto. El plural ÏαῦÏα ( estas cosas ), se refiere a la doble violación del sábado, la curación y el llevar la carga.
Notemos aquà dos analogÃas entre Juan y los Sinópticos: 1. También en estos últimos, Jesús se ve obligado a menudo a realizar sus milagros como si fuera a escondidas, e incluso a imponer silencio a aquellos a quienes ha sanado. 2. Es con ocasión de las curaciones sabáticas realizadas en Galilea, que, según ellos también, estalla el conflicto ( Lucas 6:1-11 ).
VersÃculo 17
versión 17 _ Jesús les respondió : Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. â
El aoristo medio á¼ÏεκÏίναÏο se encuentra sólo aquà y en Juan 5:19 ; quizás también Juan 12:23 . Su uso puede estar ocasionado por el carácter personal y apologético del siguiente discurso. Esta declaración, como la de Juan 2:19 (comp.
Lucas 2:49 ), es como un relámpago de luz que brota de lo más profundo de la conciencia de Jesús, del punto de unión misteriosa donde Ãl recibe interiormente el impulso del Padre. Estos repentinos e inconmensurablemente profundos estallidos de pensamiento distinguen el lenguaje de Jesús de todos los demás lenguajes.
Estas palabras ordinariamente se explican en este sentido: âMi Padre trabaja continuamente (es decir, sin permitirse detenerse en sábado), y, por mà mismo, obro de la misma manera, sin estar obligado por el estatuto legalâ; ya sea porque esta declaración se aplica a la obra de Dios en la conservación del universo, una vez terminada la creación, ( Reuss ), o porque se refiere a la obra de salvación de la humanidad, que no admite interrupción. ( Meier ).
En ambos casos, Jesús afirmarÃa que Ãl no está más sujeto, como hombre, a la obligación del descanso sabático que Dios mismo. Pero si éste fuera, en verdad, Su pensamiento, no habrÃa dicho: hasta esta misma hora (á¼ÏÏ á¼ÏÏι), sino siempre, continuamente (á¼ÎµÎ¯). Esta objeción es tanto más grave cuanto que, según la posición de las palabras, este adverbio de tiempo, y no el verbo, tiene el énfasis.
Luego, en el segundo miembro de la oración, Jesús no pudo evitar repetir el adverbio o sustituirlo por la palabra á½Î¼Î¿Î¯ÏÏ, de la misma manera; âY yo también trabajo continuamente, o de la misma manera.â
Además, hubiera sido muy fácil responder a este argumento que la posición de un hombre con respecto al mandamiento sabático no es la misma que la de Dios. Finalmente, la declaración de Jesús, asà entendida, contradirÃa la actitud de sumisión a la ley que Ãl observó constantemente durante su vida. Nacido judÃo, vivió como un judÃo fiel. Se emancipó, sin duda, del yugo de los mandamientos humanos y de las tradiciones farisaicas, pero nunca del yugo de la ley misma.
Es imposible probar en la vida de Jesús una sola contravención de una prescripción verdaderamente legal. Sólo la muerte lo libró de este yugo. Tal es la impresión que dejó, que San Pablo dice de Ãl ( Gálatas 4:4 ): â nacido bajo la ley â, y caracteriza toda Su vida con la expresión ( Romanos 15:8 ): â ministro de la circuncisión.
Luthardt ha percibido plenamente el sentido especial que debe tener el adverbio á¼ÏÏ á¼ÏÏι, hasta esta hora . Ha tenido la idea de contrastarlo, no con la institución sabática, sino con el sábado final que está por venir: âPuesto que hasta ahora no se ha consumado la obra de salvación, como lo será en el sábado futuro, y por consiguiente mi Padre todavÃa trabaja, yo también trabajoâ. Este sentido es ciertamente mucho más cercano al pensamiento de Jesús; sólo que la antÃtesis entre el sábado presente y el sábado venidero no está indicada por nada en el texto.
Para comprender a fondo el significado de esta expresión, dejemos por un momento las palabras á¼ÏÏ á¼ÏÏι, hasta esta hora. Jesús dice: âMi Padre trabaja, y yo también trabajoâ. La relación entre estas dos proposiciones es obvia. Fácilmente comprendemos que es necesario combinar lógicamente lo que gramaticalmente está en yuxtaposición, y que es como si fuera: â Puesto que mi Padre trabaja, yo también trabajo.
âEl Hijo no puede quedarse ocioso cuando el Padre está trabajando. Encontramos aquà de nuevo esa construcción paratáctica que se ajusta al genio de la lengua hebrea, y que expresa por la cópula simple, y , una de las numerosas relaciones lógicas que el genio del griego establece con precisión por medio de alguna otra conjunción; borrador Juan 1:10 ; Juan 2:9 , etc.
Nada cambia en esta relación por la adición del adverbio á¼ÏÏ á¼ÏÏι, hasta esta hora. El significado pasa a ser el siguiente: âPuesto que mi Padre trabaja hasta este momento , yo también trabajoâ. Passow , en su Diccionario, comenta que en griego, especialmente en los escritores posteriores, á¼ÏÏι después de καί, como es el caso aquÃ, sirve para indicar la sucesión inmediata y rápida de dos estados; asà en esta oración: á¼ÏÏι á¼ÏείÏγαÏÏο Ïὸ á¼Ïμα καὶ á¼Ïá¿Î»Î¸ÎµÎ½ ( la canción apenas terminó cuando él partió ).
Esta es precisamente la relación de sucesión inmediata que Jesús afirma aquà como ley de su actividad, como la verdadera relación entre la obra de su Padre y la suya, de la que saca la justificación del milagro que habÃa sido objeto de incriminación. Westcott, Weiss y Keil no están dispuestos a ver aquà una idea de subordinación; afirman que la obra del Hijo está mucho más coordinada con la del Padre.
Pero esta supuesta coordinación no justificarÃa a Jesús; porque, como ya hemos dicho, la posición de un hombre no puede compararse con la de Dios. Debemos llegar al punto de dependencia para que el argumento pueda valer. Y esta relación de dependencia es, en efecto, la que se desprende de la relación entre las dos proposiciones: âPuesto que mi Padre obra hasta este momento, yo también trabajoâ. Para captar el sentido de esta palabra, a la vez sencilla y profunda, basta imaginarse a Jesús trabajando con José en el taller del carpintero de Nazaret.
¿No podemos entender fácilmente la respuesta que habrÃa dirigido a quien quisiera apartarlo de la obra: "Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo [por consiguiente] no puedo dejar de trabajar". Jesús se encuentra ahora con su Padre Celestial en un taller más vasto; Ve a Dios obrando en la teocracia y en el mundo entero, ocupado en obrar por la salvación de la humanidad, y adapta su propio obrar local y personal a esta inmensa obra.
Esto es lo que acaba de hacer al sanar al hombre inválido; esta modesta curación es un eslabón de la gran cadena suspendida de la mano de su Padre, un factor real en la obra que Dios está realizando aquà en la tierra. El desarrollo de este pensamiento seguirá en Juan 5:19-20 .
El significado, por lo tanto, no es: âYo, tan verdaderamente como Dios, tengo derecho a trabajar en sábadoâ; sino: âNo he hecho más que obedecer la señal que Dios me dio en este momento...â Jesús plantea, no la continuidad de su obrar, sino su filial y devota adaptación a la obra del Padre. Y si se objeta que esto equivale a lo mismo, ya que Dios podrÃa indicarle que trabajara incluso en sábado, la respuesta es fácil.
Dios no le indicará que haga nada que sea contrario a la posición de judÃo que le ha impuesto para el tiempo de su vida terrenal. Y no ha hecho esto más en este caso, ya que ni la forma en que Jesús sanó al paralÃtico, ni el regreso de este último a su morada, llevando su lecho, cayeron realmente bajo la prohibición de la ley mosaica, como justamente comprendido. Hilgenfeld ha llegado incluso a ver en este dicho del Evangelio una contradicción intencionada de la idea del reposo de Dios en el Génesis.
Pero el resto del Génesis se refiere a la obra de Dios en el ámbito de la naturaleza, mientras que aquà se trata de la obra divina para la salvación del género humano. ¿Hay aquÃ, como se afirma, metafÃsica pretenciosa? No. Es el fundamento más profundo de la peculiar vida filial de Jesús, que aparece de golpe en este dicho maravillosamente conciso. La vida de Sócrates presenta un fenómeno que guarda alguna analogÃa con el que acabamos de vislumbrar.
Su genio lo detuvo cuando estuvo a punto de actuar en contra de la voluntad de los dioses. ¡Pero qué distancia entre esta acción puramente negativa y el impulso divino positivo al que Jesús une toda su obra! ¡Y qué adecuación en este dicho, qué disculpa tan imponente! Era para decir a sus adversarios: Al acusarme a mÃ, es al Padre a quien acusáis. Es al propio legislador a quien reprocháis la transgresión de la ley; porque yo sólo actúo en una señal recibida de Ãl. Podemos comprender, sin embargo, cómo este dicho, en lugar de apaciguar a los adversarios, fue sólo como la gota de aceite arrojada sobre el fuego, y los hizo desbordar de ira.
VersÃculos 17-47
II. El Discurso de Jesús: Juan 5:17-47 .
En este discurso destinado a reivindicar el acto que acaba de realizar, se desarrollan los tres pensamientos siguientes:
1. Jesús justifica su obra por la perfecta subordinación que existe entre su actividad y la de su Padre: Juan 5:17-30 .
2. La realidad de esta relación no descansa únicamente en la afirmación personal de Jesús; tiene como garantÃa el testimonio de Dios mismo: Juan 5:31-40 .
3. Apoyado en este testimonio del Padre, Jesús pasa de la defensa al ataque y desvela a los judÃos la causa moral de su incredulidad, la ausencia del verdadero espÃritu de la ley: Juan 5:41-47 .
VersÃculo 18
versión 18 _ â Por esta razón los judÃos procuraban más matarlo, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios. â
El διὰ ÏοῦÏο ( por esta razón ), se explica por el á½ Ïι ( porque ), que sigue. Hemos visto, que según el texto genuino en Juan 5:16 , la intención de matar a Jesús aún no habÃa sido atribuida a sus enemigos; solo estaba implÃcitamente contenido en la palabra á¼Î´Î¯Ïκον ( perseguÃan ).
Esto basta para explicar el μᾶλλον ( todavÃa más ) de Juan 5:18 . Notemos aquà las singulares exageraciones de Reuss: âLea unoâ, dice, âel discurso, Juan 5:18 ss., muchas veces interrumpido por la frase: Lo persiguen, buscan matarlo.
Según la exégesis común y puramente histórica, llegamos al cuadro de los judÃos corriendo detrás de Jesús por las calles y persiguiéndolo con lluvias de piedrasâ (t. ii., p. 416). Es que la simple exégesis histórica, que no se equivoca de propósito, no encuentra en estas expresiones: â Le perseguÃan â ( Juan 5:16 ), â Le buscaban para matarlo â ( Juan 5:16) Juan 5:18 ), otra cosa que la indicación de unas reuniones secretas hostiles en las que los gobernantes se preguntaban, ya entonces, cómo podÃan deshacerse de un hombre tan peligroso.
Los sinópticos remontan también a esta época los proyectos asesinos de los adversarios de Jesús ( Lucas 6:7 ; Lucas 6:11 ; Marco 3:6 ; Mateo 12:14 ).
La mirada ansiosa de Juan supo discernir el fruto en germen. á¿ÎÎ»Ï Îµ, no: Ãl habÃa violado (Ostervald); pero (imperfecto): Rompió , estrictamente: disuelto. Su ejemplo y sus principios parecÃan aniquilar el sábado. Además de esta primera queja, la declaración de Jesús en Juan 5:17 acababa de proporcionarles una segunda, la de blasfemar.
Fue, en primer lugar, la palabra μοῦ ( mi Padre), la que les escandalizó por el sentido especial y exclusivo que esta expresión asumÃa en boca de Jesús. Si hubiera dicho Padre Nuestro , los judÃos habrÃan aceptado el dicho sin desagrado ( Juan 8:41 ). Eran, además, las consecuencias prácticas que él parecÃa sacar del término, haciendo de la obra de Dios la norma de los Suyos, y asà haciéndose igual a Dios.
El versÃculo 17 contiene la idea primordial de todo el discurso siguiente: la relación de subordinación entre la actividad del Padre y la del Hijo. Juan 5:19-20 , expone esta idea de manera más detallada; en Juan 5:19 , la relación de la acción del Hijo con la del Padre; en Juan 5:20 , la relación de la acción del Padre con la del Hijo.
PodrÃamos decir: el Hijo que se pone con fidelidad al servicio del Padre ( Juan 5:19 ), y el Padre que se digna a dirigir la actividad del Hijo ( Juan 5:20 ).
VersÃculo 19
versión 19 _ Respondió Jesús y les dijo : De cierto, de cierto os digo: El Hijo no puede hacer nada por sà mismo, sino lo que ve hacer al Padre. Porque las cosas que él hace, también las hace el Hijo de la misma manera. â
Los intérpretes que encuentran en Juan 5:17 una idea especulativa , como la de la creación continua, ven en Juan 5:19-20 el despliegue de la relación metafÃsica entre el Padre y el Logos. Pero si se le da a Juan 5:17 , como hemos hecho, un sentido adecuado al contexto, Juan 5:19-20 no tiene ese carácter teológico más o menos abstracto; ellos, al igual que Juan 5:17 , tienen una aplicación práctica al caso dado.
Jesús quiere decir, no: Yo soy esto o aquello para mi Padre; Yo le sostengo tal o cual relación; sino: âCualquier obra que me veáis hacer, aunque os ofenda, como la que ahora se me acusa, estad bien seguros de que, como Hijo sumiso, la he hecho sólo porque vi a mi Padre actuar en esta manera al mismo tiempo.â Aquà no hay teologÃa; es la explicación de su obra acusada de criminal y de toda su obra en general, a partir de la ley más profunda de su vida moral, de su filial dependencia con relación a su Padre.
Esta respuesta se parece al âno puedo hacer otra cosaâ de Lutero, en Worms. Jesús pone su obra bajo la garantÃa de la de su Padre, como el hombre impotente acababa de poner la suya bajo la garantÃa de la obra de Jesús ( Juan 5:11 ).
La primera proposición de Juan 5:19 presenta esta defensa en forma negativa: Nada por mà mismo; la segunda, en forma afirmativa: Todo bajo el impulso del Padre. La expresión: no se puede hacer nada , no denota una imposibilidad metafÃsica o de esencia, sino una impotencia moral, es decir absolutamente libre.
Esto se desprende de Juan 5:26 y del mismo término Hijo , que Jesús sustituye intencionalmente por el pronombre yo de Juan 5:17 . Porque es en virtud de su carácter filial, es decir, de su carácter perfectamente sumiso y devoto, que Jesús está interiormente impedido de actuar por sà mismo , en cualquier momento cualquiera. De hecho, tendrÃa el poder de actuar de otra manera, si asà lo deseara; y aquà está la idea que da a la expresión á¼Ï᾿ á¼Î±Ï Ïοῦ, de Sà Mismo , un significado real y serio.
En todas las fases de su existencia, el Hijo tiene un tesoro de fuerza que le pertenece y que puede usar libremente e independientemente del Padre. Según Juan 5:26 , Ãl podÃa, como Logos, sacar mundos de la nada y hacerse Dios de ellos. Pero Ãl está enteramente con Dios , aquà en la tierra como en el cielo, ( Juan 1:1 ); y antes que ser el Dios de un mundo para sà mismo, prefiere permanecer en su posición de Hijo y no usar su poder creador sino en comunión con su Padre.
