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Thursday, July 17th, 2025
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
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Bible Commentaries
Comentario BÃblico Católico de Haydock Comentario Católico de Haydock
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Haydock, George Leo. "Comentario sobre John 6". "Comentario BÃblico Católico de Haydock". https://studylight.org/commentaries/spa/hcc/john-6.html. 1859.
Haydock, George Leo. "Comentario sobre John 6". "Comentario BÃblico Católico de Haydock". https://studylight.org/
Whole Bible (30)New Testament (6)Gospels Only (1)Individual Books (4)
VersÃculo 1
Galilea. San Juan no suele relatar lo que mencionan los otros evangelistas, especialmente lo que sucedió en Galilea. Si lo hace en esta ocasión, es a propósito para introducir el tema del pan celestial, que comienza en el ver. 37. Parece, además, haber tenido en cuenta la descripción de las diferentes pascuas durante el ministerio público de Cristo. Como él, por lo tanto, permaneció en Galilea durante la tercera pascua, relata bastante completamente lo que sucedió durante ese tiempo.
También debemos señalar, que como los otros tres evangelistas dan, en los mismos términos, la institución del santÃsimo sacramento, San Juan omite la institución, pero detalla las repetidas promesas de Jesucristo, relativas a este gran misterio.
VersÃculo 4
Debido a las circunstancias de la pascua, el número de los que siguieron a Jesús aumentó enormemente. (Biblia de Vence)
VersÃculo 5
Nuestro Señor dijo primero, (Mateo xiv. 16.) Dales de comer; pero luego, acomodándose a la debilidad de sus discÃpulos, dice: ¿De dónde compraremos el pan? Entonces no hay contradicción.
VersÃculo 10
El texto de San Mateo añade: sin contar las mujeres y los niños, que posiblemente equivaldrÃan a un número igual.
VersÃculo 11
En griego, hay esta adición: Ãl distribuyó a los discÃpulos, y los discÃpulos a los que estaban sentados. El sirÃaco y algunas copias griegas están de acuerdo con la Vulgata.
VersÃculo 12
Para hacer el milagro aún más conspicuo para la multitud, Jesucristo mostró que no solo se suplieron sus necesidades actuales, sino que quedaba tanto, o más, después de que todos fueron satisfechos, de lo que se le habÃa presentado al principio. .
VersÃculo 14
El Profeta en verdad. Es decir, el MesÃas. (Witham)
VersÃculo 15
San Juan corrige aquà lo que se relaciona con Jesús, y luego lo que se relaciona con los discÃpulos. Porque si atendemos al orden de los tiempos, los apóstoles subieron a la barca antes de que Jesús fuera al monte. Pero, en asuntos de esta naturaleza, es habitual que los historiadores sigan su propia elección. (Polus, Synop. CrÃtico.)
VersÃculo 19
Cinco y veinte o treinta estadios. Aproximadamente tres o cuatro millas.
VersÃculo 21
En San Mateo xiv. 26. y San Marcos vi. 51. encontramos que Jesús entró en la barca. San Juan no lo niega; pero observa una circunstancia que los demás no notaron: la embarcación estaba en ese momento en tierra. (Biblia de Vence)
VersÃculo 26
Cristo no respondió expresamente a sus palabras, pero respondió a sus pensamientos. Porque parece que le han hecho esta pregunta, para que, halagándolo, lo induzcan a realizar otro milagro, similar al anterior; pero Cristo les responde que no busquen su prosperidad temporal, sino su bienestar eterno. La Iglesia se llena a diario, dice San AgustÃn, de quienes vienen a pedir ventajas temporales, para escapar de esta calamidad, obtener esa ventaja en sus preocupaciones temporales: pero apenas hay quien busque a Cristo, y le rinde su adoración, a través del puro amor que le tiene. (Maldonatus)
VersÃculo 27
Para él ha sellado Dios el Padre. El sentido parece ser que Cristo, habiendo obrado tantos milagros en el nombre de su Padre, el Padre mismo ha dado testimonio en su favor y ha testificado, por asà decirlo, bajo su sello, que Jesús es su verdadero Hijo, a quien envió. en el mundo. (Witham)
VersÃculo 30
¿Qué señal, pues, muestras? Y previendo que podrÃa, con gran propiedad, alegar el reciente milagro, lo contrastan con lo que Moisés realizó en el desierto. Es cierto, dicen, que una vez alimentaste a 5.000 personas con cinco panes; pero nuestros padres, hasta 600.000, comieron, no una vez, sino durante cuarenta años, maná en el desierto; una especie de alimento infinitamente superior al pan de cebada. (Biblia de Vence) Ver Números i. 46.
