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Thursday, July 17th, 2025
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
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Bible Commentaries
Comentario Popular de la Biblia de Kretzmann Comentario de Kretzmann
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Información bibliográfica
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre John 6". "Comentario Popular de Kretzmann". https://studylight.org/commentaries/spa/kpc/john-6.html. 1921-23.
Kretzmann, Paul E. Ph. D., D. D. "Comentario sobre John 6". "Comentario Popular de Kretzmann". https://studylight.org/
Whole Bible (30)New Testament (6)Gospels Only (1)Individual Books (4)
VersÃculo 1
Después de estas cosas, Jesús cruzó el mar de Galilea, que es el mar de Tiberio.
VersÃculos 1-4
La alimentación de los cinco mil. Juan 6:1
Jesús de regreso en Galilea:
VersÃculo 2
Y le seguÃa una gran multitud, porque veÃan las señales que hacÃa en los enfermos.
VersÃculo 3
Y Jesús subió a un monte y allà se sentó con sus discÃpulos.
VersÃculo 4
Y estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judÃos.
Ver Mateo 14:15 ; Marco 6:35 ; Lucas 9:10 . Después de estas cosas, sin fijación definitiva del tiempo. Lo más probable es que el viaje a la fiesta de Purim haya durado solo unos dÃas y que el ministerio de Jesús en Galilea no se haya visto influido por la interrupción.
Jesús fue desde Capernaum o sus alrededores a través del Mar de Galilea o Tiberio hasta la costa noreste, no lejos de la ciudad de Betsaida Julias. La intención del Señor habÃa sido tener unos dÃas de descanso, pero este propósito no se cumplió. Porque una gran multitud, miles de personas, rodearon el extremo norte del lago, llenos de ansiosos deseos de presenciar los milagros que estaba realizando en el caso de varios enfermos e inválidos.
No se habla de ningún afán por la Palabra de salvación, sino sólo de esta curiosidad, no exenta de morbo, que buscaba excitación y variedad. Con la multitud pisándole los talones, Jesús subió a una de las colinas de los alrededores y allà se sentó con sus discÃpulos. Aunque la gente, en general, no estaba ansiosa por la Palabra de Vida, Jesús no perdió la oportunidad de hablarles de la única cosa necesaria.
También curó a sus enfermos. El evangelista señala que este incidente ocurrió poco antes de la Pascua de los judÃos; que ocurrió un mes después de la fiesta de Purim. Por tanto, era a principios de primavera.
VersÃculo 5
Cuando Jesús alzó los ojos y vio que se le acercaba una gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?
VersÃculos 5-9
Jesús prueba la fe de los discÃpulos:
VersÃculo 6
Y esto dijo para probarlo; porque Ãl mismo sabÃa lo que harÃa.
VersÃculo 7
Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no les bastan para que cada uno tome un poco.
VersÃculo 8
Uno de sus discÃpulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:
VersÃculo 9
Aquà hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; pero ¿qué hay entre tantos?
Jesús estuvo ocupado todo el dÃa enseñando y curando a los enfermos, y apenas tuvo tiempo para mirar a su alrededor. Mientras tanto, sin embargo, la multitud aumentaba continuamente en número; la gente siguió viniendo todo el dÃa. Entonces, cuando Jesús, ante la urgente petición de los discÃpulos, se detuvo en su obra de misericordia y levantó los ojos, vio a las multitudes reunidas a su alrededor en la llanura al pie de la colina. La sugerencia enfática de los discÃpulos en cuanto a la destitución del pueblo hizo que se formara de inmediato un plan en la mente del Señor, cuya parte principal concierne a los propios discÃpulos.
Propuso tanto alimentar a la multitud como poner a prueba la fe de sus seguidores. Dirigiéndose a Felipe, cuyo conocimiento del paÃs de los alrededores se podrÃa suponer que era razonablemente bueno, Jesús preguntó dónde habÃa un lugar en el que pudieran comprar comida. Su discurso presupone como un hecho evidente que la gente debe ser tratada como huéspedes de los apóstoles y de Ãl mismo. HabÃa decidido plenamente lo que harÃa, pero estaba ansioso por probar la fe de Felipe, asà como la de los demás.
Felipe, habiendo averiguado la cantidad de dinero disponible, respondió de acuerdo con Su entendimiento de que doscientos denarios (casi treinta y cuatro dólares) difÃcilmente comprarÃan una cantidad suficiente de pan para dar a cada uno al menos un poco. La ansiedad de Philip le habÃa llevado a hacer un cálculo cuidadoso. HabÃa olvidado el primer milagro de Caná, asà como los muchos que habÃan sucedido desde entonces. Ãl figuraba exactamente de la misma manera que la persona promedio, incluso si es un cristiano confeso, que tiende a olvidar que Dios tiene sus propias formas de figurar en las emergencias, si sus cristianos confÃan en él.
Andrés no era mejor que Felipe, en lo que respecta a su confianza en el Señor. HabÃa explorado los alrededores y descubrió que habÃa un niño presente que tenÃa cinco panes de cebada y dos pececillos para sus provisiones, pero de inmediato agregó, con triste impotencia, que no habÃa ninguna esperanza de que esto llegara a tanta gente presente. La debilidad de ambos discÃpulos se repite en numerosos casos en nuestros dÃas.
Los cristianos a menudo se preocupan con ansiedad por las necesidades del cuerpo. Luego se sientan y calculan y revisan todos los armarios y lugares de almacenamiento posibles para averiguar si tendrán lo suficiente para sustentar sus vidas. Olvidan el omnipotente poder de su Señor.
VersÃculo 10
Y Jesús dijo: Haz que los hombres se sienten. Ahora habÃa mucha hierba en el lugar. Entonces se sentaron los hombres, en número de unos cinco mil.
VersÃculos 10-14
El milagro:
VersÃculo 11
Y Jesús tomó los panes; y habiendo dado gracias, distribuyó a los discÃpulos, y los discÃpulos a los que estaban sentados; e igualmente de los peces tanto como quisieran.