Esta ley del Hijo en Su vida divina es también Su ley en Su existencia humana. Posee como hombre todas las facultades del hombre, y además, después del bautismo, todas las fuerzas mesiánicas. Con ello pudo crear, por su propio impulso, en el sentido en que todo hombre de talento crea por y para sà mismo, y pudo fundar aquà abajo un reino que debÃa ser suyo, como los hombres de genio y los conquistadores.
¿No fue a este poder muy real al que apelaron las diversas sugerencias de Satanás en el desierto? Pero voluntariamente rehusó hacer tal uso de sus poderes humanos y mesiánicos, y, conectando invariablemente su obra con la de su Padre, asà libremente permanece fiel a su carácter de Hijo. La cláusula á¼á½°Î½ μή Ïι... a menos que Ãl vea... haciéndolo , o más bien: si Ãl no ve al Padre haciéndolo , no restringe la idea a: hacer por Sà mismo.
Es más bien una explicación epexegética de á¼Ï᾿ á¼Î±Ï Ïοῦ, de Sà mismo: âDe Sà mismo, es decir , si no ve...â El participio presente ÏοιοῦνÏα, haciendo , responde a á¼ÏÏι, ahora , de Juan 5:17 : El Hijo ve actuar al Padre , y se asocia, en el mismo instante , a Su acción.
El término figurativo βλÎÏειν, ver , denota la mirada de la mente constantemente fijada en el Padre para velar por Su voluntad y discernir el punto donde realmente está Su obra, para adaptar la Suya a ella. De hecho, este no puede , del que acaba de hablar Jesús, es sólo el lado negativo de su devoción filial. Pero el amor, al impedirle actuar por sà mismo , le hace cooperar activamente en la obra del Padre. Contemplandola como ya cumplida en el pensamiento de Dios, inmediatamente la ejecuta sobre la tierra. Sólo puede actuar con esta condición.
Esta es la idea contenida en la segunda parte de Juan 5:19 . Está unido por for al anterior. En efecto, si toda obra suya es imposible para el Hijo, es porque Ãl se entrega enteramente a la obra del Padre. Absorta la suma de su actividad en esta dependencia voluntaria, no le queda ni tiempo ni fuerza para obrar por sà mismo.
á¿Î Î³á½°Ï á¼Î½, las cosas, cualesquiera que sean. Esta palabra incluye eventualidades sin número, y, en consecuencia, muchas otras infracciones de sus estatutos farisaicos además de la que acaban de ver y que tanto les ofende. Pero Ãl no tiene ningún cambio que hacer por esta razón; porque toda obra del Padre, cualquiera que sea, debe reproducirse en Su obra. La palabra de la misma manera , á½Î¼Î¿Î¯ÏÏ, no denota una mera imitación , porque la obra del Padre aún está por hacerse, ya que el Hijo se propone ejecutarla; es más bien, como dice Reuss , âuna aplicación de la obra del Hijo a la del Padre.
La obra del Padre se convierte en la del Hijo, en la medida en que éste es capaz de contener a la primera. El Hijo se vincula en cada momento con la obra del Padre, para continuarla en la medida en que su inteligencia pueda abrazarla y su potencia realizarla. En este dicho, no sabemos qué es más asombroso, si la simplicidad de la forma o la sublimidad de la idea. Jesús habla de esta Ãntima relación con el Ser de los seres, como si se tratara de la cosa más sencilla del mundo.
Es el dicho del niño de doce años: â ¿No debo estar en lo que es de mi Padre? elevado a su máxima potencia. Pero esta perfecta subordinación de la obra del Hijo a la del Padre no puede existir sino con una condición: que el Padre consienta en iniciar al Hijo incesantemente en el curso de Su obra. Esto es también lo que Ãl se digna hacer.
VersÃculos 19-29
NOTAS ADICIONALES DEL EDITOR AMERICANO.
XXVIII.
vv. 19-29.
1. La referencia en Juan 5:19 ss., a la unión entre el Hijo y el Padre es a la unión completa en el obrar, que se funda en el amor, y en la visión inmediata de lo que hace el Padre que está conectado con este amor, y a esa subordinación en el amor, con respecto a su obra terrenal, que necesariamente le pertenece como cumplimiento de la comisión del Padre. Ninguna subordinación más allá de esto está necesariamente indicada por las palabras.
2. La respuesta que Jesús da a los judÃos no es, por tanto, una negación de su igualdad con Dios, sino una afirmación de que, en su obra aludida, lo que él reclama para sà mismo está sólo en armonÃa con el plan de Dios y está en el unión y subordinación de amor a Ãl.
3. El pensamiento se dirige especialmente a la gran obra del Hijo en referencia al hombre. No parece haber base para dudar de que la palabra ζÏοÏοιεá¿, como se usa al final de Juan 5:21 , se refiere a la vida espiritual, y que es este tema del que se habla en Juan 5:24-27 .
El pensamiento se conecta asà con el de Juan 3:17 ss., aunque el desarrollo del mismo no es el mismo, sino que está determinado por las circunstancias del caso. Las palabras ây ahora esâ de Juan 5:25 , y la adición de las palabras âen los sepulcrosâ, âsalirâ, y âresurrección de vidaâ, etc.
, en Juan 5:28-29 , que no se encuentran en los versÃculos anteriores, difÃcilmente pueden explicarse excepto porque sostenemos que hay un giro del pensamiento hacia el juicio futuro en Juan 5:28 , al que no se ha hecho referencia hasta ese punto.
4. El uso de la palabra juicio en este pasaje Juan 5:24-27 , como también Juan 5:28-29 , es afÃn al de Juan 3:17 y sigs. Se pueden invocar las mismas razones, sustancialmente, para dar el sentido de juicio condenatorio a la palabra, como se presentó en la nota sobre el pasaje anterior.
La referencia manifiesta al juicio final en Juan 5:28-29 , tomada en conexión con la representación general del juicio en el Nuevo Testamento, hace aquà muy probable esta distinción entre juicio favorable y desfavorable.
5. El juicio al que se alude en los versÃculos anteriores es, por asà decirlo, anticipatorio del mencionado en los posteriores. Este uso de la palabra pertenece en conexión con la idea general presentada en este Evangelio, y resaltada en este pasaje, de que la vida eterna comienza en el alma cuando el hombre cree, y no es sólo una posesión futura que se espera, sino un presente ya realizado. El juicio, en este sentido, es una cosa ya cumplida, tanto en el lado favorable como en el desfavorable.
Cuando los espiritualmente muertos oyen la voz del Hijo de Dios, pasan de la muerte a la vida; cuando los muertos fÃsicos oyen su voz, también pasan a la vida, pero el paso de los últimos a la vida es sólo la consumación de lo designado por los primeros. La decisión se toma realmente en el acto de creer. La vida avanza desde el momento de ese acto, y el último paso en el proceso es sólo como todos los demás un paso en un desarrollo progresivo. Lo mismo es cierto, en el otro lado, del que no cree.
6. Las palabras Ï á¼±á½¸Ï á¼Î½Î¸ÏÏÏÎ¿Ï , sin el artÃculo, se toman mejor como indicativas de calidad, que como equivalentes a las mismas palabras con el artÃculo. Al mismo tiempo, no excluyen la idea mesiánica. Al Hijo se le da la autoridad para ejecutar juicio porque, como Hijo del hombre, Ãl es un hijo del hombre. Esta relación que Ãl tiene en la naturaleza con aquellos que han de ser juzgados es la base sobre la cual, en el gran plan de salvación, Ãl es hecho juez, y la cuestión de la vida y la muerte depende de la creencia en Ãl.
El carácter cualitativo de la expresión Ï á¼±á½¸Ï Ïοῦ á¼Î½Î¸Ï., incluyendo al mismo tiempo una cierta referencia al tÃtulo-carácter que pertenece a las palabras cuando se añade el artÃculo, ésta es, no improbablemente, la idea combinada que se encuentra en el otros dos casos en el Nuevo Testamento, que son similares a este; borrador Apocalipsis 1:13 ; Apocalipsis 14:14 . Pero en esos pasajes, la influencia de las palabras en Dan 7:13 puede ser más directa y manifiesta, y en consecuencia, la explicación que se da aquà se indica con menos fuerza.
7. Weiss sostiene, con respecto a las últimas palabras de Juan 5:29 , que la resurrección de aquellos que han hecho el mal es solo para el propósito del juicio condenatorio, y que asÃ, tanto aquà como en otras partes del Nuevo Testamento, no se habla de la resurrección de los malhechores, en el sentido propio del término, que el término aplicado a ellos debe entenderse sólo, por asà decirlo, καÏ᾿ á¼Î½ÏίÏÏαÏιν.
La doctrina de la resurrección de la porción incrédula y malvada de la humanidad se presenta, de hecho, solo en unos pocos pasajes del Nuevo Testamento, y en estos solo de manera general. Sin embargo, parece estar establecido claramente en Hechos 24:15 , aparentemente también en este lugar, y posiblemente en 1 Corintios 15:22 .
Pasajes como Filipenses 3:11 ; Lucas 20:35 puede explicarse sin implicar una doctrina opuesta. Que la resurrección deba ser referida principalmente como conectada con los justos, no es extraño, porque para ellos era la consumación de la bienaventuranza de esa vida hacia la cual los escritores del Nuevo Testamento volverÃan los pensamientos y las esperanzas de los hombres.
VersÃculo 20
versión 20 _ La relación del Padre con el Hijo: Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él mismo hace, y mayores obras que estas le mostrará, para que os maravilléis. â
La cooperación del Hijo en la obra divina descansa ( por ) en el amor infinito del Padre, que nada oculta al Hijo. El término Ïιλεá¿Î½ expresa ternura ( acariciar ), y encaja perfectamente con la intimidad de la relación aquà descrita. Otra cosa fue en Juan 3:35 , donde se encuentra la palabra á¼Î³Î±Ïᾶν, que indica el amor de aprobación y, en cierto modo, de admiración (á¼Î³Î±Î¼Î±Î¹); porque se trataba de la comunicación de la omnipotencia.
La manifestación del Padre corresponde al ver del Hijo ( Juan 5:19 ), y es, a la vez, su condición y consecuencia; la condición: porque el Padre revela su obra al Hijo, a fin de que pueda conocerla y cooperar en ella; la consecuencia: porque es esta cooperación constante y fiel del Hijo la que hace que esta revelación se renueve incesantemente.
Pero la iniciación y la cooperación del Hijo en la obra del Padre están sujetas a una ley de progreso , como conviene al estado verdaderamente humano de éste. Esto es lo que expresa el final del versÃculo: Y él le mostrará obras mayores que estas. La expresión: todas las cosas , en Juan 5:19 , ya insinuaba esa extensión gradual del dominio de las obras que el Padre encomienda al Hijo.
Reuss piensa que se trata de dos tipos diferentes de obras, las del Padre pertenecientes al dominio exterior, y las del Hijo al dominio espiritual, y que el término mayor se refiere a la superioridad de la segunda sobre la primera. Pero la resurrección corporal es también obra del Hijo ( Jn Juan 5:28-29 ), y Jesús no podrÃa, en ningún caso, decir que las obras del Hijo son mayores que las del Padre.
La palabra á½Î¼Î¿Î¯ÏÏ, del mismo modo , bastarÃa para refutar esta explicación. ΤοÏÏÏν, que estos , evidentemente se refiere a la curación del hombre inválido ya los milagros del mismo tipo que Jesús habÃa realizado y de los cuales los judÃos entonces fueron testigos. Este es sólo el comienzo. En la medida en que la obra de Jesús crezca en extensión y fuerza, la obra del Padre pasará más completamente a ella; y asà se cumplirá el dicho de IsaÃas: â La voluntad del Señor será prosperada en Su mano.
La palabra mostrará declara que el Padre le dará inmediatamente la señal y el poder para realizar estas obras cada vez mayores. compensación Apocalipsis 1:1 : âla revelación que el Padre le dioâ.
Las palabras que cierran el verso: con el fin de que os maravilléis , están cuidadosamente sopesadas. Jesús se abstiene de decir: hasta el fin de que creáis. Ãl sabe muy bien a quién le está hablando en este momento. La cuestión aquÃ, como Weissdice, es de una sorpresa de confusión. PodrÃamos parafrasear asÃ: âY entonces verdaderamente habrá algo de lo que te asombrarásâ. Los judÃos abrieron mucho los ojos al ver sanado a un paralÃtico: ¡Cómo será cuando un dÃa, por palabra de este mismo Jesús, vean a la humanidad recobrar la vida espiritual e incluso corporal! Una cura los asombra: ¡Qué dirán de un Pentecostés y una resurrección de los muertos! Esta manera un tanto desdeñosa de hablar de los milagros serÃa bastante extraña por parte de un evangelista que durante todo el curso de su narración estuvo jugando el papel de un inventor de milagros.
á¿Îνα, para que exprese no solo un resultado (á½¥ÏÏε), sino un propósito. Este asombro es querido por Dios; porque de ella resultará la conversión de Israel al final de los tiempos. En vista de las maravillas que produce el Evangelio entre los hombres, Israel rendirá finalmente al Hijo ese homenaje, igual al que rinde al Padre, del que habla Juan 5:23
Estos dos versÃculos son uno de los pasajes más notables del Nuevo Testamento desde el punto de vista cristológico. De Wette encuentra en la expresión, de sà mismo ( Juan 5:19 ), una referencia exclusiva y poco clara al lado humano de la persona de Jesús; porque, después de todo, si Jesús es el Logos, su voluntad es tan divina como la del Padre, y no puede haber contraste entre uno y otro, como implicarÃa la expresión de sà mismo .
Este defecto en la lógica se encuentra, según su opinión, nuevamente en las palabras de Juan 16:13 , donde esta misma expresión, de Ãl mismo , se aplica hipotéticamente al EspÃritu Santo. Según Lucke, es solo una forma popular de presentar la apariencia humana de Jesús, excluyendo el elemento divino. Reuss (t.
II., pp. 438ff.) saca a relucir en este pasaje herejÃa tras herejÃa, si la teorÃa del Logos, tal como ha sido presentada en el Prólogo, se toma como la norma del pensamiento juanino. Según él, en efecto, Dios es concebido, en el Prólogo, como un ser puramente abstracto, que no actúa en el espacio y en el tiempo sino por mediación del Logos, que es perfectamente igual al Padre, «la esencia de Dios reproducida , por asà decirlo, una segunda vez y por sà mismo.
Según nuestro pasaje, por el contrario, el Padre hace por sà mismo una obra (ἠαá½Ïá½¸Ï Ïοιεá¿), que revela al Hijo, y en la que le da una parte, lo cual es totalmente contradictorio. De acuerdo con este último punto de vista, el Padre actúa directamente en el mundo sin hacer uso del Logos, y el Hijo está relativamente al Padre en una condición de subordinación, que es incompatible con "la igualdad de las dos personas divinas" enseñada en el prólogo
El juicio de Lucke y de Wette indudablemente choca contra la concepción de la persona de Jesús que se llama ortodoxa, pero no contra la del Nuevo Testamento y de Juan en particular. Juan no conoce a este Jesús, ya divino, ya humano, al que recurre la exégesis tradicional. Conoce un Logos que, una vez privado del estado divino, entró de lleno en el estado humano, y, después de haberse revelado a Sà mismo en el bautismo como sujeto divino, continuó su desarrollo humano, y sólo a través de la ascensión recuperó el estado divino. .