VersÃculo 31
Habiendo declarado Cristo que era más grande que Moisés, (puesto que Moisés no podÃa prometerles pan que nunca perecerÃa), los judÃos deseaban alguna señal por la cual pudieran creer en él; por eso dicen: Nuestros padres comieron el maná en el desierto, pero tú solo nos diste pan; ¿Dónde, pues, está la comida que no perece? Por tanto, Cristo les responde que la comida que Moisés les dio no era el verdadero maná del cielo, sino que era sólo una figura de sà mismo, que descendió del cielo para dar vida al mundo.
(San AgustÃn) &mdash- San Juan Crisóstomo observa que los judÃos aquà reconocen que Cristo es Dios, ya que le ruegan a Cristo no meramente que le pida a su Padre que se lo dé; pero tú nos la das.
VersÃculo 32
Moisés no os dio pan del cielo; es decir, el maná no fue dado a sus antepasados ââpor Moisés, sino por la bondad de Dios. En segundo lugar, ni vino del cielo, sino de las nubes, o solo de la región del aire. En tercer lugar, no hizo vivir eternamente a los que lo comen; pero los que me comen espiritualmente, el pan vivo; es decir, cree en mà y guarda mis mandamientos, vivirá para siempre. &mdash- Ver.
37, 44 y 66. Nadie puede venir a mÃ, a menos que el Padre lo atraiga. [1] Estos versÃculos son comúnmente expuestos por los elegidos de Dios; que no sólo son llamados, sino salvados, por una particular misericordia y providencia de Dios. Se dice que Dios los atrae hacia sà con gracias especiales y eficaces, pero sin ninguna fuerza o necesidad, sin perjuicio de la libertad de su libre albedrÃo. Se dice que un hombre, dice San AgustÃn, se siente atraÃdo por sus placeres y por lo que ama. (Witham)
VersÃculo 33
Una vida de inmortalidad y felicidad eterna para todos los que la reciban dignamente.
VersÃculo 34
San AgustÃn, con todos los Padres, creÃa que los judÃos no entendÃan esto en su sentido correcto; pero sólo entendÃa un pan material, de excelencia superior al maná, que les preservarÃa la salud y la vida para siempre (San AgustÃn); o al menos, un pan mucho más delicioso, del que disfrutarÃan durante toda su vida.
VersÃculo 36
ExigÃs este pan; he aquà que está delante de ti, y sin embargo no lo comes. Yo soy el pan; creer en mà es comerme. Me ves, pero no crees en mÃ. (San AgustÃn) &mdash- A este lugar se refieren esas palabras de San AgustÃn: "¿Por qué preparas los dientes y la barriga? Créeme, y me has comido". Palabras que no destruyen la presencia real, de la que no está hablando en este versÃculo.
(Maldonatus, 35.) &mdash- Jesucristo los conduce gradualmente a este gran misterio, que él sabe que será una piedra de tropiezo para muchos. El capÃtulo comienza con la multiplicación milagrosa de los panes; luego Cristo caminando sobre el mar; a continuación, culpa a los judÃos por seguirlo no por la fe en sus milagros, sino por los panes y los peces, y les dice que trabajen por ese alimento que no perece, creyendo en Aquel a quien el Padre habÃa enviado; y luego promete que lo que sus padres habÃan recibido sólo en figura, el maná, lo recibirán los fieles en realidad; su propio cuerpo y sangre.
VersÃculo 37
[BIBLIOGRAFÃA]
Nisi pater traxerit eum. San AgustÃn, trac. 26, pág. 495. noli te cogitare invitum trahi; trahitur animus et amore. -trahit sua quemque voluptas. Virg. Ecl. ii.
