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Friday, July 18th, 2025
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
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Bible Commentaries
Exposición de Hebreos de Owen Owen sobre Hebreos
Declaración de derechos de autor
Estos archivos son de dominio público.
Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Owen, John. "Comentario sobre Hebrews 1". "Exposición de Hebreos de Owen". https://studylight.org/commentaries/spa/joc/hebrews-1.html. 1862.
Owen, John. "Comentario sobre Hebrews 1". "Exposición de Hebreos de Owen". https://studylight.org/
Whole Bible (30)New Testament (6)Individual Books (3)
Introducción
El alcance general y el diseño del apóstol en toda esta epÃstola han sido declarados antes, y no es necesario repetirlos aquÃ. En este primer capÃtulo fija y mejora la consideración principal en la que pretende insistir a lo largo de la epÃstola, para prevalecer con los hebreos en la constancia y perseverancia en la doctrina del evangelio. Y esto está tomado del autor inmediato del mismo, el MesÃas prometido, el Hijo de Dios. A él, por lo tanto, en este capÃtulo lo describe ampliamente; y que de dos maneras,
1. Absolutamente, declarando lo que es en su persona y oficios, asà como también lo que ha hecho por la iglesia; y,
2. Comparativamente, con respecto a otros reveladores ministeriales de la mente y voluntad de Dios, insistiendo especialmente en su excelencia y preeminencia sobre los ángeles, como veremos en la explicación de las varias partes y versÃculos del mismo.
VersÃculo 3
El apóstol, en la prosecución de su argumento, procede en la descripción de la persona de Cristo; en parte para dar cuenta adicional de lo que antes habÃa afirmado acerca de su poder divino para hacer los mundos; y en parte para instruir a los hebreos, de sus propias instituciones tÃpicas, que era el MesÃas quien fue figurado y representado anteriormente para ellos, en aquellas señales y prendas de la gloriosa presencia de Dios que ellos disfrutaban.
Y asÃ, en conjunto, confirma la proposición que tenÃa entre manos acerca de la excelencia y eminencia de Aquel por quien fue revelado el evangelio, para que su fe en él y su obediencia a él no sean sacudidas ni estorbadas.
Hebreos 1:3 . ÎÏ á½¢á¿Î½ á¼ÏαÏγαÏμα Ïá¿Ï δÏÎ¾Î·Ï ÎºÎ±á½¶ ÏαÏακÏá½´Ï Ïá¿Ï á½ÏοÏÏάÏεÏÏ Î±á½Ïοῦ , ÏÎÏÏν Ïε Ïá½° ÏάνÏα Ïá¿· ῤήμαÏι Ïá¿Ï Î´Ï Î½Î¬Î¼ÎµÏÏ Î±á½Ïοῦ, δι᾿ á¼Î±Ï Ïοῦ καθαÏιÏμὸν ÏοιηÏÎ¬Î¼ÎµÎ½Î¿Ï Ïῶν á¼Î¼Î±ÏÏιῶν ἡμῶν, á¼ÎºÎ¬Î¸Î¹Ïεν á¼Î½ δεξιᾷ Ïá¿Ï μεγαλÏÏÏÎ½Î·Ï á¼Î½ á½Ïηλοá¿Ï.
Falta Îι᾿ á¼Î±Ï Ïοῦ en la EM. t.; pero el sentido requiere las palabras, y todas las demás copias antiguas las conservan. ῾ÎÏ á¿¶Î½ falta en algunas copias; y uno o dos para á¼ÎºÎ¬Î¸Î¹Ïε tienen καθίζει, que no tiene nada con lo que deba relacionarse. Algunos también leen, Ïá¿· θÏÏνῳ Ïá¿Ï μεγαλÏÏÏνηÏ, tomado de Hebreos 12:2 , donde se usa la palabra.
á¿ÎÏ á½¢á¿Î½, "qui est", "qui cum sit", "qui existes"; âquién esâ, âquién cuando esâ o âeraâ; âquien existiendoâ: como Filipenses 2:6 , á¿ÎÏ á¼Î½ μοÏÏá¿ Îεοῦ á½ÏάÏÏÏν, âQuien siendo en forma de Diosâ.
âQuien siendo á¼ÏαÏγαÏμα Ïá¿Ï δÏξηÏâ, âesplendorâ, âradioâ, âjubarâ, âeffulgentiaâ, ârefulgentiaâ, ârelucentiaâ; âel esplendorâ, ârayoâ, ârayoâ, âefulgenciaâ o âresplandor de gloriaâ. Syr., צֶ×Ö°×Ö¸×, âgermenâ; asà Boderio; "la rama." Tremellius y De Dieu, âesplendorâ, coincidiendo el árabe.
Îá½Î³Î® es âluxâ, âluzâ, particularmente la luz de la mañana: Hechos 20:11 , ῾ομιλήÏÎ±Ï á¼ÏÏÎ¹Ï Î±á½Î³á¿Ï, âÃl habló hasta el amanecerâ, o el resplandor de la luz de la mañana. Îá½Î³á½´ á¼¡Î»Î¯Î¿Ï , Brillo. Vet., "jubar solis", "el rayo de sol". Y a veces denota el dÃa mismo.
También se usa a veces para la luz que está en el hierro ardiendo. ῾ÎÏÎ±Ï Î³Î® tiene el mismo significado; propiamente "splendor lucis", "el brillo, brillo, belleza, gloria o lustre de la luz". Por lo tanto, αá½Î³Î¬Î¶Ï, brillarâ, âbrillar enâ, âirradiarâ: 2 Corintios 4:4 , Îá¼°Ï Ïὸ μὴ αá½Î³Î¬Ïαι αá½Ïοá¿Ï, âPara que la luz del evangelio no irradieâ (brille) âen ellos.
â ᾿ÎÏÎ±Ï Î³Î¬Î¶Ï es de la misma importancia; y de allà á¼ÏαÏγαÏμα. La palabra no se usa en ninguna parte del Nuevo Testamento excepto en este lugar solamente; ni ocurre en el Antiguo de la LXX. Sólo nosotros lo tenemos, Sab 7,26. Se dice que la sabidurÃa es á¼ÏαÏμαÏμα ÏÏÏá½¸Ï á¼ÏÎ´Î¯Î¿Ï , âun rayo de luz eternaâ; a qué lugar se refiere el margen de nuestra traducción. Y es asà usado por Nazianzen: ÎÎµÎ³Î¬Î»Î¿Ï ÏÏÏá½¸Ï Î¼Î¹ÎºÏὸν á¼ÏαÏγαÏμα, âUn pequeño rayo de una gran luz.
â Responde exactamente al hebreo × Ö¹×Ö·×Ö¼, o ××ֹר × Ö¹×Ö·×Ö¼ es decir; es decir, âLa luz de la mañana:â Proverbios 4:18 , âEl camino de los justos ×Ö°Ö¼××ֹר × Ö¹×Ö·×Ö¼â, âut lux splendorisâ, Jerónimo; âcomo la luz del resplandorâ, es decir, âde la mañanaâ, αá½Î³Î®, Hechos 20:11 .
Y también se aplica a la luz de fuego, o fuego en hierro, IsaÃas 4:5 , × Ö¹×Ö·×Ö¼ ×ֵש×, âLa luz de fuegoâ; y el torrente de fuego del relámpago, Habacuc 3:11 .
El brillo, brillante, rayo, rayo, Ïá¿Ï δÏξηÏ, âde gloriaâ. Algunos ven esta expresión como un hebraÃsmo, á¼ÏαÏγαÏμα Ïá¿Ï δÏξηÏ, âel rayo de gloriaâ, por á¼Î½Î´Î¿Î¾Î¿Î½ á¼ÏαÏγαÏμα, âun rayo de gloriaâ; pero esto no responderá al designio del apóstol, como veremos más adelante.
Nuestros traductores han proporcionado "su", "el resplandor de su gloria", repitiendo αá½Ïοῦ al final de la oración; tal vez, como veremos, no del todo necesariamente, en cuyo caso solo se permiten tales suplementos al texto en las traducciones.
Îαὶ ÏαÏακÏá½´Ï, âcarácterâ. âImagoâ, âformaâ, âfiguraâ, âexpresa formaâ, âfigura expressaâ, צָ×Ö°×Ö¸×, sir.; âel carácterâ, âimagenâ, âformaâ, âfiguraâ, â expresa formaâ, âexpresa figuraâ: tan diversa es la palabra traducida por los traductores, con poca diferencia. No se usa en ninguna parte del Nuevo Testamento sino solo en este lugar. En otros autores tiene muchos significados.
A veces lo usan de forma adecuada y natural; a veces metafórica y artificialmente, como cuando denota varias formas de discurso u oraciones. Propiamente, de ÏαÏάÏÏÏ o ÏαÏάÏÏÏ, grabar con una herramienta o estilo, es ÏάÏαγμα y ÏαÏακÏÎ®Ï que es en primer lugar y propiamente la nota o marca cortada por una herramienta o instrumento en madera, o cualquier otro sujeto capaz de tal impresión, o el sello y signo que queda en la acuñación del dinero.
La marca o cicatriz que también deja una herida es la LXX. llamado ÏαÏακÏήÏ, LevÃtico 13:28 . Es en general una representación expresa de otra cosa, comunicada a ella por una impresión de su semejanza sobre ella, opuesta a lo que es umbrátil e imaginario.
Τá¿Ï á½ÏοÏÏάÏεÏÏ Î±á½Ïοῦ, âsustanciaeâ, âsubsistentiaeâ, âpersonaeâ. Syr., ×Ö´××ת×ּתֵ×Ö¼, âsustanciae ejusâ; âhipóstasisâ, âsustanciaâ, âsubsistenciaâ, âpersonaâ. La palabra se usa cuatro veces en el Nuevo Testamento, tres veces en esta epÃstola, en este lugar, y Hebreos 3:14 , y Hebreos 11:1 , como también 2 Corintios 9:4 , en todas partes en un sentido diferente; de modo que el mero uso de la misma en un lugar no arrojará luz sobre el significado de la misma en otro, sino que debe tomarse del contexto y el tema del que se trata. La composición de la palabra denotarÃa
âsustanciaâ, sino para diferir y añadir algo a οá½Ïία , âsustanciaâ, o ser; que en la naturaleza divina no puede ser sino un modo especial de subsistencia. Pero no entraremos aquà en la discusión de la controversia que ha habido sobre el significado preciso de estas palabras.
ΦÎÏÏν, âagensâ, âregensâ, âmoderansâ; âactuarâ, âdisponerâ, âgobernarâ, âgobernarâ. También âportansâ, âbajulansâ, âsustinensâ; "soportar", "soportar", "llevar", "sostener". Cuál de estos sentidos está especÃficamente destinado, lo investigaremos más adelante.
Τῷ ῤήμαÏι Ïá¿Ï Î´Ï Î½Î¬Î¼ÎµÏÏ Î±á½Ïοῦ, âpor la palabra de su poderâ, âpor su poderosa palabraâ. Syr., ×Ö´Ö¼×Ö·×Ö°×Ö¸× ×Ö°Ö¼×Ö´×ְּתֵ×Ö¼, âpor el poder de su palabraâ,
cambiando el orden de las palabras, pero no el significado de ellas: âPor el poder de su palabraâ, o âla palabra de su poderâ; es decir, su palabra poderosa. Îá½Ïοῦ; algunos lo leerÃan αá½Ïοῦ, y lo referirÃan al Padre, âPor la poderosa palabra de élâ; esto es, del Padre, por cuyo poder, dicen, el Hijo dispuso de todas las cosas. Pero todas las copias con acentos tienen αá½Ïοῦ constantemente, ninguna αá½Ïοῦ, ni la disposición de las palabras llevará esa referencia.
Îι᾿ á¼Î±Ï Ïοῦ, "por sà mismo", "en su propia persona".
ÎαθαÏιÏμὸν ÏοιηÏάμενοÏ, âpurgationem faciensâ, âpurgatione factaâ; âhabiendo limpiadoâ, âlimpiadoâ, âexpiadoâ o âpurificadoâ (nosotros de) ânuestros pecadosâ. âHabiendo hecho una purgación o purificación de nuestros pecadosâ.
᾿ÎκάθιÏεν. ÎÎ±Î¸Î¯Î¶Ï se usa tanto de forma neutra como activa, respondiendo a ×ָשַ×× tanto en Kal como en Hiphil, que significa "sentarse" y "hacer que se siente". Crisóstomo parece haber entendido la palabra en este último sentido, refiriéndose a Dios Padre haciendo que el Hijo se siente. Pero es difÃcil encontrar alguna palabra antecedente por la cual deba regularse, sino sólo á½ Ï, âquienâ, al comienzo del verso, es decir, él mismo; y, como observa Erasmo, γενÏÎ¼ÎµÎ½Î¿Ï en las siguientes palabras, no admitirá gramaticalmente esta construcción; porque si á¼ÎºÎ¬Î¸Î¹Î¿Îµ debe entenderse activa y transitivamente, debe haber sido γενÏμενον.
Y el apóstol aclara el sentido neutro de la palabra, Hebreos 8:1 . Está bien, entonces, traducido por nuestros traductores, "él se sentó" o "se sentó".
᾿Îν δεξιᾷ. Salmo 110:1 , שֵ×× ×Ö´××Ö´×× Ö´×. LXX., ÎºÎ¬Î¸Î¿Ï á¼Îº δεξιῶν, en número plural. Asà se expresa lo mismo, Hechos 7:55 ; y por Marcos, á¼Î½ δεξιοá¿Ï, Marco 16:5 .
Nuestro apóstol guarda constantemente el número singular, con á¼Î½, Hebreos 8:1 ; Hebreos 12:2 . Se pretende lo mismo en ambas expresiones; sólo el de á¼Îº δεξιῶν, o á¼Î½ δεξιοá¿Ï, en plural, es más eminentemente destructivo de la locura de los antropomorfitas; porque no pueden pretender, por lo tanto, que Dios tiene una mano derecha, a menos que concedan que tiene muchas, las cuales no sólo convertirÃan la gloria del Dios invisible en la semejanza de un hombre, sino en la de un monstruo.
Y Austin bien observa que en el salmo donde se usa por primera vez esa expresión, âSiéntate a mi diestraâ, se agrega, ×Ö²×Ö¹× Ö¸× ×¢Ö·××Ö¼×Ö°×Ö´×× Ö°×Ö¸. âJehová a tu diestraâ, a la diestra del que estaba sentado a su diestra; que elimina todas las aprensiones carnales del significado de las palabras.
Τá¿Ï μεγαλÏÏÏνηÏ. Esta palabra rara vez se usa en otros autores: dos veces en esta epÃstola, aquà y Hebreos 8:1 ; una vez por Judas, Judas 1:25 ; y en ninguna otra parte del Nuevo Testamento; por la LXX. de nada. El apóstol evidentemente expresa con él ×Ö¸Ö¼××Ö¹× o ×Ö°Ö¼××Ö¼×¨Ö¸× no como si fueran apelativos para gloria, poder o majestad, sino como nombres y denotan la gloria esencial de Dios, âEl Dios gloriosoâ. De modo que
μεγαλÏÏÏνη es Dios mismo; no considerado absolutamente, pero con referencia a la revelación de su gloria y majestad en el cielo, Dios en su trono; como declara nuestro apóstol, Hebreos 8:1 .
᾿Îν á½Ïηλοá¿Ï, "en las alturas". ÎεγαλÏÏÏνη á¼Î½ á½Ïηλοá¿Ï es á½ÏίÏÏοÏ; es decir, ×¢Ö¶×Ö°××Ö¹×, âel AltÃsimoâ, Dios mismo. Véase Lucas 1:35 . [3]
[3] ED. LECTURAS VARIAS. Owen, aunque tal vez sea un error tipográfico, lee αá½Ïοῦ después de á½ÏοÏÏάÏεÏÏ tanto en el texto del verso como en la explicación posterior de las palabras; el textus receptus tiene αá½Ïοῦ. Lee Î´Ï Î½Î¬Î¼ÎµÏÏ Î±á½Ïοῦ de acuerdo con el textus receptus; Tischendorf aquà da αá½Ïοῦ. Lachmann y Tischendorf omiten las palabras δι᾿ á¼Î±Ï Ïοῦ; quien, junto con Hahn, también omiten ἡμÏν.
EXPOSICIÃN. ᾿ÎÏαÏγ. Ï. δ. claramente significa lo mismo que el hebreo ×Ö¸××Ö¹×, a saber, esplendor, brillo. compensación Lucas 2:9 â, etc. Stuart. âLa idea de que Dios en el ÎÏÎ³Î¿Ï se encuentra y se refleja a sà mismo como en su contraparte es expresada por Pablo cuando, 2 Corintios 4:4 ; Colosenses 1:15 , llama al Logos εἰκὼν Ïοῦ Îεοῦ, denota el esplendor que rodea a Dios, Lucas 2:9 .
â Tholuck. âLos sustantivos que terminan en μα denotan no el acto como continuo, sino el resultado del acto como terminado. ᾿ÎÏαÏγ. no denota el brillo recibido de otro cuerpo, y devuelto como un reflejo o una imagen reflejada, no la luz que procede continuamente de un cuerpo brillante, como una luz que se derrama y se pierde en el espacio; sino una luz irradiada de otra luz, en la medida en que se la considera ahora convertida en una luz independiente.
Es más que un mero rayo, más que una mera imagen, un sol producido a partir de la luz originalâ. ÎÏξ., âla eterna gloria esencial del Padreâ. Según la explicación que lo remite a la Shejiná, âel Hijo serÃa degradado bajo la forma tÃpica imperfecta del Antiguo Testamento de la manifestación divina; viendo que serÃa representado como un á¼ÏαÏγ de este último, que ni siquiera era él mismo un á¼ÏαÏγ.
, sino un mero reflejo.â Ebrard. ΧαÏακ. Ï. á½. α. retiene claramente el significado más antiguo de sustancia o esencia .... Cristo es âel desarrollo de esa sustancia a nuestra vista, la delineación de ella.... Los anotadores griegos antiguos, y después de ellos la mayorÃa de los modernos, han aplicado estos palabras a la naturaleza divina de Cristo. En la opinión de que el versÃculo ahora bajo consideración se relaciona con el MesÃas encarnado , encuentro que Scott y Beza están de acuerdo.
Estuardo . â ῾ΨÏ. significa ser, esencia. Muchos expositores, ofendidos de que el Hijo fuera llamado sólo la copia del Ser, tomaron á½Ï. en el sentido adoptado por la iglesia, de Persona.â Tholuck. ÎÏξ significa la esencia del Padre, con referencia a la gloria en que se representa a sà mismo ante los ojos de la criatura suplicante; á½Ï., esta esencia como esencia, y sin tener en cuenta su manifestación externa.
ΧαÏ. se usa aquà âen el sentido de una forma recortada o grabadaâ. El δÏξ se representa a sà mismo en una forma compuesta de rayos, un sol; el á½Ï. se estampa en una figura manifiesta. Estas aposiciones pertenecen más propiamente al Logos en cuanto eternamente preexistente. Ebrard.
ΦÎÏ. corresponde al hebreo × Ö¸×©Ö¸×× Isa 46:3; IsaÃas 66:9 , curo, conservo, sostener, preservar, como hace la madre a su hijo. Τῷ ῥήμ. Ï. δ. α., por su propia palabra poderosa, la palabra del Hijo, no la palabra de Dios, como significarÃa αá½Ïοῦ. Estuardo. Según Bleek, αá½Ïοῦ corresponde a á¼Î¼Î±Ï Ïοῦ de la primera persona, αá½Ïοῦ a á¼Î¼Î¿Ï . Si es lo primero, el énfasis está en "yo", la frase serÃa, Por la palabra de su propio poder. âNo hay ocasión para este énfasis aquÃ.
Îá½Ïοῦ se aplica en un sentido reflexivo al Hijo, y no al Padre.â Ebrard. Îαθ. , purificación; en la expiación del griego helenÃstico , por ejemplo, Ãxodo 29:36 ; Ãxodo 30:10 no purificación por vÃa moral, porque va unida a δι᾿ á¼Î±Ï Ïοῦ, que se explica en Hebreos 2:14 por διὰ Ïοῦ ζανάÏÎ¿Ï ; en Hebreos 9:12 por διὰ Ïοῦ á¼°Î´Î¯Î¿Ï Î±á¼µÎ¼Î±ÏοÏ; y en Hebreos 9:26 por διὰ Ïá¿Ï Î¶Ï ÏÎ¯Î±Ï Î±á½Ïοῦ.
Estuardo. âLa purificación en el sentido bÃblico consiste en la expiación, la cubierta de gracia (×ַפֵר LevÃtico 16:30 ) de la culpa.â Ebrard. ᾿Îκάθ. corresponde al hebreo ×ָשַ××; que aplicado a Dios ya los reyes, no significa simplemente sentarse, sino sentarse en un trono, Salmo 2:4 .
Estuardo. âComo hombre, y continuando siendo hombre, fue exaltado a una participación en el gobierno divino del mundo.â Ebrard. TRADUCCIONES. ᾿ÎÏαÏγ. k. Ï. λ. el resplandor de su gloria y la imagen exacta de su sustancia. Estuardo. Emanación de su gloria e imagen expresa de su sustancia. Conybeare y Howson. El resplandor de su gloria y la impronta de su sustancia.
Craik. El brillo de su gloria y la impresión exacta de su manera de existir. Py Smith. El resplandor de su gloria y la impresión de su esencia. De Wette. El rayo de su gloria y el sello de su sustancia. Tornero. ΦÎÏÏν κ. Ï. λ. Controlando todas las cosas por su propia palabra poderosa. Estuardo. ÎαθαÏ. Ï. Después de haber hecho expiación. Estuardo.
Habiendo hecho expiación. Bloomfield. Cuando hubo hecho la purificación. Conybeare y Howson. Cuando hubo hecho expiación. Craik. Después de habernos purificado de los pecados por sà mismo haciendo una expiación. Tornero.
Hebreos 1:3 . quien, siendo el resplandor de la gloria y la imagen misma de su persona, y sustentando [o disponiendo de ] todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo purgado por sà mismo nuestros pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas ; El apóstol prosigue en su descripción de la persona en quien Dios habló en la revelación del evangelio, ascendiendo a tal manifestación de él que pudieran entender su eminencia sobre todos los que antes se usaban en ministerios similares; asà como también cómo fue señalado y sombreado por diversos tipos y figuras bajo el Antiguo Testamento.
De esta descripción hay tres partes; el primero declarando lo que es; el segundo, lo que hace o hizo; y el tercero, el consecuente de ambos, en lo que disfruta.
De la primera parte de esta descripción del MesÃas hay dos ramas, o se expresa de dos maneras: porque afirma de él, primero, que es el ârayo altÃsimoâ, o âesplendor de la gloriaâ; y, en segundo lugar, âla imagen expresaâ, o âel carácter de la persona de su Padreâ.
En el segundo también se le asignan dos cosas, la primera relacionada con su poder, ya que él es el resplandor de la gloria, él âsostieneâ, o gobierna y dispone âtodas las cosas con la palabra de su poderâ; el último a su amor y obra de mediación, âpor sà mismoâ, o en su propia persona, ha âpurgado nuestros pecadosâ.
Su disfrute presente y perpetuo, como consecuencia de lo que fue e hizo o hace, se expresa en las últimas palabras: âSe sentó a la diestra de la Majestad en las alturasâ.
Bien se puede conceder que algunas de estas expresiones contienen algunas de esas Î´Ï ÏνÏηÏα, âcosas difÃciles de entenderâ, que Pedro afirma que están en esta epÃstola de Pablo, 2 Pedro 3:16; la cual hombres inconstantes e indoctos han torcido en todas las edades para su propia destrucción. Las cosas que se pretenden son incuestionablemente sublimes y misteriosas; los términos en que se expresan son raros, y no se usan en ninguna otra parte de la Escritura con el mismo propósito, algunos de ellos en absoluto, lo que nos priva de una gran ayuda en la interpretación de ellos; las metáforas usadas en las palabras, o los tipos a los que se alude, son abstrusas y oscuras: de modo que la dificultad de descubrir el significado verdadero, preciso y genuino del EspÃritu Santo en ellas es tal que este versÃculo, al menos en parte de él, bien pueden ser contados entre aquellos lugares que el Señor ha dejado en su palabra para ejercitar nuestra fe, y diligencia, y dependencia en su EspÃritu, para un correcto entendimiento de ellos.
Puede ser, en verdad, que por lo que se sabÃa y reconocÃa en la iglesia judaica, toda la intención del apóstol era más clara para ellos, y más clara y claramente expresada de lo que nos parece ahora a nosotros, que estamos privados de su ventajas Sin embargo, tanto para ellos como para nosotros las cosas fueron y son profundas y misteriosas; y desearemos manejar (como nos corresponde) tanto las cosas como las palabras con reverencia y temor piadoso, buscando la ayuda de Aquel que es el único que puede guiarnos a toda la verdad.
Comenzamos con una doble descripción que se nos da del Señor Cristo al comienzo del versÃculo, en cuanto a lo que él es en sà mismo. Y aquà se nos presenta una doble dificultad; primero, en general a qué naturaleza en Cristo, oa qué de Cristo, pertenece esta descripción; en segundo lugar, cuál es el significado particular y la importancia de las palabras o expresiones mismas.
Para el primero, algunos afirman que estas palabras se refieren únicamente a la naturaleza divina de Cristo, en la que es consustancial al Padre. En esto, como se dice que es âDios de Dios y Luz de Luzâ, expresión sin duda tomada de ahÃ, recibiendo, como Hijo, su naturaleza y subsistencia del Padre, tan plena y absolutamente que es en todos los sentidos el lo mismo con él en cuanto a su esencia, y en todo como él en cuanto a su persona; por lo que se dice que él es "el resplandor de su gloria", y "el carácter de su persona" por eso. Asà iban los antiguos en general; y de expositores modernos muchÃsimos, como Calvino, Brentius, Marlorat, Rollock, Gomar, Pareau, Estius, Tena, a Lapide, Ribera, y varios otros.
Algunos piensan que el apóstol habla de él como encarnado, como se declara en el evangelio, o como se predica, como âla imagen de Diosâ, 2 Corintios 4:4 . Y estos toman tres caminos en la explicación de las palabras y su aplicación de ellas a él:
Primero , algunos afirman que su significado es, que mientras que Dios es en sà mismo infinito e incomprensible, de modo que no podemos contemplar sus excelencias, pero que somos abrumados en nuestras mentes con su gloria y majestad, él tiene en Cristo el El Hijo, como encarnado, contempló su infinito amor, poder, bondad, gracia, grandeza y santidad, a nuestra fe, amor y contemplación, todos ellos resplandeciendo en él y siendo eminentemente expresados ââen él. Entonces Beza.
En segundo lugar , algunos piensan que el apóstol persigue la descripción que se le dio, del oficio real de Jesucristo como heredero de todo; y que en estas palabras se pretende que sea exaltado en gloria hasta poder, gobierno y dominio, expresando y representando en ello la persona de su Padre. Asà que Cameron.
En tercer lugar , algunos refieren estas palabras al oficio profético de Cristo, y dicen que él era el resplandor de la gloria de Dios, etc., al revelarnos y declararnos la voluntad de Dios, que antes se hacÃa solo en tinieblas y en tinieblas. Asà los socinianos en general, aunque Schlichtingius refiere las palabras a toda la semejanza que imaginan haber existido entre Dios y el hombre Cristo Jesús mientras estuvo en la tierra; y por lo tanto traduce el participio ὥν, no por el presente, sino por el tiempo preterimperfecto, âquién eraâ; es decir, mientras estuvo en la tierra, aunque, como dice, no exclusivamente a lo que ahora es en el cielo.
No examinaré en particular las razones que se alegan para estas diversas interpretaciones, sino que sólo propondré y confirmaré ese sentido del lugar que, tras una consideración completa y debida, parece ser conforme a la analogÃa de la fe, tan expresamente para responder al diseño y la intención. del apóstol; en donde también se descubrirá la falta de solidez de las dos últimas ramas o modos de aplicar la segunda interpretación, con la real coincidencia de la primera, y primera rama de la última exposición. A tal fin, se observarán las siguientes posiciones:
Primero , no es el designio directo e inmediato del apóstol tratar absolutamente de ninguna de las dos naturalezas de Cristo, su divina o humana, sino sólo de su persona. Por lo tanto, aunque las cosas que él menciona y expresa pueden pertenecer o ser propiedades de su naturaleza divina, algunas de su naturaleza humana, sin embargo, ninguna de ellas se menciona como tal, sino que se considera que pertenecen a su persona. .
Y esto resuelve aquella dificultad que Crisóstomo observa en las palabras, y se esfuerza por eliminar por una similitud, a saber, que el apóstol no observa ningún orden o método al hablar de las naturalezas divina y humana de Cristo, una tras otra, sino que primero habla del uno, luego del otro, y luego vuelve de nuevo al primero, y eso con frecuencia. Pero la verdad es que no pretende hablar directa y absolutamente de ninguna de las dos naturalezas de Cristo; pero tratándose ex profeso de su persona, algunas cosas que menciona acerca de él tienen un fundamento especial en y respecto a su naturaleza divina, algunas en y para su naturaleza humana, como debe ser todo lo que se habla de él.
Y por lo tanto, el método y orden del apóstol no debe investigarse en lo que se relaciona en sus expresiones con esta o aquella naturaleza de Cristo, sino en el progreso que hace en la descripción de su persona y oficios; que solo él habÃa emprendido.
En segundo lugar , lo que el apóstol pretende principalmente en y acerca de la persona de Cristo, es establecer su dignidad, preeminencia y exaltación sobre todo; y eso no sólo como consecuencia de su desempeño del oficio de mediador, sino también antecedentemente, en su valor, aptitud, habilidad e idoneidad para asumirlo y desempeñarlo, lo cual en gran medida dependÃa y fluÃa de su naturaleza divina.
Supuestas estas cosas, observamos,
En tercer lugar , como estas expresiones no son ninguna de ellas individualmente, mucho menos en la conjunción en la que están colocadas aquÃ, usadas con respecto a cualquier otro excepto Cristo solamente, asà claramente contienen y expresan cosas que son más sublimes y gloriosas de lo que pueden, por el regla de la Escritura o la analogÃa de la fe, se atribuya a cualquier mera criatura, no importa cuán criada o exaltada. Hay en las palabras evidentemente una comparación con Dios Padre: él es infinitamente glorioso, subsistiendo eternamente en su propia persona; y el Hijo es âel resplandor de su gloria, y la imagen misma de su persona.
Los ángeles son llamados âlos hijos de Diosâ, son poderosos en poder y excelentes en la gloria creada; pero cuando llegan a ser comparados con Dios, se dice que no son puros a sus ojos; y los acusó de necedad, Job 4:18 ; y se cubren el rostro al resplandor de su gloria, IsaÃas 6:2 : de modo que no se puede decir que sean.
También el hombre fue creado a la imagen de Dios, y de nuevo por la gracia es renovado en él, Efesios 4:23-24 : pero decir que el hombre es la misma imagen de la persona de Dios Padre, es abatir la gloria de Dios por antropomorfismo. Asà que a Dios haciéndole esa pregunta, â¿A quién me compararéis? ¿Y a quién me haréis semejante? no podemos responder de nadie que no sea Dios por naturaleza, que él es âel resplandor de su gloria, y la imagen misma de su personaâ.
En cuarto lugar , aunque el propósito del apóstol en general sea mostrar cómo el Padre se expresó y se declaró a nosotros en el Hijo, sin embargo, esto no podrÃa hacerse sin manifestar lo que el Hijo es en sà mismo y con referencia al Padre; que ambas expresiones declaran en primer lugar. Lo expresan como alguien en quien se nos revelan las infinitas perfecciones y excelencias de Dios.
De modo que la primera aplicación de las palabras, a saber, a la naturaleza divina de Cristo, y la primera rama de la segunda, considerándolo como encarnado, son muy consistentes; como concede Lapide, después de culpar a Beza de su interpretación. La primera dirección, entonces, dada a nuestra fe en estas palabras, es por lo que el Hijo es con respecto al Padre, a saber, âel resplandor de su gloria, y la imagen misma de su personaâ; de donde se sigue que en él, estando encarnado, se nos expresa y manifiesta la gloria del Padre y su persona.
En quinto lugar , no hay nada en estas palabras que no sea aplicable a la naturaleza divina de Cristo. Algunos, como hemos mostrado, suponen que no es lo que se pretende especÃficamente en las palabras; pero, sin embargo, no pueden dar razón de ellos, ni manifestar nada de lo que denotan, que no pueda aplicarse convenientemente a ellos. Digo, todo lo que pueda demostrarse que significa o está contenido en ellos, si nos mantenemos dentro de los lÃmites de esa santa reverencia que nos corresponde en la contemplación de la majestad de Dios, puede aplicarse a la naturaleza de Dios como existente en la persona del Hijo.
Ãl es en su persona distinto del Padre, otro no el Padre; pero sin embargo lo mismo en naturaleza, y esto en todas las propiedades y excelencias gloriosas. Esta unidad en la naturaleza y la distinción en la persona pueden verse bien ensombrecidas por estas expresiones: âÃl es el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su personaâ. Es intolerable la osadÃa y curiosidad de los escolásticos, y algunos otros, en expresar el modo y manera de la generación del Hijo, por semejanzas de nuestro entendimiento y de sus actos, declarando como él es imagen del Padre, en sus términos. y lleno de ofensa.
Ni son las imposiciones rÃgidas de aquellas palabras y términos en este asunto que ellos u otros han encontrado para expresarlo, de mejor naturaleza. Sin embargo, confieso que suponiendo con algunos que por la primera expresión aquà usada, "El resplandor de la gloria", el apóstol intenta exponernos la relación del Hijo con el Padre por una alusión al sol y sus rayos, o la luz del fuego en el hierro, puede darse algún alivio a nuestro débil entendimiento en la contemplación de este misterio, si observamos aquella regla conocida, cuyo uso insta Crisóstomo en este lugar, a saber, que en el uso de tales alusiones cada cosa de imperfección debe ser removida, en su aplicación a Dios. Podemos dar algunos ejemplos a este propósito, aferrándonos a una alusión al sol y sus rayos.
1. Como el sol en comparación con el rayo es de sà mismo, y el rayo del sol; asà es el Padre de sà mismo, y el Hijo del Padre.
2. Como el sol, sin disminución o partición de su sustancia, sin cambio o alteración en su naturaleza, produce el rayo; asà es el Hijo engendrado del Padre.
3. Como el sol en el orden de la naturaleza está delante del rayo, pero ambos son coexistentes en el tiempo; asà es el Padre en orden de naturaleza antes que el Hijo, aunque en existencia ambos coeternos.
4. Como el rayo es distinto del sol, de modo que el sol no es el rayo, y el rayo no es el sol; asà es entre el Padre y el Hijo.
5. Asà como el rayo nunca se separa del sol, ni el sol puede estar sin el rayo, tampoco el Hijo puede ser del Padre, ni el Padre nunca estuvo sin el Hijo.
6. Asà como el sol no puede ser visto sino por el rayo, tampoco el Padre puede ser visto sino en y por el Hijo.
Reconozco que estas cosas son verdaderas, y que no hay nada en ellas desagradable a la analogÃa de la fe. Pero asà como se pueden afirmar varias otras cosas del sol y su rayo, de las cuales no se puede hacer una aplicación tolerable al asunto que nos ocupa, no estoy convencido de que el apóstol pretendiera tal comparación o alusión, o apuntara a nuestra información o instrucción por parte de ellos. Eran gente común de los judÃos, y no filósofos, a quienes el apóstol escribió esta epÃstola; y, por lo tanto, expresa las cosas que pretende en términos que corresponden a lo que estaba en uso entre ellos con el mismo propósito, o bien las afirma claramente en palabras adecuadas para expresarlas apropiadamente como las que están en uso entre los hombres.
Decir que hay una alusión en las palabras, y que el Hijo no es propiamente, sino por una metáfora, âel resplandor de la gloriaâ, es enseñarle al apóstol cómo expresarse en las cosas de Dios. Por mi parte, entiendo tanto de la naturaleza, gloria y propiedades del Hijo, en y por esta expresión, âÃl es el resplandor de la gloriaâ, como lo hago por cualquiera de las expresiones más certeras que los hombres arbitrariamente han inventado. para significar lo mismo. Que él es distinto de Dios el Padre, relacionado con él y participante de su gloria, se afirma claramente en estas palabras; y más no se pretende en ellos.
En sexto lugar , estas cosas, entonces, siendo premisas, podemos discernir la importancia general de estas expresiones. Las palabras mismas, como se observó antes, no siendo usadas en ninguna otra parte de la Escritura, podemos recibir una contribución de luz para ellas de aquellos en otros lugares que son de su alianza más cercana. Tales son estos y otros: âVimos su gloria, gloria como del unigénito del Padreâ, Juan 1:14 .
âÃl es la imagen del Dios invisibleâ, Colosenses 1:15 . La gloria de Dios resplandece en él, 2 Corintios 4:6 . Ahora bien, en estos lugares y otros similares, la gloria de la naturaleza divina se insinúa de tal manera que somos dirigidos a mirar hacia la gloria del Dios absolutamente invisible e incomprensible en él encarnado.
Y este es en general el significado y la intención del apóstol en estas expresiones: 'El Hijo, en quien Dios nos habla en la revelación del evangelio, responde en su propia persona de manera tal a las excelencias y perfecciones de Dios Padre. , que en él está expresamente representado para nuestra fe y contemplación.'
Queda, pues, en segundo lugar, que consideremos separadamente las expresiones, con las razones por las que el apóstol expresa asà la gloria divina de Jesucristo: á¿ÎÏ á½£Î½ á¼ÏαÏγαÏμα Ïá¿Ï δÏξηÏ· , majestadâ) âde gloriaâ. El apóstol, a mi juicio (que humildemente someto a consideración), alude y pretende algo que el pueblo fue instruido tÃpicamente bajo el antiguo testamento, en este gran misterio de la manifestación de la gloria de Dios a ellos en y por el Hijo, la segunda persona en la Trinidad.
El arca, que era la representación más señalada de la presencia de Dios entre ellos, se llamaba âsu gloriaâ. Entonces la esposa de Finees, al tomar el arca, afirmó que la gloria se habÃa ido: 1 Samuel 4:22 , âLa gloria se ha ido de Israel, porque el arca de Dios ha sido tomadaâ. Y el salmista, al mencionar lo mismo, la llama âsu gloriaâ absolutamente: Salmo 78:61 , âEntregó su gloria en mano del enemigoâ; es decir, el arca.
Ahora bien, al llenar el tabernáculo con las señales de la presencia de Dios en nube y fuego, los judÃos afirman que habÃa una constante á¼ÏαὺμαÏμα, una תפ×ר×, o âmajestuosa gloria resplandecienteâ, reposando sobre el arca; que era el á¼ÏαÏγαÏμα Ïá¿Ï δÏÎ¾Î·Ï , âel resplandor de la gloria de Diosâ, en esa representación tÃpica de su presencia. Y esto fue para instruirlos en la forma y manera en que Dios habitarÃa entre ellos.
El apóstol, por lo tanto, llamándolos de los tipos, por los cuales en muchas tinieblas habÃan sido instruidos en estos misterios, a las cosas mismas representadas oscuramente por ellos, les da a conocer lo que significaba esa gloria y esplendor tÃpicos, a saber, el eterno gloria de Dios, con su resplandor y brillo esenciales en el Hijo, en y por quien la gloria del Padre resplandece para nosotros. De modo que las palabras parecen relacionarse con la forma de instrucción que les fue otorgada en la antigüedad.
Además, solÃan expresar su fe en este misterio con palabras al respecto: ×Ö¸Ö¼××Ö¹×, âgloriaâ, a veces se usa para Dios mismo: Salmo 85:9 , ×ִשְ××Ö¹Ö¼× ×Ö¸Ö¼××Ö¹× ×Ö°Ö¼×ַרְצֵ××Ö¼, âQue la gloria habite en nuestra tierraâ; es decir, el Dios de gloria, o Dios glorioso. Esta gloria el Targum llama ×קר×; y la majestad de esa gloria, ש××× ×.
Véase Hageo 1:8 ; Salmo 44:24 , traducen estas palabras, ×Ö¸×Ö¸Ö¼××Ö¼×¤Ö¸× Öµ××Ö¸ תַסְתִּ×ר, "¿Por qué escondes tu rostro?" ××× ×©××× ×ª ×קר×Ö° תס××§, â¿Por qué quitas la majestad de tu gloria?â como se lee en el lugar tanto en la Biblia veneciana como en la de Basilea: porque la Regia solo tiene ש××× ×, omitiendo ×קר×Ö°.
Y en la visión de IsaÃas, IsaÃas 6:1 , dicen que era ×××××, entonces Kimchi; ש××× ×, entonces Rashi; ××§×¨× ×××, asà el Targum. Y afirman que fue el mismo que descendió y apareció en el monte SinaÃ, Ãxodo 19:20 ; donde estas palabras, ×¢××Ö¼×ַר סִ×× Ö·× ×Ö·×Ö´Ö¼×¨Ö¶× ×Ö°×Ö¸Ö¹××, âY el SEÃOR descendió sobre el monte SinaÃâ, son traducidas por Onkelos, ××ת××× ××§×¨× ×××, âLa majestad de Dios fue reveladaâ; cuyas palabras, de Salmo 68:18 , son aplicadas por nuestro apóstol al Hijo, Efesios 4:8 .
᾿᾿ÎÏαÏγαÏμα Ïá¿Ï δÏξηÏ, entonces, no es otra cosa que ××§×¨× ×©××× ×ª, o ש××× ×ª ×××××, âla presencia esencial o majestad del Dios gloriosoâ. Este, dice él, es Cristo el Hijo. Y asà en la antigüedad expresaron su fe acerca de él.
Las palabras, como se mostró antes, denotan la naturaleza divina de Cristo, pero no absolutamente, sino como Dios el Padre en él se manifiesta a nosotros. Por eso se le llama ש××× ×, o ש××× ×ª×, o ש××× ×. La palabra es de ש×Ö·×, âél habitóâ. Elias en Tishbi nos da un relato algo diferente de la aplicación de ese nombre, en la raÃz: קר×× ×××× ×ר×× ××§×ש ש××× × ×¢× ×©× ×©××× ×©×× ×¢× ×× ××××, âLos rabinos de Shechinawelh invocaron a los rabinos de la memoria bendita, porque el EspÃritu Santo bendijo a Shechinawelh.
â Pero que esto no es asà puede observarse a lo largo del Targum, donde el EspÃritu Santo siempre es expresamente llamado ר×× ××§×ש; y se habla de la Shejiná en lugares que no pueden aplicarse a él. Pero como se dice que la plenitud de la Deidad habita en el Señor Cristo ÏÏμαÏÎ¹Îºá¿¶Ï , Colosenses 2:9 , y él, como Hijo unigénito de Dios, habita entre nosotros, Juan 1:14 ; asà se dice en el mismo sentido que es ש××× × ×××××, o á¼ÏαÏγαÏμα Ïá¿Ï δÏξηÏ, âla majestad, la presencia, el esplendor de la gloriaâ, o âel Dios gloriosoâ.
Esto, pues, es aquello de lo que el apóstol piensa a los judÃos: Dios habiendo prometido habitar entre ellos por su gloriosa presencia, de ahà que el mismo nombre de Jerusalén fuera llamado: âEl Señor está allÃâ, Ezequiel 48:35 , el que en y bajo ese nombre estaba con ellos, como enviado por Jehová, ZacarÃas 2:8 , estaba el Hijo, en quien ahora les habÃa hablado en estos postreros dÃas.
Y esto debe ser de peso para ellos, siendo instruidos que el que les habÃa revelado la voluntad de Dios no era otro sino el que habÃa habitado entre ellos desde el principio, representando en todas las cosas la persona del Padre, siendo tÃpicamente revelado a ellos como el âresplandor de su gloriaâ.
El apóstol añade que él es ÏαÏακÏá½´Ï á½ÏοÏÏάÏεÏÏ Î±á½Ïοῦ , âla figura expresaâ (o âimagenâ) âde su personaâ; es decir, de la persona de Dios Padre. No entraré en ninguna disputa sobre el significado de la palabra á½ÏοÏÏαÏιÏ, o la diferencia entre ella y οá½Ïία. Muchas controversias sobre estas palabras hubo en la antigüedad. Y Jerónimo fue muy cauteloso al reconocer tres hipóstasis en la Deidad, y eso porque pensó que la palabra en este lugar denotaba âsustanciaâ; y de esa mente todavÃa hay muchos, siendo asà traducido por la traducción vulgar. Pero la consideración de estas cuestiones enojosas que no tienden a la apertura del diseño del apóstol y el significado del EspÃritu Santo en este lugar, no insistiré sobre ellas.
1. La hipóstasis del Padre es el Padre mismo. De esto, o de él, se dice que el Hijo es la âimagen expresaâ. Como es el Padre, asà es el Hijo. Y este acuerdo, semejanza y conveniencia entre el Padre y el Hijo, es esencial; no accidental, como lo son aquellas cosas entre relaciones finitas y corpóreas. Lo que el Padre es, hace, tiene, eso es el Hijo, hace, tiene; o bien el Padre, como Padre, no podrÃa estar plenamente satisfecho en él, ni representado por él.
2. Por âcarácterâ parece que se entienden dos cosas:
(1.) Que el Hijo en sà mismo es á¼Î½ μοÏÏá¿ Îεοῦ, âa semejanza de Diosâ, Filipenses 2:6 .
(2.) Que para nosotros él es εἰκὼν Îεοῦ, "la imagen de Dios", representándolo para nosotros, Colosenses 1:15 . Porque estas tres palabras se usan del Señor Cristo con respecto a Dios Padre, μοÏÏή, εἰκÏν, ÏαÏακÏá½´Ï. Y su uso parece diferenciarlos asÃ:
(1.) Se dice de él, ᾿Îν μοÏÏá¿ Îεοῦ á½ÏάÏÏÏν, Filipenses 2:6 , âSiendoâ (âexistiendo, subsistiendoâ) âen la forma de Dios:â es decir, siendo asÃ, esencialmente asÃ; porque no hay μοÏÏή, o âformaâ, en la Deidad sino lo que le es esencial. Esto era absolutamente, con anterioridad a su encarnación, toda la naturaleza de Dios estando en él, y en consecuencia siendo él en la forma de Dios.
(2.) En la manifestación de Dios hacia nosotros, se dice que es Îἰκὼν Ïοῦ Îεοῦ Ïοῦ á¼Î¿Ïα. ÏÎ¿Ï , Colosenses 1:15 , âLa imagen del Dios invisible;â porque en él, tan participante de la naturaleza del Padre, resplandecen el poder, la bondad, la santidad, la gracia y todas las demás propiedades gloriosas de Dios, siendo en él representado para nosotros, 2 Corintios 4:6 . Y ambos parecen estar comprendidos en esta palabra, ÏαÏακÏήÏ; tanto que toda la naturaleza de Dios está en él, como también que por él Dios nos es declarado y expresado.
Los judÃos de la antigüedad tampoco ignoraban esta noción del Hijo de Dios. Asà Philo expresa su sentido, de Confusione Linguarum:
Îá¼Î½ μηδÎÏÏ Î¼ÎνÏοι ÏÏ Î³ÏάνῠÏÎ¹Ï á¼Î¾Î¹ÏÏÏεÏÏ á½¥Î½ Ï á¼±á½¸Ï Îεοῦ ÏÏοÏαγοÏεÏεÏθαι, ÏÏοÏδαζε κοÏμεá¿Ïθαι καÏá½° Ïὸν ÏÏÏÏÏγονον αá½Ïοῦ ÎÏγον, Ïὸν ἠγγελον ÏÏεÏβὺÏαÏον á½ Ï á¼ÏÏάγγελον ÏÎ¿Î»Ï á½½Î½Î¿Î¼Î¿Î½ á½ÏάÏÏονÏα, καὶ Î³á½°Ï á¼ÏÏá½´, καὶ á½Î½Î¿Î¼Î± Îεοῦ, καὶ λÏγοÏ, καὶ ὠκαÏ᾿ εἰκÏνα á¼Î½Î¸ÏÏÏοÏ, καὶ á½Ïῶν ᾿ÎÏÏαὴλ ÏÏοÏαγοÏεÏεÏαι
âSi alguno aún no es digno de ser llamado hijo de Dios, esfuérzate por ser conforme a su Verbo primogénito, el ángel antiquÃsimo, el arcángel de muchos nombres; porque se le llama 'Principio', 'El nombre de Dios', 'El hombre según la imagen de Dios, 'El vidente de Israel'â.
Y otra vez,
Îαὶ Î³á½°Ï Îµá¼° μήÏÏ á¼±ÎºÎ±Î½Î¿á½¶ θεοῦ Ïαá¿Î´ÎµÏ νομίζεÏθαι γεγÏναμμν, á¼Î»Î»Î¬ ÏÎ¯Ï á¼ÏÎ´Î¯Î¿Ï Îµá¼°ÏÎ¿Ï Î±á½Ïοῦ λ razón
âPorque si no somos dignos de ser llamados hijos de Dios, seamos de su imagen eterna, la Palabra santÃsima; porque esa Palabra antiquÃsima es la imagen de Dios.â
Asà él, expresando algunas de sus concepciones acerca de este âcarácterâ eterno de la persona del Padre. Hemos visto qué es lo que se pretende con esta expresión, y sólo añadiremos a ello una consideración de aquello de donde se toma la expresión. Generalmente se piensa que se alude al grabado ordinario de anillos, sellos o piedras. Puede ser también que el apóstol tuviera respeto por alguna representación de la gloria de Dios al grabar entre las instituciones de Moisés.
Ahora bien, apenas habÃa nada en la antigüedad que representara más gloriosamente a Dios que el grabado de su nombre en una placa de oro, para ser usada en la parte delantera de la mitra del sumo sacerdote; a la vista de lo cual el gran conquistador del este cayó ante él. Mención de ello tenemos Ãxodo 28:36 , âHarás una lámina de oro puro, y sobre ella grabarás como grabaduras de selloâ, ×××Ö¸Ö¹×× ×§Ö¹×ֶש, âSantidad de Jehováâ, o âa Jehováâ. Aquà estaba ese nombre de Dios que denota su esencia y siendo caracterizado y grabado, para representar su santidad y gloria a su pueblo.
Y Aarón debÃa usar este nombre de Dios grabado en su frente, para que pudiera llevar la iniquidad de las cosas santas y los dones de los hijos de Israel; lo cual realmente sólo podÃa ser hecho por aquel que era Jehová mismo. Y asÃ, también, cuando Dios promete dar a luz al Hijo como piedra angular de la iglesia, promete grabar en él los siete ojos del Señor, ZacarÃas 3:9 , o la perfección de su sabidurÃa y poder, para expresarse a la iglesia en él.
Habiendo existido, pues, esta representación de la presencia de Dios, por el carácter o grabado de su glorioso nombre sobre la lámina de oro, que el sumo sacerdote debÃa usar para llevar las iniquidades; el apóstol hace saber a los hebreos, que en Cristo el Hijo es el verdadero cumplimiento de lo que fue tipificado por él, habiéndole el Padre realmente comunicado a él su naturaleza, denotada por ese nombre, por la cual pudo realmente llevar nuestras iniquidades, y más gloriosamente representan la persona de su Padre para nosotros.
Y este, con sumisión a mejores juicios, concibo que es el designio del apóstol en esta su descripción de la persona de Jesucristo. Complació al EspÃritu Santo usar aquà estos términos y expresiones, para recordar a los hebreos cómo fueron instruidos en la antigüedad, aunque oscuramente, en las cosas que ahora se les mostraban, y que ahora nada se predicaba o declaraba sino lo que en sus instituciones tÃpicas antes habÃan dado su consentimiento.
Hemos sido algo extensos en nuestra explicación de esta descripción de la persona del Hijo de Dios; sin embargo, como suponemos, no más allá de lo que la naturaleza de las cosas tratadas y la forma de su expresión necesariamente requieren que seamos. Por lo tanto, nos detendremos aquà un rato, antes de continuar con las palabras siguientes de este versÃculo, y tomar algunas observaciones de lo que se ha dicho para nuestra dirección y refrigerio en nuestro pasaje.
I. Todas las gloriosas perfecciones de la naturaleza de Dios pertenecen y moran en la persona del Hijo. Si no fuera asÃ, no podrÃa representarnos gloriosamente la persona del Padre; ni por la contemplación de él podrÃamos ser llevados al conocimiento de la persona del Padre. Esto nos enseña aquà el apóstol, como en la explicación de las palabras que hemos manifestado. Ahora bien, debido a que la confirmación de esta alusión depende de las pruebas y testimonios dados de y sobre la naturaleza divina de Cristo, en los cuales he insistido ampliamente en otro lugar y reivindicado las excepciones, no retomaré aquà esa tarea, especialmente considerando que la misma verdad se nos ocurrirá de nuevo.
II. Toda la manifestación de la naturaleza de Dios hacia nosotros, y todas las comunicaciones de la gracia, son inmediatamente por ya través de la persona del Hijo. Ãl lo representa para nosotros; ya través de él se transmite todo lo que se nos comunica desde la plenitud de la Deidad.
Hay varios casos señalados en los que Dios se revela y se comunica desde su propia plenitud infinita a sus criaturas, y en todas ellas lo hace inmediatamente por medio del Hijo:
1. En la creación de todas las cosas;
2. En su providencia y disposición;
3. En la revelación de su voluntad e institución de ordenanzas;
4. En la comunicación de su EspÃritu y gracia: en ninguno de los cuales la persona del Padre está representada inmediatamente para nosotros de otra manera que en y por la persona del Hijo.
1. En la creación de todas las cosas, Dios les dio su ser y les impartió de su bondad, y manifestó su naturaleza a aquellos que eran capaces de una santa aprehensión de ella. Ahora, todo esto Dios lo hizo inmediatamente por medio del Hijo; no como un instrumento subordinado, sino como el principal eficiente, siendo su propio poder y sabidurÃa. Esto lo hemos manifestado en nuestra explicación de las últimas palabras del versÃculo anterior.
En testimonio expreso al respecto, véase Juan 1:3 ; Colosenses 1:16 ; 1 Corintios 8:6 . El Hijo, como poder y sabidurÃa del Padre, hizo todas las cosas; para que en esa obra resplandezca en él la gloria del Padre, y no de otra manera. Por él hubo una comunicación del ser, la bondad y la existencia a la creación.
2. En el gobierno providencial y la disposición de todas las cosas creadas, Dios se manifiesta aún más a sus criaturas y les comunica aún más su bondad. Que esto también se hace en y por el Hijo, lo evidenciaremos más en la explicación de las siguientes palabras de este versÃculo.
3. El asunto es aún más claro en cuanto a la revelación de su voluntad, y la institución de las ordenanzas desde la primera hasta la última. Se concede que después de la entrada del pecado, Dios no se reveló ni se comunicó bondadosamente a ninguna de sus criaturas sino por medio de su Hijo. Esto podrÃa manifestarse plenamente mediante una consideración de la primera promesa, el fundamento de todas las futuras revelaciones e instituciones, con una inducción de todos los casos subsiguientes.
Pero mientras que todas las revelaciones e instituciones que brotan de la primera promesa se completan y terminan en el evangelio, puede ser suficiente para mostrar que lo que afirmamos es verdadero con especial referencia a ello. Los testimonios que se le han dado son innumerables. Esta es la sustancia y el fin del evangelio: revelarnos al Padre por y en el Hijo; para declarar que solo a través de él podemos ser hechos partÃcipes de su gracia y bondad, y que de ninguna otra manera podemos tener conocimiento o comunión con él.
Véase Juan 1:18 . Todo el fin del evangelio es darnos âel conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristoâ, 2 Corintios 4:6 ; esto es, la gloria del Dios invisible, a quien nadie ha visto jamás, 1 Timoteo 6:16 ; 1 Juan 4:12 .
Eso ha de ser comunicado a nosotros, pero ¿cómo ha de hacerse esto? absoluta e inmediatamente, como es la gloria del Padre? No, sino como âresplandece en el rostro de Jesucristoâ, o como es en su persona manifestada y representada para nosotros; porque él es, como dice el mismo apóstol en el mismo lugar, 2 Corintios 4:4 , âla imagen de Dios.
Y aquà también, en cuanto a la comunicación de la gracia y el EspÃritu, la Escritura es expresa, y los creyentes son instruidos diariamente en ella. Ver Colosenses 1:19 ; Juan 1:16 ; especialmente 1 Juan 5:11 ; 1 Juan 5:14 . Ahora, los fundamentos de este orden de cosas yacen,
1. En el ser esencial del Padre y del Hijo. Esto lo expresa nuestro Salvador, Juan 10:38 , âEl Padre está en mÃ, y yo en élâ. Siendo las mismas propiedades esenciales y la misma naturaleza en cada una de las personas, en virtud de ello también se dice que sus personas están entre sÃ. La persona del Hijo está en la persona del Padre, no como tal, ni en ni por su propia personalidad, sino por la unión de su naturaleza y propiedades esenciales, que no son semejantes en cuanto a las personas, sino iguales en el uno y el otro
Y este ser del Padre en el Hijo, y del Hijo en él, afirma nuestro Salvador que se manifiesta por las obras que hizo, siendo hechas por el poder del Padre, pero como en él, y no como en el Padre. inmediatamente. Ver con el mismo propósito Juan 14:10-11 , y Juan 17:21 .
2. Siendo asà el Padre en el Hijo, y el Hijo en el Padre, por lo que todas las gloriosas propiedades del uno resplandecen en el otro, el orden y economÃa de la SantÃsima Trinidad en subsistencia y operación requiere que la manifestación y comunicación del Padre a nosotros sea a través y por el Hijo; porque asà como el Padre es el origen y la fuente de toda la Trinidad en cuanto a la subsistencia, en cuanto a la operación no obra sino por el Hijo, quien, teniendo la naturaleza divina comunicada a él por la generación eterna, ha de comunicar los efectos de la divina poder, sabidurÃa y bondad, por operación temporal.
Y asà llega a ser âel resplandor de la gloria de su Padre, y la imagen misma de su personaâ, es decir, al recibir de él su naturaleza gloriosa, en su totalidad y en su totalidad, y expresándolo en sus obras de la naturaleza y la gracia para sus criaturas
3. Porque en la dispensación y el consejo de la gracia, Dios ha determinado que toda comunicación de sà mismo a nosotros sea por medio del Hijo encarnado. De esto se da testimonio de todo el evangelio. De modo que esta verdad tiene su fundamento en la subsistencia misma de las personas de la Deidad, es confirmada por el orden, operación y disposición voluntaria en el pacto de gracia.
Y esto nos descubre, primero, la necesidad de venir a Dios por Cristo. Se dice que Dios en sà mismo está âen densas tinieblasâ, como también que mora âen luzâ, a la cual ninguna criatura puede acercarse; cuyas expresiones, aunque parecen contrarias, nos enseñan la misma cosa, a saber, la distancia infinita de la naturaleza divina de nuestras aprehensiones y concepciones, "ninguno de los hombres ha visto a Dios en ningún momento".
âPero este Dios, invisible, eterno, incomprensiblemente glorioso, ha implantado varios caracteres de sus excelencias y ha dejado huellas de sus benditas propiedades en las cosas que ha hecho; que, por la consideración y contemplación de ellos, podamos llegar a conocerlo de tal manera que nos anime a temerlo y servirlo, y hacer de él nuestro fin supremo. Pero estas expresiones de Dios en todas las demás cosas, además de su Hijo Cristo Jesús, son todas ellas parciales, revelando solo algo de él, no todo lo que es necesario saber para que podamos vivir para él aquà y disfrutarlo en el más allá; y oscuro, que no nos conduce a ningún conocimiento perfecto y estable de él.
Y por eso es que aquellos que han intentado venir a Dios por la luz de esa manifestación que él ha hecho de sà mismo de otra manera que en y por Cristo Jesús, fracasaron y están destituidos de su gloria. Pero ahora, el Señor Cristo es âel resplandor de su gloriaâ, en quien su gloria resplandece desde la densa oscuridad en la que su naturaleza está envuelta para nosotros, y brilla desde esa luz inaccesible en la que él habita; y âla imagen expresa de su personaâ, representando todas las perfecciones de su persona plena y claramente para nosotros, solo en él podemos alcanzar un conocimiento salvador de él.
Por eso le dice a Felipe, Juan 14:9 âEl que me ha visto a mÃ, ha visto al Padreâ; la razón de cuya afirmación, tomada del ser mutuo del Padre y del Hijo, y su expresión de su mente y gloria, afirma en los versÃculos siguientes. Ãl, entonces, es el único camino y medio para llegar al conocimiento y disfrute de Dios, porque sólo en Ãl y por Ãl se nos expresa plena y perfectamente.
Y por lo tanto, esto, en segundo lugar, es nuestra gran guÃa y dirección en todos nuestros esfuerzos para lograr un acceso aceptable a Ãl.¿LlegarÃamos a ese conocimiento de la naturaleza, propiedades y excelencias del Padre, que las criaturas pobres, débiles y finitas son capaces de alcanzar en este mundo, que es suficiente para que podamos amarlo, temerlo, servirlo y venir? para el disfrute de él? ¿ConocerÃamos su amor y gracia? ¿AdmirarÃamos su sabidurÃa y santidad? esforcémonos por llegar a un conocimiento Ãntimo y cercano de su Hijo Jesucristo, en quien habitan todas estas cosas en su plenitud, y por quien nos son exhibidas, reveladas y reveladas; buscad al Padre en el Hijo, de quien ninguna propiedad de la naturaleza divina puede ser aprehendida salvadoramente ni rectamente comprendida, y en quien todas ellas están expuestas a nuestra fe y contemplación espiritual. Esta es nuestra sabidurÃa, permanecer en Cristo, permanecer con él, aprenderlo; y en él aprenderemos, mira,
ΦÎÏÏ Ïε Ïá½° ÏάνÏα Ïá¿· ῤήμαÏι Ïá¿Ï Î´Ï Î½Î¬Î¼ÎµÏÏ Î±á½Ïοῦ. Después de la descripción de la persona, el apóstol vuelve a una afirmación del poder de Cristo, el Hijo de Dios, y allà hace su transición del oficio real y profético al sacerdotal; sobre todo lo cual pretende después ampliar su discurso. Mostró antes que por él fueron creados los mundos; por lo cual, como una prueba más de su glorioso poder, y de su continuación de actuar adecuadamente hasta el comienzo de su ejercicio, añade que también permanece para defender, o gobernar y disponer de todas las cosas asà hechas por él.
Para la explicación de estas palabras, se deben investigar dos cosas; primero, cómo, o en qué sentido, se dice que Cristo âsostieneâ o gobierna âtodas las cosasâ; en segundo lugar, cómo lo hace por âla palabra de su poderâ. Los expositores toman ΦÎÏÏν en un doble sentido y, en consecuencia, se traducen de diversas formas.
1. Algunos lo traducen como âsosteniendo, apoyando, llevando, cargandoâ. Y éstos suponen que expresa ese infinito poder divino que se ejerce en la conservación de la creación, impidiendo que se hunda en su original de confusión y nada. De esto dice nuestro Salvador: âMi Padre hasta ahora trabajaâ, á¼ÏÏ á½ÏÏι, (o âtodavÃaâ), ây yo trabajoâ; es decir, en la sustentación providencial de todas las cosas hechas al principio.
âY estoâ, dice Crisóstomo sobre este lugar, âes una obra mayor que la de la creaciónâ. Por el primero todas las cosas surgieron de la nada; por este último son preservados de ese retorno a la nada a que su propia naturaleza, incapaz de existir sin dependencia de su Causa Primera, y su conflicto perpetuo por la contrariedad de cualidades, los precipitarÃa.
2. Algunos toman la palabra para expresar su gobierno, gobierno y disposición de todas las cosas por él hechas, y (que se supone) sustentadas; y asà puede denotar el ejercicio de ese poder sobre todas las cosas que se da al Hijo como mediador; o bien ese gobierno providencial sobre todo lo que tiene con su Padre, que parece más bien pretendido por la forma expresa en que ejerce este gobierno, a saber, "por la palabra de su poder".
El uso de la palabra ÏÎÏÏ no es tan obvio en este último sentido como lo es en el primero; como en el proverbio, Îá¼° δÏναμαι Ïá¿Ï αιá¿Î³Î± ÏÎÏειν, á½²ÏίθεÏΠμοι Ïὸν βοῦν. Pero no veo ninguna razón por la que debamos suponer una inconsistencia en estos sentidos, y no más bien concluir que ambos están implÃcitos; porque asà como absolutamente es el mismo poder y providencia divinos los que se ejercen en la defensa y el gobierno o disposición de todas las cosas, asà todo gobierno y gobierno es una cuestión de peso y carga.
Y el que gobierna o gobierna a los demás se dice que los lleva o lleva. Asà Moisés expresa su gobierno del pueblo en el desierto, Números 11:11-12 : âTú has puesto,â dice él, ×שָּ××, âel pesoâ (o âcargaâ) âde este pueblo sobre mÃ; y tú has dicho: שָ××Öµ××Ö¼, llévalosâ (o âllévalosâ) âen tu seno.