Por su existencia humana y su actividad terrena, realizó en forma de devenir , la misma relación filial que realizó en su existencia divina en forma de ser. Esta es la razón por la cual todos los términos empleados por Jesús, el mostrar al Padre, el ver al Hijo, las expresiones " no puede " y " de sà mismo " se aplican a las diferentes fases de su existencia divina y humana, a cada uno según su naturaleza y su medida.
Para entender el â de Sà mismo â, en nuestro pasaje y en Juan 16:13 , sólo es necesario tomar en serio, como lo hace la Escritura, la distinción de personas en el ser divino; si cada uno de ellos tiene su propia vida, de la que puede sacar a voluntad, no hay inconsecuencia entre los pasajes citados.
En cuanto al juicio de Reuss, la idea que encuentra en el Prólogo de una divinidad abstracta, puramente trascendental y sin relación posible con el mundo, no es la de Juan; es sólo la de Philo. Al contrario, Dios es, en el Prólogo, un Padre lleno de amor tanto por su Hijo ( Juan 5:18 ) como por los hijos que Ãl mismo engendra comunicándoles su propia vida (á¼Îº θεοῦ á¼Î³ÎµÎ½Î½Î·Î¸Î·Ïαν, fueron engendrados de Dios , Juan 5:13 ).
Puede asà actuar directamente en el mundo y, en consecuencia, asociar a su Hijo, hecho hombre, en su obra sobre la tierra. Juan 5:19-20 están en contradicción con la teorÃa de Filón, pero no con la concepción del evangelista. Es exactamente lo mismo con respecto a la subordinación del Hijo. El verdadero pensamiento del Prólogo es exactamente el de nuestros dos versÃculos, 19, 20; la dependencia, y libre dependencia, del Hijo (ἧν ÏÏá½¸Ï Ïὸν θεÏν, Juan 5:1 ).
Esta concepción del Logos, sin duda, también contradice la de Filón, hecho que sólo prueba una cosa: que es un error hacer del evangelista discÃpulo de aquel extraño filósofo, cuando es simplemente discÃpulo de Jesucristo. (Introd., págs. 127 y ss.)
Si deseamos formarnos una idea viva de la relación de la obra de Jesús con la del Padre, tal como se presenta aquÃ, la mejor manera es entrar nosotros mismos en una relación similar con el Señor Jesucristo. Entonces tendremos esta experiencia: que cuanto más participa de todo corazón el siervo fiel en la obra de su Maestro, tanto más le da también éste comprensión respecto de la totalidad y de los detalles, y tanto más lo hace capaz de realizar eso.
El agente crece con el trabajo, como el trabajo crece con el agente. Los siguientes son ejemplos bien conocidos de cada una de las dos cosas: Oberlin, con los ojos fijos en Cristo como Cristo tenÃa los ojos fijos en el Padre, discerniendo el punto que la obra divina ha alcanzado entre los habitantes de Band-de-la- Roche y lo que exige la continuación de este trabajo; John Bost, contemplando tantos sufrimientos sin alivio en el suelo de Francia; Felix Neff, conmocionado al ver las iglesias desiertas de los Altos Alpes; Wilberforce, sintiendo las cadenas de sus hermanos esclavizados oprimiendo su corazón; Antoine Court, llorando sobre las ruinas de la Iglesia Reformada de Francia; Zinzendorf, encontrándose repentinamente en presencia de los emigrantes moravos perseguidos que llegan en tropas a sus propias tierras.
..; en todos estos casos, el trabajador fiel acerca el oÃdo al corazón de su Maestro, percibe sus latidos y luego, levantándose, actúa. La obra de Cristo, esa obra que Ãl quiere hacer, pasa entonces, en cierta parte de ella, a las manos de Su siervo. Asà es, sin duda, que Cristo entró gradualmente en posesión de la obra divina, hasta que llegó a ser suya en su totalidad ( Juan 3:35 ).
Y llegado a este punto, poco a poco va dando parte en ella a los suyos, que se hacen partÃcipes libres de su obrar, y les hace realidad aquella promesa que no carece de analogÃa con el dicho que estamos explicando: âEn verdad, en verdad , os digo, que el que cree en mÃ, él también hará las obras que yo hago; él hará obras aún mayores que éstas (μείζονα ÏοÏÏÏν), porque yo voy al Padreâ ( Juan 14:12 ).
Jesús acaba de hablar de obras, mayores que sus milagros actuales, que un dÃa realizará a la señal de su Padre. Ahora explica cuáles son estas obras; son la resurrección y el juicio de la humanidad, Juan 5:21-29 . Este difÃcil pasaje ha sido entendido de manera muy diferente. YO.
Varios Padres, Tertuliano, Crisóstomo , luego Erasmo, Grocio, Bengel , finalmente en tiempos recientes Schott, Kuinoel, Hengstenberg , etc., han aplicado todo el pasaje (excepto Juan 5:24 ) a la resurrección de los muertos, en el sentido estricto , y hasta el juicio final. II. Una interpretación diametralmente opuesta fue sostenida ya por los gnósticos, luego, entre los modernos, por Ammon, Schweizer, B.
Crusius , es la que refiere todo el pasaje, incluso Juan 5:28-29 , a la resurrección espiritual y al juicio moral que efectúa el Evangelio; (ver también Reuss , en algún tipo). tercero Finalmente, un tercer grupo de intérpretes une estos dos puntos de vista en este sentido, que refieren Juan 5:21-27 a la acción moral del Evangelio, y Juan 5:28-29 a la resurrección de los muertos en sentido propio.
Estos son, Calvin, Lampe , y la mayorÃa de los modernos, Lucke, Tholuck, Meyer, de Wette , etc. IV. Teniendo en cuenta, con sumo cuidado, los matices de expresión, llegamos a la opinión de que el verdadero progreso de las ideas es el siguiente: En un primer ciclo, se ha desarrollado bastante sumariamente el pensamiento de Juan 5:17 Juan 5:19-20 ).
Luego, las obras del Padre que el Hijo ha de realizar están precisamente enunciadas en un segundo ciclo ( Juan 5:21-23 ); las de hacer vivir y juzgar. Finalmente, en un tercer ciclo ( Juan 5:24-29 ) el pensamiento hace un último avance, que lo lleva a su fin, en el sentido de que Juan 5:24-27 se aplica a la resurrección y al juicio espiritual, y Juan 5:27-29 hasta el juicio final y la resurrección de los muertos. Este último punto de vista es, según me parece, casi el de varios comentaristas modernos, como Luthardt, Weiss y Keil.
VersÃculo 21
versión 21 . â Porque como el Padre resucita a los muertos y les da vida, asà también el Hijo da vida a los que quiere. â
Resucitar a un muerto es mayor obra que curar a un inválido; de ahà el para. Esta obra, asà como los milagros particulares, es la reproducción de la obra del Padre. La gran dificultad aquà es determinar si, como parece pensar la mayor parte de los intérpretes (pues muchos no se explican suficientemente sobre este punto), la obra de resurrección atribuida al Padre debe identificarse con la que realiza el Hijo. , o si es especÃficamente diferente, o, finalmente, si se combinan entre sà por un proceso, cuya fórmula debe buscarse.
Según la primera explicación, el ζÏοÏοιεá¿Î½, dar vida , atribuido al Padre, permanecerÃa en un estado puramente ideal hasta que el Hijo, cediendo a la iniciativa divina, hiciera pasar el designio del Padre a la realidad terrena. Asà dice Luthardt : âLa obra pertenece a Dios, en cuanto procede de Ãl; al Hijo, en cuanto se realiza por Ãl en el mundoâ (p.
444). Gess: âNo es que la resurrección de los muertos fuera hasta ahora obra del Padre, para convertirse ahora en obra del Hijo; la resurrección de los muertos aún no es un hecho consumado. Tampoco es que una parte de los muertos sea resucitada por el Padre, otra por el Hijo.... Pero el Hijo es considerado como el órgano por el cual el Padre resucita de los muertos.â Baumlein : âEl Hijo es portador y mediador de la actividad del Padre.
âEste sentido es muy bueno en sà mismo; pero ¿realmente se adapta a la expresión: like as? ¿Era éste, en efecto, el término adecuado para designar un único impulso divino, una iniciativa de carácter puramente moral? Jesús, al expresarse asÃ, parece pensar más bien en una obra real que realiza el Padre ya la que corresponde la suya.
Según el segundo sentido, adoptado por Reuss , debemos atribuir la resurrección corporal al Padre y la resurrección en sentido espiritual, la salvación , al Hijo. Reuss encuentra la prueba de esta distinción en el οá½Ï θÎλει, a quien quiere , que indica una selección y se refiere, en consecuencia, sólo al dominio moral. Esta solución es insostenible. ¿Cómo se podrÃa aplicar Juan 5:28-29 , que describe la consumación de la obra del Hijo, a la resurrección espiritual? compensación
igualmente Juan 6:40 ; Juan 6:44 , etc., donde Jesús se atribuye expresamente, por un á¼Î³Ï, I , repetidas veces, la resurrección del cuerpo, hecho que destruye por completo la lÃnea de demarcación propuesta por Reuss. Jesús me parece más bien hablar aquà de la acción divina, a la vez creadora, conservadora y restauradora, que se ejerce desde el principio de las cosas en el ámbito de la naturaleza, y que ha irrumpido con un nuevo poder en el dominio teocrático.
compensación Deuteronomio 32:39 : âMato y vivo , hiero y sano. 1 Samuel 2:6 : â El Señor es el que mata y da la vida , el que hace descender al sepulcro y hace subir de él.
âA esta obra de restauración moral y fÃsica, hasta ahora realizada por Dios, Jesús une ahora a los suyos; Se convierte en agente de ella en el ámbito particular en que se encuentra en cada momento; esta esfera se extenderá cada vez más; Su capacidad, en Sà mismo, para realizarlo aumentará en la misma medida, hasta que este dominio sea el universo y el poder del Hijo sea la omnipotencia (comp. Mateo 28:18 ).
Los pasos de este crecimiento son los siguientes: Comienza a realizar milagros aislados de resurrección corporal y espiritual, muestras de su gran obra futura. Desde el momento de su elevación a la gloria, realiza, por la comunicación del EspÃritu Santo, la resurrección moral de la humanidad. Finalmente, a su regreso, por la victoria que obtiene sobre el último enemigo, la muerte ( 1 Corintios 15:26 ), efectúa, en el dominio fÃsico, la resurrección de los creyentes, y después también la resurrección universal.
Sólo en ese momento la obra del Padre habrá pasado enteramente a Sus manos. La obra del Hijo no es, pues, diferente de la que realiza el Padre. Sólo el Hijo, hecho hombre, se convierte en agente de ella sólo por grados. El presente, hace vivo , en el segundo miembro, es un presente de competencia. compensación de hecho Juan 5:25 ; Juan 5:28 (âla hora viene que.
..â), que muestran que la realidad está por llegar. Sin embargo, aun ahora, la palabra de Cristo posee una fuerza vivificante ( la hora aun ahora es , Juan 5:25 ). Podemos conectar el objeto los muertos con el primer verbo solamente ( levantar ), y dar al segundo verbo (ζÏοÏοιεἴ, da vida ), un sentido absoluto.
Pero tal vez sea más natural hacer que las palabras, los muertos , sean el objeto de ambos verbos (ver Weiss ). ᾿ÎγείÏειν, estrictamente despertar , se refiere al paso de la muerte a la vida; ζÏοÏοιεá¿Î½, para dar vida , para la plena restauración de la vida, ya sea espiritual o corporal. Nada nos obliga, con Reuss , a restringir la aplicación de la palabra vivificar , en el segundo miembro, a la vida espiritual. La restricción: a quien él quiera , indica sin duda una selección.
Pero, ¿no habrá también una selección en la resurrección corporal? En Juan 5:29 , Jesús distingue, en efecto, dos resurrecciones corporales, una de vida , la otra de juicio. Sólo el primero merece verdaderamente el nombre de dar vida.
Al decir: los que quiere , Jesús no opone su voluntad de Hijo a la del Padre. Este significado requerirÃa οá½Ï αá½Ïá½¸Ï Î¸Îλει. Ãl contrasta a aquellos a quienes Ãl mismo se siente obligado a dar vida (los creyentes) con aquellos en cuyo nombre es moralmente imposible para Ãl realizar este milagro. Estas palabras, por tanto, son la transición a Juan 5:22 , donde se dice que a Ãl se le encomienda el juicio , es decir, la selección.
Al efectuar la selección que decide la muerte y la vida eternas de los individuos, Jesús no cesa ni un instante de tener los ojos fijos en el Padre y de conformarse a su propósito. Según Juan 6:38 ; Juan 6:40 , Discierne a los que cumplen la condición divinamente señalada: el que cree; e inmediatamente les aplica el poder vivificante que el Padre le ha dado, y que ahora se ha hecho suyo.
¿No podrÃa haber en este οá½Ï θÎλει, los que él quiere , una alusión a la espontaneidad con que Jesús habÃa ofrecido la curación al hombre inválido, sin ser en modo alguno solicitado por él, eligiéndolo libremente entre todos los enfermos que rodeaban al ¿piscina? Reuss encuentra, en estas palabras: los que él quiere , una contradicción a la idea de la dependencia de la obra del Hijo en relación con la del Padre.
Pero el sentimiento interior que hace que Jesús quiera de tal o cual manera, formándose en él espontáneamente, no deja de ser conforme al de Dios. Jesús quiere por su propia voluntad, como ama por su propio amor. Pero este amor y esta voluntad tienen los mismos objetos y el mismo fin que el amor y la voluntad del Padre. compensación la fórmula, en las EpÃstolas Apostólicas: âGracia y paz de Dios, y del Señor Jesucristo.
La libertad no es más arbitrariedad en Jesús que en Dios. En el mismo sentido se atribuye al EspÃritu ( Juan 3:8 y 1 Corintios 12:11 ), y al Dios de la naturaleza ( 1 Corintios 15:38 ).
Lo que Jesús quiso expresar aquà no es, por lo tanto, como habÃan supuesto Calvino y anteriormente Reuss , la idea de la predestinación, sino la gloriosa competencia que a Dios le agrada otorgar a Jesús para la realización de la obra común. Ãl es fuente de vida como el Padre, primero moralmente y luego, un dÃa, corporalmente. Al afirmar su dependencia voluntaria, Jesús deja entrever la magnificencia de su prerrogativa filial.
VersÃculos 22-23
â Porque tampoco el Padre juzga a nadie; pero ha encomendado todo el poder de juzgar al Hijo , 23, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. â
Dos partÃculas conectan Juan 5:22 con lo anterior: γάÏ, por , y οá½Î´Î (traducido por también ), que literalmente significa: y nada más. El significado es, por lo tanto: âPorque el Padre ya no juzga a nadie (como tampoco resucita de entre los muertos, una vez que ha encomendado al Hijo el cargo y el poder de resucitar de entre los muertosâ, Juan 5:21 ).
El for presenta el segundo hecho (el paso del juicio al Hijo) como explicación del primero (el paso del poder de resucitar de entre los muertos). De hecho, dar vida es absolver, negarse a dar vida es condenar.
El poder de dar vida a quien se quiere implica, por tanto, la dignidad de juez. Meyer entiende juez aquÃ, como en el cap. 3, en el sentido de condenar. Pero en Juan 5:21 , la cuestión es expresamente de hacer vivir, salvar, y no de lo contrario; y la expresión Ïὴν κÏίÏιν Ïá¾¶Ïαν, juicio en todas sus formas ( Juan 5:22 ), muestra que el término juez debe tomarse en el sentido más general.