VersÃculo 38
Cristo no dice esto como si no hiciera lo que deseaba; pero nos recomienda su humildad. El que a mà viene, no será echado, sino que se incorporará a mÃ, porque no hará su voluntad, sino la de mi Padre. Y por tanto, no será expulsado; porque cuando estaba orgulloso, hizo su propia voluntad y fue rechazado. Nadie más que los humildes puede venir a mÃ. (San Hilario y San AgustÃn) &mdash- Una fe humilde y sincera es esencialmente necesaria para creer los grandes misterios de la fe católica, por medio de la cual llegamos a Dios y creemos en Dios. (Haydock)
VersÃculo 41
Yo soy el pan vivo, que descendió del cielo. Estos judÃos no creÃan que Cristo era el verdadero y eterno Hijo de Dios, que descendió del cielo y se hizo carne, se hizo hombre. Habla de esta fe en él, cuando se llama a sà mismo el pan vivo, el pan mÃstico de vida, que vino a dar vida eterna a todos los creyentes verdaderos y fieles. En este sentido San AgustÃn dijo, (trac.
xxv. pag. 489) ¿Por qué preparas tus dientes y tu vientre? cree solamente, y comerás; pero luego pasa a su presencia sacramental y real en el santo sacramento. (Witham)
VersÃculo 44
Dibujarlo. No por coacción, ni sometiendo el libre albedrÃo a ninguna necesidad, sino por los fuertes y dulces movimientos de su gracia celestial. (Challoner) &mdash- Nos atrae al Padre algún placer, deleite o amor secreto que nos lleva al Padre. "Cree y vienes al Padre", dice San AgustÃn, "Ama y eres atraÃdo. Los judÃos no podÃan creer, porque no querÃan". Dios, por su poder, pudo haber vencido la dureza de su corazón; pero no estaba obligado a hacerlo; tampoco tenÃan derecho a esperar este favor, después de los muchos milagros que habÃan visto. (Calmet)
VersÃculo 45
Por tanto, todo aquel que ha oÃdo hablar del Padre y ha aprendido de él quién soy, viene a mà por fe y obediencia. En cuanto a otros, cuando la Escritura dice que son enseñados por Dios, esto debe entenderse como una instrucción espiritual interior, que tiene lugar en el alma y no cae bajo los sentidos; pero no menos real por eso, porque es el corazón el que escucha la voz de este maestro invisible.
VersÃculo 47
Asà concluye Jesucristo la primera parte de su discurso: "Amén, amén, el que cree en mÃ, tiene vida eterna"; que muestra que la fe es una predisposición necesaria al pan celestial.
VersÃculo 48
Porque la multitud seguÃa insistiendo en mendigar su alimento corporal y recordando el alimento que les fue dado a sus padres, Cristo, para mostrar que todos eran figuras del presente alimento espiritual, respondió que él era el pan de vida. (Theophylactus) &mdash- Aquà Jesucristo pasa a la segunda parte de su discurso, en el que explica plenamente qué es ese pan de vida, que está a punto de conferir a la humanidad en el misterio de la sagrada EucaristÃa.
Luego declara, en primer lugar, que él es el pan de vida eterna, y menciona sus diversas propiedades; y en segundo lugar, aplica a su propia persona ya su propia carne la idea de este pan, tal como él lo ha definido.
VersÃculo 51
Cristo ya no llama a la fe en él, ni a la predicación del evangelio, el pan que les dará; pero declara que es su propia carne, y la carne que será dada por la vida del mundo. (Calmet) &mdash- Este pan luego lo dio Cristo, cuando dio el misterio de su cuerpo y sangre a sus discÃpulos. (Ven. Bede)
VersÃculo 52
El pan que daré es mi carne para la vida del mundo. [2] En la mayorÃa de las copias griegas que leemos, es mi carne la que daré por la vida del mundo. Cristo aquà prometió lo que luego instituyó y dio en su última cena. Promete dar su cuerpo y sangre para ser comido; el mismo cuerpo (aunque la manera sea diferente) que darÃa en la cruz por la redención del mundo.
Los judÃos de Cafarnaún se escandalizaron en ese momento. ¿Cómo (dijeron) este hombre puede darnos su carne para comer? Pero a pesar de sus murmuraciones y de la ofensa que sus palabras habÃan causado, incluso a muchos de sus discÃpulos, estaba tan lejos de revocar o exponer lo que habÃa dicho de algún sentido figurativo o metafórico, que confirmó la misma verdad en el más claro. y términos más fuertes. Amén, amén, les digo, a menos que coman, etc.