â Y por lo tanto de × Ö¸×©Ö¸××, âllevar o cargarâ, es × Ö¸×©Ö´×××, âprÃncipe o gobernanteâ; es decir, uno que lleva y lleva la carga del pueblo, que lo sostiene y lo gobierna. Soportar, entonces, o defender, y gobernar y disponer, pueden estar bien intencionados en esta palabra; como ambos están expresados ââen aquella profecÃa de Cristo, IsaÃas 9:6 , âLa reglaâ (o âgobiernoâ) ârecaerá sobre su hombroâ, para que junto con su poder y regla sostenga y lleve el peso de su gente.
Sólo que, mientras que esto se hace entre los hombres con mucho trabajo y fatiga, lo hace con una facilidad inefable, con la palabra de su poder. Y esto es seguro, para tomar la expresión en su sentido más amplio.
Pero mientras que la frase del habla en sà misma no se usa en ninguna otra parte del Nuevo Testamento, ni se aplica ÏÎÏÏ con tal propósito en ninguna otra parte (aunque una vez que ÏεÏÏÎ¼ÎµÎ½Î¿Ï se tome como "actus" o "agitatus", 2 Pedro 1:21 ), podemos preguntar qué palabra era entre los hebreos que el apóstol pretendÃa expresar, por la cual habÃan sido instruidos anteriormente en la misma materia.
1. Puede ser que pretendiera ×Ö°×Ö·×Ö°×ÖµÖ¼×, un participio de ×Ö¼×Ö¼×, âsostener, soportar, soportarâ, como MalaquÃas 3:2 . Significa también âalimentar, nutrir y cuidar, 1 Reyes 4:7 ; Rut 4:15 ; ZacarÃas 11:16 .
ÏÎÏÏν Ïε ÏανÏα, es decir, ×Ö°×Ö·×Ö°×ÖµÖ¼× ×Ö¸×, âsustinens, nutriens omniaâ, âsustainens, nutriens omniaâ, âsustainens, nutriens omniaâ, âsustainens, nutriens omniaâ, âsustainens, nutriens omniaâ, âsustainens, nutriens omniaâ, âsostener y cuidar todas las cosasâ. Y en este sentido, asà como la obra de la creación se atribuye eminentemente al Padre, de quien se dice que hizo todas las cosas por el Hijo, asà la preservación y el cuidado de todas las cosas se asigna aquà peculiarmente al Hijo.
Y esto no es impropio de la analogÃa de la fe: porque fue el poder de Dios el que fue eminentemente exaltado y se ve conspicuamente en la obra de la creación, como declara el apóstol, Romanos 1:20 , aunque ese poder fue acompañado también con infinito sabidurÃa; y es la sabidurÃa de Dios la que se manifiesta más eminentemente en la preservación de todas las cosas, aunque esa sabidurÃa también se ejerza en un poder infinito.
Al menos, en la contemplación de las obras de la creación, somos conducidos, por la maravilla del poder infinito por el cual fueron realizadas, a la consideración de la sabidurÃa que la acompañó; y lo que en las obras de la providencia se presenta primero a nuestra mente es la infinita sabidurÃa con que se disponen todas las cosas, lo que nos lleva también a la admiración del poder expresado en ellas. Ahora bien, es habitual en las Escrituras asignar las cosas en las que el poder es más eminente al Padre, como aquellas en las que la sabidurÃa se exalta más conspicuamente al Hijo, que es la SabidurÃa eterna del Padre. Y este sentido no es inadecuado para el texto.
2. × Ö¹×©Öµ×× es otra palabra que puede tener la intención; y esto denota un porte como un prÃncipe en el gobierno, como × Ö¸×©Ö´×××. Y en este sentido la palabra debe ser referida a Cristo como mediador, investido de poder y gobierno por el Padre. Pero ni las palabras ni el contexto soportarán bien este sentido: porque,
(1.) Se menciona antes, donde se dice que él es "designado heredero de todos"; y no es probable que el apóstol, en esta descripción resumida de la persona y los oficios del MesÃas, mencione dos veces lo mismo bajo diferentes expresiones.
(2.) La partÃcula Ïε añadida a ÏÎÏÏν nos remite al principio de este versÃculo, á¿ÎÏ á½¥Î½,..... ÏÎÏÏν Ïε, "Quien siendo el resplandor de la gloria,... y soportando todas las cosas". De modo que estas cosas necesariamente deben ser dichas de él en el mismo sentido: y lo primero, como hemos mostrado, se relaciona con su persona con respecto a su naturaleza divina; asà también lo hace este último, y su actuación en él.
3. Hay todavÃa otra palabra, que supongo que el apóstol tenÃa un objetivo principal para expresar, y esta es רֹ×Öµ×. רָ×Ö·× es propiamente âmontar, ser llevado, ser llevado encimaâ; y se usa con frecuencia, aunque metafóricamente, con respecto a Dios mismo: como Deuteronomio 33:26 , ש×Ö·×Ö´× ×¨Ö¹×Öµ×, âmontando sobre los cielosâ; âsobre las nubesâ, IsaÃas 19:1 ; âsobre las alas del vientoâ, Salmo 18:10 y Salmo 68:5 ; por lo cual su majestad, autoridad y gobierno se proyectan hacia nosotros. Y de ahà que también la palabra signifique âadministrar, disponer, gobernar o presidir en y sobre las cosasâ.
AsÃ, en la visión de Ezequiel de la gloriosa providencia de Dios al gobernar toda la creación, está representada por un carro (×ֶרְ×Ö¸×Ö¸×) de querubines (×ְּר×Ö¼×Ö´××). Los ×ְּר×Ö¼×Ö´××, âquerubinesâ, con sus ruedas, hicieron ese carro, sobre el cual se sentó el Dios de Israel, al disponer y gobernar todas las cosas. Y las palabras mismas tienen esa afinidad en significado que se ve frecuentemente entre las raÃces hebreas, difiriendo sólo en la transposición de una letra.
Y la descripción de Aquel que estaba sentado sobre el carro de la providencia, Ezequiel 1 , es la misma que la de Juan, Apocalipsis 4 . Ahora, Dios en esa visión es colocado ר×Öµ×, como gobernando, gobernando, influenciando todas las causas secundarias, en cuanto a la producción ordenada de sus efectos, mediante la comunicación de vida, movimiento y guÃa hacia ellas.
Y aunque esta administración divina de todas las cosas sea terrible de considerar, los anillos de las ruedas eran altos y terribles, Apocalipsis 1:18 , y las criaturas vivientes âcorrÃan como la apariencia de un relámpagoâ, Apocalipsis 1:14 ; como también llenas de enredos, apareciendo ruedas cruzadas, o ruedas dentro de ruedas, Apocalipsis 1:16 , de las cuales se dice que todas ruedan, Apocalipsis 10:11 ; sin embargo, se lleva a cabo en un orden indecible, sin la menor confusión, Apocalipsis 1:17, y con una facilidad maravillosa, por una mera insinuación de la mente y voluntad de Aquel que guÃa el todo; y eso porque habÃa un espÃritu viviente y poderoso que pasaba por todos, tanto criaturas vivientes como ruedas, que los movÃa rápida, regular y eficazmente, como le placÃa; es decir, el poder enérgico de la divina Providencia, animando, guiando y disponiendo el todo como bien le parecÃa.
Ahora bien, todo esto está excelentemente expresado por el apóstol en estas palabras. Porque asà como el poder que está en Aquel que se sienta sobre el carro, que influye y da existencia, vida, movimiento y guÃa a todas las cosas, se expresa claramente por ÏÎÏÏν Ïá½° ÏάνÏα , âsosteniendo y disponiendo de todas las cosasâ, es decir, רֹ×Öµ× ×¢Ö·××Ö¼×Ö¸×; asà es el ejercicio y emisión de él por el espÃritu de vida en todas las cosas, para guiarlos con certeza y regularidad, por estas palabras, Ïá¿· ῤήμαÏι Ïá¿Ï Î´Ï Î½Î¬Î¼ÎµÏÏ, âpor la palabra de su poderâ: ambas denotan la indecible facilidad del omnipotente poder en sus operaciones.
Y Kimchi en el 6 de IsaÃas afirma que la visión que tuvo el profeta fue de âla gloria de Dios, aquella gloria que vio Ezequiel en semejanza de hombreâ; que encontramos aplicado al Señor Cristo, Juan 12:41 .
Solo añadiré que en la visión de Ezequiel la voz de la cuadriga, de los seres vivientes, en su movimiento, era como la voz ש××Ö·Ö¼×, âomnipotentisâ, âpraepotentisâ, â sibi enoughisâ, del âTodopoderosoâ, â el poderosoâ, âel todoâ o âautosuficienteâ; lo cual también se expresa plenamente en esto del apóstol, âsoportando, sustentando, disponiendo de todas las cosasâ
Nuestra siguiente pregunta es acerca de la manera en que el Hijo posee y dispone de todas las cosas. Lo hace âpor la palabra de su poderâ, Ïá¿· ῥήμαÏι Ïá¿Ï Î´Ï Î½Î¬Î¼ÎµÏÏ. ῾Ρá¿Î¼Î± en el Nuevo Testamento se usa en la misma latitud y extensión que ×Ö¸Ö¼×ָר en el Antiguo. A veces denota cualquier asunto o cosa, sea buena o mala, como Mateo 5:11 ; Mateo 12:36 ; Mateo 18:16 ; Marco 9:32 ; Lucas 1:37 ; Lucas 2:15 ; Lucas 18:34 ; palabra de bendición de la Providencia, Mateo 4:4 ; cualquier palabra hablada, Mateo 26:75 ; Mateo 27:14 ; Lucas 9:45 ; de la promesa, Lucas 1:38; y ῥήμαÏα ÎλάÏÏημα, âpalabras blasfemasâ, Hechos 6:11 ; la palabra de Dios, la palabra de la profecÃa, Lucas 3:2 ; Romanos 10:17 ; Efesios 5:26 ; Efesios 6:17 ; 1 Pedro 1:25 ; un mandato autoritativo, Lucas 5:5 .
En esta epÃstola se usa de diversas maneras. Sólo en esto difiere de λÏγοÏ, en que nunca denota la Palabra eterna o esencial de Dios. Lo que en este lugar se denota por él, con su adjunto de Ïá¿Ï Î´Ï Î½Î¬Î¼ÎµÏÏ, el λÏÎ³Î¿Ï á¼ÏδιάθεÏοÏ, o el poder divino, que ejecuta los consejos de la voluntad y sabidurÃa de Dios, o la eficacia de la providencia de Dios, por la cual obra y efectúa todo. las cosas según el consejo de su voluntad.
Ver Génesis 1:3 ; Salmo 147:15 ; Salmo 147:18 ; Salmo 148:8 ; IsaÃas 30:31 .
Y esto lo expresan indiferentemente á¿¥á¿Î¼Î± y λÏγοÏ. Por lo tanto, lo mismo que Pablo expresa por uno de ellos, Hebreos 11:32 Pedro 3:5 los otros dioses fue hechaâ, Pedro2 2 Pedro 3:5 , Î£Ï Î½ÎµÏÏá¿¶Ïα Ïá¿· Îεοῦ λÏγῳ.
Ahora bien, esta eficacia de la divina Providencia se llama la palabra de Dios, para dar a entender que asà como los gobernantes cumplen su voluntad con una palabra de mandato, en y acerca de las cosas sujetas a su voluntad, Mateo 8:9 , asà Dios cumple toda su mente y voluntad en todas las cosas por su poder. Y por lo tanto, Ïá¿Ï Î´Ï Î½Î¬Î¼ÎµÏÏ, âde su poderâ, se agrega aquà a modo de diferencia y distinción, para mostrar qué palabra es la que el apóstol se refiere.
No es ÎÏÎ³Î¿Ï Î¿á½ÏιÏδηÏ, âla Palabra esencial â de Dios, quien es la persona de la que se habla; ni λÏÎ³Î¿Ï ÏÏοÏοÏικÏÏ, la palabra pronunciada por él en la revelación de sà mismo, de su mente y de su voluntad; sino una palabra que es eficaz y operativa, a saber, la manifestación de su poder divino, con facilidad y autoridad cumpliendo su voluntad y propósito en y por todas las cosas.
Esto en la visión de Ezequiel es la comunicación de un espÃritu de vida a los querubines y ruedas, para obrar y moverlos como bien le pareciere a Aquel por quien son guiados; porque como es muy probable que el apóstol en estas palabras, exponiendo el poder divino del Hijo para gobernar y gobernar toda la creación, quiso recordar a los hebreos que el Señor Cristo, el Hijo, es el que estaba representado en el forma de hombre a Ezequiel, que gobierna y dispone de todas las cosas, y el ש××Ö·Ö¼×, âel Todopoderosoâ, cuya voz se escuchó entre las ruedas, por lo que es muy cierto que se pretende lo mismo en ambos lugares.
Y esta expresión de âmantenerâ (o âdisponer deâ) âtodas las cosas por la palabra de su poderâ, declara plenamente la gloriosa providencia expresada emblemáticamente en esa visión. El Hijo, estando sobre todas las cosas hechas por él mismo, como en un trono sobre los querubines y las ruedas, influye con su poder sobre toda la creación, comunicándole respectivamente la subsistencia, la vida y el movimiento, actuando, gobernando y disponiendo de todo según el consejo de su propia voluntad.
Esto, entonces, es lo que el apóstol asigna al Hijo, para establecer asà la dignidad de su persona, para que los hebreos bien consideren todas las cosas antes de que abandonen su doctrina. Es aquel que es partÃcipe esencialmente de la naturaleza de Dios, âsiendo el resplandor de la gloria y la imagen misma de la persona de su Padreâ, quien ejerce y manifiesta su poder divino tanto en la creación de todas las cosas, como también en el sostén, regla, y disposición de todos, después de haberlos hecho por él.
Y de aquà seguirá, como su poder y autoridad para cambiar las instituciones mosaicas, asà su verdad y fidelidad en la revelación de la voluntad de Dios por él hecha; que era su deber abrazar y adherirse.
Los varios pasajes de este versÃculo están todos unidos por el apóstol, y usados ââcon el mismo fin y propósito general; pero ellos mismos tienen sentidos e importancia tan distintos, considerados absolutamente y por separado, que en nuestro pasaje eliminaremos las observaciones que nos proporcionan individualmente.
Y de estas últimas palabras podemos aprender:
I. Nuestro Señor Jesucristo, como Hijo de Dios, tiene sobre su mano el peso de toda la creación y dispone de ella con su poder y sabidurÃa.
II. Tal es la naturaleza y condición del universo, que no podrÃa subsistir ni un momento, ni ninguna cosa en él podrÃa actuar regularmente hacia su fin designado, sin el continuo apoyo, guÃa, influencia y disposición del Hijo de Dios.
Podemos considerar brevemente la suma de ambos juntos, para manifestar el poder y el cuidado de Cristo sobre nosotros, como también la condición débil y dependiente de toda la creación en sà misma y por sà misma. Las cosas de esta creación no pueden sostenerse, actuar y disponerse más de lo que pudieron al principio hacerse de la nada. Lo más grande no puede conservarse por su poder, ni por su grandeza, ni por su orden; ni menos por su distancia de la oposición.
Si no hubiera una mano poderosa debajo de todos y cada uno, todos se hundirÃan en confusión y nada; si un poder eficaz no los influenciara, se convertirÃan en un montón de perezosos. Es verdad, Dios ha implantado en la creación de todas las cosas en cada partÃcula de la creación una inclinación y disposición natural especial, según la cual está lista para actuar, moverse o trabajar regularmente; pero él no ha puesto esta naturaleza y poder absolutamente en ellos, e independientemente de su propio poder y operación.
El sol está dotado de una naturaleza para producir todos los gloriosos efectos de luz y calor que contemplamos o concebimos, el fuego para quemar, el viento para soplar, y todas las criaturas también de manera similar; pero, sin embargo, ni el sol, ni el fuego, ni el viento podrÃan conservarse en su ser, ni retener los principios de sus operaciones, si el Hijo de Dios, por una emanación constante y continua de su poder eterno, no los sostuviera y preservara; ni podrÃan producir ningún efecto por todas sus acciones, si él no obrara en ellos y por ellos.
Y asà es con los hijos de los hombres, con todos los agentes, sean naturales y necesarios, o libres y procediendo en sus operaciones por elección y elección. Por eso Pablo nos dice que âen Dios vivimos, nos movemos y existimosâ, Hechos 17:28 . Antes habÃa afirmado que habÃa âhecho de una sola sangre a todas las nacionesâ, Hechos 17:26 ; es decir, todos los hombres de uno, a quien él creó primero.
A lo cual añade, para que sepamos que no nos ha dejado parados solos sobre ese primer fundamento, sino que tenemos poder o habilidad, siendo hechos, para hacer o actuar cualquier cosa sin él, que en él, que es, en su poder, cuidado, providencia, y en virtud de su influencia eficaz, nuestras vidas son apoyadas y continuadas, que somos actuados, movidos y capacitados para hacer todo lo que hacemos, aunque sea pequeño, en el que hay cualquier efecto de vida o movimiento.
Entonces Daniel le dice a Belsasar que su âalientoâ y âtodos sus caminosâ estaban en la mano de Dios, Daniel 5:23 ; su aliento, en el sostén y continuidad de su ser; y sus caminos, en su dirección eficaz y disposición de ellos. Pedro habla del mismo propósito en general acerca de la estructura de los cielos, la tierra y el mar, 2 Pedro 3:5 .
Ahora bien, lo que se dice asà de Dios en general, Pablo lo aplica particularmente al Hijo: Colosenses 1:16-17 , âTodas las cosas fueron creadas por él y para él; y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosasâ. consistir." Ãl no sólo hizo todas las cosas, como hemos dicho, y eso para sà mismo y para su propia gloria, sino que también continúa a la cabeza de ellas; de modo que por él y por su poder consisten, se conservan en su presente estado y condición, guardados de disolución, en su existencia singular y en una coherencia entre ellos.
Y la razón de esto se toma, primero, de la condición limitada, finita, dependiente de la creación, y la absoluta necesidad de que asà sea. Es absolutamente imposible, y repugnante a la misma naturaleza y ser de Dios, que Ãl haga, cree o produzca cualquier cosa fuera de sà mismo, que tenga ya sea una subsistencia propia o una autosuficiencia, o que sea independiente de sà mismo. Todas estas son propiedades naturales y esenciales de la naturaleza divina.
Donde ellos están, allà está Dios; de modo que ninguna criatura pueda hacerse partÃcipe de ellos. Cuando nombramos una criatura, nombramos aquello que tiene un ser derivado y dependiente. Y lo que no puede subsistir en y por sà mismo tampoco puede actuar asÃ.
En segundo lugar , la eficacia energética de la providencia de Dios, unida a su infinita sabidurÃa en el cuidado de las obras de sus propias manos, productos de su poder, exige que asà sea. Ãl trabaja todavÃa. No creó el mundo para dejarlo a un acontecimiento incierto, para quedarse a ver qué serÃa de él, a ver si volvÃa a su nada primitiva (cuya barrica huele siempre fuerte), o cómo volverÃa. ser sacudido hacia arriba y hacia abajo por las cualidades adversas y contrarias que fueron implantadas en varios de él; pero el mismo poder y sabidurÃa que lo produjo todavÃa lo acompaña, perforando poderosamente a través de cada parcela y partÃcula de él.
Imaginar una providencia en Dios, sin una operación energética continua; o una sabidurÃa sin un constante cuidado, inspección y supervisión de las obras de sus manos; no es tener aprensiones del Dios viviente, sino erigir un Ãdolo en nuestra propia imaginación.
En tercer lugar , esta obra se asigna peculiarmente al Hijo, no sólo porque es el poder eterno y la sabidurÃa de Dios, sino también porque por su interposición, al emprender la obra de mediación, rescató al mundo de una disolución inmediata en la primera entrada. del pecado y el desorden, para que pudiera continuar, por asà decirlo, el gran escenario para que se lleven a cabo las obras poderosas de la gracia, la sabidurÃa y el amor de Dios.
Por lo tanto, se le delega el cuidado de la continuación de la creación y la disposición de ella, como quien se ha comprometido a producir y consumar la gloria de Dios en ella, a pesar de la gran brecha abierta en ella por el pecado de los ángeles y los hombres. . Esta es la sustancia del discurso del apóstol, Colosenses 1:15-20 .
Habiendo afirmado que es imagen de Dios, en el sentido antes abierto y declarado, y que ha hecho todas las cosas, afirma que todas las cosas tienen también en él y por su poder su consistencia actual, y deben tenerla hasta la obra de Una vez realizada la reconciliación de todas las cosas con Dios, la gloria de Dios puede recuperarse plenamente y establecerse para siempre.
1. De aquà podemos ver la vanidad de esperar cualquier cosa de las criaturas, sino sólo lo que Cristo Señor se complace en comunicarnos por medio de ellas. Aquellos que no pueden sostenerse, moverse o actuar por sà mismos, por ningún poder, virtud o fuerza propia, es muy poco probable que por sà mismos brinden asistencia, alivio o ayuda real a los demás. Todos ellos permanecen y existen separadamente, y consisten juntos, en su orden y operación, por la palabra del poder de Cristo; y lo que comunicará por ellos, que cederán y darán, y nada más.
En sà mismos son cisternas rotas que no retienen agua; lo que deje caer en ellos puede derivarse para nosotros, y nada más. Aquellos que descansan en ellos o descansan en ellos, sin la consideración de su constante dependencia en Cristo, encontrarán al final frustradas todas sus esperanzas, y todos sus goces se desvanecerán en la nada.
2. Aprended asà también la autosuficiencia plena, absoluta, plenaria y la soberanÃa del Hijo, nuestro Salvador. Mostramos ante la universalidad de su reino y dominio moral sobre toda la creación; Pero esto no es todo. Un rey tiene un gobierno moral sobre sus súbditos en su reino: pero no les da real y fÃsicamente su ser y existencia; no las sostiene ni actúa a su antojo; pero cada uno de ellos se encuentra allà sobre el mismo o igual fondo que él mismo.
Ãl puede, de hecho, con el permiso de Dios, quitar la vida de cualquiera de ellos, y asà poner fin a todos sus actos y operaciones en este mundo; pero no puede darles vida o continuar sus vidas a su placer un momento, o hacerlos mover un dedo. Pero con el Señor Cristo es de otra manera. Ãl no sólo gobierna sobre toda la creación entera, disponiendo de ella según la regla y ley de su propio consejo y placer, sino que también todos ellos tienen su ser, naturaleza, inclinaciones y vidas de él; por su poder son continuados para ellos, y todas sus acciones son influenciadas por él.
Y esto, como argumenta una suficiencia total en sà mismo, también una soberanÃa absoluta sobre todas las demás cosas. Y esto deberÃa enseñarnos nuestra constante dependencia de él y nuestra sujeción universal a él.
3. Y esto descubre abundantemente la vanidad y la insensatez de aquellos que se sirven de la creación en oposición al Señor Cristo y su peculiar interés en este mundo. Su propio poder es la base misma sobre la que se paran en su oposición a él, y todas las cosas que usan contra él consisten en él. Mantienen sus vidas absolutamente en el placer de aquel a quien se oponen; y actúan contra él sin cuyo continuo apoyo e influencia no podrÃan vivir ni actuar un momento: lo cual es la mayor locura y la más despreciable insensatez imaginable.
Procedamos ahora con nuestro apóstol en su descripción de la persona y los oficios del MesÃas.
Este comienzo de la epÃstola, como se ha declarado, contiene una proposición resumida de aquellas cosas en las que el apóstol intenta insistir separadamente a lo largo del conjunto; y todos estos se relacionan con la persona y los oficios del MesÃas, el tema principal de esta epÃstola. Habiendo, por lo tanto, declarado primero que él era el gran profeta del nuevo testamento; y, en segundo lugar, el señor, soberano y gobernador de todas las cosas, como también se manifiesta la equidad de la concesión de esa soberanÃa universal a él, de la excelencia de su persona en razón de su naturaleza divina, y las operaciones de la misma en el obras de creación y providencia; procede a terminar y cerrar su proposición general del argumento de la epÃstola con una breve indicación de su oficio sacerdotal, con lo que hizo en él y lo que siguió,
Y este orden y método del apóstol lo exige la naturaleza de las cosas mismas de que trata; porque la obra de purgar los pecados, que como sacerdote le asigna, no puede bien declararse sin una previa manifestación de su naturaleza divina. Porque es âopus ÎεανδÏικÏνâ, obra del que es Dios y hombre; porque asà como Dios considera que es propiedad suya borrar nuestros pecados, no podrÃa haberlo hecho âpor sà mismoâ si no hubiera sido también hombre.
Y esto se afirma en las siguientes palabras:
Îι᾿ á¼Î±Ï Ïοῦ καθαÏιÏμὸν ÏοιηÏÎ¬Î¼ÎµÎ½Î¿Ï Ïῶν á¼Î¼Î±ÏÏιῶν ἡμῶν· âHabiendo limpiado él mismo nuestros pecadosâ.
El latÃn vulgar traduce estas palabras, "Purgationem peccatorum faciens", no sin varios errores. Porque, primero, se omiten estas palabras, δι, âpor sà mismoâ, y á¼Î±Ï Ïοῦ, ânuestroâ; y, sin embargo, el énfasis y el sentido propio del conjunto dependen de ellos. En segundo lugar, ÏοιηÏάμενοÏ, âhabiendo hechoâ, se traduce en tiempo presente, âhaciendoâ; lo cual parece dirigir el sentido de las palabras a otra cosa y acción de Cristo que lo que aquà se pretende.
Y por eso los expositores de la iglesia romana, como Tomás, Lirano, Cayetano, Estio, Ribera, un Lapide, todos abandonan su propio texto, y exponen las palabras según el original. Los antiguos, también como Crisóstomo, Teofilacto y Oecumenio, pusieron el peso principal de toda su exposición de este lugar en las palabras omitidas en esa traducción.
La doctrina de la purga de nuestros pecados por Cristo es profunda y amplia, y se extiende a muchas cabezas importantes del evangelio; pero seguiremos a nuestro apóstol, y en este lugar lo pasaremos brevemente y en general, porque la consideración de él se nos ocurrirá directamente en nuestro progreso.
Dos cosas expresa aquà el apóstol acerca del MesÃas; y uno, que es el fundamento del otro, implica o supone:
Primero , Ãl expresa lo que hizo, âlimpió nuestros pecadosâ;
En segundo lugar , cómo lo hizo, lo hizo âpor sà mismoâ.
Lo que él supone, como fundamento de ambos, es que él era el gran sumo sacerdote de la iglesia; aquellos con quienes trató sabÃan muy bien que este asunto de la purificación de los pecados pertenecÃa sólo al sacerdote.
AquÃ, entonces, el apóstol entra tácitamente en una comparación de Cristo con Aarón, el sumo sacerdote, como lo habÃa hecho antes con todos los reveladores proféticos de la voluntad de Dios; y como no nombró a ninguno de ellos en particular, tampoco aquà nombra a Aarón: pero después, cuando vuelve a insistir más extensamente sobre el mismo asunto, hace mención expresa de su nombre, como también del de Moisés.
Y en las dos cosas que aquà se le atribuyen como gran sumo sacerdote de su iglesia, lo prefiere a Aarón: Primero, en que âpurgó nuestros pecadosâ, es decir, real y eficazmente ante Dios y en la conciencia del pecador. , y que âpara siempreâ; mientras que la purgación de los pecados acerca de la cual se empleó Aarón era en sà misma pero tÃpica, externa y representativa de lo que era verdadero y real: ambos los cuales el apóstol prueba ampliamente después. En segundo lugar, en que lo hizo "por sà mismo", o la ofrenda de sà mismo; mientras que todo lo que Aarón hizo de esta manera, lo hizo mediante la ofrenda de la sangre de toros y machos cabrÃos, como se declarará.
Y asà aparece también la vanidad de la glosa de un sabio sobre estas palabras. âPostquamâ, dice él, âmorte sun causam dedisset ejus fidei per quam a peccatis purgamur, quod nec Moses fecerat nec Prophetaeâ. Porque como veremos que la purificación de Cristo por nuestros pecados no consiste en dar razón y causa a la fe, por la cual nos purificamos a nosotros mismos, asà el apóstol no está comparando al Señor Cristo en estas palabras con Moisés y los profetas, que no tenÃan nada que comparar. hacer en la obra de purgar el pecado, sino con Aarón, quien por oficio fue designado para ello.
Veamos entonces qué es lo que aquà se atribuye al Señor Cristo: ÎαθαÏιÏμὸν ÏοιηÏάμενοÏ. ÎαθαÏÎ¯Î¶Ï denota con mayor frecuencia una purificación real real, ya sea de impurezas externas, mediante curación y limpieza, como Marco 1:40 ; Marco 7:19 ; Lucas 5:12 ; o de las contaminaciones espirituales del pecado, por la gracia santificante, como Hechos 15:9 ; 2 Corintios 7:1 ; Efesios 5:26 .
Pero también se usa frecuentemente en el mismo sentido con καθαίÏÏ y καθαίÏομαι, âpurgar por expiación o expiaciónâ, como Hebreos 9:22-23 . Y en la variedad similar también se usa καθαÏιÏμÏÏ. Pero καθαÏιÏμÏν ÏοιήÏαι, âhacer una purgaciónâ, o purificación de nuestros pecados, no puede tomarse aquà en el primer sentido, por santificación real e inherente: Primero, porque se habla de algo ya pasado y perfecto, âhabiendo purificado nuestros pecadosâ, cuando la purificación por la santificación se inicia solo en algunos, no en todos en ningún momento, y se perfecciona en ninguno en absoluto en este mundo.
En segundo lugar, porque lo hizo δι᾿ á¼Î±Ï Ïοῦ, âpor sà mismoâ solo, sin el uso o aplicación de ningún otro medio a los que están purgados; cuando la santificación inherente real es con el âlavamiento del agua por la palabraâ, Efesios 5:26 ; o por âregeneración y renovación en el EspÃritu Santoâ, Tito 3:5 .
Y la glosa antes mencionada, que Cristo debe limpiarnos de nuestros pecados en su muerte, ocasionando esa fe por la cual somos limpiados, está excluida, como se mostró en parte antes, por el contexto. Eso se asigna a la muerte de Cristo, como hecho real y efectivamente por ella, lo cual era tÃpico de la antigüedad en los sacrificios legales por parte de los sacerdotes; como es evidente por la antÃtesis expresada en esa expresión, âPor sà mismo.
Pero esta no era la forma en que los pecados eran purgados antiguamente mediante sacrificios, a saber, engendrando una persuasión en la mente de los hombres que deberÃa ser útil para ese propósito, y por lo tanto no se pretende tal cosa aquÃ.
ÎαθαÏιÏμὸÏ, entonces, es tal purga como la que se hace por expiación, lustración y expiación; es decir, ×ִּפֻר o ×ּפֹּרֶת, ἰλαÏμÏÏ, âpropitiatioâ, âexpiaciónâ, âpropiciaciónâ. Asà es esa palabra traducida por la LXX., Ãxodo 29:36 : ΤῠἡμÎÏα Ïοῦ καθαÏιÏÎ¼Î¿Ï , ×¢××Ö¼×Ö·×ִּפְּרִ××, âel dÃa de expiaciónâ, o âexpiaciónâ.
De hecho, en su mayorÃa traducen ×ָּפַר por ἱλάÏκομαι, y á¼Î¾Î¹Î»Î¬Ïκομᾳι, âpropiciarâ, âapaciguarâ, âexpiarâ; pero lo hacen también por καθαÏίζÏ, âpurgarâ, como Ãxodo 29:37 y Ãxodo 30:10 .
Asà también en otros autores, καθαÏιÏμÏÏ se usa para κάθαÏÏ Î±, ÏεÏικάθαÏμα; es decir, "expiatio", "expiamentum", "piaculum", "expiación", "expiación", "desvÃo de la culpa". Entonces Luciano:
᾿῾ΡίÏομεν μὲν αá½Ïὸν Ïοῦ κÏημνοῦ καθαÏιÏμὸν Ïοῦ ÏÏÏαÏοῦ á¼ÏÏμενον· âLo arrojamos de cabeza, por expiación del ejército; o, como quien por su muerte debe expiar, llevar, quitar la culpa del ejército. Y tales lustraciones eran comunes entre los paganos, cuando las personas se dedicaban a la destrucción, o eran dedicadas por otros, para purgar, lustrar, llevar la culpa de cualquiera, para que pudieran salir libres.
Tales fueron Codrus, Menoeceus y Decii; cuyas historias se conocen. Esta purga, entonces, de nuestros pecados, que el apóstol declara haber sido efectuada antes de la ascensión de Cristo y su asiento a la diestra de Dios, no consiste en la santificación y purificación actual de los creyentes por el EspÃritu, en la aplicación de la sangre de Cristo para ellos, sino en la expiación hecha por él en el sacrificio de sà mismo, para que nuestros pecados no nos sean imputados.
Y por eso se dice que limpia nuestros pecados, y no que nos purgue de nuestros pecados. Y dondequiera que los pecados, no los pecadores, sean objeto de cualquier acto mediador de Cristo, ese acto respeta inmediatamente a Dios, y no al pecador, y tiene como objetivo la eliminación del pecado, para que no sea imputado. Asà Hebreos 2:17 de esta epÃstola: âÃl es un sumo sacerdote misericordiosoâ, Îµá¼°Ï Ïὸ ἱλάÏκεÏθαι Ïá½°Ï á¼Î¼Î±ÏÏÎ¯Î±Ï Ïοῦ λαοῦ, âpara expiar los pecados del puebloâ; es decir, ἱλάÏκεÏθαι Ïὸν Îεὸν ÏεÏá½¶ Ïῶν á¼Î¼Î±ÏÏιῶν, âpara hacer expiaciónâ (o âreconciliación con Diosâ) âpor los pecados del pueblo.
Y otra vez: âPasó por la muerteâ, Îµá¼°Ï á¼ÏολÏÏÏÏÏιν Ïῶν á¼Ïá½¶ Ïá¿ ÏÏÏÏῠδιαθήκῠÏαÏαβάÏεÏν âpara la redención de las transgresiones bajo el primer pacto;â es decir, a pagar un precio por ellos, para que los transgresores sean liberados de la sentencia de la ley. Asà que ÎαθαÏιÏμὸν ÏοιηÏÎ¬Î¼ÎµÎ½Î¿Ï Ïῶν á¼Î¼Î±ÏÏιῶν ἡμῶν, es tanto como, âHabiendo hecho expiación por nuestros pecadosâ.
Y esto lo declara además el apóstol al manifestar la manera en que lo hizo; es decir, δι᾿ á¼Î±Ï Ïοῦ, âpor sà mismoâ, es decir, por el sacrificio y ofrenda de sà mismo, como Hebreos 9:12 ; Hebreos 9:14 ; Efesios 5:2 .
El sumo sacerdote de la antigüedad hacÃa expiación, y tÃpicamente purgaba los pecados del pueblo, mediante el sacrificio de bestias según lo establecido por la ley, LevÃtico 16 ; este sumo sacerdote, por el sacrificio de sà mismo, IsaÃas 53:10 ; Hebreos 9:12 .
De la naturaleza de los sacrificios propiciatorios o expiatorios debemos tratar más adelante. Nos atenemos ahora a la proposición general del apóstol, expresando brevemente el oficio sacerdotal de Cristo, y la excelencia del mismo, en que realmente purgó nuestros pecados, y eso por el sacrificio de sà mismo. Y esto fue en y por su muerte en la cruz, con sus antecedentes de sufrimientos preparatorios. Algunos distinguen entre su muerte y la oblación de sà mismo.
Esto, dicen, lo hizo en el cielo, cuando, como sumo sacerdote de su iglesia, entró en el lugar santÃsimo no hecho de manos, para lo cual su muerte fue sólo una preparación. Porque la muerte de la bestia, dicen, no era el sacrificio, sino la ofrenda de su sangre sobre el altar, y su transporte al lugar santo. Pero esto anula por completo todo el sacrificio de Cristo; que, de hecho, es la cosa a la que apuntan.
Es cierto que la matanza de la bestia no era todo el sacrificio, sino sólo una parte esencial de él; como también lo fue la ofrenda de su sangre, y su aspersión en el lugar santÃsimo, en el sacrificio anual de expiación, pero no en ningún otro. Y la razón por la cual todo el sacrificio no podÃa consistir en una sola acción, surgió simplemente de la imperfección de las cosas y personas empleadas en ese trabajo.
Una cosa era el sacerdote, otra la bestia para ser sacrificada, otra el altar, otra el fuego sobre el altar, otra el incienso añadido, cada uno de ellos limitado y diseñado para su fin peculiar; de modo que la expiación no podÃa hacerse por ninguno de ellos, ni el sacrificio consistÃa en ellos. Pero ahora en este sacrificio de Cristo todos estos se encuentran en uno, a causa de su perfección. Ãl mismo era a la vez sacerdote, sacrificio, altar e incienso, como veremos en nuestro progreso; y perfeccionó todo su sacrificio de una vez, en y por su muerte y derramamiento de sangre, como evidentemente declara el apóstol, Hebreos 9:12 ; Hebreos 9:14 .
Asà Cristo por sà mismo purgó nuestros pecados, haciendo una expiación por ellos por el sacrificio de sà mismo en su muerte, para que nunca sean imputados a los que creen.
Y esta parte de este versÃculo nos proporcionará también esta clara observación: Tan grande fue la obra de liberarnos del pecado, que no pudo efectuarse de otra manera sino por el sacrificio propio del Hijo de Dios.
Nuestro apóstol tiene como propósito, en varios lugares, evidenciar que ninguna de aquellas cosas de las que la humanidad generalmente esperaba, o podrÃa, con alguna esperanza o probabilidad, esperar alivio en este caso, les darÃa nada en absoluto.
Lo mejor que los gentiles podÃan lograr, todo en lo que tenÃan que confiar, no era más que la mejora de la luz natural y la razón, prestando atención a esas semillas y principios del bien y del mal que aún quedan en la naturaleza depravada del hombre. Bajo la conducta y en obediencia a estos, buscaron descanso, gloria e inmortalidad. Cuán miserablemente fueron decepcionados en sus objetivos y expectativas, y qué lamentable resultado tuvieron todos sus esfuerzos, el apóstol declara y prueba en general, Romanos 1:18 , hasta el final.
Los judÃos, que disfrutaban del beneficio de las revelaciones divinas, habiendo perdido, en su mayor parte, el verdadero significado espiritual de ellas, buscaban los mismos fines por la ley, y su propia observancia diligente de ella. Ellos âdescansaron en la leyâ, Romanos 2:17 , es decir, que por ella obtendrÃan liberación del pecado y aceptación de Dios; y âlo siguióâ, Romanos 9:31 ; es decir, alcanzar la justicia y la salvación por ella.
Y esto parecÃa ser un fondo y una base suficiente para que ellos construyeran; porque habiendo perdido el entendimiento espiritual, el uso y fin de la ley, tal como se les renovó en el pacto de Horeb, volvieron al uso primitivo y fin de ella en su primera entrega en inocencia, y neciamente pensaron, como muchos más sin embargo, haz que haga las mismas cosas por los pecadores que habrÃa hecho por los hombres si no hubieran pecado en Adán; es decir, haberles dado la aceptación de Dios aquà y la vida eterna en el más allá.
Por lo que el apóstol en muchos lugares se esfuerza mucho para desengañarlos, para rectificar su error, y para probar que Dios no tenÃa tal designio al darles la ley como la que ellos le impondrÃan.
Y, primero, afirma y prueba en general, que la ley engañarÃa sus expectativas, que âpor las obras de la ley ninguna carne debe ser justificadaâ, Romanos 3:20 ; y que no les darÃa vida, Gálatas 3:21 , o justicia.
Y para que no se quejen de que entonces Dios mismo los habÃa engañado, al dar una ley que no servirÃa para el uso para el cual fue dada, declara, en segundo lugar, que habÃan equivocado el fin para el cual la ley les fue renovada; lo cual era, no para que pudiera darles vida o justicia, sino para que pudiera descubrir el pecado, exigir la obediencia, y al empujarlos y forzarlos a buscar alguna otra cosa que pudiera salvarlos de su pecado y brindarles una justicia para salvación.
Y además, él, en tercer lugar, les informa de dónde fue que la ley se hizo insuficiente para estos fines; y eso fue porque se habÃa vuelto âdébil por la carneâ, Romanos 8:3 . La ley pudo continuar nuestra aceptación con Dios en esa condición en la que al principio fuimos creados; pero después que el hombre por el pecado se hizo carne, para tener un principio de enemistad contra Dios en él, produciendo continuamente los frutos del pecado, la ley se hizo a un lado, como debilitada e insuficiente para ayudar y salvar a tal persona.
Y en estas cosas el apóstol insiste expresa y cuidadosamente en sus EpÃstolas a los Romanos y Gálatas. Pero, en tercer lugar, aunque la ley, y un ferviente esfuerzo por observarla en general, no servirÃan para salvarnos de nuestros pecados, sin embargo, habÃa instituciones especiales de la ley que fueron establecidas para ese fin y propósito, a saber: , los sacrificios en particular, que estaban destinados a hacer expiación por la liberación de los pecadores, y procurar su reconciliación con Dios.
En estos se apoyaban y confiaban principalmente los judÃos. Y, en verdad, esperar justicia y justificación por los sacrificios mosaicos, como lo hicieron, era mucho más racional que esperarlas por las obras de la ley moral, como algunos ahora hacen; pues todas las buenas obras son las que exige la ley, y en cuanto son obras de la ley. Porque en los sacrificios habÃa una suposición de pecado, y una apariencia de compensación que habÃa que hacer, para que el pecador saliera libre; pero en la ley moral no se requiere o admite nada más que la justicia absoluta, universal y exacta, sin la más mÃnima provisión de alivio para aquellos que se quedan cortos en ella. Pero, sin embargo, nuestro apóstol declara y prueba que ninguno de estos estaba disponible para el fin que se buscaba, como veremos ampliamente en los CapÃtulos noveno y décimo de esta epÃstola.
Ahora, dentro del alcance de estos tres, la luz natural o la razón, con los principios injertados del bien y el mal, la ley moral y los sacrificios de la misma, yacen y consisten en todas las esperanzas y esfuerzos de los pecadores después de la liberación y aceptación de Dios. No hay nada que puedan hacer, o en lo que puedan confiar, que no pueda ser referido a uno de estos jefes. Y si todos estos les fallan, como seguramente les fallará (lo que podemos probar por razones y demostraciones innumerables, aunque ahora nos contentamos con los testimonios antes mencionados), es cierto que no hay nada bajo el cielo que pueda hacerlos en este caso. el menor alivio.
Una vez más, este es el único camino para ese fin que se adapta a la sabidurÃa de Dios. La sabidurÃa de Dios es un abismo infinito en el que, puesto que yace en su propio seno eterno, no podemos mirar en absoluto. Sólo podemos adorarlo cuando irrumpe y se descubre en las obras que exteriormente son de él, o en los efectos de él. Asà David, en la consideración de las obras de Dios, cae en una admiración de la sabidurÃa por la cual fueron hechas, Salmo 104:24 ; Salmo 136:5 .
La sabidurÃa de Dios se abre y se manifiesta en sus efectos; y de ahÃ, según nuestra medida, aprendemos lo que le conviene y le conviene. Pero cuando el EspÃritu Santo viene a hablar de esta obra de nuestra redención por Cristo, no sólo nos llama a considerar individualmente la sabidurÃa de Dios, sino también su diversa y âmultiforme sabidurÃa,â
Efesios 3:10 ; y afirma que en ella están escondidos âtodos los tesoros de la sabidurÃaâ, Colosenses 2:3 ; insinuando claramente que es una obra tan adecuada, que responde de tal manera a la infinita sabidurÃa de Dios en todas las cosas, que no podrÃa haberse dispuesto y realizado de otra manera; y esto también por la cuenta de la sabidurÃa de Dios misma absolutamente considerada, como también porque es esa propiedad por la cual Dios designa y efectúa la glorificación de todas las demás excelencias de su naturaleza, por lo que se llama varias, o âmultiformeâ: asà para que podamos concluir que ninguna otra forma de liberación de los pecadores se adecuaba a la sabidurÃa de Dios.
En segundo lugar , solo de esta manera respondió a la santidad y justicia de Dios. Ãl es âun Dios santoâ, que no permitirá que el culpable quede libre, âmuy limpio de ojos para ver la iniquidadâ; y su juicio es que âlos que cometen pecado son dignos de muerteâ. El pecado es contrario a su naturaleza, y su justicia exige que no quede impune. Además, es el gran y supremo gobernador de todos; y mientras que el pecado quebranta y disuelve la dependencia de la criatura hacia él, si él no vengara esa deserción, todo su gobierno y regla serÃan anulados.
Pero ahora, si esta venganza y castigo cayera sobre los mismos pecadores, deben perecer bajo ella eternamente; ninguno de ellos podrÃa escapar o ser liberado o purgado de sus pecados. Entonces, debe haber una conmutación, para que el castigo debido al pecado, que exigieron la santidad y la justicia de Dios, pueda ser infligido, y se muestre misericordia y gracia al pecador. Que ninguno era capaz, apto o digno de sufrir esta pena, a fin de hacer una compensación por todos los pecados de todos los elegidos; que nadie fue capaz de soportarlo y romperlo, para que el final de la empresa pudiera ser feliz, bendecido y glorioso en todas las manos, pero solo el Hijo de Dios, lo manifestaremos aún más en nuestro progreso, y ha sido declarado en otra parte. Y esto,
1. Debe enseñarnos a vivir en una santa admiración de este poderoso y maravilloso producto de la sabidurÃa, la justicia y la bondad que han descubierto y señalado esta forma de liberar a los pecadores, y la han realizado gloriosamente en el sacrificio de sà mismo del Hijo. de Dios. El EspÃritu Santo en todas partes nos propone esto como un misterio, un misterio grande y oculto, que ninguno de los grandes, o sabios, o disputadores del mundo, jamás conoció ni pudo conocer en lo más mÃnimo. Y tres cosas afirma al respecto:
(1.) Que se revela en el evangelio, y solo allà se puede aprender y alcanzar; por lo que se nos invita una y otra vez a buscarlo e indagar diligentemente, hasta este mismo fin, para que seamos sabios en el conocimiento y reconocimiento de este profundo y oculto misterio.
(2.) Que no podemos por nuestra propia fuerza, y por nuestros propios esfuerzos más diligentes, llegar a un conocimiento santo de él, a pesar de la revelación que se hace de él en la letra de la palabra, a menos que además recibamos de Dios el EspÃritu de sabidurÃa, conocimiento y revelación, que abre nuestros ojos, espiritualiza nuestra mente y nos permite descubrir estas profundidades del EspÃritu Santo de una manera espiritual.
(3.) Que con estas ayudas no podemos alcanzar en esta vida la perfección en el conocimiento de este misterio profundo e insondable, sino que aún debemos esforzarnos para crecer en la gracia y en el conocimiento de él, nuestra prosperidad en toda gracia y obediencia depende al respecto Todas estas cosas la Escritura abunda en la repetición de. Y, además, en todas partes manifiesta la bienaventuranza y la felicidad de aquellos que por la gracia obtienen una visión espiritual de este misterio; y ellos mismos también encuentran por experiencia la excelencia satisfactoria de la misma, con el apóstol, Filipenses 3:8 . Todas estas consideraciones son poderosos motivos para este deber de indagar y admirar este maravilloso misterio; en donde tenemos a los mismos ángeles por nuestros asociados y compañeros.
2. Consideremos, también, el inefable amor de Cristo en esta obra de librarnos del pecado. En esto también nos precede abundantemente la Escritura, exponiendo, exaltando, encomiando este amor de Cristo, y llamándonos a una santa consideración de él. En particular, lo muestra acompañado de todas las cosas que pueden hacer que el amor sea expresivo y admirable; por,
(1.) Propone la necesidad y exigencia de la condición en la que el Señor Cristo nos dio este alivio. Eso fue cuando éramos âpecadoresâ, cuando estábamos âperdidosâ, cuando éramos âhijos de iraâ, âbajo maldiciónâ, cuando ningún ojo se compadecÃa de nosotros, cuando ninguna mano podÃa aliviarnos. Y si Juan se lamentó mucho cuando pensó que no se habÃa hallado a nadie digno, ni en el cielo ni en la tierra, de abrir el libro de las visiones y de desatar sus sellos, ¡con qué justicia se entristecerÃa y lamentarÃa toda la creación si no se hubiera hallado ninguno para dar alivio, cuando todos eran detestables a esta ruina fatal! Y este es un gran elogio del amor de Cristo, que puso su mano en esa obra que nadie podÃa tocar, y puso sus hombros bajo esa carga que nadie más podÃa llevar, cuando todos yacÃan en una condición desesperada.
(2.) La grandeza de esta entrega. Es de "ira", "maldición" y "venganza" eterna. No por un problema o peligro de algunos dÃas de duración, no por un sufrimiento momentáneo; sino de la ira eterna, bajo la maldición de Dios, y el poder de Satanás en la ejecución de la misma, que necesariamente acompaña al pecado ya los pecadores. Y,
(3.) La forma en que lo hizo; no por su palabra, por la cual hizo el mundo; no por su poder, por el cual sostiene y gobierna las cosas que ha hecho; no pagando el precio de cosas corruptibles; no revelándonos un camino solo por el cual nosotros mismos podamos escapar de esa condición en la que estábamos, como algunos tontamente imaginan: sino por el "sacrificio de sà mismo", "haciendo de su alma una ofrenda por el pecado", y "ofreciéndose a sà mismo a Dios". por el EspÃritu eternoâ, al âdar su vida por nosotrosâ; y mayor amor no puede manifestar ningún hombre que al hacerlo. Y,
(4.) La infinita condescendencia que usó para ponerse a sà mismo en esa condición en la que por sà mismo podrÃa purgar nuestros pecados; porque con este propósito, siendo âen forma de Dios, se despojó a sà mismo de su gloria, se despojó a sà mismo, se hizo carne, tomó forma de siervo, para ser obediente hasta la muerte, el muerte de cruz.â Y,
(5.) El fin de su empresa por nosotros, que fue "llevarnos a Dios", a su amor y favor aquÃ, y el disfrute eterno de él en el más allá. En todas estas cosas, digo, insiste la Escritura con frecuencia y en gran medida, para exponer la excelencia del amor de Cristo, para hacerlo admirable y amable con nosotros. Y estas cosas debemos atesorarlas en nuestro corazón, y meditarlas continuamente, para que podamos aceptar y complacer debidamente este maravilloso amor del Hijo de Dios.
Habiendo afirmado asà el apóstol en general el oficio sacerdotal de Cristo, y el sacrificio que ofreció, con el fin de ello, porque eso no podÃa hacerse sin el mayor abatimiento, humillación y humillación del Hijo, para que no podamos concebir que quedó, o aún permanece, en la misma condición, añade el bendito evento y consecuencia de su gran obra y empresa: alto."
Estas palabras ya las hemos abierto, en cuanto a su sentido e importancia. El diseño y significado del EspÃritu Santo en ellos se considerará a continuación. Las cosas que se deben investigar con este fin son, primero, el alcance del apóstol en estas palabras; en segundo lugar, la manera en que expresa su intención y los detalles en ella previstos; tercero, A qué se refirió en la economÃa mosaica, por lo que fortaleció el argumento que tenÃa entre manos.
Dos cosas designa el apóstol en general en estas palabras:
1. Que Cristo el Señor, al emprender la purga de nuestros pecados, por la sola ofrenda de sà mismo la efectuó perfectamente, cumpliendo asà toda la obra de su sacerdocio, en cuanto a la expiación por los pecadores. Esto lo demuestra el bendito resultado de su empresa. Inmediatamente después de su obra, entró en la gloriosa condición aquà expresada, señal de compromiso y evidencia de que su obra habÃa sido perfeccionada, y de que Dios estaba completamente satisfecho y complacido con lo que habÃa hecho.
2. En estas palabras se expresa la condición bienaventurada y gloriosa del Señor Jesús después de su humillación. Su EspÃritu significó desde antiguo tanto sus "sufrimientos" como la "gloria que le seguirÃa", 1 Pedro 1:11 ; como él mismo interpretó las Escrituras a sus discÃpulos, Lucas 24:26 .
Y esto, al final de su obra, pidió, como se le debÃa en pacto y promesa, Juan 17:5 . Estas son las cosas en general designadas por el apóstol en estas palabras.
En segundo lugar , se debe considerar la manera de su expresión de la gloria y la bendita condición del Hijo de Dios después de haber purgado nuestros pecados, y lo que en ella se insinúa particularmente. Primero se deben eliminar algunos errores o curiosidades sin fundamento, y luego declarar la importancia real de las palabras.
Algunos sostienen que la mano izquierda de la antigüedad era la más honorable; de modo que la colocación de Cristo a la diestra de Dios, como denota su honor y gloria, también es inferior al Padre. Con este propósito producen algunos dichos de algunos escritores antiguos entre los paganos, dando preferencia de lugar o dignidad a la mano izquierda: y los romanistas utilizan estos dichos para responder a una objeción de muy poca importancia contra la supremacÃa de Pedro, tomado de unos antiguos sellos episcopales, en los que se colocaba la figura de Pablo a la mano derecha de la de Pedro.
Pero esta conjetura puede ser fácilmente refutada por innumerables testimonios de autores aprobados entre los gentiles; y en las Escrituras la mano derecha denota constantemente dignidad y preeminencia. El caso de la bendición de Jacob a los hijos de José atestigua también el uso constante de aquellos tiempos antiguos, desde la insinuación de la naturaleza misma, Génesis 48:17-19 ; y la disposición de las ovejas y cabras en el último dÃa a la derecha ya la izquierda da el privilegio a la primera.
Entonces Basilio: ῾᾿Πδεξιὰ ÏÏÏα δηλοῠÏὸ Ïá¿Ï á¼Î¾Î¯Î±Ï á½Î¼ÏÏιμον· âEl lugar de la mano derecha denota una cualidad de dignidadâ. Y crisóstomo: εἱ Î³á½°Ï á¼Î»Î±ÏÏÏÏιν á¼¤Î¸ÎµÎ»Ï ÎηλῶÏαι οá½Ï á¼Î½ ειá¿Ïεν á¼Îº Îεξιῶν á¼Î»Î»á¾¿ á¼Î¾ á¼ÏιÏÏεÏῶν · "Si él hubiera firmado cualquier disminución o diminuta, no hubiera dicho, él no hubiera dicho, ',', pero a la derecha. â De modo que es el honor y la gloria lo que significa esta expresión, y sólo eso.
Algunos, otorgando a la mano derecha el lugar más honroso, preguntan si esto se refiere a Dios el Padre mismo, oa otros que se sientan o se supone que se sientan a su mano izquierda. Por el primer sentido sostiene Maldonate sobre Mateo 16:19 ; porque dice: âAunque sea imposible que el Hijo en gloria absoluta o esencial sea preferido antes o por encima del Padre, sin embargo, en cuanto a su gobierno inmediato sobre la iglesia, puede mostrar más su poder y gloria en el gobierno y gobierno de todas las cosasâ Otros sostienen que se habla con respecto a los que están sentados a la izquierda, por encima de lo cual se prefiere esto. Pero toda esta investigación es a la vez curiosa e infundada: porque,
1. Aunque sentarse a la diestra sea una señal de gran gloria y dignidad, sin embargo, como dice el apóstol en este mismo caso, âes manifiesto que es exceptuado aquel que le sujetó a él todas las cosas,â 1 Corintios 15:27 , queda exceptuado el que asà lo exaltó sobre todo a su diestra; y,
2. Aquà no hay comparación alguna, ni relación con sentarse a la izquierda, ni tampoco dondequiera que se use esa expresión, sino que sólo se declara absolutamente la gloria de Cristo, el mediador.
Y esto puede ser aclarado por otras instancias. Salomón colocó a su madre cuando ella llegó a él a su mano derecha, en señal de sumo honor; pero él mismo se sentó en el trono del reino, 1 Reyes 2:19 . Se dice que la iglesia está a la diestra de Cristo, Salmo 45:9 ; lo cual, como la prefiere a ella sobre todas las demás, asà no quita su sujeción a Cristo.
Nerón, en Suetonio, cuando Tiridates, rey de Armenia, vino a Roma, lo colocó por su honor a su mano derecha, sentándose él mismo en el trono del gobierno. Y donde tres se sientan juntos, el asiento del medio es el lugar de mayor honor. De ahà que Catón en Ãfrica, cuando Juba se hubiera colocado en medio entre él y Escipión, se colocó a la izquierda de Escipión, para que Juba no tuviera el lugar de preeminencia sobre los magistrados romanos.
No es improbable sino que pueda haber una alusión en esta expresión al SanedrÃn, el más alto tribunal de justicia entre los judÃos. El que la presidÃa se llamaba ×× ×××, o ×× ××ת ×××, âEl padre del juicioâ, o âPadre de la casa del juicioâ, y se sentaba a la diestra del × ×©×, o âprÃncipeâ del SanedrÃn. , junto a aquel a quien correspondÃa la ejecución de la sentencia del tribunal.
De este ab din se hace mención en el Targum, Cantares de los Cantares 7:4 , ××× ××ת ××× × ×××× ××× ××Ö°; âEl padre de la casa del juicio, que juzga tus juicios;â conforme a eso, "El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo".
Toda la expresión, entonces, es claramente metafórica, y está tomada de lo que está o estaba en uso entre los hombres, y de allà se traduce para significar el estado y la condición de Cristo en el cielo. Y esto es lo que el apóstol en general insinúa con estas palabras, que como el mayor honor que se puede hacer a cualquiera entre los hijos de los hombres es que el gobernante principal lo siente junto a él a su mano derecha, asà es el Hijo , como mediador, hecho partÃcipe de la mayor gloria que Dios tiene para dar en el cielo.
No es, pues, la gloria esencial y eterna del Hijo de Dios, que tiene igualmente con el Padre, que en estas palabras se expresa, y de las que el apóstol habÃa hablado antes, sino aquella gloria y honra que le es conferida por el Padre, después y sobre el sacrificio de sà mismo para la expiación del pecado. Asà pues, la diestra de Dios no se toma aquà absolutamente, como en otros lugares, por el poder y la fuerza de Dios; pero con el adjunto de sentarse en él, proyecta un lugar y una eminencia de gloria, ya que él es considerado en su trono de majestad; y por lo tanto aquà se le llama âla diestra de majestadâ, y no de omnipotencia o poder.
En particular, se pretenden dos cosas en esta expresión:
1. La seguridad de Cristo de todos sus adversarios y todos los sufrimientos para el futuro. Los judÃos sabÃan lo que padecÃa Dios y el hombre. De aquà les hace saber cuál fue la razón, fue para la purificación de nuestros pecados; y además declara que ahora está eternamente protegido de toda oposición, porque donde él está, allà no pueden ir sus adversarios, como Juan 7:34 .
Ãl está por encima de su alcance, más allá de su poder, seguro en el trono y en la presencia de Dios. AsÃ, el fruto de la iglesia, al ser asegurado de la ira y la persecución de Satanás, se dice que es âarrebatado para Dios y para su tronoâ, Apocalipsis 12:5 . Por lo tanto, aunque los hombres continúan y continuarán su malicia e ira contra el Señor Cristo hasta el fin del mundo, como si quisieran crucificarlo de nuevo, sin embargo, Ãl no muere más, estando seguro fuera de su alcance a la diestra de Dios.
2. Su majestad y gloria inefable; todo lo que puede ser dado por Dios en el cielo. Dios en su trono es Dios en la plena manifestación de su propia majestad y gloria; a su diestra se sienta el Mediador, sÃ, de modo que él también está âen medio del tronoâ, Apocalipsis 5:6 . ¡Cuán poco pueden comprender nuestros débiles entendimientos de esta majestad! Ver Filipenses 2:9 ; Mateo 20:21 ; Romanos 8:34 ; Colosenses 3:1 ; Efesios 1:20 .
Estas son las cosas que el apóstol establece en esta expresión. Y se insinúan claramente en el contexto del salmo de donde se toman las palabras, Salmo 110 . De modo que no es su gobierno y autoridad, sino su seguridad, majestad y gloria, que los acompañan, lo que se pretende aquÃ.
En tercer lugar , debemos investigar qué era lo que el apóstol tenÃa en consideración, en esta atribución de gloria y majestad a Cristo, en el antiguo estado-iglesia de los judÃos, y por tanto, qué es lo que lo prefiere por encima de él.
Muchos piensan que el apóstol en estas palabras exalta a Cristo por encima de David, el rey principal entre los judÃos. De él se dice que Dios lo harÃa su âprimogénito, más alto que los reyes de la tierraâ, Salmo 89:27 . Su trono era alto sobre la tierra, y su gloria más que la de todos los reyes que lo rodeaban; pero para el Señor Cristo, él es incomparablemente exaltado sobre él también, por cuanto está sentado a la diestra de la Majestad en las alturas.
Pero, como se dijo, estas palabras no denotan el gobierno, el poder o la autoridad de Cristo, tipificados por el reino de David, sino su gloria y majestad, representadas por el magnÃfico trono de Salomón. Además, no está tratando del poder real de Cristo, sino de su oficio sacerdotal, y la gloria que siguió a su desempeño.
Por lo tanto, lo que en estas palabras el apóstol parece haber tenido en cuenta era la entrada del sumo sacerdote en el lugar santo, después de su ofrenda del solemne sacrificio de aniversario de la expiación. Sólo entonces fue admitido en ese lugar santo, o cielo abajo, donde estaba la solemne representación de la presencia de Dios, su trono y su gloria. ¿Y qué hizo all� Se puso de pie con toda humildad y humilde reverencia ministrando ante el Señor, cuya presencia estaba allà representada.
No fue a sentarse entre los querubines, sino que, postrándose ante el estrado de los pies del Señor, se fue. No es, dice el apóstol, asà con Cristo; pero como su sacrificio fue infinitamente más excelente y eficaz que el de Aarón, al ofrecerlo entró en el lugar santo, o cielo mismo arriba, y en la presencia real y gloriosa de Dios, no para ministrar en humildad, sino para un participación del trono de majestad y gloria. Es rey y sacerdote sobre su trono, ZacarÃas 6:13 .
Asà el apóstol cierra su proposición general de todo el asunto, que tiene la intención de dilatar y tratar más. En esta descripción de la persona y los oficios del MesÃas, él encierra los resortes de todos sus argumentos subsiguientes, y desde allà refuerza la exhortación que hemos observado que él sigue constantemente. Y también podemos por lo tanto observar:
I. Que no hay nada más vano, necio e infructuoso que la oposición que Satanás y sus agentes todavÃa hacen contra el Señor Cristo y su reino. ¿Pueden ascender al cielo? ¿Podrán arrebatar al Señor Cristo del trono de Dios? Un poco de tiempo manifestará esta locura, y eso hasta la eternidad.
II. Que el servicio del Señor Cristo es a la vez seguro y honorable. Ãl es, como un buen, tan glorioso maestro, uno que se sienta a la diestra de Dios.
tercero Grande es la seguridad espiritual y eterna de los que verdaderamente creen en Cristo. De todo lo cual solidariamente después.
VersÃculo 4
El designio del apóstol, como ya lo hemos mostrado muchas veces, es evidenciar la necesidad de permanecer en la doctrina del evangelio, por la excelencia de la persona por quien agradó a Dios revelárnoslo. Esto ya lo ha hecho en general, en la descripción que nos ha dado de su persona, poder, obras, oficios y gloria; por lo cual ha hecho evidente que ninguna criatura de la cual Dios se complació en hacer uso en la revelación de su voluntad, o la institución de su culto, de ninguna manera podÃa compararse con él.
Habiendo procedido hasta aquà en general, desciende ahora a la consideración de casos particulares, en todos aquellos a quienes Dios empleó en la ministración de la ley y constitución del culto mosaico; y toma ocasión de todos ellos para exponer la dignidad y las incomparables excelencias del Señor Cristo, a quien en todas las cosas exalta.
Primero, entonces, trata acerca de los ángeles, como aquellos que eran las criaturas más gloriosas, empleadas en dar la ley. Los hebreos reconocieron, sÃ, alegaron esto en su propia defensa, que además de la mediación de Moisés, Dios usó el ministerio de los ángeles al dar la ley y en otras instrucciones ocasionales de sus antepasados. Algunos de ellos sostienen que el último de los profetas fue personalmente un ángel, como lo indica el significado de su nombre.
El Santo Esteban, reprendiéndolos por su abuso y desprecio de sus mayores privilegios, les dice que ellos ârecibieron la ley por disposiciónâ (âordenamientoâ o âministerioâ) âde ángelesâ, Hechos 7:53 . Y el Targum interpreta los carros de Dios, con los miles de ángeles, Salmo 68:17-18 , de los ángeles por cuyo ministerio Dios enseñó la ley a Israel.
Esto, entonces, podrÃa dejar un prejuicio especial en sus mentes, de que la ley, siendo asà entregada por ángeles, necesariamente debe tener la ventaja sobre el evangelio, y ser por lo tanto excelente e inmutable.
Para eliminar también este prejuicio, y además declarar la excelencia y preeminencia en todas las cosas de Aquel que reveló el evangelio, el apóstol toma ocasión, de lo que les habÃa enseñado recientemente acerca de la exaltación de Jesucristo a la diestra de Dios. , para probarles, de las Escrituras del Antiguo Testamento, que él es superior en extremo y glorioso a los mismos ángeles, cuya concurrencia en el ministerio de la ley ellos se jactaban; y con este propósito produce cuatro testimonios señalados, uno tras otro.