H. Meyer ( Discourses of the Fourth Gospel , p. 36) se escandaliza porque este término se toma en Juan 5:22 en el sentido espiritual (juicio moral presente), en Juan 5:29 en el sentido externo (el juicio final) , y finalmente en Juan 5:30 en un sentido puramente subjetivo (el juicio individual de Jesús), y por lo tanto concluye que el tenor del discurso no ha sido, en este caso, exactamente reproducido.
Pero en Juan 5:22 la cuestión es de juicio en el sentido más general , sin aplicación definida ( todo juicio ). Es sólo en el siguiente ciclo, Juan 5:24-29 , que se precisa el significado de este término, y que se toma, primero, en el sentido espiritual, luego, en el sentido externo. Todo es, pues, correcto en el progreso del pensamiento.
VersÃculo 23
versión 23 . ¿Y cuál es la voluntad del Padre al transferir a Jesús los dos atributos supremos de la divinidad, vivificar, juzgar? Ãl quiere que el homenaje de adoración que la humanidad le rinde se extienda al mismo Hijo. âEl Padre ama al Hijoâ ( Juan 3:35 ); por eso quiere ver el mundo a los pies del Hijo, como a los suyos.
âLa igualdad de honorâ, ââdice Weiss , âdebe corresponder a la igualdad de acciónâ. La palabra Ïιμᾷν, honrar , no expresa directamente el acto de adoración, como apunta Reuss . Pero en el contexto (καθÏÏ como ), ciertamente denota el respeto religioso del cual el acto de adoración es expresión. Y al reclamar para su persona este sentimiento, en el mismo sentido en que se debe al Padre, Jesús autoriza, en relación a sà mismo, el culto propiamente dicho, comp.
Juan 20:28 ; Filipenses 2:10 âque toda rodilla se doble en el nombre de Jesúsâ; y el Apocalipsis en todas partes.
El Padre no tiene celos de tal homenaje. Porque es a Ãl a quien la criatura honra honrando al Hijo por su carácter divino; como también es a Dios a quien se le niega el honor, cuando se le niega al Hijo. Hay una terrible advertencia para los acusadores de Jesús en estas últimas palabras del versÃculo. Jesús les echa de nuevo la acusación de blasfemia; deben aprender estos celosos defensores de la gloria de Dios que cuando le acusan a Jesús, como lo están haciendo, por el milagro que ha hecho en medio de ellos, es a Dios a quien se debe el ultraje que le infligen. se dirige, y que el trato al que someten a este hombre débil y pobre toca al mismo Padre, que se pone en Ãntima unión con Ãl.
Este final amenazante de Juan 5:23 es una anticipación de la aplicación severa que debe terminar el discurso ( Juan 5:41-47 ).
El segundo ciclo Juan 5:21-23 fue un desarrollo aún muy general del ciclo abreviado Juan 5:19-20 . En el tercer ciclo, Juan 5:24-29 , Jesús muestra ahora la progresiva realización histórica de estas dos obras de vivificar y juzgar , que el Padre le ha conferido.
Hasta aquà ( Juan 5:21-23 ) se las ha atribuido a Sà mismo sólo bajo la forma abstracta de mera competencia. Ahora vemos este doble poder de salvar y juzgar realmente en ejercicio, primero en la esfera espiritual, Juan 5:24-27 ; luego, en el dominio exterior , Juan 5:28-29 .
VersÃculo 24
versión 24 . â De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no viene a juicio, mas ha pasado de muerte a vida. â
Las cosas divinas están presentes en la mente de Jesús; Habla lo que ve ( Juan 3:11 ); de ahà esta enérgica afirmación: â De cierto, de cierto os digo â ( Juan 5:24-25 ). Estas palabras exponen, al mismo tiempo, la grandeza del hecho anunciado.
Es realmente inaudito: para quien acoge con confianza su palabra, los dos actos decisivos del drama escatológico, la resurrección y el juicio, son cosas cumplidas. La sencilla palabra de Jesús recibida con fe lo ha logrado todo.
Este hecho es ciertamente la prueba de las cualidades de dador de vida y de juez que Jesús se atribuyó a sà mismo ( Juan 5:21-22 ). ᾿ÎκοÏειν, oÃr , no denota, como piensa Weiss , sólo la audición exterior, en contraste con la recepción interior, que vendrÃa después ( y cree ...); es el porte espiritual, al mismo tiempo que el fÃsico, en el sentido de Mateo 13:43 .
Pues el verbo creer tiene un nuevo objeto ( Keil ); es el Padre como el que ha enviado al Hijo. Entregarse a la palabra de Jesús en la fe en el carácter divino de su ser y palabra, es rendir homenaje no sólo al Hijo. sino también al Padre. El significado de á¼Ïει ζÏήν, tiene vida , puede traducirse completamente aquà solo diciendo â ya tiene vidaâ. Es la prueba de Juan 5:21 : âEl Hijo da vida.
¿No es, en verdad, su palabra la que obra este milagro? Îαί, y , significa: y en consecuencia. La exención del juicio se sigue naturalmente de la entrada en la vida. El lugar del juicio está en el umbral de la vida y la muerte. á¿ÎÏÏεÏαι, viene , es el presente de la idea.
La palabra juicio no es de ninguna manera equivalente a condenación , καÏάκÏιÏιÏ, como Meyer lo tendrá y como Ostervald lo traduce. Un juicio que decide sobre el destino eterno, dice Weiss , ya no es posible con respecto al hombre que de hecho ya ha obtenido la salvación. Por la palabra de Jesús, recibida en el hombre interior, el creyente sufre este juicio moral aquà en la tierra al que serán sometidos los incrédulos en el último dÃa.
La revelación de las cosas ocultas ( 1 Corintios 4:5 ) se hace en el foro interior de su conciencia, donde todo lo que se condena en sucesión será condenado por el resto ante el tribunal en el juicio final. El juicio, es pues para él, una cosa consumada. Si, pues, la palabra recibida con fe libera al creyente del juicio, es porque lo anticipa; borrador
Juan 12:48 , donde se dice que el juez, en el último dÃa, no será otro que esta misma palabra. ¡Qué sentimiento de la santidad absoluta y de la perfección de su palabra no implican tales expresiones en la conciencia de Jesús! La reconciliación de este pasaje con Romanos 14:10 y 2 Corintios 5:10 se da en Juan 3:18 .
Las últimas palabras: Pero ha pasado de muerte a vida , contrasta ( pero ) la condición del que ha entrado en la vida con la suerte del que tendrá que pasar por el juicio. Los términos muerte y vida se toman en sentido espiritual. Westcott piensa que, en este versÃculo, la idea de la resurrección fÃsica todavÃa está unida a la de la resurrección espiritual.
La combinación de estas dos ideas me parece imposible. La cuestión es de los efectos de la palabra de Jesús en el sentido de su palabra de enseñanza. Es del todo arbitrario explicar el μεÏαβÎβηκεν, con Baumlein, en el sentido de â tiene la prenda de poder pasar de la muerte a la vidaâ.
VersÃculos 24-27
Primera fase: la resurrección espiritual y el juicio moral de la humanidad por el Hijo.
VersÃculo 25
versión 25 . â De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios , y los que la oyeren vivirán. â
Una nueva afirmación, que Cristo saca de lo más profundo de su conciencia. Una inmensa perspectiva se abre ante Ãl. ¡El gran acto de la resurrección espiritual de la humanidad muerta en sus pecados, muerta para Dios, ha de comenzar en esta hora, y es por Ãl que se cumplirá totalmente! La identidad de la fórmula que da comienzo a estos dos versÃculos, Juan 5:24-25 , â de cierto, de cierto os digo â, asà como del asÃndeton , que hace del segundo la reafirmación enérgica del primero, bastarÃa para probar que Juan 5:25 no puede referirse a un hecho esencialmente diferente del anterior, y cuán equivocado es que Keil encuentre incluida aquà a la vez la resurrección fÃsica y la espiritual.
Jesús ha pasado, en Juan 5:24 , de la idea general de resurrección a la de resurrección espiritual en particular; No vuelve hacia atrás.
Sólo para pintar toma prestadas de la resurrección fÃsica las imágenes con las que quiso representar la obra espiritual que ha de prepararle el camino. Parece aludir a la magnÃfica visión de Ezequiel, en la que el profeta, de pie en medio de una llanura cubierta de huesos secos, los llama a la vida, primero por su palabra, y luego, por el soplo de Jehová. Asà Jesús permanece aquà abajo, el único viviente en medio de la humanidad sumida en la muerte del pecado, y se acerca la hora en que va a cumplir con respecto a ella una obra como la que Dios encomendó al profeta con respecto a Israel en cautiverio.
Hay aquà un sentimiento análogo al que le lleva a decir en los Sinópticos: â Que los muertos entierren a sus muertos. La expresión: La hora viene, y ya ha llegado , pretende (comp. Juan 4:23 ) abrir los ojos de todos a la grandeza de esta época que pasa y de la que se prepara.
Jesús dice: la hora viene; lo que Ãl quiere decir es el envÃo del EspÃritu Santo ( Juan 7:37-39 ). Pero añade: y ya ha venido; porque su palabra, que es espÃritu y vida ( Juan 6:63 ), ya está preparando los corazones para recibir el EspÃritu.
compensación Juan 14:17 . En lugar de la expresión: mi palabra , Jesús la sustituye: la voz del Hijo de Dios. La enseñanza de Cristo se presenta asà como la voz personal de Aquel que llama a los pecadores a la vida. El artÃculo οἱ antes de á¼ÎºÎ¿ÏÏανÏÎµÏ ( aquellos que han oÃdo), separa claramente a los muertos espirituales en dos clases: aquellos que escuchan la voz sin entenderla (comp.
Juan 12:40 ), y los que al oÃrlo, tienen oÃdos para oÃr , lo oyen interiormente. Sólo estos últimos son vivificados por ella. Es la función de juzgar la que se cumple bajo esta forma.
Aquellos que aplican este versÃculo a la resurrección de los muertos en sentido estricto, están obligados a referir las palabras: y ahora es , a algunas resurrecciones milagrosas obradas por Jesús en el curso de Su ministerio, y a explicar las palabras οἱ á¼ÎºÎ¿ÏÏανÏÎµÏ en este sentido: y después de haber oÃdo ... Pero todos los esfuerzos de Hengstenberg no han logrado justificar esta interpretación gramaticalmente imposible de οἱ á¼ÎºÎ¿ÏÏανÏειÏ.
Según Olshausen , Juan 5:24 se refiere a la resurrección espiritual, y Juan 5:25 a la primera resurrección corporal la de los creyentes en la ParusÃa ( 1 Corintios 15:23 ).
Juan 5:28-29 , finalmente, designa la resurrección final y universal. Las palabras: y ahora es , deben, en ese caso, referirse a la resurrección de los pocos creyentes que aparecieron después de la resurrección de Cristo ( Mateo 27:52-53 ).
Sin duda, Jesús admite una distinción entre la primera resurrección y la resurrección universal ( Lucas 14:14 : a la resurrección de los justos; comp. Rev 20:6); pero la explicación que da Olshausen de las palabras: y ahora es , no está abierta a discusión. Nada en el texto nos autoriza a ver aquà la indicación de una resurrección diferente a la de Juan 5:24 . El siguiente versÃculo explica el secreto del poder que la voz de Cristo desplegará en la hora que está por sonar sobre la tierra.
VersÃculo 26
versión 26 . â Porque como el Padre tiene vida en sà mismo, asà también ha dado al Hijo el tener vida en sà mismo. â
El énfasis está en las palabras repetidas dos veces á¼Î½ á¼Î±Ï Ïá¿· ( en sà mismo ), que terminan las dos cláusulas. El Hijo no sólo tiene una parte en la vida, como la criatura: la posee en sà mismo, y por eso es fuente de ella, como el mismo Padre, por lo que su voz puede dar o restaurar la vida ( Juan 5:25 ; comp.
Juan 1:3-4 ). Pero, por otra parte, esta prerrogativa divina el Hijo no la posee sino como don del Padre. Aquà está la paradoja más audaz que es posible declarar. ¡ Vida en Sà mismo, lo que en teologÃa se llama aseidad , autoexistencia, dada al Hijo! No podemos vislumbrar la solución de esta contradicción, a menos que veamos una contradicción análoga resuelta en nosotros mismos.
Poseemos, como cosa dada , la facultad de determinarnos a nosotros mismos, es decir, de crearnos moralmente a nosotros mismos. Tomamos en cada instante de esta facultad decisiones morales que nos pertenecen peculiarmente, de las cuales somos seriamente responsables ante Dios, y que se transmutan en nuestro carácter permanente. Haciéndonos don de este misterioso privilegio de la libre acción, Dios nos ha colocado en el rango de seres hechos a su imagen.
Lo que es la libertad para el hombre, esto es para el Hijo la facultad divina de vivir en sà mismo. Por este medio, también, la subordinación del Hijo al Padre se convierte en un acto de libertad divina y, en consecuencia, de amor divino. Por el don de la independencia divina al Hijo, el Padre le ha dado todo; por su subordinación perfecta y voluntaria, el Hijo devuelve todo al Padre.
Darlo todo, devolverlo todo, no es este amor perfecto. Dios es amor. Por lo tanto, Dios no solo ama divinamente, sino que también es amado divinamente. El acto expresado por la palabra, á¼Î´Ïκεν ( dio ), es considerado por Tholuck, Luthardt, Weiss , etc., como un hecho que cae dentro de la vida terrenal de Jesús: Jesús posee, aquà en la tierra, vida espiritual que permanece en Ãl, y puede comunicarlo a los hombres.
Pero si este fuera el significado completo de esta palabra, ¿cómo armonizarÃa con Juan 6:57 , donde Jesús declara que en su condición terrenal â Ãl vive sólo por el Padre â, asà como nosotros, los creyentes, vivimos sólo por Ãl. Por lo tanto, debe reconocerse que Ãl está hablando de un don eterno, de una prerrogativa única perteneciente a Su estado divino y que entra en Su filiación esencial.
La resurrección espiritual de la humanidad a través de Ãl, esta es la obra que Ãl quiere explicar en este pasaje; esta obra aún está por venir; implica la restauración de Cristo en su estado divino ( Juan 17:1-2 ; Juan 17:5 ). Esta expresión debe, en consecuencia, aplicarse a Ãl en cuanto elevado, como hombre, a la suprema posición que disfrutaba, como Logos, antes de la encarnación.
Es en medio de esta gloria que Ãl realizará la resurrección descrita en Juan 5:24-25 ( la hora viene ); porque sólo entonces Ãl puede derramar el EspÃritu ( Juan 7:39 ; Juan 17:2 ). Con la resurrección espiritual y el juicio está Ãntimamente ligado, como segundo acto divino, el juicio junto con la resurrección exterior, que es la condición del mismo.
VersÃculo 27
versión 27 . â Y también le ha dado poder para ejecutar juicio, por cuanto es hijo de hombre. â
Jesús habÃa dicho en Juan 5:22 , de manera indefinida, que todo juicio le es encomendado a Ãl. Esta palabra todo juicio incluye, por supuesto, tanto el presente juicio moral interno como el juicio final externo. Es bajo estos dos aspectos, tomados en conjunto, que esta idea se reproduce en Juan 5:27 , que forma asà la transición de la obra de la resurrección espiritual y el juicio ( Juan 5:24-26 ), a la de la resurrección exterior. y juicio ( Juan 5:28-29 ).