Y de nuevo, (ver. 56.) Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. No puedo dejar de notar lo que San Juan Crisóstomo y San Cirilo, en sus comentarios sobre este lugar, nos han dejado sobre estas palabras: ¿Cómo puede este hombre hacer esto? Estas palabras que ponen en tela de juicio el omnipotente e incomprensible poder de Dios, que les impide, dice San Juan Crisóstomo, creer todos los demás misterios y milagros: bien podrÃan haber dicho: ¿Cómo pudo Ãl con cinco panes alimentar a cinco mil hombres? Esta pregunta, ¿cómo puede hacer esto? Es una cuestión de infieles e incrédulos.
San Cirilo dice que ¿cómo, o cómo puede hacer esto? sin una locura, no se puede aplicar a Dios. En segundo lugar, lo llama una cuestión de blasfemia. En tercer lugar, una palabra judÃa, por la que estos cafarnaÃtas merecÃan los más severos castigos. En cuarto lugar, los refuta con las palabras del profeta IsaÃas (lv. 9.) que los pensamientos y caminos de Dios están tan por encima de los de los hombres como los cielos por encima de la tierra.
Pero si estos cafarnaÃtas, que no sabÃan quién era Jesús, fueron justamente culpados por su dicho judÃo incrédulo, tonto y blasfemo, ¿cómo puede darnos su carne para comer? mucho más censurables son los cristianos que, contra las palabras de la Escritura, contra el consentimiento unánime y la autoridad de todas las Iglesias cristianas en todas partes del mundo, se niegan a creer en su presencia real, y no tienen nada que decir, pero con los obstinados CafarnaÃtas, ¿cómo se puede hacer esto? Sus respuestas son las mismas, o no mejores, cuando nos dicen que la presencia real contradice sus sentidos, su razón, que saben que es falsa.
También podemos observar, con diversos intérpretes, que si los cristianos no han de creer que Jesucristo es el mismo Dios con el Padre eterno, y que está verdadera y realmente presente en el santo sacramento de la EucaristÃa, será difÃcil. negar que Cristo mismo indujo a los hombres a cometer estos errores, lo cual es una blasfemia. Porque es evidente, y más allá de toda disputa, que los judÃos murmuraron, se quejaron y entendieron que Cristo varias veces se hizo Dios e igual al Padre de todos.
En segundo lugar, cuando en este capÃtulo les dijo que les darÃa su carne para comer, etc. estaban conmocionados en sumo grado: gritaban, esto no podÃa ser, que estas palabras y este discurso eran duros y ásperos, y por eso mismo muchos de los que habÃan sido sus discÃpulos hasta ese momento, se apartaron de él y se marcharon. él y su doctrina. ¿No era entonces por lo menos el momento oportuno de enderezar a sus oyentes quejumbrosos, de evitar las opiniones blasfemas e idólatras de las edades siguientes, incluso de todas las iglesias cristianas, al decirles a sus discÃpulos al menos, que él era sólo un Dios nominal, en un sentido metafórico e impropio; que hablaba sólo de que su cuerpo estaba presente en unsentido figurativo y metafórico en la sagrada EucaristÃa? Si somos engañados, ¿quién nos engañó sino el mismo Cristo, que tantas veces repitió los mismos puntos de nuestra creencia? Sus apóstoles no deben ser estimados menos culpables al afirmar lo mismo, tanto en lo que respecta a la divinidad de Cristo como a su presencia real en el santo sacramento, como se verá más adelante.
(Witham) &mdash- Compara las palabras aquà dichas con las que pronunció en su última cena, y verás que lo que promete aquà se cumplió entonces: "este es mi cuerpo entregado por ti". Por eso, los santos Padres siempre han explicado este capÃtulo de San Juan, como se habla del bendito sacramento. Vea las reflexiones finales a continuación.
[BIBLIOGRAFÃA]
Quomodo potest hic, etc. Griego: pos dunatai outos; San Juan Crisóstomo, hom. xlv. en Joan. en griego, hom. xlvi. Tomás. 8, pág. 272. Griego: otan gar e zetesis tou pos eiselthe, sunerchetai kai apistia. San Cirilo, lib. iv. en Joan. pag. 359. Illud quomodo stulte de Deo proferunt, griego: to pos anoetos epi theou legousin. &mdash- Hoc loquendi genus omni scatere blasfemia, griego: dusphemias apases.
&mdash- Judaicum verbum. Griego: pos Ioudaikon rema. Se da cuenta de cuánto la naturaleza y el poder de Dios están por encima de la capacidad humana; lo muestra con ejemplos, y luego concluye, (p. 360) De quibus miraculis si tuum illud quomodo subinde inferas, omni plane Scripturæ Divinæ fidem derogabis, griego: ole pantelos apeitheseis theia graphe.
