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Thursday, July 17th, 2025
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
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Bible Commentaries
Comentario completo de Henry sobre la Biblia Completo de Henry
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Matthew 16". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://studylight.org/commentaries/spa/mhm/matthew-16.html. 1706.
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Matthew 16". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://studylight.org/
Whole Bible (28)New Testament (6)Gospels Only (1)Individual Books (3)
Introducción
Los fariseos y saduceos piden una señal. (1-4) Jesús advierte contra la doctrina de los fariseos. (5-12) el testimonio de Pedro de que Jesús era el Cristo. (13-20) Cristo predice sus sufrimientos y reprende a Pedro. (21-23) La necesidad de la abnegación. (24-28)
VersÃculos 1-4
1-4 Los fariseos y saduceos se oponÃan entre sà en principios y en conducta; Sin embargo, se unieron contra Cristo. Pero deseaban una señal de su propia elección: despreciaban esas señales que aliviaban la necesidad de los enfermos y los tristes, y pedÃan algo más que satisficiera la curiosidad de los orgullosos. Es una gran hipocresÃa, cuando menospreciamos los signos de la ordenación de Dios, buscar signos de nuestra propia invención.
VersÃculos 5-12
5-12 Cristo habla de las cosas espirituales bajo una similitud, y los discÃpulos lo malinterpretan respecto a las cosas carnales. Le molestó que pensaran que era tan reflexivo sobre el pan como ellos; que estuvieran tan poco familiarizados con su forma de predicar. Entonces comprendieron lo que querÃa decir. Cristo enseña por el EspÃritu de sabidurÃa en el corazón, abriendo el entendimiento al EspÃritu de revelación en la palabra.
VersÃculos 13-20
13-20 Pedro, por sà mismo y por sus hermanos, dijo que estaban seguros de que nuestro Señor era el MesÃas prometido, el Hijo del Dios vivo. Esto demostraba que creÃan que Jesús era más que un hombre. Nuestro Señor declaró que Pedro era bienaventurado, ya que la enseñanza de Dios lo diferenciaba de sus compatriotas incrédulos. Cristo añadió que lo habÃa llamado Pedro, en alusión a su estabilidad o firmeza en la profesión de la verdad. La palabra traducida como "roca" no es la misma que Pedro, pero tiene un significado similar. Nada puede ser más erróneo que suponer que Cristo quiso decir que la persona de Pedro era la roca. Sin duda, Cristo mismo es la Roca, el fundamento probado de la iglesia; y ¡ay de aquel que intente poner cualquier otro! La confesión de Pedro es esta roca en cuanto a la doctrina. Si Jesús no es el Cristo, los que se adueñan de él no son de la iglesia, sino engañadores y engañados. Nuestro Señor declaró a continuación la autoridad con la que Pedro serÃa investido. Habló en nombre de sus hermanos, y esto se referÃa tanto a ellos como a él. No tenÃan conocimiento cierto del carácter de los hombres, y estaban expuestos a cometer errores y pecados en su propia conducta; pero se guardaban de equivocarse al declarar el camino de aceptación y salvación, la regla de obediencia, el carácter y la experiencia del creyente, y la condena final de los incrédulos e hipócritas. En tales asuntos su decisión fue correcta, y fue confirmada en el cielo. Pero todas las pretensiones de cualquier hombre, ya sea para absolver o retener los pecados de los hombres, son blasfemas y absurdas. Nadie puede perdonar los pecados sino sólo Dios. Y esto de atar y desatar, en el lenguaje común de los judÃos, significaba prohibir y permitir, o enseñar lo que es lÃcito o ilÃcito.
VersÃculos 21-23
21-23 Cristo revela su mente a su pueblo gradualmente. A partir de ese momento, cuando los apóstoles habÃan hecho la plena confesión de Cristo, de que era el Hijo de Dios, comenzó a mostrarles sus sufrimientos. Habló de esto para corregir los errores de sus discÃpulos sobre la pompa y el poder externos de su reino. Los que siguen a Cristo no deben esperar cosas grandes o elevadas en este mundo. Pedro querrÃa que Cristo temiera el sufrimiento tanto como él; pero nos equivocamos si medimos el amor y la paciencia de Cristo con los nuestros. No leemos que ninguno de sus discÃpulos haya dicho o hecho algo, en ningún momento, que Cristo haya resentido tanto como esto. Quien nos aparta de lo que es bueno, y nos hace temer hacer demasiado por Dios, habla el lenguaje de Satanás. Cualquier cosa que parezca una tentación para pecar, debe ser resistida con aborrecimiento, y no se debe negociar con ella. Aquellos que rechazan el sufrimiento por Cristo, saben más a las cosas del hombre que a las cosas de Dios.
VersÃculos 24-28
24-28  Un verdadero discÃpulo de Cristo es el que le sigue en el deber, y le seguirá hasta la gloria. Es el que camina por el mismo camino que Cristo, es guiado por su EspÃritu, y sigue sus pasos, dondequiera que vaya. "Que se niegue a sà mismo". Si la negación de sà mismo es una dura lección, no es más que lo que nuestro Maestro aprendió y practicó, para redimirnos y enseñarnos. "Que tome su cruz". La cruz se pone aquà por cada problema que nos acontece. Somos propensos a pensar que podemos llevar la cruz de otro mejor que la nuestra; pero eso es lo mejor que se nos ha asignado, y debemos hacer lo mejor de ello. No debemos, por nuestra imprudencia e insensatez, hacer caer las cruces sobre nuestras propias cabezas, sino que debemos tomarlas cuando se interpongan en nuestro camino. Si alguien quiere tener el nombre y el crédito de un discÃpulo, que siga a Cristo en el trabajo y el deber de un discÃpulo. Si todas las cosas mundanas carecen de valor cuando se comparan con la vida del cuerpo, ¡cuán forzoso es el mismo argumento con respecto al alma y su estado de felicidad o miseria sin fin! Miles de personas pierden sus almas por la más insignificante ganancia, o por la más inútil indulgencia, es más, a menudo por mera pereza y negligencia. Cualquiera que sea el objeto por el que los hombres abandonan a Cristo, ese es el precio por el que Satanás compra sus almas. Sin embargo, un alma vale más que todo el mundo. Este es el juicio de Cristo sobre el asunto; él conocÃa el precio de las almas, porque las redimió; ni subestimarÃa el mundo, porque él lo hizo. El transgresor moribundo no puede comprar una hora de respiro para buscar misericordia para su alma que perece. Aprendamos, pues, a valorar correctamente nuestras almas, y a Cristo como único Salvador de ellas.