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Thursday, July 17th, 2025
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
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Bible Commentaries
Comentario BÃblico Católico de Haydock Comentario Católico de Haydock
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Haydock, George Leo. "Comentario sobre 1 John 4". "Comentario BÃblico Católico de Haydock". https://studylight.org/commentaries/spa/hcc/1-john-4.html. 1859.
Haydock, George Leo. "Comentario sobre 1 John 4". "Comentario BÃblico Católico de Haydock". https://studylight.org/
Whole Bible (30)New Testament (6)Individual Books (2)
VersÃculo 1
Prueba los espÃritus; es decir, toda doctrina que oÃs: porque ahora hay muchos falsos maestros, falsos doctores y falsos profetas. (Witham) &mdash Sólo la Iglesia, no todo hombre privado, tiene que probar y discernir espÃritus.
VersÃculo 2
En esto se conoce al EspÃritu de Dios. Ãl les da a los nuevos conversos una primera marca general, por la cual podrÃan tener buenas razones para pensar que los maestros con los que se encontraron en esos dÃas tenÃan un buen espÃritu, eran de Dios, si confesaron y reconocieron que Jesucristo habÃa venido del cielo y a se han hecho carne o se han hecho hombre; es decir, ser verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Pero si (ver. 3) se encontraran con maestros de tal espÃritu que disuelve a Jesús, [1] negándole que sea el MesÃas o que sea verdaderamente Dios, o que sea un verdadero hombre, podrÃan concluir con certeza que tal los hombres no tenÃan un espÃritu verdadero, pero eran herejes, anticristos y precursores del gran anticristo.
Tal, incluso en la época de San Juan, era Simón el mago, quien, según San Epifanio, (hær. Xxi. P. 55. Ed Petav.) PretendÃa entre sus compatriotas, los samaritanos, que él mismo era Dios el Padre. , y entre los judÃos que él era Dios el Hijo, y que Jesús sufrió la muerte solo en apariencia. Su discÃpulo también, Meander, dijo que fue enviado del cielo para la salvación de los hombres. Véase San Epifanio, hær xxii.
pag. 61. 3. Cerinto, como también Carpocras, sostenÃa que Jesús era un simple hombre, nacido de José y MarÃa, y también diferente de Cristo. Ver San Epifanio, hær. xxxvii. y xxix. pag. 102. y 110. 4. Ebion sostuvo prácticamente lo mismo. Véase el mismo San Epifanio, hær. xxx. pag. 142. Estos herejes y buzos de sus seguidores dividieron a Jesús y destruyeron la fe y el misterio de la Encarnación. (Witham) &mdash- Todo espÃritu que confiesa, etc.
No es que la sola confesión de este punto de fe sea suficiente en todo momento y en todos los casos; pero que con relación a ese tiempo, y para esa parte de la doctrina cristiana, que entonces fue particularmente para ser confesada, enseñada y mantenida contra los herejes de aquellos dÃas, esta era la muestra más apropiada por la cual los verdaderos maestros podÃan ser distinguidos. de lo falso. (Challoner)
[BIBLIOGRAFÃA]
Qui solvit Jesum. Griego: Kataluei se lee en algunos manuscritos y debe haber sido la lectura que siguió el intérprete de latÃn. Leemos lo mismo en San Ireneo, lib. 3. cap. xviii. pag. 197. Ed. Feuardentii; en Tertuliano, lib. 5. cont. Marcion. Cap. xvi. pag. 481. Ed. Rigaltii; en San AgustÃn en su comentario sobre estas palabras, trac. 6, pág. 871.
VersÃculo 3
Eso disuelve a Jesús, a saber. ya sea negando su humanidad o su divinidad. (Challoner) &mdash Y ahora ya está en el mundo, no el principal y gran anticristo, sino sus precursores, en quienes se puede decir que vino. (Witham) &mdash- Y ahora ya está en el mundo. No en su persona, sino en su espÃritu y en sus precursores. (Challoner)
[BIBLIOGRAFÃA]
Et hic est anticristus, griego: kai touto (pneuma) to tou antichristou. Por el griego hic no puede estar de acuerdo con el hombre, por lo que la construcción en latÃn debe ser hic est ille spiritus antichristi.
VersÃculo 4
Ustedes ... hijitos, nacidos de nuevo en Cristo por el bautismo, lo habéis vencido (es decir, a todo anticristo asÃ) no por vuestra propia fuerza, sino por la gracia de Cristo, porque mayor es el que está en vosotros que el que es. en el mundo; es decir, el EspÃritu de Dios en ti está por encima de todos tus enemigos. (Witham)
VersÃculo 5
Son del mundo. Tales anticristos y herejes son guiados por un espÃritu mundano, que enseña a los hombres a seguir las costumbres e inclinaciones corruptas del mundo y de la carne; por lo tanto, el mundo las escucha y los hombres se dejan seducir más fácilmente por ellas. (Witham)
VersÃculo 6
Nosotros (los cristianos) somos de Dios, hemos recibido el EspÃritu; nosotros, los apóstoles de Cristo, fuimos legÃtimamente enviados por él. &mdash El que no es de Dios, no nos escucha. Los que no son de Dios, que se niegan a escuchar y obedecer la voz de la Iglesia y aquellos a quienes Cristo designó para gobernar su Iglesia, como se ha observado en otros lugares.