VersÃculo 53
Como los judÃos decÃan que era imposible darles de comer su carne, Cristo les responde diciéndoles que, lejos de ser imposible, es muy necesario que la coman. "A menos que comas", etc. (San Juan Crisóstomo) &mdash- No es la carne de un simple hombre, sino la carne de un Dios, capaz de hacer al hombre divino, embriagándolo, por asà decirlo, con la divinidad. (Theophylactus) Véase Maldonatus.
VersÃculo 54
A menos que comas ... y bebas, etc. Recibir tanto el cuerpo como la sangre de Cristo, es un precepto divino, insinuado en este texto; que los fieles cumplen, aunque reciben de una sola especie; porque de una especie reciben tanto el cuerpo como la sangre, que no pueden separarse entre sÃ. Por tanto, aquà se promete la vida eterna al que la recibe dignamente, aunque de una sola especie: (ver.52). Si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré, es mi carne para la vida. del mundo: (ver. 58.) El que me come, él también vivirá por mÃ: (ver. 59.) El que come de este pan vivirá para siempre. (Challoner)
VersÃculo 55
Jesucristo, para confirmar la noción que sus discÃpulos habÃan formado de un comer real de su cuerpo, y para eliminar toda interpretación metafórica de sus palabras, inmediatamente agrega: "A menos que coman la carne del Hijo del Hombre y beban su sangre, ustedes no tendrá vida en ti ... Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida "; lo que no podrÃa ser asÃ, si, como pretenden los sectarios, lo que nos da en el bendito sacramento es un poco de pan; y si es una figura, ciertamente no tan llamativa como el maná.
VersÃculo 58
Como el Padre viviente me envió a mÃ, su único, su verdadero Hijo, para hacerse hombre; y vivo por el Padre, procediendo siempre de él; asà que el que me come, primero solo por fe, creyendo en mÃ; y en segundo lugar, el que come mi cuerpo y mi sangre, verdaderamente hizo carne y bebida, aunque de una manera espiritual (no de esa manera visible y sangrienta como los cafarnaÃtas se imaginaban a sà mismos) vivirá por mà y vivirá para siempre, feliz en el reino de mi gloria. (Witham)
VersÃculo 61
Si Cristo no hubiera querido decir nada más que que sus discÃpulos fueran llenos de su doctrina, que siendo su carne y sangre, no habrÃa sido difÃcil decirlo; tampoco habrÃa sorprendido a los judÃos. Ya lo habÃa dicho en la primera parte de su discurso: pero continúa en términos aún más fuertes, a pesar de sus quejas; y, como ignoraban cómo cumplirÃa su promesa, lo dejaron, (Calmet) y siguieron el ejemplo de los demás judÃos incrédulos, como todos los futuros sectaristas lo han hecho, diciendo: ¿cómo se puede hacer esto?
VersÃculo 62
Si no puedes creer que puedo darte de comer mi carne, ahora que vivo entre vosotros, ¿cómo vas a creer que, después de mi ascensión, puedo darte de comer mi carne glorificada e inmortal, sentada a mi diestra? de la majestad de Dios? (Biblia de Vence)
VersÃculo 63
Si entonces veras, & c. Cristo, al mencionar su ascensión, mediante este ejemplo de su poder y divinidad, confirmarÃa la verdad de lo que habÃa afirmado antes; al mismo tiempo, corrija su asquerosa aprensión de comer su carne y beber su sangre, de una manera vulgar y carnal, haciéndoles saber que debe llevarse todo su cuerpo viviendo con él al cielo; y en consecuencia no permitir que sea, como ellos suponÃan, dividido, destrozado y consumido sobre la tierra.
(Challoner) &mdash- El sentido de estas palabras, según la exposición común, es este: murmuras ante mis palabras, tan duras y duras, y te niegas ahora a creerlas: cuando yo ascienda al cielo, de donde vino al mundo, y cuando mi ascensión y la doctrina que les he enseñado sean confirmadas por una multitud de milagros, entonces ustedes y muchos otros creerán. (Witham)
VersÃculo 64
La carne para nada aprovecha. La carne muerta, separada del espÃritu, de la manera grosera que suponÃan que debÃan comer su carne, no servirÃa de nada. Tampoco aprovecha la carne del hombre, es decir, la aprehensión natural y carnal del hombre (que se niega a someterse al espÃritu y a las palabras de Cristo). Pero serÃa el colmo de la blasfemia, decir que la carne viva de Cristo (que recibimos en el sacramento bendito, con su espÃritu, es decir, con su alma y divinidad) de nada aprovecha.