VersÃculo 12
Cuando se llenaron, dijo a sus discÃpulos: Recojan los pedazos que quedan para que nada se pierda.
VersÃculo 13
Entonces los juntaron y llenaron doce cestas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habÃan comido.
VersÃculo 14
Entonces aquellos hombres, cuando vieron el milagro que hizo Jesús, dijeron: En verdad es este el profeta que vendrÃa al mundo.
Jesús ahora asumió el cargo de los asuntos, se convirtió en maestro de ceremonias, gobernador de la fiesta. Ordenó a los discÃpulos que hicieran que la gente se recostara sobre la hierba verde, que crecÃa en abundancia en este lugar, en las tierras bajas cerca de la desembocadura del Jordán, y habÃa alcanzado su pleno crecimiento en esta época del año. Dado que los hombres se reclinaban en grupos, era fácil encontrar su número, que era cinco mil, sin mujeres ni niños.
Ante toda la vasta asamblea que ahora estaba sentada en ansiosa expectación, Jesús tomó los panes y dio gracias; Los dedicó a Dios por medio de su oración. Y al mismo tiempo, demostró ser el Dios todopoderoso y Señor, porque su bendición sobre el pan provocó el milagro. Los pocos panes no crecieron en grandes pilas, pero se multiplicaron bajo Su toque todopoderoso durante la distribución. No importa cuántas veces los discÃpulos regresaran al Señor en busca de suministros adicionales, siempre habÃa suficiente a la mano.
No solo obtuvieron del pan todo lo que quisieron, sino que también se les dio de los peces, tanto como todos quisieron. Toda la gente estaba completamente satisfecha, tenÃan todo lo que podÃan comer. Aquà habÃa una prueba poderosa del omnipotente poder de Cristo. El simple Nazareno es el Creador y Conservador de todas las cosas, quien da alimento y sustento a todas las criaturas. La mano del Señor no se acorta incluso ahora, pero puede y está dispuesta a ayudar en todas las emergencias, si ponemos nuestra confianza en Ãl.
Es nuestro deber utilizar los medios que Ãl nos ha dado para hacer fielmente la obra de nuestro llamamiento; entonces Su bendición nunca nos fallará. Por cierto, Jesús enseñó la conservación adecuada de los alimentos. Ordenó a los discÃpulos que recogieran los pequeños pedazos que quedaban, los fragmentos, para que nada se desperdiciara. Y cuando lo hicieron, llenaron doce grandes cestas o cestas de mimbre, como las que usan los jardineros en Oriente y en otros lugares para llevar frutas y verduras a la espalda.
El evangelista enfatiza que estos fragmentos quedaron por encima de lo que habÃa sido comido por la multitud. Hay una lección para todos los tiempos en esta historia, a saber, que los recursos infinitos no justifican el desperdicio. Hay una gran diferencia entre estar ansiosamente preocupados por el futuro y ser cuidadosos con los dones que Dios nos ha dado. Pero la gente no sacó la conclusión correcta del milagro. Simplemente pensaron que este era "el comienzo de ese reinado de abundancia terrenal que se pensaba que los profetas habÃan predicho.
"Algunos de ellos pueden haber creÃdo que Jesús era verdaderamente el MesÃas, pero la mayorÃa expresó su opinión en la declaración de que este hombre era de verdad, sin duda alguna, ese profeta que vendrÃa al mundo, porque entendieron las palabras de Moisés. , Deuteronomio 18:15 , de un simple hombre, con el espÃritu y el poder de Moisés.
Nota: Hay muchas personas en medio de la cristiandad cuyas ideas acerca de Cristo son tan confusas como las de los judÃos en esta ocasión. Es solo mediante el estudio continuo de la Biblia que se puede obtener una comprensión completa y clara de la persona y el oficio de Jesús.
VersÃculo 15
Cuando Jesús, por tanto, percibió que vendrÃan y lo tomarÃan por la fuerza para hacerlo rey, se fue de nuevo a una montaña, él solo.
VersÃculos 15-21
Cristo camina sobre el mar. Juan 6:15
VersÃculo 16
Y cuando llegó la noche, sus discÃpulos descendieron al mar,
VersÃculo 17
y entró en un barco y cruzó el mar hacia Capernaum. Y ahora estaba oscuro, y Jesús no habÃa venido a ellos.
VersÃculo 18
Y el mar se levantó a causa de un gran viento que soplaba.
VersÃculo 19
Asà que cuando habÃan remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús caminando sobre el mar y acercándose al barco; y tuvieron miedo.
VersÃculo 20
Pero él les dijo: Soy yo; No tengas miedo.
VersÃculo 21
Entonces lo recibieron de buena gana en el barco; e inmediatamente el barco llegó a la tierra adonde iban.
Aquà habÃa evidencia de que los judÃos no tenÃan idea del verdadero significado del MesÃas y Su obra, incluso si algunos de ellos estaban inclinados a aceptar a Jesús como el Cristo. La intención ganó adeptos entre ellos de arrebatar a Jesús de repente y llevárselo con el propósito de hacerlo rey. Pero Jesús no es un simple ayudador en necesidades fÃsicas; Su objetivo no es satisfacer los deseos carnales y temporales de los hombres; No es un "rey del pan".
"Ãl conocÃa el corazón y la mente de la gente; por su omnisciencia estaba plenamente consciente de las ideas e intenciones de la gente. Y por eso Jesús huyó de ellos, ya que la idea de un reino terrenal no estaba incluida en su plan de salvación. Esta fue una crisis, y Ãl decidió exponer el asunto ante Su Padre celestial en oración, como todos sus seguidores deberÃan hacer en todo momento; subió a una montaña solo.
Pero antes que nada, insistió en que sus discÃpulos debÃan embarcarse y regresar al otro lado del mar. Para entonces estaba oscureciendo y los discÃpulos, habiendo salido, pusieron rumbo hacia Capernaum, mientras Jesús se quedó allà solo. El viaje resultó extremadamente desagradable. Una oscuridad profunda cayó sobre ellos y se levantó un viento fuerte que hizo que las olas del mar se agitaran en olas amenazantes.