Este es el designio del apóstol, que persigue y desarrolla hasta el final de este capÃtulo; y para que podamos concebir correctamente su intención y el significado del EspÃritu Santo en su totalidad, debemos, antes de considerar su proposición establecida en este cuarto versÃculo, o las confirmaciones subsiguientes de ella, indagar en general en qué consiste. Cristo con el que compara y prefiere a los ángeles, y en el que lo exalta tanto.
La comparación que se establece entre el Señor Cristo y los ángeles debe ser con respecto a su naturaleza oa su dignidad, oficio, poder y gloria. Si la comparación es de naturaleza con naturaleza, entonces debe ser con respecto a la naturaleza divina o humana de Cristo. Si fuera de la naturaleza divina de Cristo con la naturaleza de los ángeles, entonces no es una comparación de proporción, como entre dos naturalezas que concuerdan en cualquier tipo general de ser, como la naturaleza de un hombre y un gusano, sino una comparación. comparación que sólo manifiesta una diferencia y una distancia sin proporción alguna.
Asà responde Atanasio, Orat. 2 adv. Arriano. Pero la verdad es que el apóstol no tiene intención de probar con argumentos y testimonios las excelencias de la naturaleza divina por encima de la angélica. No habÃa necesidad de hacerlo, ni sus testimonios prueban tal cosa. Además, hablando de los ángeles, la otra parte de la comparación, no trata de su naturaleza, sino de su oficio, trabajo y empleo, con su condición honorable y gloriosa en ellos.
Mientras que, por lo tanto, el apóstol produce diversos testimonios que confirman la deidad del Hijo, no lo hace absolutamente para probar que la naturaleza divina es más excelente que la angélica, sino solo para manifestar de ese modo la condición gloriosa de aquel que es participante de ella, y por consiguiente su preeminencia sobre los ángeles, o la equidad con que asà debe ser.
Tampoco lo es la comparación entre la naturaleza humana de Cristo y la naturaleza de los ángeles; porque la absolutamente considerada y en sà misma es inferior a la angélica; por lo que, en cuanto a su participación en ella, se dice que es hecho âinferior a los ángelesâ, cap. 2.
El apóstol, pues, trata de la persona de Cristo, Dios y hombre, que fue designado y diseñado por Dios Padre para ser el revelador del evangelio y mediador del nuevo testamento. Como tal, es el sujeto de la siguiente proposición general; como tal, se habló de él en las palabras inmediatamente anteriores; y con respecto a él como tal se han de interpretar los siguientes testimonios, incluso aquellos que dan testimonio de su naturaleza divina, producidos para demostrar la excelencia de su persona, como investido con los oficios de rey, sacerdote y profeta de su iglesia, el gran revelador de la voluntad de Dios en los últimos dÃas.
Hebreos 1:4 . ΤοÏοÏÏῳ κÏείÏÏÏν Î³ÎµÎ½á½¸Î¼ÎµÎ½Î¿Ï Ïῶν á¼Î³Î³ÎλÏν, á½ Ïῳ διαÏοÏÏÏεÏον ÏαÏ᾿ αá½ÏÎ¿á½ºÏ ÎºÎµÎºÎ»Î·Ïον qurocμκνν á½Î½Î¿Î¼Î±.
Syr. ×Ö°×Ö¸× Ö¸× ×Ö»Ö¼×Öµ×Ö¼ ×Ö´×¨Öµ× âEt ipse tantum praestantior fuitâ, Boderian.; âY él era mucho más excelenteâ. âAt tanto potior factus estâ, Tremel.; âY se hace mucho más mejorâ. âAt ipse toto excellitâ; o, como De Dieu, âAt hoc totum excellitâ; âY él sobresale en todo;â o, âen todas las cosas sobresale.
â Vulgo. âTanto melior factus angelisâ. La traducción de κÏείÏÏÏν por âmeliorâ es criticada por Erasmo, Beza, Vatablus, y generalmente abandonada por los expositores de la iglesia romana; y es difÃcil, si no imposible, encontrar âmeliorâ en cualquier buen autor usado en el sentido en que κÏείÏÏÏν se aplica constantemente aquà y en otros lugares. Los nuestros traducen la palabra "mejor", "hecho mejor"; para evitar, creo, una coincidencia con lo que expresan διαÏοÏÏÏεÏον por, âmás excelente.
â ÎÏείÏÏÏν es propiamente ânobiliorâ, âpotentiorâ, âpraestantiorâ, âexcellentiorâ, âmás poderosoâ, âcapazâ, âexcelenteâ, en cuanto al amor, honor o estado y condición; como en el de Homero, Il. A 80,
ÎÏειÏÏÏν Î³á½°Ï Î²Î±ÏÎ¹Î»Îµá½ºÏ á½ Ïε ÏÏÏεÏαι á¼Î½Î´Ïá½¶ ÏÎÏηι. Es decir, Ïολλὸν á¼ÏείÏν, dice Eustacio, âmulto potentiorâ, âmás poderosoâ, âcapaz de prevalecerâ o âmás excelenteâ. ÎενÏμενοÏ, "factus", "effectus", "hizo", "fue", "llegó a ser". ÎιαÏοÏÏÏεÏον, "diferente" "diferente"; que a veces se expresa absolutamente por las mejores cosas, o cosas mucho mejores que otras cosas que difieren: âhacer diferirâ, preferir, hacer mejor, 1 Corintios 4:7 .
señor ×Ö·×Ö°×ַתַּר âexcellentiusâ, âmás excelenteâ. ÎιαÏÎÏÏ es diferir y sobresalir; pero el "differius" del vulgar no produce buen sentido en este lugar. ÎεκληÏονÏμηκε, âhaereditavitâ, âsortitus estâ, âjure hereditario obtinuitâ; de la importancia de qué palabra antes. [4]
[4] EXPOSICIÃN. La comparación del Hijo con los ángeles se divide en dos secciones; el Hijo es superior a los ángeles ya, en virtud de su existencia eterna como Hijo de Dios, Hebreos 1:4-14 ; en el Hijo, también el hombre ha sido exaltado por encima de los ángeles, Hebreos 2:5-18 .
Ebrard. ÎενÏμ, señala que esta exaltación es verdadera no sólo del Logos in abstracto, sino de todo el sujeto divino-humano. Tholuck. El aoristo, âhabiendo sido hechoâ o âllegado a serâ, es la antÃtesis del presente ὤν, âserâ, en 1 Corintios 4:3 . Tornero.
El nombre âhijos de Diosâ se les da a los ángeles. Pero cosa distinta es aplicar un nombre común en plural a una clase, de lo que es aplicarlo como nombre individual en singular a un individuo. Cuando Jehová, en Salmo 2:2 ; Salmo 2:7 , declara que su ungido es su Hijo a quien ha engendrado, esto es algo diferente de lo que se dice, cuando los ángeles como clase son llamados hijos del Elohim que los ha creado . Ebrard.
ÎÏείÏ. se refiere a la superioridad en rango o dignidad. El término âmejorâ sugiere la idea de excelencia moral, que no es el pensamiento aquÃ. Craik.
TRADUCCIONES. ÎÏείÏ. Exaltado por encima de los ángeles. Estuardo.
Mayor que. Boothroyd, Conybeare y Howson. Superior a los ángeles. Craik,
ÎενÏμ. Siendo hecho. Diodati. ÎιαÏοÏ.
Más distinguido, más singular. Ebrard. E.D.
Hebreos 1:4 . Siendo tan predilecto [ exaltado, hecho eminente ] sobre los ángeles, cuanto [ obtenido ] heredó un nombre más excelente que ellos.
Hay cinco cosas importantes en y para la exposición de estas palabras:
1. Qué es lo que el apóstol afirma en ellos como su proposición general, a saber, que el Hijo, como el gran sacerdote y profeta de la iglesia, fue antepuesto y hecho más glorioso y poderoso que los ángeles; y cómo se hizo esto, y en qué consiste.
2. Cuando, él fue tan preferido por encima de ellos; que pertenece a la explicación y comprensión correcta de la primera.
3. El grado de esta preferencia de él sobre los ángeles, insinuado en la comparación, "Siendo en tanto hecho más excelente, cuanto él tiene", etc.
4. La prueba de la afirmación, tanto en forma absoluta como en el grado que se insinúe; y esto se toma de su nombre.
5. La forma en que llegó a tener este nombre; lo obtuvo como su lote y porción, o lo heredó.
1. Ãl es hecho âmás excelenteâ que los ángeles, predilecto sobre ellos, es decir, dicen algunos, declarado asÃ. âTurn res dicitur fieri, cum incipit patefieriâ. Frecuentemente en la Escritura se dice que una cosa es hecha, o que es, cuando se manifiesta que es. Y en este sentido se usa a veces la palabra γίνεÏθαι: Romanos 3:4 , ÎινÎÏÎ¸Ï á½ ÎÎµá½¸Ï á¼Î»Î·Î¸á½´Ï, Ïá¾¶Ï Î´á½² á¼Î½Î¸ÏÏÏÎ¿Ï ÏεÏÏÏη es decir, manifestado y reconocido como tal.
Entonces, Santiago 1:12 , ÎÏÎºÎ¹Î¼Î¿Ï Î³ÎµÎ½ÏμενοÏ, el que es aprobado en la prueba, y por ello se manifiesta como sincero y sano. En este sentido el apóstol nos dice, Romanos 1:4 , que Cristo el Señor fue âdeclarado Hijo de Dios por la resurrección de entre los muertos.
â La resurrección de entre los muertos no lo convirtió en el Hijo de Dios, sino que evidentemente lo manifestó y declaró que lo era. De acuerdo con esta interpretación de las palabras, lo que el EspÃritu Santo insinúa es que, mientras que el Señor Cristo ministró en una condición aparentemente baja en este mundo, mientras limpiaba nuestros pecados, sin embargo, al sentarse a la diestra de Dios, fue revelado, manifestado, declarado ser más excelente que todos los ángeles en el cielo.
Pero no veo ninguna razón por la que debamos abandonar el significado apropiado y más usual de las palabras, nada en el contexto nos persuade a hacerlo. Además, esto no conviene al designio del apóstol, quien no prueba con la Escritura que Cristo el Señor se haya manifestado más excelente que los ángeles, sino que en verdad fue preferido y exaltado por encima de ellos. Entonces, κÏείÏÏÏν γενÏÎ¼ÎµÎ½Î¿Ï es tanto como âpreferidoâ, âexaltadoâ, actualmente colocado en más poder, gloria, dignidad, que los ángeles.
Este Juan Bautista afirma de él: ᾿ÎμÏÏοÏθÎν Î¼Î¿Ï Î³Îγονεν· á½ Ïι ÏÏá¿¶ÏÏÏ Î¼Î¿Ï á¼§Î½Â· âÃl fue antes que yo, porque fue antes que yoâ, prefirió sobre él, llamado a otro oficio que el que Juan ministraba, hecho antes que yo. o por encima de él en dignidad, porque estaba antes que él en naturaleza y existencia. Y este es el sentido propio de las palabras: el Señor Jesucristo, el revelador de la voluntad de Dios en el evangelio, es exaltado por encima, antepuesto, hecho más excelente y glorioso que los mismos ángeles, todos o algunos de ellos, que ministró al Señor en la entrega de la ley en el monte SinaÃ.
Algunos se oponen a esta interpretación: âSe supone que aquel de quien se dice que fue hecho o puesto por encima de los ángeles fue inferior a ellos antesâ. A lo que respondo: Y asà fue, no en cuanto a esencia, subsistencia y dignidad real, sino en cuanto a las enfermedades y sufrimientos a que estuvo expuesto en el desempeño de su obra aquà en la tierra, como expresamente el apóstol declara, Hebreos 2:9 .
2. Y esto nos da luz para nuestra segunda pregunta sobre estas palabras, a saber, cuándo fue que Cristo fue asà exaltado por encima de los ángeles.
(1.) Algunos dicen que fue en el tiempo de su encarnación; porque entonces la naturaleza humana, puesta en subsistencia personal con el Hijo de Dios, se hizo más excelente que la de los ángeles. Este sentido lo fijan algunos de los antiguos, a quienes siguen varios expositores modernos. Pero hemos probado antes que no es de la naturaleza de Cristo absoluta o abstractamente que el apóstol aquà no habla de su persona sino como investido de su oficio y en el desempeño de él. Y, además, la encarnación de Cristo fue parte de su humillación y exinanición, y no es, por tanto, especialmente intencionada donde se habla expresamente de su exaltación y gloria.
(2.) Algunos dicen que fue en el momento de su bautismo, cuando fue ungido con el EspÃritu para el desempeño de su oficio profético, IsaÃas 61:1-2 . Pero tampoco puede permitirse esta designación del tiempo; y eso porque las cosas principales en las que fue hecho inferior a los ángeles, como sus tentaciones y sufrimientos, y la muerte misma, siguieron a su bautismo y unción.
(3.) Por lo tanto, debe ser el tiempo de su resurrección, ascensión y exaltación a la diestra de Dios, que se produjo a continuación, que está diseñado como la temporada en la que fue hecho más excelente que los ángeles, como evidentemente aparece en el texto y contexto: para,
[1.] Ese fue el tiempo, como hemos mostrado antes, cuando fue investido gloriosamente con todo el poder en el cielo y la tierra que desde la antigüedad fue diseñado para él y preparado para él.
[2.] El orden del discurso del apóstol también nos lleva a fijarnos en este tiempo: âDespués de haber limpiado él mismo nuestros pecados, se sentóâ, etc.; âsiendo hecho mucho más excelenteâ; es decir, allà y entonces fue hecho asÃ.
[3.] El testimonio producido en primer lugar por el apóstol en la confirmación de su aseveración está en otra parte, como veremos, aplicado por él mismo a su resurrección y la gloria que sobrevino, y en consecuencia también están en este lugar.
[4.] Esta preferencia del Señor Cristo sobre los ángeles está claramente incluida en la concesión de todo poder que se le hizo, Mateo 28:18 ; expuso Efesios 1:21-22 .
[5.] El testimonio usado por el apóstol en primer lugar es la palabra que Dios habló a su Rey, cuando lo puso sobre su santo monte de Sion, Salmo 2:6-8 ; que tÃpicamente expresa su gloriosa entrega en su reino celestial.
El Señor Cristo, pues, que en cuanto a su naturaleza divina fue siempre infinita e incomparablemente él mismo más excelente que todos los ángeles, después de su humillación en la asunción de la naturaleza humana, con los sufrimientos y tentaciones que padeció, al resucitar fue exaltados a una condición de gloria, poder, autoridad, excelencia, e investidos de poder sobre ellos, como nos informa aquà nuestro apóstol.
3. En esta preferencia y exaltación del Señor Cristo hay un grado insinuado: "Haciéndose mucho más grande", etc. Ahora bien, nuestras concepciones acerca de este lugar, en cuanto a este lugar, deben ser totalmente reguladas por el nombre que se le ha dado. 'Mira', dice el apóstol, 'cuánto supera el nombre dado al MesÃas al nombre dado a los ángeles, tanto él mismo los supera en gloria, autoridad y poder; porque estos nombres les son dados separadamente por Dios para significar su estado y condición. Cuál y cuán grande es esta diferencia lo veremos después, en la consideración de los ejemplos dados por el apóstol en los versÃculos siguientes.
4. La prueba de esta aseveración que el apóstol primero fija se toma del nombre de Cristo, su nombre, no dado por el hombre, no asumido por él mismo, sino atribuido a él por Dios mismo. Ni él aquà por el nombre de Cristo o el nombre de los ángeles se refiere a ningún nombre propio individual del uno o del otro; sino las descripciones que se hacen de ellos, y los tÃtulos que Dios les da, para que se conozca su estado y condición.
'Observa', dice él, 'cómo son llamados por Dios, con qué nombres y tÃtulos los posee, y puedes aprender la diferencia entre ellos'. Este nombre lo declara en el versÃculo siguiente: Dios le dijo: "Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado.â No es absolutamente que sea el Hijo de Dios lo que se pretende, sino que, por el testimonio del EspÃritu Santo, Dios le dijo estas palabras: "Tú eres mi Hijo", y por lo tanto declaró que su estado y condición estaban muy por encima de la de los ángeles, a ninguno de los cuales jamás dijo tal cosa, sino que habla de ellos de una manera muy distinta, como veremos. Pero de esto en el siguiente verso.
Algunos por este âexcelente nombreâ entienden su poder, y dignidad, y gloria, llamado âun nombre sobre todo nombreâ, Filipenses 2:9 . Pero entonces esto de ninguna manera puede probar aquello por lo que el apóstol lo produce, siendo directamente lo mismo con lo que se afirma, en cuya confirmación se produce.
5. La última cosa importante es cómo el Señor Cristo vino con este nombre, o lo obtuvo. ÎεκληÏονÏμηκε, lo obtuvo por herencia, como su peculiar suerte y porción para siempre. En qué sentido se dice que es κληÏονÏμοÏ, âel herederoâ, se declaró antes. Como fue hecho heredero de todo, asà heredó un nombre más excelente que el de los ángeles. Ahora bien, fue hecho heredero de todo, en cuanto que todas las cosas fueron hechas y formadas por él, el Padre le confió, como mediador, un poder peculiar sobre todas las cosas, para que él dispusiera de él hasta todos los fines de su mediación.
Asà también siendo el Hijo natural y eterno de Dios, en y sobre el desempeño de su obra, el Padre declaró y pronunció que ese era su nombre. Véase Lucas 1:35 ; IsaÃas 7:14 ; IsaÃas 9:6 .
Su ser Hijo de Dios es el fundamento propio de su ser llamado asÃ; y su desempeño de su cargo con motivo de su declaración. Asà que llegó a ella por derecho de herencia, cuando fue "declarado Hijo de Dios con poder, por la resurrección de entre los muertos", Romanos 1:4 .
Esta es, pues, la suma de la proposición del apóstol y su confirmación. Un nombre dado por Dios para ese fin y propósito verdaderamente declara la naturaleza, estado y condición de aquel o aquellos a quienes se les da; pero a Cristo, el mediador, se le da un nombre de Dios mismo, mucho más excelente que cualquier otro que él haya dado a los ángeles: lo que innegablemente evidencia que está colocado en un estado y condición de gloria muy por encima de ellos, o preferido antes que ellos. .
Solo observaré una o dos cosas con respecto a los hebreos, a quienes escribió el apóstol, y asà pondré fin a nuestra exposición de este versÃculo.
Primero , entonces, este discurso del apóstol, probando la preeminencia del MesÃas sobre los ángeles, era muy necesario para los hebreos, aunque era muy adecuado a sus propios principios, y en general reconocido por ellos. Es hasta el dÃa de hoy una tradición entre ellos que el MesÃas será exaltado por encima de Abraham, Moisés y los ángeles ministradores. Además, reconocieron las escrituras del Antiguo Testamento, donde el apóstol les muestra que esta verdad fue enseñada y confirmada.
Pero fueron torpes y lentos en hacer la aplicación de estos principios para la confirmación de su fe en el evangelio, como les manda el apóstol, Hebreos 5:11-12 . Y en ese momento tenÃan grandes especulaciones sobre la gloria, la dignidad y la excelencia de los ángeles, y cayeron en algún tipo de adoración hacia ellos.
Y puede ser que esta curiosidad, vanidad y superstición en ellos se acentuó por el calor de la controversia entre los fariseos y los saduceos acerca de ellos; el que niega su existencia y ser; el otro, a quien seguÃa el cuerpo del pueblo, exaltándolos sobremanera e inclinándose a adorarlos. Esto lo declara el apóstol, Colosenses 2:18 .
Hablando de esos maestros judaizantes que entonces turbaban a las iglesias, les acusa de especulaciones infructuosas y curiosas acerca de los ángeles y la adoración de ellos. Y todavÃa se jactaban de su ministerio en la promulgación de la ley. Era necesario, por lo tanto, quitarles esta confianza en ese privilegio, y la superstición que de ello se derivaba, para instruirlos en la preeminencia del Señor Cristo sobre todos ellos, para que sus pensamientos pudieran ser dirigidos hacia él, y su confianza puesta sólo en él.
Y esta exaltación del MesÃas afirman algunos de sus doctores posteriores en Daniel 7:9 . ×Ö¸×Öµ× ×Ö²×Ö´×ִת ×¢× ×Ö´Ö¼× ×ָרְסָ×Ö¸× ×¨Ö°×Ö´××, âMiré hasta que los tronos fueron colocadosâ, âcolocadosâ, âexaltadosâ, como en el caldeo original, y como todas las traducciones antiguas, griego, latÃn, sirÃaco y árabe, traducen las palabras, sin embargo, el nuestro dice, âhasta que los tronos fueron echadosâ, afirmando que uno de esos tronos era para el MesÃas, ante quien todos los ángeles ministraban en obediencia.
En segundo lugar , puede que no esté de más señalar que los judÃos siempre han tenido una tradición del glorioso nombre del MesÃas, que incluso desde su total rechazo conservan algún oscuro recuerdo. El nombre que principalmente magnifican es ×××ר××, âMetatrónâ. Ben Uzziel, en su Targum sobre Génesis 5 , atribuye este nombre a Enoc cuando fue traducido: âSubió al cielo en la palabra del Señor, ×××ר×× ×¡×¤×¨× ×¨×× ××§×¨× ×©×××â, ây se llamó su nombre Metatrón el gran escriba. â
Pero esta opinión de que Enoc es Metatrón es rechazada y refutada en el Talmud. Allà nos dicen que Metatrón es ×©× ××¢×××, âel prÃncipe del mundoâ; o, como Elias lo llama en Thisbi, שר ××¤× ××, âel prÃncipe de la presencia de Diosâ. Y en la primera mención de este nombre, que es Talmud. Tracto. Sanhed. gorra. 4. fol. 38, claramente dan a entender que con esta expresión se refieren a un ángel increado.
Y tal, de hecho, debe ser a quien se le puede asignar lo que atribuyen a Metatrón; porque como nos informa Reuchlin, de los cabalistas, dicen, ר×× ×©× ××©× ×××ר××, âEl maestro de Moisés mismo fue Metatrónâ. Ãl es, dice ElÃas, ese es el ángel que aparece siempre en la presencia de Dios, de quien se dice: "Mi nombre está en él": y los talmudistas, que tiene poder para borrar los pecados de Israel, de donde lo llaman el canciller del cielo.
Y Bechai, en el Ãxodo 23 , afirma que este nombre significa a la vez señor, mensajero y guardián; un señor, porque todo lo gobierna; mensajero, porque está siempre delante de Dios para hacer su voluntad; y guardián, porque guarda a Israel. Confieso que la etimologÃa que da de este nombre a tal efecto es débil y necia; como también lo es el de Elias, quien nos dice que Metatrón es ××× ××ש××, en lengua griega, âuno enviado.
Pero, sin embargo, es evidente lo que se pretende con todas estas oscuras insinuaciones. Se pretende el PrÃncipe de gloria increado, y su exaltación sobre todo, con la excelencia de su nombre. En cuanto a la palabra misma, es una mera corrupción de la palabra latina âmediadorâ, como es habitual entre ellos; o una ficción gemática para responder ש××, âel Todopoderosoâ, existiendo una coincidencia en sus letras numerales.
El apóstol insiste en la doctrina de la preferencia y preeminencia de Cristo hasta el final de este capÃtulo, y por lo tanto no la trataré hasta que hayamos pasado por todas las pruebas producidas; ni entonces sino brevemente, habiendo ya hablado en parte de ello, en nuestra consideración de su soberanÃa y señorÃo sobre todo. Lo que se nos instruye de manera peculiar con estas palabras es que toda preeminencia y exaltación de uno sobre los demás depende del consejo supremo y la voluntad de Dios.
El ejemplo que da de Aquel que es exaltado sobre todo confirma suficientemente nuestra regla general. TenÃa su "nombre", que denotaba su gloria y excelencia, por "herencia", una herencia diseñada para él y dada a él en el consejo, voluntad y beneplácito de Dios. Le dio ese ânombre sobre todo nombreâ, Filipenses 2:9 , y el de su propia voluntad y placer: âAgradó al Padre que en él habitase toda plenitudâ, para que âen todas las cosas tuviera la preeminenciaâ. -eminencia,â Colosenses 1:16-19 .
Ãl lo preordenó desde la eternidad, 1 Pedro 1:20 ; y en realidad lo exaltó según su eterno consejo en la plenitud de los tiempos, Hechos 2:36 ; Hechos 5:31 .
Esta prelación, pues, de Cristo depende sobre todo del consejo y voluntad de Dios; y él es aquà un modelo de todo privilegio y preeminencia en los demás.
Gracia, misericordia y gloria, cosas espirituales y eternas, son aquellas en que realmente hay alguna diferencia entre los hijos de los hombres. Ahora bien, que cualquiera en estas cosas sea preferido a otro, depende únicamente del beneplácito de Dios. Nadie en estas cosas se diferencia de otro, ni tiene nada que no haya recibido. âDios tiene misericordia de quien tiene misericordia.
Y esta discriminación de todas las cosas por la voluntad suprema de Dios, especialmente espiritual y eterna, es el manantial, la fuente y la regla de toda esa gloria que él manifestará y será exaltado hasta la eternidad.
VersÃculo 5
El apóstol procede a la confirmación de su proposición acerca de la preeminencia del Señor Cristo sobre los ángeles, y de su prueba de ello por la excelencia del nombre que se le ha dado; y esto lo hace por medio de varios testimonios producidos del Antiguo Testamento, dos de los cuales están unidos en este versÃculo, como los versÃculos están divididos en nuestras Biblias.
Hebreos 1:5 . Τίνι Î³á½°Ï ÎµÎ¹á¿ÏÎ ÏοÏε Ïῶν á¼Î³Î³ÎλÏν· ΥἱÏÏ Î¼Î¿Ï ÎµÎ¹á¿ Î¿á½º á¼Î³á½¼ ÏήμεÏον γεγÎνάν;
Îιá¿ÏÎ ÏοÏε. Vulg., "dixit aliquando", "dijo alguna vez"; para "en cualquier momento". Syr., ×Öµ× ×ְת×Ö¼× ×Ö²×ַר ×Ö·×Ö¸×Ö¸×, "desde cualquier momento dijo Dios". "Eloah", "Dios", se proporciona innecesariamente, aunque mejor que aquellos que traducirÃan ειá¿Ïε impersonalmente, "fue dicho en cualquier momento"; porque está expreso en el salmo de donde se toman las palabras, ×Ö°×Ö¸Ö¹×× ×Ö¸×ַר, âDijo el SEÃOR.
â âJehová me dijo: ×Ö°×Ö´×ְתִּ××Ö¸ ×Ö´Ö¼× Ö´× ×Ö·×ªÖ¸Ö¼× ×Ö²× Ö´× ×Ö·××Ö¹×â, âTú, Hijo mÃo, yo te he engendrado hoyâ. La elipsis del verbo sustantivo en el original, que es perpetuo, es suplida por el apóstol con εἷ, âTú eres mi Hijoâ. No hay más dificultad en el sentido gramatical de las palabras. Y aquà cerraremos este versÃculo, o al menos consideraremos este testimonio por sà mismo. [5]
[5] ΠοÏε, v καὶ Ïάλην. no sirve para fortalecer el Ïίνι, sino que es independiente, lo que significa 'en cualquier momento' y, por lo tanto, forma una marcada antÃtesis con Ïάλιν. Este καὶ Ïάλιν debe extenderse de la siguiente manera: Îαὶ Ïίνι Ïῶν á¼Î³Î³ÎλÏν, '¿A cuál de los ángeles ha dicho jamás: Tú eres mi Hijo? ¿Y a cuál ha dicho otra vez : Yo seré para él un Padre?' Esto contiene claramente las dos ideas: Dios ha usado tales expresiones con un ángel ni siquiera una sola vez, pero con el Hijo no solo una vez, sino una y otra vez . .
ÎεγÎν. Se atribuye al MesÃas una relación de filiación con Dios tal como nunca se aplica, ni siquiera aproximadamente, a ninguno de los ángeles, una relación de tal clase que el MesÃas deriva su ser real no de David sino de Dios.â Ebrard âPuede dudarse con razón si existe alguna evidencia válida a favor del sentido declarativo del pasaje, y por lo tanto no tenemos otra alternativa que explicarlo de acuerdo a su acepción literal, como una afirmación absoluta de la filiación divina de Cristo.
Que esta es la exposición que más fácilmente se les ocurrirÃa a los judÃos es demasiado evidente para requerir una prueba detallada... Hoy siempre lo es. .... Entonces Clemente de AlejandrÃa felizmente comenta, 'Hoy es la imagen de una era eterna'â. Treffrey on the Sonship, pp. 300-302. E.D.
Hebreos 1:5 . ¿A cuál de los ángeles dijo Dios alguna vez [o alguna vez ]: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy? Dos cosas son importantes en estas palabras:
1. La manera en que el apóstol produjo el testimonio del que pretendÃa hacer uso: â¿A cuál de los ángeles dijo él alguna vez?â
2. El testimonio mismo: âTú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoyâ.
En el primero se pueden observar tres cosas:
Primero , Que el testimonio en que en cuestión de fe insistió es el de la Escritura. Ãl remite a los judÃos a ese principio común que fue reconocido entre ellos. Los hombres aún no habÃan aprendido en tales concursos a hacer esa respuesta cavilosa a la que ahora estamos acostumbrados: '¿Cómo sabes que esas Escrituras son la palabra de Dios?' Ni, de hecho, es adecuado para la honestidad común que los hombres cuestionen el crédito y la prostitución de la autoridad de sus propios principios más sagrados, sin otro fin que el de perjudicar a sus adversariosâ.
Pero nuestro apóstol aquà envÃa confiadamente a los hebreos a la regla reconocida de su fe y culto, cuya autoridad sabÃa que no declinarÃan, IsaÃas 8:20 .
En segundo lugar , que el apóstol argumenta negativamente a partir de la autoridad y perfección de la Escritura en lo que se refiere a la fe y al culto de Dios. 'En ninguna parte de la Escritura se dice a los ángeles; por lo tanto, no tienen el nombre del que se habla, o no de la manera en que se atribuye al MesÃas. 'Este argumento, dice un expositor de gran nombre en este lugar, parece ser débil, y no muy diferente al que los herejes hicieron. uso de en los casos similares; y por lo tanto responde que el apóstol argumenta negativamente, no sólo de la Escritura, sino también de la tradición .
Pero esta respuesta es mucho más débil de lo que pretende ser el argumento. El apóstol trata expresamente en todo este capÃtulo del testimonio de la Escritura, y sólo a eso se refieren sus palabras, y en eso da toda la controversia que tenÃa entre manos, sabiendo que los judÃos tenÃan muchas tradiciones corruptas, expresamente contrarias a lo que él creÃa. se comprometió a probar; en particular, que la ley de Moisés era eternamente obligatoria, contra lo cual él lucha directamente en toda la epÃstola.
Entonces, un argumento, tomado negativamente de la autoridad de la Escritura en asuntos de fe, o lo que se relaciona con la adoración de Dios, es válido y eficaz, y aquà consagrado para siempre para el uso de la iglesia por el apóstol.
En tercer lugar , que el apóstol o bien concede, o bien, por el bien del argumento, condesciende a la comprensión de los hebreos, que hay una distinción de grados y preeminencia entre los mismos ángeles. Para confirmar, por lo tanto, su afirmación general de la dignidad y preeminencia de Cristo sobre todos ellos, les provoca que ejemplifiquen en cualquiera de ellos, que en verdad o en su aprensión fue promovido sobre otros, a quienes palabras como estas alguna vez se dijo: â¿A cuál de los ángeles dijo él.
Su aseveración respeta no sólo la comunidad de ellos, sino cualquiera o todos los jefes o prÃncipes entre ellos. Hay שָ×רִ×× ×ָרִ×ש×× Ö´××, Daniel 10:13 , âprÃncipes principalesâ entre los ángeles. Y de ellos Miguel, el prÃncipe del pueblo de Dios, se dice que es ×Ö¶×Ö¸×, âunoâ; es decir, no en el orden, sino el jefe en dignidad, su cabeza y lÃder. Ahora bien, dice el apóstol, ¿a cuál de éstos, o de los demás, fueron dichas estas palabras?
Procedamos ahora al testimonio mismo producido. Se requieren tres cosas para que sea pertinente a su propósito y útil para el fin por el cual lo menciona:
En primer lugar , que Aquel de quien habla está especialmente destinado allÃ.
En segundo lugar , que haya en él una asignación de un nombre para él hecho por Dios mismo, que él pueda reclamar como su herencia peculiar.
En tercer lugar , que este nombre, ya sea absolutamente o en su forma peculiar de apropiación para él, es más excelente que cualquiera que haya sido dado a los ángeles, como un signo de su dignidad, autoridad y excelencia. Y estas cosas, para aclarar el argumento del apóstol, deben ser particularmente insistidas.
Primero , las palabras producidas pertenecen peculiarmente a aquel a quien se aplican; es decir, es el MesÃas del que se profetiza en el salmo segundo, de donde son tomados. Esto con todos los cristianos se pone fuera de discusión, por la aplicación de ello en varios lugares a él; como Hechos 4:25-27 ; Hechos 13:33 ; Hebreos 5:5 .
Es cierto, también, que los judÃos siempre estimaron que este salmo se relacionaba con el MesÃas; lo hacen hasta el dÃa de hoy. Por lo tanto, el Targum en el salmo se lo aplica expresamente a él, traduciendo asà estas palabras: â¡Oh amado! como un hijo para su padre, tú eres puro para mà como el dÃa en que te creéâ. Asà son las palabras pervertidas por el targumista, sin saber qué sentido atribuirles; que es frecuente con él.
Pero es manifiesto que la opinión constante de los antiguos judÃos era que este salmo se referÃa principalmente al MesÃas, y ninguno de ellos de antaño disentÃa. Algunos de sus amos posteriores tienen otra mentalidad, pero en ello descubren su obstinación e iniquidad. AsÃ, el rabino Solomon Jarchi, en su comentario sobre este salmo, en la edición veneciana de las grandes Biblias masoréticas, afirma que âlo que se canta en este salmo, nuestros maestros lo interpretaron del MesÃas rey; pero, dice él, âsegún el sonido de las palabras, y para la refutación de los herejesâ (es decir, cristianos), âes conveniente que lo expongamos de David.
Tan perversamente corruptos y parciales son ahora en sus interpretaciones de las Escrituras. Pero estas palabras se omiten en la edición de Basilea de las mismas notas y comentarios; por el fraude, puede ser, de los judÃos empleados en ese trabajo, para ocultar la deshonestidad de uno de sus grandes maestros. Pero en ella también se conserva la confesión del juicio de sus padres o antecesores en esta materia. Y Aben Ezra, aunque lo aplicarÃa a David, sin embargo habla con dudas sobre si no se le puede atribuir mejor al MesÃas.
Pero esto no era suficiente para el apóstol, que aquellos con quienes trataba reconocieran que estas palabras habÃan sido dichas acerca del MesÃas, a menos que fueran tan reales, para que su argumento pudiera proceder tanto "ex veris" como "ex concessis", de lo que era verdadero como sobre lo que se concedÃa. Esto, entonces, es lo que debemos investigar a continuación.
Todo el salmo, dicen algunos, parece dirigirse principalmente, si no sólo, a David. Habiendo tomado el monte y la torre de Sion, y establecido como asiento de su reino, las naciones de alrededor se alborotaron contra él; y algunos de ellos, como los filisteos, actualmente se enfrentaron en guerra contra él para su ruina, 2 Samuel 5:17 .
Para declarar cuán vanos deben ser todos sus intentos, y la certeza del propósito de Dios en levantarlo al reino de Israel, y para su preservación en él contra todos sus adversarios, con la indignación de Dios contra ellos, el EspÃritu Santo pronunció este salmo para el consuelo y el establecimiento de la iglesia en la persuasión de tan gran misericordia. Y esto es prestado de Rashi.
Pero supongamos que el salmo tiene un respeto mayor que el de David y su reino temporal, y que señala al MesÃas bajo el tipo de David, pero entonces también todo lo que se dice en él debe entenderse primero y correctamente de David. De modo que si las palabras en las que insiste el apóstol prueban que Cristo el Señor fue hecho más excelente que los ángeles, prueban lo mismo acerca de David, de quien fueron dichas en primer lugar.
Respuesta 1. No hay ninguna razón convincente por la que debamos reconocer que David y su reino tienen la intención de este salmo. Vemos que los apóstoles lo aplican al Señor Cristo sin ninguna mención de David, y eso cuatro veces, dos veces en los Hechos y dos veces en esta epÃstola. Los judÃos reconocen que pertenece al MesÃas. Además, hay varias cosas que se hablan en el salmo que nunca podrÃan aplicarse verdadera y apropiadamente a David.
Tales son las promesas, 2 Samuel 5:8-9 , y la invitación de todos los hombres a poner su confianza en él, 2 Samuel 5:12 . Y tenemos una regla dada por el EspÃritu Santo, que cuando algo parece hablarse de alguien a quien no pertenece propiamente, allà no se debe entender en absoluto a la persona, sino al mismo Señor Cristo inmediatamente.
Esta regla nos la da Pedro en su interpretación del salmo 16, y su aplicación al Señor Jesús, Hechos 2:29-31 . De modo que no hay necesidad de conceder que hay alguna referencia en estas palabras a ningún tipo en absoluto. Pero,
2. Admitimos que David fue tipo de Cristo, y que como rey del pueblo de Dios. Por lo tanto, no solo a menudo se le llama señaladamente "El hijo de David", sino también "David", Jeremias 30:9 ; Ezequiel 37:24-25 ; Oseas 3:5 .
Y el trono y el reino prometido a David por los siglos de los siglos, que serÃa como el sol, y establecido para siempre como la luna, Salmo 89:36-37 , es decir, mientras el mundo perdura, no tuvo cumplimiento sino en el trono y reino de su Hijo, Jesucristo. Asà también se dicen muchas otras cosas de él y de su reino, que con propiedad de palabra no pueden ser aplicadas a él sino como él era un tipo de Cristo, y lo representaba a la iglesia.
Entonces podemos conceder, como aquello sobre lo que no vamos a contender, que en este salmo se tuvo consideración de David y su reino, pero no absolutamente, sino solo como un tipo de Cristo. Y de ahà se seguirán dos cosas:
(1.) Que algunas cosas pueden ser dichas en el salmo que de ninguna manera respetan el tipo en absoluto. Porque cuando no se trata principalmente del tipo, sino de la persona o cosa significada, no es necesario que todo lo que se diga de él se aplique propiamente al tipo mismo, bastando que haya en el tipo algo que tenga un carácter general. semejanza con él o aquello que se pretendÃa principalmente.
AsÃ, por el contrario, cuando el tipo está destinado principalmente, y se hace una aplicación a la cosa significada solo a modo de alusión general, no se requiere que todos los detalles asignados al tipo pertenezcan o se acomoden a la cosa. a máquina, como veremos en el siguiente testimonio citado por el apóstol. Por lo tanto, aunque en general David y su liberación de la tribulación, con el establecimiento de su trono, podrÃan ser respetados en este salmo, como una oscura representación del reino de Cristo, hay varios detalles en él, y entre ellos este mencionado por nuestro apóstol , parece no tener respeto hacia él, pero directa e inmediatamente se refiere al MesÃas.
(2.) Si aún se supone que lo que se dice aquÃ, "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy", también debe aplicarse a David, sin embargo, no se le atribuye a él personal y absolutamente, sino simplemente considerado como un tipo de Cristo. Entonces, lo que se pretende principal y directamente en las palabras debe buscarse solo en Cristo, siendo suficiente para preservar la naturaleza del tipo que hubiera en David alguna semejanza o representación de él.
AsÃ, ya sea que se admita a David como un tipo de Cristo en este salmo o no, el propósito del apóstol se mantiene firme, que las palabras se dirigieron principal y apropiadamente al MesÃas y a él. Y esto es lo primero que se exige en la aplicación del testimonio que se insiste.
En segundo lugar , se requiere que en el testimonio producido se le dé un nombre distintivo al MesÃas, y se le asigne, de modo que pueda heredarlo para siempre como propio, sin que los hombres ni los ángeles tengan el mismo interés que él en él. No se trata de ser llamado por este o aquel nombre en común con otros lo que se pretende, sino que se le asigne un nombre tan peculiar como para que pueda distinguirse para siempre de todos los demás.
Por lo tanto, muchos pueden ser amados del Señor y ser llamados asÃ, pero solo Salomón fue llamado peculiarmente ×Ö°×Ö´××Ö°×Ö¸×, "Jedidiah"; y por ese nombre se distinguÃa de los demás. De esta manera es que el MesÃas tiene su nombre asignado a él. Dios decretó desde la eternidad que fuera llamado por ese nombre; le habló y lo llamó por ese nombre: âTú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoyâ. Ãl no es llamado el Hijo de Dios por una razón tan común como los ángeles y los hombres, uno por creación, el otro por adopción; pero Dios peculiarmente y en una forma de eminencia le da este nombre a él.
En tercer lugar , este nombre debe ser tal que, ya sea absolutamente, o por razón de su forma peculiar de apropiación al MesÃas, demuestre su preeminencia sobre los ángeles. Ahora, el nombre designado es El Hijo de Dios: âTú eres mi Hijoâ; no absolutamente, sino con ese complemento exegético de su generación: âYo te he engendrado hoyâ. Crisóstomo, Hom. 22, sobre Génesis 6 , niega positivamente que los ángeles en las Escrituras sean llamados en alguna parte hijos de Dios. De ahà algunas conjeturas de que la traducción de la LXX. ha cambiado desde ese momento, ya que es evidente que se les llama asà en las Biblias griegas que ahora existen.
Sin embargo, en el original se les llama âlos hijos de Diosâ, Job 1:6 ; Job 2:1 ; Salmo 82:6 . Los creyentes también son llamados "los hijos de Dios", Romanos 8:16 ; Gálatas 4:6 ; 1 Juan 3:1 ; y magistrados âdiosesâ, Salmo 82:1 ; Salmo 82:6 ; Juan 10:34 . No parece, por tanto, cómo la mera asignación de este nombre al MesÃas prueba su preeminencia sobre los ángeles, que también son llamados por él.
Respuesta Los ángeles pueden ser llamados hijos de Dios sobre una base general, y en virtud de su participación en algún privilegio común; como son por razón de su creación, como Adán, Lucas 3 ult., y constante obediencia, Job 1 . Pero nunca se le dijo a ningún ángel personalmente, por su propia cuenta: âTú eres el hijo de Dios.
Dios nunca les dijo eso a ninguno de ellos, especialmente con la razón del apelativo adjunto: âYo te he engendrado hoyâ. No es, entonces, el nombre general de un hijo, o los hijos de Dios, que el apóstol cita; pero la peculiar asignación de este nombre al Señor Jesús por su propia cuenta particular, con la razón de ello adjunta, "Yo te he engendrado hoy", en lo cual se insiste. De modo que aquà hay una apropiación especial de este glorioso nombre al MesÃas.
Nuevamente, la apropiación de este nombre para él en la forma expresada prueba su dignidad y preeminencia sobre todos los ángeles. Porque es evidente que Dios tuvo la intención de declarar su singular honor y gloria, dándole un nombre para denotarlo, que nunca fue asignado por él a ninguna mera criatura, como su herencia peculiar; en particular, no a ninguno de los ángeles. Ninguno de ellos puede reclamarlo como su herencia peculiar del Señor.
Y esto es todo lo que le incumbÃa al apóstol probar con el testimonio producido. Lo manifiesta suficientemente para ser más excelente que los ángeles, por la excelencia del nombre que hereda, según su proposición antes establecida. En efecto, se incluye en este razonamiento del apóstol una insinuación de una peculiar filiación y filiación de Cristo. Si no hubiera sido tan Hijo de Dios como nunca lo fue ningún ángel u otra criatura, nunca hubiera sido llamado asà en la forma en que ellos nunca son llamados asÃ. Pero en esto el apóstol en la actualidad no insiste expresamente; solamente, lo insinúa como fundamento de su discurso.
Para concluir, pues, nuestras consideraciones de este testimonio, indagaremos brevemente sobre el sentido de las palabras mismas, absolutamente consideradas; aunque, como he mostrado, eso no pertenece directamente al presente argumento del apóstol.
Los expositores están muy divididos acerca de la intención precisa de estas palabras, tanto como se usan en el salmo, como aplicadas de diversas formas por los apóstoles. Pero, sin embargo, generalmente las exposiciones dadas de ellos son piadosas y consistentes entre sÃ. No insistiré mucho sobre ellos, porque, como dije, su sentido especial no pertenece al diseño y argumento del apóstol.
Que Cristo es el Hijo natural y eterno de Dios es aceptado hoy por todos los cristianos, excepto por los socinianos. Y se llama asà porque es asÃ. La razón formal por la que se le llama asà es una y la misma, a saber, su filiación eterna; pero las ocasiones de atribuirle realmente ese nombre son muchas. Y de ahà surge la dificultad que se encuentra en las palabras. Algunos piensan que estas palabras, âYo te he engendrado hoyâ, contienen la razón formal de que Cristo sea correctamente llamado el Hijo de Dios, y asà denotan su generación eterna.
Otros piensan que expresan solo algún acto externo de Dios hacia el Señor Cristo, en ocasión de lo cual fue declarado Hijo de Dios, y llamado asÃ. El camino anterior fue Austin, con varios de los antiguos. El ××Ö¼×Ö¹×, el âhodieâ, o âeste dÃaâ, aquÃ, era para ellos lo mismo que el ânunc stansâ, como lo llaman, de la eternidad; y el ×Ö°××Ö´×ְתִּ××Ö¸, "Yo te he engendrado", denota, como dicen, la propia generación natural del Hijo, mediante una comunicación inconcebible de la esencia y sustancia de la Deidad por parte de la persona del Padre hacia él. Y esta doctrina es cierta, pero algunos cuestionan mucho si se pretende o no aquÃ.
Otros, por lo tanto, toman las palabras para expresar solo una ocasión de dar este nombre en cierta época al Señor Cristo, cuando fue revelado o declarado como el Hijo de Dios. Y algunos asignan esto al dÃa de su encarnación, cuando declaró que él era su Hijo, y que deberÃa ser llamado asÃ, como Lucas 1:35 ; otros hasta el dÃa de su bautismo, cuando de nuevo fue proclamado solemnemente desde el cielo como tal, Mateo 3:17 ; unos al dÃa de su resurrección, cuando fue declarado Hijo de Dios con poder, Romanos 1:4 y Hechos 13:33 ; algunos hasta el dÃa de su ascensión, a lo cual se aplican estas palabras.
Y todas estas interpretaciones son consecuentes y conciliables entre sÃ, en cuanto son todos medios que sirven al mismo fin, siendo el de su resurrección de entre los muertos el más señalado entre ellos, y fijado en particular por nuestro apóstol en su aplicación. de este testimonio a él, Hechos 13:33 .
Y solo en este sentido las palabras tienen alguna apariencia de respeto hacia David, como un tipo de Cristo, ya que se dijo que él, por asà decirlo, habÃa sido engendrado por Dios cuando lo levantó y lo estableció en su gobierno y reino. Ni, en verdad, trata el apóstol; en este lugar de la generación eterna del Hijo, sino de su exaltación y preeminencia sobre los ángeles.
La palabra ××Ö¼×Ö¹×, también, constantemente en las Escrituras, denota alguna señal de tiempo, un dÃa o más. Y aquella expresión: âYo te he engendrado hoyâ, que sigue inmediatamente a la otra tÃpica: âHe puesto a mi rey sobre mi santo monte de Siónâ, parece tener la misma importancia y debe interpretarse de la misma manera. . Hasta ahora, entonces, elijo abrazar la última interpretación de las palabras, a saber, que la generación eterna de Cristo, de la cual depende su filiación o filiación, tanto el nombre como la cosa, debe tomarse solo declarativamente; y esa declaración se hará en su resurrección, y exaltación sobre todo lo que siguió. Pero cada uno se deja a la libertad de su propio juicio aquÃ.
Y este es el primer testimonio por el cual el apóstol confirma su afirmación de la preeminencia del Señor Cristo sobre los ángeles, por el nombre que hereda como su peculiar derecho y posesión.
Para mayor confirmación de la misma verdad, añade otro testimonio de la misma importancia, en las palabras que siguen:
Hebreos 1:5 . Îαὶ Ïάλιν· ᾿Îγὼ á¼Ïομαι αá½Ïá¿· Îµá¼°Ï ÏαÏÎÏα, καὶ αá½Ïá½¸Ï á¼ÏÏαι μοι Îµá¼°Ï Ï á¼±Ïν ;
Vulg.: âEt rursum, ego ero illi in patrem, et ipse erit mihi in filiumâ; âYo seré para él por padre, y él será para mà por hijoâ. Asà también el sirÃaco, ×Ö·××Ö¸Ö¼× y ×Ö¸×Ö°×Ö¸×, âin patremâ e âin filiumâ; no âpro patreâ y âpro filioâ, como algunos traducen las palabras. Erasmo peor que ellos: âEgo ero ei loco patris, et ille erit mihi loco filiiâ; âEn lugar de un padreâ, y âen lugar de un hijoâ, o âen el lugarâ; que no concuerda con la letra, y corrompe el sentido. Beza: âEgo ero ei pater, et ipse erit mihi filiusâ; quien es seguido por el nuestro: âY además, yo seré para él un padre, y él será para mà un hijoâ.
Îαὶ Ïάλιν, ây otra vezâ. Es decir, en otro lugar, o âotra vezâ, se dice al Hijo lo que en ninguna parte se dice a los ángeles. á¿Îγὼ á¼Ïομαι, ×Ö°×Ö¸× ×Ö°××Ö¼× ×Ö´×Ö°×Ö¶××Ö¼×Ö´Ö¼× ×Ö°×Öµ× ×Ö²× Ö´× ×Ö¶×Ö´×Ö¶××Ö¼××Ö¹. La × prefijada no denota una sustitución o comparación, sino la verdad de la cosa misma. Entonces se dice de Rebeca, ×תְּ×Ö´××Ö¼××Ö¹ ×Ö°×ִשָּ××, âella era para élâ, no âparaâ, o âen lugar deâ, o âen lugar deâ, sino âsu esposaâ, Génesis 24:67 .
Y en las palabras del pacto, Jeremias 31:33 , âYo seré para ellos ×Öµ××Ö¹×Ö´××, y ellos serán para mà ×Ö°×¢Ö¸× no, âYo seré para ellos en lugar de Dios, y ellos serán para mà en lugar de un puebloâ. ;â sino, âYo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.â Y el mismo es el significado de estas palabras: âYo seré su padre, y él será mi hijoâ. [6]
[6] La cita es de 2 Samuel 7:14 . El Îµá¼°Ï es hebraÃstico, equivalente a ×. Se han hecho esfuerzos para explicar este pasaje exclusivamente de Salomón o de Cristo; pero en vano. El contexto no permitirá tal limitación. La âsimienteâ predicha es una progenie real, no simplemente un hijo individual, sino una sucesión de reyes; y como el MesÃas es el más distinguido y glorioso, cualquier dignidad y honor que se afirme o implique en el contexto se le puede atribuir propiamente. Tornero. E.D.
Hebreos 1:5 . Y además, seré para él un padre, y él será para mà un hijo?
Este es el segundo testimonio producido por el apóstol para probar la preeminencia de Cristo el Señor sobre los ángeles, por la excelencia del nombre que le fue dado. Una palabra, un testigo, siendo el testimonio de Dios, y no del hombre, habÃa sido suficiente para haber evidenciado la verdad de su afirmación; pero el apóstol añade una segunda aquÃ, en parte para manifestar la importancia del asunto que trató, y en parte para incitarlos a una búsqueda diligente de la Escritura, donde las mismas verdades, especialmente las que más nos conciernen, son dispersos arriba y abajo en diversos lugares, según el EspÃritu Santo tuvo ocasión de mencionarlos.
Esta es esa mina de oro precioso que debemos cavar y buscar continuamente, si tenemos la intención de crecer y ser ricos en el conocimiento de Dios en Cristo, Proverbios 2:3-4 . Los expositores generalmente se quedan perplejos a sà mismos ya sus lectores acerca de la aplicación de estas palabras al Señor Cristo.
Cayetano, por esta causa, que este testimonio no se produce correctamente ni se aplica como debe, rechaza toda la epÃstola como no escrita por el apóstol, ni de autoridad canónica. Ejemplos semejantes dan todos los dÃas incluso los hombres sabios y eruditos de su necedad y plenitud. La conclusión a la que llega debe basarse necesariamente en estas dos suposiciones:
Primero , que todo lo que cualquier hombre pueda o pueda aprehender con respecto a la aplicación correcta de este testimonio, él mismo puede y puede hacerlo; porque de lo contrario podrÃa haber reconocido su propia insuficiencia, y haber dejado la solución de la dificultad a aquellos a quienes Dios se complacerÃa en revelársela.
En segundo lugar , que cuando los hombres de cualquier generación no puedan comprender la fuerza y ââeficacia de los razonamientos de los escritores del EspÃritu Santo, ni discernir la idoneidad de los testimonios de los que se sirven para las cosas que los producen en la confirmación de, pueden legÃtimamente rechazar cualquier porción de la Escritura al respecto. La locura e iniquidad de que se manifiestan principios o suposiciones.
La aplicación de testimonios del Antiguo Testamento en el Nuevo depende, en cuanto a su autoridad, de la veracidad de quien hace uso de ellos; y en cuanto a su contundencia en el argumento, en el reconocimiento de aquellos sobre quienes se presionan. Donde encontramos que estos concurren, como en este lugar, no nos queda nada más que esforzarnos por lograr una comprensión correcta de lo que es en sà mismo infaliblemente verdadero e incuestionablemente convincente para los fines para los que se usa.
De hecho, la principal dificultad con la que los expositores generalmente se preocupan en este lugar surge puramente de su propio error. No pueden entender cómo estas palabras deben probar la filiación natural de Jesucristo, que suponen que se produjeron para confirmar, ya que es por eso que Ãl es exaltado por encima de los ángeles. Pero la verdad es que las palabras no están diseñadas por el apóstol para tal fin.
Su objetivo es sólo probar que el Señor Cristo tiene un nombre asignado a él más excelente, ya sea en sà mismo o en la manera de su atribución, que cualquiera que se da a los ángeles, que es el medio de este primer argumento para probarlo. , no como el Hijo eterno de Dios, ni en cuanto a su naturaleza humana, sino como el revelador de la voluntad de Dios en el evangelio, para ser preferido sobre todos los ángeles en el cielo, y por consiguiente, en particular, sobre aquellos cuyo ministerio fue usado en la entrega de la ley.
Dos cosas, pues, son necesarias para que este testimonio sea eficaz para el propósito por el cual es citado por el apóstol; primero, Que fue originalmente pensado por aquel a quien lo aplica; en segundo lugar, que hay en él un nombre asignado a él más excelente que cualquiera atribuido a los ángeles.
Para el primero de ellos, no debemos renunciar a las dificultades que los intérpretes han encontrado en él o le han lanzado. Las palabras están tomadas de 2 Samuel 7:14 , y son parte de la respuesta devuelta por Dios a David por Natán, sobre su resolución de construirle una casa. Todo el oráculo es el siguiente: 2 Samuel 7:11-16 , âJehová te dice que él te edificará una casa.
Y cuando se cumplan tus dÃas, y duermas con tus padres, levantaré tu descendencia después de ti, que saldrá de tus entrañas, y afirmaré su reino.â (O como 1 Crónicas 17:11 , âY acontecerá que cuando hubieren cumplido tus dÃas, que te irás a estar con tus padres, levantaré tu descendencia después de ti, la cual será de tus hijos; y estableceré su reino.
â) âÃl edificará casa a mi nombre; y afirmaré el trono de su reino para siempre.â ( 1 Crónicas 17:12 , âÃl me edificará casa, y yo afirmaré su trono para siempre.â) âYo seré su padre, y él será mi hijo. Si comete iniquidad, lo castigaré con vara de hombres y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él, como la aparté de Saúl, a quien he apartado de delante de ti.
( 1 Crónicas 17:13 , âYo seré su padre, y él será mi hijo; y no quitaré de él mi misericordia, como la quité del que fue antes de ti.â) âY tu casa y tu reino será establecido para siempre delante de ti; tu trono será establecido para siempre.â ( 1 Crónicas 17:14 , âPero lo estableceré en mi casa y en mi reino para siempre, y su trono será firme para siempreâ).
Este es todo el oráculo divino de donde el apóstol toma el testimonio bajo consideración; y la dificultad con la que se acompaña surge de que no es fácil comprender cómo cualquier cosa en estas palabras debe atribuirse al Señor Cristo, ya que Salomón parece en su totalidad tener la intención directa y única. Y sobre esta dificultad hay tres opiniones entre los intérpretes:
1. Algunos que cortan ese nudo, que suponen que no se podrÃa desatar de otro modo, afirman que estas palabras no se refieren en absoluto a Salomón, sino que son una profecÃa directa e inmediata de Cristo, quien serÃa el hijo de David, y edificar la casa espiritual o templo de Dios. Y para la confirmación de esta aseveración sacan diversas razones del mismo oráculo; como,
(1.) Se dice que Dios levantarÃa a David una simiente, o hijo, insinuando que aún no habÃa nacido, siendo predicho que serÃa levantado; mientras que Salomón nació en el momento de esta profecÃa.
(2.) También se afirma que este hijo o simiente deberÃa reinar y sentarse en el trono de David después de su muerte, y ser reunido con sus padres; mientras que Salomón fue hecho rey y se sentó en el trono mientras David aún vivÃa, y no entró en reposo con sus padres.
(3.) El trono de este hijo se establecerá para siempre, o como se expresa la misma promesa, Salmo 89 , mientras el sol y la luna continúen; el trono de Salomón y su posteridad fracasó en unas pocas generaciones.
(4.) El tÃtulo que allà se le da a aquel de quien se profetiza directamente muestra que, como lo insinúa nuestro apóstol, debe ser preferido sobre todos los ángeles; y nadie dirá que fue asà Salomón, quien, siendo inferior a ellos en naturaleza y condición, asà por el pecado provocó grandemente al Señor contra sà mismo y su posteridad.
Pero, sin embargo, todas estas observaciones, aunque no carecen de alguna apariencia y probabilidad de razón, se quedan cortas en probar evidentemente para qué se producen, como podemos manifestar brevemente; por,
(1.) No parece que Salomón hubiera nacido en el momento de la emisión de este oráculo, si debemos suponer que Dios insinuó en él a David que ninguno de los hijos que tenÃa entonces lo sucederÃa en su reino; sÃ, es manifiesto por la historia que no lo era. Además, âlevantarâ no denota el nacimiento o natividad de la persona a la que se refiere, sino su designación o exaltación a su trono y oficio, como es el significado usual de esa expresión en la Escritura; para que Salomón pudiera ser destinado, aunque ahora nacido, sÃ, y crecido, si aún no por la providencia de Dios marcado y sacado de entre sus hermanos para ser rey, como lo fue después.
(2.) Aunque unos dÃas antes de la muerte de David, para evitar la sedición y la división acerca de los tÃtulos y las pretensiones del reino, Salomón fue proclamado rey, o heredero de la corona, por su nombramiento, sin embargo, en realidad no estaba investido con todo el poder. poder del reino hasta después de su muerte natural. Además, también, siendo David entonces muy débil y debilitado, e incapacitado para la administración pública, el corto resto de sus dÃas después de la toma de posesión de Salomón no necesitó observación en la profecÃa.
Las otras dos razones restantes deben ser discutidas después. Y para la eliminación actual de esta exposición, solo observaré que afirmar que Salomón no se pretende en absoluto en este oráculo, ni la casa o el templo que construyó después, es hacer la respuesta completa de Dios por el profeta a David para ser equÃvoco. Porque David le preguntó a Natán sobre la construcción de una casa o un templo material para Dios.
Natán le devuelve la respuesta de Dios de que no lo hará, sino que su hijo debe realizar ese trabajo. Esta respuesta David entiende de su hijo inmediato y de una casa material, y entonces hace provisión material para ella y preparación en gran abundancia, sobre el estÃmulo que recibió en esta respuesta de Dios. Ahora bien, si ninguno de estos se pretendÃa en absoluto en él, ni su hijo ni el templo material, es evidente que fue inducido a un gran error, por la ambigüedad y el equÃvoco de la palabra; pero encontramos por el hecho de que no lo fue, Dios aprobando y aceptando su obediencia en lo que hizo. Queda, entonces, que Salomón en primer lugar y de inmediato se refiere a estas palabras.
2. Algunos, por otro lado, afirman que toda la profecÃa pertenece y se cumple en Salomón, y solo en él, que no hay respeto directo en ella a nuestro Señor Jesucristo. Y la razón de su afirmación la toman de las palabras que siguen inmediatamente a aquellas en las que insiste el apóstol, a saber: Si comete iniquidad, lo castigaré con vara de hombres; lo cual no se puede aplicar a Aquel que no cometió pecado, ni se halló engaño en su boca.
Dicen, por tanto, que el apóstol aplica estas palabras a Cristo sólo a modo de alegorÃa. Asà trata de la ley de no poner bozal al buey que trilla, aplicándola a la provisión de las cosas carnales que ha de hacerse para los dispensadores del evangelio; como también en otro lugar representa los dos testamentos por la historia de Sara y Agar.
Aquello en lo que se ha de insistir principalmente para la eliminación de esta dificultad, y que la eliminará por completo de nuestro camino, se encontrará con nuestra confirmación de la tercera interpretación que se propondrá. Por el momento, solo responderé que, como las palabras citadas por el apóstol se refieren principalmente a la persona de Cristo mismo, pero siendo pronunciadas y dadas en forma de pacto, también tienen respeto hacia él, ya que él es la cabeza de el pacto que Dios hace con todos los elegidos en él.
Y asà se hace referencia en la profecÃa a todo el Cristo mÃstico, cabeza y miembros; y por lo tanto, David, en su repetición y súplica de este oráculo, Salmo 89:30 , cambia esas palabras, "Si comete iniquidad", por "Si sus hijos dejaren mi ley". No obstante, entonces, una suposición de transgresión en aquel acerca de quien se dicen estas palabras, el Señor Cristo puede estar destinado en ellas; fallas y transgresiones tales que no anulan el pacto que a menudo cae de parte de ellos por quien él se comprometió en él. Pero ofrezco esto sólo "in majorem cautelam", para asegurar el testimonio insistido sobre la intención de nuestro apóstol; la dificultad en sà será claramente asaltada después.
3. Decimos, por lo tanto, con otros, que tanto Salomón como el Señor Cristo están destinados en todo este oráculo; Salomón literalmente, y luego como tipo; el Señor Cristo principal y mÃsticamente, como aquel que fue tipificado, figurado y representado por él. Y nuestro sentido aquà se explicará y confirmará más detalladamente en las consideraciones siguientes:
(1.) Que nunca hubo un solo tipo de Cristo y sus oficios que lo representaran enteramente y todo lo que debÃa hacer: porque era imposible que cualquier cosa o persona lo hiciera, debido a la perfección de su persona. y la excelencia de su oficio, que ninguna cosa que pudiera designarse para prefigurarlo como un tipo, debido a su limitación e imperfección, podrÃa representar plenamente; si se hubiera descubierto tal multiplicación de tipos de los que Dios en su infinita sabidurÃa se complació en hacer uso, porque la revelación de él prevista en ellos, habÃa sido completamente inútil e innecesaria. Por tanto, según Dios vio lo bueno, y como los habÃa hecho dignos y aptos, asà diseñó una cosa o una persona para descubrir una cosa en él, otra para otro fin y propósito.
(2.) Que ningún tipo de Cristo fue en todas las cosas que fue o hizo un tipo de él, sino solo en aquello en lo que fue diseñado por Dios para ser asÃ, y en lo que él ha revelado que asà ha sido. David fue un tipo de Cristo, pero no en todas las cosas que fue e hizo. En sus conquistas de los enemigos de la iglesia, en su trono y reino, lo fue; pero en sus actos privados, sea como hombre, sea como rey o capitán, no lo fue tanto. Lo mismo debe decirse de Isaac, Melquisedec, Salomón y todos los demás tipos personales bajo el Antiguo Testamento, y mucho más de otras cosas.
(3.) Que no todas las cosas que se dicen de él que era un tipo, incluso en las que él era un tipo, se hablan de él como un tipo, o tienen algún respeto por la cosa significada, pero algunas de ellas pueden pertenecer a él en su capacidad personal solamente. Y la razón es que el que era un tipo de la institución de Dios podÃa fracasar moralmente en el cumplimiento de su deber, incluso entonces y en aquellas cosas en las que era un tipo.
Por lo tanto, se puede hablar algo de él, en cuanto a su desempeño moral de su deber, que de ninguna manera se relaciona con el antitipo, o Cristo prefigurado por él. Y esto elimina por completo la dificultad mencionada en la segunda interpretación de las palabras, excluyendo al Señor Cristo de estar directamente en el oráculo, sobre esa expresión, "Si comete iniquidad"; porque estas palabras relativas al deber moral de Salomón en lo que él era un tipo de Cristo, a saber, el gobierno y la administración de su reino, pueden no pertenecer en absoluto a Cristo, quien fue prefigurado por la institución de las cosas de Dios, y no en cualquier comportamiento moral en la observancia de ellos.