Porque si la carne de Cristo no nos hubiera aprovechado en nada, nunca se habrÃa hecho carne por nosotros, ni habrÃa muerto en la carne por nosotros. &mdash- Son espÃritu y vida. Proponiéndoles un sacramento celestial, en el que recibirán, de manera maravillosa, espÃritu, gracia y vida. Estas palabras corrigen suficientemente la imaginación burda y carnal de estos cafarnaÃtas, que él significaba para ellos que su cuerpo y sangre comieran de manera visible y sangrienta, como carne, dice S.
AgustÃn, se vende en el mercado y en el caos; [3] pero no implican solo una presencia figurativa o metafórica. La forma de la presencia de Cristo es espiritual y bajo las apariencias externas de pan y vino; pero, sin embargo, está allà verdadera y realmente presente, mediante un cambio de la sustancia del pan y del vino en la sustancia de su cuerpo y sangre, que se convierten verdadera y realmente en nuestro alimento espiritual, y son verdadera y realmente recibidos en el santo sacramento.
&mdash Cuando te prometo la vida si comes mi carne, no quiero que entiendas esto de esa manera grosera y carnal, de cortar mis miembros en pedazos: tales ideas están lejos de mi mente: la carne se beneficia nada.
En las Escrituras, la palabra carne a menudo se usa para la manera carnal de entender cualquier cosa. Si quieren entrar en el espÃritu de mis palabras, eleven su corazón a una forma más elevada y espiritual de entenderlas. (Calmet) &mdash- El lector puede consultar Des Mahis, p. 165, un converso del protestantismo, y que ha probado la doctrina católica sobre la EucaristÃa de la manera más satisfactoria, a partir de la palabra escrita.
Donde muestra que Jesucristo, hablando de su propio cuerpo, nunca dice la carne, sino mi carne: el primer modo de expresión se usa para significar, como hemos observado anteriormente, una manera carnal de entender cualquier cosa.
[BIBLIOGRAFÃA]
San AgustÃn, 27. p. 503, carnem quippe intellexerunt, quomodo in cadavere dilaniatur, aut in macello venditur.
[BIBLIOGRAFÃA]
San AgustÃn, 27. p. 503, caro non prodest quicquam, sed caro sola ... nam si caro nihil prodesset, verbum caro non fieret.
VersÃculo 68
Jesús dijo a los doce: ¿Os iréis también vosotros? Ãl les muestra, dice San Juan Crisóstomo, que no los necesitaba y, por lo tanto, los deja a su libre elección. (Witham) &mdash- Jesucristo comentando en el versÃculo anterior que los discÃpulos apóstatas lo habÃan dejado, para no caminar más con él, volviéndose hacia los doce, les pregunta:¿Tú también te irás? Los doce habÃan escuchado todo lo que pasaba; habÃan visto a los judÃos luchar entre ellos ya los discÃpulos murmurar y dejar a su Maestro; entendieron lo que dijo en el mismo sentido literal; de hecho, no podrÃa tener otro significado; pero cuando Jesús les hizo la pregunta anterior, dejándolos a su libre elección, si seguirlo o retirarse, Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna"; y por lo tanto eres capaz de cumplir tus palabras, por duras y difÃciles que puedan parecer a los demás.
&mdash- Podemos admirar aquà no sólo la excelencia de su fe, sino el motivo claro pero noble de su fe: creen, porque él es Cristo, el Hijo de Dios (o, como en el griego, el Hijo del Dios vivo) quien es absolutamente incapaz de engañar a sus criaturas, y cuyo poder es perfectamente igual para cumplir las promesas que aquà les hace.
VersÃculo 69
Simón Pedro, el principal de ellos, dijo en nombre de los demás: Señor, ¿a quién iremos? Solo de ti esperamos la salvación. Tú tienes palabras de vida eterna: nosotros hemos creÃdo y conocido, y permanecemos en esta creencia, que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. (Witham)
Reflexiones finales sobre este capÃtulo.