Jesús añade a la idea de Juan 5:22 una nueva limitación: que la función de juez le está encomendada en cuanto Hijo del hombre. El segundo καί también , aunque omitido por B, es quizás auténtico. Destaca la relación entre el carácter de juez y el de Hijo del hombre. ¿Qué es esta relación? Ha sido entendida en una gran variedad de formas.
Según Lucke el significado es: Porque Ãl es el MesÃas y juzgar es (según Daniel 7 ) una función Mesiánica. Pero en ese caso no podÃa faltar el artÃculo que precede a las palabras Hijo del hombre . Sin el artÃculo, esta expresión significa simplemente: un hijo del hombre. Keil lo niega y piensa que la ausencia del artÃculo puede explicarse por el hecho de que las palabras son aquà el predicado, designando una cualidad, más que una persona.
Explica por tanto: Porque es mediador entre Dios y el hombre, autor de la salvación y, por consiguiente, juez; porque el juicio forma parte de la salvación. Pero la ausencia del artÃculo no se justifica por esto, y la idea de salvación se introduce aquà arbitrariamente. Beyschlag entiende: Porque Ãl es el hombre perfecto, el hombre ideal, apto para servir como estándar para el valor moral de todos los demás.
Pero el artÃculo no podÃa, más que en el otro caso, faltar a este sentido. El término Hijo del hombre, sin el artÃculo, establece simplemente la cualidad del hombre que Ãl comparte con todos los demás hombres. Lange: Porque, como hijo del hombre, Ãl puede tener compasión de nuestra debilidad. Pero esto serÃa negarle a Dios el sentimiento de compasión, mientras que las Escrituras dicen expresamente: âComo el Padre se compadece..., asà se compadece el Señor... porque conoce nuestra condición â (Sal 102:13). .
Hebreos 2:18 no se puede citar como paralelo, ya que allà se trata de intercesión, no de juicio. De Wette: Porque el Padre, siendo el Dios oculto, no puede juzgar. Reuss , casi lo mismo: âEn el sistema. Dios, en sà mismo, no se pone en contacto con el mundo que ha de juzgar; Ãl se hace hombre para estoâ. Esta razón se aplicarÃa al Dios de Filón, no al Dios de Jesucristo y de San Pablo.
John; este último es un Padre, que está en relación directa con el mundo y la humanidad; Engendra hijos para toda la vida ( Juan 1:13 ); ama al mundo ( Juan 3:16 ); Incluso testifica con milagros exteriores a favor del Hijo; Atrae las almas a Cristo, etc.
Tal Dios también podrÃa, si quisiera, juzgar al mundo. Además, como observa Luthardt , lo opuesto al Dios oculto no serÃa el Hijo del hombre , sino el Dios revelado, el Verbo, el Hijo de Dios , o hablando en términos absolutos, el Hijo. Meyer y Weiss: Porque Jesús es, como hombre, el ejecutor y anunciador de la salvación, de la cual depende la decisión del destino de cada hombre.
Hay la misma razón contra esta explicación que contra la de Keil. La cualidad del hombre se destaca aquà con el propósito de explicar, no la dignidad de Salvador , sino la de juez. Holtzmann: Porque Ãl puede hacer resplandecer ante los ojos de los hombres la revelación de la santidad divina por el hecho de Su apariencia humana. Pero Dios es capaz de manifestar directamente Su santidad a la conciencia humana, como se ve muchas veces en el Antiguo Testamento.
Hengstenberg: para recompensarlo por hacerse hombre. Extraña recompensa! En este bochorno, el Peschito (Syr sch), unos Mjj. (E. M Î.), y Crisóstomo recurren a un expediente desesperado; conectan estas palabras: âporque es hijo...â con el siguiente versÃculo: âPorque es Hijo del hombre, no os maravilléisâ. Pero, ¿qué hay en el contexto que nos lleve a suponer un asombro respecto a este punto? ¿Es entonces tan difÃcil captar el pensamiento de Jesús? El juicio de la humanidad es un homenaje rendido a la santidad de Dios; pero este homenaje, para reparar realmente el ultraje cometido, debe proceder de la raza misma que ha cometido la ofensa.
El juicio, desde este punto de vista, está exactamente en la misma lÃnea que la expiación, de la que sirve como complemento. La expiación es la reparación ofrecida gratuitamente por la humanidad creyente; el juicio es la satisfacción que Dios toma de la humanidad que le ha negado esta reparación. En uno, como en el otro, de estos actos, debe presidir un hombre.
VersÃculos 28-29
â No os maravilléis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán , 29 los que hicieron lo bueno, a una resurrección de vida, los que hicieron lo malo, a una resurrección de juicio â
El Señor alcanza aquà el dominio más exterior, tanto en cuanto a la resurrección ( Juan 5:28 ), como en cuanto al juicio ( Juan 5:29 ). Es imposible, en efecto, no referir Juan 5:28 a la resurrección de los muertos, en el sentido propio.
1. La cuestión es de un evento totalmente futuro; pues Jesús omite aquà a propósito las palabras: καὶ νῦν á¼ÏÏί, y ahora es , de Juan 5:25 .
2. Ãl no dice simplemente, los muertos (como en Juan 5:25 ); Utiliza la expresión: los que están en las tumbas , expresión que, por supuesto, debe tomarse en sentido estricto.
3. No dice más: los que oirán ( Juan 5:25 ), expresión que implica una selección entre dos clases, sino: Todos los que están en los sepulcros oirán; es decir, el número entero de los muertos.
4. Finalmente, no habla, como antes, de un solo resultado: la vida; sino de dos resultados opuestos que tendrá esa resurrección ( Juan 5:29 ). Jesús asciende, por tanto, desde el supremo acto de autoridad (á¼Î¾Î¿Ï Ïία), el juicio, hasta el supremo acto de poder (δÏναμιÏ), la resurrección de la carne; y asà es como razona: â No os maravilléis porque me atribuyo el derecho de juzgar ( Juan 5:27 ), porque he aquà el despliegue de poder divino que un dÃa me será dado hacer: traer a todos la humanidad fuera de la tumba.â
Lucke da otro giro al pensamiento de Jesús: âDejaréis de asombraros de que se me dé el juicio, si recordáis que como Hijo del hombre (como MesÃas), soy yo quien realiza la resurrecciónâ. Jesús, según su punto de vista, toma su punto de partida, como de una cosa bien conocida y reconocida, de un artÃculo de la teologÃa judÃa, según el cual el MesÃas es el que ha de resucitar a la humanidad de entre los muertos.
Pero todavÃa es dudoso que, en tiempos de Jesús, la obra de la resurrección fuera atribuida al MesÃas. Incluso la teologÃa judÃa posterior se muestra muy dividida en este punto. Algunos atribuyen este acto al Dios omnipotente, otros al MesÃas (Eisenmenger, Entdeckt, Judenth. Th. II. pp. 897-899). Esta apelación mecánica a una doctrina judÃa está, además, poco de acuerdo con el carácter siempre original del testimonio de Jesús. Finalmente, el significado dado por Lucke implica una interpretación falsa del término hijo del hombre , Juan 5:27 .
Hay una gran fuerza en las palabras: oirá Su voz. âEsta voz que suena en vuestros oÃdos en este momento, será la que os despertará del sueño de la muerte y os hará salir del sepulcro. No os maravilléis, pues, de que afirmo poseer tanto la autoridad para juzgar como el poder para resucitar espiritualmente de entre los muertos.â AsÃ, la última convulsión del mundo fÃsico, la resurrección universal, será obra de esa misma voluntad humana que habrá renovado el mundo moral, la del Hijo del Hombre.
â Puesto que la muerte vino por un hombre â, dice San Pablo precisamente con el mismo significado, â la resurrección de los muertos viene también por un hombre â ( 1 Corintios 15:21 ). Sin duda, se podrÃa decir a Jesús: Todas estas son solo afirmaciones de tu parte. Pero no debemos olvidar que detrás de estas afirmaciones habÃa un hecho a saber, â Levántate y anda â, seguido inmediatamente por un resultado, que era a la vez el texto de este discurso y su punto de apoyo.
El versÃculo veintinueve concluye todo este desarrollo con la idea del juicio final, del cual la resurrección de la carne es la condición. Para ser juzgados, los muertos deben ser revividos en la plenitud de su conciencia y de su personalidad, lo que implica su restauración a la existencia corporal. No debemos traducir: âAquellos que habrán hecho buenas, malas obrasâ, sino: â las buenas, las malas obrasâ.
En estas dos expresiones se declara, como dice Keil , el resultado total de la vida en bien o en mal. En la primera de estas expresiones se incluyen la sinceridad moral que conduce a la fe ( Juan 3:21 ), el acto mismo de la fe, cuando ha llegado la hora de llamarlo, finalmente, todos los frutos de santificación que resultan de la fe.
Este último comprende la depravación interior natural que aleja de la fe, la incredulidad que voluntariamente se pone del lado del pecado contra la luz ( Juan 3:19-20 ), finalmente, todas las consecuencias inevitables e inmorales de tal elección. Sobre el uso de la palabra Ïοιεá¿Î½ con á¼Î³Î±Î¸Î¬ y ÏÏάÏÏειν con Ïαῦλα, ver com. Juan 3:20 .
La expresión resurrección de vida se explica por el término opuesto: resurrección de juicio. Este último sólo puede significar: resurrección que conduce al juicio; el primero, solamente; la resurrección introduciendo a la plenitud de la vida, y eso sin más necesidad de un juicio para decidir este resultado favorable. Luthardt y Weiss toman el genitivo ζÏá¿Ï, de vida , como palabra limitante de causa o cualidad: una resurrección que resulta de la vida (espiritual) ya poseÃda ( Juan 5:24-25 ), o que es propia de esa vida.
Pero hay grados en el desarrollo de la vida, y si esta resurrección, por un lado, presupone la vida, también puede, por otro lado, tener la vida como resultado. Aquà también debemos evitar traducir κÏίÏιÏ, con Osterwald, Arnaud , etc., por condenación.
Reuss sostiene que en este pasaje se declara que la resurrección espiritual es "más grande y más importante que la resurrección fÃsica" (ver com. Juan 5:20 ); y en su intento de hacer concordar esta idea con el: â No os maravilléis â, de Juan 5:28 , que implica lo contrario, el siguiente es el sentido que da a estas palabras: âNo os maravilléis de que os hablo, como acabo de hacer, de una resurrección moral que debe preceder a la resurrección fÃsica.
Porque sois vosotros mismos que el MesÃas ha de cumplir esto último; y esto es a tus ojos lo más asombroso. Pero estas palabras a tus ojos son una importación del comentarista, destinadas a justificar su sistema, según el cual ha podido escribir respecto del cuarto Evangelio ese verso, en manifiesta contradicción con la realidad ( Juan 5:28-29 ): âLa idea de un juicio futuro y universal es repudiada como algo superfluoâ (II.
, pags. 559). Scholten , sintiendo la impotencia de todo recurso exegético para alcanzar el fin que se persigue, el de hacer desaparecer de nuestro Evangelio todo rastro de la escatologÃa ordinaria, declara inauténtico Juan 5:28-29 , versÃculos que, sin embargo, no lo son. queriendo en cualquier documento. Razona asÃ: la actividad de Jesús se extiende, según el pseudo-Juan, sólo a los hombres que están en esta vida .
.., Juan 5:28-29 , debe ser interpolado.â ¡Método conveniente! Cuando no encuentran el Evangelio tal como lo desean , ¡lo hacen tal! Hilgenfeld ( Einl. , p. 729), no duda en afirmar que nuestro pasaje excluye toda la escatologÃa judeocristiana, la venida exterior de Jesús, una primera resurrección, etc.
Pero aunque nuestro pasaje no contiene todos los elementos del cuadro, no excluye absolutamente ninguno de ellos. Mucho más, la venida gloriosa del MesÃas está implÃcita en Juan 5:28 , y todo el drama escatológico, que la ParusÃa ha de inaugurar, está resumido en Juan 5:29 , en lo que se refiere al resultado final , que es el único es de importancia aquÃ, la resurrección y el juicio como obras de Jesús.
Después de este pasaje ( Juan 5:19-29 ), el desarrollo de la idea de Juan 5:17 : âMi Padre hasta ahora trabaja y yo también trabajoâ, se despliega por completo y Jesús vuelve al punto de partida.
VersÃculo 30
versión 30 . â No puedo hacer nada por mà mismo; como oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. â
¿Se puede conectar Juan 5:30 Juan 5:29 ? Pero el tiempo presente : yo juzgo ( Juan 5:30 ) no conviene a la idea del juicio futuro ( Juan 5:29 ); y la primera cláusula: No puedo hacer nada por mà mismo , imprime de inmediato en el pensamiento de Juan 5:30 un alcance mucho más general.
Evidentemente volvemos a la idea de Juan 5:19 , que sirvió de punto de partida al desarrollo anterior: la infalibilidad de la obra del Hijo encontrando su garantÃa en su total dependencia de la del Padre. Como bien dice Reuss : âEl último verso reproduce la sustancia del primero; y asà el discurso se completa incluso exteriormente.
Después de haberse atribuido a sà mismo las operaciones más maravillosas, Jesús parece sentir la necesidad de hundirse de nuevo, en relación con el Padre, en una especie de nada. El que realiza sucesivamente las obras más grandes, es impotente para realizar por sà mismo el acto más humilde.
El pronombre á¼Î³Ï ( yo ), se aplica positivamente a aquella personalidad visible y definida que tienen ante los ojos las cosas inauditas que acaba de afirmar, de manera más abstracta, del Hijo. Esta es la primera diferencia entre Juan 5:30 y Juan 5:19 ; el siguiente es el segundo: Para describir la subordinación total de su obra a la del Padre, Jesús se valió de figuras tomadas del sentido de la vista: el Padre muestra , el Hijo ve.
Aquà toma prestadas sus figuras del sentido del oÃdo: el Hijo oye , evidentemente de los labios de su Padre, las sentencias que ha de pronunciar, y sólo asà juzga. Además, de las dos obras divinas que Ãl realiza, resucitar de entre los muertos y juzgar , fue especialmente la primera la que Jesús tenÃa en vista en Juan 5:19 , en relación con el milagro obrado en el hombre inválido; Aquà destaca el segundo, en relación con el acto supremo indicado en Juan 5:29 .
Las sentencias de las que habla son los actos de absolución o de condenación, que Ãl cumple aquà en la tierra, diciendo a uno: â Tus pecados te son perdonados â, al otro: â Tus obras son malas. âAntes de declararse asÃ, Jesús medita en Sà mismo; Ãl escucha la voz del Padre, y sólo abre Su boca después de haber oÃdo. Es sobre esta docilidad perfecta que Ãl descansa la infalibilidad de Sus juicios, y no sobre una omnisciencia incompatible con Su humanidad: â Y eso es, y asà mi juicio es justo.
Pero hay una condición necesaria para escuchar y oÃr de esta manera; es no tener voluntad propia; de ahà el á½ Ïι ( porque ), que sigue. Sin duda, Jesús mismo también tiene una voluntad natural distinta de la de Dios; Su oración en Getsemanà lo prueba claramente: â No se haga mi voluntad, sino la tuya. â
Pero, en un ser enteramente consagrado a Dios, como lo fue Jesús, esta voluntad natural ( mi voluntad), existe sólo para estar incesantemente sometida o sacrificada a la voluntad del Padre: â No busco mi voluntad, sino la voluntad de Aquel que la ha Me envió." Desde el punto de vista ontológico, los monotelitas, por lo tanto, bien merecÃan ser condenados; porque al negar a Jesús una voluntad distinta de la de Dios, suprimieron la naturaleza humana en él.