(4.) Que lo que se dice de cualquier tipo, como era un tipo, y con respecto a su institución para ser tal, no pertenece real y propiamente a él o al que era el tipo, sino a él que fue representado por él. . Para el tipo mismo, bastaba que hubiera en él alguna semejanza de lo que se pretendÃa principalmente, afirmándose de él analógicamente las cosas pertenecientes al antitipo, a causa de la relación entre ellas por institución de Dios.
Por lo tanto, lo que sigue a tales enunciaciones no respeta ni pertenece en absoluto al tipo, sino sólo al antitipo. AsÃ, en el sacrificio de expiación, se dice que el chivo expiatorio lleva y lleva todos los pecados del pueblo a una tierra no habitada, no realmente, y en la sustancia del asunto, sino solo en una representación instituida; porque âla ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
Mucho menos pueden atribuirse a la bestia devota las cosas que resultan del hecho de que el Señor Cristo llevó y quitó nuestros pecados. Asà es en este caso. Las palabras aplicadas por el apóstol para probar que el Hijo tiene un nombre más excelente que los ángeles, y por lo tanto ser preferido por encima de ellos, no prueban en absoluto que Salomón, de quien se hablaron meramente como un tipo, deba ser estimado como el preferido sobre todos los ángeles, ya que sólo representaba a Aquel que lo era, y estas palabras le fueron dichas, no absolutamente, sino con respecto a esa representación.
Y esto elimina la cuarta objeción hecha en nombre de la primera interpretación, excluyendo a Salomón de la intención de la profecÃa; porque lo que se dijo de él como un tipo no requerÃa un cumplimiento completo en su propia persona, sino solo que deberÃa representar a aquel a quien se pretendÃa principalmente.
(5.) Que hay una doble perpetuidad mencionada en la Escritura, una limitada y relativa, la otra absoluta; y ambos se aplican al reino de David. Primero, se le prometió una perpetuidad a él ya su posteridad en el reino, como el sacerdocio de Aarón, es decir, una perpetuidad limitada, a saber, durante la continuación del estado y condición tÃpicos de ese pueblo; mientras continuaron, el gobierno por derecho pertenecÃa a la casa de David.
También se prometió una perpetuidad absoluta al reino de David, que sólo se cumplirÃa en el reino y gobierno del MesÃas. Y estas dos especies de perpetuidad se expresan en las mismas palabras, dando su sentido según se aplican. Si se aplica a los sucesores de David,como su reino era un tipo del de Cristo, denotan la perpetuidad limitada antes mencionada, como la que respetaba un complemento del estado tÃpico de ese pueblo, que debÃa ser regulado por él y proporcional a él; pero como se refieren al reino de Cristo representado en el otro, asà se expresa en ellos una perpetuidad absoluta. Y esto quita la tercera razón para excluir a Salomón de lo que se entiende en estas palabras, siendo la perpetuidad prometida para él limitada y acotada.
Teniendo estas consideraciones como premisas, digo que las palabras en las que insiste el apóstol: "Yo seré para él un padre, y él será para mà un hijo", pertenecÃan primero y después a Salomón, denotando que el amor paternal, el cuidado y la la protección que Dios le brindarÃa en su reino, en la medida en que Cristo fue representado por él en él; lo cual no requiere que deban pertenecer absolutamente y en todas las consecuencias justas a la persona de Salomón. Principalmente, por lo tanto, se refieren a Cristo mismo, expresando ese amor eterno e inmutable que el Padre le tuvo, basado en la relación de padre e hijo.
Los judÃos, lo confieso, de todos los demás, ven menos tipicidad en Salomón. Pero la razón de esto es, porque su pecado fue la ocasión de arruinar su gloria y riqueza carnal, terrenal; qué cosas solas codician. Pero la cosa fue sin duda confesada por la iglesia de la antigüedad, con quien Pablo tuvo que ver; y por lo tanto vemos que el escritor de los Libros de las Crónicas, escrito después del regreso del pueblo de su cautiverio, cuando el linaje de Salomón se habÃa roto, y Zorobabel de la casa de Natán era gobernador entre ellos, sin embargo registra de nuevo esta promesa, como lo que miraba hacia adelante, y aún estaba por recibir su pleno cumplimiento en el Señor Cristo.
Y algunos de los mismos rabinos nos dicen que Salomón, a causa de su pecado, sólo tuvo el nombre de paz, Dios levantando adversarios contra él; la cosa misma debe ser buscada bajo el MesÃas Ben David.
La alegación de estas palabras por parte del apóstol siendo vindicada asà completa y ampliamente, ahora indagaré brevemente en el sentido y significado de las palabras mismas.
Se observó antes, que no son producidos por el apóstol para probar la filiación natural de Jesucristo, ni la significan; ni fueron instados por él a confirmar directa e inmediatamente que él es más excelente que los ángeles, de los cuales nada se habla en ellos, ni en el lugar de donde son tomados. Pero el apóstol insiste en este testimonio meramente para confirmar su argumento anterior a favor de la preeminencia del Hijo sobre los ángeles tomada de ese nombre más excelente que obtuvo por herencia; el cual siendo el nombre del Hijo de Dios, por la presente prueba que en verdad fue llamado asà por Dios mismo.
Asà pues, estas palabras confirman la intención del apóstol; porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios alguna vez: Yo seré para él padre, y él será para mà hijo? Las palabras encierran un gran y señalado privilegio; se refieren al MesÃas y se refieren a él; y ni ellos ni ninguna cosa equivalente a ellos jamás se habló de ningún ángel; especialmente el nombre del Hijo de Dios, tan enfáticamente, y en forma de distinción de todos los demás, nunca fue asignado a ninguno de ellos.
Y esto, como ya se ha mostrado, prueba una eminencia y preeminencia en él sobre todo lo que los ángeles alcanzan. Todo esto, digo, se sigue de la peculiar y señalada apropiación del nombre del Hijo de Dios para él, y su especial relación con Dios allà expresada.
Brevemente, podemos adjuntar la intención de las palabras como en sà mismas consideradas, y asà completar la exposición de ellas. Ahora, Dios promete en ellos ser para el Señor Cristo, como exaltado en su trono, un padre, en amor, cuidado y poder, para protegerlo y llevarlo adelante en su gobierno hasta el fin del mundo. Y por lo tanto en su ascensión dice que fue a su Dios y Padre, Juan 20:17 .
Y gobierna en el nombre y majestad de Dios, Miqueas 5:4 . Esta es la importancia de las palabras. No se refieren a la relación eterna y natural que existe entre el Padre y el Hijo, que no es ni puede ser objeto de ninguna promesa, sino al cuidado paternal de Dios sobre Cristo en su reino, y al amor de Cristo mismo por él.
Si se pregunta por qué razón Dios serÃa asà un padre para Jesucristo de esta manera peculiar, debe responderse que la causa radical y fundamental de ello radica en la relación que hubo entre ellos desde su generación eterna; pero se manifestó como su padre, y se comprometió a tratar con él con el amor y cuidado de un padre, ya que habÃa cumplido su obra de mediación en la tierra y fue exaltado a su trono y gobierno en el cielo.
Y este es el primer argumento del apóstol, por el cual prueba que el Hijo, como revelador de la mente y voluntad de Dios en el evangelio, es hecho más excelente que los ángeles; cuya gloria fue un refugio para los judÃos en su adherencia a los ritos y administraciones legales, incluso porque les fueron dados âpor disposición de los ángelesâ.
De acuerdo con nuestro método propuesto, debemos en nuestro progreso sacar también algunas instrucciones para nuestro propio uso y edificación; como,
I. Cada cosa en la Escritura es instructiva. El argumento del apóstol en este lugar no se basa tanto en lo dicho, sino en la maneraen que se habla. Incluso eso también es muy misterioso. Asà son todas las preocupaciones de la misma. Nada en él es innecesario, nada inútil. Los hombres a veces se quedan perplejos al descubrir la idoneidad de algunos testimonios producidos del Antiguo Testamento para la confirmación de cosas y doctrinas en el Nuevo por los redactores del EspÃritu Santo, cuando toda la dificultad surge de una vana presunción de que pueden aprehender el lo largo y ancho de la sabidurÃa que se encuentra en cualquier texto de la Escritura, cuando el EspÃritu Santo puede tener un objetivo principal en aquellas cosas en las que no pueden sumergirse. Cada letra y tilde de ella es enseñanza, y todo lo que se relaciona con ella es instructivo en la mente de Dios. Y debe ser asÃ, porque,
1. Procede de la sabidurÃa infinita, que ha puesto una impresión de sà misma sobre él, y ha llenado toda su capacidad con sus benditos efectos. En todo su marco, estructura y orden, en sentido, palabras, coherencia, expresión, está lleno de sabidurÃa; lo cual hace que el mandamiento sea muy amplio y grande, de modo que no haya comprensión absoluta de él en esta vida. No podemos seguir perfectamente los pasos de la sabidurÃa infinita, ni descubrir todos los efectos y caracteres que ha dejado en la Palabra. Toda la Escritura está llena de sabidurÃa, como el mar de agua, que lo llena y lo cubre por todas partes. Y,
2. Porque iba a ser muy completo. DebÃa contener, directamente o por consecuencia, de una forma u otra, toda la revelación de Dios para nosotros, y todo nuestro deber para con él; ambos que son maravillosos, grandes, grandes y variados. Ahora bien, esto no se podrÃa haber hecho en una habitación tan estrecha, sino que cada parte de ella, y todas las preocupaciones de ella, con todo su orden, debÃan estar llenas de misterios y expresiones o insinuaciones de la mente y voluntad de Dios. Por lo tanto, no podrÃa ser que se le pusiera nada superfluo, o que no se relacionara con la enseñanza y la instrucción.
3. Es lo que Dios ha dado a sus siervos para su continuo ejercicio dÃa y noche en este mundo; y en su investigación al respecto les exige su máxima diligencia y esfuerzos. Siendo esto asignado a su deber, fue conveniente a la sabidurÃa y bondad divinas encontrarles una obra bendita y útil en toda la Escritura para ejercitarse, para que en todas partes pudieran encontrar aquello que pudiera satisfacer su indagación y responder a su industria.
Nunca se perderá ni malgastará tiempo ni fuerzas que se dispongan de acuerdo con la mente de Dios en y acerca de su Palabra. El asunto, las palabras, el orden, la contextura de ellos, el alcance, el diseño y el objetivo del EspÃritu Santo en ellos, todos y cada uno de ellos, bien pueden ocupar el máximo de nuestra diligencia, todos son divinos. Nada está vacÃo, sin amueblar o sin preparar para nuestro uso, ventaja y beneficio espiritual. Entonces aprendamos por lo tanto,
(1.) Admirar y, como se dijo en la antigüedad, adorar la plenitud de la Escritura, o de la sabidurÃa de Dios en ella. Todo está lleno de sabidurÃa divina y exige nuestra reverencia en su consideración. Y, de hecho, un asombro constante de la majestad, la autoridad y la santidad de Dios en su Palabra es el único marco enseñable. Los espÃritus orgullosos y descuidados no ven nada del cielo ni de la Divinidad en la Palabra; pero los humildes se hacen sabios en ella.
(2.) Para estimular y ejercitar nuestra fe y diligencia al máximo en nuestro estudio y búsqueda de las Escrituras. Es un almacén sin fin, un tesoro sin fondo de la verdad divina; el oro está en cada arena. Todos los hombres sabios del mundo pueden, cada uno por sà mismo, aprender algo de cada palabra y, sin embargo, dejar suficiente para la instrucción de todos los que vendrán después de ellos.
Las fuentes y manantiales de sabidurÃa en él son interminables y nunca se secarán. Podemos tener mucha verdad y poder en una palabra, a veces suficiente, pero nunca todo lo que hay en ella. TodavÃa quedará lo suficiente para ejercitarnos y refrescarnos de nuevo para siempre. Para que podamos alcanzar un verdadero sentido, pero nunca podremos alcanzar el pleno sentido de ningún lugar; nunca podemos agotar toda la impresión de sabidurÃa infinita que hay en la Palabra. ¡Y cómo deberÃa esto estimularnos a estar meditando en él dÃa y noche! Y muchas inferencias similares pueden ser tomadas por lo tanto. Aprende también,
II. Que es lÃcito sacar consecuencias de las afirmaciones de las Escrituras; y tales consecuencias, correctamente deducidas, son infaliblemente verdaderas y âde fideâ. AsÃ, del nombre dado a Cristo, el apóstol deduce por justa consecuencia su exaltación y preeminencia sobre los ángeles. Nada se seguirá correctamente de la verdad sino lo que también es asÃ, y lo que es de la misma naturaleza que la verdad de la que se deriva.
De modo que todo lo que por justa consecuencia se extrae de la Palabra de Dios, es también la Palabra de Dios y la verdad infalible. Y privar a la iglesia de esta libertad en la interpretación de la Palabra, es privarla del mayor beneficio que pretende. Esto es en lo que se basa toda la ordenanza de la predicación; lo cual hace que lo que se deriva de la Palabra tenga el poder, la autoridad y la eficacia de la Palabra que lo acompaña.
AsÃ, aunque sea la obra y el efecto apropiados de la Palabra de Dios vivificar, regenerar, santificar y purificar a los elegidos, y la Palabra principal y directamente es solo lo que está escrito en las Escrituras, encontramos todos estos efectos producidos en y por la predicación de la Palabra, cuando tal vez ni una frase de la Escritura se repite palabra por palabra. Y la razón de esto es que todo lo que se deduce y entrega directamente según la mente y designación de Dios de la Palabra es la Palabra de Dios, y tiene el poder, la autoridad y la eficacia de la Palabra que lo acompaña.
tercero La declaración de Cristo como Hijo de Dios es el cuidado y la obra del Padre. Lo dijo, lo grabó, lo reveló. Esto, en verdad, debe darse a conocer por la predicación del evangelio; pero que se haga, el Padre ha tomado el cuidado sobre sà mismo. Es designio del Padre en todas las cosas glorificar al Hijo; para que todos lo honren como honran al Padre.
Esto no se puede hacer sin la declaración de esa gloria que tenÃa con él antes de que el mundo fuera; es decir, la gloria de su filiación eterna. Esto, por lo tanto, lo dará a conocer y lo mantendrá en el mundo.
IV. Dios el Padre está perpetuamente presente con el Señor Cristo, en amor, cuidado y poder, en la administración de su oficio como mediador, cabeza y rey ââde la iglesia. Se ha encargado de estar a su lado, de reconocerlo, de efectuar todo lo que sea necesario para el establecimiento de su trono, la ampliación de su reino y la ruina y destrucción de sus enemigos. Y esto ciertamente hará hasta el fin del mundo,
1. Porque ha prometido hacerlo. Innumerables son las promesas registradas que se le hacen a Jesucristo con este propósito. Dios se ha comprometido a sostenerlo en su mano y esconderlo como un dardo bruñido en su aljaba, para darle un trono, un reino glorioso, un imperio y gobierno perpetuos, y cosas por el estilo. Ahora, lo que ha prometido en amor y gracia, lo cumplirá con cuidado y poder.
Ver IsaÃas 49:5-9 ; IsaÃas 50:7-9 .
2. Todas estas promesas se refieren a la obediencia del Señor Cristo en la obra de mediación; lo cual, siendo realizado por él correctamente y al máximo, le da un derecho peculiar sobre ellos, y lo hace justo y justo en el cumplimiento que fue mera gracia soberana en la promesa. Habiendo sido cumplida absolutamente la condición por parte de Cristo, la promesa ciertamente será cumplida por parte del Padre. Por esto se completa, ratifica y establece el pacto del Redentor.
Cumpliéndose la condición de su parte hasta lo sumo, no faltarán las promesas, IsaÃas 53:10-12 .
3. Cristo Señor le hace la petición de gozar con él de la presencia y del poder de su Padre en su obra y en la administración de su mediación; y el Padre siempre lo escucha. Parte de su pacto con su Padre fue como el de Barac (que era un tipo de él) con Débora la profetisa, quien habló en el nombre del Señor, Jueces 4:8 : âSi tú vas conmigo, yo iré â, contra todos los enemigos de la iglesia, IsaÃas 50:8-9 .
Y en consecuencia, al comprometerse a ir con él, solicita su presencia; y en la certeza de ello profesa que no está solo, sino que su Padre está con él, Juan 8:16 . A tal efecto véanse sus peticiones, Juan 17 .
4. La naturaleza de su obra y reino lo requiere. Dios lo ha designado para reinar en medio de sus enemigos, y se opone poderosamente por todos lados a todo su designio, y a un acto muy particular de él. Toda la obra de Satanás, el pecado y el mundo es tanto para obstruir en general el progreso de su reino como para arruinar y destruir cada sujeto particular de él; y esto se lleva a cabo continuamente con una violencia indescriptible y estratagemas inescrutables.
Esto hace necesaria la presencia de la autoridad y el poder del Padre en su obra. Esto lo afirma como un gran motivo de consuelo para sus discÃpulos, Juan 10:28-29 . Habrá un gran arrebatamiento, una gran contienda para quitar a los creyentes de la mano de Cristo, de una forma u otra, para que no alcancen la vida eterna; y aunque su propio poder es tal que puede preservarlos, sin embargo, les hace saber también, para su mayor seguridad y consuelo, que su Padre, que está sobre todos, es más grande, más poderoso que todos, más grande que él mismo, en la obra de mediación, Juan 14:28 , se compromete también con él en su defensa y conservación.
Asà también es él en cuanto a la destrucción de sus adversarios, cualquier poder contrario, Salmo 110:5-6 . El Señor está junto a él, a su diestra, para herir y pisotear a sus enemigos,
todo lo que se levanta contra su designio, interés y reino. Aunque sean muchos, nunca tan grandes, él los arruinará, y los pondrá a todos por estrado de sus pies. Ver Miqueas 5:4 .
VersÃculo 6
El apóstol procede a la confirmación de la misma verdad importante por medio de otro testimonio, en el que nos encontraremos con alguna dificultad, tanto en la forma de la cita como en la importancia del testimonio mismo.
Hebreos 1:6 . á¿Î¿Ïαν Îá½² Ïάλιν εἰÏαγγάγῠÏὸν ÏÏÏÏÏÏοκον ειá¿Ï Ïὴν Ïá¼°ÎºÎ¿Ï Î¼Îνην, λÎγει · καὶ ÏÏοÏÎºÏ Î½Î·ÏανÏαν αá½Ïá¿· ÏάνÏÎµÏ á¼Î³Î³Î³Î³Î³ gan. VL, âEt rum introducit primogenitum in orbem terrae, dicit, Et adorenteum omnes angeli Deiâ; omitiendo Ïάλιν, âotra vez.
â Syr., תּ×Ö¼× ×ÖµÖ¼×× ×Ö·×Ö·×ªÖ¸× ×Ö°Ö¼×Ö·×¢Öµ×; âRursum autem rum inducitâ; âY otra vez cuando traigaâ. Îá¼°Ï Ïὴν Î¿á¼°ÎºÎ¿Ï Î¼Îνην, ×Ö°×¢Ö¸×Ö°×Ö¸×. "al mundo". Πάλιν, "otra vez", se omite en el árabe, como en el latÃn vulgar.
Beza, âRursum autem cum inducit primogenitum in orbem terrarum, dicit, Et adorentâ (Eras., âadorabuntâ) âeum omnes angeli Deiâ; lo cual es expresado exactamente por el nuestro: âY otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Diosâ.
No hay mucha dificultad en las palabras mismas.
á¿ÎÏαν δὲ, âcum autemâ, âquando autemâ; "pero cuando."
Πάλιν, ârursumâ âotra vezâ, como en el verso anterior. En qué sentido se usa aquÃ, y con qué palabra se unirá, se declarará más adelante.
Îá¼°Ïαγάγá¿, "inducir", o "inducir", o "introducir", "él introduce", o "introducirá", o "introducirá"; cuya diferencia también después.
Τὸν ÏÏÏÏÏÏοκον, âel primogénitoâ, âel primogénitoâ, aquel antes de quien nadie nace, ni necesariamente después de quien alguno es asÃ. Bajo la ley habÃa un sacrificio para el ÏÏÏÏÏÏοκοÏ, âprimogénitoâ; llamado asà cuando todavÃa ninguno habÃa sido engendrado después de él, y muy incierto si alguno serÃa asà del mismo vientre o no; y, sin duda, a menudo resultó que ninguno lo era.
Îá¼°Ï Ïὴν Î¿á¼°ÎºÎ¿Ï Î¼Îνην, תֵּ×ÖµÖ¼× el mundo habitableâ, o תֵ×Öµ× ×Ö¶×ֶת×, Proverbios 8 , el lugar público de habitación, donde moran las criaturas de Dios. La palabra no se usa absolutamente en ninguna parte de las Escrituras en ningún sentido excepto para este mundo habitable. Sólo que a veces tiene un sentido restringido, denotando el imperio romano, como Lucas 2:1 , según el lenguaje habitual de aquellos dÃas, en que al pueblo de Roma, o a sus emperadores, se les llamaba ârerumâ y âorbis terrarum dominiâ. ;â ya veces denota indefinidamente cualquier parte del mundo como habitable, Lucas 2:1 ; Lucas 4:5 ; Lucas 21:26 ; y por lo tanto, a menudo tiene ὠλη "el todo", unido a él, cuando se extiende universalmente a la tierra habitable.
Î ÏοÏÎºÏ Î½Î·ÏάÏÏÏαν. Hebreos ×ִשְ×תַּ×Ö²××Ö¼, imperativo en Hithpael, de שָ××Ö¸×, "inclinarse", "inclinarse". La LXX. traduce constantemente esa palabra por ÏÏοÏÎºÏ Î½ÎÏ. Y ÏÏοÏÎºÏ Î½ÎÏ probablemente se deriva de κÏÏ, y de ahÃ ÎºÏ Î½ÎÏ, âosculorâ, âbesarâ; que también se usa a veces para "adorar" o "adorar", como ΠάνÏÎµÏ Î³ÏÎ½Ï ÏεÏÏηκῶÏÎµÏ á¼Î¼Î¿á½¶ ÎºÏ Î½ÎÏνÏι δεÏÏÏÏην.
Es decir, dice Eustacio, Î ÏοÏÎºÏ Î½Î¿á¿¦Ïι με, á½ Ï Î´ÎµÏÏÏÏην, âMe adoran como a su señorâ; porque unido a ÏεÏÏήκοÏεÏ, âinclinarseâ o âcaerseâ, expresa todo el uso y significado de ÏÏοÏÎºÏ Î½ÎÏ. Cómo el besar era en la antigüedad una señal, un sÃmbolo y una promesa de adoración, especialmente para inclinarse y besar el suelo, lo he declarado en otra parte. Y esta derivación de la palabra prefiero mucho antes que la que la hace significar primitivamente "more canum adulari", como si se tomara de los perros agazapados.
En el Nuevo Testamento no se usa sino para el culto religioso que se debe sólo a Dios. Y cuando se recuerda de alguno que hizo ÏÏοÏÎºÏ Î½Îµá¿Î½ o cumplió el deber y el homenaje denotado por esta palabra a alguien que no sea Dios, se recuerda como su idolatrÃa, Apocalipsis 13:12 ; Apocalipsis 13:15 .
Y en este sentido fue restringido en la antigüedad por los espartanos, quienes negaron que fuera á¼Î½ νÏμῳ, lÃcito para ellos á¼Î½Î¸ÏÏÏον ÏÏοÏÎºÏ Î½Îειν, es decir, postrarse o adorar a un hombre, Herodot. en polim.
Y en este sentido está excesivamente restringida del uso y la importancia de שָ××Ö¸×, sÃ, y de ×ִשְ×תַּ×Ö²×Ö¸× en Hithpael, aunque eso siempre significa inclinarse con respeto y reverencia; porque se emplea para denotar tanto el culto civil como el religioso. Pero para varios tipos de adoración religiosa, diversificados por sus objetos, la Escritura no sabe nada. La palabra denota propiamente inclinarse, y cuando se refiere a Dios, respeta la reverencia interna y la sujeción de nuestras mentes por una metonimia del adjunto.
Véalo por respeto civil, Génesis 27:29 ; Génesis 33:6 .
á¿Îγγελοι, ×Ö¶×Ö¹×Ö´××, âelohimâ, se traduce como âángelesâ en la LXX, Génesis 31:24 [según algunos MSS. solamente]; Job 38:7 ; Salmo 8:5 ; Salmo 97:7 ; Salmo 138:1 ; de cuya interpretación de la palabra trataremos en la exposición que sigue. [7]
[7] Îαὶ ÏÏοÏκ. â Îαὶ aquà exhibida no aparece en Salmo 97:7 . Lo considero como una partÃcula intensiva aquÃ... Uno podrÃa traducir la frase asÃ: 'Que todos los ángeles de Dios le adoren ', o 'aún rindan reverencia o adoración'â. Debe ser adoración espiritual , de la naturaleza de los seres mandados a rendirlo.
El homenaje civil difÃcilmente puede predicarse de los ángeles. Moisés Estuardo. Bleek, Tholuck y Ebrard sostienen que la cita es de Deuteronomio 32:43 . âCon respecto a la ausencia de las palabras del texto masorético, debemos, con toda nuestra deferencia a este texto, ya que se basa en una tradición antigua y fuerte, nunca olvidar que tenemos en la LXX., particularmente en el Pentateuco, un igualmente recensión antigua del texto hebreo.â Ebrard.
La dificultad de recibir las palabras como una cita de Salmo 97:7 radica en el hecho de que la palabra es Elohim, âDiosâ o âdiosesâ; se emplea también para denotar ángeles. âPuede ser suficiente aducir un pasaje sorprendente de Salmo 8:5 , 'Le has hecho poco inferior a los ángeles;' literalmente, que Dios o dioses.
Pero tal traducción literal está completamente fuera de discusión, y no puede haber ninguna duda razonable de que ángeles es el verdadero significadoâ. El Siriaco y la Vulgata concuerdan con la LXX. en el uso de los ángeles [en Salmo 97 ]. Tornero. disfunción eréctil
Hebreos 1:6 . Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios.
Este es el segundo argumento usado por el apóstol para confirmar su afirmación de la preferencia del Hijo sobre los ángeles, y está tomado del mandato que Dios les dio para que lo adoraran; porque indiscutiblemente, el que debe ser adorado es mayor que aquellos cuyo deber es adorarlo. En las palabras que debemos considerar,
1. El prefacio del apóstol;
2. Su prueba. Y en esto último debemos sopesar,
(1.) El sentido de la misma;
(2.) La idoneidad de la misma para su presente propósito.
Su prefacio, o la manera en que produjo este segundo testimonio, es este: á¿ÎÏαν δὲ Ïάλιν εἰÏαγάγá¿..... λÎγει. Las cuales palabras han sido expuestas a una variedad de interpretaciones: porque si Ïάλιν se une con εἰÏαγάγá¿, que sigue inmediatamente, deben traducirse, âY cuando él traiga de nuevo al mundoâ; si con λÎγει, que le sigue después de la interposición de varias otras palabras, entonces debe traducirse como lo hacen nuestros intérpretes: âY otra vez cuando trae,⦠diceâ.
Además, no está claro en qué sentido se llama a Cristo ÏÏÏÏÏÏοκοÏ, âel primogénitoâ, a quien en otros lugares se le llama Î¼Î¿Î½Î¿Î³ÎµÎ½á½´Ï ÏαÏá½° ΠαÏÏὸÏ, âel Hijo unigénito del Padreâ.
También debemos indagar cuál es la introducción o introducción que aquà se pretende, cómo y cuándo se realiza; como también cuál es el mundo al que fue traÃdo. Las dificultades sobre todo lo cual debe ser considerado por separado.
1. Πάλιν, âotra vezâ, se puede unir con εἰÏαγάγá¿, y entonces el sentido de las palabras debe ser como se insinuó anteriormente, a saber, âCuando él traiga de nuevo al primogénito al mundoâ. Y es evidente que la mayorÃa de los expositores, tanto antiguos como modernos, adoptan este sentido. También Crisóstomo, Teodoreto, Ambrosio, (Ecumenio, Tomás, Lira, Cayetano, Ribera, Cameron, Gomarus, Estio, un Lapide, nuestro Medo, con muchos otros. debe ser el primogénito en el mundo, están muy divididos.
Los antiguos lo refieren a su encarnación; afirmando, algo ásperamente, que fue traÃdo antes al mundo, cuando todas las cosas fueron hechas por él.
2. Otros lo refieren a la resurrección, que fue como si fuera una segunda venida de Cristo al mundo, como David fue traÃdo de nuevo a su reino después de haber sido expulsado por la conspiración y rebelión de Absalón.
3. Otros lo refieren a su aparición en la predicación eficaz del evangelio después de su ascensión, por lo cual fue producido de otra manera y con otra clase de poder que aquel en el que apareció en los dÃas de su carne.
4. Algunos suponen que con estas palabras se entiende el reinado personal de Cristo en la tierra por mil años con sus santos, cuando Dios lo traerá de nuevo con gloria al mundo: de lo cual fue juicio Mede, y ahora muchos lo siguen.
5. Otros también, y la mayorÃa, atribuyen el cumplimiento de lo que aquà se afirma al juicio general y a la segunda venida de Cristo en la gloria del Padre, con todos los santos ángeles asistiéndole, para juzgar a vivos y muertos. .
6. Algunos de los socinianos los refieren a la ascensión triunfante de Cristo al cielo después de su resurrección, habiendo sido llevado, según ellos, una vez antes allÃ, para ser instruido allà en la mente y voluntad de Dios.
Ahora bien, todas estas afirmaciones relativas a la introducción de Cristo en el mundo tienen una verdad en ellas, absolutamente consideradas; pero si alguno de ellos está aquà destinado por el apóstol, debemos investigar mediante un examen del fundamento común sobre el que proceden todos sus autores, con las razones dadas para su confirmación. Ahora bien, esto es lo que observamos antes, a saber, que en la construcción de las palabras, Ïάλιν, âotra vezâ, debe unirse con εἰÏαγάγá¿, âél introduceâ; y asà traducirse, âCuando él traiga de nuevo,â (o, âuna segunda vez,â) âel primogénito,â lo cual necesariamente debe apuntar a una segunda venida de Cristo, de una clase u otra. Y a este propósito dicen,
1. Que la trayectoria de las palabras en el otro sentido es dura y difÃcil, y no debe admitirse sino por razones muy convincentes. Es suponer que el apóstol por á½ Ïαν δὲ Ïάλιν, âcuando otra vezâ, quiere decir Ïάλιν δὲ á½ Ïαν, âotra vez cuandoâ. Y además, la interposición de las muchas palabras entre ella y λÎγει âél diceâ, no admitirá que deben estar unidas en sentido y construcción.
Pero esta razón no es convincente; por,
(1.) La mayorÃa de las traducciones antiguas reconocen esta transposición de las palabras. Asà el sirÃaco, leyendo asÃ, âY otra vez, cuando él traiga;â asà el latÃn vulgar; y el árabe, omitiendo el término âotra vezâ, como que no designa nada nuevo, sino que simplemente denota un nuevo testimonio. Y les siguen Valla, Erasmus, Beza y los mejores traductores modernos.
(2.) Tales trayectorias no son inusuales, y eso en este lugar tiene una elegancia peculiar; porque la palabra Ïάλιν, âotra vezâ, siendo usada en el encabezamiento del testimonio anterior, esta transposición añade elegancia a las palabras; y que habÃa causa para ello lo veremos después.
(3.) Habiendo usado el apóstol inmediatamente antes la palabra Ïάλιν, "otra vez", como su nota de producir un segundo testimonio, y colocándolo aquà en la entrada de un tercero, debe usarse equÃvocamente, si la trayectoria propuesta es No permitido.
2. Niegan que los ángeles adoraron a Cristo en su primera venida al mundo, es decir, que se registra que asà lo hicieron; y por lo tanto debe ser necesariamente su segunda venida lo que se pretende, cuando vendrá en gloria, con todos sus santos ángeles adorándolo abiertamente y ejecutando sus mandatos.
Esta razón se adapta especialmente a la quinta opinión antes mencionada, que se refiere a las palabras a la venida de Cristo en el dÃa general del juicio, y no sirve para ninguna de las demás. Pero, sin embargo, tampoco es esto satisfactorio; porque la cuestión no es si está registrado en alguna parte que los ángeles adoraron a Cristo en su primera entrada en el mundo, sino si el Señor Cristo, en su encarnación, no fue puesto en esa condición en la que era deber de todos los ángeles de Dios para adorarlo.
Ahora bien, siendo esto, al menos interpretativamente, un mandato de Dios, y los ángeles expresamente haciendo siempre su voluntad, la cosa en sà es cierta, aunque no se registran casos particulares de ella. Además, la asistencia de los ángeles a su nacimiento, la proclamación de su natividad y la celebración de la gloria de Dios por ese motivo, parece haber sido un cumplimiento del deber para el cual habÃan recibido el mandato. Y esto es permitido por aquellos de los antiguos que suponen que la segunda venida de Cristo al mundo fue en su nacimiento.
3. Dicen que esta introducción del Primogénito en el mundo denota una presentación gloriosa de él en su gobierno y disfrute de su herencia.
Pero,
(1.) Esto no prueba que las palabras deban referirse a la venida de Cristo al juicio, a cuyo fin se insiste en esta razón; porque ciertamente fue proclamado con poder para ser el Hijo, Señor y Heredero de todos, desde su resurrección, y por la primera predicación del evangelio Y,
(2.) De hecho, tal cosa no puede deducirse correctamente de las palabras. La expresión no significa más que una introducción en el mundo, una entrada real, sin ninguna indicación de la forma o manera de ello.
4. Se argumenta en nombre de la misma opinión, del salmo de donde se toman estas palabras, que es un reinado glorioso de Cristo y su venida al juicio lo que se establece en él, y no su venida y morada en el estado de humillación. Y esta razón afirma Cameron, para probar innegablemente que lo que se pretende es la venida de Cristo a juicio.
Pero la verdad es que la consideración del alcance del salmo rechaza por completo la opinión que se busca mantener con él; por,
(1.) Hebreos 1:1 , Sobre el reinado del Señor allà establecido, tanto judÃos como gentiles, la tierra y la multitud de las islas, son llamados a regocijarse en él; es decir, recibir, deleitarse y alegrarse de la salvación traÃda por el Señor Cristo a la humanidad, que no es la obra del último dÃa.
(2.) Los idólatras son disuadidos de su idolatrÃa y exhortados a adorarle, Hebreos 1:7 , un deber que les incumbe antes del dÃa del juicio.
(3.) Se exhorta a la iglesia durante su reinado a abstenerse del pecado, y se le promete la liberación de los malvados y opresores. Todas estas cosas, como son inadecuadas para su venida en el dÃa del juicio, pertenecen expresamente al establecimiento de su reino en este mundo. Y por lo tanto parece, que esa opinión que de hecho parece afirmar con alguna probabilidad que una segunda venida de Cristo al mundo se pretende con estas palabras, es inconsistente con el alcance del lugar de donde se toma el testimonio, y en consecuencia el diseño del mismo apóstol.
Las otras conjeturas mencionadas se eliminarán fácilmente. A la de los antiguos, asignando esta venida de Cristo al mundo a su encarnación, decimos que es verdadera; pero entonces esa fue su primera introducción, y suponiéndose que se pretendÃa en este lugar, las palabras no pueden traducirse de otro modo que Ïάλιν, âotra vezâ, debe estimarse solo como una insinuación de la cita de un nuevo testimonio.
Tampoco se puede señalar la resurrección del Señor Cristo como la época del cumplimiento de esta palabra, que no fue, ciertamente, un traerlo al mundo, sino más bien una entrada en su salida de él; ni a su muerte dejó el mundo completamente, porque aunque su alma se separó de su cuerpo, sin embargo, su cuerpo no se separó de su persona, y en él continuó sobre la tierra.
La venida de Cristo para reinar aquà en la tierra mil años es, si no una opinión infundada, pero tan dudosa e incierta como para no admitir un lugar en la analogÃa de la fe para regular nuestra interpretación de las Escrituras en lugares que justamente pueden admitir otra aplicación
La ficción de los socinianos, de que el Señor Cristo durante el tiempo de su ayuno de cuarenta dÃas fue llevado al cielo, que ellos ponen como base para su interpretación de este lugar, en otro lugar he demostrado que es irracional, antiescritural, mahometana y despectivo al honor de nuestro Señor Jesús, ya que él es el Hijo eterno de Dios.
De lo que se ha dicho, es evidente que la trayectoria propuesta puede ser permitida, como lo es por la mayorÃa de las traducciones antiguas y modernas. Y asÃ, la palabra Ïάλιν, "otra vez", relacionada con λÎγει, "él dice", denota sólo la introducción de una nueva prueba, y no sugiere una segunda venida del Señor Cristo. Y a lo que ya se ha dicho sólo añadiré que tal intención en estas palabras como se ha argumentado estarÃa tan lejos de promover el diseño del apóstol, que lo debilitarÃa y perjudicarÃa grandemente; porque el asunto que tenÃa entre manos era probar la preeminencia del Señor Cristo sobre los ángeles, no absolutamente, sino como el revelador del evangelio;y si esto no fue asÃ, y se prueba que es asà por este testimonio, mientras estuvo empleado en esa obra en el mundo, no es en absoluto para su propósito.
Habiendo despejado esta dificultad, y mostrado que en esta palabra no se pretende una segunda venida de Cristo, sino sólo un nuevo testimonio del mismo propósito con el que se produjo anteriormente, la intención del apóstol en su expresión preliminar puede abrirse aún más, considerando lo que ese mundo es donde el Padre trajo al Hijo, cómo y cuándo lo hizo, y la manera de hacerlo.
Hay dos opiniones sobre el mundo al que se dice que el Padre trajo a Cristo.
1. Uno es el de los socinianos, afirmado como por otros de ellos, por Schlichtingius en su comentario sobre este lugar, y por Grotius después de ellos en sus anotaciones. â Îá¼°ÎºÎ¿Ï Î¼Îνη,â dice Grotius, âest 'regio illa superna quae ab angelis habitatur,'ut ipse mox scriptor noster ad haec sua verba respiciens dicet, cap. 2:5;â âEsâ, dice él, âesa región arriba de la cual está habitada por los ángeles a lo que se refiere; y nuestro autor declara lo mismo con respecto a lo que tiene con estas palabras, capÃtulo 2:5.â De la misma manera Schlichtingius:
âPer terrain istam, non esse intelligendam hanc quam mortales incolimus, sed coelestem illam quam aliquando inmortales effecti incolemus, et res ipsa, et D. auctor sequenti capite Hebreos 1:5 , aperte declarat.â
Es decir, por la tierra, ¡no se debe entender la tierra sino el cielo! Pero,
(1.) Esto no encaja en absoluto con el propósito y el diseño del apóstol, que es probar claramente que el Señor Cristo, cuando nos habló y reveló la voluntad de Dios, y en esa obra, estaba por encima de la ángeles; lo cual no se prueba en absoluto al mostrar lo que le sucedió después de que se completó su trabajo.
(2.) No recibe aprobación de ese otro lugar, de Hebreos 2:5 , adonde somos enviados por estos intérpretes; porque allà se declarará que el apóstol está tratando de un asunto de otra naturaleza, sin ningún respeto a estas palabras. Tampoco menciona absolutamente allÃ Î¿á¼°ÎºÎ¿Ï Î¼Îνην , âel mundoâ, sino con la adición de μÎÎ»Î»Î¿Ï Ïαν, âpor venirâ; qué es lo que indagaremos sobre el lugar.
(3.) Îá¼°ÎºÎ¿Ï Î¼Îνη significa propiamente la "tierra habitable", y nunca se usa de manera absoluta en las Escrituras sino para el mundo habitable, o los hombres que habitan en él; y desviarlo sin motivo a otro significado no es interpretar sino violentar el texto.
2. Por Îá¼°ÎºÎ¿Ï Î¼Îνη , entonces, âel mundoâ, o âtierra habitableâ, con los que en él habitan, y no se pretende otra cosa; porque como la palabra no tiene otro significado, asà el salmista en el lugar de donde se toma el testimonio siguiente lo expone por "la multitud de islas", o las naciones esparcidas por la ancha tierra. Este es el mundo diseñado, incluso esa tierra donde las criaturas racionales de Dios conversan aquà abajo. A esto fue traÃdo el Señor Cristo por el Padre.
Por lo tanto, a continuación debemos investigar en qué consistió el hecho de que el Padre trajera al Hijo a este mundo. Hemos visto anteriormente que unos lo han asignado a una cosa en particular, otros a otra; algunos a su encarnación y nacimiento, algunos a su resurrección, algunos a su misión del EspÃritu y la propagación de su reino que siguió. La opinión acerca de su venida para reinar en el mundo por mil años, como también la de su venida en el juicio general, ya la hemos excluido.
De los otros, tiendo a pensar que no es ninguno en particular, exclusivo de los demás, que el apóstol intenta o diseña. Lo que se pretendÃa en el Antiguo Testamento en las promesas de su venida al mundo, es lo que aquà se expresa con la frase de traerlo. Ver MalaquÃas 3:1-2 ,
âEl Señor, a quien vosotros buscáis, vendrá de repente⦠¿Pero quién podrá soportar el dÃa de su venida?â
Ahora, no fue ningún acto especial, ni ningún dÃa en particular lo que fue diseñado en esa y otras promesas similares; pero fue toda la obra de Dios al dar a luz al MesÃas, por su concepción, nacimiento, unción con el EspÃritu, resurrección, envÃo del EspÃritu Santo y predicación del evangelio, que es el tema de esas promesas. Y su realización es lo que expresan estas palabras: âCuando él traiga al Primogénito al mundoâ; esto es, después que hubo guardado su iglesia, bajo la administración de la ley dada por ángeles por mano de Moisés el mediador, en espera de la venida del MesÃas, cuando lo sacará y lo llevará adelante en su obra hasta el cumplimiento de la misma, dice: âAdórenle todos los ángeles de Dios.
Y aquà están comprendidos la mayorÃa de los sentidos anteriores. Y esta interpretación de las palabras responde completamente a la intención del apóstol al citar el testimonio que sigue, a saber, probar que, en el desempeño de su obra de revelar la voluntad de Dios, era tal que, en razón de la dignidad de su persona, tenÃa todo el culto religioso y el honor debido a él de los mismos ángeles.
También a este sentido nos conduce el salmo de donde se toma el testimonio siguiente, Salmo 92 . El júbilo que requiere y llama el primer verso del salmo no es diferente del que fue, en nombre de toda la creación, expresado en su nacimiento, Lucas 2:14 .
Y los cuatro versÃculos siguientes son una descripción alegórica de la obra que el Señor Cristo debe realizar en y por la predicación del evangelio. Ver MalaquÃas 3:1-4 ; MalaquÃas 4:1 ; Mateo 3:12 ; Lucas 2:17 .
Y aquà sigue esa vergüenza y ruina que fue acarreada sobre los Ãdolos e idólatras, Lucas 2:7 ; y el gozo de toda la iglesia en la presencia de Cristo, Lucas 2:8 ; asistido con su glorioso reinado en el cielo, como consecuencia de la realización de su obra, Lucas 2:9 ; la cual se propone como motivo para la obediencia, y motivo de confianza y regocijo para la iglesia. Y esta es la venida del Hijo al mundo por parte del Padre, descrita por el salmista y intencionada por el apóstol.
Queda por preguntar por qué y en qué sentido se llama aquà a Cristo ÏÏÏÏÏÏοκοÏ, âprimogenitusâ, o âel primogénitoâ. La respuesta común es: âNon quod post ilium alii, sed quod ante illum nullusâ; âNo que ninguno haya nacido después de élâ (de la misma manera), âsino que ninguno nació antes que élâ; lo cual, como hemos mostrado antes, concordará bastante bien con el uso de la palabra. Y esto se aplica tanto a la generación eterna de su persona divina, como a la concepción y natividad de su naturaleza humana.
Pero si suponemos que esta expresión puede significar su persona y generación eterna, debemos hacer que ÏÏÏÏÏÏοκοÏ, o el âprimogénitoâ, sea lo mismo que μονογενήÏ, o âunigénitoâ; lo cual no puede admitirse: porque Cristo es llamado absolutamente el âunigénito del Padreâ en su generación eterna, siendo su esencia infinita, asumió toda la naturaleza de la filiación divina, de modo que es imposible que respecto a ella haya ser más hijos de Dios, pero ÏÏÏÏÏÏοκοÏ, o âprimogénitoâ, se usa en relación con otros; y sin embargo, como mostré antes, no se requiere que el que lo es tenga otros hermanos en la misma clase de filiación.
Pero porque algunos afirman esto, a saber, que Cristo tiene muchos hermanos en la misma clase de filiación por la cual él mismo es el Hijo de Dios, y por eso es llamado el primogénito (lo cual es una afirmación muy despectiva para su gloria). y honor), en nuestro paso la quitaré, como piedra de tropiezo, fuera del camino.
Asà Schlichtingius sobre el lugar:
âPrimogenitum eum nomine Dei Filium appellat, innuens hoc pacto plures Dei esse filios etiam ad Christum respectu habito; scilicet ut ostenderet non ita Christum esse Dei Filium, quin alii etiam eodem filiationis genere contine-antur, quanquam filiationis perfeccione et gradu Christo multo inferiores.â Y otra vez: âPrimogenitus dicitur Christus quod eum Deus ante omnes filios, eos nimirum qui Christi fratres appellantur genuerit; eo scilicet modo quo Dens filios gignere solet; eos autem gignit quos sibi similes efficit; primus est Christus qui Deo ea sanctitate similis fuit, qualem in novo foedere praecipitâ.
Pero estas cosas no concuerdan ni con la verdad, ni con el designio del apóstol en este lugar, ni con los principios de ellos por quienes son afirmadas. Se reconoce que Dios tiene otros hijos además de Jesucristo, y eso con respecto a él; porque en él somos adoptados, la única manera por la cual cualquiera puede alcanzar el privilegio de la filiación: pero que somos hijos de Dios con o en la misma clase de filiación con Jesucristo, es,
1. Falso. porque,
(1.) Cristo en su filiación es μονογενήÏ, el Hijo âunigénitoâ de Dios: y por tanto es imposible que Dios tenga más hijos de la misma especie con él; porque si lo hubiera hecho, ciertamente el Señor Cristo no podrÃa ser μονογενήÏ, su Hijo âunigénitoâ.
(2.) La única forma de filiación, el único tipo de filiación que comparten los creyentes es la adopción; en cualquier otro tipo de filiación no son partÃcipes. Ahora bien, si Cristo es el Hijo de Dios en esta clase, debe ser necesariamente antes de su adopción miembro de otra familia, es decir, de la familia de Satanás y del mundo, como somos por naturaleza, y de ahà ser trasplantado por adopción a la familia de Dios; lo cual es una blasfemia imaginar.
De modo que los creyentes tampoco pueden ser hijos de Dios con la filiación propia de Cristo, siendo él el unigénito del Padre; ni el Señor Cristo puede ser el Hijo de Dios con el mismo tipo de filiación que los creyentes, que es solo por adopción, y su traslado de una familia a otra. De modo que exaltar a los creyentes al mismo tipo de filiación con Cristo, o rebajarlo al mismo rango que ellos, es totalmente inconsistente con la analogÃa de la fe y los principios del evangelio.
(3.) Si esto fuera asÃ, que el Señor Cristo y los creyentes son hijos de Dios por la misma clase de filiación, solo que difieren en grados (que también son imaginarios, porque la razón formal de la misma clase de filiación no es capaz de variación por grados), qué gran asunto hay en la condescendencia mencionada por el apóstol, Hebreos 2:11 , que âno se avergüenza de llamarlos hermanosâ; que sin embargo compara con la condescendencia de Dios al ser llamado Dios de ellos, Hebreos 11:16 ?
2. Esta presunción, asà como es falsa , es contraria al designio del apóstol; porque afirmar que el MesÃas es el Hijo de Dios de la misma manera que los hombres, no tiende en absoluto a probarlo más excelente que los ángeles, sino que más bien nos deja motivo suficiente para sospechar su preferencia sobre él.
3. Es contrario a otros principios declarados por los autores de esta afirmación. Ellos en otra parte afirman que el Señor Cristo era el Hijo de Dios en muchos aspectos; como primero y principal, porque fue concebido y nacido de una virgen por el poder de Dios; ahora, ciertamente, todos los creyentes no son partÃcipes con él en esta clase de filiación. También dicen que es Hijo de Dios porque Dios lo resucitó de entre los muertos, para confirmar la doctrina que habÃa enseñado; lo cual no es asà con los creyentes.
También dicen que es el Hijo de Dios, y llamado asÃ, por estar sentado a la diestra de Dios; lo cual no es menos su peculiar privilegio que el primero. De modo que esto no es más que un infeliz intento de apoderarse de una palabra para obtener una ventaja, que no produce más que problemas y perplejidad.
Ni el Señor Cristo (que se afirma en último lugar) puede ser llamado Hijo de Dios y Primogénito, porque en él estaba aquella santidad que se requiere en el nuevo pacto; porque todos los creyentes bajo el antiguo testamento tenÃan esa santidad y semejanza a Dios en sus grados, y esa santidad consiste principalmente en la regeneración, o ser nacido de nuevo por la Palabra y el EspÃritu de un estado corrupto de muerte y pecado, que el Señor Cristo no era capaz de.
SÃ, la verdad es que la santidad e imagen de Dios en Cristo era, en la forma en que se requerÃa bajo el primer pacto, una santidad de inocencia perfecta y justicia perfecta en obediencia. De modo que este último invento no tiene mejor éxito que el primero. Parece, pues, que Cristo el Señor no es llamado âel primogénitoâ, o el âprimogénitoâ, con tal respeto a los demás como para incluirlo a él ya ellos en el mismo género de filiación.
Por lo tanto, para dar una cuenta directa de esta denominación de Cristo, podemos observar que, de hecho, el Señor Cristo nunca es absolutamente llamado el "primogénito" o "primogénito" con respecto a su generación eterna o a la concepción. y natividad de su naturaleza humana. Con respecto al primero, se le llama âel Hijoâ y âel Hijo unigénito de Diosâ, pero en ninguna parte âel primogénitoâ o âel primogénitoâ; y con respecto a este último, en verdad, se le llama el "hijo primogénito" de la virgen, porque ella no tuvo ninguno antes que él, pero no absolutamente "el primogénito" o "primogénito", cuyo tÃtulo es aquà y en otra parte atribuida a él en la Escritura.
No es, pues, la cosa misma de ser el primogénito, sino la dignidad y el privilegio que le acompañan, lo que se designa en este apelativo. Entonces Colosenses 1:15 , se dice que él es ÏÏÏÏÏÏÎ¿ÎºÎ¿Ï ÏάÏÎ·Ï ÎºÏίÏεÏÏ, âel primogénito de la creaciónâ; lo cual no es sino que tiene poder y autoridad sobre todas las criaturas de Dios.
La palabra que el apóstol intenta expresar es ×Ö°Ö¼××ֹר, que a menudo se usa en el sentido que ahora se alega, a saber, para denotar no el nacimiento en primer lugar, sino el privilegio que le correspondÃa. Entonces , Salmo 89:27 , se dice que Dios hizo de David su ×Ö°Ö¼××ֹר, su "primogénito"; lo cual se explica en las siguientes palabras: âMás alto que los reyes de la tierra.
âDe modo que el Señor Cristo siendo el primogénito es sino el mismo en que hemos insistido, de ser heredero de todo, que era el privilegio del primogénito; y este privilegio se transmitÃa a veces a otros que no eran los primogénitos, aunque no se podÃa cambiar el curso natural de su nacimiento, Génesis 21:10 ; Génesis 49:3-4 ; Génesis 49:8 .
El Señor Cristo, entonces, por designación del Padre, al que se le confió toda la herencia del cielo y la tierra, y la autoridad para disponer de ella, a fin de dar porciones a todo el resto de la familia de Dios, es y es llamado â el primogénitoâ del mismo.
Queda ahora solo una palabra más para ser considerada para la apertura de esta introducción del testimonio subsiguiente, y es λÎγει, âél diceâ; es decir, 'Dios mismo dice'. Son sus palabras las que se producirán. Todo lo que se habla en la Escritura en su nombre, es su hablar; y continúa hablando hasta el dÃa de hoy. Habla en la Escritura hasta el fin del mundo. Este es el fundamento de nuestra fe, de lo que surge y en lo que se resuelve, 'Dios habla', y supongo que no necesitamos la intervención de la iglesia o la tradición para dar autoridad o crédito a lo que él dice o habla.
Este es, pues, el resumen de estas palabras del apóstol: 'Otra vez, en otro lugar, donde el EspÃritu Santo anuncia que traerá al mundo y entre los hombres a Aquel que es Señor y Heredero de todos, para emprender su obra, y para entrar en su reino y gloria, a esto habla el Señor: Adórenle todos los ángeles de Dios.
Para manifestar que este testimonio es apropiado para la confirmación de la afirmación del apóstol, se requieren tres cosas:
1. Que es el Hijo de quien se habla y de quien se habla en el lugar de donde se toman las palabras, y asà designado como la persona a ser adorada.
2. Que son ángeles a los que se les habla y se les ordena que lo adoren.
3. Que sobre estas suposiciones las palabras prueban la preeminencia de Cristo sobre los ángeles.
Para los dos primeros, con los que reconocen la autoridad divina de esta epÃstola, es suficiente en general, para darles satisfacción, observar que el lugar se aplica a Cristo, y este pasaje a los ángeles ministradores, por el mismo EspÃritu que primero escribió esa Escritura. Pero aún queda lugar para nuestra investigación de cómo estas cosas pueden ser evidenciadas, por lo que la fuerza de los razonamientos del apóstol, con aquellos que aún no estaban convencidos de la infalibilidad de sus afirmaciones, más allá de lo que fueron confirmados por testimonios del Antiguo Testamento y la fe de la antigua iglesia de los hebreos en este asunto, puede hacerse aparecer; como también un freno dado a su audacia quienes, bajo el pretexto de la impropiedad de estas alegaciones, han cuestionado la autoridad de toda la epÃstola.
1. Nuestra primera indagación debe ser de dónde se toma este testimonio. Muchos de los antiguos, como Epiphanius, Theodoret, Euthymius, Procopius y Anselm, concibieron las palabras que se citaron de Deuteronomio 32:43 , donde ocurren expresamente en la traducción de la traducción del lxx., Îá½ÏÏάÏθηÏÏ Î¹Î¿Ï á½ificio ὠὠα. Îεοá¿; âAlegraos, cielos, con él, y que todos los ángeles de Dios le adorenâ. Pero hay dos consideraciones que ponen fuera de toda pretensión que las palabras no están tomadas de este lugar de la LXX.:
(1.) Porque ciertamente no hay tales palabras en el texto original, ni nada hablado que pueda dar ocasión al sentido expresado en ellas; pero todo el versÃculo se inserta en la versión griega bastante fuera del alcance del lugar. Ahora bien, aunque tal vez se pueda conceder con seguridad que los apóstoles, al citar las Escrituras del Antiguo Testamento, a veces usaron las palabras de la traducción griega entonces en uso, sÃ, aunque no exactamente de acuerdo con el original, mientras que el sentido y el significado del EspÃritu Santo fue retenido en ellos; sin embargo, citar algo de las Escrituras como la palabra y el testimonio de Dios que de hecho no está en ellas, ni fue nunca dicho por Dios, sino por el fracaso humano y la corrupción infiltrada en la versión griega, no se les debe imputar.
Y de hecho, de ninguna manera cuestiono que esta adición al texto griego en ese lugar se hizo después de que el apóstol hubo usado este testimonio. Porque no es improbable que algunos, considerándolo, y no considerando de dónde fue tomado, porque las palabras no aparecen absoluta y exactamente en el griego en ninguna parte, lo insertaron en ese lugar de Moisés, en medio de otras palabras de un sonido similar, y algo de importancia similar, como preceder y seguir inmediatamente a la cláusula insertada.
(2.) El EspÃritu Santo no está tratando en ese lugar acerca de la introducción del primogénito en el mundo, sino de otro asunto, como es evidente en la primera vista del texto: de modo que este testimonio evidentemente no se toma. de este lugar; ni querrÃa ni podrÃa el apóstol hacer uso de un testimonio sujeto a tan justas excepciones,
Los expositores posteriores generalmente están de acuerdo en que las palabras se tomaron de Salmo 97:7 , donde el original se traduce por la LXX. , es expresada aquà por el apóstol, âY adorenle todos los ángeles de Dios.â
El salmo no tiene ningún tÃtulo en el original; que no sean la versión griega, afirmando que es á¼Î½ÎµÏίγÏαÏÎ¿Ï Ïαῤ ᾿εβÏαίοιÏ: pero agrega uno de los suyos, a saber, ÏαλμÏÏ Ïá¿· λάβιδ á½ Ïε ἤ γῠá½Ïί καθίÏÏÏο, "un salmalm de David cuando su tierra fue reposed. Por lo tanto, algunos se refieren al tiempo de su regreso a Jerusalén, después de haber sido expulsado del reino por Absalón; por otros, con más probabilidad, al tiempo de traer el arca al tabernáculo desde la casa de Obed-edom, cuando la tierra se aquietó delante de él.
E incuestionablemente en él el reino de Dios fue sombreado bajo el tipo del reino de David; cuyo reino de Dios no era otro que el del MesÃas. Es evidente que este salmo es de la misma naturaleza que el que va antes, sÃ, una parte de él, o un apéndice de él. Las primeras palabras de este retoman y continúan lo afirmado en el versÃculo 10, para cerrar de eso; de modo que ambos son un solo salmo continuo de alabanza.
Ahora bien, el tÃtulo de ese salmo, y en consecuencia de este, es ש×ר ××ש, âUn cántico nuevoâ, Salmo 97:1 ; cuyos salmos, como confiesa Rashi, se refieren al mundo venidero, es decir, el tiempo y el reino del MesÃas. Entonces Kimchi afirma que este salmo y el siguiente respetan el tiempo en que el pueblo será liberado del cautiverio de todas las naciones; es decir, el tiempo del MesÃas. Y Rakenati afirma que el último verso del mismo, âÃl viene a juzgar la tierraâ, no puede respetar nada más que la venida y el reinado del MesÃas. Asà ellos, fuera de sus tradiciones.
Algunos de los antiguos, lo confieso, los acusan de corromper este salmo en la versión del versÃculo 10, afirmando que las palabras en un tiempo fueron: ᾿᾿ΠÎÏÏÎ¹Î¿Ï á¼Î²Î±ÏÎ¯Î»ÎµÏ Ïεν á¼Ïὸ Ïοῦ ξÏÎ»Î¿Ï , âJehová reinó desde el árbolâ, denotando ; como dicen, la cruz. Asà Justino Mártir, en su Diálogo con Trifón. Y después de él las mismas palabras son recordadas por Tertuliano, ad.
Judas. gorra. 10, anuncio. Marci. liberación 3; y AgustÃn. Enarr. en Salmo 95 . Y aunque el fraude y la corrupción pretendÃan ser improbables, de hecho imposibles, ni el Targum, ni ningún traductor griego, ni Jerónimo reconocen las palabras mencionadas por Justino, sin embargo, es evidente que todas las partes concedieron que el MesÃas y su reino estaban destinados en el salmo, o no habÃa habido necesidad o color para que uno sospechara que el otro estaba corrupto al respecto.
Es evidente, entonces, que la antigua iglesia de los judÃos, cuya tradición aquà sigue la moderna, reconoció que este salmo contenÃa una descripción del reino de Dios en el MesÃas; y con su consentimiento procede el apóstol. Y el siguiente salmo, que tiene la misma importancia que este, es titulado por el targumista, תש××ת × ××××, âSalmo proféticoâ, es decir, del reino y reinado del MesÃas.
Pero el asunto del salmo mismo pone de manifiesto que el EspÃritu Santo trata en él acerca de la introducción de Dios del primogénito en el mundo, y el establecimiento de su reino en él. Se describe un reino en el que Dios reinarÃa, el cual deberÃa destruir la idolatrÃa y la adoración falsa; un reino en el cual las islas de los gentiles deberÃan regocijarse, siendo llamadas a participar en él; un reino que habÃa de ser predicado, proclamado, declarado, para el aumento de la luz y la santidad en el mundo, con la manifestación de la gloria de Dios hasta los confines de la tierra: cada parte del cual declara que el reino de Cristo estaba destinado en el salmo, y por consiguiente que es una profecÃa de la venida del Primogénito al mundo.
2. Nuestra segunda pregunta es si las palabras se refieren a los ángeles. Son, como se observó antes, ×Ö¸Ö¼××Ö¼×Ö·×Ö¹×Ö´××, âomnes diiâ; y asà las traduce Jerónimo, âAdorate eum omnes diiâ; y por el nuestro, âAdórenlo, dioses todosâ. Las palabras anteriores son: âConfundidos sean todos los que sirven a imágenes esculpidasâ ×Ö·×ִּתְ×Ö·×Ö°×Ö´×× ×Ö¸Ö¼×Ö·×Ö´××Ö´×× âque se jactan enâ (o âdeâ) âÃdolosâ, âvanidades, nadas â, como la palabra significa; a lo que sigue este apóstrofe: âAdoradle, ×Ö¸Ö¼××Ö¼×Ö·×Ö¹×Ö´××, dioses todosâ. Y quiénes son es nuestra presente investigación.
Algunos, como todos los judÃos modernos, dicen que se trata de los dioses de los gentiles, aquellos a quienes adoran; haciendo asà que ×Ö·Ö¹Ö¹×Ö¹×Ö´×× y ×Ö·×Ö´××Ö´××, "dioses" e "Ãdolos vanos", sean lo mismo en este lugar. Pero,
(1.) No puede ser que el salmista exhorte a los Ãdolos de las naciones, algunos de los cuales eran demonios, algunos hombres muertos, algunas partes inanimadas de la creación, a una adoración reverencial de Dios que reina sobre todo. Por lo tanto, el targumista, viendo la vanidad de esa interpretación, pervierte las palabras y las traduce: "Adoradle delante de él, todas las naciones que servÃs a los Ãdolos".
(2.) ×Ö·×Ö¹×Ö´××, "Elohim", está tan lejos en este lugar de ser exegético de ×Ö·×Ö´××Ö´××, "dioses" o "Ãdolos vanos", que se pone en oposición directa, como es evidente por las palabras mismas.
(3.) La palabra Elohim, que con mayor frecuencia denota al Dios verdadero, nunca por sà sola y absolutamente significa dioses o Ãdolos falsos , sino sólo cuando se une con alguna otra palabra que descubre su aplicación, como su dios, o su dioses, o los dioses de este o aquel pueblo: en cuyo caso se traduce por la LXX. a veces εἴδÏλον, un âÃdoloâ; a veces ÏειÏοÏοίηÏον, un âÃdolo hecho con manosâ; a veces βδÎÎ»Ï Î»Î¼Î± , una âabominaciónâ. Pero aquà no tiene tal limitación o restricción.
Mientras que, por lo tanto, hay algunas criaturas que, por alguna peculiar excelencia y semejanza con Dios, o por la subordinación a él en su obra, son llamadas dioses, deben ser aquellas o algunas de ellas a las que se refiere la expresión. Ahora estos son magistrados o ángeles.
(1.) Los magistrados son llamados en alguna parte elohim, debido a la representación que hacen de Dios en su poder, y su peculiar subordinación a él en su trabajo. Los judÃos, de hecho, sostienen que ningún otro magistrado sino sólo los del gran SanedrÃn son llamados dioses en ninguna parte; pero eso no concierne a nuestra presente investigación. Algunos magistrados son llamados asÃ, pero el salmista no se refiere aquà a ninguno de ellos, ya que no se le administró ninguna ocasión de tal apóstrofe para ellos.
(2.) Los ángeles también son llamados elohim: ÎεγÏμενοι θεοί, 1 Corintios 8:5 . Tienen el nombre de dios atribuido a ellos, como hemos mostrado antes en algunos casos. Y estos son los únicos a quienes habla el salmista. Habiendo llamado a toda la creación a regocijarse en la venida del reino de Dios, e inculcado su exhortación sobre las cosas de la tierra, se vuelve hacia los ángeles ministradores y los llama a cumplir con su deber para con el Rey de ese reino. Reino.
De ahà que el targumista, al comienzo de Salmo 96 , que es de hecho el comienzo de este, mencione expresamente a ×× ××× ×ר×××, âsus altos ángelesâ, uniéndose a su alabanza y adoración, usando la palabra griega á¼Î³Î³ÎµÎ»Î¿Ï, a modo de distinción, como en el misma cuenta que a menudo ocurre en el Targum.
Hemos puesto asà de manifiesto que el salmo trata de la introducción del primogénito en el mundo; como también que ellos son los ángeles ministradores a quienes se les ordena aquà que lo adoren.
Pues el mandamiento mismo, y la naturaleza del mismo, consistÃa en estas dos cosas:
(1.) Una declaración del estado y condición del MesÃas; lo cual es tal que es un digno objeto de la adoración religiosa de los ángeles, y asistido con motivos peculiares para el cumplimiento de su deber. El primero lo tiene de su naturaleza divina, el segundo de su obra, con su estado y dignidad que de ello se sigue.
(2.) Una indicación de la complacencia de Dios a los ángeles. No que al Hijo de Dios se le debÃa absolutamente adoración divina, lo cual ellos supieron desde el primer instante de su creación, sino que se le debÃa todo honor y gloria a causa de su obra y oficio como mediador y rey ââde su iglesia.