&mdash- En esto conocemos el EspÃritu de verdad y el espÃritu de error. Aquà San Juan les da la segunda marca y regla general, para preservarlos a ellos ya todos los cristianos de errores y herejÃas hasta el fin del mundo. El que conoce a Dios, nos escucha a los apóstoles, a quien él envió, y escucha a nuestros sucesores, investidos con la misma misión y autoridad, a quien Cristo envió, como lo envió su Padre celestial, a quien designó para gobernar su Iglesia, y a quien prometió. permanecer hasta el fin del mundo. (Witham)
VersÃculo 7
Amémonos unos a otros. Esta es la amonestación repetida de San Juan, el evangelista, tanto en esta epÃstola como hasta el final de su vida, como lo relata San Jerónimo en su Epista. ad Galat. (cap. vi. tom. 4, parte 1, p. 414) que el apóstol siendo muy anciano, y cuando fue llevado a las reuniones de la Iglesia de los cristianos, queriendo darles alguna exhortación, apenas dijo nada, excepto "amor unos y otros;" y siendo tedioso para sus discÃpulos escuchar siempre lo mismo, desearon alguna otra instrucción, a quien (dice S.
Jerónimo) dio esta respuesta, digna de San Juan: que este era el precepto de nuestro Señor, y que si se cumplÃa, era suficiente. &mdash- La caridad es de Dios, es amor, es fuente y manantial de toda bondad y misericordia, infinitamente buena en sà mismo, y en su amor y misericordia hacia los hombres. Este amor y caridad de Dios ha aparecido al enviar a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
Véase John i. 14. &mdash- Por tanto, habiéndonos amado Dios primero, (ver. 10) cuando éramos pecadores y sus enemigos, no seamos tan ingratos como para no amarlo, y amarnos unos a otros según su ejemplo. (Witham)
VersÃculo 12
Nadie ha visto a Dios jamás. Ningún mortal ha visto a Dios y las perfecciones de su divina Majestad de tal manera como los benditos del cielo, pero tenemos poderosos motivos para amarlo y servirlo, y amar a nuestro prójimo por su causa. (Witham)
VersÃculo 17
La caridad de Dios (que puede significar el amor por el cual amamos a Dios, o por el cual Dios nos ama) se perfeccionó con nosotros o en nosotros, y de tal modo posee nuestras almas, para darnos una humilde confianza en nuestra salvación, cuando compareceremos ante su tribunal en el dÃa del juicio; porque como él, también nosotros estamos en este mundo. Estas palabras se exponen de manera diferente. Pueden significar que, como este mundo por su gracia, siempre lo amamos a él y al prójimo, y aumentamos en este amor, que nos da la confianza de nuestra salvación. O pueden tener este sentido, que asà como Jesucristo estaba sufriendo en este mundo por nosotros, nosotros también estamos sufriendo por él. (Witham)
VersÃculo 18
El miedo no está en la caridad, etc. Por el miedo, que excluye una perfecta caridad y un amor de Dios, podemos comprender el miedo a las pérdidas temporales en este mundo, a la pérdida de los bienes, al destierro, a los tormentos, a la muerte misma, que el amor de Dios hizo a tantos. mártires gloriosos desprecian; o un ansioso y servil temor al castigo en el otro mundo, porque cuanto más perfecta es la caridad y el amor de Dios, tanto más se desvanece este imperfecto y servil temor; pero asà como la caridad perfecta no excluye el amor y el deseo constante de amar a Dios como nuestro fin último, para cuyo disfrute fuimos creados, tampoco excluye el temor de desagradarlo, ofenderlo y perderlo por el pecado.
(Witham) &mdash- La caridad perfecta, o el amor, destierra el miedo humano, es decir, el miedo a los hombres; como también todo temor desconcertante, que hace que los hombres desconfÃen o desesperen de la misericordia de Dios; y esa clase de temor servil, que les hace temer el castigo del pecado más que la ofensa ofrecida a Dios. Pero de ninguna manera excluye el temor sano de los juicios de Dios, tan a menudo recomendado en las Sagradas Escrituras, ni ese temor y temblor con el que se nos dice que trabajemos en nuestra salvación. (Filipenses ii. 12.) (Challoner)
VersÃculo 20
El que no ama a su hermano, a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ve? Con esto se significa que es más fácil y natural amar las cosas que vemos y que entran por los sentidos. No pretendas, pues, amar al Dios invisible, cuyas perfecciones te están ocultas en esta vida, a menos que ames a tu hermano a quien ves. Pero agrega otra razón para demostrar que nadie puede amar a Dios si no ama a su hermano; porque dice (ver. 21.) Este es el mandamiento expreso de Dios, que el que ama a Dios, ame también a su hermano; de modo que un hombre no puede amar a Dios si no ama también a su prójimo. (Witham)