Y todavÃa Jesús no se habÃa unido a ellos, comenta el evangelista. Echaron mucho de menos su presencia; habÃa una sensación de desastre inminente sobre ellos. Sin embargo, discapacitados como estaban, los discÃpulos continuaron sus esfuerzos, remando frente a la tormenta, ya que era imposible usar las velas. Era mucho más de la medianoche, y habÃan recorrido solo unas tres millas (un estadio era de unas 202 yardas), cuando vieron a Jesús caminando sobre el mar y acercándose a la barca.
Dado que la creencia en los fantasmas era casi universal, los pobres discÃpulos no pudieron explicar este fenómeno y se llenaron de miedo. Pero Jesús los tranquilizó con la tranquila declaración: Soy yo, no temáis. Donde está Jesús, no hay necesidad de temer; Ha desterrado eficaz y eternamente todo temor. Su voz y su presencia llenaron sus corazones de calma y coraje. Ahora estaban ansiosos y dispuestos a llevarlo a la barca; y apenas lo hicieron, llegaron a la tierra adonde se dirigÃan.
El poder omnipresente de Jesús aniquila las distancias. Aquà realizó otro milagro, porque tiene poder absoluto sobre todas las criaturas, sobre el mar rugiente, asà como sobre el tiempo y la distancia. El hombre insignificante Jesús es el Señor de toda la creación; Puede, a voluntad, derogar cualquier ley de la naturaleza. Desde la cumbre distante de la montaña hasta el medio del mar y luego hasta la orilla occidental del lago en solo unos momentos: esa es la evidencia de Su poder omnipresente.
Este hecho redunda en el consuelo de los creyentes en todo momento, Mateo 28:20 . Todos los cristianos deben saber que toda su vida con todas sus vicisitudes, su trabajo, su comida y bebida, todo su modo de vida está en manos de Jesús. El cuidado de Jesús proveerá para ellos, los defenderá de todos los peligros y los guardará y protegerá de todo mal.
VersÃculo 22
Al dÃa siguiente, cuando la gente que estaba al otro lado del mar vio que no habÃa otra barca allÃ, excepto aquella en la que habÃan entrado sus discÃpulos, y que Jesús no subió con sus discÃpulos a la barca, sino que sus discÃpulos se fueron solos;
VersÃculos 22-25
Cristo el pan de vida.
La sorpresa de la gente:
VersÃculo 23
(sin embargo, vinieron otras barcas de Tiberio cerca del lugar donde comieron pan después de que el Señor habÃa dado gracias;)
VersÃculo 24
Cuando la gente vio, pues, que Jesús y sus discÃpulos no estaban allÃ, también tomaron barcos y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.
VersÃculo 25
Y cuando lo encontraron al otro lado del mar, le dijeron: RabÃ, ¿cuándo llegaste acá?
La mañana siguiente al milagro de los panes hubo gran emoción y asombro en la orilla noreste del lago. Las personas que habÃan permanecido en ese vecindario durante la noche, esperando agarrar a Jesús por la mañana, estaban profundamente perplejas. Sólo una barca habÃa estado en el lugar de la alimentación milagrosa, y era en la que habÃan entrado los discÃpulos. Este barco no habÃa tenido a Jesús como pasajero y no habÃa regresado.
Por tanto, la pregunta era: ¿Cómo se habÃa escapado Jesús? No podÃan explicar su ausencia. Pero mientras tanto, otras embarcaciones de Tiberio desembarcaron en las cercanÃas del lugar donde se habÃa realizado el milagro. Entonces la gente aprovechó la oportunidad que se le ofrecÃa. Estaban decididos a encontrar a Jesús a toda costa, por lo que tomaron algunas de las barcas y cruzaron el lago hacia Capernaum.
Cuando finalmente localizaron el objeto de su búsqueda al otro lado del lago, lo abrieron con la pregunta de Su manera de llegar allÃ, porque el cuándo incluye el cómo. Siempre estaban oliendo lo anormal, lo milagroso, en relación con este hombre; en su opinión, era lo único que hacÃa que su búsqueda valiera la pena. Pero los propósitos de Jesús no concuerdan con su curiosidad y, por lo tanto, no les dio una respuesta directa. Su relato del caminar sobre el agua habrÃa precipitado una crisis en ese mismo momento.
VersÃculo 26
Jesús les respondió y dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque visteis los milagros, sino porque comisteis los panes y os saciasteis.
VersÃculos 26-29
La obra de Dios:
VersÃculo 27
Trabajad no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, que el Hijo del Hombre os dará; porque a él ha sellado Dios el Padre.
VersÃculo 28
Entonces le dijeron: ¿Qué haremos para realizar las obras de Dios?
VersÃculo 29
Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que él envió.
Jesús conocÃa el motivo de su insistencia, del gran interés que mostraban en este momento. Con énfasis solemne les dice que la razón por la que lo buscaron fue incorrecta. Ciertamente habÃan visto algunas de sus señales con sus ojos corporales, pero no les habÃan prestado la debida atención; les faltaba por completo el entendimiento de que estos signos eran evidencias, pruebas, de Su divinidad, del hecho de que Ãl es el Hijo de Dios, el Redentor y Salvador de la humanidad.
AsÃ, el significado de los grandes signos que tenÃan ante sus ojos se les escapaba por completo. Lo buscaron porque su preocupación era por sus cuerpos y estómagos. Si estos estuvieran llenos; sus almas no les preocupaban. Pero sus esfuerzos fueron dignos de una causa superior; deben trabajar con igual diligencia, no por el alimento perecedero del cuerpo, sino por el alimento que durará para la vida eterna.
Porque existe tal comida que nutre el alma y la preserva para la vida eterna. Solo valÃa la pena adquirir ese alimento, porque sus efectos nunca perderÃan su poder. "No debéis buscarme por motivos transitorios; porque yo (esto quiere decirlo) soy un maestro diferente, que no predica sobre alimentos perecederos, cómo se debe sembrar, hornear, arar; porque todo esto sabéis mucho antes, y Moisés os ha enseñado cómo debéis trabajar.