3. Sólo resta que mostremos que este testimonio asà explicado era adecuado al diseño y propósito del apóstol, y probó la afirmación en la confirmación de la cual fue producido. Ahora bien, este es un asunto de una evidencia tan completa y clara que no nos detendrá en absoluto; porque es imposible que haya una demostración más clara o completa de esta verdad, que Cristo el Señor tiene una preeminencia indecible sobre los ángeles, que esto, que todos ellos están designados y mandados por Dios mismo para adorarlo con divino. y culto religioso. Ahora podemos, por lo tanto, considerar qué observaciones nos proporcionarán las palabras para nuestra propia instrucción. Aparece, pues, de aquÃ,
I. Que la autoridad de Dios que habla en la Escritura es aquello sobre lo cual descansa la fe divina y debe resolverse en: âÃl diceâ.
Era el engendrar la fe en algunos de los hebreos, y el aumento o establecimiento de la misma en otros, a lo que apuntaba el apóstol. Lo que les propuso como el objeto de su fe, lo que debÃan creer, era la excelencia de la persona y la autoridad real del MesÃas en lo que aún no habÃan sido instruidos. Y de esto se esfuerza no por engendrar en ellos una opinión, sino esa fe que no puede engañar ni ser engañada.
Con este fin, les propone aquello a lo que deben someterse y en lo que pueden descansar con seguridad. Porque como la fe es un acto de obediencia religiosa, respeta la autoridad de Dios que lo requiere; y como es un asentimiento religioso infalible de la mente, considera la verdad y veracidad de Dios como su objeto. Solo en esto se basa, "Dios dice". Y en todo lo que Dios habla en la Escritura, su verdad y autoridad se manifiestan a satisfacción de la fe; y en ningún otro lugar encuentra descanso.
II. Que para engendrar, aumentar y fortalecer la fe, es útil tener importantes verdades fundamentales confirmadas por muchos testimonios de la Escritura: âOtra vez diceâ.
Cualquier palabra de Dios es suficiente para establecer la verdad más importante para la eternidad, de modo que de ella dependa la salvación de toda la humanidad, ni nada puede impugnar o debilitar lo que está asà confirmado. No se requiere más en ningún caso, para hacer necesaria la fe de nuestra parte como un deber de obediencia, e infalible en cuanto al evento, sino que Dios ha revelado por cualquier medio, por una sola palabra, aquello para lo que requiere nuestro asentimiento.
Pero Dios no trata en términos estrictos. La condescendencia infinita se encuentra en el fondo de todo lo que tiene que hacer con nosotros. Ãl no respeta lo que la naturaleza de la cosa requiere estrictamente, sino lo que es necesario para nuestra enfermedad y debilidad. Por eso multiplica sus mandamientos y promesas, y lo confirma todo con su juramento, jurando por sà mismo su verdad, de quitar toda pretensión de desconfianza e incredulidad.
Por esta causa multiplica los testimonios de las verdades en las que se encuentran las preocupaciones de su gloria y nuestra obediencia, como podrÃa manifestarse por la consideración de innumerables casos. Asà en su nombre trata el apóstol en este lugar. Y esto es útil a la fe: porque,
1. Lo que, puede ser, es oscuro en uno se aclara en otro; y asÃ, las dudas y los temores que quedan en la consideración de un testimonio son eliminados por otro, por lo que las almas de los creyentes son llevadas a una "plena seguridad". Y por tanto, porque tal es nuestra debilidad que hay necesidad de ella en nosotros mismos, tal es la bondad de Dios que no hay falta de ella en la palabra.
2. La fe discierne por la presente el peso que Dios pone en abrazar la verdad de la que se testifica. Ãl conoce nuestra preocupación en él, y por eso nos insta con su aceptación. Esto despierta y excita la fe a la atención y consideración, el medio eminente de su crecimiento y aumento. Sabe que no es por nada que el EspÃritu Santo insiste asà en su verdad y atiende más diligentemente a su urgencia.
3. Cada testimonio tiene algo singular y peculiar . Aunque muchos dan testimonio de la misma verdad, sin embargo, tal es la plenitud de la Escritura, y tal la sabidurÃa de Dios guardada en ella, que cada uno de ellos tiene también algo propio, algo singular, tendiente a la iluminación y establecimiento de nuestras mentes. Esta fe hace un descubrimiento de, y por lo tanto recibe un beneficio y una ventaja peculiares.
Y esto deberÃa enseñarnos a abundar en el estudio y la búsqueda de las Escrituras, para que asà podamos llegar a establecernos en la verdad. Dios nos ha dejado asà muchos testimonios de cada verdad importante; y no lo ha hecho en vano, conoce nuestra necesidad de ello; y su condescendencia al hacerlo, cuando podrÃa habernos atado a los más estrictos términos de cierre con el menor indicio de su voluntad, es para siempre admirable.
El que descuidemos este gran efecto y producto de la sabidurÃa, la gracia y el amor de Dios, es una locura indescriptible. Si pensamos que no lo necesitamos, nos hacemos más sabios que Dios; si pensamos que lo hacemos, y descuidamos nuestro deber en esto, somos realmente tan insensatos como las bestias que perecen. La falta de este fortalecimiento de la fe, por una búsqueda diligente de los testimonios dados a la verdad que se le propone creer, es la causa de que tantos cada dÃa se aparten de ella, y con ello naufragen la fe y la buena conciencia.
No nos creamos, pues, nunca seguros en el conocimiento y profesión de ninguna verdad, sino mientras continuamos sinceramente en la investigación de toda la confirmación que Dios le ha dado en su palabra. La oposición que se hace a cada verdad es tan variada y de tantas manos, que no se puede descuidar con seguridad ni la menor contribución de evidencia a ella.
tercero Toda la creación de Dios tiene un gran interés en que Dios traiga a Cristo al mundo y en su exaltación en su reino.
Por lo tanto, en el salmo de donde se toman estas palabras, todas las partes principales del mismo están llamadas a triunfar y regocijarse en él. La tierra y la multitud de las islas, el cielo y todos los pueblos están invitados a esta felicitación; tampoco está excluido nada sino los Ãdolos e idólatras, cuya ruina Dios pretende en la erección del reino de Cristo. Y para esto tienen terreno,
1. Porque en esa obra consistió la principal manifestación de la sabidurÃa, poder y bondad de Dios. Toda la creación está interesada en la gloria del Creador. En su exaltación consiste su honor, interés y bienaventuranza. Para este fin fueron hechos, para que Dios sea glorificado. Cuanto más se hace por cualquier medio, más se alcanza su fin.
Por lo tanto, las mismas partes inanimadas de ella son introducidas, por un ÏÏοÏÏÏοÏοιÏvα, regocijándose, exultándose, gritando y aplaudiendo, cuando la gloria de Dios se manifiesta, en todo lo cual se declara su idoneidad y propensión a su propio fin; como también, por estar agobiados y gimiendo bajo tal estado y condición de cosas que de alguna manera eclipsan la gloria de su Hacedor. Ahora bien, en esta obra de dar a luz a los primogénitos es principal y eminentemente exaltada la gloria de Dios; porque el Señor Cristo es el âresplandor de su gloriaâ, y en él están guardados y escondidos todos los tesoros de sabidurÃa, gracia y bondad.
Cualquier cosa que Dios haya repartido antes de otra manera, de y con respecto a su gloria, por las obras de sus manos, es todo, y en conjunto, y con una adición indescriptible de belleza y excelencia, repetido en Cristo.
2. Toda la creación recibe un verdadero adelanto y honor en el hecho de que el Hijo sea hecho âel primogénito de toda criaturaâ; esto es, el heredero especial y señor de todos ellos. El hecho de que sean llevados a una nueva dependencia del Señor Cristo es su honor, y son exaltados al convertirse en su posesión. Porque después de que habÃan perdido su primera dependencia original de Dios, y su respeto hacia él, basado en que él los pronunciaba sobremanera buenos, es decir, tal como convenÃa a su sabidurÃa y poder para haberlos hecho, cayeron bajo el poder del diablo. , quien llegó a ser prÃncipe de este mundo por el pecado.
En esto consistÃa la vanidad y envilecimiento de la criatura; al cual nunca estuvo sujeto voluntariamente o por su propia voluntad . Pero Dios, estableciendo el reino de Cristo y haciéndolo el primogénito, toda la creación tiene derecho a un nuevo y glorioso señor y amo. Y por más que alguna parte de él sea violentamente detenida por un tiempo bajo su antigua esclavitud, sin embargo, tiene motivos para una âesperanza fervienteâ de una liberación plena y total a la libertad, en virtud de esta primogenitura de Cristo Jesús.
3. Los ángeles y los hombres, los habitantes del cielo y de la tierra, las partes principales de la creación, en quienes Dios ha estampado de manera especial su propia semejanza e imagen, por la presente se hacen partÃcipes de tan inestimables beneficios que exigen indispensablemente regocijarse en un forma de agradecimiento y gratitud. Esto lo declara todo el evangelio, y por lo tanto no necesita nuestra mejora particular en este lugar.
Y si este es el deber de toda la creación, es fácil discernir de qué manera especial incumbe a los que creen, cuyo beneficio, ventaja y brillo, fueron principalmente destinados en toda esta obra de Dios. Si se les encontrara faltos en este deber, Dios podrÃa, como en la antigüedad, llamar al cielo y a la tierra por testigos contra ellos. SÃ, el agradecimiento a Dios por dar a luz al primogénito en el mundo es la suma y sustancia de toda la obediencia que Dios requiere de manos de los creyentes.
IV. El mandato de Dios es el fundamento y la razón de todo culto religioso. Los ángeles deben adorar al Señor Cristo, el mediador; y el motivo de que lo hagan es el mandato de Dios. Ãl dice: âAdoradle todos los ángelesâ.
Ahora bien, el mandato de Dios es doble:
1. Formal y vocal, cuando Dios da una ley o precepto a cualquier criatura añadido a la ley de su creación. Tal fue el mandato dado a nuestros primeros padres en el jardÃn con respecto al âárbol del conocimiento del bien y del malâ; y tales fueron todas las leyes, preceptos e instituciones que después dio a su iglesia, con las que hasta el dÃa de hoy continúan como regla y razón de su obediencia.
2. Real e interpretativo, que consiste en una impresión de la mente y voluntad de Dios sobre la naturaleza de sus criaturas, con respecto a la obediencia que requiere su estado, condición y dependencia de él. La misma naturaleza de una criatura intelectual, hecha para la gloria de Dios, y puesta en una dependencia moral de él y sujeción a él, tiene en sà misma la fuerza de un mandato, en cuanto a la adoración y el servicio que Dios requiere de sus manos.
Pero siendo esta ley en el hombre borrada, debilitada, alterada por el pecado, Dios en su misericordia ha recopilado, desarrollado y dispuesto todas las direcciones y mandatos de ella en preceptos formales vocales registrados en su palabra; a lo cual ha añadido varios mandamientos nuevos en las instituciones de su culto. Con los ángeles es diferente. La ley injertada de su creación, que exige de ellos el culto a Dios y la obediencia a toda su voluntad, es guardada y conservada entera; para que no tengan necesidad de repetirlo y expresarlo en órdenes vocales formales.
Y en virtud de esta ley estaban obligados a la adoración constante y eterna del Hijo eterno de Dios, como siendo creado y sostenido en una dependencia universal de él. Pero ahora, cuando Dios trae a su Hijo al mundo, y lo coloca en una nueva condición, de ser encarnado, y convertirse asà en la cabeza de su iglesia, hay una nueva modificación, de la adoración que se le debe, introducida, y un nuevo respeto a las cosas, no considerado en la primera creación. Con referencia a esto, Dios da un nuevo mandato a los ángeles, para esa clase peculiar de adoración y honor que se le debe a él en ese estado y condición que ha tomado sobre sà mismo.
A esto les ordenaba la ley de su creación en general, pero no les exigÃa en particular. Ordenó la adoración del Hijo de Dios en todas las condiciones, pero esa condición no fue expresada. Este Dios suple por un nuevo mandato; es decir, tal indicación de su mente y voluntad para ellos como respuestas a un mandato verbal dado a los hombres, quienes sólo por ese medio pueden llegar a conocer la voluntad de Dios. AsÃ, de una forma u otra, el mandato es la base y la causa de todo culto: porque,
1. Toda adoración es obediencia. La obediencia respeta la autoridad; y la autoridad se ejerce en los mandatos. Y si esta autoridad no es la autoridad de Dios, la adoración realizada en obediencia a ella no es la adoración de Dios, sino de aquel o aquellos cuyos mandamientos y autoridad son la razón y la causa de ella. Es solo la autoridad de Dios la que puede hacer que cualquier adoración sea religiosa, o que la realización de la misma sea un acto de obediencia a él.
2. Dios nunca permitirÃa que la voluntad y la sabidurÃa de cualquiera de sus criaturas fuera el principio, la regla o la medida de su adoración, o cualquier parte de ella, o cualquier cosa que le pertenezca. Este honor se lo ha reservado a sà mismo, y no se lo entregará a ningún otro. Sólo Ãl sabe lo que se convierte en su propia grandeza y santidad, y lo que tiende al avance de su gloria. Por lo tanto, la Escritura abunda en severas interdicciones y condenas contra aquellos que se atrevan a hacer o designar cualquier cosa en su culto además o más allá de su propia institución.
3. Vanas son todas las prescripciones del culto, cuando los hombres no tienen fuerza para cumplirlo en la forma debida, ni seguridad de aceptación cuando se cumple. Ahora bien, ambos son y deben ser de Dios solo, ni él da fuerza y ââhabilidad para nada en su adoración sino lo que él mismo ordena, ni promete aceptar nada sino lo que es de su propia designación; de modo que es la mayor locura imaginable emprender cualquier cosa en su culto y servicio sin que su designación lo justifique.
Y esto debe enseñarnos, en todo lo que tenemos que hacer en el culto a Dios, a cuidar cuidadosamente su palabra de mandato e institución. Sin esto, todo lo que hacemos está perdido, por no ser obediencia a Dios; sÃ, es un establecimiento abierto de nuestra propia voluntad y sabidurÃa contra él, y eso en cosas de su especial interés; lo cual es intolerable atrevimiento y presunción. Tratemos asà con nuestros gobernantes entre los hombres, obedeciéndoles no de acuerdo con sus leyes, sino con nuestras propias fantasÃas, y veamos si aceptarán nuestras personas. ¿Y es menos digno de consideración el gran y santo Dios? Además, cuando tenemos nuestras invenciones, o los mandatos de otros hombres, como base y razón para hacerlo, no tenemos más que la nuestra o la garantÃa de ellos para su aceptación con Dios; y hasta qué punto esto nos asegurará es fácil de juzgar.
Por lo tanto, también podrÃamos observar,
V. Que el Mediador del nuevo pacto es en sà mismo Dios bendito por los siglos, a quien los mismos ángeles deben rendir culto divino o religioso. Como también eso,
VI. El Padre, a causa de la obra de Cristo en el mundo, y de su reino que la siguió, da un nuevo mandamiento a los ángeles para que lo adoren, estando en ello muy interesada su gloria. Y eso,-
VIII. Grande es la seguridad y el honor de la iglesia, cuando la cabeza de ella es adorada por todos los ángeles en el cielo. Como también eso,-
VIII. No puede ser deber de los santos del nuevo testamento adorar a los ángeles, quienes son sus consiervos en la adoración de Jesucristo.
VersÃculo 7
Habiendo probado claramente su designio principal en un testimonio de la Escritura, que expresa la sujeción de los ángeles al Señor Cristo, el apóstol procede a confirmarlo más de la misma manera, y al sopesar los testimonios individuales concernientes a la naturaleza y los oficios de los ángeles con algunos otros acerca de las mismas cosas en Cristo el Señor, de quien trata. Y el primero de ellos, relativo a los ángeles, lo establece en el versÃculo siguiente:
Hebreos 1:7 . Îαὶ ÏÏá½¸Ï Î¼á½²Î½ ÏÎ¿á½ºÏ á¼Î³Î³ÎÎ»Î¿Ï Ï Î»Îγει · ᾿ο Ïοιῶν ÏÎ¿á½ºÏ á¼Î³Î³ÎÎ»Î¿Ï Ï Î±á½Ïοῦ ÏÏνÏμαÏα, καὶ ÏÎ¿á½ºÏ Î»ÎµÎ¹ÏÎ¿Ï ÏÎ³Î¿á½ºÏ Î±Ïοῦ Ïabil Ïμααα, καὶ ÏÎ¿á½ºÏ Î»ÎµÎ¹ÏÎ¿Ï ÏÎ³Î¿á½ºÏ Î±á½á½ ÏÏÏ Ïμααα, καὶ ÏÎ¿á½ºÏ Î»ÎµÎ¹ÏÎ¿Ï ÏÎ³Î¿á½ºÏ Î±á½á½º ÏÏ ÏαÏα, καὶ ÏοὺÏ.
No hay mucha dificultad en las palabras. Î Ïá½¸Ï á¼Î³Î³ÎÎ»Î¿Ï Ï,â a los ángeles.â Syr., ×¢× ×Ö·×Ö¸××Öµ×, "de" (o "referente a") "los ángeles". ×× se usa a menudo para ×¢× y, por el contrario, ÏÏÏÏ para ÏεÏί; de modo que ÏÏá½¸Ï ÏÎ¿á½ºÏ á¼Î³Î³ÎÎ»Î¿Ï Ï, âa los ángelesâ, es tanto como ÏεÏί Ïῶν á¼Î³Î³ÎλÏν, âdeâ (o âconcerniente aâ) âlos ángeles:â âPero en cuanto a los ángeles,â (o, ây de los ángeles ,â) âél dice;â porque estas palabras no son dichas a los ángeles, como las siguientes palabras son dichas directamente al Hijo.
Es la persona de la que se habla tanto como de la que se habla; pero asà no son los ángeles en el lugar de donde se toma este testimonio, en el que el EspÃritu Santo sólo declara la providencia de Dios con respecto a ellos. ÎÎγει, âél dice;â es decir, dice Dios Padre, o dice el EspÃritu Santo en la Escritura, como se observó antes.
Î¤Î¿á½ºÏ Î»ÎµÎ¹ÏÎ¿Ï ÏγοÏÏ . ÎειÏÎ¿Ï ÏγÏÏ es âminister publicusâ, âun ministro públicoâ o agente; de λήÏÏοÏ, que es lo mismo que δημÏÏιοÏ, como lo traduce Hesiquio, âpúblicoâ. El que se emplea en cualquier obra grande y pública es λειÏÎ¿Ï ÏγÏÏ. Por lo tanto, en la antigüedad, los magistrados fueron llamados λειÏÎ¿Ï Ïγοὶ Îεῶν, son por Pablo, διάκονοι Îεοῦ, Romanos 13:4 , âlos ministros de Dios.
Y Hebreos 8:2 de esta epÃstola, llama al Señor Jesús, con respecto a su oficio sacerdotal, Ïῶν á¼Î³Î¹Ïν λειÏÎ¿Ï ÏγÏν, âel ministro público de las cosas santasâ; y él mismo, con respecto a su apostolado, λειÏÎ¿Ï Ïγὸν ᾿ÎηÏοῦ ΧÏιÏÏοῦ, Romanos 15:16 , âun ministro de Jesucristoâ. Por lo tanto, el nombre es equivalente al de los ángeles; porque asà como eso denota la misión de esos espÃritus en su trabajo, asà también lo hace su empleo en ellos.
Este testimonio está tomado de Salmo 104:4 , donde las palabras tienen el mismo propósito: עֹשֶ×× ×Ö·×Ö°×Ö¸×Ö¸×× ×¨×Ö¼××ֹת ×ְשָ×רְתָ×× ×Öµ×©× ×Ö¹×Öµ×. La traducción ahora en griego es la misma que la del apóstol, solo que por ÏÏ Ïá½¸Ï ÏλÏγα, âuna llama de fuegoâ, algunas copias tienen Ïá¿¦Ï ÏλÎγον, âuna llama de fuegoâ, más expresa al original; y el cambio probablemente se hizo en las copias de este lugar del apóstol. Symmachus, Ïá¿¦Ï Î»Î¬Î²Ïον, "un fuego devorador". [8]
[8] EXPOSICIÃN. Ποιῶν. k. Ï. λ. âQuien hace a los ángeles que le sirven ministros de su voluntad, como lo son los vientos y los relámpagos.â Los ángeles se emplean simplemente en una capacidad ministerial , mientras que el Hijo es señor de todo. Estuardo. Los ángeles son elementos ministrantes de la naturaleza; el Hijo es rey eterno. Î ÏÏÏ, como ×Ö°Ö¼, vuelto hacia; es decir, âcon respecto a.
â Tholuck . Î ÏÏÏ debe traducirse, no âaâ, sino ârespetandoâ. Los ángeles son considerados como Î´Ï Î½Î¬Î¼ÎµÎ¹Ï de Dios, por medio de los cuales Dios obra maravillas en el reino de la naturaleza. Ebrard. Los ángeles de Dios son empleados por él de la misma manera que los agentes más ordinarios de la naturaleza, los vientos y los relámpagos. Tornero. Calvin, Beza, Bucer, Grotius, Limborch, Lowth, Campbell, Michaelis, Knapp y otros, traducen las palabras griegas como equivalentes al hebreo.
Lutero, Calov, Storr, Tholuck y otros, interpretan el hebreo según el griego. Se alega que el hebreo, a partir del contexto, debe traducirse: âÃl hace de los vientos sus mensajerosâ, etc. A la primera opinión se le objeta con justicia que la traducción griega habrÃa sido ῾ΠÏοιῶν á¼Î³Î³ÎÎ»Î¿Ï Ï Î±á½Ïοῦ Ïá½° ÏνεÏμαÏα . A esto último, que la analogÃa del contexto nos obliga en el salmo hebreo a entender los vientos como los mensajeros de Dios, asà como la luz es su vestido, el cielo su tienda y las nubes su carroza.
Tholuck, Stuart y Turner sostienen que el salmo hebreo lleva a la conclusión opuesta, por el orden natural de las palabras, por la conexión de los ángeles con las causas naturales, y por el alcance real del contexto: âQuien hace de las nubes su carrozaâ. .â Los primeros, dice Storr, como ángeles y ministros, deben entenderse literalmente, y los últimos (carro), como vientos y relámpagos, figurativamente como agentes de su voluntad. La traducción adoptada por el Nuevo Testamento de la Septuaginta tiene la sanción también de la Versiones caldea y sirÃaca.
TRADUCCIONES. ῾ΠÏοιῶν, κ. Ï. λ. el que hace vientos a sus ángeles. Stuart, Craik, Ebrard. El que hace de los vientos sus mensajeros, y de las llamas de fuego sus ministros. Campbell sobre los Evangelios, disertación. 8 parte 3 secc. 10
Hebreos 1:7 . Mas a los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espÃritus, y a sus ministros llama de fuego, [o llamas de fuego .]
El apóstol entra aquà en su tercer argumento para probar la preeminencia del Señor Cristo sobre los ángeles, y que comparándolos juntos, ya sea en cuanto a su naturaleza o en cuanto a sus empleos, según se establezca uno u otro, declarado y testificado en las Escrituras del Antiguo Testamento. Y este primer lugar al que se refiere a los ángeles lo explicaremos y reivindicaremos ahora; y al hacerlo, averigua quiénes son aquellos de quienes habla el salmista y qué es lo que afirma de ellos.
Se da un triple sentido a las palabras del salmista, tal como se encuentran en el texto hebreo:
1. La primera es la de los judÃos modernos, que niegan que se haga mención alguna de los ángeles, afirmando que el tema que trata el salmista son los vientos, con truenos y relámpagos, que Dios emplea como sus mensajeros y ministros para cumplir su voluntad y placer. Asà que hizo de los vientos sus mensajeros cuando los envió a levantar una tormenta sobre Jonás cuando huÃa de su presencia; y llamas de fuego su ministro, cuando con él consumió a Sodoma y Gomorra.
Y esta opinión hace que ר×Ö¼××ֹת, que interpreta âvientosâ, y ×Öµ×©× ×Ö¹×Öµ×, âuna llama de fuegoâ, sean los sujetos de la proposición, de la cual se afirma que Dios los emplea como sus mensajeros y ministros.
Que esta opinión, que es directamente contradictoria con la autoridad del apóstol, lo es también con el designio del salmista, el sentido de las palabras, el consentimiento de los antiguos judÃos y, por lo tanto, no hay forma de ser admitida, se hará evidente después. .
2. Algunos afirman que los vientos y los meteoros están principalmente destinados, pero que Dios, al afirmar que hace de los vientos sus mensajeros, también insinúa que es obra y empleo de sus ángeles en lo alto el ser también sus mensajeros; y eso porque hace uso de su ministerio para provocar esos vientos y fuegos por los cuales cumple su voluntad. Y esto lo ilustran con el fuego y los vientos que causaron en el monte Sinaà cuando se dio la ley.
Pero esta interpretación, por mucho que se pretenda lo contrario, en realidad no difiere de la anterior, negando que se hable intencionalmente de los ángeles, sólo aferrándose a ellos en un respeto, para no parecer contradecir al apóstol, y por lo tanto será refutada junto con el que fue antes.
3. Otros conceden que son los ángeles de quienes trata el apóstol; pero en cuanto a la interpretación de las palabras son de dos opiniones.
Algunos hacen que los "espÃritus" sean el sujeto de lo que se afirma, y ââlos "ángeles" sean el predicado. En este sentido se dice que Dios hace de esas sustancias espirituales, habitantes del cielo, sus mensajeros, empleándolos en su servicio; y aquellos cuya naturaleza es âuna llama de fuegoâ, es decir, los serafines, para ser sus ministros y cumplir su voluntad. Y de esta manera, siguiendo a Austin, van muchos expositores, haciendo que el término âángelesâ aquà simplemente denote un empleo, y no las personas empleadas. Pero como esta interpretación también se desvÃa de la eficacia y evidencia del argumento del apóstol, asà veremos que no hay nada en las palabras mismas que lleve a abrazarlo.
Resta, por lo tanto, que son los ángeles de los que se habla aquÃ; como también que están destinados y designados por ese nombre, que denota sus personas, y no su empleo.
Que el salmista se refiere principalmente a los ángeles, contrariamente a la primera opinión, de los judÃos modernos, y el segundo mencionado, inclinándose hacia ellos, aparece,
1. Del alcance y diseño del salmista. Para diseñar exponer la gloria de Dios en sus obras de creación y providencia, después de haber declarado el marco de todas las cosas por su poder que vienen bajo el nombre de "cielos", Salmo 110: 2-3 , antes de proceder a la creación de la tierra, pasando por alto, con Moisés, la creación de los ángeles, o cubriéndola con él bajo la producción de la luz o de los cielos, como los llama Job, declara su providencia y soberanÃa al emplear a sus ángeles entre el cielo y la tierra, como sus siervos para el cumplimiento de su voluntad.
Tampoco conviene en absoluto a su método o diseño, en su enumeración de las obras de Dios, hacer mención de los vientos y tempestades, y su uso en la tierra, antes de haber mencionado la creación de la tierra misma, que sigue en el verso siguiente a este. De modo que estos sentidos están excluidos por el contexto del salmo.
2. El consentimiento de los judÃos antiguos se opone al sentimiento de los modernos. Ambas traducciones antiguas, ya sea hechas o abrazadas por ellos, se refieren expresamente a las palabras a los ángeles. Lo mismo ocurre con la LXX, como se desprende de las palabras; y asà lo hace el Targum, representando asà el lugar, ×צ×××× ××¢×× ×××××× ×¡×¨××××× ×××Ö° ר××× ×©×ש×× ×ª×§×פ×× ×××Ö° ×ש×; âQuien hace a sus mensajerosâ (o âángelesâ) ârápidos como espÃritus, y a sus ministros fuertesâ (o âpoderososâ) âcomo llama de fuego.
El suministro de la nota de similitud hace evidente que entendieron el texto de ángeles, y no de vientos, y de hacer ángeles como espÃritus, y no de hacer vientos como ángeles o mensajeros, lo cual es inconsistente con sus palabras.
3. La palabra ×Ö·×Ö°×Ö¸×Ö´×× generalmente denota a los mismos ángeles, y no se puede dar ninguna razón por la que no deba hacerlo asà en este lugar.
Además, parece que ese término es el sujeto de la proposición: porque,
1. El apóstol y la LXX. fijando los artÃculos ante á¼Î³Î³ÎÎ»Î¿Ï Ï y λειÏÎ¿Ï ÏγοÏÏ, "ángeles" y "ministros", claramente determinan el tema del que se habla: aunque, puede ser, se puede observar alguna variedad en el uso de artÃculos en otros lugares, de modo que no siempre determinan el sujeto de la proposición, como a veces lo hacen confesamente, como Juan 1:1 ; Juan 4:24 ; sin embargo, en este lugar, donde en el original todas las palabras se dejan indefinidamente, sin ningún prefijo para dirigir el énfasis a cualquiera de ellas, la fijación de ellas en la traducción del apóstol y LXX.
necesariamente deben designar el sujeto de ellos, o bien por la adición del artÃculo dejan el sentido mucho más ambiguo que antes, y dan ocasión a un gran error en la interpretación de las palabras.
2. El apóstol habla de los ángeles: âA los ángeles diceâ. Y en todos los demás testimonios producidos por él, el de que trata tiene el lugar del sujeto de que habla, y no el que se atribuye a otra cosa. Tampoco pueden las palabras estar libres de equÃvoco, si "ángeles" en primer lugar denota las personas de los ángeles, y en segundo lugar su empleo solamente.
3. El diseño y alcance del apóstol requiere esta construcción de las palabras; porque su intención es probar con este testimonio que los ángeles se emplean en tales obras y servicios, y de tal manera, que de ninguna manera pueden compararse con el Hijo de Dios, con respecto a ese oficio que como mediador él ha emprendido: lo cual prueba el sentido y la construcción discutidos por sà solos.
4. El texto original requiere este sentido; porque, según el uso común de ese idioma, entre las palabras usadas indefinidamente, la primera denota el tema del que se habla, que aquà son los ángeles: עֹשֶ×× ×Ö·×Ö°×Ö¸×Ö¸×× ×¨×Ö¼××ֹת, âhaciendo espÃritus a sus ángelesâ. Y en tales proposiciones a menudo debe entenderse alguna nota de similitud, sin la cual el sentido no es completo, y que, como he mostrado, el Targum proporciona en este lugar.
De lo que se ha dicho, supongo que se hace evidente que el salmista trata expresamente de los ángeles, y que el tema del que habla el apóstol se expresa en esa palabra, y la siguiente, de ministros.
Nuestra próxima investigación es después de lo que se afirma acerca de estos ángeles y ministros de los que se habla; y esto es, que Dios los hace âespÃritusâ y âllama de fuegoâ. Y en cuanto al significado de estas palabras hay dos opiniones:
1. Que en las palabras se pretende la creación de los ángeles ; y la naturaleza de que fueron hechos se expresa en ellos. Los hizo espÃritus, es decir, de una sustancia espiritual; y sus ministros celestiales, rápidos, poderosos, ágiles, como llama de fuego. Algunos llevan más lejos este sentido, y afirman que se insinúan dos clases de ángeles, uno de sustancia aérea como el viento, y otro Ãgneo o Ãgneo, negando toda inteligencia pura, sin mezcla de materia, como producto de la escuela de Aristóteles. .
Pero esta no parece ser la intención de las palabras; ni se expresa aquà la creación de los ángeles o la sustancia de la que consisten: porque,
(1.) El análisis del salmo, mencionado anteriormente, requiere la referencia de estas palabras a la providencia de Dios al emplear a los ángeles, y no a su poder al hacerlos.
(2.) El apóstol en este lugar no tiene nada que ver con la esencia y naturaleza de los ángeles, sino con su dignidad, honor y empleo; por lo cual prefiere al Señor Cristo antes que a ellos. Por qué,
2. La providencia de Dios al disponer y emplear ángeles en su servicio se expresa con estas palabras; y asà pueden tener un doble sentido:
(1.) Que Dios emplea a sus ángeles y ministros celestiales en la producción de esos vientos, ר×Ö¼××ֹת, y fuego, ×Öµ×©× ×Ö¹×Öµ×, truenos y relámpagos, mediante los cuales ejecuta muchos juicios en el mundo.
(2.) Puede entenderse una nota de similitud, para completar el sentido, que se expresa en el Targum sobre el salmo: âÃl haceâ (o âenvÃaâ) âa sus ángeles como los vientos, o como llamas de fuego, â los hace veloces, espirituales, ágiles, poderosos, para que lleven a cabo rápida y eficazmente la obra que se les ha asignado.
De cualquier manera, esta es la clara intención del salmo, que Dios usa y emplea a sus ángeles para efectuar las obras de su providencia aquà abajo, y que fueron creados para servir a la providencia de Dios de esa manera y manera. 'Este', dice el apóstol, 'es el testimonio que el EspÃritu Santo da acerca de ellos, su naturaleza, deber y obra, en la que sirven a la providencia de Dios. Pero ahora,' dice él, 'considerad lo que dice la Escritura acerca del Hijo, cómo le llama Dios, cómo le atribuye un trono y un reino ' (testimonios de los cuales produce en los siguientes versÃculos),' y fácilmente entenderéis discernir su preeminencia sobre ellos.'
Pero antes de proceder a la consideración de los testimonios siguientes, podemos hacer algunas observaciones sobre lo que ya hemos pasado; como,
I. Nuestras concepciones de los ángeles, su naturaleza, oficio y obra, deben ser reguladas por la Escritura.
Los judÃos de la antigüedad tenÃan muchas especulaciones curiosas acerca de los ángeles, en las que se complacÃan mucho y se engañaban mucho a sà mismos. Por tanto, el apóstol, en su trato con ellos, los llama de todas sus necias imaginaciones, para que se ocupen de las cosas que Dios ha revelado en su palabra acerca de ellos. Esto dice el EspÃritu Santo de ellos, y por lo tanto esto debemos recibir y creer, y solo esto: porque,
1. Esto nos mantendrá en la sobriedad que conviene a las cosas superiores a nosotros, que la Escritura recomienda en gran medida y es muy adecuada para la recta razón. La Escritura nos importa μὴ á½ÏεÏÏÏονεá¿Î½ ÏαÏ᾿ á½ ÎεῠÏÏονεá¿Î½ á¼Î»Î»á½° ÏÏονεá¿Î½ Îµá¼°Ï ÏÏÏÏονεá¿Î½, Romanos 12: 3 , âpara mantenernos dentro de los lÃmites de la modestia, y para ser la sensación.
"Y la regla de esa sobriedad nos da para siempre, Deuteronomio 29:28, ×Ö¸× Ö¹×Ö¼ ×Ö¼×Ö°×Ö¸× Öµ×× ×Ö¼ erior âLas cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, pero las cosas reveladas para nosotros y para nuestros hijosâ. La revelación divina es la regla y medida de nuestro conocimiento en estas cosas, y que limita y determina nuestra sobriedad.
Y por eso el apóstol, condenando la curiosidad de los hombres sobre este mismo tema acerca de los ángeles, hace que la naturaleza de su pecado consista en exceder estos lÃmites por una investigación de cosas no reveladas; y el surgimiento de ese mal para residir en el orgullo, la vanidad y la carnalidad; y la tendencia a ser a la adoración falsa, la superstición y la idolatrÃa, Colosenses 2:18 .
No hay cosa más contraria a la recta razón, ni más condenada por los sabios de otros tiempos, que el curioso humor de entrometerse en aquellas cosas que no nos conciernen, y para cuya investigación no tenemos una regla o regla cierta, honesta y lÃcita. medio. Y este mal aumenta donde Dios mismo ha dado lÃmites a nuestras investigaciones, como en este caso lo ha hecho.
2. Sólo esto nos llevará a alguna certeza y verdad. Mientras que los hombres se entregan a sus propias imaginaciones y fantasÃas, como muchos en este asunto han sido propensos a hacer, es triste considerar cómo han vagado de un lado a otro, y con qué cariñosas presunciones se han engañado a sà mismos y a los demás. El mundo se ha llenado de opiniones y doctrinas monstruosas acerca de los ángeles, su naturaleza, oficios y empleos.
Algunos los han adorado, otros pretendieron no sé qué comunión y trato con ellos; en todas esas presunciones ha habido poco de verdad y nada de certeza. Considerando que si los hombres, según el ejemplo del apóstol, se mantuvieran en la palabra de Dios, ya que sabrÃan lo suficiente en este asunto para el desempeño de su propio deber, asà tendrÃan seguridad y evidencia de la verdad en sus conceptos; sin las cuales las nociones fingidas y elevadas no son más que la sombra de un sueño, peor que la ignorancia profesada.
II. Por tanto, podemos observar que la gloria, el honor y la exaltación de los ángeles residen en su subordinación a la providencia de Dios. No radica tanto en su naturaleza como en su trabajo y servicio. La intención del apóstol es mostrar la gloria de los ángeles y su exaltación; lo cual hace por la inducción de este testimonio, informando su utilidad en las obras en las que están empleados por Dios.
Dios ha dotado a los ángeles de una naturaleza muy excelente, les ha dotado de muchas propiedades eminentes, de sabidurÃa, poder, agilidad, perpetuidad: pero lo que es glorioso y honorable aquà no consiste simplemente en su naturaleza misma y sus propiedades esenciales, todo lo cual permanece en la parte más horrible y más detestable de toda la creación, a saber, los demonios; sino en su conformidad y responsabilidad ante la mente y voluntad de Dios, es decir, en sus dotes morales, no meramente naturales.
Estos los hacen amables, gloriosos, excelentes. A esto, su prontitud y conformidad con la voluntad de Dios, que habiéndolos hecho Dios para su servicio y empleándolos en su obra, el cumplimiento de su deber en ella con alegrÃa, prontitud, prontitud y habilidad, es lo que los vuelve verdaderamente honorable y glorioso. Su disposición y capacidad para servir a la providencia de Dios es su gloria; por,
1. La mayor gloria de que puede hacerse partÃcipe criatura alguna es servir a la voluntad y proclamar la alabanza de su Creador. Ese es su orden y tendencia hacia su fin principal; en que dos consiste todo el verdadero honor. Es glorioso aun en los ángeles servir al Dios de la gloria. ¿Qué hay por encima de esto para que una criatura aspire? ¿De qué es capaz su naturaleza? Aquellos entre los ángeles que, según parece, intentaron un poco más, un poco más alto, no lograron más que una ruina sin fin en la vergüenza y la miseria.
Los hombres están dispuestos a imaginar cosas extrañas acerca de la gloria de los ángeles, y no consideran que toda la diferencia en la gloria que hay en cualquier parte de la creación de Dios radica simplemente en la disposición, la capacidad y la disposición para servir a Dios su Creador.
2. Las obras en que Dios los emplea, en subordinación a su providencia, son de manera especial obras gloriosas. En cuanto al servicio de los ángeles, como se nos insinúa en la Escritura, puede reducirse a dos cabezas; porque se emplean ya sea en la comunicación de protección y bendiciones a la iglesia, o en la ejecución de la venganza y los juicios de Dios contra sus enemigos.
Las instancias para ambos propósitos pueden multiplicarse, pero son comúnmente conocidas. Ahora estas son obras gloriosas. Dios en ellas exalta eminentemente su misericordia y justicia, las dos propiedades de su naturaleza en la ejecución de las cuales Ãl es eminentemente exaltado: y de estas obras surge todo ese ingreso de gloria y alabanza que Dios se complace en reservar para sà mismo del mundo: de modo que debe ser muy honorable emplearse en estas obras.
3. Cumplen su deber en su servicio de una manera muy gloriosa, con gran poder, sabidurÃa y eficacia incontrolable. AsÃ, uno de ellos mató a ciento ochenta y cinco mil de los enemigos de Dios en una noche; otro prendió fuego a Sodoma y Gomorra desde el cielo. Del mismo poder y expedición son en todos sus servicios, en todas las cosas hasta la máxima capacidad de las criaturas que responden a la voluntad de Dios.
Dios mismo, es verdad, ve en ellos y en sus obras lo que les impide alcanzar la pureza y la perfección absolutas, que son sus propias propiedades; pero en cuanto a la capacidad de las meras criaturas, y por su estado y condición, hay una perfección en su obediencia, y esa es su gloria.
Ahora bien, si esta es la gran gloria de los ángeles, y nosotros, los pobres gusanos de la tierra, somos invitados, como lo somos, a una participación con ellos en ella, ¡qué indecible locura será en nosotros si somos hallados negligentes en trabajar para alcanzarla! ! Nuestra gloria futura consiste en esto, que seremos semejantes a los ángeles; y nuestro camino hacia ella es hacer la voluntad de nuestro Padre en la tierra como la hacen ellos en el cielo.
¡Oh, en cuántas vanidades pone el hombre vano su gloria! Nada tan vergonzoso que uno u otro no se haya gloriado; ¡mientras que la verdadera y única gloria, de hacer la voluntad de Dios, es descuidada por casi todos! Pero debemos volver a tratar de estas cosas en el último versÃculo de este capÃtulo.
VersÃculos 8-9
Habiendo dado cuenta de lo que la Escritura enseña y testifica acerca de los ángeles, en los versÃculos siguientes muestra cuántas otras cosas, y mucho más gloriosas, se hablan del Hijo, por quien Dios reveló su voluntad en el evangelio.
Hebreos 1:8 . Î Ïá½¸Ï Îá½² Ïὸν Ï á¼±Ïν · ῾ο θÏÏÎ½Î¿Ï ÏÎ¿Ï , ὠθεὸÏ, Îµá¼°Ï Ïὸν αἰῶνα Ïοῦ Î±á¼°á¿¶Î½Î¿Ï Â· v ῥάβÎÎ¿Ï Îµá½Î¸ÏÏοÏÏducor. ᾿ηγάÏηÏÎ±Ï ÎικαιοÏÏνην, και á¼Î¼Î¯ÏηÏÎ±Ï á¼Î½Î¿Î¼Î¯Î±Î½ · Îιὰ ÏοῦÏο á¼ÏÏιÏÎ Ïε θεὸÏ, ὠθεÏÏunt., á¼á¼Î¿ ὺ. Ὺἠὺ á¼Î³Î±Î»Î¹Î¬ÏεÏÏ ÏÎ±Ï á½°. Σ. Σ. Σ. Σ. Τ. Τ. Τ.
EM. T., á¿¾Î á¿¥Î¬Î²Î´Î¿Ï Îµá½Î¸ÏÏηÏοÏ: y para á¼Î½Î¿Î¼Î¯Î±Î½, á¼Î´Î¹ÎºÎ¯Î±Î½. Î Ïá½¸Ï Î´á½² Ïὸν ΥἱÏν, âSino al Hijoâ. Syr., ×¢× ×Ö°Ö¼×Ö¸× ×Öµ×Ö¼× ×Ö¸×ַר, âpero del Hijo dice;â lo cual es necesariamente suplido en cuanto al designio del apóstol. En el salmo las palabras son pronunciadas a modo de apóstrofe al Hijo, y son recitadas por el apóstol como habladas de él; es decir, hablado con él como para contener una descripción de él y su estado o reino.
῾῾ΠθÏÏÎ½Î¿Ï ÏÎ¿Ï , á½ ÎεὸÏ, Îµá¼°Ï Ïὸν αἰῶνα Ïοῦ αἰῶνοÏ. Salmo 45:7 es el lugar de donde se toman las palabras, ×ִּסְ×Ö²×Ö¸ ×Ö·×Ö¹×Ö´×Ö¼× ×¢×Ö¹×Ö¸× ×ָעֶר. La LXX. traduce estas palabras como el apóstol. Aquila, ῾῾ΠζÏÏÎ½Î¿Ï ÏÎ¿Ï Îεὲ αἰῶνα καὶ á¼Ïι· ÎεÎ, porque á½ ÎεÏÏ· âTu trono, oh Dios, por los siglos de los siglos.
â Symmachus, ῾ΠθÏÏÎ½Î¿Ï ÏÎ¿Ï á½ ÎÎµá½¸Ï Î±á¼°ÏÎ½Î¹Î¿Ï ÎºÎ±á½¶ á¼Ïι· âTu trono, oh Dios, es eterno y sin embargo;â y eso porque no se dice, ×Ö°×¢×Ö¹×Ö¸Ö¼×, sino ×¢×Ö¹×Ö¸×, absolutamente; ῾ΠÎεÏÏ, ÎεÎ, como en la traducción de Aquila.
×Ö´Ö¼×¡Öµ× es âun trono realâ, ni se usa nunca en las Escrituras para ××ֹשָ××, âun asiento comúnâ. MetonÃmicamente se usa para poder y gobierno, y eso con frecuencia. La LXX. casi constantemente se traduce por θÏÏνοÏ, y θÏÏÎ½Î¿Ï es á¼Î»ÎµÏ θÎÏÎ¹Î¿Ï ÎºÎ±Î¸ÎδÏα Ïὺν á½ÏοÏοδίῳ, Athenae, lib. 5, âun asiento abierto libre con un escabelâ. Y tal trono es aquà propiamente asignado al Señor Cristo, siendo inmediatamente adjunta la mención de su escabel.
Asà que Dios dice de sà mismo: âEl cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis piesâ; como los paganos llamaban al cielo, ÎÎ¹á½¸Ï Î¸ÏÏνον, âEl trono de Diosâ. âTu trono, oh Dios, ×¢×Ö¹×Ö¸× ×ָעֶ×â, âin seculum et usqueâ; âin sempiternum et perpetuoâ; âin seculum seculorumâ. La duración denotada por la conjunción de estas dos palabras es mayormente una perpetuidad absoluta, y una continuación cierta e ininterrumpida, donde el sujeto de que se habla admite una limitación.
Muchos de los intérpretes griegos traducen ×¢Öµ× por á¼Ïι, atendiendo al sonido más que al uso y significado de la palabra; también lo es âtodavÃaâ en nuestro idioma. Esto lo expresamos con âpor los siglos de los siglosâ. á¿¾á¿¾Î¡Î¬Î²Î´Î¿Ï Îµá½Î¸ÏÏηÏÎ¿Ï á¼¡ á¿¥Î±Î²Î´Î¿Ï Î²Î±ÏÎ¹Î»ÎµÎ¯Î±Ï ÏÎ¿Ï . La variación de ἡ á¿¥Î¬Î²Î´Î¿Ï en primer lugar, antes mencionada, quita elegancia a la expresión, y oscurece el sentido; porque el artÃculo antepuesto al último á¿¥Î¬Î²Î´Î¿Ï declara que es el sujeto de la proposición.
Las palabras del salmista son, שֵ××Ö¶× ×Ö´×ֹש×ר שֵ×Ö¶× ×Ö·×Ö°××ּתֶ×Ö¸. âShebetâ es âvirgaâ y âsceptrumâ, y en este lugar se traduce por Aquila ÏκήÏÏÏον, âuna varaâ, âun bastónâ, âun cetroâ; siempre un cetro cuando se refiere a regla, como en este lugar se llama el cetro del reino.
Un âcetroâ, ×Ö´×ֹש×ר, de ×ָשַ×ר, ârectus fuitâ, para ser ârectoâ, ârectoâ, ârectoâ, principalmente en un sentido moral. Îá½Î¸ÏÏηÏοÏ, "de rectitud". Îá½Î¸ÏÏÎ·Ï es propiamente una rectitud como la que llamamos recta, en oposición a torcida; y sólo metafóricamente se usa para la rectitud moral, es decir, equidad y rectitud. Sir., ש××Ö¶×Ö¸× ×¤Ö°×©Ö´××Ö¸×.
Boderianus, "sceptrum erectum", "un cetro levantado" o "mantenido en posición vertical". La edición de ParÃs, âsceptrum protensumâ, âun cetro extendidoâ; y el extender el cetro era señal y señal de misericordia, Ester 5:2 . Tremellius, "virga recta"; que responde âmischorâ en sus dos acepciones. Erpenius con el mismo propósito, "sceptrum rectum", "un cetro recto".
âHas amado la justicia y aborrecido a רֶשָ××¢â, á¼Î½Î¿Î¼Î¯Î±Î½, á¼Î´Î¹ÎºÎ¯Î±Î½, âiniquidadâ, âinjusticiaâ, âmaldadâ. Îιὰ ÏοῦÏο, ×¢Ö·××Ö¼×ÖµÖ¼× âproptereaâ, âpropter quodâ, âquareâ, âideoâ, âidcircoâ, âpor quéâ, âpor qué causaâ. Algunas copias de la LXX. y Aquila leyó á¼Ïá½¶ ÏοÏÏῳ, de modo que διὰ ÏοῦÏο parece haber sido tomado en la LXX. de esta traducción de las palabras del apóstol.
á¿ÎµÏÏιÏÎ Ïε ὠθεὸÏ, ὠθεÏÏ ÏÎ¿Ï , á¼Î»Î±Î¹Î¿Î½ á¼Î³Î±Î»Î»Î¹Î¬omin. âTe ha ungido Dios, el Dios tuyo·â Las palabras en griego y hebreo son aquellas de donde se toman los nombres de Cristo y MesÃas, que tienen la misma importancia y significado, âEl ungidoâ. Y lo mismo por el Targumista; Aquila, ἤλειÏε.
âTe ha ungido á¼Î»Î±Î¹Î¿Î½ á¼Î³Î±Î»Î»Î¹Î¬ÏεÏÏâ, el instrumento para hacer lo que se pretendÃa, expresado por el caso acusativo, del cual hay otras instancias en ese idioma. De antiguo la LXX. léase á¼Î»Î±Î¯á¿³ á¼Î³Î»Î±ÏÏμοῦ, âcon el aceite del deleiteâ, u âadornoâ; de modo que á¼Î»Î±Î¹Î¿Î½ á¼Î³Î±Î»Î»Î¹Î¬ÏεÏÏ vino también a la versión griega de este lugar del apóstol, y es más apropiado que la antigua lectura, "el aceite de regocijo", "gozo" o "gozo".
ΠαÏá½° ÏÎ¿á½ºÏ Î¼ÎµÏÏÏÎ¿Ï Ï ÏÎ¿Ï Â· ×Öµ×Ö²×ֵרֶ××Ö¸, âantesâ o por encima deâ, âaquellos que participan contigoâ, âtus compañerosâ o âcompañerosâ. Entonces Symmachus, ÏÎ¿á½ºÏ á¼ÏαίÏÎ¿Ï Ï ÏÎ¿Ï . [9]
[9] LECTURAS DIVERSAS. Lachmann, con la autoridad de manuscritos respetables, da la lectura, καὶ ἡ Ïá¿¾Î¬Î¶Î´Î¿Ï Îµá½Î¸ÏÏηÏÎ¿Ï á¿¥Î¬Î¶Î´Î¿Ï, κ. Ï. λ. EXPOSICIÃN. ῾ΠÎεÏÏ es el voc habitual, y casi, la única forma de este, a lo largo de la Septuaginta; por ejemplo, Salmo 3:7 ; Salmo 4:1 ; Salmo 5:10 ; Salmo 7:1 , et passim.
.... ¿Dónde se dice que Dios está el trono de sus criaturas? y ¿cuál podrÃa ser el sentido de tal expresión? Estuardo. Todas las versiones antiguas del pasaje original de los Salmos están de acuerdo en apoyar la construcción común, en la medida en que sus respectivos idiomas permitan una conclusión positiva. Py Smith. El intento de Gesenius de sustentar otra traducción del hebreo, âEl trono de Diosâ, es decir, âtu trono divino â, es verdaderamente sorprendente; como debe haber sabido, que, en tal caso, el segundo de los dos sustantivos, y no, como aquÃ, el primero, habrÃa tenido el sufijo por el uso común de la lengua. TRADUCCIONES de Turner . Î Ïá½¸Ï Î´Îµ Ïὸν ΨἱÏν , sino respecto al Hijo. Stuart, De Wrette.Sobre. Boothroyd. E.D.
Hebreos 1:8 . Mas del Hijo [ dice ]: Tu trono, oh Dios, es para siempre; el cetro de tu reino es un cetro de justicia. Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad; por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegrÃa más que a tus compañeros.
Este testimonio es producido por el apóstol en respuesta a lo anterior acerca de los ángeles. 'Esas palabras', dice él, 'fueron pronunciadas por el EspÃritu Santo de los ángeles, en las que se describe su oficio y empleo bajo la providencia de Dios. Estas son habladas por el mismo EspÃritu del Hijo, o habladas a él, denotando su preexistencia a las profecÃas mismas.'
Hay poca o ninguna dificultad para probar que este testimonio pertenece propiamente a aquel a quien el apóstol lo aplica. Los antiguos judÃos lo concedieron y los médicos actuales no pueden negarlo. Uno de ellos dice, en efecto, ××× ×××××ר × ××ר ×¢× ××× ×× ×¢× ××ש××; âEste salmo habla de David, o del MesÃas.â Estas son las palabras y esta es la opinión de Aben Ezra; quien, en consecuencia, se esfuerza por dar un doble sentido a los principales pasajes de este salmo, uno aplicado a David, otro aplicado al MesÃas, al que se inclina.
Jarchi lo convierte en una alegorÃa, sin ningún sentido tolerable a lo largo de su discurso. Pero aunque podrÃa respetarlos a ambos, sin embargo, no hay pretensión de hacer de David el tema del mismo, el tÃtulo y toda la contextura del mismo excluyen tal aplicación. El Targum aplica completamente el salmo al MesÃas; lo cual es una prueba algo mejor de la concepción de los antiguos judÃos que la que pueda darnos la opinión privada de cualquier escritor posterior.
Y el tÃtulo del salmo en esa paráfrasis lo convertirÃa en una profecÃa dada en los dÃas de Moisés para el uso del SanedrÃn; lo cual manifiesta lo que tuvo en la antigüedad en su credo acerca del MesÃas.
Algunos intérpretes cristianos hasta ahora han asentido a los rabinos posteriores en el sentido de conceder que Salomón estaba destinado principalmente en este salmo, como un tipo de Cristo, y que todo era un epitalamio o canción nupcial, compuesta sobre sus nupcias con la hija del faraón. . Pero no faltan razones importantes en contra de esta opinión: porque,
1. No es probable que el EspÃritu Santo celebrara asà aquel matrimonio, que como antes estaba prohibido por Dios, por lo que nunca fue bendecido por él, estando ella entre el número de aquellas "mujeres extrañas" que apartaron su corazón de Dios, y fue maldecido con esterilidad; la primera brecha extranjera que vino sobre su familia y toda su magnificencia siendo también de Egipto, donde comenzó su transgresión.
2. Apenas hay algo en el salmo que pueda aplicarse a Salomón con corrección de palabra. Se insiste especialmente en dos cosas en la primera parte del salmo, primero, la justicia de la persona de la que se habla en todos sus caminos y administraciones, y luego la perpetuidad de su reino. Es difÃcil concebir cómo se puede atribuir el primero de ellos a aquel cuyas transgresiones y pecados fueron tan públicos y notorios, o el segundo a aquel que reinó sólo cuarenta años y luego dejó su reino roto y dividido a un hijo malvado e insensato. .
Como todos, entonces, conceden que el MesÃas es principalmente, por lo que no hay una razón convincente para probar que no es el único al que se refiere este salmo. No sostendré sino que las diversas cosas que se tratan en él podrÃan tipificarse oscuramente en el reino y la magnificencia de Salomón; sin embargo, es cierto que la mayorÃa de las cosas mencionadas, y las expresiones de las mismas, pertenecen de manera inmediata y directa al Señor Cristo, de modo que en ningún sentido pueden aplicarse a la persona de Salomón; y tales son las palabras en que insiste en este lugar nuestro apóstol, como se hará evidente en la explicación que sigue de ellas.
Debemos, entonces, en el siguiente lugar, considerar qué es lo que el apóstol intenta probar y confirmar con este testimonio, por lo cual descubriremos su adecuación a su diseño. Ahora bien, esto no es, como algunos han supuesto, la deidad de Cristo; ni hace uso de eso directamente en este lugar, aunque lo hace en el versÃculo siguiente, como un medio para probar su preeminencia sobre los ángeles, aunque los testimonios que produce mencionan eminentemente su naturaleza divina.
Pero lo que él pretende evidenciar es sólo esto, que aquel a quien vieron por un tiempo hecho "inferior a los ángeles", Hebreos 2:9 , aún era en toda su persona, y mientras desempeñaba el cargo que se le habÃa encomendado, asà muy por encima de ellos en cuanto que tenÃa poder para alterar y cambiar aquellas instituciones que fueron dadas por el ministerio de los ángeles.
Y esto lo hace innegablemente por los testimonios alegados, cuando se comparan entre sÃ: mientras que la Escritura testifica acerca de los ángeles que todos ellos son siervos, y que su mayor gloria consiste en el desempeño de su deber como siervos, a él un trono, gobierna. , y se atribuye el dominio eterno, administrado con gloria, poder, justicia y equidad; de donde es evidente que él es muy exaltado sobre ellos, como lo es un rey en su trono sobre los siervos que lo atienden y hacen su voluntad.
Y esto es suficiente para manifestar el designio del apóstol, como también la evidencia de su argumento de este testimonio. La exposición de las palabras pertenece propiamente al lugar de donde se toman. Pero, sin embargo, para que no dejemos al lector insatisfecho en cuanto a cualquier dificultad particular que parezca ocurrir en ellos, también se atenderá aquà a esta exposición.
Lo primero que debe atenderse en ellos es la compulsión de la persona a la que se habla: "Oh Dios:" "Tu trono, oh Dios".
Algunos tendrÃan Elohim (á½ ÎεÏÏ) como un nombre común a Dios con otros, a saber, ángeles y jueces; y en esa gran aceptación que se atribuye aquà al Señor Cristo; de modo que aunque se llame expresamente Elohim y á½ ÎεÏÏ, eso prueba que no es Dios por naturaleza, sino que solo se le llama asà con respecto a su oficio, dignidad y autoridad. Y esto es defendido por los socinianos.
Pero esta glosa es contraria al uso perpetuo de la Escritura; porque no se puede citar ningún lugar en el que el nombre Elohim se use de manera absoluta y restringido a una sola persona, en el que no denote innegablemente al único y verdadero Dios. De hecho, se dice que los magistrados son elohim con respecto a su cargo, pero nunca se llamó asà a ningún magistrado; ni puede un hombre decir sin blasfemia a ninguno de ellos: "Tú eres Elohim", o "Dios".
También se dice que Moisés es elohim, âun diosâ, pero no absolutamente, sino âun dios para Faraónâ y para âAarónâ; es decir, en lugar de Dios, haciendo y ejecutando en el nombre de Dios lo que él le habÃa mandado. Lo que coloca a Jarchi en su comentario para apoyar este sentido, pero en vano.
Es, entonces, el Dios verdadero de quien se habla en este apóstrofe, "Elohim", "Oh Dios". Concedido esto, Erasmo inicia una nueva interpretación de las palabras completas, aunque parece no aprobar su propia invención. â ῾ΠθÏÏÎ½Î¿Ï ÏÎ¿Ï á½ ÎεÏÏ. No está claroâ, dice él, âsi el significado es Tu trono, oh Dios, o 'Dios es tu trono para siempre'â. En la primera forma, la palabra es un apóstrofo del Hijo, en la última expresa la persona del Padre.
Y esta interpretación es adoptada y mejorada por Grotius, quien, concediendo que la palabra Elohim, usada absolutamente, significa tanto como âElohe elohimâ, âel Dios de los diosesâ, no permitirÃa que se hablara de Cristo, y por lo tanto, traduce las palabras: âDios será tu asiento para siempreâ, es decir, âte establecerá en tu tronoâ. Y esta evasión también la fija Aben Ezra, de Haggaon, ×ס×××Ö° ×××× ×××××;
âDios establecerá tu tronoâ. Que a los hombres se les permita introducir las palabras que les plazca en el texto, conduciendo a otro sentido que el que expresa, no quedará mucho seguro en todo el libro de Dios. Sin embargo, en este caso presente, tenemos suficiente luz para reprender la audacia de este intento; por,
1. La interpretación en la que se insiste es contraria a todas las traducciones antiguas, cuyo lenguaje llevarÃa una diferencia en la palabra, expresándola en caso vocativo, âOh Diosâ.
2. Contrariamente al sentido recibido de los judÃos y cristianos de la antigüedad, y en especial del Targum en el salmo, traduciendo las palabras: âTu trono, oh Dios, está en los cielos, para siempreâ.
3. Contrario a la contextura y diseño de los discursos del apóstol, como puede parecer de la consideración de la narración precedente de ellos.
4. No deja ningún sentido tolerable a las palabras; ni los que la abrazan pueden declarar en qué sentido Dios es el trono de Cristo.
5. Es contrario al uso universalmente constante de la expresión en las Escrituras; porque dondequiera que se mencione el trono de Cristo, se alude a otra cosa, y no a Dios.
6. La palabra suministrada por Grotius trom Saadias y Aben Ezra, para inducir un sentido a su exposición "establecerá", hace un nuevo texto, o aleja completamente al antiguo de la intención de las palabras; porque mientras que no se puede decir que Dios es el trono de Cristo, ni habÃa necesidad de decir que Dios era por los siglos de los siglos, dos cosas que deben tomar todo el significado de las palabras si se habla de Dios Padre, el la adición de "establecerá" o confirmará en el texto, le da un sentido arbitrario, y tal como, por la sugerencia similar de cualquier otra palabra, como "destruirá", se le puede dar otra importancia.
Es Cristo, entonces, el Hijo, de quien se habla y se denota con ese nombre, "Elohim", "Oh Dios", como siendo el verdadero Dios por naturaleza; aunque lo que aquà se afirma de él no es como Dios, sino como el rey de su iglesia y pueblo; como en otro lugar se dice que Dios redime a su iglesia con su propia sangre.
En segundo lugar , podemos considerar lo que le está asignado, que es su reino; y eso se describe,
1. Por la "insignia regalia", las insignias reales de la misma, a saber, su trono y cetro.
2. Por su duración, es para siempre.
3. Su manera de administrar, es con justicia; su cetro es un cetro de justicia.
4. Su mobiliario o preparación para esta administración, amó la justicia y aborreció la iniquidad.
5. Por un privilegio adjunto, la unción con óleo de alegrÃa; Cual,
6. Se ejemplifica mediante una comparación con los demás, es asà con él por encima de sus semejantes.
1. El primer âinsigne regiumâ mencionado es su âtronoâ, al que se adjunta el atributo de perpetuidad, es para siempre. Y este trono denota el reino mismo. Un trono es el asiento de un rey en su reino, y con frecuencia se usa metonÃmicamente para el reino mismo, y eso se aplica a Dios y al hombre. Véase Daniel 7:9 ; 1 Reyes 8:20 .
Los ángeles, de hecho, son llamados "tronos", Colosenses 1:16 ; pero eso es solo metafóricamente o con respecto a algún servicio especial que se les ha asignado; como también son llamados "prÃncipes", Daniel 10:13 , pero siendo en verdad "siervos",
Apocalipsis 22:9 ; Hebreos 1:14 . En ninguna parte se dice que estos tengan tronos; el reino no es de ellos, sino del Hijo. Y considerando que nuestro Señor Jesucristo promete a sus apóstoles que en el último dÃa se sentarán en tronos para juzgar a las tribus de Israel, como prueba de su participación con Cristo en su poder real, siendo hechos reyes para Dios, Apocalipsis 1:5-6 , y su interés en el reino que es su placer darles, asà que no prueba absolutamente que el reino es de ellos, sino de aquel en cuyo trono asisten los de ellos.
Tampoco el trono denota simplemente el reino de Cristo, o su gobierno supremo y dominio, sino también la gloria de su reino. Estando en su trono, está en la altura de su gloria. Y asÃ, porque Dios manifiesta su gloria en el cielo, llama a ese su trono, como la tierra es el estrado de sus pies, IsaÃas 66:1 . De modo que el trono de Cristo es su reino glorioso, expresado en otra parte por su âsentamiento a la diestra de la Majestad en las alturasâ.
2. A este trono se atribuye la eternidad . Es ×¢×Ö¹×Ö¸× ×ָעֶ×, âpor los siglos de los siglosâ. Asà se dice que el trono de Cristo está en oposición a los frágiles y cambiantes reinos de la tierra: âLo dilatado de su imperio y la paz no tendrán lÃmite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo , y para confirmarlo en juicio y en justicia desde ahora y para siempreâ, IsaÃas 9:7 .
âSu dominio es un dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruidoâ, Daniel 7:14 ; Miqueas 4:7 ; Salmo 62:7 ; Salmo 145:13 .
No se deteriorará por sà mismo, ni caerá por la oposición de sus enemigos: porque debe reinar hasta que todos sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies, 1 Corintios 15:24-27 . Tampoco es acusación alguna de la perpetuidad del reino de Cristo, que en el último dÃa lo entregará a Dios Padre, 1 Corintios 15:24 , siendo que entonces será el fin de todo dominio.
Es suficiente que continúe hasta que todos los fines del gobierno se cumplan perfectamente, es decir, hasta que todos sus enemigos sean subyugados, y toda la iglesia sea salva, y la justicia, la gracia y la paciencia de Dios sean plenamente glorificadas; de lo cual después.