Si tomamos en consideración todas las circunstancias de este capÃtulo, será difÃcil concebir cómo alguien puede hacer pensar que no hay conexión entre este capÃtulo y la institución del bendito sacramento. Debe proceder, como afirma el Dr. Clever, el obispo protestante de Bangor, "por temor a dar ventaja a la doctrina de la transubstanciación". Añade además: "si bien la institución se considera sólo un memorial, nada puede estar más lejos de ser simple".
"Ver su Sermón sobre la Cena del Señor. Los santos Padres han entendido por unanimidad estas repetidas promesas de Cristo con una referencia a la institución. San Cipriano, de la tercera edad [siglo] citando las promesas de Cristo, el pan que daré , es mi carne, para la vida del mundo, deduce esta conclusión: âPor eso es manifiesto que tienen esta vida los que tocan su cuerpo y reciben la EucaristÃa.
"Qui corpus ejus attingunt. (De Orat. Dom. P. 147.) San Hilario, de la cuarta edad [siglo], citando las palabras de Cristo, dice:" No hay lugar para dudar de la verdad de la carne y la sangre de Cristo , de veritate carnis et sanguinis non relictus est ambigendi locus; porque ahora, por la profesión del Señor mismo, y según nuestra creencia, es verdaderamente carne y verdaderamente sangre "(De Trin. lib. viii. p.
954-6.) San Basilio, también del siglo IV, citando el ver. 53 y 54 de este capÃtulo, dice: âsobre las cosas que Dios ha dicho no debe haber vacilación, ni duda, sino una firme convicción de que todo es verdad y posible, aunque la naturaleza esté en contra de ello: Griego: Kan e phusis machetai. Aquà radica la lucha de la fe ". (Reg. Viii. Moral. T. 2, p. 240.) De nuevo el mismo santo dice: "Es muy provechoso todos los dÃas, participar del cuerpo y la sangre de Cristo, griego: phagein to soma kai piein to aima tou kuriou emon, porque el que come mi carne.
&C. (Juan vi. 55.) &mdash San Ambrosio, de la misma edad, dice: "El maná en el desierto fue dado en figura. Has conocido cosas más excelentes. Porque la luz es preferible a la sombra; la verdad a la figura; el cuerpo de Cristo al maná del cielo.
Pero puedes decir: Veo algo más: ¿cómo afirmas que recibiré el cuerpo de Cristo? ". Ãl da esta respuesta:" Cuánto más poderosa es la virtud de la bendición divina que la de la naturaleza; ¿Porque por el primero, la naturaleza misma es cambiada? ... Si la bendición de los hombres (él aquà ejemplifica a Moisés cambiando una vara en una serpiente, y muchos otros cambios milagrosos) fue lo suficientemente poderosa para cambiar la naturaleza, ¿qué no debemos decir de la consagración divina, cuando operan las mismas palabras del Señor? Porque ese sacramento que recibimos se realiza por la palabra de Cristo.
Si la palabra de ElÃas pudiera hacer descender fuego del cielo, ¿no podrá la palabra de Cristo cambiar los elementos externos? ... La palabra de Cristo podrÃa sacar de la nada lo que no era, ¿no podrá cambiar el cosas que están en lo que no eran? ... ¿Se siguió el orden de la naturaleza cuando Jesús nació de una Virgen? Ciertamente no. Entonces, ¿por qué hay que buscar ese orden aquÃ? Fue la verdadera carne de Cristo, que fue crucificado, que fue sepultado; y este es verdaderamente el sacramento de su carne.
.. Nuestro Señor mismo proclama: Este es mi cuerpo. "&mdash- Si Jesucristo, durante su ministerio público, realizó tantos milagros visibles y palpables como leemos en los evangelios, ¿no fue para inducirnos a creer sin dudar? las verdades que escapan a nuestros sentidos y sobrepasan nuestra razón? Si creemos que el agua se transformó en vino en las bodas de Caná; si creemos que el pan en las manos de Cristo y sus apóstoles no disminuyó, por ser partido y dividido entre cinco mil, ¿por qué no podemos creer el milagro de la EucaristÃa con la autoridad de la palabra de Cristo, "el pan que les daré es mi carne?" Este es mi cuerpo ", etc. Ninguno de los antiguos Padres ha negado jamás la presencia real; ninguno de ellos ha dicho jamás que el cuerpo de Jesucristo se recibe sólo en figura.