Mi enseñanza no tiene ese objetivo, ni debéis venir a Mà para eso, sino para que os dé un alimento eterno. "Este alimento espiritual, que fortalecerÃa para la vida eterna, se lo darÃa el Hijo del Hombre, no por mérito especial de su parte, sino gratuitamente, por amor y gracia divinos. Porque habÃa salido del Padre como prueba de lo cual llevó el sello de Dios El milagro del dÃa anterior y otras señales mostraron que Dios habÃa comisionado a Jesús como Ministro para dar el alimento que nutre para vida eterna.
Fueron una prueba de que el Hijo eterno de Dios podÃa dar vida eterna a quienes lo aceptaran con fe. Y que Ãl dice: El Hijo del Hombre, con él indica clara y públicamente que Dios Padre tiene un Hijo a quien ellos pueden ver ante sus ojos, asir, oÃr y sentir; como también dice San Juan de Ãl: Lo que hemos oÃdo, lo que hemos visto con nuestros ojos y nuestras manos han tocado; esa misma persona corporal, nacida de la Virgen MarÃa, Ãl les dará un alimento eterno.
"Algunas de las personas en la multitud al menos quedaron impresionadas por esta declaración de Jesús de que debÃan trabajar, que debÃan esforzarse fervientemente por adquirir alimentos con un poder tan maravilloso, y querÃan saber qué debÃan hacer para ponerse en forma. para realizar las obras que serÃan aceptables ante Dios, que agradarÃan a Ãl. Se vieron atrapados en la idea de que debÃa haber algún mérito de su parte, que debÃan realizar algo para su salvación.
Pero Jesús corrige esa noción. Solo hay una cosa que deben hacer, y es creer en Aquel a quien Dios ha enviado. Aquà se habla de la fe como una obra del hombre que hace para obtener la salvación. Ese lado de la fe, la confianza, la plena y completa confianza en Jesús y Su salvación, que se muestra aquÃ: el hecho de que cada creyente debe aceptar y tener a Jesús y Su salvación. Eso es en realidad una obra del creyente, un acto de razón y voluntad.
Es cierto que esta fe debe ser forjada por Dios y no puede existir sin el poder de Dios; además, la fe no es una obra que merezca redención, no es que su excelencia moral salve a los hombres. Pero cuando Dios ha obrado fe en el corazón del hombre, cuando la vida espiritual ha sido engendrada en el corazón del hombre, entonces el hombre está activo en aceptar ese alimento maravilloso que nutre para la vida eterna.
VersÃculo 30
Le dijeron entonces: ¿Qué señal haces, pues, para que veamos y te creamos? ¿Qué haces?
VersÃculos 30-34
Pan del cielo:
VersÃculo 31
Nuestros padres comieron el maná en el desierto; como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
VersÃculo 32
Entonces Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo que Moisés no os dio ese pan del cielo; pero mi Padre os da el verdadero Pan del cielo.
VersÃculo 33
Porque el Pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
VersÃculo 34
Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
Que Jesús exigió fe en sà mismo como condición para obtener la salvación, esto los judÃos ahora lo entendÃan. Por lo tanto, exigieron pruebas de su condición de embajador y de su ministerio, que, como afirmó, lo elevó al rango divino. Es algo muy peculiar que aún no entendieran la relación entre los milagros de Jesús y Su misión divina, Su deidad. Lo desafÃan a producir algún signo extraordinario que los convenza más allá de toda duda, que los obligue a creer.
Plantearon el asunto para hacerle responsable de su fe o incredulidad. Esperan de Ãl una señal similar a la de Moisés, quien produjo maná para los israelitas en el desierto. Se refieren a un pasaje de las Escrituras, Salmo 78:24 , que habla de esta maravillosa alimentación con pan del cielo.
En cierto modo, la expresión "pan del cielo" podÃa mantenerse, ya que el maná habÃa caÃdo del cielo con el rocÃo, pero en el mejor de los casos esto era meramente una expresión figurativa. Jesús, por tanto, declara con gran énfasis: No Moisés les dio el pan del cielo, sino que Mi Padre les da el verdadero Pan del cielo. Incluso en el desierto no fue Moisés quien les dio el maná a los hijos de Israel, por lo que, en el mejor de los casos, se puede hablar de Moisés a este respecto solo por cortesÃa; no tuvo nada que ver con el milagro.
Pero aquà las cosas son diferentes; aquà está el verdadero Pan del cielo dado a todos los hombres por el Padre. El que desciende del cielo con el propósito de dar vida al mundo, es el Pan de Dios, Jesús el Salvador. Ãl es el Pan del cielo de hecho y en verdad, y por Su obra de dar salvación Ãl establece ese hecho más allá de toda duda. Este dicho impresionó profundamente a los judÃos; tenÃan una vaga idea de lo que el Señor podrÃa querer decir al hablar de este maravilloso Pan, algo asà como la mujer de Samaria.
Le rogaron a Jesús que siempre, en todo momento, les diera ese pan. Su comprensión aún no era clara, pero han captado lo suficiente de Su seriedad y entusiasmo, y desean información clara. Nota: Se ha ganado mucho si podemos hacer que los incrédulos hagan preguntas sobre Jesús y su salvación, quizás persuadirlos del hecho de que el cristianismo en sà mismo vale la pena, invitarlos a venir a la iglesia.
VersÃculo 35
Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mà viene, nunca tendrá hambre; y el que en mà cree, no tendrá sed jamás.
VersÃculos 35-40
Jesús el pan de vida:
VersÃculo 36
Pero os dije que también vosotros me habéis visto, y no creéis.
VersÃculo 37
Todo lo que el Padre me da, vendrá a mÃ; y al que a mà viene, no le echo fuera.
VersÃculo 38
Porque bajé del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
VersÃculo 39
Y esta es la voluntad del Padre que me envió: que de todo lo que me ha dado, nada pierda, sino que lo resucite en el último dÃa.