Y, sin embargo, moralmente hablando, tenÃan razón. Porque toda voluntad propia en Jesús era una voluntad continuamente y libremente sacrificada. Es en esta sumisión incesante que descansa la santidad absoluta de Su vida, y de esta santidad es que resulta la infalibilidad de Su conocimiento y Sus palabras. Ãl mismo declara esto aquÃ. El Ïοῦ ÏÎμÏανÏÏÏ Î¼Îµ del que me envió , no es una mera paráfrasis del nombre de Dios. Es argumentativa: el enviado hace el trabajo del remitente.
¡ Qué existencia es aquella de la cual este pasaje, Juan 5:19-30 , nos traza el tipo! Semejante relación con Dios debe haber sido vivida, para ser asà calificada: actuar sólo después de haber visto, hablar sólo después de haber oÃdo, ¡qué cuadro de conciencia filial, de enseñanza filial, de actividad filial! ¡Y todo esto apegado a una mera curación, realizada por iniciativa del Padre! ¿No vemos claramente que la idea esencial de Juan 5:17¿Es la de la relación de dependencia de la obra del Hijo con respecto a la del Padre, y en modo alguno la del sábado, de la que no se hace la menor mención en todo este desarrollo? Al mismo tiempo, este pasaje nos da, por asà decirlo, acceso incluso al laboratorio interior del pensamiento de nuestro Señor y nos permite estudiar la manera en que se produjo su palabra.
El milagro realizado y las acusaciones que suscita despiertan su reflejo. Ãl se recoge a Sà mismo, y la profunda relación de Su obra con la de Su Padre se formula en Su conciencia en la forma de esa tesis simple, resumida, como un oráculo de Juan 5:17 . Este es el tema que desarrolla después. En el primer momento ( Juan 5:19-20 ), permanece en las más altas generalidades de la relación paterna y filial.
Entonces están precisamente formuladas en su pensamiento las dos obras esenciales que resultan de esta relación: dar vida, juzgar ( Juan 5:21-23 ); finalmente, esas dos obras mismas se presentan a Su mente en forma cada vez más concreta, en su progresiva realización histórica; primero en el dominio moral ( Juan 5:24-27 ), luego en el de las realidades externas ( Juan 5:28-29 ).
¿Dónde en este pasaje incomparable está lo que se llama metafÃsica religiosa? Desde la primera palabra hasta la última, todo respira ese sentimiento de abnegación filial que es el corazón del corazón de Jesús.
VersÃculos 31-32
â Si doy testimonio de mà mismo, mi testimonio no es verdadero. 32. Hay otro que da testimonio de mÃ; y sé que el testimonio que da de mà es verdadero. â
Quizá Juan 5:31 sea la respuesta a una objeción que en realidad se le hizo a Jesús, en consecuencia de las palabras precedentes. Interrupciones similares abundan en las narraciones mucho más circunstanciales de los capÃtulos siguientes. Sin duda, el testimonio que una persona da en su propio nombre puede ser perfectamente cierto. Pero en la esfera de los hombres pecadores, tal testimonio es siempre sospechoso de parcialidad o falsedad.
Jesús habla aquà desde el punto de vista de sus oyentes, quienes lo consideran como un hombre ordinario. En el dicho de Juan 8:14 , por el contrario, retoma su posición normal y reivindicará claramente la autoridad excepcional que le confiere su perfecta santidad.
El á¼Î³Ï, yo , podrÃa significar aquÃ: âYo solo (aparte de cualquier otro testigo)â. Es mejor entenderlo: âYo mismo, dando testimonio de mi propia personaâ. Todo lo que sigue prueba que este otro , cuyo testimonio Jesús está a punto de alegar, es Dios, y no Juan el Bautista, como pensaba de Wette . Juan 5:33-35 pretenden precisamente dejar de lado la aplicación de este dicho al precursor.
En la segunda cláusula de Juan 5:32 , esta palabra: Yo sé: significa: âLlevo en mà la conciencia interior de aquella relación filial de la que mi Padre da testimonioâ. Quiere decir que para sà mismo no tiene necesidad de ningún testimonio. La lectura οἴδαÏε, sabes , probablemente surge de la falsa aplicación de estas palabras al testimonio de Juan el Bautista.
Las expresiones ÏεÏá½¶ á¼Î¼Î¿á¿¦, ÏεÏá½¶ á¼Î¼Î±Ï Ïοῦ, acerca de mÃ, acerca de mà , repetidas tres veces ( Juan 5:31-32 ) no significan: a mi favor, para mà ( Rilliet ), sino simplemente: respetándome. Antes de decir quién es este otro , cuyo testimonio sirve para apoyar el suyo, Jesús elimina la suposición de que es al testimonio del precursor al que quiere apelar.
VersÃculos 31-40
II. El testimonio del Padre, en apoyo de lo que el Hijo se da a sà mismo: Juan 5:31-40 .
Jesús acababa de atribuirse a sà mismo obras maravillosas. Tales declaraciones podrÃan provocar una objeción entre sus oyentes: âTodo lo que tú afirmas de ti mismo no tiene otra garantÃa que tu propia palabraâ. Jesús reconoce que su testimonio tiene necesidad de una sanción divina ( Juan 5:31-35 ); y lo presenta a sus adversarios en un doble testimonio del Padre: 1.
la de sus milagros ( Juan 5:36 ); 2. Y lo que se encuentra desde antiguo en las Escrituras ( Juan 5:37-40 ).
NOTAS ADICIONALES DEL EDITOR AMERICANO.
XXIX.
vv. 31-40.
1. Jesús abre la presentación del testimonio sobre el cual Ãl basa Sus afirmaciones con las palabras de Juan 5:31 . Estas palabras deben interpretarse en conexión con Juan 8:14 y, por lo tanto, deben entenderse como que transmiten la idea de que, si el único testimonio que tiene para ofrecer es el suyo propio, se contenta con ser juzgado por la regla ordinaria.
Tal, sin embargo, no es el hecho. Está respaldado por el testimonio de otro, y ese otro incluso Dios mismo. Siendo asà capaz de apelar a este más alto de todos los testimonios, Ãl también puede decir ( Juan 8:14 ) que, aunque en un caso dado Ãl realmente da testimonio de Sà mismo, el testimonio es, sin embargo, verdadero.
2. Que el á¼Î»Î»Î¿Ï de Juan 5:32 es Dios, y no Juan el Bautista, está indicado por la referencia al testimonio en Juan 5:36 , que claramente remite a este versÃculo, y por el evidente carácter entre paréntesis y subordinado de la referencia a Juan. Esta referencia a Juan, sin embargo, es bastante significativa, especialmente en relación con la prominencia dada al testimonio de Juan en toda la parte anterior de este Evangelio.
El testimonio de Juan habrÃa conducido a estos judÃos a la verdad, si ellos mismos se hubieran dejado influenciar por él. Era un testimonio divinamente señalado preparatorio y fundamental. Pero no fue eso sobre lo que descansa Jesús y lo que prueba la verdad. Este último es el testimonio que procede únicamente de Dios.
3. El testimonio que viene del Padre se declara manifiestamente, en primer lugar, como el de las obras milagrosas. Si se hace referencia a otras dos formas de testimonio, o sólo a una, es algo difÃcil de determinar. Lo que se da en las Escrituras del Antiguo Testamento se establece claramente; y esto puede ser, no improbablemente, todo lo que pretenden las palabras de Juan 5:37-40 .
Puede ser, sin embargo, que en Juan 5:37 haya una referencia a algo más que, al parecer, puede ser sólo la voz de Dios en el alma. Esto último se ve favorecido por el hecho de que la mención directa de las Escrituras no ocurre hasta Juan 5:39 , e incluso una alusión indirecta a ellas no aparece hasta Juan 5:38 .
Las palabras: âNunca habéis oÃdo su voz, ni habéis visto su formaâ, puede considerarse que apuntan en la misma dirección. Por otro lado, si esta referencia a la voz divina en el alma humana hubiera sido intencionada, parecerÃa natural que se hubiera destacado con mayor plenitud y claridad. En general, se puede considerar que la referencia al testimonio en las Escrituras cubre todo lo que se dice en Juan 5:37 ss.
, y las palabras de Juan 5:37 pueden ser tomadas en un sentido semi-figurativo, como implicando que ellos realmente no habÃan reconocido a Dios en Su verdadera enseñanza y el señalar de Su revelación hacia el MesÃas y el reino Mesiánico, cuando leyeron y escudriñó los escritos del Antiguo Testamento.
4. El verbo á¼ÏÎµÏ Î½á¾¶Ïε es, con toda probabilidad, un indicativo. El desarrollo del pensamiento no sugiere una demanda o exhortación, sino una declaración de su fracaso, por falta de voluntad, para apreciar el testimonio del libro que ellos mismos estaban siempre investigando y cuyo estudio exigÃan.
5. Los dos testimonios que aquà se presentan, las obras y las Escrituras, dan testimonio, el primero como, en sentido estricto, un Ïημεá¿Î¿Î½ que dio a conocer el poder de Dios que poseÃa Jesús; el segundo, como mostrando que todas las indicaciones del Antiguo Testamento miraban hacia tal persona, enseñanza y obra como ahora veÃan ante ellos. Para anunciar la venida de esta era mesiánica y del MesÃas mismo, Juan el Bautista se les habÃa aparecido y les habÃa dado su testimonio.
HabÃa despertado su atención e interesado sus mentes por el momento. AsÃ, por asà decirlo, les habÃa abierto la puerta para que apreciaran el nuevo testimonio presentado en las obras y comprendieran plenamente el antiguo testimonio contenido en las Escrituras. Que no cedieron a la fuerza del testimonio, ya sea antiguo o nuevo, era una prueba indiscutible de que no tenÃan la palabra de Dios morando en ellos que realmente nunca lo habÃan visto o conocido en Sus revelaciones que su voluntad era no recibir el testimonio que se dio.
VersÃculos 33-35
â Habéis enviado a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. 34. Pero el testimonio que recibo, no es de hombre; y lo que os digo aquÃ, es para que seáis salvos. 35. Ãl era la lámpara que arde y brilla; y estuvisteis dispuestos a regocijaros por un tiempo en su luz. â
El testimonio de Juan Bautista habÃa hecho tanto ruido que Jesús podÃa suponer que, en el momento en que decÃa: âTengo otro testigoâ, todos pensarÃan en ese personaje. Jesús rechaza esta suposición, pero lo hace al tiempo que llama la atención sobre el hecho de que, desde el punto de vista de sus oyentes, el testimonio de Juan ciertamente debe considerarse válido; porque eran ellos mismos quienes lo habÃan convocado (en alusión a la diputación, Juan 1:19 ss.
). La palabra vosotros , á½Î¼Îµá¿Ï, al comienzo del versÃculo, sitúa a los oyentes en contraste con Jesús, que no pide testimonios humanos y se contenta con poder alegar el del Padre. El perfecto μεμαÏÏÏÏηκε, ha dado testimonio , declara que el testimonio de Juan conserva su valor a pesar de la desaparición del testigo ( Juan 5:35 : él era , etc.
). Sobre esta verdad de la que Juan dio testimonio, comp. Juan 1:20 ; Juan 1:27 ; Juan 1:29 . El á¼Î³á½¼ δÎ, pero yo , de Juan 5:34 forma una antÃtesis del tú de Juan 5:33 .
Este testimonio humano que exigÃan, no es aquel por el cual Jesús apoya la verdad de los suyos, aunque le era favorable. Pero, ¿considera Jesús el testimonio de Juan el Bautista como puramente humano? Algunos intérpretes escapan a la dificultad traduciendo Î¿á½ Î»Î±Î¼Î²Î¬Î½Ï en el sentido: âNo buscoâ o âNo soy ambicioso deâ. Esto es forzar el significado de la expresión, que simplemente significa: no hago uso de ella.
Basta con tener en cuenta el artÃculo Ïήν antes de la palabra testimonio; â el testimonioâ, significa aquÃ: âaquello de lo que tengo necesidad, el único que alegarÃa como confirmación del mÃoâ. El testimonio de Juan fue diseñado para dirigir sus ojos a la luz; pero, una vez que apareció la luz, dio lugar al testimonio directo de Dios mismo. Ese testimonio fue, en efecto, fruto de una revelación; pero, como dice Keil , esta inspiración, al pasar por labios humanos, podrÃa ser cuestionada.
Sin embargo, Jesús recuerda, de paso, este testimonio de Juan. Es el cuidado que Ãl tiene por sus almas, lo que no le permite pasarlo en silencio: âSi lo recuerdo, es para que ustedes (á½Î¼Îµá¿Ï) puedan aprovecharlo para la salvación. Es, entonces, para ti, no para mÃ.
El versÃculo 35 expresa el carácter transitorio de la aparición de Juan el Bautista. Juan no era la luz , el sol ( Juan 1:8 ); pero él era la antorcha , encendida por Dios para dar luz antes de que llegara el dÃa. El artÃculo anterior a la palabra antorcha se ha explicado de muchas maneras. Bengel encuentra aquà una alusión a Sir 48:1: â la palabra (de ElÃas) resplandeció como una antorcha.
Luthardt cree que se compara a Juan con el conocido portador de la antorcha, que normalmente precedÃa al novio en las fiestas de bodas. Meyer, Weiss, Keil , comprendan: la verdadera antorcha que está diseñada para mostrar el camino. Tal vez haya una alusión a esa única luz que se encendÃa de noche para iluminar la casa ( Marco 4:21 ).
PodrÃamos ver en los dos epÃtetos: el que arde y el que brilla , sólo esta idea: el que se consume en el resplandor. Pero es más sencillo encontrar aquà las dos condiciones de utilidad de la luz: estar iluminada y no taparse (Weiss). El imperfecto ἦν, era , prueba que, en el momento en que Jesús hablaba, la luz ya estaba cubierta. Porque evidentemente hay una alusión en este tiempo pasado al encarcelamiento de Juan el Bautista.
La segunda parte del verso: Estabais dispuestos ...., continúa la figura. Jesús compara a los judÃos con niños que, en lugar de aprovechar los momentos preciosos en los que brilla la luz, no hacen más que retozar en su resplandor. Regocijarse se contrasta con ser salvo , Juan 5:34 . Imposible caracterizar mejor la vana y pueril curiosidad con que la gente se encaprichaba ante una apariencia tan extraordinaria.
compensación Lucas 7:24 : â ¿Qué salisteis a ver al desierto? Weiss piensa que Jesús quiso indicar las esperanzas que al principio se habÃan despertado en los gobernantes por esta aparición . ¿Puede esto estar de acuerdo con Lucas 7:30 ? ᾿ÎθελήÏαÏε : os complacéis con ...
VersÃculo 36
versión 36 . â Pero yo tengo el testimonio que es mayor que [el de] Juan: porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, estas mismas obras que hago, dan testimonio de mÃ, que el Padre me ha enviado. â
El pasaje relativo a Juan el Bautista fue sólo una observación hecha de pasada, un argumento ad hominem; Jesús desarrolla ahora el hecho anunciado al principio, Juan 5:32 : el testimonio del Padre. El á¼Î³Ï, yo , es como el de Juan 5:34 , la antÃtesis del tú , Juan 5:33 ; completa lo anterior añadiendo la afirmación a la negación. Para el artÃculo el , ver en Juan 5:34 : el testigo absoluto, el único al que quiero apelar aquÃ.