3. El segundo âinsigne regiumâ es su âcetroâ. Y esto, aunque a veces también denota el reino mismo, Génesis 49:10 ; Números 24:17 ; IsaÃas 14:5 ; ZacarÃas 10:11 ; sin embargo, aquà denota la administración real del gobierno, como es evidente por el complemento de "rectitud" que se le atribuye, y asà el cetro denota tanto las leyes del reino como la eficacia del gobierno mismo. Asà que lo que llamamos un gobierno justo se llama aquà un "cetro de rectitud"
Ahora, los medios por los cuales Cristo lleva a cabo su reino son su Palabra y EspÃritu, con una sumisión de poder en las obras de su providencia, para dar paso al progreso de su palabra para vengar su desprecio. Por eso se llama al evangelio: âLa vara de su poderâ, Salmo 110:2 . Véase 2 Corintios 10:4-6 .
âÃl herirá la tierra con la vara de su boca, y con el aliento de sus labios matará a los impÃosâ, IsaÃas 11:4 . Y estos son atendidos con la "espada" de su poder y providencia, Salmo 45:3 ; Apocalipsis 19:15 , o su âvaraâ, Salmo 2:9 , o âhozâ, Apocalipsis 14:18 . En estas cosas consiste el cetro del reino de Cristo.
4. De este cetro se afirma que es un âcetro de rectitudâ. Îá½Î¸ÏÏηÏ, o ×Ö´×ֹש×ר, denota ya sea la naturaleza del cetro, que es recto y recto, o el uso del mismo, que está levantado o extendido, como se mostró al principio de las palabras. En el primer sentido denota justicia, en el segundo misericordia. De acuerdo con el primer sentido, las siguientes palabras, "Has amado la justicia", descubren la raÃz habitual de su actual administración justa; de acuerdo con este último, hay un progreso hecho en ellos hacia una mayor cualificación del gobierno de Cristo, o de Cristo en su gobierno.
Pero el primer sentido debe aceptarse más bien; siendo la última metáfora más forzada, y fundada solo en un caso que recuerdo en la Escritura, y que no fue tomado de entre el pueblo de Dios, sino extraños y opresores, Ester 5:2 .
El cetro, pues, del reino de Cristo es un cetro de âjusticiaâ, porque todas las leyes de su evangelio son justas, santas, justas, llenas de benignidad y de verdad, Tito 2:11-12 . Y todas sus administraciones de gracia, misericordia, justicia, recompensas y castigos, según las reglas, promesas y amenazas de ella, en la conversión, perdón, santificación, pruebas, aflicciones, castigos y preservación de sus elegidos; en su convencimiento, endurecimiento y destrucción de sus enemigos; todos son justos, santos, intachables y buenos, IsaÃas 11:4-5 ; IsaÃas 32:1 ; Salmo 145:17 ; Apocalipsis 15:3-4 ; Apocalipsis 16:5; y como tales serán gloriosamente manifestados en el último dÃa, 2 Tesalonicenses 1:10 , aunque en este mundo presente sean vituperados y despreciados.
5. El marco habitual del corazón de Cristo en sus administraciones regias: âÃl ama la justicia y aborrece la iniquidadâ. Esto muestra la absoluta plenitud de la justicia del reino de Dios, y de su justicia en su reino. Las leyes de su gobierno son justas, y sus administraciones son justas; y todas proceden de un amor habitual a la justicia y del odio a la iniquidad en su propia persona.
Entre los gobiernos de este mundo, a menudo las mismas leyes son tiránicas, injustas y opresivas; y si las leyes son buenas e iguales, sin embargo, muchas veces su administración es injusta, parcial y perversa; o cuando los hombres se abstienen de tales exorbitancias, con frecuencia lo hacen por algún interés propio y ventaja, como Jehú, y no por un amor constante, igual e inmutable a la justicia y odio a la iniquidad.
Pero todo esto está absolutamente completo en el reino de Jesucristo: mientras que la expresión, tanto en el hebreo como en el griego, parece referirse al tiempo pasado: "Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad", sin embargo, el marco presente constante del el corazón de Cristo en su gobierno se denota asÃ; pues la traducción griega sigue y expresa exactamente la hebrea. Ahora bien, no habiendo forma de verbos en ese idioma que expresen el tiempo presente, no hay nada más frecuente en él que denotar lo que está presente y permaneciendo en el tiempo preterperfecto, como lo hace en este lugar.
6. La consecuencia de este justo gobierno en Cristo es su âungimiento con óleo de alegrÃaâ; donde podemos considerar,
(1.) El autor del privilegio conferido a él, es decir, Dios, su Dios.
(2.) El privilegio mismo, la unción con el óleo de la alegrÃa.
(3.) La conexión de la colación de este privilegio con lo que sucedió antes, "por qué" o "por qué causa".
(1.) Para su autor, se dice que es Dios: á½ ÎÎµá½¸Ï á½ ÎεÏÏ ÏÎ¿Ï , âDios, tu Diosâ. Muchos expositores, tanto antiguos como modernos, suponen que á½ ÎεÏÏ en primer lugar, o âDiosâ, se usa en el mismo sentido que á½ ÎεÏÏ en el versÃculo anterior, y que deberÃa traducirse âOh Diosâ, y las palabras que se leerán: âPor tanto, oh Dios, el Dios tuyo te ha ungidoâ; pero como ninguna traducción antigua da apoyo a esta concepción, de modo que la duplicación del nombre de Dios, por una aplicación del mismo en segundo lugar, como "Dios, mi Dios", "Dios, tu Dios", "Dios, el Dios de Israelâ, siendo frecuente en las Escrituras, no hay ninguna razón convincente por la que debamos apartarnos en este lugar de ese sentido de la expresión.
El nombre Dios en primer lugar denota absolutamente a aquel que confirió este privilegio al Señor Cristo, que es Dios; y en segundo lugar se insinúa una razón de la colación misma, por una apropiación de Dios para ser su Dios de una manera peculiar.
Se dice que Dios es el Dios del Hijo por una razón triple:
[1.] Con respecto a su naturaleza divina. Como él es su Padre, asà es su Dios; por lo que se dice que es âDios de Diosâ, por haberle sido comunicada su naturaleza en virtud de su generación eterna, Juan 1:14 .
[2.] Con respecto a su naturaleza humana, ya que fue "nacido de mujer, hecho bajo la ley". Asà también Dios era su Dios, como es el Dios de todas las criaturas, Salmo 16:2 ; Salmo 22:1 .
[3.] Con respecto a toda su persona, Dios y hombre, como fue diseñado por su Padre para la obra de mediación; en cuyo sentido lo llama su Dios y su Padre, Juan 20:17 . Y en este último sentido es que aquà se dice que Dios es su Dios, es decir, su Dios en pacto especial, ya que fue diseñado y designado para ser la cabeza y rey ââde su iglesia; porque en esto Dios Padre se comprometió a estar con él, a estar junto a él, a llevarlo a cabo en su obra, y al final a coronarlo de gloria.
Ver IsaÃas 49:1-12 ; IsaÃas 50:4-9 .
(2.) Por el privilegio mismo, es âunción con aceite de alegrÃaâ. Puede haber una doble alusión en estas palabras:
[1.] Al uso común del aceite y la unción, que era para alegrar y alegrar el semblante en las fiestas y solemnidades públicas, Salmo 104:15 ; Lucas 7:37 .
[2.] Al uso especial de ella en la unción de reyes, sacerdotes y profetas, Ãxodo 30 . Que la ceremonia fue tÃpica es evidente por IsaÃas 61:1-3 ; y denotaba la colación del don del EspÃritu Santo, por el cual la persona ungida estaba capacitada para el desempeño del oficio al que habÃa sido llamada. Y en este sentido se le asigna comúnmente una triple unción de Cristo:
1 er . En su concepción, cuando su naturaleza humana fue santificada por el EspÃritu Santo, Lucas 1:35 , y dotada radicalmente de sabidurÃa y gracia, en las cuales creció; Lucas 2:40 ; Lucas 2:52 .
2 dias _ En su bautismo y entrada en su ministerio público, cuando fue dotado de manera especial con aquellos dones del EspÃritu que eran necesarios para el desempeño de su oficio profético, Mateo 3:16 ; Juan 1:32 .
3d . En su ascensión, cuando recibió del Padre la promesa del EspÃritu, para derramarlo sobre sus discÃpulos, Hechos 2:33 . Ahora bien, aunque reconozco que el Señor Cristo ha sido ungido de esta manera, y que la comunicación de los dones y las gracias del EspÃritu hacia él en plenitud se llama su unción, no puedo conceder que ninguno de ellos esté aquà directamente previsto.
Pero lo que el apóstol parece expresar aquà con el salmista es la gloriosa exaltación de Jesucristo, cuando fue instalado solemnemente en su reino. Esto es lo que se llama hacer de él âseñor y Cristoâ, Hechos 2:36 ; cuando âDios lo resucitó de entre los muertos y le dio gloriaâ, 1 Pedro 1:21 .
Se llama Cristo por la unción del EspÃritu; y, sin embargo, aquÃ, en su exaltación, se dice de manera especial que se hizo Cristo, es decir, tomó gloriosamente la posesión de todos los oficios y su plena administración, para lo cual fue ungido y capacitado por la comunicación de los dones. y las gracias del EspÃritu para él. Es, digo, la unción gozosa y gloriosa de su exaltación, cuando fue señalado como Señor y Cristo, y declarado como el ungido de Dios, lo que aquà se pretende. Ver Filipenses 2:9-11 . que también aparece,
Por el complemento de esta unción, es âungido con óleo de alegrÃaâ; lo cual denota triunfo y exaltación, libertad de problemas y angustias: mientras que, después de esas comunicaciones precedentes del EspÃritu al Señor Cristo, fue un varón de dolores, experimentado en quebrantos, y expuesto a innumerables males y problemas.
(3.) La relación de este privilegio otorgado al Señor Cristo a lo que sucedió antes, "Amó la justicia y aborreció la iniquidad", expresado por ×¢Ö·××Ö¼×ÖµÖ¼× y διὰ ÏοῦÏο (la tercera cosa considerable en esta última cláusula del testimonio), no declararlo claramente. El amor del Señor Cristo a la justicia y el odio a la iniquidad procedieron de su unción con las gracias y dones del EspÃritu; y, sin embargo, aquà se les insinúa claramente que vayan antes de esta unción con el óleo de la alegrÃa; lo cual, por lo tanto, se menciona como la consecuencia de su desempeño de su oficio en este mundo, de la misma manera que lo es su exaltación en todas partes, Filipenses 2:9-11 ; Romanos 14:9 .
Y si esta unción denota la primera unción de Cristo, entonces se debe suponer que Ãl tiene el amor a la justicia mencionado en otra parte, como antecedente a ello; que no es asÃ. Por lo tanto, estas palabras, ×¢Ö·××Ö¼×ÖµÖ¼× y διὰ ÏοῦÏο, declaran al menos una relación de congruencia y conveniencia para un desempeño anterior del oficio en el Señor Cristo, y son de la misma importancia que διÏ, Filipenses 2:9 ; y asà no puede respetar otra cosa que su gloriosa exaltación, que asà se expresa.
Lo último importante en las palabras es la prerrogativa del Señor Cristo en este privilegio, él es âungido más que sus compañerosâ. Ahora bien, estos âcompañerosâ, âcompañerosâ o âasociadosâ del Señor Cristo, pueden ser considerados generalmente como todos los que participan con él en esta unción, que son todos creyentes, que son coherederos con él, y por lo tanto "herederos de Dios", Romanos 8:17 ; o más especialmente para aquellos que fueron empleados por Dios en el servicio, edificación y gobierno de su iglesia, en su subordinación a él, como lo fueron los profetas de la antigüedad, y después los apóstoles, Efesios 2:20 .
Con respecto a ambos géneros, el Señor Cristo es ungido con óleo de alegrÃa sobre ellos; pero los primeros están especialmente destinados, de los cuales el apóstol da un ejemplo especial en Moisés, capÃtulo 3, afirmando que el Señor Cristo en su obra acerca de la iglesia debe ser hecho partÃcipe de mayor gloria que él. En una palabra, Ãl es incomparablemente exaltado por encima de los ángeles y los hombres.
Y este es el primer testimonio por el cual el apóstol confirma su afirmación de la preeminencia del Señor Cristo sobre los ángeles, en esa comparación que hace entre ellos; que también permitirá las siguientes observaciones:
I. El consultar y comparar las escrituras es un excelente medio para llegar a familiarizarse con la mente y la voluntad de Dios en ellas.
Asà trata el apóstol en este lugar. Compara lo que se dice de los ángeles en un lugar, y lo que se dice del Hijo en otro, y de allà manifiesta cuál es la mente de Dios acerca de ellos. Este deber radica en el mandato que tenemos de âescudriñar las Escriturasâ, Juan 5:39 , á¼ÏÎµÏ Î½á¾¶Ïε Ïá½°Ï Î³ÏαÏÎ¬Ï : investigad diligentemente la mente de Dios en ellas,
âcomparando lo espiritual con lo espiritualâ, lo que el EspÃritu ha declarado de la mente de Dios en un lugar, con lo que de igual manera ha manifestado en otro. Dios, para probar nuestra obediencia, y ejercitar nuestra diligencia en el estudio de su palabra de dÃa y de noche, Salmo 1:2 , y nuestra continua meditación en ella, 1 Timoteo 4:15 , (ΤαῦÏα μελÎÏα, á¼Î½ ÏοÏÏÎ¿Î¹Ï á¼´Ïθι,) âMeditad en estas cosas, sé enteramente en ellasâ), ha plantado sus verdades con gran variedad arriba y abajo de su palabra; sÃ, aquà una parte, y allá otra de la misma verdad; que no se pueden aprender a fondo a menos que los reunamos en una vista.
Por ejemplo, en un lugar Dios nos manda que circuncidamos nuestros corazones, y que nos hagamos corazones nuevos, para que le temamos; lo cual a primera vista parece representarlo asÃ, no sólo como nuestro deber, sino también dentro de nuestro poder, como si no tuviéramos necesidad de ninguna ayuda de la gracia para su cumplimiento. En otro promete circuncidar absolutamente nuestros corazones, y darnos corazones nuevos para temerle; como si fuera tan obra suya que no nos preocupara intentarla.
Pero ahora estos varios lugares siendo comparados espiritualmente entre sÃ, hacen evidente que asà como es nuestro deber tener corazones nuevos y circuncidados, asà es la gracia eficaz de Dios que debe obrar y crearlos en nosotros. Y lo mismo puede observarse en todas las verdades importantes que son de revelación divina. Y esto,
1. Descubre la raÃz de casi todos los errores y herejÃas que hay en el mundo. Los hombres cuyos corazones no están subyugados por la fe y la humildad a la obediencia de la verdad, encendiéndose en algunas expresiones de la Escritura que, consideradas individualmente, parecen dar apoyo a alguna de las opiniones que están dispuestos a abrazar, sin más búsqueda fijan en sus mentes e imaginaciones, hasta que sea demasiado tarde para oponerle nada; porque una vez que están firmes en sus persuasiones, esos otros lugares de la Escritura que deberÃan haber comparado con humildad con aquel cuyo sentido aparente se apegan, y de ahà han aprendido la mente del EspÃritu Santo en todos ellos, son considerados por ellos. sin otro fin que el de cómo pueden pervertirlos y librarse de su autoridad.
Este, digo, parece ser el camino de la mayorÃa de los que pertinazmente se aferran a opiniones falsas y tontas. Adoptan precipitadamente un sentido aparente de algunos lugares particulares, y luego obstinadamente hacen de ese sentido la regla de interpretación de todas las demás escrituras. Asà en nuestros dÃas tenemos muchos que, por el sonido exterior de estas palabras, Juan 1:9, "Ãl es la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo", habiendo tomado una imaginación temeraria, necia y falsa de que Cristo es esa luz que permanece en todos los hombres, y en ella su guÃa y regla, no de allÃ, o se arranca toda la Escritura para que se ajuste y responda a esa suposición, o se la menosprecia y se la desprecia por completo; cuando, si la hubieran comparado con otras escrituras, que claramente explican y declaran la mente de Dios en las cosas que conciernen a la persona y mediación del Señor Cristo, con la naturaleza y obras de la luz espiritual natural y salvadora, y sometidas a la autoridad y sabidurÃa de Dios en ellos, podrÃan haber sido preservados de su engaño. muestra también,
2. El peligro que corren los hombres inexpertos e inexpertos en la palabra de verdad cuando, sin el consejo, la asistencia o la dirección de otros que puedan guiarlos e instruirlos en su indagación según la mente de Dios, adoptan apresuradamente opiniones lo cual puede ser que un texto u otro de la Escritura aparentemente dé su apoyo. Por este medio corren los hombres todos los dÃas el peligro antes mencionado, especialmente cuando algún espÃritu seductor se aplica a ellos con palabras infladas de vanidad, jactándose de una u otra palabra mal entendida.
Asà hemos visto multitudes llevadas, por alguna expresión general, en dos o tres lugares particulares de la Escritura, a una opinión acerca de una redención general de toda la humanidad y cada individuo de ella; cuando, si hubieran sido sabios y capaces de haber escudriñado aquellas otras escrituras innumerables que exponen el amor eterno de Dios a sus elegidos, su propósito de salvarlos por Jesucristo, la naturaleza y el fin de su oblación y rescate, y los compararon con otros, habrÃan comprendido la vanidad de sus concepciones apresuradas.
3. De estas cosas se deduce qué diligencia, paciencia, espera, sabidurÃa, se requieren de todos los hombres en el estudio de las Escrituras, que intentan llegar al reconocimiento de la verdad por medio de ellas. Y con este fin, y debido a la grandeza de nuestro interés en ello, la Escritura misma abunda en preceptos, reglas e instrucciones, para capacitarnos en el cumplimiento correcto y provechoso de nuestro deber.
Son demasiados aquà para ser insertados. Sólo añadiré que la diligencia de los paganos se levantará en juicio y condenará la pereza de muchos que se llaman cristianos en este asunto: porque no tenÃan regla, camino o medio cierto para llegar al conocimiento de la verdad, sin embargo, no cesaron con infatigable diligencia e industria de investigarlo, y de rastrear los oscuros pasos de lo que quedó en sus propias naturalezas o implantado en las obras de la creación; pero muchos, la mayorÃa de aquellos a quienes Dios ha concedido el inestimable beneficio y privilegio de su palabra, como guÃa segura e infalible para conducirlos al conocimiento de toda verdad útil y salvadora, la descuidan abiertamente, no considerándola digna de sus vidas. búsqueda, estudio y examen diligente.
No es difÃcil concebir cuán lamentablemente se levantará esto en juicio contra ellos en el último dÃa. ¡Y cuánto mayor será su miseria quienes, bajo diversos pretextos, para sus propios fines corruptos, disuaden, sÃ, y alejan a otros de su estudio!
II. Es deber de todos los creyentes regocijarse en la gloria, el honor y el dominio de Jesucristo.
La iglesia en el salmo toma por fe una perspectiva, a una gran distancia, de su venida y gloria, y prorrumpe en una forma de júbilo y triunfo en estas palabras: "Tu trono, oh Dios, es para siempre". Y si esto fuera motivo de tanto gozo para ellos, que sólo tenÃan una oscura visión y representación de la gloria que habÃa de seguir después de muchos siglos, 1 Pedro 1:11-12 , ¿cuál deberÃa ser el pleno cumplimiento y manifestación de ella ? a los que creen ahora en los dÃas del evangelio! Esto los hizo en la antigüedad âgozarse con gozo inefable y gloriosoâ; aun porque vieron y oyeron las cosas que los reyes, los sabios y los profetas deseaban ver, y no las vieron: "Dios nos ha provisto algunas cosas mejores, para que ellos sin nosotros no sean perfeccionados", Hebreos 11:40 . Para,
1. En esto Dios es glorificado. El reino de Cristo es la gloria de Dios; por eso su nombre y su alabanza son exaltados en el mundo: y por lo tanto, sobre la erección y el establecimiento de la misma, todo su pueblo está tan fervientemente invitado a regocijarse y triunfar en ella, Salmo 94:1-3 ; Salmo 96:1-4 ; Salmo 97:1-2 , etc. Esto, digo, es motivo de gozo eterno para todos sus santos, que Dios se complace en glorificarse a sà mismo y todas las infinitas excelencias de su naturaleza en el reino y gobierno de Jesucristo.
2. En esto consiste el honor y la gloria de Cristo como mediador; lo cual es motivo de gran regocijo para todos los que le aman con sinceridad. Les dice a sus discÃpulos, Juan 14:28 , que si lo amaran, se regocijarÃan porque dijo que se fue al Padre. Consideraron sólo su propia condición presente y angustia, llenos de tristeza porque les habÃa dicho que se habÃa ido de ellos.
'Pero,' dijo él, '¿dónde está tu amor por mÃ? ¿No deberÃan tener eso en sus corazones asà como cuidar de ustedes mismos? Me ocuparé de vuestra condición y velaré por vuestra seguridad; y si me aman, no pueden dejar de regocijarse porque voy a mi Padre para recibir mi reino.' Que el que nos amó, que se entregó a sà mismo por nosotros, que sufrió todo lo que es abominable y miserable por nosotros, ahora es exaltado , glorificado, entronizado en un reino eterno e inamovible, por encima de todos sus enemigos, a salvo de toda oposición, es motivo de gozo inexpresable, si le tenemos algún amor.
3. Aquà radica nuestra propia preocupación, seguridad, seguridad, felicidad presente y futura. Nuestro todo depende del reino y trono de Cristo. Ãl es nuestro rey si somos creyentes; nuestro rey, para gobernarnos, gobernarnos, protegernos y salvarnos, para sostenernos contra la oposición, para proveernos de fuerza, para guiarnos con consejo, para someter a nuestros enemigos, para darnos nuestra herencia y recompensa: y por lo tanto nuestro principal interés yace en su trono, la gloria y la estabilidad del mismo.
Mientras él reine estamos seguros y en camino a la gloria. Ver por fe a este rey en su hermosura, sobre su trono, alto y sublime, y sus faldas llenando el templo; para ver todo el poder encomendado a él, todas las cosas dadas en sus manos, y él disponiendo de todo y gobernando todas las cosas para el beneficio de su iglesia; debe necesariamente hacer que se regocijen aquellos cuyo interés y preocupación radican en ello.
4. El mundo entero, toda la creación de Dios, está interesada en este reino de Cristo. Dejando a un lado a sus enemigos malditos en el infierno, toda la creación se beneficia de su gobierno y dominio; porque asà como algunos hombres se hacen partÃcipes de la gracia salvadora y de la salvación por ella, asà el resto de esa raza, por y con ellos, recibe ventajas indescriptibles en la paciencia y la tolerancia de Dios, y la misma criatura es levantada como si fuera un esperanza y expectación por ello de liberación de ese estado de vanidad al que ahora está sujeta, Romanos 8:19-21 .
De modo que si somos movidos por la gloria de Dios, el honor de Jesucristo, nuestro único y eterno interés, con el provecho de toda la creación, tengamos motivo para regocijarnos en este trono y reino del Hijo.
tercero Es la naturaleza divina del Señor Cristo la que da eternidad, estabilidad e inmutabilidad a su trono y reino: âTu trono, oh Dios, es para siempreâ. En cuanto a esto, ved lo que se ha dicho anteriormente acerca del reino de Cristo.
IV. Todas las leyes, y toda la administración del reino de Cristo por su palabra y EspÃritu, son iguales, justas y santas. Su cetro es un cetro de justicia. El mundo, de hecho, no los quiere; todas las cosas en su gobierno le parecen débiles, absurdas e insensatas, 1 Corintios 1:20-21 . Pero son de otra manera, siendo el EspÃritu Santo el juez, y asà aparecen a los que creen: sÃ, todo lo que se requiere para hacer leyes y administraciones justas, todo concurre en las del Señor Jesucristo; como,
1. Autoridad. Una autoridad justa y plena para promulgar es un requisito para hacer leyes justas. Sin esto, las reglas y los preceptos pueden ser buenos materialmente, pero no pueden tener la formalidad de la ley, que depende de la autoridad justa del legislador, sin la cual nada puede convertirse en una ley justa. Ahora bien, el Señor Cristo está investido de autoridad suficiente para promulgar leyes y normas de administración en su reino.
Toda autoridad, todo poder en el cielo y en la tierra, está encomendado a él, como ya hemos probado ampliamente. Y por lo tanto aquellos que no verán la equidad de su gobierno se verán finalmente obligados a inclinarse ante la excelencia de su autoridad. Y serÃa de desear que aquellos que se comprometen a hacer leyes y constituciones en el reino de Cristo miraran bien su garantÃa; porque parece que Cristo el Señor, a quien está encomendado todo poder, no ha delegado ninguno en los hijos de los hombres, sino sólo el que enseñen a otros a hacer y guardar lo que él ha mandado, Mateo 28:20 .
Si, además, mandan o designan algo propio, pueden hacer bien en considerar con qué autoridad lo hacen, ya que es de necesidad indispensable para la justicia de cualquier ley.
2. Se requiere sabidurÃa para hacer leyes justas. Este es el ojo de la autoridad, sin el cual nada puede obrar recta o equitativamente. Los efectos del poder sin sabidurÃa son comúnmente injustos y tiránicos, siempre inútiles y onerosos. La sabidurÃa de los legisladores es lo que principalmente les ha dado su renombre. Entonces Moisés les dice a los israelitas que todas las naciones los admirarÃan, cuando percibieran la sabidurÃa de sus leyes, Deuteronomio 4 .
Ahora, el Señor Cristo está abundantemente provisto de sabidurÃa para este propósito. Ãl es la piedra fundamental de la iglesia, que tiene siete ojos sobre él, ZacarÃas 3:9 , perfección de sabidurÃa y entendimiento en todos los asuntos de ella, siendo ungido con el EspÃritu para ese propósito, IsaÃas 11:2-5 .
SÃ, âen él están escondidos todos los tesoros de la sabidurÃa y del conocimientoâ, Colosenses 2:3 ; habiendo âagradado al Padre que en él habitase toda plenitudâ, Colosenses 1:19 . De modo que no puede haber defecto en sus leyes y administraciones a este respecto.
Es sabio de corazón, y sabe perfectamente qué reglas y actos convienen a la gloria de Dios ya la condición de los súbditos de su reino, y lo que tiende a su beneficio espiritual y eterno. Sabe cómo ordenar todas las cosas para el gran fin al que apunta en su gobierno. Y desde allà todas sus leyes y administraciones se vuelven justas. Y esto también bien merece la consideración de quienes se encargan de establecer leyes y reglas dentro de su dominio, para sus súbditos, para los fines de su gobierno y sustancia de su culto.
¿Tienen la sabidurÃa suficiente para capacitarlos para hacerlo? ¿Ha reposado sobre ellos el EspÃritu de Cristo el Señor, para hacerlos de entendimiento vivo en el temor del Señor? ¿Conocen el estado y la condición, la debilidad, las tentaciones, las gracias de todo el pueblo de Cristo? Si no lo son, ¿cómo saben sino que pueden mandarles y señalarles cosas muy perjudiciales para ellos, cuando piensan que les convienen? Parece una gran presunción que los hombres se supongan lo suficientemente sabios como para dar leyes a los súbditos de Cristo en cosas que pertenecen directamente a su reino.
3. Son justos, porque son fáciles, suaves y no gravosos. La rectitud y la rectitud aquà mencionadas no denotan una justicia estricta, rÃgida y severa, extendiéndose hasta el extremo de lo que se puede exigir de los sujetos a gobernar; pero la equidad mezclada con mansedumbre, ternura y condescendencia: la cual si está ausente de las leyes, y no respiran más que severidad, rigor y arbitrariedades impositivas, aunque no sean absolutamente injustas, sin embargo, son penosas y onerosas.
Asà llama Pedro a la ley de los mandamientos contenidos en las ordenanzas antiguas, un yugo que ni sus padres ni ellos mismos pudieron llevar, Hechos 15:10 ; es decir, nunca podrÃa obtener descanso o paz en la observación precisa y rÃgida requerida de ellos. Pero ahora para el gobierno de Cristo, nos dice que âsu yugo es fácil, y ligera su cargaâ, Mateo 11:30 ; y que âsus mandamientos no son gravososâ, 1 Juan 5:3 . Y esta mansedumbre y facilidad del gobierno de Cristo consiste en estas tres cosas:
(1.) Que sus mandamientos son todos ellos razonables y adecuados a los principios de esa obediencia natural que le debemos a Dios; y por lo tanto no es perjudicial para nada en nosotros sino para ese principio de pecado y oscuridad que debe ser destruido. No ha multiplicado preceptos meramente arbitrarios y para expresar su autoridad, sino que nos ha dado sólo aquellos que son buenos en sà mismos y adecuados a los principios de la razón; como podrÃa ser evidenciado por la consideración particular de sus instituciones. Por lo tanto, nuestra obediencia a ellos se llama "nuestro servicio razonable", Romanos 12:1 .
(2.) Sus mandamientos son fáciles, porque todos ellos se ajustan a ese principio de la nueva naturaleza o nueva criatura que él obra en los corazones de todos sus discÃpulos. Le gustan, los ama, se deleita en ellos; lo que los hace fáciles para ello. El Señor Cristo gobierna, como dijimos, por su palabra y EspÃritu; estos van juntos en el pacto del Redentor, IsaÃas 59:20-21 .
Y su trabajo es adecuado y proporcional el uno al otro. El EspÃritu crea una nueva naturaleza apta para la obediencia según la palabra, y la palabra da leyes y preceptos adecuados a la inclinación y disposición de esa naturaleza; y en estos dos consiste el cetro y la regla de Cristo. Esta adecuación de principios y reglas entre sà hace que su gobierno sea fácil, recto y justo.
(3.) Sus mandamientos son fáciles, porque continuamente da provisiones de su EspÃritu para hacer que sus súbditos les rindan obediencia. Esto es lo que, por encima de todas las demás cosas, da brillo a su gobierno. La ley era santa, justa y buena en la antigüedad; pero mientras que no extendió la fuerza a los hombres para capacitarlos para la obediencia, se volvió para ellos completamente inútil e inútil, en cuanto al fin al que apuntaban en su observación.
Es diferente en el reino de Cristo. Todo lo que requiere que hagan sus súbditos, les da fuerza por su EspÃritu y gracia para realizarlo; lo que hace que su gobierno sea fácil, justo, equitativo y del todo hermoso. Ninguno de los hijos de los hombres puede pretender la menor participación o interés en este privilegio.
(4.) Este gobierno y administración del reino de Cristo es justo, porque es útil y provechoso. Entonces son leyes buenas, sanas e iguales, cuando conducen al beneficio y ventaja de los que las observan. Las leyes sobre cosas insignificantes y triviales, o tales que los hombres no obtienen ningún beneficio o ventaja por su observación, se estiman justamente como gravosas y gravosas. Pero ahora, todas las leyes y todo el gobierno del Señor Cristo son útiles y ventajosos en todos los sentidos para sus súbditos.
Los hacen santos, justos, como agradan a Dios y son útiles a la humanidad. Esta es su naturaleza, esta es su tendencia. "Todo lo que es verdadero, todo lo que es honesto, todo lo que es justo, todo lo que es puro, todo lo que es amable, todo lo que es de buen nombre", todo se genera en el alma por y en la observancia de estas leyes de el gobierno de Cristo. Liberan al alma del poder de la lujuria, del servicio del pecado, del miedo a la muerte, al infierno y al mundo, la guÃan en la verdad, la hacen fecunda entre los hombres y amable con Dios mismo.
(5.) Su fin los manifiesta como justos. El valor y la equidad de las leyes se quitan cuando se proponen fines bajos e indignos a su observación. Pero los del Señor Cristo dirigen al fin más alto, proponen y prometen las recompensas más gloriosas; de modo que todo lo que se haga o se sufra en adhesión a ellos no guarde proporción con la recompensa sumamente rica y eterna con la que se les acompaña; lo que los hace altamente justos y gloriosos. Y se pueden agregar muchas otras consideraciones de la misma naturaleza. Y de ahà puede tomarse un triple corolario:
[1.] Que nuestra sumisión a este cetro del Señor Cristo, nuestra obediencia a las leyes de su reino, y la administración del mismo, es muy justa, equitativa y razonable. ¿Qué se puede desear más para hacerlo asÃ, o para provocarnos a ello?
[2.] Que la condenación de aquellos que rechazan el reinado de Cristo sobre ellos, que no rinden obediencia a sus leyes, es la más justa y justa. Por estas razones se les tapará la boca para siempre, cuando él venga a tratar con los que no conocen a Dios y no obedecen al evangelio.
[3.] Es nuestra sabidurÃa contentarnos con las leyes de Cristo en las cosas que pertenecen a su reino. Sólo ellos, como hemos visto, tienen aquellas propiedades que hacen útil o provechosa nuestra obediencia; cualquier otra cosa que hagamos, en referencia al mismo fin con ellos, es un trabajo inútil e infructuoso.
V. Las justas administraciones del Señor Cristo en su gobierno proceden todas de su propia justicia y amor habituales. Véase esto declarado por el profeta, IsaÃas 11:1-9 .
VI. Dios es un Dios en alianza especial con el Señor Cristo, ya que es el mediador: âDios, tu Diosâ. De este pacto he tratado extensamente en otra parte, y por lo tanto no insistiré aquà sobre él.
VIII. La colación del EspÃritu en Cristo el Señor, y su gloriosa exaltación, son las obras peculiares de Dios Padre: âTe ungió Dios, el Dios tuyoâ.
Fue Dios el Padre quien lo diseñó y asignó para su obra, quien realmente lo envió y lo puso en marcha en la plenitud de los tiempos; y por lo tanto, a él le incumbÃa tanto prepararlo para su trabajo como coronarlo en su desempeño. Y aquà estos varios actos, en parte eternos, en parte temporales, son considerables:
1. El compromiso de la voluntad eterna, la sabidurÃa y el consejo del Padre con el Hijo acerca de su obra, Proverbios 8:22-23 ; Proverbios 8:30-31 ; IsaÃas 53:10-12 .
2. Su preordenación de su venida, por un eterno acto libre de su voluntad, 1 Pedro 1:20 ; Hechos 2:23 .
3. Su pacto con él de acatarlo en todo el curso de su obra, IsaÃas 49:6-9 ; IsaÃas 50:7-9 .
4. Su promesa de él desde la fundación del mundo, muchas veces reiterada y repetida, Génesis 3:15 .
5. Su actual misión y envÃo de él en su encarnación, ZacarÃas 2:8-10 .
6. El ejercicio de su omnipotente poder para ese propósito y efecto, Lucas 1:35 .
7. Su entrega de él mando y comisión para su trabajo, Juan 10:18 ; Juan 20:21 .
8. Dotándolo de todos los dones y gracias de su EspÃritu, para adecuarlo y capacitarlo para su obra, IsaÃas 11:2-3 ; IsaÃas 61:1-3 ; Mateo 3:16-17 ; Juan 1:32-33 ; Colosenses 1:19 .
9. Permaneciendo en él en cuidado, amor, poder y providencia, durante todo el curso de su obediencia y ministerio, IsaÃas 49:2 ; IsaÃas 49:8 .
10. Hablando en él, obrando por él, y en ambos dando testimonio Hebreos 1:1-2 ; Juan 5:36 .
11. Entregándolo a la muerte, Romanos 8:32 ; Hechos 2:23 .
12. Resucitarlo de entre los muertos, 1 Pedro 1:21 ; Hechos 2:24 .
13. Dándole todo poder, autoridad y juicio, Juan 5:22 ; Mateo 28:18 .
14. Exaltándolo por su asunción al cielo y sesión gloriosa a su diestra, Hechos 2:32-33 ; Filipenses 2:9-10 .
15. Dándole por cabeza sobre todo a la iglesia, y sujetando todas las cosas bajo sus pies, Efesios 1:20-22 .
16. Coronándole en todo de eterna gloria y honra, Juan 17:5 ; Hebreos 2:9 .
Todos estos, y varios otros particulares de la misma naturaleza, se asignan al Padre como parte de su obra en referencia a la mediación del Hijo; y entre ellos su exaltación y unción con el aceite de alegrÃa tiene un lugar eminente. Y esto se nos enseña, que en toda esta obra veamos la autoridad, el consejo y el amor del Padre, para que nuestra fe y esperanza por medio de Jesucristo esté en Dios, quien lo levantó de entre los muertos y le dio gloria, 1 Pedro 1:21 .
VIII. El Señor Jesucristo es singular en esta unción. Esto es lo que prueba el apóstol en varios casos, y comparándolo con otros, que de la manera más eminente fueron partÃcipes de ella. Y esto es lo que estamos considerando, ya que los detalles de ello ocurren. Tampoco insistiré más ahora en las observaciones siguientes, porque no detendré más al lector del contexto, a saber, que,
IX. Todos los que sirven a Dios en la obra de edificar la iglesia, según su designación, son ungidos por su EspÃritu y serán recompensados ââcon su poder, Daniel 12:3 .
X. Los discÃpulos de Cristo, especialmente los que le sirven fielmente en su iglesia, son sus compañeros en toda su gracia y gloria.
VersÃculos 10-12
En los siguientes versÃculos el apóstol, por otro ilustre testimonio, tomado de Salmo 102 , confirma su principal afirmación, en las palabras que siguen.
Hebreos 1:10 . Îαί · Ïὺ καÏ᾿ á¼ÏÏá½°Ï, κÏÏιε, Ïὴν γá¿Î½ á¼Î¸ÎµÎ¼ÎµÎ»Î¯ÏÏαÏ, καὶ á¼Ïγα Ïῶν ÏειÏῶν ÏÎ¿Ï Îµá¼°Ïὶν οἱ á½ÏαÏοί. Îá½Ïοὶ á¼ÏολοῦνÏαι, Ïὺ δὲ διαμÎνειÏΠκαὶ ÏάνÏÎµÏ á½¡Ï á¼±Î¼Î¬Ïιον ÏαλαιÏθήÏονÏαι, καὶ ὡÏεὶ ÏεÏιβÏλαιον á¼Î»Î¯Î¾ÎµÎ¹Ï αá½ÏοὺÏ, καὶ á¼Î»Î»Î±Î³á½µÏονÏαιΠÏὺ δὲ ὠαá½Ïá½¸Ï ÎµÎ¹á¿, καὶ Ïá½° á¼Ïη ÏÎ¿Ï Ïá½Îº á¼ÎºÎ»ÎµÎ¯ÏÎ¿Ï Ïι.
En el último verso, para á¼Î»Î¯Î¾ÎµÎ¹Ï una copia tiene á¼Î»Î»Î¬Î¾ÎµÎ¹Ï, para responder a á¼Î»Î»Î±Î³Î®ÏονÏαι· y MS. T., á¼Î»Î¯Î¾ÎµÎ¹Ï αá½ÏÎ¿á½ºÏ á½¡Ï á¼±Î¼Î¬Ïιον.
Las palabras son las mismas en las Biblias griegas que en este lugar del apóstol, ni hay ningún rastro de ninguna otra traducción antigua de ellas en el salmo. El sirÃaco difiere poco. Îαί se traduce como ×ְת×Ö¼×, ây otra vezâ, para mostrar que καί no es parte del testimonio citado, sino que sirve solo para la introducción de otro. Hebreos 1:11 , para αá½Ïοὶ á¼ÏολοῦνÏαι, âpereceránâ, ×¢Ö¸×ְרִ×× ×Ö¸× ×Ö¼×, âpereceránâ; aludiendo a lo de 2 Pedro 3:10 , Îá¼± οá½Ïανοὶ ῥοιζηδὸν ÏαÏελεÏÏονÏαι, âLos cielos pasarán con estruendo.
â Σὺ δὲ διαμÎνειÏ, âpero tú permanecesâ, âtú continúasâ; ×Ö¸×Ö·× Ö°×ªÖ°Ö¼ ×§Ö´×Ö¸× ×Ö·×ְתְּ âet tu stans esâ, âet tu stasâ, âet tu stabilis esâ, ây tú estás de pieâ, âtú estás de pieâ, respondiendo al hebreo תעֲ×Ö¹×, en el salmo. á¿¾ÎµÎ»Î¯Î¾ÎµÎ¹Ï Î±á½ÏοÏÏ, âlos enrollarásâ, תְּע×Ö¼ Å ×Ö´× ×Ö¼×; qué palabras los intérpretes traducen de diversas maneras, aunque con el mismo propósito.
âInvolucraâ, Boderianus, âhacerlos rodarâ; âcomplicabisâ, Tremellius, âdoblarlosâ; âduplicabisâ, De Dieu, âduplicarlosâ. Y es manifiesto que el traductor lee á¼Î»Î¯Î¾ÎµÎ¹Ï, y no á¼Î»Î»Î¬Î¾ÎµÎ¹Ï. Y no dudo que la misma palabra fue insertada en la traducción del salmo de este lugar del apóstol. Σὺ δὲ ὠαá½Ïá½¸Ï ÎµÎ¹á¿, âTú eres el mismoâ, o âTú eres, yo soyâ; ×Ö´Ö¼××תַ×Ö°×Ö¸ ×Ö·× Ö°×ªÖ°Ö¼ ×Ö·×× Ö°×ªÖ°Ö¼ ×Öµ××Ö°.
Boderianus, Et tu sicut existes es; âY tú eres como existes.â Tremellius, Tu autem sicut es, eris; âPero tú serás como eresâ. Propiamente, âY tú, como eres, eresâ; es decir, âarte lo mismoâ. La traducción del apóstol en todas las cosas materiales responde al original en el salmo. El Salmo (LXX) 101:25-28, Σὺ ÎÏÏιε, âTú, Señorâ, se obtiene del versÃculo anterior, âDije, oh Dios mÃo.
â ×Ö°×¤Ö¸× Ö´×× ×Ö¸×Ö¸××Ö¶× ×ָסַ×ְתָּ, âantiguoâ, âantes de que existieraâ; es decir, καÏ᾿ á¼ÏÏάÏ, o ×Ö°Ö¼×ֵשִ××ת, âen el principioâ. Y nuestros traductores no necesitaban haber usado ninguna diferencia de expresión en el salmo y este lugar del apóstol, como lo hacen; allÃ, âde antañoâ; aquÃ, âen el principioâ. âtú fundasteâ (no âpusiste los cimientos deâ) âla tierra; y los cielos son las obras;â ×עֲשֵ××, âla obraâ, que el griego traduce âobrasâ, debido a su variedad, âde tus manosâ.
âPerecerán, ×Ö°×Ö·×ªÖ¸Ö¼× ×ªÖ·×¢Ö²×Ö¹×â, âpero tú permanecerásâ, o âpermanecerásâ. La palabra usada en nuestra traducción del salmo ("soportar") responde mal al original, pero el margen da alivio. Salmo, âSÃ, todos ellos se envejecerán como un vestidoâ; aquÃ, âY todos ellos se envejecerán como un vestido:â una pequeña variedad sin diferencia, y eso es innecesario, el texto griego expresa exactamente el hebreo.
âY como una vestidura los envolverásâ; תּ×Ö²×Ö´×פֵ×; "los cambiarás". El cambio de una vestidura, al cual se compara el cambio de los cielos, siendo doblado y puesto a un lado, al menos del uso anterior, el apóstol en lugar de á¼Î»Î»Î¬Î¾ÎµÎ¹Ï, âtú cambiarásâ, traduce la palabra por á¼Î»Î¯Î¾ÎµÎ¹Ï, âtú doblarlosâ (o âenrollarlosâ). ×Ö°×Ö·×ªÖ¸Ö¼× ××Ö¼×, "et tu ipse", καὶ Ïὺ ὠαá½ÏÏÏ, "y tú eres él". âY tus años no tendrán finâ, âno cesaránâ; ×Ö¹× ×ִתָּ×Ö¼×Ö¼, âno consumiráâ. [10]
[10] LECTURAS DIVERSAS. Griesbach, Knapp y Stuart, sobre la base de MSS. DE, y algunos otros, leen διαμενεá¿Ï, en lugar de διαμÎνειÏ, el futuro en lugar del presente. Tischendorf conserva διαμÎνειÏ. La versión de Peschito dice "Tú eres permanente ". EXPOSICIÃN. Las manifestaciones de la Deidad se hicieron en la persona de ÃL que, en la plenitud de los tiempos, se encarnó como el MesÃas prometido.
En la liberación de Egipto y la marcha por el desierto, se le conocÃa como âel ángel del pactoâ, y a veces aparecÃa en forma visible. La bendición por la que ora el autor del salmo es la mejora y liberación del pueblo elegido, por ese Dios que habÃa dirigido la providencia para ese fin. Pero con respecto al Divino Padre, las Escrituras nos aseguran que ânadie le ha visto ni le puede ver .
¿ Podemos, entonces, evitar inferir que el objeto de las oraciones del salmista afligido era esa misma PERSONA DIVINA que se habÃa dejado ver en forma humana gloriosa por Abraham, por Jacob, por Moisés, etc.? Py Smith. TRADUCCIONES. Îιαμ. te quedarás. Boothroyd, Stewart, Ebrard. Tu permanebis. Vulgata. Du bestehest. De Wette. E.D.
No hay duda de que estas palabras prueban suficientemente la preeminencia de aquel de quien se hablan, incomparablemente por encima de todas las criaturas. Dos cosas, pues, son cuestionadas por los enemigos de la verdad contenida en ellos:
1. Si originalmente se hablaron en absoluto de Cristo, lo cual los judÃos actuales niegan.
2. Si se habló todo de Cristo, lo cual es cuestionado por los socinianos. Una vez satisfechas estas preguntas, se abrirán las palabras, y desde allà se declarará la fuerza del argumento del apóstol.
1. Los judÃos actuales niegan que lo dicho en este salmo respete debidamente al MesÃas. Que los antiguos hebreos lo reconocieron es suficientemente evidente por lo que el apóstol, al tratar con ellos sobre sus propios principios, los exhorta con el testimonio de ello. El salmo mismo también nos da suficiente luz en la misma instrucción. Es en parte euctico, en parte profético; ambas partes se adaptaban a la condición de la iglesia cuando el templo fue destruido, y Sion yacÃa en el polvo durante el cautiverio babilónico. En la parte profética hay tres cosas que señalan:
(1.) La redención del pueblo, con la reedificación del templo, como un tipo de ese templo espiritual y adoración que luego se erigió: como Salmo 102:13 , "Te levantarás y tendrás misericordia de Sión; porque el tiempo de favorecerla, sÃ, el tiempo señalado ha llegado:â y Salmo 102:16 , âCuando el Señor edifique a Sion, él aparecerá en su gloriaâ.
(2.) El llamado de los gentiles a la iglesia y adoración de Dios: Salmo 102:15 , âLas naciones temerán el nombre de Jehová, y todos los reyes de la tierra tu gloria.â Salmo 102:21-22 , âPara proclamar el nombre de Jehová en Sion, y su alabanza en Jerusalén; cuando se reúnan los pueblos y los reinos para servir a Jehová.
(3.) Por la presente se introduce la creación de un nuevo pueblo, un nuevo mundo: 2 Pedro 3:18 , âEsto se escribirá para la generación venideraâ (el mundo venidero): ây el pueblo que vendráâ. ser creadoâ (la nueva creación de judÃos y gentiles) âalabarán al Señorâ. Estos son los encabezados de la parte profética del salmo, y todos ellos respetan las cosas en todas partes peculiarmente asignadas al Hijo, que iba a ser encarnado, o los dÃas del MesÃas, que es todo uno; por,
[1.] La redención y liberación de la iglesia de los problemas es su propia obra. Dondequiera que se mencione, es a él a quien se refiere, Salmo 98 . Asà señaladamente, ZacarÃas 2:8-13 , y otros lugares innumerables.
[2.] La introducción de los gentiles es reconocida por todos los judÃos para respetar el tiempo del MesÃas; siendo él quien habÃa de ser luz a los gentiles, y salvación de Dios hasta los confines de la tierra.
[3.] Además, "la generación venidera" y "pueblo por crear", los judÃos mismos interpretan del ×¢××× ×××, "mundo venidero", o el nuevo estado de la iglesia bajo el MesÃas. Estos dos últimos juntos, la reunión del pueblo y el mundo venidero, creado para la alabanza de Dios, hacen evidente que es al Hijo a quien el salmista tiene respeto.
Grotius en este lugar afirma que el apóstol acomoda al MesÃas lo dicho de Dios. Y él piensa que es un argumento suficiente para probar que las palabras no fueron dichas del MesÃas, porque fueron dichas de Dios; mientras que son producidos por el apóstol para probar su excelencia de las propiedades y obras de su naturaleza divina. Y agrega, como el sentido de las palabras, como acomodado a Cristo, â'Tú pusiste los cimientos de la tierra', es decir, 'el mundo fue hecho por ti'.
Pero esta interpretación o deformación violenta de las palabras se destruye a sà misma; porque si se hablaran de Dios absolutamente, y no del MesÃas, a quien se acomodan, ¿cómo se puede decir que el mundo fue hecho por él y no por él? Ambos sentidos de las palabras no pueden ser verdaderos. Pero esto es ciertamente negar claramente la autoridad del apóstol.
Parece, pues, que muchas cosas en este salmo se hablan directa e inmediatamente del Hijo; aunque sea probable, también, que varias cosas en él se afirmen distintamente de la persona del Padre. Y de ahÃ, puede ser, que sean esas frecuentes variaciones de discurso de la segunda a la tercera persona que ocurren en este salmo.
2. En cuanto a la segunda pregunta, los socinianos, que conceden la autoridad divina de esta epÃstola, y por lo tanto no pueden negar sino que estas palabras de una forma u otra pertenecen al Señor Cristo, sin embargo, percibiendo claramente que si son entendidas completamente por él, hay un fin de toda su religión (la creación, no de un nuevo mundo, sino de lo que fue hecho de antiguo, y que perecerá en el último dÃa, atribuyéndole aquà a él), fijado aquà en un nuevo y peculiar evasión.
âAlgunas palabrasâ, dicen, âde este testimonio pertenecen a Cristoâ (tanto se rendirán a la autoridad del apóstol), âpero no todasâ; con lo cual esperan asegurar su propio error. Ahora bien, porque si esta pretensión no se sostiene, este testimonio es fatal para su persuasión, espero que no sea inaceptable si en nuestro pasaje consideramos la distribución que hacen de las palabras según su suposición, y los argumentos que producen para el confirmación de su exposición, ya que son manejados por Crellius y Schlichtingius en su comentario sobre este lugar.
(1.) Ãl dice que âeste testimonio pertenece hasta ahora a Cristo, en lo que se refiere al alcance del escritor de la epÃstola. Esta escritura, dice él, como se desprende de ZacarÃas 2:4 , es para probar que después que Cristo se sentó a la diestra de Dios, fue hecho más excelente que los ángeles; a lo que de ninguna manera conduce afirmar que Ãl hizo el cielo y la tierra.â
Respuesta _ (1.) Supongamos que para ser el alcance del apóstol que se insinúa, ¿cómo sabe este autor que no conviene a su propósito mostrar que Cristo el Señor es Dios, por quien fueron hechos el cielo y la tierra, siendo manifiesto que él mismo pensaba lo contrario, o no habÃa producido este testimonio de ello?
(2.) El testimonio no es inadecuado para el alcance pretendido; porque mientras que, en la administración de su oficio, el Hijo aparentemente fue hecho inferior a los ángeles por un tiempo, en estas palabras puede descubrir la equidad de su después de la exaltación sobre ellos, en que en su naturaleza y obras divinas fue tanto más excelente que ellos.
(3.) El diseño verdadero y propio del apóstol lo hemos evidenciado antes; lo cual es probar la excelencia de la persona por quien el evangelio fue revelado, y su preeminencia sobre los hombres y los ángeles; lo cual nada demuestra más incuestionablemente que esto, que por él fue creado el mundo, de donde se sigue innegablemente la asignación de una naturaleza divina a él.
(2.) Para promover esta observación, agrega un extenso discurso sobre el uso y la aplicación de testimonios del Antiguo Testamento en el Nuevo; y dice que âlos que la escribieron se sirven de ellos, o por alguna concordancia y semejanza entre las cosas que uno y otro pretenden, o por alguna subordinación. De la primera manera, lo que se dice del tipo se aplica al antitipo: ya veces, por semejanza, lo que se dice de una cosa se aplica a otra; como, Mateo 15:7-8 , nuestro Salvador aplica esas palabras de IsaÃas a los judÃos actuales que fueron dichas de sus antepasados.â
Respuesta _ (1.) Lo que se habla en primer lugar de un tipo instituido también se habla del antitipo, o cosa prefigurada por él, en la medida en que se representa por el tipo, de modo que una cosa enseña a otra; y sobre esto las palabras tienen una doble aplicación, primero al tipo, finalmente al antitipo. Pero aquà testimonios como este no tienen nada que ver.
(2.) La Escritura a veces hace uso de alegorÃas, ilustrando una cosa por otra, como Gálatas 4:21-25 . Tampoco tiene esto ningún lugar aquÃ.
(3.) Que lo que se dice de una persona, debido a alguna similitud, se afirme que se habla de otra, y en nada concuerda propiamente con ella, es falso, y no debe ejemplificarse con ningún ejemplo aparente.
(4.) Las palabras de IsaÃas, IsaÃas 29:13 , de las que hace uso nuestro Salvador, Mateo 15:7-9 , fueron una profecÃa de los judÃos que entonces vivÃan, como afirma expresamente tanto nuestro Salvador como el contexto en el profeta declara claramente.
âAlgunas cosasâ, añade, âse aplican a otros de las que se hablan, debido a su subordinación a aquel o aquellos de quienes se hablan. Asà las cosas que se dicen de Dios se aplican a Cristo, debido a su subordinación a él; y de esto,â dice él, âtenemos un ejemplo en Hechos 13:47 , donde las palabras dichas por el Señor Cristo, IsaÃas 49:6 , 'Te he puesto para luz de los gentiles, para que seas para salvación hasta los confines de la tierra,' se aplican a los apóstoles a causa de su subordinación a Cristo. Y en este caso las palabras tienen un solo sentido, y pertenecen principalmente a aquel de quien se pronuncian primero, y se aplican en segundo lugar al otro.â
Respuesta De acuerdo con esta regla, nada se ha dicho jamás de Dios sin que se pueda hablar y aplicar a cualquiera de sus criaturas, estando todas las cosas en subordinación a él; al menos, puede ser asà en la medida en que actúan bajo él y están en una subordinación peculiar a él. Y sin embargo, tal subordinación, según la opinión de este hombre, tampoco se puede aplicar a Cristo, quien en la creación del cielo y la tierra no estaba en otra subordinación a Dios que cualquier otra cosa que aún no ha sido hecha o existente.
De modo que esta regla, que lo que se dice de Dios se aplica a aquellos que están en subordinación a él, como es falso en sà mismo, por lo que de ninguna manera es adecuado para el asunto presente, siendo Cristo, en el juicio de este hombre, en ningún subordinación a Dios cuando el mundo fue hecho, estando absolutamente en todos los aspectos en la condición de cosas que no eran. El ejemplo dado tampoco prueba o ilustra lo que se pretende.
El apóstol, al citar esas palabras a los judÃos, no las aplica a sà mismo en lo más mÃnimo, sino que sólo declara el fundamento de su ir a predicar el evangelio a los gentiles; lo cual era, que Dios habÃa prometido convertir a Aquel a quien predicaba en luz, y traer salvación también a ellos.
Por lo que añade,
(3.) lo que es directo a su pretensión, "Que todas las palabras, o cosas significadas por ellas, en cualquier testimonio, que primero se hablan de uno, y luego son, por algunas de las causas mencionadas" (es decir, conveniencia , semejanza o subordinación), âaplicados a otro, no deben ser considerados como propios de aquél a quien se aplican; pero tanto de ellos debe ser admitido como de acuerdo con el alcance de aquel por quien se usa el testimonio: como en el testimonio producido, IsaÃas 49:5 , 'Yo seré para él un padre, y él será para mà un hijo, 'las palabras que siguen inmediatamente son: 'Si se ofende contra mÃ, lo castigaré con la vara de los hombres'; las cuales palabras, siendo dichas de Salomón, de ninguna manera pueden ser aplicadas a Cristo.â
Respuesta Lo que se dice de cualquier tipo y de Cristo conjuntamente no se dice asà por ninguna conveniencia natural, similitud o subordinación, sino por la institución de Dios, designando el tipo para representar y dar sombra al Señor Cristo, que lo que él enseñarÃa acerca de él debe hablarse del tipo por el cual fue representado. Ahora bien, ninguna persona que fue designada para ser un tipo de él siendo en todas las cosas un tipo, no es necesario que todo lo que se habló de él se habló también de Cristo, sino solo lo que se habló de él bajo esa consideración formal de un instituido escribe.
Mostramos que este fue el caso de Salomón, de quien se pronunciaron las palabras mencionadas cuando dio a luz a la persona de Cristo. Se añaden otras cosas en el mismo lugar, que le pertenecÃan en su propia capacidad moral personal; y por lo tanto esas cosas (como eso, "Si él ofende contra mÃ") no son mencionadas en absoluto por el apóstol, como si no se hablara de él como un tipo. Y esto derroca claramente la pretensión de nuestro comentarista; porque si el apóstol no produjera las mismas palabras siguientes al testimonio que él trajo, porque no pertenecÃan a aquel de quien habló, prueba innegablemente que todas aquellas que él incita y produce fueron correctamente dichas de él.
Y no puedo alcanzar la fuerza de esta inferencia, 'Porque en un lugar donde todo lo dicho no fue dicho de Cristo, el apóstol hace uso de lo que asà fue dicho de él, y omite lo que no fue dicho; por lo tanto, de lo que produce en el lugar siguiente, algo le pertenece y algo no. Si algo se ofrece con este propósito, debe ser en una instancia de un testimonio producido, en las palabras del cual son producido, y no en lo que puede seguir en el mismo capÃtulo y salmo se afirma lo que ahora no pertenece a Cristo más de lo que pertenece a este escritor la creación del cielo o la tierra; que es el caso que nos ocupa.
Habiendo puesto como premisa estas consideraciones generales, las aplica en particular a su interpretación de este testimonio usado por el apóstol.
âEstas palabras,â dice él, âhabiendo sido pronunciadas primero expresamente por Dios, y aquà por este escritor referidas a Cristo, debemos considerar lo que en ellas hace a su alcance y propósito, lo que está de acuerdo con la naturaleza y condición de Cristo, quien ciertamente era un hombre; y tal, ciertamente, no es aquel de quien habla el salmo acerca de la creación del cielo y de la tierra. Y esto era bien sabido por aquellos con quienes el apóstol tenÃa que ver.â
Pero cualquiera puede percibir que estas cosas se dicen gratuitamente, y sobre la suposición de que Cristo era un mero hombre, y no Dios por naturaleza, cuando las palabras mismas, atribuyendo una preexistencia al mundo y omnipotencia a él, sà prueban la contrario. Se ha mostrado cuál es el alcance del apóstol en todo el discurso bajo consideración, y también cuán directamente todo este testimonio tiende a la prueba de lo que él habÃa propuesto.
Es verdad que las palabras son dichas de aquel que es Dios; pero no menos cierto, siendo el apóstol juez, que es el Hijo de Dios quien es ese Dios. Es cierto que él también era hombre, y nada se le atribuye sino lo que le pertenece a él que fue hombre, pero no como él era hombre; y tal fue la creación del cielo y la tierra.
La opinión de estos hombres es que mientras que en las palabras se mencionan dos cosas, la creación del mundo, que fue pasada, y la disolución o destrucción del mismo, que habÃa de venir, que esta última se asigna a Cristo, pero no el primero; y para esta división de las palabras, que confesadamente no está insinuada en lo más mÃnimo por el apóstol, da estas razones:
1. âTodas las palabras del salmo se hablan manifiestamente del Dios supremo, y ninguna palabra en el salmo declara que Cristo es ese Dios, sin embargo, por necesidad, si estas palabras se aplican a Cristo, debe suponerse que él es el supremo. Dios allà hablado. Pero si este divino escritor hubiera dado esto por sentado, habrÃa sido eminentemente necio al tratar de probar con argumentos y testimonios que el Creador supera a todas las criaturas. Debe usar, en un asunto que no sea dudoso, testigos que no sean necesariosâ.
Esta es la primera razón por la cual probarÃa que el apóstol no aplicó las palabras a Cristo, aunque él mismo dice claramente que las aplica; porque su prefacio a ellos es, âPero del Hijo dice:â o, que si lo hace, lo hace maravillosamente tontamente; pues tal libertad se apropian los pobres gusanos. Que el salmo habla asà del Dios supremo, que directa y peculiarmente se refiere a Cristo el Hijo de Dios, se ha declarado en parte, y se demostrará más adelante.
Y el elogio en estas palabras dadas a él prueba que él es asÃ. Y aunque afirma que fue una locura en el apóstol probar por las obras de aquel que es Dios que está por encima de los ángeles, la más gloriosa de las criaturas creadas, sin embargo, Dios mismo con mayor frecuencia de estas sus obras, su omnisciencia, omnipresencia, y otros atributos declarados en ellos, prueba su excelencia en comparación con los Ãdolos, que no tienen existencia sino en la imaginación de los hombres. Ver IsaÃas 41:21 , etc.
Por este testimonio, pues, prueba el EspÃritu Santo con infinita sabidurÃa que el que fue hecho por un poco de tiempo menor que los ángeles, en un aspecto, era absolutamente y en su propia persona infinitamente superior a ellos, como siendo el creador del cielo y de la tierra. .
2. Agrega: âAquellos hebreos a quienes escribió estaban persuadidos de que Cristo era Dios, el creador del cielo y la tierra, o no lo estaban. Si lo fueran, ¿qué necesidad de todos estos argumentos y testimonios? Una palabra podrÃa haber despachado toda esta controversia, afirmando que Cristo era el creador, criaturas angélicas, entre las cuales no podÃa haber comparación, ni motivo alguno para temer que la ley dada por la administración de los ángeles se prefiriera al evangelio, del cual él era el autor.
Si decimos esto último, que todavÃa no lo creÃan, ahora suponemos que se esfuerza mucho en vano; porque supone y da por sentado que era verdad lo único en cuestión. Entonces, ¿qué necesita él para probar con tantos argumentos que Cristo fue más excelente que los ángeles, y dar por sentado lo que lo habrÃa puesto fuera de duda, a saber, que él era Dios, que hizo el cielo y la tierra?
Respuesta _ Este dilema tiene tanta fuerza contra los otros testimonios producidos en este capÃtulo o en otros lugares por el apóstol como contra este; de modo que el uso de ella apenas demuestra la reverencia a la santa palabra de Dios que se requiere de nosotros. Pero la verdad es, conceded que de las suposiciones queráis, no resultará nada inconveniente en cuanto a la argumentación del apóstol.Â
¿Concediéndose que ellos creyeron, y que expresamente, para que Cristo sea Dios, los creyentes no necesitan que su fe sea confirmada por testimonios de la palabra que no se les ocurran tan fácilmente a ellos mismos? ¿No tienen necesidad de ser fortalecidos en la fe, especialmente en aquellos puntos que en aquellos dÃas eran muy opuestos, como era esto de la gloria eterna del MesÃas, acerca de lo cual los hebreos creyentes tenÃan que tratar continuamente con adversarios sabios y obstinados?Â
Y si el apóstol hubiera podido terminar toda la controversia afirmando claramente que él era el creador de todas las cosas y de las criaturas angélicas, ¿no podrÃa también haber terminado la disputa sobre su preeminencia sobre los ángeles con una palabra, sin citar tantas testimonios que lo demuestren? Pero, ¿habÃa revelado los misterios del Antiguo Testamento a los hebreos, cuál era su diseño?Â
Si hubiera manifestado que no enseñó nada más que lo que fue revelado antes (aunque oscuramente) a Moisés y los profetas; que se proponÃa hacer, para asà fortalecer y confirmar en la fe a los que creÃan y convencer a los que se oponÃan?Â
Nuevamente, supongamos que algunos de ellos a quienes él escribió todavÃa no creyeran expresamente en la deidad de Cristo, como los mismos apóstoles no creyeron por un tiempo en su resurrección, ¿podrÃa hallarse una manera más convincente para persuadirlos a ello, que tenerlos presentes? de aquellos testimonios del Antiguo Testamento donde se le atribuyen los atributos y obras de Dios?Â
Tampoco estaba ahora en duda si Cristo era Dios o no, sino si era más excelente que los ángeles que dieron la ley; y qué curso más eficaz podrÃa tomarse para poner fin a esa investigación que probar que él hizo el cielo y la tierra, es decir, producir un testimonio en el que se le asigna la creación de todas las cosas, está más allá de la sabidurÃa del hombre para inventar.
3. Añade: âPara que en este lugar se hable de Cristo, ya sea en relación con su naturaleza humana o con su naturaleza divina. Si de lo primero, ¿con qué fin debe hacer mención de la creación del cielo y la tierra? Cristo como hombre, y hecho por encima de los ángeles, no hizo el cielo y la tierra. Si como Dios, ¿cómo podrÃa decirse que fue hecho por encima de los ángeles?
Pero la respuesta es fácil. Se dice que Cristo fue hecho por encima y más excelente que los ángeles, ni absolutamente como Dios, ni absolutamente como hombre, sino como Dios-hombre, el mediador entre Dios y el hombre; en lo cual, como mediador, para el desempeño de una parte de su oficio, fue hecho menor que ellos por un poco de tiempo; y asà la creación del cielo y la tierra demuestra la dignidad de su persona, y la equidad de su ser hecho más excelente que los ángeles en su oficio.