VersÃculo 40
Y esta es la voluntad del que me envió: que todo el que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna; y lo resucitaré en el último dÃa.
Jesús ahora hace una declaración clara y franca. Ãl no habÃa dicho que darÃa el pan maravilloso que descendió del cielo, pero habÃa afirmado que este Pan milagroso que descendió del cielo tenÃa el poder de dar vida eterna. Ãl mismo es ese Pan de Vida. No importa quién venga a Ãl, nunca más sufrirá de hambre, asà como el que bebe del agua viva de Su salvación nunca más volverá a sufrir de sed.
Venir a Jesús significa creer en Ãl como el Salvador del mundo. Todos los deseos y anhelos del alma encuentran su completa satisfacción en Ãl y Su misericordia. Pero aunque el Hijo de Dios y una satisfacción tan perfecta fueron traÃdos de manera tan ordenada a los judÃos, ellos no creyeron. Lo han visto en Su ministerio de milagros, y han escuchado las palabras de vida que salÃan de Su boca en tales ocasiones, pero se han negado a creer. Por tanto, deben saber que todo lo que el Padre da al Hijo, le llegará.
Venir a Jesús es creer; la fe es una venida espiritual. El corazón y la voluntad de una persona van a Cristo, se unen a Cristo. Todas esas personas realmente vienen a Jesús a quien el Padre le ha dado como suyo. La fe es el resultado de la selección misericordiosa de Dios. Es un llamado y una selección de gracia, y por lo tanto, ninguno de los que vienen a Ãl con fe, el Señor los echará fuera. Los pensamientos de Dios son pensamientos de paz y misericordia solamente; No desea la muerte de ningún pecador.
Para cumplir este misericordioso y bondadoso propósito de Su Padre celestial, Jesús ha venido al mundo. Es la voluntad del Padre que Jesús no pierda a ninguno de los que el Padre le ha dado. Todos son igualmente preciosos a sus ojos, demasiado cara para perderlos. Por tanto, a aquellos a quienes el Padre ha dado al Hijo como suyo, el Hijo debe resucitar de entre los muertos en el último dÃa para darles el pleno disfrute de las bendiciones y la gloria que son su herencia.
En aras de la claridad y el énfasis, Jesús repite el mismo pensamiento. Es la voluntad del Padre que envió al Hijo al mundo que todo aquel que mira al Hijo con fe, que lo acepta como el Hijo de Dios y el Salvador del mundo, sin falta, tenga vida eterna, llegue a ser participante de las glorias del cielo por y en la resurrección. En Cristo fuimos escogidos para vida eterna.
VersÃculo 41
Los judÃos entonces le murmuraron porque dijo: Yo soy el pan que descendió del cielo.
VersÃculos 41-46
Los judÃos murmuradores:
VersÃculo 42
Y dijeron: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? Entonces, ¿cómo es que Ãl dice: Yo bajé del cielo?
VersÃculo 43
Respondiendo Jesús, les dijo: No murmuréis entre vosotros.
VersÃculo 44
Nadie puede venir a mà si no lo trae el Padre que me envió; y lo resucitaré en el último dÃa.
VersÃculo 45
En los profetas está escrito: Y todos serán enseñados por Dios. Por tanto, todo aquel que oyó al Padre y aprendió, viene a mÃ.
VersÃculo 46
No es que nadie haya visto al Padre, sino el que es de Dios, él ha visto al Padre.
En este punto, los judÃos comenzaron a quejarse, a murmurar entre ellos, a expresar su desaprobación. La idea de que este hombre fuera él mismo ese Pan maravilloso que habÃa bajado del cielo les parecÃa absurda. No podÃan simplemente no comprender cómo esto podÃa ser cierto, sino que creÃan que estaban en posesión de pruebas de lo contrario. Estaban seguros de conocer sus antecedentes, conocÃan a su madre, conocÃan el nombre de su padre.
Nota: Siempre ha sido una ofensa a la razón del hombre que Dios y el hombre estén unidos en la persona de Jesús. Pero el Señor advierte aquà contra toda murmuración, contra todo intento de hacer que el asunto sea plausible para la razón. Porque nadie puede venir a Cristo por su propia razón y fuerza. Todas las cavilaciones y disputas no producirán fe en el corazón. Debe haber un dibujo por parte del Padre, por cuya fuerza se obra la fe en el corazón.
Sin esta obra del Padre no puede haber fe ni levantarse a la vida eterna. Ese es el origen, la razón de la fe en Jesús: el Padre atrae al Hijo; Influye en el corazón y la voluntad de tal manera que una persona acepta a Jesús como su Salvador y hace caso omiso de todas las dificultades que su razón pueda experimentar en la comprensión de la persona del Salvador. Dios no solo da el poder de llegar a la fe y elegir lo bueno, sino que obra, crea todo lo bueno en el hombre y lo hace dispuesto.
La fe es una obra de Dios. "¿Qué significa 'ningún hombre'? ¿Crees que se refiere solo a una vaca o un asno, o algún otro animal? Más bien, 'ningún hombre' aquà se refiere a toda la raza humana, el mundo entero, ningún hombre excepto, el más poderoso , el más santo, el más prudente, el más sabio. Se dice brevemente, pero es una frase poderosa, que derriba y arroja al suelo todo lo que se llama sabidurÃa humana, razón, juicio, justicia y santidad, también religión. y adoración.
Porque para llegar a este artÃculo y la salvación en Cristo no ayuda la sabidurÃa, la prudencia, el derramamiento de sangre y la limosna, ni lo que toda la generación humana pueda hacer con sabidurÃa, piedad y santidad. Porque dice: Nadie puede venir a mà si el Padre no lo atrae. Esto debe enseñarse "Este hecho lo corrobora Jesús con un pasaje de los profetas: Todos serán enseñados por Dios, IsaÃas 54:13 .