La ausencia del artÃculo antes de Î¼ÎµÎ¯Î¶Ï se explica asÃ: â el testimonio verdadero, que es un testimonio mayor queâ. En el genitivo Ïοῦ᾿ÎÏÎ¬Î½Î½Î¿Ï , de John , se encuentra ordinariamente la forma abreviada de comparación: âmayor que el de Johnâ. Que no se explique más literalmente: âmayor que Juan â, es decir, que Juan testifica a mi favor: Juan se identifica con su testimonio.
Meyer, Weiss, Keil, Reuss , etc., entienden por á¼Ïγα, las obras de las que habla Jesús, toda Su actividad en general, y no sólo Sus milagros. Weiss alega para este significado todo el pasaje Juan 5:20-27 sobre la resurrección espiritual de la humanidad. Pero las obras espirituales de Jesús no están bajo la percepción de los sentidos; para creerlos, deben haber sido experimentados; no son, por lo tanto, un testimonio para el incrédulo. Además, en el momento en que Jesús estaba hablando, todavÃa estaban por venir.
Finalmente, no debemos olvidar el punto de partida de todo este discurso, que es un milagro propiamente dicho. Jesús alude ciertamente a la curación del paralÃtico ya todas las obras semejantes que Ãl realiza cada dÃa. Meyer concede esta explicación en los pasajes Juan 7:3 ; Juan 7:21 y en otros lugares; pero el contexto lo exige tanto aquà como allá.
Los milagros son designados, por un lado, como dones del Padre a Jesús; por el otro, como obras del mismo Jesús. Y es, en efecto, por este doble derecho, que son testimonio de Dios. Si el Hijo las hizo por Su propia fuerza, no serÃan una declaración de Dios en Su nombre; y si Dios las realizara directamente, sin pasar por el Hijo como órgano, éste no podrÃa derivar de ellas una legitimación personal.
Podemos dudar entre las lecturas á¼Î´Ïκε y δÎδÏκε, ambas compatibles con las siguientes ἵνα ÏελειÏÏÏ. El objeto de este verbo ha dado es: las obras; Dios hace un regalo a Jesús de sus milagros. Entonces este objeto se desarrolla con estas palabras: (literalmente) para que pueda lograrlas. Porque estos milagros no le son dados en forma de obras hechas , sino de obras por hacer.
Esto se destaca con fuerza por la repetición del sujeto en las palabras: estas mismas obras que yo (á¼Î³Ï) hago. La expresión dar en orden que incluye tanto permiso como poder. Como de este doble carácter del milagro, don de Dios y obra de Jesús, resulta el testimonio, es necesario mantener en el texto la palabra á¼Î³Ï, yo , antes de Ïοιῶ, que es rechazada por algunos alejandrinos. autoridades, y que bien expresa la segunda de estas dos caracterÃsticas.
Pero este testimonio de los milagros es todavÃa indirecto, en comparación con otro que es totalmente personal ( Juan 5:37 ):
VersÃculo 37
versión 37 . â Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mÃ. Nunca habéis oÃdo su voz, ni habéis visto su forma. â
Es claro, digan lo que digan Olshausen, Baur y otros, que Jesús habla aquà de un nuevo testimonio del Padre: si no, ¿por qué habrÃa de sustituir el presente da testimonio ( Juan 5:36 ), lo cual se aplica a los milagros que Jesús en la actualidad realiza, el perfecto ha dado testimonio , lo que solo puede denotar un testimonio dado y completado.
El pronombre αá½ÏÏÏ, Ãl mismo , enfatizado como está, establece con fuerza el carácter personal de este nuevo testimonio: Dios mismo ha hablado. Esta es la razón por la cual la lectura αá½ÏÏÏ me parece preferible a la á¼ÎºÎµá¿Î½Î¿Ï, él , de las autoridades alejandrinas. ¿Qué es este testimonio personal? De Wette y Tholuck , entienden por ella la voz interior por la que Dios testifica en el corazón del hombre a favor del Evangelio, â la atracción del Padre al Hijo.
Pero es imposible desde este punto de vista explicar lo perfecto que ha dado testimonio , y muy difÃcil dar cuenta de las siguientes expresiones, Su voz, Su forma , que tan evidentemente se refieren a una manifestación personal. Crisóstomo, Grocio, Bengel (yo mismo, en las ediciones anteriores), refieren esta expresión al testimonio de Dios en el bautismo de Jesús, lo que responde muy bien a esta condición.
Pero con razón se objeta por el οá½... ÏÏÏοÏε, nunca , en las siguientes palabras: y serÃa volver al testimonio de Juan el Bautista, que Jesús habÃa desechado, por cuanto no se habÃa oÃdo la voz de Dios. excepto por el precursor y todo descansaba, por lo tanto, sobre su testimonio. En consecuencia, debemos tomar nuestra posición más bien con la explicación de Cyril, Calvin, Lucke, Meyer, Luthardt, Weiss, Keil , quienes refieren Juan 5:37 al testimonio de Dios en el Antiguo Testamento , el libro en el que Ãl se manifiesta. y Ãl mismo habla.
Juan 5:38-39 confirma este punto de vista. Pero, ¿cómo, desde este punto de vista, podemos explicar la siguiente cláusula? Aquà se ha encontrado un reproche ( Meyer, Luthardt, Keil ); âEres miserablemente sordo y ciego, es decir, incapaz de aprehender este testimonio; nunca habéis recibido interiormente la palabra divina.â Este sentido se adapta al contexto.
Pero la expresión: â No has visto su rostro â serÃa extraña para designar la insensibilidad moral a las Sagradas Escrituras. Otros ven más bien en estas palabras una concesión hecha a los oyentes: por ejemplo, Tholuck: âTú, sin duda, no has oÃdo... ni visto..., porque eso es imposible; no es esto lo que os reprocho ( Juan 5:37 ); pero debéis al menos haber recibido el testimonio que Dios da en las Escriturasâ ( Juan 5:38 ).
Si este fuera el pensamiento, sin embargo, no podrÃa faltar una partÃcula adversativa al comienzo de Juan 5:38 . Pero la expresión: y no tenéis en vosotros , por el contrario, continúa el movimiento de la cláusula precedente. Las expresiones oÃr la voz, ver la forma de Dios , denotan un conocimiento personal inmediato de Dios ( Juan 1:18 ).
Jesús usa el primero en Juan 6:46 , para caracterizar el conocimiento de Dios que Ãl mismo tiene, en contraste con todo conocimiento puramente humano: â No que alguno haya visto al Padre, sino el que es del Padre; ha visto al Padre. Esta declaración debe servir como patrón para la explicación de la que tenemos ante nosotros.
Diremos con Weiss: No hay aquà ni un reproche ni una concesión; es la simple autenticación de un hecho, a saber, la impotencia natural del hombre para elevarse al conocimiento intuitivo de Dios. El pensamiento de Jesús es, por tanto: âEste testimonio personal de Dios ( Juan 5:37 a) no os ha llegado, en primer lugar porque ninguna revelación divina o aparición os ha sido dada personalmente a vosotros, como a los profetas y hombres de Dios en el Antiguo Testamento ( Juan 5:37 ); y luego porque la palabra a la cual aquellos hombres de Dios encomendaron sus comunicaciones inmediatas con Dios, no se ha hecho viva y permanente en vosotros ( Juan 5:38 ).
En consecuencia, el testimonio personal de Dios, el que Jesús quiere decir aquÃ, no existe para ellos. Dios nunca les ha hablado directamente, y el único libro, en el que podrÃan haber oÃdo su testimonio, ha quedado para ellos, por su propia culpa, como un libro cerrado. Bien podemos entender por qué en Juan 5:37 Jesús emplea el término ÏÏνή, la voz personal , el sÃmbolo de la revelación inmediata, mientras que en Juan 5:38 hace uso de la palabra λÏγοÏ, palabra , el término en uso para denotar la revelación . entregado al pueblo.
La conexión directa de Juan 5:37 con Juan 5:38 por καί, y , no presenta mayor dificultad desde este punto de vista.
VersÃculos 38-40
â Y no tenéis su palabra permaneciendo en vosotros, porque no creéis al que él ha enviado. 39. Escudriñáis las Escrituras, porque os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y éstos son los que dan testimonio de mÃ. 40. Y no queréis venir a mà para que tengáis vida. â
La palabra escrita podrÃa haber suplido el lugar de la revelación personal; lo han tenido en sus manos y en sus labios, pero no en el corazón. Han estudiado la letra, pero no se han apropiado de los contenidos, del pensamiento, del espÃritu. Por lo tanto, no se ha convertido en una luz encendida dentro de ellos para guiarlos, un poder para dominarlos. Jesús da una prueba de este hecho interior es su incredulidad hacia Ãl, el mensajero divino.
Sin duda, aquà no hay argumento ; porque la realidad de su misión divina era precisamente el punto en cuestión. Es un juicio que pronuncia Jesús, y que tiene su punto de apoyo, como todo el discurso, en el milagro que Ãl habÃa obrado.
El versÃculo 39 puede ser considerado como una concesión: Sin duda estudias las Escrituras con cuidado. Pero más bien debemos ver aquà la indicación de un hecho que Jesús está a punto de contrastar con otro. âEscudriñais las Escrituras con tanto cuidado; escrutáis lo exterior de ellos con la más escrupulosa exactitud, esperando hacer brotar de este minucioso estudio la vida eterna; y al mismo tiempo rechazas obstinadamente a aquel de quien dan testimonio!â Tomamos el verbo á¼ÏÎµÏ Î½á¾¶Ïε, por lo tanto, como indicativo: buscas; al igual que Cyril, Erasmus, Bengel, Lucke, Westcott y ahora también Luthardt.
Un gran número de comentaristas y traductores ( Crisóstomo, AgustÃn, Lutero, Calvino, Stier, Hofmann, Keil, Ostervald ,) hacen de este verbo un imperativo: Buscar. Jesús los exhortarÃa a un estudio profundo de las Escrituras. Pero, en ese caso, no debió decir, âporque crees que tienes en ellosâ¦â, sino âporque tendrás en ellosâ; o al menos âporque vosotros mismos creéis tener en ellos.
Y luego deberÃa haber continuado, para dar fundamento a la exhortación, diciendo: â Porque estos son . El verbo á¼ÏÎµÏ Î½á¾¶Î½, buscar , es muy adecuado para caracterizar el estudio rabÃnico de las Escrituras, la disección de la carta. ᾿Îκεá¿Î½Î±Î¹, ellos , siempre con el sentido enfático y exclusivo que tiene este pronombre en Juan: y son precisamente ellos.
La cópula καί, y , en Juan 5:40 , expone, como tantas veces en Juan, la contradicción moral entre las dos cosas que la incredulidad logra hacer avanzar juntas: estudiar las Escrituras que testifican de Cristo, y , en al mismo tiempo, ¡no venir a Cristo! ¡Buscan la vida y rechazan a Aquel que la trae! Las palabras: no queréis , marcan el lado voluntario de la incredulidad, la antipatÃa moral que es la verdadera causa de ella.
Encontramos de nuevo en este pasaje el tono doloroso de aquella frase conservada en los Sinópticos: â Jerusalén, Jerusalén, ¡cuántas veces quise... y vosotros no! Este pasaje muestra claramente cómo Jesús se reconoció a sà mismo en el Antiguo Testamento. Contempló allà tan plenamente su propia figura, que le pareció imposible haber estudiado sinceramente ese libro y no acudir a él inmediatamente.
Pero ¿de dónde surge , entonces, la no voluntad señalada en Juan 5:40 , y cuál será su resultado? Estas son las dos preguntas a las que Jesús responde en las palabras que cierran el discurso, y que son, por asà decirlo, la aplicación práctica del mismo.
VersÃculos 41-44
â Yo no recibo mi gloria de los hombres. 42. Pero yo os conozco, [y sé] que no tenéis el amor de Dios en vosotros mismos. 43. He venido en nombre de mi Padre, y no me recibÃs; si otro viniere en su propio nombre, a éste recibiréis. 44. ¿Cómo podéis creer, vosotros que recibÃs vuestra gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene de Dios solamente? â
Por un lado, un MesÃas que no se preocupa por la buena opinión de los hombres y el homenaje de la multitud, y por otro, hombres que ponen su bien supremo en la consideración pública, en una reputación intachable de ortodoxia, en un alto renombre por La erudición bÃblica y la fidelidad a las observancias legales (comp. la descripción de los fariseos, Mateo 6:1-18 ; Mateo 23:1-12 ): ¿cómo esta oposición de tendencia no podrÃa poner un obstáculo en el camino del nacimiento de fe en estos últimos? Weiss piensa que, si este fuera el sentido de Juan 5:41 , serÃa necesario un á¼Î³Ï, yo , en contraste contigo ( Juan 5:42 ).
De la misma manera con Westcott , él entiende de esta manera: No penséis que hablo asà âpara glorificarme ante vuestros ojosâ ( Weiss ); o: âcomo resultado del despecho que me causan mis esperanzas frustradasâ ( Westcott ). Pero el á¼Î³Ï serÃa necesario solo si el caso de Jesús se colocara en segundo lugar. Si Jesús hubiera querido responder a tal suposición de parte de sus adversarios, sin duda hubiera dicho: μὴ δοκεá¿Ïε, â no penséis que yo busco.
....â El perfecto á¼Î³Î½Ïκα significa: âTe he estudiado y te conozcoâ. Jesús habÃa penetrado en la profundidad de la vanidad que estos finos exteriores tan admirados entre los gobernantes cubrÃan. El amor de Dios denota la aspiración interior hacia Dios que puede encontrarse en el judÃo e incluso en el gentil sincero. Romanos 2:7 : âLos que buscan honra, gloria e inmortalidad.
(Comp. Juan 5:44 ). Esta aspiración divina es la que lleva a la fe, como la ausencia de ella a la incredulidad. Jesús enuncia precisamente aquà el pensamiento que se expresa de manera indefinida en Juan 3:19-21 . En vosotros mismos: no sólo en los labios, sino en el corazón.
NOTAS ADICIONALES DEL EDITOR AMERICANO.
XXX.
vv. 41-44. La razón por la que no aceptaron la evidencia que se les presentó se establece, en estos versÃculos, en dos formas. La primera y fundamental razón es la ausencia del verdadero amor de Dios en sus corazones. La segunda razón, en la que se desarrolló la primera en su manifestación especial, es la falta de voluntad para aceptar a un MesÃas que no vino en la lÃnea de la gloria terrenal. Las visiones de un reino temporal, tal como las sostenÃan, estaban conectadas con el deseo egoÃsta de exaltación.
Estaban listos para recibir a alguien que vino a ellos sin más testimonio que el suyo propio, y en su propio nombre, si tan solo cumpliera con estos puntos de vista terrenales. Pero no quisieron escuchar el testimonio divino, ya sea en las sagradas escrituras, o en las obras maravillosas, o en las palabras del precursor, porque aquel a quien se dio todo este testimonio apareció entre ellos simplemente como el mensajero de Dios para decir la verdad divina, y dando a conocer la verdadera vida eterna, para llevar a todos los que le oyeron a la justicia personal y a la posesión del reino de los cielos dentro de sà mismos mediante la fe en el Hijo de Dios.