Y esto elimina por completo su siguiente excepción, que el recuerdo de su deidad no podrÃa ser un argumento para probar que la humanidad fue exaltada por encima de los ángeles; porque no es un argumento de la exaltación de su humanidad, sino la demostración de la excelencia de su persona, lo que el apóstol tiene entre manos.
4. Ãl alega, âQue es contrario al uso perpetuo de la Escritura, afirmar absolutamente de Cristo que él creó cualquier cosa. Cuando se le atribuye alguna creación, todavÃa se le aplica como la causa inmediata, y se dice que fue hecha por él o en él; en ninguna parte se dice absolutamente que cree. Y si él creó el mundo, ¿por qué Moisés no se lo atribuyó tan claramente como los escritores del Nuevo Testamento hacen la nueva creación ?â Res.
Si se afirmara en este lugar solamente que Cristo hizo todas las cosas, siendo las palabras claras y evidentes, y la cosa misma conforme a la Escritura en otros lugares, y no repugnante a ningún testimonio allà contenido, no hay pretensión, para aquellos que verdaderamente reverenciar la sabidurÃa y autoridad del EspÃritu Santo en la palabra, para negar que las palabras sean pronunciadas correcta y directamente; ni, si podemos tomar ese curso, quedará algo sagrado y á½ÎºÎ¯Î½Î·Ïον en la Escritura.
Además, ya hemos mostrado la vanidad de esa distinción, de que Dios hace las cosas por medio de Cristo, como si denotara alguna subordinación en la causalidad; ni los mismos socinianos admitirán tal cosa, sino que refutarán esa noción en los arrianos. Pero este no es el único lugar donde se afirma que Cristo hizo todas las cosas que están en el cielo y en la tierra. Juan 1:1-3 ; Colosenses 1:16 ; Colosenses 1:3 de este capÃtulo, con varios otros lugares, afirman lo mismo.
Porque lo que exigen de Moisés, si no creyéramos que Dios sabÃa qué revelación de sà mismo se convirtió en esa oscura dispensación mejor que ellos, podrÃamos considerarlo. Pero aún hay aun en el mismo Moisés, y en sus expositores los profetas, muchos más testimonios de la creación del mundo por el Verbo, que es el Hijo de Dios; que en otro lugar han sido abiertos y vindicados.
5. Concluye, âQue el orden y método del procedimiento del apóstol evidencia que esta creación del cielo y la tierra no le es atribuida a él. Porque vemos que él prueba la excelencia de Cristo sobre los ángeles por su nombre, que por el camino de la eminencia es llamado Hijo de Dios; y luego procede a su adoración por los ángeles; y en tercer lugar, pasa al honor real y al trono de Cristo; después de lo cual produce el testimonio en el que insistimos; y luego añade el fin de ese reino que Cristo ahora administra en la tierra.
¿Con qué fin en este discurso debe mencionar la creación del cielo y la tierra, cuando, si se omite, toda la serie del discurso concuerda y se relaciona bien? Porque habiendo declarado el reino de Cristo, con la continuación de su trono para siempre, afirma un efecto eminente del reino en la abolición del cielo y la tierra, y luego el fin de ese reino mismo.â
Pero este análisis del discurso del apóstol no concuerda con la mente del apóstol o su diseño en el lugar, ni con los principios de los hombres que lo formaron, ni es en verdad otra cosa que palabras vanas, para persuadirnos de que el apóstol no di lo que él dijo, y lo que está escrito para nuestra instrucción. No es, en primer lugar, conforme a sus propios principios; porque coloca el nombramiento de Cristo como Hijo de Dios, y su adoración por los ángeles, como antecedente de su elevación a su trono real; ambos que, especialmente el último, constantemente hacen consecuentes a él y efectos de él.
Ni es nada agradable al designio del apóstol, que no es el de probar directamente con estos testimonios que Cristo fue exaltado sobre los ángeles, sino mostrar la dignidad y excelencia de su persona que fue tan exaltada, y cuán razonable es que sea ââasÃ; lo cual está eminentemente probado por el testimonio bajo consideración. Como prueba de esta excelencia, el apóstol produce aquellos testimonios que se le dan en el Antiguo Testamento, y que en cuanto a su nombre, su honor y gloria, y sus obras en este lugar.
Tampoco hay ninguna razón para atribuir la destrucción del cielo y la tierra al poder real de Cristo, excluyendo su poder divino en la creación de ellos: porque la abolición del mundo (si tal ha de ser), o el cambio de él, es no menos un efecto del poder infinito que la creación del mismo; ni pertenece directamente al reino de Cristo, sino por accidente, como otras obras de la providencia de Dios.
Entonces, eliminadas estas excepciones, antes de proceder a la interpretación de las palabras, veremos qué evidencia puede agregarse a lo que ya hemos ofrecido, del salmo, para evidenciar y probar que todo este testimonio le pertenece a él; los cuales, si no hubiera otros (como hay muchÃsimos) testimonios de este propósito, serÃan abundantemente suficientes para determinar esta controversia.
1. Tenemos la autoridad del apóstol para ello, atribuyéndoselo a él. La palabra âyâ, al comienzo de Colosenses 1:10 , se relaciona confesamente con âMas del Hijo diceâ, Colosenses 1:8 : como si hubiera dicho: âMas del Hijo dice: Tu trono, Oh Dios, es por los siglos de los siglos; y al Hijo dijo: Tú, oh Dios, en el principio fundaste la tierra.â
2. Una vez más, todo el testimonio habla de la misma persona, no habiendo ninguna intención de introducir a otra persona en el texto que no se pretendÃa al principio; de modo que si alguna parte de lo que se dice pertenece a Cristo, la totalidad necesariamente debe ser asÃ. Suponer que en esta frase, âTú fundaste la tierra⦠y como a una vestidura los envolverásâ, se entiende una persona en el primer lugar, otra en el segundo, no hay tal cosa. ser insinuado por el salmista o el apóstol, es suponer lo que nos plazca, para que podamos alcanzar lo que tenemos en mente.
Una persona está aquà ciertamente y solo se le habla. Si este es el Padre, las palabras no conciernen a Cristo en absoluto, y el apóstol fue engañado en su alegación de ellas; si el Hijo, todo se habla de él, como afirma el apóstol.
3. Tampoco puede aducirse razón alguna por la que se deban atribuir a Cristo las últimas palabras y no las primeras. Dicen que es porque Dios por medio de él destruirá el mundo, que es lo que se dice en las últimas palabras. Pero, ¿dónde está escrito que Dios destruirá el mundo por medio de Cristo? Si dicen en este lugar, digo entonces se habla de Cristo en este lugar; y si es asÃ, se habla de él en las primeras palabras, âY tú, Señorâ, o no se habla en absoluto.
Además, ¿a quién pertenecen estas palabras finales: âPero tú eres el mismo, y tus años no acabarán?â Si estas palabras son dichas de Cristo, es evidente que todo lo anterior debe serlo también; porque a la creación y duración temporal del mundo se opone su soportar lo mismo, y el no decaer de sus años, es decir, su eternidad. Si dicen que pertenecen primeramente al Padre,pero se atribuyen a Cristo, como el de cambiar o abolir el mundo, porque el Padre lo hace por él, quiero saber cuál es el significado de estas palabras: 'Tú eres el mismo por Cristo, y tus años no se acaban por Cristo. ?'¿No es eterno el Padre sino en el hombre Cristo Jesús? Si dicen que no pertenecen en absoluto a Cristo, entonces esto es el resumen de lo que dicen: 'El principio de las palabras y el final de ellas, si se hablaran de Cristo, probarÃan su poder infinito, la eternidad y la divinidad. naturaleza.
Hay un pasaje en las palabras que suponemos que no lo hará, por lo tanto concederemos que ese pasaje se refiere a él, pero no al principio ni al final del testimonio, aunque innegablemente se habla de la misma persona; lo cual se deja a sà mismos juzgar si conviene a los hombres que profesan una reverencia por la palabra de Dios. Además, si concediéramos que todas estas sugerencias son ciertas, el apóstol al citar este testimonio no probarÃa nada en absoluto a su propósito, no, nada hacia lo que afirman que él apunta, a saber, que fue hecho. más excelente que los ángeles; porque ¿cómo de estas palabras se hará aparecer tal asunto? Dicen que por él Dios doblará los cielos como una vestidura.
Pero, en primer lugar, no se menciona ni se insinúa tal cosa. Se dice que el que los hizo los dobla. Y si dicen que de otros lugares puede parecer que será hecho por Cristo, entonces como este lugar debe ser apartado como inútil al apóstol, asà en verdad no hay nada atribuido a Cristo sino lo que los ángeles tendrá una participación, y probablemente la más principal, a saber, en doblar la creación como una prenda de vestir; que es un trabajo en el que están empleados los sirvientes, y no el Rey o el Señor mismo.
De hecho, el que considere sin prejuicios el discurso del apóstol encontrará poca necesidad de argumentos para manifestar a quién aplica este testimonio. Ãl lo llama ÎÏÏÎ¹Î¿Ï al principio, usando esa palabra que perpetuamente en el Nuevo Testamento denota al Señor Cristo, tan claramente explicando el texto hasta declarar de quién habla. Tampoco este testimonio le atribuye nada más que lo que en general habÃa afirmado antes de él, a saber, que por él fueron hechos los mundos.
Ni nunca se oyó hablar de que hombre alguno en su sano juicio citara un testimonio para confirmar su propósito, conteniendo palabras que nunca fueron dichas de aquel a quien las aplica; ni hay apenas nada en ellos que se le pueda aplicar tolerablemente, y la mayor parte declararÃa que él es lo que no es en absoluto: de modo que las palabras, tal como se usan para su propósito, deben ser falsas y ambiguas. .
¿Quién, entonces, puede sino creer, en este testimonio del apóstol, que Cristo el Señor hizo los cielos y la tierra? Y si el apóstol no quiso afirmarlo, ¿qué hay en el texto o cerca de él como una boya para advertir a los hombres que no corran sobre una plataforma, allà donde se les aparece un puerto tan hermoso? De todo lo que se ha dicho, es evidente que todo este testimonio pertenece a Cristo, y asà lo afirma el apóstol.
Procedamos ahora a la interpretación de las palabras. La persona de la que se habla y de quien se habla en ellos es el Señor: Σὺ ÎÏÏιε, âTú, Señorâ. Las palabras no están en el salmo en este versÃculo, pero lo que se dice se refiere a ×Öµ×Ö´×, âmi Dios:â âDije, oh mi Dios, no me quites en medio de mis dÃasâ; consolándose, bajo la consideración de la fragilidad y miseria de su vida, con el pensamiento y la fe de la eternidad y el poder de Cristo.
Porque aunque nuestras vidas nunca sean tan frágiles, sin embargo, en cuanto a la vida eterna, porque él vive, nosotros también viviremos, y él tiene poder para resucitarnos en el último dÃa, Juan 14:19; 1 Corintios 15:20 ; y esa es la base de todo nuestro consuelo contra la brevedad y miseria de nuestras vidas, por lo cual también parece que es el Señor Cristo a quien se dirige el salmista; porque de la consideración absoluta de la omnipotencia y eternidad de Dios no se puede sacar ningún consuelo.
Y, en verdad, habiendo afirmado abiertamente el pueblo de los judÃos que no podÃan tratar inmediatamente con Dios sino por medio de un mediador, lo cual Dios eminentemente aprobó en ellos, deseando que tal corazón permaneciese siempre en ellos, Deuteronomio 5:25-29 , asà como les permitió no acercarse a su presencia tÃpica entre los querubines sino por un mediador tÃpico, su sumo sacerdote, asà también fueron instruidos en su acercamiento real a Dios, que no debÃa hacerse inmediatamente al Padre sino por el Hijo, a quien en particular el apóstol declara que el salmista en este lugar se refiere. En cuanto a esta persona, o el âSeñorâ, afirma dos cosas, o le atribuye dos cosas.
1. La creación del cielo y la tierra;
2. La supresión o cambio de los mismos.
De esa atribución procede a una comparación entre él y la más gloriosa de sus criaturas, y eso en cuanto a duración o eternidad; fragilidad y cambio en y por sà mismo, una de las criaturas, siendo aquello de lo que en particular se dirige al Señor.
Primero se insinúa el tiempo o la estación de la creación: ÎαÏ᾿ á¼ÏÏάÏ, por á¼Î½ á¼ÏÏá¿, es decir, ×ְּרֵשִ××ת, âen el principioâ, o como dice la palabra aquÃ, ×Ö°×¤Ö¸× Ö´××, âantiguamenteâ, antes de que fueran o existieran: 'Tuvieron su ser y principio de ti: de antaño no eran; pero en tu tiempo les diste la existencia o el ser. âTú pusiste los cimientos de la tierra, y los cielos son obra de tus manos,â' Hebreos 1:10 .
Dos cosas son observables en esta expresión de la creación de todas las cosas:
1. Se menciona claramente la distribución hecha de ellos en el cielo y la tierra. En la consideración de las obras de Dios, para admirar en ellas su grandeza, poder y sabidurÃa, o para enunciar su alabanza por ellas, es costumbre en la Escritura distribuirlas en partes, tanto más para fijar la contemplación de la mente sobre ellos, y excitarla a la fe, la admiración y la alabanza. Asà trata el salmista de las obras de la providencia de Dios al sacar a los hijos de Israel de Egipto, Salmo 136 .
Ãl toma, por asà decirlo, toda esa obra curiosa en sus varias partes, y agrega esa inferencia de alabanza a cada una de ellas, âPorque para siempre es su misericordiaâ. Y asà trata con las obras de la creación, Salmo 19 , y en varios otros lugares.
2. Lo que hay de peculiar en las expresiones con respecto a cada uno de ellos.
(1.) De la tierra se dice que él la fundó, debido a su estabilidad e inmovilidad; que es el lenguaje de la Escritura, él lo fijó, él lo afirmó, para que no sea movido para siempre. Puede ser, también, que todo el tejido del cielo y la tierra se compare con un edificio o edificio, del cual la tierra, como la parte más baja y más deprimida, se considera como el fundamento del todo; pero su estabilidad, inmovilidad y firmeza es lo que expresa la palabra y lo que se pretende con más propiedad.
(2.) De los cielos, que son las obras de sus manos; aludiendo al curioso marco y adornándolos con toda su hueste de luces gloriosas con que se adornan. El שִ×פְרָ×, Job 26:13 , la hermosura, el adorno o el adorno de los cielos, en su forma y forma curiosa y gloriosa, es lo que, a modo de distinción, el salmista pretende expresar con estas palabras: â Los cielos son obra de tus manosâ,
lo que tus manos, tu poder, con infinita sabidurÃa, ha enmarcado, para realzar y dar brillo y belleza a todo el tejido, como un maestro artesano hace las partes superiores y más nobles de su edificio. Esto es lo primero que se le asigna al Señor en este testimonio de su gloria.
La segunda está en el cambio o abolición de los mismos. La mayorÃa supone que los cielos y la tierra en el último dÃa solo serán cambiados, alterados o renovados, en cuanto a su calidad y belleza; algunos, que serán completamente destruidos, consumidos y abolidos. La discusión de esa duda no pertenece directamente a la interpretación o exposición de este lugar, ni el sentido de las palabras conduce particularmente al propósito y diseño del apóstol al recitar este testimonio.
Es suficiente para su argumento que la obra que fue antiguamente en la creación del mundo, y la que será en la mutación o abolición del mismo, que no es menos un efecto de poder infinito que la anterior, se atribuyen a la Señor Cristo. Cualquiera que sea el trabajo, lo compara con una prenda que ya no se usa, o al menos que no se usa de la misma manera que antes; y la obra misma hasta doblar o enrollar tal prenda, dando a entender la grandeza de aquel por quien se realizará esta obra, y la facilidad de la obra para él.
Toda la creación es como una vestidura, en la que muestra su poder revestido a los hombres; de donde en particular se dice que se reviste de luz como de un vestido. Y en ella está el escondite de su poder. Escondido está, como se oculta un hombre con un vestido; no que no deba ser visto en absoluto, sino que no debe ser visto perfectamente y tal como es. Muestra al hombre, y es conocido por ello; pero también lo oculta, que no se le ve perfecta o totalmente.
Asà son las obras de la creación para Dios. Ãl los convierte en su vestidura o vestido hasta el punto de dar en ellos algunos ejemplos de su poder y sabidurÃa; pero también está escondido en ellos, en el sentido de que por ellos ninguna criatura puede llegar al pleno y perfecto conocimiento de él. Ahora bien, cuando esta obra cese, y Dios desnude o revele toda su gloria a sus santos, y ellos lo conozcan perfectamente, lo vean tal como es, en la medida en que una naturaleza creada es capaz de esa comprensión, entonces a un lado y doblarlos, al menos en cuanto a ese uso, tan fácilmente como un hombre pone a un lado una prenda que va a usar o que no usará más. Esto está en la metáfora.
En esta afirmación insinúa una comparación entre este glorioso tejido del cielo y la tierra y el que los hizo, en cuanto a durabilidad y estabilidad, que es de lo que trata; quejándose de su propia miseria o mortalidad. Para los cielos y la tierra, declara que son en sà mismos de una naturaleza cambiante y perecedera; ×Öµ×Ö¸Ö¼×, αá½Ïοί, âistiâ, âpereceránâ. La palabra se relaciona inmediatamente con los cielos, pero por la figura zeugma comprende y toma también la tierra: âLa tierra y los cielos perecerán.
Esta naturaleza que se desvanece de la estructura del cielo y la tierra, con todas las cosas contenidas en ellos, la expone, primero, por su fin futuro, "Perecerán"; en segundo lugar, su tendencia a ese fin: âSe envejecen como un vestidoâ. Por su perecer la mayorÃa entiende su perecer en cuanto a su presente condición y uso, en esa alteración o cambio que se hará en ellos; otros, su total abolición.
Y a decir verdad, serÃa muy difÃcil suponer que una alteración solamente, y que a mejor, un cambio a una condición más gloriosa, deberÃa expresarse asÃ, ×Ö¹××Öµ××Ö¼; esa palabra, como también la griega, se usa siempre en el peor sentido, para perecer por una destrucción total. Su tendencia a esta condición es su âenvejecimiento como una prenda de vestirâ. En esta expresión se pueden denotar dos cosas:
1. El deterioro gradual de los cielos y la tierra, envejeciendo, empeorando y decayendo en su valor y uso;
2. Una aproximación cercana o acercarse a su final y perÃodo. En este sentido, el apóstol en esta epÃstola afirma que la dispensación del pacto que estableció el culto y las ceremonias judaicas envejeció y decayó, Hebreos 8:13 . No es que hubiera perdido nada de su primer vigor, poder y eficacia, antes de su abolición.
La observación estricta de todas sus instituciones por nuestro Salvador mismo manifiesta su poder y obligación de haber continuado en toda su fuerza: y esto fue tipificado por la continuación de Moisés en toda su fuerza y ââvigor hasta el mismo dÃa de su muerte. Pero él dice que era viejo y decadente, cuando estaba á¼Î³Î³á½ºÏ á¼ÏανιÏμοῦ, âcerca de la desapariciónâ, hasta su final, punto, y hasta una completa inutilidad, como entonces era, asà como todas las cosas que naturalmente tienden a un fin. envejece y decae. Y en este sentido, no en el primero, se dice que los cielos y la tierra envejecen, debido a su tendencia a ese perÃodo que, ya sea en sà mismos o en cuanto a su uso, recibirán; lo cual es suficiente para manifestar que son de una naturaleza cambiante y perecedera.
Y puede ser que suceda con estos cielos y la tierra en el último dÃa como sucedió con los cielos y la tierra de las instituciones judaicas (porque asà se les llama frecuentemente, especialmente cuando se habla de su disolución o abolición) en el dÃa de Dios está creando los nuevos cielos y la nueva tierra en el evangelio, según su promesa; porque aunque el uso de ellos y su poder de obligar a su observación fueron quitados y abolidos, sin embargo, se mantienen en el mundo como monumentos permanentes de la bondad y sabidurÃa de Dios al enseñar a su iglesia de antaño.
Asà sea con los cielos y la tierra de la vieja creación. Aunque serán desechados en el último dÃa de su uso como prenda para vestir y enseñar el poder y la sabidurÃa de Dios a los hombres, sin embargo, que sean preservados como monumentos eternos de ellos.
En oposición a esto se dice de Cristo que âél permaneceâ, âél es el mismoâ, y âsus años no acabanâ. Una y la misma cosa se pretende en todas estas expresiones, incluso su existencia eterna y absolutamente inmutable. La eternidad no está mal llamada "nunc stans", una existencia presente, en la que o para la cual nada es pasado o futuro, estando siempre totalmente presente en sà mismo y para sà mismo. Esto se expresa en que ××ªÖ¸Ö¼× ×ªÖ·×¢Ö²××, âTú permaneces, permaneces, soportas, no alteras, no cambiasâ, lo mismo también se expresa en las siguientes palabras, ××Ö¼× ×ַתָּ×, ὠαá½Ïá½¸Ï ÎµÎ¹á¿, âtú eres élâ, o âarte lo mismo;" o, como dice el sirÃaco, âel mismo que tú eresâ.
Hay una alusión en estas palabras, si no una expresión, de ese nombre de Dios, âYo soyâ; es decir, que es por sà mismo, en sà mismo, siempre absoluta e inmutablemente el mismo. Y este ××ªÖ¸Ö¼× ××Ö¼×, âtu ipseâ, los hebreos lo cuentan como un nombre distinto de Dios. De hecho, ××ªÖ¸Ö¼× ××Ö¼× ×Ö°×Ö¸Ö¹××, ὠὤν, αá½Ïá½¸Ï ÎµÎ¹á¿, todo el mismo nombre de Dios, expresando su eterna e inmutable auto-subsistencia.
La última expresión también, aunque metafórica, es de la misma importancia: âTus años no acabanâ. El que es eternamente el mismo propiamente no tiene años, que son una medida del tiempo transitorio, que denota su duración, principio y fin. Esta es la medida del mundo y de todas las cosas contenidas en él. Su permanencia se cuenta por años. Para mostrar la subsistencia eterna de Dios en oposición a la fragilidad del mundo, y todas las cosas creadas en él, se dice, sus años no fallan; es decir, lo suyo lo hacen, y llegado a su fin, de su ser y existencia no hay ninguno.
Cómo el apóstol prueba su intención por medio de este testimonio ha sido declarado en la apertura de las palabras, y la fuerza de esto para su propósito está abierta a todos. Ahora podemos desviarnos hacia aquellas observaciones doctrinales que las palabras nos ofrecen; como,
I. Todas las propiedades de Dios, consideradas en la persona del Hijo, cabeza de la iglesia, son adecuadas para dar alivio, consuelo y sostén a los creyentes en todas sus angustias.
Esta verdad se nos presenta por el uso de las palabras en el salmo y su conexión en el diseño del salmista. Bajo la consideración de su propia mortalidad y fragilidad, se alivia con pensamientos sobre la omnipotencia y la eternidad de Cristo, y toma argumentos de ahà para suplicar alivio.
Y esto puede desarrollarse un poco más para nuestro uso en las siguientes observaciones:
1. Las propiedades de Dios son aquellas por las que Dios se nos da a conocer, y declara tanto lo que es como lo que encontraremos que es en todo lo que tenemos que tratar con él: es infinitamente santo, justo, sabio, bueno. , poderoso, etc. Y por nuestra aprehensión de estas cosas somos llevados a ese conocimiento de la naturaleza de Dios que en esta vida podemos alcanzar, Ãxodo 34:5-7 .
2. Dios muchas veces declara y propone estas propiedades de su naturaleza para nuestro sostén, consuelo y alivio, en nuestros problemas, angustias y esfuerzos por la paz y el descanso de nuestras almas, IsaÃas 40:27-31 .
3. Que desde la entrada del pecado, estas propiedades de Dios, absolutamente consideradas, no producirán ese alivio y satisfacción a las almas de los hombres que habrÃan hecho, e hicieron, mientras el hombre continuara obedeciendo a Dios de acuerdo con la ley de su creación. Por lo tanto, Adán sobre su pecado no sabÃa nada que lo animara a esperar ayuda, piedad o alivio de él; y por eso huyó de su presencia, y se escondió.
La justicia, la santidad, la pureza y el poder de Dios, todos infinitos, eternos, inmutables, considerados absolutamente, de ninguna manera son adecuados para el beneficio de los pecadores en cualquier condición, Romanos 1:32 ; Habacuc 1:12-13 .
4. Estas propiedades de la naturaleza divina están enteramente en cada persona de la Trinidad; de modo que cada persona es tan infinitamente santa, justa, sabia, buena y poderosa, porque cada persona es igualmente participante de toda la naturaleza y el ser divinos.
5. La persona del Verbo, o el Hijo eterno de Dios, puede ser considerado absolutamente como tal, o como diseñado en el consejo, sabidurÃa y voluntad del Padre, por y con su propia voluntad y consentimiento, para la obra. de mediación entre Dios y el hombre, Proverbios 8:22-31 . Y en él como tal es que las propiedades de la naturaleza de Dios son adecuadas para dar alivio a los creyentes en toda condición; por,
(1.) Fue el designio de Dios, en la designación de su Hijo para ser mediador, recuperar la comunión entre él y su criatura que se habÃa perdido por el pecado. Ahora bien, el hombre fue creado al principio de tal manera que todo en Dios era adecuado para ser una recompensa para él, y en todas las cosas para darle satisfacción. Estando completamente perdida por el pecado, y toda la representación de Dios ante el hombre llenándose de pavor y terror, todo intercambio de gracia, en una forma de amor especial de parte de Dios, y obediencia espiritual y voluntaria de parte del hombre, fue interceptado y cortado.
Al diseñar Dios nuevamente llevar a los pecadores a una comunión de amor y obediencia consigo mismo, debe ser presentándoles sus benditas propiedades como adecuadas para su estÃmulo, satisfacción y recompensa. Y esto lo hace en la persona de su Hijo, designado para ser nuestro mediador, Hebreos 1:2-3 ; por,
(2.) El Hijo está diseñado para ser nuestro mediador y la cabeza de su iglesia en forma de pacto, en el que hay un compromiso para el ejercicio de todas las propiedades divinas de la naturaleza de Dios para el bien y la ventaja de ellos. a quienes ha emprendido, y a quienes se propuso traer de nuevo al favor y la comunión con Dios. Por lo tanto, los creyentes ya no consideran las propiedades de Dios en la persona del Hijo de manera absoluta, sino como comprometidas en una forma de pacto para su bien, y como propuestas a ellos para una recompensa eterna y satisfactoria.
Esta es la razón por la que él los llama tan a menudo a que lo contemplen, vean y consideren, y asà sean refrescados. Consideran su poder, ya que es poderoso para salvar; su eternidad, ya que él es una recompensa eterna; su justicia, como fiel para justificarlos; todas sus propiedades, como comprometidas en pacto para su bien y ventaja. Lo que él es en sà mismo, eso será para ellos en forma de misericordia. De este modo, las santas propiedades de la naturaleza divina se convierten en un medio de apoyo para nosotros, considerado en la persona del Hijo de Dios. Y esto es,
[1.] Un gran estÃmulo para creer. El Señor Cristo, como la SabidurÃa de Dios que invita a los pecadores a venir a él y hacerse partÃcipes de él, pone todas sus divinas excelencias como motivo para ello, Proverbios 8:14-15 , etc.; porque por ellos nos asegura que hallaremos en él descanso, satisfacción y abundante galardón.
Y la misma invitación hace a los pobres pecadores: IsaÃas 45:22 , âMirad a mÃ, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay otro.â Con justicia pueden esperar la salvación en aquel que es Dios, y en quien todos los atributos divinos son propuestos para su provecho, a medida que encuentran a los que acuden a él, IsaÃas 45:24-25 . La consideración de esto previene todos los temores y responde todas las dudas de aquellos que lo admiran.
[2.] Una instrucción sobre cómo considerar las propiedades de Dios por fe para nuestro beneficio; es decir, como comprometidos en la persona del Hijo de Dios para nuestro bien. Absolutamente considerados, pueden llenarnos de pavor y terror, como lo hicieron con los antiguos que concluyeron, cuando pensaban que habÃan visto a Dios o habÃan oÃdo su voz, que debÃan morir. Considerado como sus propiedades quien es nuestro Redentor, son siempre aliviadoras y consoladoras, IsaÃas 54:4-5 .
II. Toda la antigua creación, incluso las partes más gloriosas de ella, apresurándose hacia su perÃodo, al menos en cuanto a nuestro presente interés en ella y uso de ella, nos llama a no fijar nuestros corazones en las pequeñas partes perecederas que tenemos en ella, especialmente ya que tenemos a Aquel que es omnipotente y eterno por nuestra herencia. La figura o moda de este mundo, nos dice el apóstol, está pasando, esa hermosa apariencia que tiene en el presente para nosotros; se está apresurando a su perÃodo; es una cosa que se desvanece y muere, que no puede darnos una verdadera satisfacción.
tercero El Señor Cristo, el mediador, la cabeza y el esposo de la iglesia, es infinitamente exaltado sobre todas las criaturas, en cuanto que es Dios sobre todo, omnipotente y eterno.
IV. El mundo entero, los cielos y la tierra, siendo hechos por el Señor Cristo, y siendo disueltos por él, está enteramente a su disposición; ser ordenada para el bien de los que creen. Y por lo tanto,
V. No hay causa justa de temor para los creyentes de ninguna cosa en el cielo o la tierra, ya que todos ellos son obra y están a disposición de Jesucristo.
VI. Cualesquiera que sean nuestros cambios, internos o externos, sin que Cristo cambie, nuestra condición eterna está asegurada y se proporciona alivio contra todos los problemas y miserias presentes. La inmutabilidad y la eternidad de Cristo son el manantial de nuestro consuelo y seguridad en toda condición. La suma de todo es que,
VIII. Tal es la fragilidad de la naturaleza del hombre, y tal la condición perecedera de todas las cosas creadas, que nadie puede obtener el más mÃnimo consuelo sino el que surge de un interés en la omnipotencia, soberanÃa y eternidad del Señor Cristo.
Esto, digo, es aquello en lo que insisten las palabras, tal como se usan en el salmo, nos instruyen; y esto por lo tanto podemos mejorar un poco más.
Esto es lo que nos instruye el ministerio de Juan Bautista:
IsaÃas 40:6-8 , la voz clamaba,
âToda carne es hierba, y todo su bien, como flor del campo: la hierba se seca, la flor se marchita; porque el EspÃritu de Jehová sopla sobre él; ciertamente hierba es el pueblo. La hierba se seca, la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanecerá para siempre.â
Todo es hierba, hierba marchita. Aunque florezca y parezca hermosa por un poco de tiempo, sin embargo, no hay continuación ni constancia en ello. Todo viento que pasa sobre ella la seca. Esto es lo mejor de la carne, de todo lo que en y por nosotros mismos somos, hacemos, disfrutamos o esperamos. La âcorona de la soberbia del hombreâ y su âhermosura gloriosaâ no es más que âuna flor que se marchitaâ, IsaÃas 28:1 .
¿Qué alegrÃa, qué paz, qué descanso se puede tener en las cosas que se mueren en nuestras manos, que perecen ante cada soplo de viento que pasa sobre ellas? ¿Dónde, pues, buscará descanso, consuelo y satisfacción esta pobre criatura, tan frágil en sà misma, en sus actos, en sus goces? Sólo en esto, que la Palabra del Señor permanece para siempre, en la eternamente permanente Palabra de Dios; es decir, el Señor Cristo como se predica en el evangelio.
Entonces Pedro aplica estas palabras, 1 Pedro 1:25 . Por un interés en él solo, su eternidad e inmutabilidad, puede obtenerse alivio contra la consideración de este estado y condición perecederos y moribundos de todas las cosas. AsÃ, el salmista nos dice que âen verdad, todo hombre en su mejor estado es completa vanidad,â Salmo 39:5 ; y de ahà toma la conclusión en la que ahora se insiste, Salmo 39:7 , âY ahora, Señorâ, 'viendo que es asÃ, viendo que esta es la condición de la humanidad, ¿de qué se ha de cuidar? que es de esperar Nada en absoluto, ni el menor de uso o comodidad.
â¿Qué espero yo? mi esperanza está en ti;â 'sólo de ti, como un Dios eterno, perdonador y salvador, busco alivio.' El hombre, en verdad, en esta condición busca a menudo la satisfacción de sà mismo, de lo que es, hace y disfruta, y de lo que dejará después de él; consolándose contra su propia fragilidad con una eternidad que se imagina a sà mismo en su posteridad, y su disfrute de sus bienes y herencia. Asà nos dice el salmista, Salmo 49:11 ,
âSu pensamiento interior es que sus casas permanecerán para siempre, y sus habitaciones por todas las generaciones; ellos llaman a sus tierras por sus propios nombres.â
Ellos ven, en verdad, que todos los hombres mueren, sabios y necios, Salmo 49:10 , y no pueden dejar de observar su propia fragilidad. Por lo cual están resueltos a prever en su contra; perpetuarán su posteridad y su herencia. De esto se sirven para desahogarse en lo más recóndito de su imaginación. Pero, ¿qué censura pasa el EspÃritu Santo sobre este artificio, Salmo 49:12 ? âSin embargo,â dice él, a pesar de todas estas imaginaciones, âel hombre que goza de honra no permanece; es como las bestias que perecen,â lo cual prueba además, Salmo 49:17-20, mostrando plenamente que él mismo no se preocupa de ninguna manera por la perpetuidad imaginaria de sus posesiones; las cuales, como todas ellas son cosas perecederas, asà él mismo muere y se desvanece mientras está en la contemplación de su perduración. Y la verdad propuesta puede ser más evidenciada por las siguientes consideraciones:
1. El hombre fue hecho para la eternidad. No fue llamado de la nada para volver a ella otra vez. Cuando es una vez, es para siempre; no en cuanto a su estado presente, que es frágil y cambiante, sino en cuanto a su existencia en una u otra condición. Dios lo hizo para su gloria eterna, y por eso le dio una subsistencia sin fin. Si hubiera sido creado para continuar un dÃa, un mes, un año, mil años, las cosas proporcionadas a ese espacio de tiempo podrÃan haberle proporcionado satisfacción; pero él está hecho para siempre.
2. Es consciente de su condición. Muchos, de hecho, se esfuerzan por desechar los pensamientos al respecto. DesearÃan de buena gana no estar más de lo que están aquÃ. En ese caso podrÃan encontrar lo suficiente, como suponen, para satisfacerlos en las cosas que son como ellos. Pero esto no será.
Encuentran en sà mismos un testimonio de lo contrario; algo que les asegura un ajuste de cuentas posterior, y que las cosas que ahora hacen serán reclamadas en otro mundo. Además, la convicción de la palabra, con los que la disfrutan, pone el asunto fuera de discusión. No pueden evadir el testimonio que da a su subsistencia eterna.
3. Por lo tanto, los hombres están expuestos a doble problema y perplejidad: primero, que mientras su subsistencia eterna, en cuanto al disfrute del bien o del mal, depende de su vida presente, ésta es frágil, marchita, perecedera. Ellos están aquà ahora; pero cuando hayan pasado algunos dÃas, deben ir al lugar de donde no volverán. Encuentran su subsistencia dividida en dos partes muy desiguales, unos pocos dÃas y la eternidad, y esta última regulada por la primera.
Esto los llena de ansiedad y hace que a veces se cansen de la vida, a veces la odien, casi siempre se preocupen por ella y lamenten su fragilidad. En segundo lugar, que ninguna cosa perecedera les brindará alivio o sostén en esta condición, ¿cómo deberÃa hacerlo? Ellos y estos se separan a cada momento, y eso por la eternidad. No hay consuelo en despedirse perpetuamente de las cosas amadas.
Tal es la vida del hombre en cuanto a todos los placeres terrenales. No es más que separarse de lo que tiene el hombre; y cuanto más se dedica un hombre a ello, más problemas tiene con ello. Las cosas de esta creación no continuarán nuestra vida aquÃ, a causa de nuestra fragilidad; no nos acompañarán hasta la eternidad, a causa de su propia fragilidad. Nosotros cambiamos y ellos cambian; nosotros somos vanidad, y ellos no son mejores.
4. Un interés en la omnipotencia, soberanÃa y eternidad del Señor Cristo dará alivio y satisfacción al alma en esta condición. Hay algo en ellos que es adecuado para aliviarnos de nuestra presente fragilidad y para dar satisfacción a nuestra futura eternidad; por,
(1.) Lo que no tenemos en nosotros mismos, por un interés en Cristo lo tenemos en otro. En él tenemos estabilidad e inmutabilidad; porque lo que es en sà mismo, es para nosotros y para nosotros. Todas nuestras preocupaciones están envueltas y aseguradas en él. Ãl es nuestro: y aunque nosotros cambiamos en nuestra propia persona, él no cambia, ni nuestro interés en él, que es nuestra vida, nuestro todo. aunque nosotros muramos, él no morirá; y porque él vive, nosotros también viviremos.
Aunque todas las demás cosas de las que aquà hacemos uso perecen y pasan, él permanece como una porción bendita y satisfactoria para el alma creyente: porque asà como nosotros somos suyos, asà todo lo suyo es nuestro; solamente guardado en él y guardado para nosotros en él. De modo que bajo todos los desconsuelos que puedan sobrevenirnos por nuestra propia fragilidad y miseria, y la condición perecedera de las cosas externas, tengamos dulce alivio para nosotros en esto, que tenemos todas las cosas buenas atesoradas para nosotros en él. Y la fe sabe servirse de todo lo que hay en Cristo, para consuelo y sostén del alma.
(2.) Cuando nuestra fragilidad y variabilidad han tenido su mayor efecto sobre nosotros, cuando han hecho lo peor sobre nosotros, solo nos llevan al pleno disfrute de lo que el Señor Cristo es para nosotros, es decir, una recompensa muy grande. , y una plena satisfacción para la eternidad. Entonces viviremos para siempre en aquello de lo que ahora vivimos, estando presentes con él, contemplando su gloria y siendo hechos partÃcipes de ella. Para que tanto aquà como en el más allá haya alivio, consuelo y satisfacción para los creyentes, guardados en las excelencias de la persona de Jesucristo. Y esto deberÃa enseñarnos,
[1.] La miseria de aquellos que no tienen interés en él, y por lo tanto no tienen nada para aliviarse contra los males de cualquier condición. Todas sus esperanzas están puestas en esta vida, y en los goces de ella. Cuando estos hayan pasado una vez, serán eternamente y en todas las cosas miserables, miserables más allá de nuestra expresión o su comprensión. ¿Y qué es esta vida? âUn vapor, que aparece por un poco de tiempo.
¿Cuáles son los goces de esta vida? Cosas que mueren y perecen; y para ellos, combustible para la lujuria, y asà para el infierno. Supongamos que viven veinte, treinta, cuarenta, sesenta años, pero todos los dÃas temen, o deberÃan temer, que será el último. Algunos mueren a menudo todos los dÃas desde el primero hasta el último de la máxima extensión de la vida del hombre: de modo que cada dÃa puede ser el último para cualquiera; ¿Y de quién serán entonces todos sus tesoros de cosas terrenales? Y el alivio que los hombres experimentan contra los temores atormentadores a los que los expone la fragilidad de su condición no es en absoluto mejor que sus problemas.
Es la seguridad pecaminosa, la que da a la plenitud de su miseria una ventaja para sorprenderlos, ya ellos mismos una ventaja para agravar esa miseria con el aumento de su pecado. Mientras tanto, âspes sibi quisqueâ, âla esperanza de cada uno está sólo en sà mismoâ; lo que lo hace perpetuamente como la entrega del fantasma. Seguramente es muy despreciable el contento que el hombre moribundo puede tener al morir cosas .
No debemos quedarnos a descubrir las miserias de la vida del hombre, y la debilidad de las comodidades y alegrÃas de la misma; pero sean lo que sean, ¿qué es de ellos cuando tienen pensamientos serios sobre su presente fragilidad y su futura eternidad? Esta eternidad siguiente es como las vacas flacas del faraón, que inmediatamente devoran todos los placeres gordos de esta vida presente y, sin embargo, continúan tan flacas y miserables como siempre.
La miseria eterna de los hombres no será aliviada en lo más mÃnimo, sÃ, será aumentada por los placeres de esta vida, una vez que los haya devorado. Y esta es la porción de aquellos que no tienen interés en la eternidad e inmutabilidad del Hijo de Dios. Su presente fragilidad les hace temer continuamente la eternidad, y su temor a la eternidad amarga todas las cosas que deberÃan usar para el alivio de su fragilidad; y esa seguridad que proporcionan contra ambos aumenta su miseria, por el pecado aquà y el sufrimiento en el más allá.
[2.] Esto también nos enseñará cómo usar estas cosas terrenales, cómo los moribundos deben usar a las criaturas moribundas; esto es, usarlos para nuestro presente servicio y necesidad, pero no como los que buscan en ellos descanso o satisfacción, que no nos darán. Usa el mundo, pero vive en Cristo.
[3.] No desanimarnos bajo el sentimiento de nuestra presente fragilidad. Vemos qué bendito alivio se proporciona contra nuestro desmayo por ese motivo.
VersÃculo 13
El siguiente versÃculo contiene el último testimonio producido por el apóstol para la confirmación de la preeminencia del Señor Cristo sobre los ángeles, en las palabras que siguen:
Hebreos 1:13 . Î Ïá½¸Ï Ïὶνα Îá½² Ïῶν á¼Î³Î³ÎλÏν εἴÏηκΠÏοÏε · ÎºÎ¬Î¸Î¿Ï á¼Îº Îεξιῶν Î¼Î¿Ï , á¼ÏÏ á¼Î½ θῶ ÏÎ¿á½ºÏ á¼ÏθÏÎ¿á½ºÏ ÏÎ¿Ï á½ÏοÏÏδιtim.
No hay diferencia en la lectura de estas palabras. Tal como están expresados ââaquà por el apóstol, también lo están en la traducción de la LXX, y el texto original es exactamente traducido por ellos.
Hebreos 1:13 . Pero ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga [ ponga, coloque ] a tus enemigos por estrado de tus pies [el estrado de tus pies ]?
La utilidad de este testimonio para la confirmación de la dignidad y autoridad del MesÃas es evidente por la frecuente cita del mismo en el Nuevo Testamento: como por el mismo Salvador, Mateo 22:44 ; por Pedro, Hechos 2:34-35 ; y dos veces por nuestro apóstol, en este lugar y 1 Corintios 15:25 .
Tal como se usan aquà las palabras, podemos considerar la introducción como el testimonio y el testimonio mismo.
La introducción del testimonio es a modo de interrogación: â¿A cuál de los ángeles dijo él alguna vez?â Y aquà se pueden observar tres cosas:
1. Que en el interrogatorio se incluye una negación vehemente : 'En ningún momento dijo a ningún ángel;' nunca habló palabras ni cosas semejantes acerca de ellos; no hay testimonio de ese propósito registrado en todo el Libro de Dios. La forma de expresión pone énfasis en la negación. Y el hablar aquà se relaciona con lo que se habla en la Escritura; que es el único medio de nuestro conocimiento y regla de nuestra fe en estas cosas.
2. Que hace aplicación de este testimonio a cada ángel en el cielo individualmente considerado; porque mientras que antes habÃa probado suficientemente la preeminencia del MesÃas sobre los ángeles en general, para obviar sus pensamientos acerca del especial honor y dignidad de uno o más ángeles, o ángeles de una manera singular, tal en verdad ellos concibieron, él aplica el presente testimonio a cada uno de ellos individualmente e individualmente considerados: â¿A cuál de los ángeles dijo él en cualquier momento?â
3. Una aplicación tácita de este testimonio al Hijo, o MesÃas: 'A los ángeles no dijo, sino al Hijo dijo: Siéntate a mi diestra'.
Que el testimonio en sà prueba claramente la intención del apóstol, siempre que las palabras hayan sido originalmente dichas de él o de aquel a quien se aplican, está más allá de toda excepción; porque contienen un elogio de aquel de quien se habla, y una asignación de honor y gloria a él, más allá de lo que fue o puede atribuirse a cualquier ángel. Resta, por lo tanto, que esto se pruebe primero, y luego la importancia del testimonio se explica por sà misma.
1. Para aquellos que creen en el evangelio, la autoridad del Señor Cristo y sus apóstoles aplicando este testimonio a él es suficiente para su convicción. Por nuestro Salvador, como se observó, se aplica al MesÃas en thesi, Mateo 22:42-44 . Y si esto no hubiera sido generalmente reconocido por los escribas y fariseos, y toda la iglesia de los judÃos, como no hubiera sido su propósito haberlo mencionado, asà no habrÃan sido reducidos a esa convicción y vergüenza por ello. Los apóstoles lo aplican al verdadero MesÃas en hypothesi; y en esto descansa nuestra fe.
2. Pero una parte considerable de la controversia que tenemos con los judÃos relacionada con este salmo 110, debemos aclarar aún más la aplicación de este al MesÃas de sus excepciones.
De la paráfrasis targum o caldea hay dos copias, una impresa en la Biblia de Arias, la otra en la edición de Basilea por Buxtorf. El tÃtulo del salmo en ambos es, ×¢× ×× ××× ×ª×©××ת×, âUn cántico de la mano de Davidâ, y el comienzo del mismo lo traduce asà el primero de ellos:
âEl Señor dijo por su Palabra que me darÃa el reino, porque estudié la doctrina de la ley de su diestra. Espera hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus piesâ. Por el otro asÃ: âDijo el Señor por su Palabra que me nombrarÃa señor de todo Israel. Pero él me dijo otra vez: Quédate por Saúl, que es de la tribu de BenjamÃn, hasta que muera, porque un reino no admitirá compañero; y después de eso pondré a tus enemigos por estrado de tus pies.
Además de lo que parece de otras consideraciones, es por lo tanto suficientemente evidente que este Targum se hizo después de que los judÃos comenzaron a ejercitarse en la controversia con los cristianos, y habÃan aprendido a corromper con sus glosas todos los testimonios dados en el Antiguo Testamento sobre el Señor. Cristo, especialmente de los que encontraron para ser utilizados en el Nuevo. Su corrupción del sentido del EspÃritu Santo en este lugar por una pretendida traducción es abiertamente maliciosa, contra la luz y la convicción evidentes.
El salmo que poseen del tÃtulo a ser escrito por David; pero querrÃan que él también fuera el sujeto de él, para que se hablara de él. Y por lo tanto estas palabras, âJehová dijo a mi Señorâ, se traducen, âEl Señor me dijo:â cuya afirmación es contraria al texto y falsa en sà misma; porque quienquiera que fue el redactor del salmo, habla de otra persona;
âJehová dijo a mi Señor;â dicen ellos: âEl Señor me dijoâ. Y a ello se anexan aquellas imaginaciones de estudiar la ley y esperar la muerte de Saúl, que en ningún caso pertenecen al texto o asunto que nos ocupa.
Otros, por tanto, para evitar esta roca, afirman que el salmo habla de David, pero no fue compuesto por él, siendo obra de algún otro que lo llama señor. Asà que David Kimchi en el lugar. Y esto se esfuerza por probar a partir de la inscripción del salmo. ×Ö°×Ö¸×Ö´× ×Ö´×Ö°××ֹר : es decir, dice él, âSalmo dicho a Davidâ; porque denota el tercero, y no el segundo caso o variación de sustantivos.
Pero esto es contrario al uso de ese prefijo a lo largo de todo el Libro de los Salmos; y si se permite esta observación, todos los salmos con este tÃtulo, ×Ö°×Ö¸×Ö´×, "le David", que son la mayor parte de los compuestos por él, deben ser adjudicados a él, en contra del sentido recibido y el consentimiento de judÃos y cristianos. Pero para manifestar completamente la locura de esta pretensión, y que el autor de la misma contradijo su propia luz por odio al evangelio, hay varios salmos con este tÃtulo, ×Ö°×Ö¸×Ö´×, "le David", que se afirma expresamente que fueron compuestos y cantada por él al Señor; como Salmo 18, cuyo tÃtulo es, âAl músico principal, ×Ö°×¢Ö¶×Ö¶× ×Ö°×Ö¸Ö¹×× ×Ö°×Ö¸×Ö´×â, (donde se repite el prefijo) âa David, siervo de Jehová, que habló a Jehová las palabras de este cánticoâ. Asà directamente los rabinos modernos contradicen su propia luz, por odio al evangelio.
Evidente, entonces, es que David no es tratado en este salmo, ya que él, siendo el escritor del mismo, lo llama su Señor con respecto a quien trata. Además, para omitir otros casos de igual fuerza, ¿cómo o cuándo juró Dios a David que serÃa sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec? Los judÃos sabÃan muy bien que David no tenÃa nada que ver con el sacerdocio. De modo que David no se preocupó por este salmo, sino solo como él fue su autor. No era aquà tanto como un tipo del MesÃas, sino que habla de él como su Señor.
Por lo que otros de ellos, como Jarchi, Lipman y Nizzachon, afirman que es de Abraham de quien se habla en este salmo; de quien se dice que fue compuesta por Melquisedec; el otro, por su siervo Eliezer de Damasco. Pero el cariño de estas presuntuosas ficciones es evidente. Melquisedec, en todos los aspectos, era mayor que Abraham, por encima de él en grado, dignidad y oficio, como rey y sacerdote del Dios AltÃsimo; y por lo tanto lo bendijo, y recibió diezmos de él, y de ninguna manera podÃa llamarlo su señor.
Eliezer asà lo hizo, siendo su siervo; pero ¿cómo podrÃa atribuirle el estar sentado a la diestra de Dios? ¿Cómo el envÃo de la vara de su poder desde Sion? ¿Cómo ser sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec? o, de hecho, alguna cosa mencionada en el salmo? Estas cosas no merecen ser insistidas, sino sólo manifestar las lamentables pretensiones de la presente infidelidad judÃa.
Parece del Diálogo de Justino Mártir con Trifón, que algunos de ellos en la antigüedad aplicaron este salmo a EzequÃas. Pero ni una sola palabra en él puede concebirse racionalmente para respetarlo; especialmente lo que se dice del sacerdocio lo excluye del todo, viendo que su bisabuelo, varón de más poder que él, fue herido de lepra, y perdió la administración de su reino, por un solo intento de invadir ese oficio, 2 Crónicas 26 .
Resta, entonces, que este salmo fue escrito acerca del MesÃas y solo de él, porque no se le puede asignar otro tema. Y este uso en nuestro pasaje podemos hacer del Targum, que mientras que estas palabras, "El Señor dijo", no se refieren a una palabra hablada, sino al propósito estable o decreto de Dios, como Salmo 2:7 , su autor lo ha traducido ellos ××ר ××× ××××ר×, âEl Señor dijo enâ (o âporâ) âsu Palabraâ; esa es su SabidurÃa, su Hijo, con quien ya quien habla, y acerca de quien se declara aquà su decreto y propósito.
Sólo resta que consideremos las objeciones de los judÃos contra nuestra aplicación de este salmo al MesÃas. Y estos son resumidos por Kimchi en su exposición del texto. âLos herejesâ, dice él, âexplican este salmo de Jesús. Y en el primer verso dicen que el Padre y el Hijo están diseñados. Y leen 'Adonai' con kamets debajo de Nun; en cuyo uso el Dios verdadero es significado por ese nombre.
Y el verso tercero, en ×¢××Ö° ellos leen khirik debajo de Ain; haciéndolo asà significar 'contigo'. Y lo que allà se dice de la 'hermosura de la santidad', lo atribuyen a lo que es del vientre. Pero en todas las copias que se encuentran, desde la salida del sol hasta su ocaso, khirik está con Nun en 'Adonai', y pathakh con Ain en
'Hammeka'. Y Gerolmus [Jerome] se equivocó en su traducción. Y por el error, si el Padre y el Hijo son la Deidad, ¿cómo es que uno necesita al otro? y ¿cómo puede decirle: 'Tú eres sacerdote?' Sacerdote es el que ofrece sacrificio, pero Dios no.â De la misma naturaleza son el resto de sus excepciones hasta el final de sus notas sobre ese salmo. A esto Lipman añade un discurso amargo y blasfemo sobre la aplicación de estas palabras, âdesde el vientreâ, Salmo 2:3 , hasta el vientre de la SantÃsima Virgen.
Respuesta Nuestra causa no se preocupa en absoluto por estos errores, sean de judÃos o de cristianos. Para los judÃos, su principal enemistad radica contra la deidad de nuestro Señor Jesucristo; y por lo tanto, cualquier testimonio que se produzca acerca de él, al presente imaginan que es para la prueba de su naturaleza divina. Esto se encuentra en el fondo de estas excepciones de Kimchi. Por lo tanto, él concibe que nuestro argumento de este lugar radica en la palabra ×Ö²×Ö¹× Ö¸×, y señalarlo con kamets, "Adonai", convirtiéndolo asà en el nombre propio de Dios; cuando reconocemos que es Adoni, señalado con khirik, y significa, âmi Señor.
Asà lo traduce el evangelista, Mateo 22:44 ; asà por la LXX.; y por Jerome, âDomino meoâ. Y el argumento de nuestro Salvador no está en la palabra ×Ö²×Ö¹× Ö¸×; pero que él, siendo hijo de David, era también entonces el señor de David, lo cual no podÃa ser de otro modo sino a causa de su naturaleza divina.
En las palabras reflexionadas por Kimchi se confiesa que ha habido errores entre traductores y expositores. Estas palabras, ×¢×Ö°Ö¼×Ö¸ × Ö°×Ö¸×ֹת, se traducen en la LXX. ÎεÏá½° Ïοῦ ἡ á¼ÏÏή· y por el vulgar de ellos, "Tecum principium", "Contigo está el principio"; que ha engañado a muchos expositores. Pero Kimchi sabÃa que Jerome las habÃa traducido, âPopuli tui duces spontaneiâ, âTu pueblo será lÃderes dispuestosâ; dando ambos significados de × Ö°×Ö¸×ֹת, aunque uno serÃa suficiente, âTu pueblo estáâ (o âestaráâ) âdispuestoâ.
Pero esto no pertenece a la causa bajo consideración. De la misma manera estas otras palabras han sido mal interpretadas por la misma traducción, ×ֵרֶ×Ö¶× ×ִשְ××ָר ×Ö°×Ö¸ ×Ö·× ×Ö·×Ö°×ֻתֶ×Ö¸. ᾿Îκ γαÏÏÏá½¸Ï ÏÏὸ ῾εÏÏÏÏÏον á¼Î³ÎννηÏά Ïε, dice la LXX.; y el vulgar, "Ex utero ante luciferum genui te", "Desde el vientre antes de la estrella de la mañana te he engendrado", lo que dio ocasión a muchas toscas exposiciones en Justino Mártir, Tertuliano, Epifanio, Austin y otros, pero las palabras se traducen correctamente, "El rocÃo de tu nacimiento es desde el vientre de la mañana", y expresan el surgimiento y el florecimiento del reino del MesÃas. Estas cosas prueban, en verdad, que es peligroso interpretar la Escritura sin prestar atención al texto original; pero que el MesÃas no está destinado en este salmo, no lo prueban.
Porque lo que además objetan, sobre nuestra suposición de la naturaleza divina de Cristo, âque no era necesario que Dios le prometiera a Dios su ayudaâ, no es más que un efecto manifiesto de su ignorancia o malicia. La asistencia no se promete al MesÃas como Dios, sino como hecho hombre por nosotros. Y asÃ, como sacerdote, ofreció ese sacrificio sin interés en el que tanto ellos como nosotros debemos perecer eternamente.
Para concluir este discurso, tenemos muchos de sus propios maestros coincidiendo con nosotros en la asignación de este salmo al MesÃas; y con ese fin se expresan libremente cuando sus mentes están apartadas de la consideración de la diferencia que tienen con los cristianos. Asà el autor de ספר ××קת ר×××, en sus señales de la venida del MesÃas. âArmillus agitará a todo el mundoâ, dice él, âa la guerra contra el MesÃas, ×××××× ××× ×××ר ×××©× ××××× × ××× ××§×× ××× × ×צר×× ×;â
âa quien el Dios santo no obligará a la guerra, sino que solamente le dirá: 'Siéntate a mi diestra'â;
refiriéndose a este lugar. Asà Saadias Gaón en Daniel 7:13 : צ××§× × ×××ת×× × ×× × ×××× × ×©× ××××× × ××× ×ש××;
âEste es el MesÃas nuestra justicia, como está escrito: 'Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra'â.
Afirman lo mismo en Midrash Tehilim; en Salmo 18:35 : ××imaratal ×××× × ×©× ××××× × ×¨×××× ××ר ×עת×× ××× siendo.
âEl rabino Joden dijo: En el mundo venidero, el Dios santo y bendito hará que el MesÃas el rey se siente a su mano derecha; como está escrito: Dijo Jehová a mi Señor: Siéntate a mi diestra.
Y al mismo propósito son las palabras de R. Moses Haddarshan en Bereshith Rabba en Génesis 18:1 : ××©× ×¨××× ×¤×ª× igh ×× ××× ×שע×Ö° itud az× no. ×××× × ××× × ×¢× ×××× ×Ö° anterior, omin ech. תר×× × ××ספת ×× para×ר ×× ×× × ××©× ×¢× aunque×riba× â³ ×× ××©× ×¢× erior. ×× siendoza
âEl rabino Berechia, en nombre del rabino Levi, abrió lo que se dice: 'Me darás el escudo de tu salvación, y tu diestra me sustentará', Salmo 18:35 . En el mundo venidero, el Dios santo y bendito hará que el MesÃas el rey se siente a su diestra; como está escrito: Dijo Jehová a mi Señor: Siéntate a mi diestra.
'Y Abraham se sentará a su mano izquierda. Y el rostro de Abraham se pondrá pálido, y dirá: 'El hijo de mi hijo se sienta a la derecha, y yo a la izquierda.' Pero Dios lo apaciguará, y le dirá: 'El hijo de tu hijo se sienta a mi diestra, pero yo estoy a tu diestra, como está escrito: Tu misericordia me aumentará.
Y asà en Salmo 17 : Rabà Joden en nombre de R. Chijah, ××× ××§×× ××ש×× ××××Ö° ××ש×× ××××× × ×©× ××ר × ×× ×××× ××××× ×,
âEn el mundo venidero, el santo y bendito Dios pondrá a MesÃas el rey a su diestra, como está dicho: 'Jehová dijo a mi Señor'â.
AsÃ, dejando a un lado la mezcla de sus locuras e impiedades, en lo que no nos concierne, tenemos suficiente sufragio de parte de los mismos judÃos para nuestra asignación de este salmo profético al MesÃas; lo cual es suficiente para tapar la boca de sus modernos contradictores, quienes no pueden asignar a ninguna otra persona a quien deba pertenecer. Habiendo, pues, eliminado sus objeciones, podemos volver a la interpretación de las palabras.
El asunto que se trata en la primera parte de estas palabras, o sentarse a la diestra de Dios, ya se ha mencionado un poco, y agregaré muy poco en el desarrollo posterior de esto en este lugar.
Algunas cosas controvertidas sobre estas palabras bien podemos omitir la consideración de; como si fuera el lugar más honorable de la antigüedad, la mano derecha o la izquierda. Además, ya se han hablado suficientemente de ellos en Salmo 17:3 . Porque mientras que en ninguna parte se hace mención de sentarse a la izquierda de Dios, como se observó, no hay comparación que fingir entre uno y otro.
Además, la pretensión de que la mano izquierda ha sido el lugar más honorable de la antigüedad es muy vana, insistida por algunos que tenÃan el deseo de ventilar nuevas observaciones sobre asuntos antiguos con poco propósito. Y Bellarmino muestra qué buen ocio tenÃa en el manejo de controversias, cuando dedicaba más tiempo y trabajo a responder a una objeción contra la supremacÃa del papa, de que Pedro estaba colocado en sellos antiguos a la izquierda de Pablo, que en muchos textos de la Escritura claramente. derribando sus pretensiones.
Tampoco consideraremos su pretensión a este testimonio, quienes, entendiendo que la naturaleza humana de Cristo es solo intencionada y hablada, afirman que su asiento a la diestra de Dios consiste en una comunicación real de todas las propiedades y atributos divinos a esa naturaleza. ; una pretensión muy alejada del diseño del apóstol y la importancia de las palabras,
Para el prefacio introductorio de este testimonio, â¿A cuál de los ángeles dijo él alguna vez?â ya lo hemos considerado. En el testimonio mismo debemos considerar,
1. La persona que habla, âJehováâ.
2. La persona a la que se le habla, âmi Señorâ.
3. La naturaleza y manera de este hablar, "dijo".
4. La cosa dicha, "Siéntate a mi mano derecha".
5. El fin del presente en cuanto a trabajo y operación, "haz de tus enemigos estrado de tus pies".
6. La limitación de la misma en cuanto a duración, âhastaâ.
1. La persona que habla es el SEÃOR, âDijo el SEÃOR.â En griego, tanto la persona que habla como la persona a la que se habla se expresan con el mismo nombre, ÎÏÏιοÏ, âSeñorâ; solo que la persona a la que se habla no se llama absolutamente asÃ, sino en relación con el salmista, ÎºÏ Ïίῳ Î¼Î¿Ï , âa mi señorâ. David lo llama su señor, Mateo 22:45 .
Pero en el hebreo tienen diferentes denominaciones. El que habla es Jehová, × Ö°×Ö»× ×Ö°×Ö¸Ö¹××, es decir, Dios Padre; porque aunque el nombre se use a menudo donde se habla claramente del Hijo, y algunas veces en el mismo lugar cada uno de ellos se menciona por ese nombre, como Génesis 19:25 ; ZacarÃas 2:8-9 , por su igual participación de la misma naturaleza divina, significada de ese modo, sin embargo, donde Jehová habla al Hijo o de él, como aquÃ, es la persona del Padre la que se denota claramente de ese modo, según como se mostró en la entrada de esta epÃstola.
2. La persona a la que se habla es el Hijo, ×Ö²××Ö¹×, âel Señorâ, el Señor de David; en qué respecto debemos preguntar ahora. El Señor Cristo, el Hijo, en cuanto a su naturaleza divina, es de la misma esencia, poder y gloria, con el Padre, Juan 10:30 . Absolutamente, pues, y naturalmente, en ese respecto no es capaz de subordinación al Padre ni exaltación por él, sino lo que depende y fluye de su generación eterna, Juan 5:26 .
Por dispensación se humilló a sà mismo, y se despojó de esta gloria, Filipenses 2:7-8 ; no por una separación real de él, sino por la asunción de la naturaleza humana en unión personal consigo mismo, haciéndose carne, Juan 1:14 ; en donde su eterna gloria se nubló por un tiempo, Juan 17:5 , y su persona se humilló para el cumplimiento de los actos de su mediación que habÃan de realizarse en la naturaleza humana, Filipenses 2:9-10 .
A esta persona de Cristo se le habla aquÃ, no sólo con respecto a su naturaleza divina, que no es capaz de exaltación o gloria por medio de la dádiva gratuita o la donación; ni con respecto a su naturaleza humana solamente, que no es el rey y cabeza de la iglesia; pero con respecto a toda su persona, en donde la naturaleza divina, ejerciendo su poder y gloria con la voluntad y entendimiento de la naturaleza humana, es el principio de aquellos actos teándricos por los cuales Cristo gobierna sobre todo en el reino que le ha sido dado por su Padre, Apocalipsis 1:17-18 .
Como era Dios, era el Señor de David, pero no su hijo; como era hombre, era hijo de David, y asà absolutamente no podÃa ser su Señor; en su persona, como Dios y hombre, era su Señor y su hijo, que es la intención de la pregunta de nuestro Salvador, Mateo 22:45 .
3. Por la naturaleza y manera de este hablar, cuándo y cómo Dios lo dijo, cuatro cosas parecen querer decir en él:
(1.) El decreto eterno de Dios concerniente a la exaltación del Hijo encarnado. Asà que David llama a esta palabra el "decreto", el estatuto o designación eterna de Dios, Salmo 2:7 . Esta es λÏÎ³Î¿Ï á¼Î½Î´Î¹Î¬Î¸ÎµÏοÏ, la palabra interna y eterna, o hablando de la mente, voluntad y consejo de Dios, a la que se refiere Pedro, 1 Pedro 1:20 . Dios dijo esto en el propósito eterno de su voluntad, para y con respecto a su Hijo.
(2.) El pacto y pacto que hubo entre el Padre y el Hijo acerca de la obra de mediación se expresa también en este dicho. Que hubo tal pacto, y la naturaleza del mismo, lo he declarado en otra parte. Véase Proverbios 8:30-31 ; IsaÃas 53:10-12 ; ZacarÃas 6:12-13 ; Juan 17:4-6 .
En este pacto Dios le dijo: âSiéntate a mi diestraâ; lo cual también abogó en y al término de su obra, IsaÃas 50:8-9 ; Juan 17:4-5 .
(3.) También hay en él la declaración de este decreto y pacto en las profecÃas y promesas dadas acerca de su cumplimiento y ejecución desde la fundación del mundo, Lucas 1:70 ; 1 Pedro 1:11 ; Génesis 3:15 .
Lo dijo âpor boca de sus santos profetas, que han existido desde el principio del mundoâ. Y en este sentido David solo relata las profecÃas y promesas que fueron antes, Lucas 24:25-27 . Y todo esto está comprendido en este hablar aquà mencionado, asà âle dijo el Señorâ; y todo esto habÃa pasado cuando David lo registró.