Aquellos que son enseñados por Dios, que han aprendido la lección de su propia incapacidad y falta de fuerza, y por lo tanto escuchan al Padre y en todo aprenden de Ãl, solo ellos pueden llegar a la fe en Cristo. El Padre no usa coacción, solo usa la enseñanza. Apela a la razón y al entendimiento, al corazón y a la voluntad de los hombres, los enseña, los persuade y los hace dispuestos. Y esto es posible solo porque Dios, incidentalmente, ilumina el corazón.
De esa manera el Padre obra la voluntad, de esa manera el hombre se vuelve ansioso por venir a Jesús por fe en Su expiación. Esto no debe entenderse como si hubiera algún contacto fÃsico entre Dios y el hombre; el conocimiento de Dios no fue comunicado directamente, por visión inmediata de Dios. Sólo hay un Hombre que ha recibido Su Ser directamente de Dios y que también está en comunicación inmediata con Dios; Ãl es el que ha visto al Padre. Por eso es imprescindible que un cristiano crea la Palabra de Jesús sin la menor duda, ya que su deidad lo exige tanto.
VersÃculo 47
De cierto, de cierto os digo: El que en mà cree, tiene vida eterna.
VersÃculos 47-51
Pan vivo para comer:
VersÃculo 48
Yo soy ese Pan de Vida.
VersÃculo 49
Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron.
VersÃculo 50
Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él coma, no muera.
VersÃculo 51
Yo soy el Pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este Pan, vivirá para siempre; y el pan que daré es mi carne, que daré por la vida del mundo.
Jesús no cambia ni el texto ni el contenido de Su sermón en una partÃcula. Vuelve a repetir los pensamientos principales para impresionarlos a sus oyentes. Es la fe en Ãl lo que da vida eterna; esa es la única manera en que se puede obtener la salvación, creyendo en Ãl. Porque Ãl es ese Pan de Vida en el que deben confiar. Los mismos judÃos se habÃan referido al maná en el desierto y lo habÃan llamado pan del cielo.
Pero, ¿qué valor duradero podrÃa tener la comida que no sostuviera la vida más allá de los pocos años de esta existencia terrenal? Sus padres habÃan muerto. Pero el que recibe el Pan de Vida por fe, tendrá sustento para llevarlo más allá de esta vida a la vida eterna. Cualquiera que participe de Ãl por fe vivirá para siempre. Jesús aquà dio un testimonio poderoso de su propia persona. Al repetir los grandes hechos que son la sustancia de Su sermón, Jesús quiere hacer que la fe en los corazones de sus oyentes.
La enseñanza acerca de Jesús, Su persona y Su oficio, los grandes hechos de Su salvación, es el medio por el cual Dios atrae corazones al Salvador, obra la voluntad de creer Y en una breve declaración Jesús también dice la manera en que Ãl ganará la salvación. . Se entregará a sà mismo, su cuerpo, su carne, a la muerte, por la vida del mundo. La naturaleza humana de Cristo fue sacrificada, fue dada por la salvación del mundo entero, por todos los hombres sin excepción. De esta manera Jesús se convierte en Pan de Vida, Pan del Cielo.
VersÃculo 52
Los judÃos, por tanto, riñeron entre sÃ, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
VersÃculos 52-59
Vida a través del sacrificio de Cristo:
VersÃculo 53
Entonces Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo, que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros.
VersÃculo 54
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y lo resucitaré en el último dÃa.
VersÃculo 55
Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida.
VersÃculo 56
El que come mi carne y bebe mi sangre, en mà permanece y yo en él.
VersÃculo 57
Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que me come, él también vivirá por mÃ.
VersÃculo 58
Este es el Pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná y murieron; el que come de este Pan vivirá para siempre.
VersÃculo 59
Estas cosas las dijo en la sinagoga, mientras enseñaba en Capernaum.
Aunque Jesús habÃa tenido el cuidado de explicar su figura lo suficiente como para que todos pudieran haberlo entendido, la mayor parte de sus oyentes carecÃa de entendimiento. Hubo una división, una disputa entre ellos. Difirieron en su juicio sobre él. Algunos lo denunciaron severamente como loco, otros sugirieron que podrÃa haber algo de verdad en Sus palabras. Pero todos pensaron en comer y participar de forma fÃsica y sensual.
Jesús, por tanto, resume las lecciones que desea transmitir una vez más. Les dice que, de hecho, es esencial para todos los que desean tener la vida eterna que coman Su carne y beban Su sangre. Es necesario que todo creyente reciba a Jesús por la fe, en su obra completa de expiación, obediencia activa y pasiva, derramamiento de sangre y todo. Al hacerlo, el creyente tiene la seguridad de la vida eterna y se levantará en el último dÃa para ver la consumación de todas las glorias.
De esta manera, el cuerpo de Cristo es el verdadero alimento y Su sangre la verdadera bebida. De esta manera también se realiza la maravillosa unión de Cristo y los creyentes en él. Reciben a Cristo espiritualmente y están más Ãntima e inseparablemente unidos a Ãl. Habitan en el Salvador y el Salvador en ellos. Y esta maravillosa unión se extiende aún más. El Padre viviente ha enviado al Hijo; el Hijo, en esa relación misteriosa que expresa Su filiación eterna, vive a través del Padre; y asÃ, ambas personas de la Deidad son la Fuente de la vida y dan al creyente la plenitud de la vida perfecta, que durará por toda la eternidad.
El que cree en el Hijo pone su confianza, ante todo, en la naturaleza humana, en el hombre Jesucristo que murió por los pecados del mundo entero. Pero de ese modo también acepta y se aferra a la naturaleza divina, a la totalidad, la Deidad y todos Sus dones. AsÃ, la naturaleza humana de Cristo es como un puente entre Dios y el hombre. El que cree en Jesús Salvador, tiene a todo Cristo en sà mismo, según la naturaleza divina y humana, verdadero Dios y hombre.
Que los judÃos depositaran su confianza en el mero hecho histórico del maná en el desierto, creyendo que de alguna manera eran partÃcipes de los beneficios que llegaron a sus padres en ese momento, era una tonterÃa. Solo por la fe en Cristo, el Pan vivo del cielo, se puede obtener la vida eterna. Juan comenta, con su habitual especificación exacta de tiempo y lugar, que este maravilloso sermón se llevó a cabo en Capernaum, en la sinagoga.