VersÃculos 41-47
tercero La condenación de la incredulidad judÃa: Juan 5:41-47 .
En Juan 5:41-44 , Jesús despliega la causa de la antipatÃa moral que los aleja de Ãl; en Juan 5:45-47 , las terribles consecuencias de esta negativa a creer.
VersÃculo 43
versión 43 . El resultado de este contraste entre Su tendencia moral y la de ellos. Mientras lo rechazan a Ãl, el MesÃas, cuya entera apariencia lleva el sello de la dependencia de Dios, recibirán con avidez a todo falso MesÃas que actuará desde su propia sabidurÃa y su propia fuerza, glorificando al hombre en su persona. Todo glorioso con la gloria de este mundo será el acogido por estos amantes de la gloria humana.
En el nombre de Dios: viniendo por Su autoridad y como Su delegado. En su propio nombre: representándose solo a sà mismo, su propio genio y poder. á¿Îλθá¿, viene , en su relación con á¼Î»Î®Î»Ï θα, he venido , solo puede denotar una apariencia pseudo-mesiánica. Según los Sinópticos también, Jesús esperaba falsos Cristos ( Mateo 24:5 ; Mateo 24:24 y los paralelos).
La historia ha confirmado esta profecÃa; habla de sesenta y cuatro falsos MesÃas, quienes lograron formar un partido entre el pueblo judÃo de esta manera. Ver Schudt, Judische Merkwurdigkeiten (citado por Meyer). Lo recibirás; borrador 2 Tesalonicenses 2:10-11 . La aplicación de esta expresión; otra al falso MesÃas Bacochebas (hacia 132), que algunos crÃticos han querido hacer con el propósito de probar que la composición de nuestro Evangelio pertenece al siglo II ( Hilgenfeld, Thoma ), es una suposición absolutamente gratuita, que no tiene autorización en el texto.
Esta tendencia viciosa con que Jesús reprocha a sus adversarios llegó incluso a destruir en ellos la facultad, la posibilidad de creer: Juan 5:44 . El pronombre, á½Î¼Îµá¿Ï, vosotros , significa: hombres como vosotros ( Juan 5:42-43 ).
En última instancia, el adjetivo μÏÎ½Î¿Ï , solo , puede estar conectado con la idea de θεοῦ: Dios que es el único Dios. Jesús, en este caso, caracterizarÃa a Dios como teniendo, como solo Dios , el derecho de otorgar la verdadera gloria. Este es el significado que ordinariamente se le da a esta expresión. Creo que está más en el espÃritu del contexto entender, con Grotius y de Wette: la gloria que se recibe solo de Dios , solo de Dios, y no de los hombres.
La idea de estos versÃculos es que nada hace que los hombres sean menos aptos para la fe que la búsqueda de la gloria humana. Pero tan necesariamente como la corriente de la vanagloria farisaica aleja a los gobernantes de la fe de la fe, asà de manera infalible el espÃritu de amor a Dios que inspira los libros de Moisés los habrÃa dirigido a Jesús y los habrÃa conducido a la fe.
VersÃculos 45-47
â No penséis que os acusaré ante el Padre: hay uno que os acusa , Moisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. 46. ââPorque si creyeseis a Moisés, me creerÃais a mÃ; porque él escribió de mÃ. 47. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras? â
Después de haberles revelado la causa moral de su incredulidad, Jesús muestra a sus oyentes el peligro al que los expone, el de ser condenados en nombre de esa misma ley, en cuya observancia han fundado sus esperanzas de salvación. No es Ãl, el MesÃas rechazado por ellos, es el mismo Moisés, en cuyo nombre lo condenan, quien exigirá su condenación. Jesús los persigue aquà en su propio terreno. Su palabra asume una forma agresiva y dramática.
Ãl hace surgir ante ellos esa gran figura del antiguo libertador, a quien estaban unidas sus esperanzas (Îµá¼°Ï á½ Î½), y transforma a este supuesto abogado en un acusador. Las palabras: que os acusaré , muestran que, ya en aquel tiempo, se imputaba a Jesús un sentimiento de hostilidad hacia su propio pueblo. Fueron sus severos discursos los que dieron origen a esta acusación. á¿ÎÏÏι, es muy solemne: â Ãl está allà , el que.
..â Las palabras: en quien esperas , aluden al celo por la ley, que los adversarios de Jesús habÃan manifestado en este mismo dÃa; este celo era su tÃtulo, a sus ojos un tÃtulo asegurado, a la gloria mesiánica. âSe hallará que este Moisés, a quien tú invocas contra mÃ, testificará por mà contra tiâ. ¡Qué vuelco de todas sus ideas! Meyer y Weiss afirman que las palabras: quién te acusará no pueden referirse al juicio final , ya que Jesús ocupará entonces el oficio, no de acusador, sino de juez. Pero Jesús no entra en esta cuestión, que no habrÃa tenido sentido para las personas que no lo reconocieran como el MesÃas. HaciaPadre: que juzgará por medio de Cristo.
Los dos versÃculos, Juan 5:46-47 , prueban la tesis de Juan 5:45 , al mostrar, el primero, la conexión entre la fe en Moisés y la fe en Cristo; la segunda, la conexión no menos necesaria entre las dos incredulidades en la una y en la otra.
En otras palabras: todo verdadero discÃpulo de Moisés está en camino de convertirse en cristiano; todo judÃo malo está en eso de rechazar el Evangelio. Estas dos proposiciones se basan en el principio de que los dos pactos son el desarrollo de un mismo pensamiento fundamental y tienen la misma sustancia moral. Aceptar o rechazar la revelación de la salvación en su primera etapa es implÃcitamente aceptarla o rechazarla en su forma completa.
Esta es exactamente la tesis que San Pablo desarrolla en Romanos 2:6-10 ; Romanos 2:26-29 .
Las palabras: escribió de mà , aluden al Proto-evangelio, a las promesas patriarcales, a los tipos como el de la serpiente de bronce, a las ceremonias levÃticas que eran sombra de lo por venir (Col 2:17), más especialmente a la promesa de Deuteronomio 18:18 : â Profeta como tú les levantaré; Esta última promesa, aunque incluye el envÃo de todos los profetas que siguieron a Moisés, encuentra su consumación en Jesucristo.
CreerÃais en mÃ: en mà como aquel que Moisés asà anunció. En verdad, muchas de las profecÃas aún no habÃan encontrado en Jesús su cumplimiento. Pero debemos pensar especialmente en el espÃritu de santidad en la ley de Moisés y en las instituciones teocráticas, que encontraron en Jesús su plena realización. Moisés tendÃa a despertar el sentido del pecado y la sed de justicia, que Jesús vino a satisfacer. âDarle acceso a este espÃritu era abrir el corazón de antemano al gran dador de vidaâ ( Gess ).
NOTAS ADICIONALES DEL EDITOR AMERICANO.
XXXI.
vv. 45-47.
1. Meyer y Weiss sostienen que en estos versÃculos no se hace referencia al último juicio, porque Cristo es representado como el juez en ese dÃa y, por lo tanto, no se puede hablar de él como acusador en relación con él. Keil afirma lo contrario, diciendo que, como los judÃos no reconocieron a Jesús como el MesÃas o el juez, esta consideración no puede tener peso en la decisión de la cuestión. El verdadero punto de vista de este asunto se encuentra, no improbablemente, cuando observamos la peculiaridad del pensamiento de este capÃtulo y de otras partes de este Evangelio que son afines a él.
Este escritor no deja de lado el juicio final, pero su mente se mueve en la esfera de la vida interior presente y permanente, y el fin es sólo la consumación. En cierto sentido, pues, el juicio es presente, aunque también en cierto sentido futuro. Se deja que la mente del oyente o del lector pase del uno al otro y asà incluya a ambos.
2. Aquà se habla de Moisés como el fundamento del sistema legal judÃo y, por lo tanto, como, en cierto sentido, el fundamento o centro del Antiguo Testamento. Puede ser que, de acuerdo con este punto de vista, se haga referencia a él ya sus escritos como si incluyeran la idea completa de las Escrituras del Antiguo Testamento; ver Juan 5:39 . Si la referencia es solo al Pentateuco, la alusión es sin duda a Deuteronomio 18:15 , y los demás puntos que Godet menciona en su nota.
No se puede cuestionar que este primer discurso formal de Jesús, que se registra en este Evangelio, está destinado por el evangelista a servir como testimonio a sus lectores. Que es, en este sentido, un avance sobre lo precedente, también está claro. La relación de Jesús con el Padre no se expone aquà tan plenamente como en los capÃtulos posteriores, sino en una parte del desarrollo de su verdadera idea, y no en la conversación con Nicodemo.
Debe recordarse que la ocasión en que se pronunció este discurso fue un año, o casi un año después de esa conversación, y Jesús debe haber hecho y dicho mucho en el intervalo. Que Jesús, al comienzo del segundo año de su ministerio, hubiera avanzado en su enseñanza hasta donde podrÃa indicar este discurso, no puede considerarse improbable con justicia. Además, fue con los lÃderes judÃos con los que llevó a cabo esta discusión, no con la gente común.
Si las verdades más profundas con respecto a Su persona y Sus relaciones con el Padre hubieran de ser expuestas en Su ministerio terrenal y cuán extraño hubiera sido, si no se hubiera hecho tal declaración, parecerÃa que, en este momento, el podrÃan aparecer los comienzos de las enseñanzas completas. El discurso de este capÃtulo se encuentra no menos verdaderamente en su posición histórica legÃtima y natural, en relación con las enseñanzas de los CapÃtulos que preceden y siguen, que en el lugar que le corresponde en el progreso del testimonio que el autor presenta. sus lectores en prueba de la gran doctrina de su libro.
VersÃculo 47
versión 47 . Por otro lado, la incredulidad hacia Moisés lleva naturalmente en su estela el rechazo de Jesús. La antÃtesis esencial no es la de los sustantivos, escritos y palabras , sino la de los pronombres, suyo y mÃo. Lo primero es sólo accidental; surge sólo del hecho de que los judÃos conocÃan a Moisés por sus escritos ya Jesús por sus palabras. Esta acusación de no creer a Moisés, dirigida a personas a las que enfurecÃa la supuesta violación de uno de los mandamientos mosaicos, recuerda aquel otro dicho de Jesús, tan doloroso y tan amargo ( Mateo 23:29-32 ): âVosotros edificáis los sepulcros de los profetas, y asà dais testimonio de que sois hijos de aquellos que los mataron.
El rechazo de un principio sagrado se cobija a veces bajo las apariencias de la más particular consideración y del más ardiente celo por el principio mismo. De esta coincidencia resultan, en la historia religiosa de la humanidad, aquellas situaciones trágicas, entre las cuales la catástrofe de Israel aquà anunciada ocupa ciertamente el primer lugar.
En cuanto a la realidad histórica de este discurso, nos parecen los siguientes resultados de la exégesis:
1. El pensamiento fundamental se adapta perfectamente a la situación dada. Acusado de haber realizado una obra antisabatica, e incluso de atribuirse la igualdad con Dios, Jesus se justifica de un modo a la vez el mas elevado y el mas humilde, afirmando, en el testimonio de su conciencia, la absoluta dependencia de su obra, relativa a la del Padre.
2. Las tres partes principales del discurso están naturalmente unidas entre sà , ya que parten de la idea central que acabamos de indicar: 1. Jesús afirma la constante adaptación de su actividad a la del Padre, y declara que de esta relación de la dependencia entre Ãl y Dios procederá a obras mucho más considerables. 2. El prueba esta relación interna, que es imposible que los hombres prueben, por un doble testimonio del Padre: sus milagros, una muestra de la cual está en este mismo momento ante sus ojos, y las Escrituras.
3. Termina mostrándoles, en su secreta antipatÃa a la tendencia moral de su obra, la razón que les impide confiar en el testimonio divino, y declarándoles su futura condenación en nombre de aquel Moisés de quien le acusan. despreciando
En lugar de la abstrusa metafÃsica que se ha cargado a los discursos de Juan, nos queda sólo la simple expresión de la conciencia filial de Jesús. Este último se muestra gradualmente en una serie de vistas de imponente grandeza y de una elevación única. Lo que hace más llamativo este rasgo es la sencillez ingenua y casi infantil de las figuras empleadas para describir esta comunión del Hijo con el Padre. Tal relación debe haber sido vivida , para ser expresada, y expresada de esta manera.
Strauss ha reconocido, hasta cierto punto, estos resultados de la exégesis. âNo hayâ, dice, âen el tenor del resto del discurso, nada que cause dificultad, nada que Jesús mismo no haya podido decir, ya que el evangelista relata, en la mejor conexión, cosas... que, según los sinópticos también, Jesús se atribuye a sà mismoâ. Las objeciones de Strauss se refieren únicamente a las analogÃas de estilo entre este discurso, el de Juan el Bautista (cap.
3), y ciertos pasajes de la primera EpÃstola de San Juan (Introd., pp. 106, 107). Strauss concluye diciendo: âEntonces, si la forma de este discurso debe atribuirse al evangelista, podrÃa ser que la sustancia perteneciera a Jesúsâ. Creemos que podemos concluir diciendo: Jesús debe haber hablado realmente de esta manera. El tema principal tiene el carácter de la más perfecta adecuación.
Las ideas secundarias están lógicamente subordinadas a este tema. Ningún detalle se aparta de la idea del todo, ni la rebasa; finalmente, la aplicación es de una solemnidad estremecedora, como debe ser en tal situación, y cierra imprimiendo en todo el discurso el sello de la realidad.
Renan considera que el autor de esta narración debe haber derivado la sustancia de su relato de la tradición, que es, dice, extremadamente importante , porque prueba que una parte de la comunidad cristiana realmente atribuyó a Jesús los milagros realizados en Jerusalén. En cuanto al discurso en particular, véase su juicio sumario con respecto a los discursos del cuarto Evangelio (p. lxxviii.
): âEl tema no puede estar exento de cierto grado de autenticidad; pero en la ejecución, la imaginación del artista da su máximo juego. Sentimos la acción facticia, la retórica, la dicción estudiadaâ. Pero la acción ficticia se traiciona a sà misma por lugares comunes sin adecuación; ¿nos hemos reunido con ellos? Retórica , por énfasis e inflación; ¿Hemos encontrado una palabra redundante, una palabra que no expresa un pensamiento original? Dicción estudiada , por la antÃtesis ingeniosa o la lucha por el picante; ¿El discurso que acabamos de estudiar nos ha ofrecido algo parecido? La sustancia y la fuerza excluyen igualmente la idea de una obra artificial, de una composición a sangre frÃa.
Finalmente, notemos una afirmación de Reville, mordaz y atrevida como las que tantas veces salen de la pluma de este crÃtico: âEste libroâ, dice, al hablar del cuarto Evangelio, âen el que el judaÃsmo, la ley judÃa, los templos judÃos, son cosas tan ajenas, tan indiferentes, como podrÃan serlo para un cristiano helenÃstico del siglo II...â Y uno se aventura a escribir palabras como estas frente a los últimos versÃculos de este capÃtulo, en los que Jesús Asà identifica Su enseñanza con la de Moisés, que creer en la una es implÃcitamente creer en la otra, y rechazar la segunda es virtualmente rechazar la primera, porque Jesús en realidad no es más que Moisés completado.
La concordancia de la ley y el Evangelio no aparece más claramente en el Sermón de la Montaña que en el pasaje que acabamos de estudiar. Pero sabemos que el Sermón de la Montaña es universalmente considerado como el que tiene más autenticidad en la tradición sinóptica.