Es indiferente si fue en sábado o en uno de los dÃas de la semana en que hubo servicios, el lunes o el jueves. Jesús dio un testimonio claro e inconfundible acerca de sà mismo, lleno de glorioso consuelo para el creyente.
"La Carne del Hijo del Hombre"
Desde la época de la Reforma, las sectas reformadas, casi sin excepción, han entendido el pasaje Juan 6:51 de la Cena del Señor, con el fin de reforzar su falsa doctrina sobre un mero comer y beber espiritual en la EucaristÃa. Su punto de vista puede resumirse en una frase: "Incluso si Cristo nos da Su carne en la Santa Cena, todavÃa no tiene valor, porque todo depende del espÃritu".
Que esta posición es insostenible es evidente por las mismas palabras. Porque si estas palabras del Señor trataran de la Cena del Señor, mucho antes de que este Sacramento fuera instituido y conocido, entonces la presencia real ciertamente se enseñarÃa aquÃ, un hecho que todos los seguidores de Zwinglio repudiarÃan con la mayor severidad. Pero las palabras en su conexión no pueden entenderse sino de la fe que acepta a Jesús y todas sus obras y méritos.
Y el contraste entre carne y espÃritu en el versÃculo 63 no tiene nada que ver con la EucaristÃa, ya que opone la obra del EspÃritu de Dios a la obra inútil de la condición natural del hombre. "Puesto que, entonces, es cierto e incontrovertible que la carne, donde se contrasta con el espÃritu, no puede significar el cuerpo de Cristo, sino el viejo Adán, nacido de la carne, es cierto, también, que aquÃ, Juan 6:63 , las palabras 'Carne no aprovechó para nada' no pueden entenderse del cuerpo de Cristo, porque allà Cristo pone carne en oposición al espÃritu.
Porque asà sus palabras se encuadernan claramente: el espÃritu es el que da vida, la carne para nada aprovechó; las palabras que yo os he hablado, son espÃritu y son vida. Allà puede ver claramente que Ãl distingue entre carne y espÃritu y coloca al primero en oposición al segundo. Porque evidentemente Ãl enseña que la vida y el espÃritu están en Sus palabras y no en la carne. De la carne afirma que es inútil.
¿Y cómo puede ser provechoso si no se encuentra en él ni vida ni espÃritu? Si no hay vida ni espÃritu en él, entonces sólo debe haber muerte y pecado. ¿Qué hereje ha estado ahora tan desesperado (excepto los judÃos) como para entender esto de la carne de Cristo? Ahora deje que los entusiastas se prueben a sà mismos; veamos qué pueden hacer; se han jactado de que se trataba de un muro de hierro y de la verdad cierta; si pueden hacer valer su jactancia, me gustarÃa verlo.
"" Comer y beber no es más que creer en el Señor Jesucristo, que dio su carne y su sangre por mÃ, para librarme del pecado, la muerte, el diablo, el infierno y toda desgracia. Tal fe nunca puede existir sin vida; por tanto, el que cree debe vivir y ser justo, como dice Habacuc, cap. 2: 4: El justo por la fe vivirá. Por tanto, la comida se hace con el corazón y no con la boca.
El comer con el corazón no engaña, pero el comer con la boca sÃ; el comer con la boca tendrá un final, el otro dura eternamente sin interrupción. Porque el corazón es nutrido y alimentado por la fe en Cristo. Allà se ve claramente que estas palabras no deben entenderse del Sacramento del Altar. Por tanto, comer la carne del Hijo de Dios y beber su sangre, como se ha dicho, no es otra cosa que creer que su carne fue entregada por mà y su sangre derramada por mÃ, y que por mà conquistó el pecado. , muerte, diablo, infierno y toda desgracia.
De tal fe resulta una gran y poderosa confianza en Ãl y un desprecio y un valor audaz contra toda desgracia, que de ahora en adelante no temeré a nada, ni al pecado, ni a la muerte, ni al diablo, ni al infierno, ya que sé que mi Señor los arrojó bajo Sus pies. y los venció por mi causa. "
VersÃculo 60
Muchos; Por tanto, de sus discÃpulos, cuando oyeron esto, dijeron: Dura es esta palabra; quien puede escucharlo?
VersÃculos 60-65
La ofensa de muchos discÃpulos.
Los discÃpulos murmuran:
VersÃculo 61
Cuando Jesús supo en sà mismo que sus discÃpulos murmuraban al respecto, les dijo: ¿Esto os ofende?
VersÃculo 62
¿Y si veis al Hijo del Hombre ascender adonde estaba antes?
VersÃculo 63
El EspÃritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espÃritu y son vida.
VersÃculo 64
Pero hay algunos de ustedes que no creen. Porque Jesús sabÃa desde el principio quiénes eran los que no creÃan y quién le iba a entregar.
VersÃculo 65
Y dijo: Por eso os dije que nadie puede venir a mà si no le fuere dado de mi Padre.
Jesús habÃa ganado un número considerable de seguidores en Galilea, personas que quedaron impresionadas tanto por sus milagros como por su predicación y, por lo tanto, lo acompañaron siempre que pudieron. Estas personas acababan de escuchar un maravilloso sermón de boca del Maestro. HabÃan aprendido que la fe es una obra que Dios desea de los hombres, que Jesús es el dador de vida, que la gracia de Dios en Jesús es universal y que nadie es rechazado, que hay una elección de gracia por la cual aquellos a quienes Dios ha dado al Hijo hecho partÃcipes de la gracia, que la fe es obra de Dios, que atrae a Cristo, que los creyentes están seguros de la vida eterna, que la hay.
una comunicación de atributos en la Deidad, entre la naturaleza divina y humana de Cristo, que hay una unión mÃstica entre Dios el Padre y el Hijo y los creyentes. Y sin embargo, algunos de estos discÃpulos se sintieron ofendidos; les resultó difÃcil decir que la carne y la sangre de este Hombre debÃan dar vida eterna. Aunque este murmullo de insatisfacción se prolongó suavemente, la omnisciencia de Jesús era plenamente consciente de ello y los reprendió por aprovechar la ocasión para tropezar aquÃ.
Cuando lo vieran subir al cielo, de donde descendió, o se escandalizarÃan aún más, o tendrÃan que convencerse. Entonces también entenderÃan lo que quiso decir cuando dijo que debÃan comer su carne. Porque entonces su débil naturaleza humana estarÃa imbuida y unida para siempre con lo divino, con la manera celestial de ser. Entonces Su carne serÃa espiritualizada, Su cuerpo glorificado.
Esa serÃa una prueba visible del hecho de que descendió del cielo. Sabiendo esto de antemano, deben recordar que el espÃritu da vida, que la carne no tiene valor. Todas las cosas materiales y terrenales que están asociadas con la derivación pecaminosa del hombre no tienen valor para la vida espiritual. Solo las palabras de Cristo contienen espÃritu y vida, dan espÃritu y vida. La razón de su ofensa, por tanto, no está en Cristo, sino en ellos mismos: no creen.
Dependen de la comprensión e interpretación humana y carnal de todo lo relacionado con ellos; se niegan a dejar que el EspÃritu de Cristo obre en ellos y les dé vida. Desde el principio, Jesús supo que entre sus discÃpulos habÃa personas que no eran verdaderos creyentes; desde el principio también conoció a su traidor. Una vez más, les envÃa su más sincera advertencia de que venir a Cristo es un don de Dios, que atrae a los hombres por la fe.
El hecho de que haya incrédulos incluso entre los discÃpulos es una prueba de la afirmación de que nadie puede creer a menos que reciba esta fe del Padre, que nadie puede venir a Cristo por sus propias fuerzas: Nota: El resultado de predicar libremente el El evangelio de la pura verdad en cuanto al camino de la salvación es siempre éste, que algunos se ofenden; su justicia propia y su orgullo se rebelan contra la idea de la gracia y la misericordia gratuitas.
VersÃculo 66
Desde ese momento, muchos de sus discÃpulos regresaron y ya no caminaban con él.
VersÃculos 66-71
La lealtad de los Doce:
VersÃculo 67
Entonces Jesús dijo a los Doce: ¿Os iréis también vosotros?
VersÃculo 68
Entonces Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
VersÃculo 69
Y creemos y estamos seguros de que Tú eres ese Cristo, el Hijo del Dios viviente.
VersÃculo 70
Jesús les respondió: ¿No os he elegido a los doce, y uno de vosotros es el diablo?
VersÃculo 71
Habló de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque él era el que le iba a traicionar, siendo uno de los Doce.
A pesar de la advertencia de Jesús, muchos de los que lo habÃan seguido durante algún tiempo se apartaron deliberadamente de Jesús y ya no lo acompañaron en sus viajes de predicación. Renunciaron a su adhesión a Cristo, se retiraron abiertamente de Su presencia. No habÃan resistido la prueba de la fe. Siempre es asÃ. Entre los verdaderos creyentes siempre hay algunos cuya fe no es sólida, porque no se basa únicamente en las palabras y obras de Jesús.
Jesús se dirigió ahora a los Doce, a los apóstoles que habÃa elegido con tanto cuidado. Estaban aquà atravesando una crisis, y Ãl les hizo la pregunta, también para que pudieran ser confirmados en su fe, para que Ãl se alegrara por su confesión. Sus palabras son en parte una pregunta, en parte una afirmación: ¡Seguro que tú también no quieres irte! Y el impetuoso Pedro, profundamente conmovido por la deserción del gran número, responde en nombre de los Doce: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y hemos creÃdo y estamos seguros de nuestro conocimiento de que Tú eres el Cristo, el Santo, el Hijo de Dios viviente, el MesÃas del mundo.
Los apóstoles no se habÃan ofendido por las palabras de Cristo. En medio de la apostasÃa y la hostilidad se aprueba la fe de los verdaderos creyentes. Es en esos momentos en que se aferran más estrechamente a la Roca de su salvación, no con emoción sentimental, sino con la firme confianza en Su Palabra, el Evangelio de la vida eterna. Todo el que verdaderamente ha aprendido y adquirido la firme convicción de que Jesucristo es el Hijo de Dios, el Redentor prometido del mundo, no tiene la intención ni el deseo de apartarse de Ãl.
La verdad y el poder de la palabra se han apoderado plenamente de su corazón y su mente. Nota: La confesión en Cristo, el Salvador, es la confesión en Cristo, el Hijo de Dios, verdadero Dios con el Padre y el EspÃritu Santo. La respuesta de Jesús a la gloriosa confesión de Pedro estuvo cargada de profundo sentimiento y llevó una advertencia, especialmente a uno de los Doce. Porque aunque Jesús los habÃa elegido a todos de la misma manera y con la misma seriedad, uno de ellos era un diablo de corazón y simplemente ocultaba su negación y hostilidad bajo la máscara hipócrita de la lealtad.
Ese fue Judas Iscariote. En él, el diablo vivÃa y tenÃa juego libre, era la vÃctima voluntaria y la herramienta de Satanás. Ese es un crimen verdaderamente diabólico, si un discÃpulo, un creyente, como lo fue Judas, que realmente reconoce a Jesús como el Cristo y ha tenido muchas experiencias en su vida cristiana, finalmente abandona su fe en el Salvador y se convierte en apóstata. El ejemplo de Judas sirve como una seria advertencia para velar y orar, no sea que la fe sea quitada y cometamos el pecado de Judas, traicionando a nuestro Señor y Salvador.
Resumen. Jesús alimenta a cinco mil hombres, camina sobre el mar de Galilea, se proclama a sà mismo como el pan de vida en la escuela de Capernaum, corrige la falsa ofensa de muchos de sus seguidores y escucha la confesión de lealtad de Pedro.