(4.) Pero aún mira hacia adelante, por el EspÃritu de profecÃa, hasta el cumplimiento real de todos ellos, cuando, al resucitar Cristo, y el cumplimiento de su obra de humillación, Dios realmente lo invistió con la gloria prometida, (que es la cuarta cosa que se pretende en la expresión,)
Hechos 2:33 ; Hechos 2:36 ; Hechos 5:31; 1 Pedro 1:20-21 . Todas estas cuatro cosas se centran en una nueva revelación hecha ahora a David por el EspÃritu de profecÃa. Esto lo declara aquà como el propósito estable, el pacto y la promesa de Dios el Padre, revelado a él: âJehová dijoâ.
Y esto también nos da cuenta de la manera de esta expresión, en cuanto a su enunciación imperativa, "Siéntate tú". Tiene en sà la fuerza de una promesa de que debe hacerlo, ya que respetó el decreto, pacto y declaración del mismo desde la fundación del mundo. Dios, comprometiendo su fidelidad y poder para que se lleve a cabo en su tiempo señalado, habla de ello como algo que debe hacerse instantáneamente. Y asà como esas palabras se refieren al glorioso cumplimiento de la cosa misma, denotan la aquiescencia de Dios en la obra de Cristo, y su autoridad en su gloriosa exaltación.
4. De lo que se habla es de Cristo sentado a la diestra de Dios. En que consiste lo que ha sido declarado en 1 Pedro 1:3 . En resumen, es la exaltación de Cristo para la administración gloriosa del reino que se le ha concedido, con honor, seguridad y poder; o como en una palabra lo llama nuestro apóstol, su reinado, 1 Corintios 15:25 ; de lo que ya hemos tratado en general.
Y aquà aceptaremos, y no nos molestaremos con la innecesaria curiosidad y especulación de algunos acerca de estas palabras. Tal es el de Maldonate en Mateo 16 , antes comentado en Mateo 16:3 . dice él,
âCum Filius dicitur sedere ad dextram Patris, denotatur comparatio virtutis Filii et Patris, et potentia Filii major dicitur ratione functionis officii et Administrationis ecclesiae. Paterque videtur fecisse Filium quodammodo se superiorem, et donasse illi nomen etiam supra ipsum Dei nomen, quod omnes Christiani tacite significant, cum audito nomine Jesu detegunt caput, audito autem nomine Dei, non item;â
de lo cual nada podrÃa decirse con más presunción ni locura; porque no hay en las palabras la más mÃnima indicación de ninguna comparación entre el poder del Padre y el Hijo, sino sólo la exaltación del Hijo del Padre al poder y la gloria expresada. Pero, como se dijo, estas cosas ya han sido consideradas.
5. Hay en las palabras el fin que se persigue al sentarse a la diestra de Dios; y esto es, hacer de sus enemigos el estrado de sus pies. Esto es lo que se le promete en el estado y condición en que es exaltado. Para la apertura de estas palabras debemos preguntar,
(1.) ¿Quiénes son estos enemigos de Cristo;
(2.) Cómo deben ser hechos su estrado;
(3.) Por quién.
(1.) Para el primero, hemos mostrado que es la gloriosa exaltación de Cristo en su reino de lo que se habla aquÃ; y, por lo tanto, los enemigos previstos deben ser los enemigos de su reino, o sus enemigos en su reino, es decir, mientras se sienta en su trono llevando a cabo la obra diseñada y los fines de la misma. Ahora bien, el reino de Cristo se puede considerar de dos maneras; primero, con respecto al poder espiritual interno y la eficacia de éste en los corazones de sus súbditos; en segundo lugar, con respecto a la administración exterior y gloriosa de ella en el mundo. Y en ambos aspectos tiene enemigos en abundancia, todos y cada uno de los cuales debe ser puesto por estrado de sus pies. Los consideraremos aparte.
El reino, gobierno o reinado de Cristo en el primer sentido, es la autoridad y el poder que él pone en marcha para la conversión, santificación y salvación de sus elegidos. Como él es su rey, los vivifica con su EspÃritu, los santifica con su gracia, los preserva con su fidelidad, los resucita de entre los muertos en el último dÃa con su poder y los recompensa gloriosamente por la eternidad en su justicia.
En esta obra el Señor Cristo tiene muchos enemigos; como la ley, el pecado, Satanás, el mundo, la muerte, la tumba y el infierno. Todos estos son enemigos de la obra y el reino de Cristo, y en consecuencia de su persona, por haber emprendido esa obra.
[1.] La ley es enemiga de Cristo en su reino, no absolutamente, sino por accidente, y en razón de las consecuencias que la acompañan cuando sus súbditos la odian. Los mata, Romanos 7:9-11 , que es obra de un enemigo; es contra ellos y contrario a ellos, Colosenses 2:14 ; y aporta fuerza a sus otros adversarios, 1 Corintios 15:56 ; que descubre la naturaleza de un enemigo.
[2.] El pecado es universalmente y en toda su naturaleza un enemigo de Cristo, Romanos 8:7 . Los pecadores y los enemigos son lo mismo, Romanos 5:8 ; Romanos 5:10 ; Colosenses 1:21 .
Es lo que hace oposición especial, directa e inmediata a la vivificación, santificación y salvación de su pueblo, Romanos 7:21 ; Romanos 7:23 ; Santiago 1:14-15 ; 1 Pedro 2:11 .
[3.] Satanás es el enemigo jurado de Cristo, el adversario que abierta, constante y declaradamente se le opone en su trono, Mateo 16:18 ; Efesios 6:12; 1 Pedro 5:8 . Y ejerce su enemistad por las tentaciones, 1 Corintios 7:5 ; 1 Tesalonicenses 3:5 ; acusaciones, Apocalipsis 12:10 ; persecuciones, Apocalipsis 2:10 ; todo lo cual es obra de un enemigo.
[4.] El mundo también es un enemigo declarado del reino de Cristo, Juan 15:18 . En las cosas de ella, los hombres de ella, la regla de ella, se opone a la obra del Señor Cristo en su trono. Las cosas de ella, como bajo maldición y sujetas a vanidad, son adecuadas para alejar los corazones de los hombres de Cristo, y asà obrar enemistad contra él, Santiago 4:4 ; 1Jn 2,15-17; 1 Timoteo 6:9-10 ; Mateo 13:22 .
Los hombres del mundo hacen la misma parte, Mateo 10:22 ; Mateo 24:9 . Por ejemplos, por tentaciones, por reproches, por persecuciones, por tentaciones, se ocupan de oponerse al reino de Cristo. Pero con ese fin, [para que todas las cosas estén bajo sus pies], es la regla en su mayor parte dirigida o anulada, 1 Corintios 15:24-25 .
[5.] La muerte es también un enemigo; asà se llama expresamente, 1 Corintios 15:26 . Designa la ejecución de la primera maldición contra todos los creyentes, y en ello contribuye ayuda y asistencia a todos los demás adversarios; entregándose al servicio de Satanás, y por lo tanto dice estar en su poder, Hebreos 2:14 de esta epÃstola; y toma prestado un aguijón del pecado, 1 Corintios 15:56 , para hacerse más terrible y agudo.
[6.] La tumba es también un adversario. Lucha contra la fe de los súbditos de Cristo reduciendo su mortalidad a la corrupción y reteniendo a los muertos hasta que sean poderosamente rescatados de sus fauces.
[7.] Por último, el infierno es ese enemigo en una subordinación a la que todos estos otros actúan. Todos apuntan a llevar a los hombres al infierno; que es un eterno enemigo donde prevalece. Esto asiste a las obras y éxitos de aquellos otros adversarios, para consumir y destruir, si fuere posible, toda la herencia de Cristo, Apocalipsis 6:8 .
Todos estos son enemigos de Cristo en su obra y reino, con todo lo que contribuye a su ayuda o asistencia, todo lo que hacen uso en la persecución de su enemistad contra él.
Ahora bien, todos estos enemigos, en la medida en que se oponen a la realización interna y espiritual de la obra de Cristo, deben ser puestos por estrado de sus pies.
La expresión es metafórica, y ha de interpretarse y aplicarse de diversas formas, según la naturaleza y condición de los enemigos con los que tiene que ver. La alusión en general está tomada de lo hecho por Josué, su tipo, hacia los enemigos de su pueblo, Josué 10:24 . Para mostrar la ruina de su poder y su absoluto predominio contra ellos, hizo que la gente pusiera sus pies sobre sus cuellos.
Véase 2 Samuel 22:39 ; Salmo 8:6 . Entonces, tener a sus enemigos bajo sus pies es tener una conquista absoluta y completa sobre ellos; y el hecho de que hayan sido puestos por estrado de sus pies implica su duración perpetua e inmutable en esa condición, bajo el peso de cualquier carga que él quiera poner sobre ellos.
(2.) Siendo esto lo que debe hacerse, podemos considerar cómo se logra. Ahora bien, toda esta obra de conquista y predominio sobre todos sus enemigos se hace, [1.] Meritoriamente; [2.] Ejemplarmente; [3.] Eficientemente.
[1.] Meritoriamente. Por su muerte y derramamiento de sangre ha procurado que la sentencia de condenación en la causa que dependa entre él y ellos se pronuncie contra ellos; para que no tengan más derecho a ejercer su enemistad contra él o los suyos. Ãl les ha dado todas las heridas de su muerte, y los deja morir a su voluntad.
1 er . Asà ha prevalecido contra la ley, Gálatas 3:13 ; Colosenses 2:14 ; Romanos 7:6 . Ha quitado la fuerza que le dio al pecado, 1 Corintios 15:55-56 ; de modo que no tiene derecho a inquietar o condenar a ninguno de sus súbditos para el futuro. Y,
2 dias _ Contra el pecado, Romanos 8:2-3 , para que no reine ni condene más a los suyos. Y,
3 dÃas . Satanás también, Hebreos 2:14-15 , en cuanto a toda pretensión de libertad o derecho a cualquier parte de su obra maldita. Y,
4to . _ Asà también el mundo, Juan 16:33 ; Gálatas 1:4 . y contra,
5to . _ Muerte, Hebreos 2:14-15 ; 1 Corintios 15:55-56 ; con,
6 mil . La tumba; y,
7mo . _ Infierno, o la ira venidera, 1 Tesalonicenses 1:10 . Todos ellos son meritoriamente conquistados en su muerte y resurrección. Y todo esto lo ha hecho por su iglesia.
[2.] Ejemplarmente. Todos estos adversarios ejercieron peculiarmente su enemistad y probaron su fuerza y ââpoder sobre su propia persona. La ley trajo su maldición sobre él, Gálatas 3:13 ; pecado su culpa, 2 Corintios 5:21 ; Romanos 8:2-3 ; Satanás desplegó todo su poder contra él, Colosenses 2:15 ; como también el mundo, en toda clase de cosas y personas, en toda clase de oposiciones y persecuciones; también probó la muerte, Hebreos 2:9 ; y yacÃa en el sepulcro, descendiendo a las partes más bajas de la tierra, Efesios 4:9 ; y no estuvo libre de las penas del infierno cuando llevó nuestras iniquidades, IsaÃas 53:4-6 ; IsaÃas 53:10.
Ahora bien, a todos los venció absolutamente en su propia persona: porque cumplió la ley, quitó la maldición y la quitó, Romanos 8:3 ; puso fin al pecado, Daniel 9:24 ; destruyó al diablo, Hebreos 2:14 , y triunfó sobre él, Colosenses 2:15 ; subyugó al mundo, Juan 16:33 ; venció la muerte, Hechos 2:24 , y el sepulcro, Hechos 2:27 , y también el infierno. Y en su propia persona ha dado ejemplo de lo que se hará en y para toda la iglesia.
[3.] Se hace eficientemente en, por y para toda su iglesia; y esto en tres instancias:
1 er . Inicialmente, en su unión consigo mismo. Cuando y como él une a cualquiera de ellos a sà mismo, comienza la conquista de todos los enemigos en ellos y para ellos, dándoles derecho a la victoria completa, total y final sobre todos ellos.
2 dias _ Gradualmente los lleva en sus varias estaciones hacia la perfección, pisoteando a sus enemigos por grados debajo de ellos. Y
3 dÃas . Perfectamente en el último dÃa, cuando, habiéndolos librado de la ley y del pecado, pisoteado a Satanás, prevalecido contra el mundo, rescatado de la muerte, rescatado del sepulcro y librado del infierno, él mismo será perfectamente victorioso en ellos, e hicieron completamente partÃcipes de su victoria; en lo cual consiste el hacer de todos sus enemigos el estrado de sus pies.
En segundo lugar, el reino de Cristo respeta su administración visiblemente en este mundo, en la profesión y obediencia de sus súbditos hacia él; y esto también, con la oposición que se le hace, se respeta en esta expresión. Dios Padre, en la exaltación de Jesucristo, le ha dado por heredad todas las naciones, y por posesión suya los confines de la tierra, Salmo 2:8 . De esta concesión se derivaba un doble derecho:
[1.] El derecho de convocar, congregar y erigir su iglesia, en cualquier nación, en cualquier parte del mundo, y de darle sus leyes y ordenanzas de culto, para que sean asumidas y observadas por ellos de manera visible y manera pacÃfica, Mateo 28:18-20 .
[2.] Un derecho, poder y autoridad para disponer y ordenar a todas las naciones y personas para el bien, beneficio y ventaja de su reino. En la búsqueda de esta concesión y derecho, al erigir su iglesia, y en ella su reino visible, en el mundo, toda clase de personas le oponen gran oposición, incitadas, excitadas e instigadas por Satanás. Y asà como esta enemistad actuó primero contra él mismo en su propia persona, Salmo 2:1-3 , asà ha continuado contra él en su iglesia en todas las épocas y lugares, y lo hará hasta el fin del mundo.
El mundo no entiende su derecho, odia su gobierno y no quiere que él reine. De ahà ha sido toda esa ira que ha sido ejecutada sobre los profesantes de su nombre. Reyes, gobernantes, potentados, consejeros, la multitud, se han levantado contra él. Son y han sido, muchos de ellos, sus enemigos. Grandes estragos y destrucción han causado a sus súbditos en todo el mundo, y continúan haciéndolo en la mayorÃa de los lugares hasta el dÃa de hoy.
Especialmente, en estas edades posteriores, después de que le fallaron otros medios, Satanás le ha incitado a un adversario feroz, cruel y sutil, del cual ha predicho a sus discÃpulos bajo el nombre de anticristo, la bestia y el falso profeta. Después de la ruina de muchos otros, este enemigo, mediante diversas sutilezas y pretensiones, ha atraÃdo al mundo a una nueva combinación contra él, y en este dÃa se ha convertido en el adversario más grande y más pernicioso que tiene en este mundo.
Ahora bien, el objetivo y designio de todos estos es destronarlo, por la ruina de su reino que ha establecido en el mundo. Y esto en cada época lo han esperado lograr, y continúan haciéndolo hasta el dÃa de hoy, pero en vano; porque como hasta ahora su reino e interés en el mundo han sido mantenidos contra toda su enemistad y oposición, ellos mismos han sido frustrados y llevados a la destrucción uno tras otro, asà en virtud de esta promesa él reinará en seguridad y gloria hasta que todas sus cabezas sean quebrantadas , su fuerza arruinada, su oposición terminada, y ellos mismos puestos bajo sus pies por toda la eternidad, como declara nuestro apóstol, 1 Corintios 15:24-25 . Y esto puede ser suficiente para declarar el significado de estas palabras.
(3.) Debemos considerar por quiénes estos enemigos de Cristo serán puestos por estrado de sus pies. 'Yo los haré', le dice Dios Padre. Y esta expresión no carece de dificultad; porque ¿no es la obra de Cristo mismo someter y conquistar a sus enemigos? ¿No se dice que lo hará asÃ? Asà lo describe en el Apocalipsis con gloria y poder, Apocalipsis 19:11-16 , de IsaÃas 63:1-6 .
¿A quién deberÃa ser o pertenecer más esta obra que a aquel que fue perseguido y oprimido por ellos? ¿Y no pertenece directamente a su poder real? ¿De dónde, entonces, se le describe aquà como alguien que descansa en gloria y seguridad a la diestra de su Padre, mientras somete a sus enemigos?
Respuesta No hay duda de que la obra de someter a los enemigos de la mediación y el reino de Cristo la lleva a cabo inmediatamente él mismo. Todas las profecÃas de él, todas las promesas hechas a él, la naturaleza de su oficio, todo requiere que asà sea; y asà lo expresa directamente el apóstol, 1 Corintios 15:26 . Pero, sin embargo, hay varias razones por las que la obra que es obrada inmediatamente por el Hijo puede ser atribuida al Padre por su eminencia, como vemos que es esto.
[1.] El poder y la autoridad para subyugar y conquistar a todos sus enemigos le son dados al Señor Cristo por el Padre a modo de recompensa; y por eso se dice que es su obra, porque la autoridad para ello es de él. Véase IsaÃas 53:12 ; Juan 5:27 ; Filipenses 2:9 ; Romanos 14:9 .
Este poder, entonces, digo, de someter a todos sus enemigos, siendo otorgado al Señor Cristo en el amor del Padre, como recompensa del trabajo de su alma que sufrió en su obra en la tierra, se atribuye al Padre como su. Y esta expresión no significa más que como Dios le ha dado autoridad para ello, permanecerá con él en ello hasta que se cumpla; y por esta razón lo toma sobre sà mismo como propio.
[2.] La obra de someter a los enemigos es una obra de poder y autoridad. Ahora bien, en la economÃa de la SantÃsima Trinidad, entre las obras que exteriormente son de Dios, las de poder y autoridad se atribuyen peculiarmente al Padre; como los de sabidurÃa, o sabidurÃa en las obras de Dios, son para el Hijo, quien es la SabidurÃa eterna del Padre. Y por esta razón se atribuyen las mismas obras al Padre y al Hijo.
No como si el Padre las hiciera primero, o sólo usara al Hijo como causa instrumental inmediata de ellas, sino que obra por él como su propia SabidurÃa eterna y esencial, Juan 5:17 ; Juan 5:19 . Pero también hay más en ello, ya que el Hijo es considerado como mediador, Dios y hombre; porque asà recibe y conserva su reino especial por concesión de su Padre, y por lo tanto se puede decir que las obras de él son suyas.
6. Lo último que queda para la exposición de estas palabras, es la consideración de la aparente limitación de esta administración del reino de Cristo, en su asiento a la diestra de Dios: ×¢×, âHasta que te haga enemigosâ, etc. . "Hasta que:"
Primero , se confiesa, y puede probarse por medio de ejemplos, que esas partÃculas asà usadas a veces excluyen todas las cosas en sentido contrario antes del tiempo designado en ellas, pero no aseveran tal cosa después. En este sentido no se da a entender aquà ninguna limitación de la duración del reino de Cristo, sino que sólo se afirma su reinado seguro y glorioso para el cumplimiento de su obra en la subyugación de sus enemigos.
El único momento de peligro es mientras hay oposición; pero esto dice Dios: 'Lo llevaré hasta el fin'. Y muchos adoptan este sentido, para asegurar de ese modo las promesas que se hacen al Señor Cristo de la perpetuidad de su reino. Entonces IsaÃas 9:7 ,
âLo dilatado de su imperio y la paz no tendrán lÃmite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.â
Su "reino nunca será destruido", sino que "permanecerá para siempre",
Daniel 2:44 ; es un âreino eternoâ, Daniel 7:27 .
Otros suponen que esta perpetuidad del reino de Cristo no es absolutamente excluyente de toda limitación, sino que estas dos cosas solamente están insinuadas en aquellas profecÃas y promesas:
(1.) Que su reino no será como los reinos de la tierra, odiosos al cambio y la mutación, por divisiones internas, o fuerza externa, o descomposición secreta; por lo cual todos los reinos de la tierra han sido arruinados y reducidos a nada. En oposición a esto, se afirma que el reino de Cristo es perpetuo, como aquello contra lo cual ninguna oposición prevalecerá jamás, ningún medio lo perjudicará jamás; lo cual, sin embargo, no impide sino que un dÃa pueda ser prefijado para su fin.
(2.) La continuación de él hasta el cumplimiento total y completo de todo lo que se realizará en él o por él, en la salvación eterna de todos sus súbditos y la destrucción final de todos sus enemigos, está en estos y lugares similares. predicho; pero, sin embargo, cuando esa obra esté hecha, ese reino y gobierno suyos pueden tener un fin.
Y en este sentido el término de limitación aquà expresado parece ser expuesto por el apóstol, 1 Corintios 15:24 , âEntonces vendrá el fin, cuando él habrá entregado el reino al Dios Padre;â porque aunque estas palabras pueden admitir otra interpretación, a saber, que dará cuenta al Padre del cumplimiento de toda la obra que se le ha encomendado como rey de su iglesia, lo cual puede hacer y no dejar de poseer el mismo reino aún, sin embargo, como se interpretan además por la venida del Hijo a una nueva sujeción al Padre, "para que Dios sea todo en todos", como 1 Corintios 15:28, parecen implicar directamente el cese de su reino. Aunque este asunto no está exento de dificultades, las diferentes opiniones al respecto parecen susceptibles de una justa reconciliación, que intentaremos en las siguientes propuestas:
(1.) El Señor Cristo, como el Hijo de Dios, continuará por toda la eternidad en el dominio esencial y natural sobre todas las criaturas, y ellas en su dependencia y sujeción a él. No puede despojarse de ese dominio y reino más de lo que puede dejar de ser Dios. Supongamos que el ser de cualquier criatura, y que la sujeción a él, que es el surgimiento de este reino, es natural e indispensable.
(2.) En cuanto al reino económico de Cristo sobre la iglesia, y todas las cosas para su protección y salvación, cesarán sus fines inmediatos. Siendo salvos todos sus santos, todos sus hijos llevados a la gloria, todos sus enemigos sometidos, el fin de esa regla, que consistÃa en la guÃa y preservación de uno, y en la restricción y ruina del otro, necesariamente debe cesar.
(3.) El Señor Cristo no dejará su reino en el último dÃa como para que el Padre tome sobre sà mismo la administración del mismo. Al entregar su reino, cualquiera que sea, el apóstol no dice que el Padre gobernará o reinará, como si ejerciera el mismo dominio, sino que âDios será todo en todosâ; es decir, Dios el Padre, el Hijo y el EspÃritu Santo, sin el uso o la intervención de las formas o medios que se usaban antes, durante la plena continuación del reino dispensatorio de Cristo, llenará y satisfará a todos sus santos, sostendrá y disponer de la creación remanente.
(4.) Este cese del reino de Cristo de ninguna manera es despectivo a su gloria o la perpetuidad de su reino, asà como el cese de interceder por su pueblo no lo es a la perpetuidad de su sacerdocio que por juramento le ha confirmado. . Su oficio profético también parece cesar, cuando no enseñará más a su pueblo por su palabra y EspÃritu.
(5.) En tres aspectos se puede decir que el reino de Cristo permanece hasta la eternidad:
[1.] En que todos sus santos y ángeles lo adorarán y adorarán eternamente, a causa de la gloria que ha recibido como rey y cabeza de la iglesia, y se llenarán de gozo al contemplarlo, Juan 17:22 ; Juan 17:24 .
[2.] En que todos los santos permanecerán en su estado de unión con Dios a través de él como su cabeza, comunicándoles Dios su plenitud a través de él; la cual será su gloria eterna cuando todos sus enemigos sean el estrado de sus pies.
[3.] En que, como juez justo de todos, continuará por toda la eternidad el castigo de sus adversarios.
Y este es el último testimonio en que insiste el apóstol para probar la preeminencia de Cristo sobre los ángeles, y en consecuencia sobre todos los que se usaban o empleaban antiguamente en la disposición y administración de la ley; que era lo que él habÃa emprendido para hacer bueno. Y por lo tanto, al final de este capÃtulo, habiendo negado que alguna de estas cosas se hable acerca de los ángeles, cierra todo con una descripción de su naturaleza y oficio, tal como se conocÃa y recibÃa entonces entre los judÃos; ante la consideración de lo cual, debemos sacar, de lo que se ha insistido, algunas observaciones para nuestra propia instrucción, que son las que siguen:
I. La autoridad de Dios Padre, en la exaltación de Jesucristo como cabeza y mediador de la iglesia, es de gran consideración para los creyentes. Ãl le dice: âSiéntate a mi diestraâ. Gran parte del consuelo y la seguridad de la iglesia dependen de esta consideración.
II. La exaltación de Cristo es la gran prenda de la aceptación de la obra de mediación realizada en favor de la iglesia. 'Ahora,' dice Dios, 'siéntate a mi diestra;' 'la obra está hecha en lo que mi alma se complace'.
tercero Cristo tiene muchos enemigos para su reino; dice Dios, 'Yo me ocuparé de todos ellos.'
IV. El reino y gobierno de Cristo es perpetuo y permanente, a pesar de toda la oposición que se haga en su contra. Sus enemigos se enfurecen, ciertamente, como si lo fueran a sacar de su trono, pero todo en vano; tiene la fidelidad y el poder, la palabra y la diestra de Dios, para la seguridad de su reino.
V. El fin al que el Señor Jesucristo ciertamente llevará a todos sus enemigos, que fanfarroneen cuando les plazca, será para ellos miserable y vergonzoso, para los santos gozoso, para él mismo victorioso y triunfante. Es la administración del reino de Cristo en el mundo lo que principalmente respeta esta verdad. Grande es la enemistad de este mundo contra él; grande la oposición que se le ha hecho y se le ha hecho siempre.
Pero este será el resultado seguro de ello, ruina para los enemigos, gozo para los santos, gloria para Cristo. Esto es lo que se tipifica para nosotros en la profecÃa de Gog. Esa profecÃa es una recapitulación de toda la enemistad que se actúa en el mundo contra los intereses de Cristo. Cuál es su consejo lo declara el profeta: Ezequiel 38:11 , Subiré a la tierra de las aldeas sin muro; Iré a los que descansan, a los que habitan seguros, todos ellos que habitan sin muros, y que no tienen cerrojos ni puertas.
â Consideran a la iglesia de Cristo como un pueblo débil, que no tiene poder ni defensa visibles, y por lo tanto fácil de destruir; esto los anima a su trabajo. ¿Quién o qué podrá librarlos de su mano? Con esta resolución subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos, y la ciudad amada, Apocalipsis 20:9 .
Realizan su trabajo con gloria y terror, como si fuera a hacerlo en un dÃa. Asà lo han hecho en todas las edades; asà lo siguen haciendo hasta el dÃa de hoy. ¿Y cuál es el problema? La ciudad, que ellos ven como un pueblo sin murallas, de ninguna manera defendible o defendible, aún no ha sido tomada por ellos, ni jamás lo será; pero allà caen ante ella, uno tras otro, y sus huesos yacen bajo los muros de la ciudad a la que se oponen.
Caen sobre los montes de Israel, y dejan tras de sà un hedor, la vergüenza y el oprobio de sus nombres para la eternidad. A veces, parecen haber prevalecido y haber hecho su trabajo; pero aún asà el asunto es que ellos mueren, o son destruidos y bajan a la fosa, y caen bajo los pies de Cristo, dejando la ciudad intacta. Decepción, vergüenza y castigo eterno es su porción.
Y por fin descubren por experiencia que este âpueblo débilâ, a quien tanto desprecian, es sabio y tiene su morada en una roca. Ya tenemos esta garantÃa de la verdad propuesta, que todos los que anteriormente se han levantado en enemistad contra el reino de Cristo están muertos, se han ido, perecieron bajo sus pies, y han dejado su obra sin terminar, tan lejos de cumplirse como el primer dÃa que lo emprendió. Tal será la suerte de los que son, y los que siguen, hasta el fin del mundo. Y cuando todos hayan hecho todo lo posible, entonces será el fin; entonces toda su miseria será completada, el gozo de los santos colmado, y la gloria de Cristo exaltada.
Para los mismos enemigos, ¿qué puede ser más vergonzoso para ellos, que ser tan estúpidos como para no aprender de la experiencia de tantos cientos de años para entregar una obra en la que nunca ninguno prosperó? más miserables que comprometerse en ese diseño en el que necesariamente deben fracasar y arruinarse? más lamentable que llevar a cabo su propia destrucción eterna bajo la ira de Cristo, en un negocio en el que no tuvieron éxito? ¿Y qué aprovechará si por ahora se enriquecen un poco con la ganancia de la opresión, si hay en ella un gusano que los devore a ellos ya ellos? ¿De qué les sirve si beben un poco de sangre preciosa y encuentran dulzura en ella, si los enferma, se hincha y muere? La ciudad amada aún permanece, y su miseria nunca terminará.
Para los santos, qué cosa más gozosa puede haber, que para ellos ver estas cosas, mirar hacia atrás y ver todos los Nimrods de la tierra, que se han opuesto al reino de Cristo, yaciendo en vergüenza y miseria, con sus cuellos bajo el estrado de sus pies? Allà podrán ver a Faraón acostado, y a Nabucodonosor, Nerón, Domiciano, Diocleciano, con toda su multitud, y todos los que han andado en sus pasos, âechados a los lados del pozoâ, en vergüenza y miseria eterna, por su oposición al reino de Cristo. Allà cayeron y perecieron âtodos los que pusieron sus espadas debajo de sus cabezas, y sembraron el terror en la tierra de los vivientesâ.
Y la misma perspectiva pueden tomar de lo que está por venir. Ellos pueden por fe ver caer a Babilonia, toda la conspiración que está en el mundo contra ellos y su Señor frustrado, y todos sus enemigos que se levantarán, hasta la consumación de todas las cosas, arruinados. ¡Cómo pueden triunfar en una perspectiva gloriosa de este resultado cierto e inevitable de la oposición que se hace al reino de su Redentor! Y este debe ser el resultado de estas cosas; por,
1. Dios ha prometido al Señor Cristo desde la fundación del mundo que asà debe ser. Era parte de su pacto eterno y pacto con él, como ha sido declarado. Y después de la primera promesa de quebrantar la cabeza de la serpiente y prevalecer allà contra la enemistad de su simiente, no pasó ninguna época de la iglesia en la que no se renovaran las promesas del mismo éxito y resultado; y de esto dan testimonio los escritos de Moisés, los Salmos y los profetas.
Y de esto fue que Enoc, el séptimo desde Adán, profetizó tan expresamente al viejo mundo antes del diluvio, Judas 1:14-15 . Otras profecÃas y promesas con el mismo propósito aparecen en todas partes de la Escritura. Y este Dios también en varias edades, para la mayor prenda de su veracidad, tipificó: como en la victoria de Abraham sobre los cuatro reyes, representando a las grandes monarquÃas del mundo, en el cual tenÃa prenda de que serÃa heredero de la mundo en su Simiente; en la conquista de Canaán, la sede y herencia de la iglesia, por Josué; en los éxitos y victorias de David; y por muchos ejemplos señalados dados en la ruina visible de los más poderosos opositores de su interés en el mundo. Y no puede ser que esta palabra de Dios deje de tener efecto.
2. El Señor Cristo espera este resultado y evento de todas las cosas, y no será frustrado en su expectativa. Habiendo recibido el compromiso y la promesa fiel de su Padre, descansa en la previsión de su cumplimiento. Y por eso es que soporta todas las afrentas que se le hacen, toda la oposición que se le hace a él y a su reino, con paciencia, longanimidad y tolerancia.
Cuando consideramos las injurias, reproches, opresiones, persecuciones, blasfemias a las que está expuesto en sus caminos, sus siervos, su EspÃritu y adoración, estamos listos para admirar su paciencia (como debemos hacerlo) que él no irrumpe contra sus enemigos como fuego consumidor. Pero él conoce el tiempo y la estación asignados para la ejecución de la venganza sobre ellos, y nada de su orgullo, ira, jactancia o triunfo contra él lo provocará jamás a anticipar su ruina; tan seguro está de su destrucción en el tiempo señalado, y tan seguro de su dÃa que se acerca.
3. Ãl mismo está dotado de autoridad y poder para la realización de esta obra, cuando y como le plazca. No sólo tiene la seguridad de la concurrencia del Padre, sino que él mismo también está completamente armado y equipado con poder para destruir a todos sus enemigos, incluso en un momento. Y él no dejará de ejercer su poder en la temporada señalada; él âlos herirá a todos con vara de hierro, y los desmenuzará como vaso de alfarero.
"Aunque todos sus enemigos se combinaran de inmediato contra él, si el mundo recibiera la mayor contribución de astucia, sutileza y fuerza que el infierno puede proporcionarle, ¿qué es todo para resistir ante el poder incomprensible de Jesucristo? ? Ver Apocalipsis 6:16 .
4. Su gloria y honra exige que asà sea. Esta es una cosa en la que es muy tierno. Dios lo ha levantado y le ha dado gloria y honor, y se debe tener cuidado de que no se pierda ni se dañe. Ahora bien, si sus enemigos quedaran libres, si de alguna manera pudieran sustraerse a su poder o ser librados de su ira, ¿dónde estarÃa su gloria, dónde estarÃa su honor? Aquà lo reprochan, lo blasfeman, lo desprecian, lo persiguen.
¿Deberán escapar y quedar libres? ¿siempre prosperarán? ¿Qué harÃa entonces con su gran nombre? La gloria de Cristo exige indispensablemente que haya un tiempo, un dÃa, señalado para la ruina eterna de todos sus obstinados adversarios.
5. Sus santos ruegan que asà sea; y que tanto por su cuenta como por la de ellos: por la suya, para que su gloria, que es más querida para ellos que sus vidas, sea vindicada y exaltada; los suyos, para que sean acabadas sus miserias, para que sea vengada la sangre de sus consiervos, para que toda la iglesia sea librada, y todas las promesas cumplidas. Ahora bien, no defraudará sus oraciones ni frustrará sus expectativas en nada, y mucho menos en aquellas que son de tanta importancia. Ãl vengará a sus escogidos; él los vengará rápidamente.
6. Sus enemigos lo merecen al máximo; de modo que tanto su justicia, como su gloria, e interés, y pueblo, está interesada en su destrucción. En la mayorÃa de ellos es notoria su ira contra él, y visible a los ojos de los hombres y de los ángeles; en todos ellos hay una enemistad y un odio crueles, antiguos y duraderos, que él abrirá y descubrirá en el último dÃa, para que todos vean la justicia de sus juicios contra ellos.
Dios le ha dado un reino, lo ha designado para reinar; declaran que no lo hará, y se esfuerzan al máximo para alejarlo de su trono, y eso con desprecio, despecho y malicia. De modo que siendo Dios justo, y el cetro del reino de Cristo un cetro de justicia, ellos mismos claman en alta voz por su propia destrucción.
Los usos de esta verdad, en el consuelo de los discÃpulos de Cristo contra todos los temores, desalientos y otros efectos de la incredulidad, con el terror de los malvados, son obvios y están expuestos a todos.
VersÃculo 14
Habiendo probado el apóstol la preeminencia del Hijo, como mediador del nuevo testamento, sobre todos los ángeles, por aquellas atribuciones de honra y gloria que le son dadas en las Escrituras, las cuales en ninguna parte son perdonadas a los ángeles, para que no parezca que argumenta meramente negativamente, por lo que no se dice acerca de ellos, añade en este último versÃculo una descripción tal de su naturaleza y oficio, o trabajo y empleo, que muestra que, de hecho, tal cosa no puede decirse o afirmarse correctamente. acerca de ellos como antes ha manifestado que se ha dicho y registrado acerca del Hijo.
Hebreos 1:14 . Îá½Ïá½¶ ÏάνÏÎµÏ Îµá¼°Ïá½¶ λειÏÎ¿Ï Ïγικὰ ÏÏÎμαÏα, Îµá¼°Ï Îιακονίαν á¼ÏοÏÏελλÏμενα διὰ ÏÎ¿á½ºÏ Î¼ÎλλονÏÎ±Ï ÎºÎ»Î·Ïονομομá¿Î½ ÏΩÏÏηbol.
No hay diferencia en la lectura, ni mucho acerca de la traducción de estas palabras. [11]
[11] TRADUCCIÃN ¿No son todos ellos espÃritus ministradores, enviados para ejecutar Su servicio, por causa de los que heredarán la salvación? Conybeare y Howson. E.D.
Hebreos 1:14 . ¿No son todos espÃritus ministradores, enviados para ministrar [ a un ministerio para ] los que heredarán la salvación?
Esta fue la doctrina común recibida de la iglesia acerca de los ángeles, adecuada a la Escritura y al propósito del apóstol, como manifestación de su desinterés en la gloria antes atribuida al Hijo.
Varias cosas se expresan aquà con respecto a los ángeles, que debemos pasar brevemente por la consideración de; como,
1. Su naturaleza. Son ÏνεÏμαÏα λειÏÎ¿Ï Ïγικά, ר×Ö¼××ֹת, âruchothâ, âespÃritusâ, subsistencias espirituales; no cualidades, ni facultades naturales, como imaginaban los saduceos, y que, por homonimia del nombre, Maimónides, More Nebuch. parte. 2. gorra. 3., admite también ser ángeles, pero falsamente y sin autoridad de la Escritura o de la razón. Esta es su naturaleza, esto lo reconocieron los hebreos; son espÃritus creados, que no pueden compararse ni igualarse con Aquel que hizo y creó todas las cosas.
2. Su oficina. Son ÏÏεÏμαÏα λειÏÎ¿Ï Ïγικά, âespÃritus ministradoresâ. Asà se denominan, Salmo 103:21 âAlabad a Jehová, todos sus ejércitosâ, ×ְשָ×רְתָ×× LXX., λειÏÎ¿Ï Ïγοί αá½Ïοῦ , âsus ministros que hacen su voluntadâ. De ahà que en general los judÃos los llamen ×שרת××, âministrosâ; y entre otros tÃtulos asigne esto a Dios, que él es ××צר ×שרת××, âel Creador de espÃritus ministradores o ángeles.
â Y expresamente en el Talmud se les llama ××××× ×ש×ר×ת×; y más frecuentemente por los rabinos en el dialecto hebreo, ××××× ×שרת, âángeles del ministerioâ; por encima de los cuales habÃa de ser el MesÃas, lo hemos manifestado en otro tiempo de ellos mismos.
Ahora bien, qué tipo de oficio o ministerio es el que se les atribuye, la palabra misma declara en parte, שֵ×רֵת es ministrar principalmente acerca de las cosas santas; ni está arriba una vez aplicado a cualquier otro ministerio. Y tal ministerio significa que se realiza con honor y facilidad; y se opone a ×¢Ö²×Ö¹×, que es ministrar con trabajo y carga. De modo que el ministerio de los levitas de llevar la carga del tabernáculo se llama ×¢Ö²××Ö¹×Ö¸×, âun ministerio con laborâ; mientras que el empleo más fácil y honroso, que atendÃan los que por su edad estaban exentos de llevar cargas, se llama שֵ×רֵת, Números 8:11 ; Deuteronomio 18:7 .
Tal es el ministerio de los ángeles. Está en y acerca de las cosas santas, y en sà mismas son honorables y fáciles. Y este שֵ×רֵת, se traduce ÎειÏÎ¿Ï Î³Ïία, que expresa a veces un ministerio tan general que comprende todo el servicio y adoración de la iglesia: Hechos 13:2 , ÎειÏÎ¿Ï ÏγοÏνÏÏν αá½Ïῶν ÎÏ Ïίῳ, âComo ellos servÃan al Señor;â es decir, asistió al desempeño de todos los deberes de la iglesia.
Este, entonces, en general es el oficio de los ángeles: son ×שרת ×××××, o ר××ת, ÏÏεÏμαÏα λειÏÎ¿Ï Ïγικά, âespÃritus ministradoresâ, que esperan en Dios en y alrededor de sus santos servicios para el bien de la iglesia; la cual también de la misma manera ministra a Dios en su propio estado y condición. Y por eso es que la iglesia y ellos forman una sola familia, Efesios 3:15 ; y todos son consiervos en la misma familia con los que guardan el testimonio de Jesús, Apocalipsis 19:10 .
Y esto algunos de los judÃos posteriores han conservado la tradición de; de donde es el de Maimónides, More Nebuch. parte, 2. cap. 6., que cita del Talmud: ××¢×× ××× ××§×× ×¢××©× ××ר ×¢× ×©× ××ר ×פ×××× ×©×; âEl Dios santo y bendito no hace nada a menos que consulte con su familia superiorâ. Solamente, sin saber el origen de la palabra פ××××, ni lo que debe significar, nos dice, פ×××× ××× ××××× ××ש×× ××××, âque en lengua griega significa huesteâ; mientras que es puramente el latÃn âfamiliaâ, sin la menor alteración.
Y la descripción de esta parte superior de la familia de Dios nos la da Daniel 7:10 , âMiles de miles le servÃan, y diez mil veces diez mil estaban delante de élâ. En las cuales palabras, Pseudo-Dionisio, Gregorio y Tomás de Aquino, con varios de los escolásticos, han acuñado una distinción de ángeles, en "ministrantes", los que sirven a Dios, y "asistentes", los que están delante de él; mientras que toda la intención de la expresión es que todos los ángeles estaban ministrando delante de él, como Juan declara el asunto, Apocalipsis 5:11 .
Y por eso el apóstol afirma expresamente aquà que son âtodos espÃritus ministradoresâ, cortando un miembro de su distinción. Tampoco hay más intención en el ministerio de esa parte superior de la familia de Dios que lo que se expresa con respecto a la parte inferior de ella en la antigüedad: Deuteronomio 18:5 , Dios escogió a los sacerdotes y a los levitas ××¢Ö²××Ö¹ ×ְשָ×רֵת, â â para estar de pie y para ministrar en el nombre de Jehová.â Las mismas personas eran tanto âasistentesâ como âministrantesâ; se pusieron de pie para ministrar delante del Señor.
Ahora bien, debido a esta posición y servicio de los ángeles, es decir, su espera en Dios dispuestos a hacer su voluntad, puede decirse en cierto sentido que son el trono de Dios, desde donde él ejecuta la justicia y el juicio: porque como se le llama ×שֵ×× ×Ö·×ְּרֻ××Ö´××, Salmo 80:2 , âEl que mora entre los querubinesâ, como también Salmo 99:1 ; entonces los judÃos dicen que los tronos mencionados en Daniel 7 eran שר×× ××¢×××× ××, âlos prÃncipes superioresâ o âángelesâ, como Abarbanel en el lugar. Este, entonces, es su oficio, son âtodos espÃritus ministradoresâ.
3. También se expresa aquà el desempeño de su cargo en su empleo real. Son âespÃritus ministradores, Îµá¼°Ï Î´Î¹Î±ÎºÎ¿Î½Î¯Î±Î½ á¼ÏοÏÏελλÏμεναâ, âenviados a un ministerioâ. âEnviadosâ, es decir, son diariamente asÃ, continuamente asÃ, la palabra que denota el tiempo presente, que es siempre. Están ante la presencia de Dios, y son continuamente enviados por él, a veces unos, a veces otros, siempre los que son suficientes para su obra.
Ahora bien, como antes observamos que λειÏÎ¿Ï Ïγία denota todo el servicio familiar de Dios, que en general se atribuye a estos hijos y siervos suyos en la parte superior de la misma, siendo ellos ÏÏεÏμαÏα λειÏÎ¿Ï Ïγικά, âespÃritus ministradoresâ; asà que aquà la ejecución de su obra se expresa mediante dos palabras, que comprenden todo el ministerio de la iglesia, á¼ÏοÏÏολή y διακονία, âapostoladoâ y âministerio de trabajoâ; y en ella se conserva todavÃa la armonÃa que hay entre ambas partes de la familia de Dios.
Y como en el servicio de la iglesia, los ministros de la misma no sirven a los hombres, sino al Señor por y en favor de los hombres, Hechos 13:2 ; lo mismo ocurre con estos espÃritus también, son enviados a ministrar para el bien de los hombres, pero es al Señor a quien ministran; sus ministros son, no nuestros, Salmo 103:21 , aunque en su ministerio, perteneciendo a la misma familia con los creyentes, son consiervos de ellos: como todos los siervos de un rey, aunque en otra cosa muy diferentes, concuerdan en esto, que todos son siervos de la misma persona.
Y estas dos palabras expresan tanto su honor, que son inmediatamente enviados de la presencia de Dios, son sus apóstoles, como también su obediencia y diligencia, asumen διακονίαν, un âministerioâ, que deben desempeñar con cuidado y debida observancia. de aquel por quien son enviados.
4. Se expresa la restricción de su ministerio al objeto especial de su trabajo y empleo. Es âpara los que serán herederos de la salvaciónâ. Îιὰ ÏÎ¿á½ºÏ Î¼ÎλλονÏÎ±Ï ÎºÎ»Î·Ïονομεá¿Î½ ÏÏÏηÏίαν, âpara ellosâ, para su bien, para su beneficio, âque heredarán la salvaciónâ. Herederos son en el presente, y en lo sucesivo heredarán, o realmente obtendrán la salvación, en virtud de su herencia; es decir, elegir a los creyentes.
Sin embargo, el apóstol no habla de ellos como elegidos, ni absolutamente como creyentes, sino como herederos; el cual obtienen por el privilegio de la adopción. Esto les da la herencia y un interés en la familia de Dios. Y el ministerio de la parte superior de la familia en favor de la inferior los respeta como tales; es decir, como adoptados, como hijos, como herederos, como coherederos con Cristo, Romanos 8:16-17 .
Este privilegio, digo, entre otros innumerables e inexpresables, lo tenemos por nuestra adopción, que siendo admitidos en la familia de Dios, aquellos ángeles benditos cuyo ministerio especial respeta a esa familia, nos tienen bajo su cuidado constante.
Es verdad que el ministerio de los ángeles no siempre está absolutamente restringido a la iglesia o familia de Dios; se emplean también en el gobierno del mundo. Asà afirma el ángel que fue enviado a Daniel, âque en el primer año de DarÃo se levantó para confirmarlo y fortalecerlo,â
Daniel 11:1 ; es decir, para ayudarlo en el manejo de su nuevo imperio: como también Daniel 10:13 ; Daniel 10:20-21 , declara cómo actuó en oposición al prÃncipe de Persia, e incitó al prÃncipe de Grecia; es decir, cómo debe hacerlo en el tiempo señalado.
Y asà también, sin duda, se emplean en otros asuntos del mundo, de donde redunda mucho bien para muchos que aún no pertenecen a la familia de Dios. Pero, sin embargo, podemos observar dos cosas aquÃ: Primero, que aunque este ministerio de ellos no fue inmediato, sin embargo, fue en última instancia para la iglesia. Por ellos se levantaron primero esos poderosos imperios y luego fueron arrasados.
Y esto es lo que ellos consideran en su ministerio. Ver ZacarÃas 1:8-12 . Y de ahà parece que el prÃncipe del reino de Persia, que resistió al ángel, no era ningún ángel de Dios, sino el mismo rey de Persia, que trabajó para obstruir la obra que se le encomendó. En segundo lugar, que el apóstol trata en este lugar de ese respeto inmediato que el ministerio de los ángeles tenÃa para con la iglesia, porque solo en ese aspecto lleva a cabo su comparación entre ellos y el Hijo, siendo eso solo para su propósito en la mano.
Pero se puede objetar que este ministerio de ellos no evidenciará claramente su inferioridad y subordinación a Cristo, ya que él mismo también fue enviado, y para el bien de aquellos que heredarán la salvación, y por eso es llamado âEl apóstol de nuestra profesión. â Pero las diferencias entre él y ellos en cuanto a ser enviados son tan grandes y manifiestas, que su superioridad sobre ellos y su preeminencia sobre ellos no es impugnada en lo más mÃnimo.
Fue enviado por su propia elección voluntaria previa y condescendencia; lo son en pos del estado y la condición de su creación. Fue enviado a ministrar en âforma de siervoâ solo por un corto tiempo, en los dÃas de su carne; continúan siendo asà desde el principio hasta el fin del mundo. Ãl fue enviado a esa gran y poderosa obra de mediación que nadie era digno de emprender, nadie era capaz de realizarla sino solo él mismo, el Hijo unigénito de Dios; se envÃan sobre las preocupaciones ordinarias de los santos: él como el Hijo; ellos como siervos; él como autor de toda la obra de redención y salvación de la iglesia; ellos como ayudantes subordinados en la promoción particular de la misma.
El acuerdo general, pues, de que él y ellos son enviados para el bien de la iglesia, tiene tantas y tan grandes diferencias, en la manera, las causas y los fines, que de ninguna manera se aparta de la evidencia de su subordinación . y sujeción a él. Y con esta demostración cierra el apóstol el argumento en el que tanto ha insistido.
De la naturaleza de este ministerio de los ángeles para el bien de los que heredarán la salvación, porque no pertenece directamente al designio presente del apóstol, y, en su plena consideración, causarÃa una larga desviación de la obra en cuestión. , no trataré, aunque sea un asunto singularmente digno de nuestra meditación. Por ahora puede ser suficiente observar que en el gobierno y protección de sus santos aquà abajo, tanto en cuanto a la dispensación de la gracia como de la providencia, Dios se complace en hacer uso del ministerio de los ángeles, en el cual gran parte de su honor y nuestra seguridad sà consiste.
Como cierre del todo, podemos observar solamente la forma y manera en que el apóstol propone esta doctrina del ministerio de los ángeles a los hebreos. ¿No es asÃ? dice él. Habla de ello como un asunto bien conocido por ellos, y reconocido por ellos. Su naturaleza, su dignidad y su oficio fueron declarados en el Antiguo Testamento. De allà se les instruyó que en cuanto a su naturaleza eran espÃritus; en dignidad, tronos, principados y potestades; en oficio, ministros de Dios, enviados para el bien de su iglesia.
Y por tanto estas cosas el apóstol en varios lugares las da por sentadas, como aquellas que ya eran conocidas y recibidas en la iglesia de Dios, Romanos 8:38 ; Efesios 1:20-21 ; Colosenses 1:16 .
Esta doctrina, pues, digo, fue propagada de los judÃos a los cristianos. Y de ellos también salió mucha de esa curiosidad y superstición acerca de los ángeles que después infectaron las mentes de muchos en la iglesia cristiana; porque después que fueron abandonados por Dios, y comenzaron a entregarse a vanas especulaciones, no hubo nada en lo que la vanidad de sus mentes se manifestara más temprano que en sus imaginaciones acerca de los ángeles, en las cuales se ejercitan hasta el dÃa de hoy.
Porque, para omitir sus monstruosas invenciones sobre el origen de los demonios, la mayorÃa de los cuales afirman que fueron engendrados por Adán en Lilith, antes de que Dios formara a Eva, y que muchos de ellos provinieron de Adán y Eva por separado mientras vivÃan separados ciento cincuenta años. cincuenta años después de la muerte de Abel, como locuras posteriores, es cierto que algunos de ellos comenzaron a desahogar curiosidades acerca de los ángeles en tiempo del apóstol, Colosenses 2:18 , y a expresar sus fantasÃas acerca de sus nombres, órdenes, grados y empleos .
Y esto lo siguen haciendo aún; aunque niegan perentoriamente que deban ser invocados o rezados, en lo que son superados por otros. Nombres que han inventado para ellos innumerables, y muchos de ellos toscos e insignificantes. También les asignan órdenes o grados; unas cuatro, unas cinco, unas siete, unas nueve, unas trece, según ha parecido bien a tal o cual gran maestro entre ellos.
De ellos tomó el pseudo Dionisio, hacia el siglo cuarto o quinto después de Cristo, la ocasión y el surgimiento de su operosa ficción sobre la jerarquÃa celestial; aunque mezcló sus invenciones con muchas nociones peripatéticas y pitagóricas, Aristóteles proporcionó el número de las inteligencias a las esferas de los cielos; más no concedió. Los pitagóricos y los platónicos afirmaban que todas las cosas aquà abajo estaban influenciadas por los planetas en sus orbes, recibiendo los inferiores una comunicación de virtud de los superiores, e impartiéndola a los de abajo.
Entonces interpretaron la exsección de Saturno por Júpiter, como la de Coelum por Saturno, como la intercepción de su influencia procreadora, que no deberÃa ser comunicada inmediatamente a las cosas de abajo sino por ellas. De todas estas fantasÃas Dionisio elevó su jerarquÃa. De los judÃos tomó la disposición de sus ángeles en órdenes de superioridad y gobierno; de Aristóteles su número, colocando un orden en lugar de una sola inteligencia, para responder a lo que se enseña en la Escritura acerca de su multitud; y de los pitagóricos platónicos la comunicación de la luz, el conocimiento y la iluminación de Dios, por la serie u orden superior a la inferior, y de ellos a los hombres en la tierra.
Y sobre este fundamento, tal como es, se construyen los discursos de muchos comentaristas sobre este lugar, en sus indagaciones sobre si los ángeles de las órdenes superiores son enviados para ministrar por el bien de los creyentes; lo cual es negado por muchos, aunque por algunos expositores posteriores, como Estius, Ribera, Tena, a Lapide, lo concedieron y probaron, no sin mucho ruido. Tan difÃcil es a veces para los hombres derribar espantapájaros de su propia creación.
Sólo resta que cerremos todos nuestros discursos sobre este capÃtulo con algunas observaciones para nuestro propio uso e instrucción de este último versÃculo; como,
I. El mayor honor de los espÃritus más gloriosos del cielo es ministrar al Señor en el servicio para el que él los designa.
Este es el oficio, esta la obra de los ángeles; y esta es su honra y gloria. Porque ¿de qué mayor honor se puede hacer partÃcipe a una criatura que el de estar empleada en el servicio de su Creador? ¿Qué mayor gloria, que estar en la presencia y hacer la voluntad del Rey del cielo? Si es un honor en la tierra estar de pie ante prÃncipes, hombres agonizantes y perecederos, y eso para ellos en naturaleza y especie iguales a aquellos ante quienes están de pie, ¿qué es para ellos que por naturaleza están a una distancia infinita de la gloria de Dios? Dios, para estar delante de Aquel que vive por los siglos de los siglos? Y seguramente será inconcebiblemente doloroso para las pobres almas en el último dÃa, descubrir cómo despreciaron en este mundo una participación e interés en ese servicio que es, y siempre fue, la gloria y el honor de los ángeles,
II. Tal es el amor y el cuidado de Dios hacia sus santos que trabajan aquà abajo, que envÃa a los asistentes más gloriosos en su trono para ministrarle en el cuidado de ellos. El que dio a su Hijo unigénito por ellos no escatimará en enviarles a sus santos ángeles. El cielo y la tierra serán testigos de su cuidado por ellos, y del valor que les da.
Ahora bien, siendo este un asunto de tanta importancia como lo es para el consuelo de la iglesia, y la doctrina directamente enseñada en el texto, podemos investigarlo un poco más, en respuesta a estas dos preguntas:
Primero , ¿por qué Dios se complace en usar el ministerio de los ángeles en la dispensación de su cuidado y buena voluntad a la iglesia, los herederos de la salvación, siendo que puede ejercer todos los efectos de ella con su poder inmediato con una facilidad todopoderosa?
En segundo lugar , ¿para qué fines y propósitos especiales Dios hace uso del ministerio de los ángeles para el bien de los que creen?
Para el PRIMERO de estos, la cuenta principal de ello debe ser resuelta en su propia voluntad soberana, sabidurÃa y placer. Asà debemos vivir siempre en una santa admiración por él, siempre que consideremos cualquiera de sus obras o caminos, Romanos 11:33 . Aquà debemos descansar y poner fin a todas nuestras investigaciones. Asà le agradó, Mateo 11:26 ; y no da cuenta de sus asuntos, Job 33:12-13 .
Esto debemos aceptarlo como la gran razón de todas las dispensaciones y caminos de Dios, incluso su propia sabidurÃa infinita y placer soberano. Sólo él sabe lo que es su propia bondad y grandeza, y de las criaturas no una, sino como le place revelarla. Porque ¿podemos descubrir al Todopoderoso a la perfección? ¿Podemos buscar a Dios? Job 11:7 .
¿Cómo llegarán a saber las pobres, limitadas y finitas criaturas lo que le corresponde al Santo infinito hacer, de otra manera que no sea como él mismo declara que lo ha hecho? Y entonces sabemos que la obra es santa y sabia, y tal que llega a la perfección infinita, porque él la ha hecho. En esto, pues, descansamos principalmente, en cuanto a la idoneidad y decencia del ministerio de los ángeles, Dios lo ha designado. A lo cual podemos añadir aquellas otras razones que la Escritura nos sugiere, como,
1. Dios lo hace para preservar y manifestar el glorioso orden de su reino. Dios se complace en gobernar su creación como Señor y Rey supremo. Por eso se menciona con tanta frecuencia en la Escritura que él es el Rey, el único Potentado, el Señor de señores y Rey de reyes; como también de su trono, su reino, dominio, reinado y gobierno. Y Dios hace esto, para que pueda asà dar a entender su soberanÃa a sus criaturas, y asà dar paso a la manifestación de su gloria.
Ahora, para un reino hay tres cosas esenciales, regla, obediencia y orden. En este reino, el gobierno soberano está solo en la mano de Dios; el reino o monarquÃa es suyo. La obediencia es obra y deber de toda la creación, cada cosa según su naturaleza, capacidad y condición. La gloria de ambos radica en el orden. De esto hay dos partes: la primera, la que respeta el ser de las criaturas en su dependencia de Dios; en segundo lugar, lo que respeta su funcionamientoen obediencia a él, Dios, con infinita sabidurÃa, ha dotado a las obras de sus manos con naturalezas tan variadas, de las cuales dependen sus usos, que se colocan en varios rangos, series y órdenes, en una útil sumisión mutua, de modo que en la medida en que se benefician de ello en su sujeción común y absoluta a sà mismo.
Este es el orden de su ser. El orden de su operación es tal como están preparados por su naturaleza, y por el cual manifiestan la gloria de este reino de Dios. Asà él toma a los ángeles, siendo apropiados para ellos por el lugar que ocupan en el orden de la naturaleza y el ser, para la siguiente e inmediata asistencia en el trono de su reino. Allà lo esperan para recibir y ejecutar sus órdenes en todos los asuntos de su reino.
Asà se describen en todas partes en la Escritura, Salmos 68, 103; Daniel 7 ; Apocalipsis 5 ; IsaÃas 6 , y en otros lugares. Y por este ministerio de ángeles Dios nos da a entender la gloria y el orden de su reino, siendo asistido su glorioso y ardiente trono con millones de estos poderosos ángeles, listos para cumplir su voluntad.
Y considerando que Dios ha erigido "imperium in imperio", "un reino en un reino", como las ruedas dentro de las ruedas en la visión de Ezequiel, a saber, el reino económico y dispensatorio de Cristo en su reino ecuménico sobre toda la creación, y ha anexado a la manifestación principal de su gloria, gobierno y dominio, esos benditos ministros atienden principalmente los asuntos correspondientes.
Y asÃ, aunque Dios puede gobernar y disponer de todas las cosas "solo nutu", por las emanaciones todopoderosas e inmediatas de su propio poder, sin embargo, para la manifestación de la gloria de su reino, especialmente de ese gobierno que está encomendado al Señor Cristo, utiliza el ministerio de sus criaturas, en el orden al que su infinita sabidurÃa las habÃa dispuesto en su primera creación.
2. Dios se complace en hacer esto para ejercer la obediencia de los mismos ángeles; y eso por una cuenta triple:
Primero , guardarlos, conservarlos y gobernarlos adecuadamente a su estado y condición. Siendo criaturas, tienen una dependencia natural y necesaria de Dios su creador; y siendo criaturas intelectuales, tienen una dependencia moral de él, según una ley y regla, con referencia al fin supremo para el cual fueron creados. Esto requiere su constante obediencia a la voluntad de Dios, sin la cual dejan y abandonan la ley de su creación y condición, y también se desvÃan del fin para el cual fueron creados.
Por tanto, para ejercitarlos en y en esta su obediencia, Dios hace uso de su ministerio y servicio en su gobierno de la iglesia. Y esto continuarán haciendo hasta el fin del mundo, cuando, una vez cumplido el curso de su obediencia, estarán eternamente saciados con la contemplación de las infinitas excelencias de Dios, y el disfrute de él como su recompensa.
En segundo lugar , para que en ellos pudiera dar un ejemplo de pronta obediencia a la iglesia. Estos ángeles de Dios, siendo excelentes en su naturaleza y grandes en poder, siempre listos, vigilantes y libres de toda distracción o vocación, eminentes en luz y santidad, como siempre contemplando el rostro de Dios, y llenos de su gracia, son propuestos a nosotros, en su obediencia y prontitud para hacer la voluntad de Dios, como un ejemplo y modelo que debemos imitar en todo lo posible, aunque nunca seamos capaces de expresarlo perfectamente. Y desde allà nuestro Salvador nos indica que oremos para que podamos hacer la voluntad de Dios en la tierra como la hacen ellos en el cielo.
En tercer lugar , para que ellos mismos sean hechos partÃcipes de este singular honor y gloria, para servir al Dios altÃsimo en su obra más gloriosa, la conservación y salvación de su iglesia; porque este es su honor fue declarado antes.
3. Dios los emplea de manera especial en este ministerio, para el bien de los que son herederos de la salvación, para manifestarles la grandeza y gloria de la obra de la reunión, preservación y redención de su iglesia, con el valor que pone sobre todos los frutos de la muerte y preocupaciones de la mediación de su Hijo Jesucristo: porque de ellos mismos quieren mirar particularmente estas cosas, que en general les parecen tan gloriosas, 1 Pedro 1:12 , que su deleite en la sabidurÃa y el amor de Dios puede aumentar cada vez más; asà por los tratos de Dios con su iglesia, en cuyo favor están empleados, aprenden en ella âla multiforme sabidurÃa de Diosâ, y las riquezas de su gracia, Efesios 3:10 .
Y asÃ, en todo su empleo acerca de los santos, en el que son enviados a ministrar para su bien, aprenden mucho de la sabidurÃa y el amor de Dios; y por lo tanto están emocionados de honrarlo, aplaudirlo, glorificarlo y alabarlo. Algo de esto verán en la obra más pequeña y mezquina hacia cualquier creyente que se les encomiende. Y se regocijan eternamente en las sobreabundancias del amor y la gracia de Dios, ocupándose de todas las preocupaciones de los más pobres y mezquinos de sus siervos.
4. Esto se hace para que Dios pueda de una manera especial dar gloria y honra a Jesucristo por ello. Esta es su voluntad, âque todos honren al Hijo como honran al Padreâ, Juan 5:23 . Por tanto, lo levantó y le dio honor y gloria, y en particular lo exaltó muy por encima de los ángeles, poniéndolos en sujeción a él, como su cabeza, prÃncipe, gobernante y gobernador, Efesios 1:20-22 .
Tampoco es una muestra de gloria, o un reino y dominio titular, que le ha dado a Jesucristo, sino una soberanÃa real y absoluta, en la que todas las cosas sujetas a él están a su disposición absoluta; y por lo tanto los mismos ángeles deben estar a su servicio en los asuntos de su reino; y asà se reconocen ellos mismos, y los consiervos de los que guardan su testimonio, Apocalipsis 19:10 .
Ahora, el corazón y el amor de Jesucristo están puestos en gran medida en esa parte de su iglesia o pueblo que está sufriendo con el pecado, la aflicción y la persecución aquà abajo, Hebreos 2:17 ; Hebreos 4:15 . Es, pues, en gran medida para su honor y gloria (que en todas las cosas apunta el Padre, Colosenses 1:18-19 ) que los ángeles gloriosos se empleen para el bien y en favor de todos sus pobres santos trabajadores. Este honor se hace a Jesucristo en el cielo, cuando todos los servidores del trono de Dios ven el cuidado que se tiene por los más humildes que creen en él.
5. El amor, el cuidado y la condescendencia de Dios hacia sus santos se manifiestan por la presente a los santos mismos. Dios emplea a los ángeles para su bien, para que sepan cómo los cuida, y asà se consuelen, Salmo 90:11 . Los santos de Dios tienen pensamientos mezquinos y bajos de sà mismos, como les conviene tener.
Saben y confiesan que son inferiores a todas las misericordias de Dios, e indignos de que Ãl los tenga en consideración. Pensamientos como estos, su mezquina condición terrenal y sus múltiples pecados y fallas, los llenan. De los ángeles gloriosos sus pensamientos y temores son altos y honorables. Su naturaleza, su estado y condición, su poder y grandeza, su santidad y el disfrute de la presencia de Dios, todo les presenta a sus mentes bajo una noción de mucha excelencia y gloria.
De ahà que algunas mentes débiles, supersticiosas y curiosas hayan sido atraÃdas a adorarlos con culto y adoración religiosos. Los santos conocen suficientemente la locura de esto. Pero, sin embargo, cuando consideran que a Dios le agrada usar, emplear y enviar estos espÃritus gloriosos, para cuidarlos, hacerles el bien, velar sobre ellos y alrededor de ellos, para guardarlos del mal, esto los llena. ellos como con una santa admiración del infinito amor y condescendencia de Dios hacia ellos, asà también de la excelencia de la mediación del Señor Cristo, que los ha puesto en esta condición de favor; de ambos surge mucho consuelo espiritual y regocijo en el Señor. Y para este fin también Dios elige hacer eso mediatamente, por el ministerio de los ángeles, lo que de otro modo, por una facilidad inconcebible, podrÃa hacer por su propio poder inmediato.
6. Se mantiene y conserva una relación, una sociedad, una comunión y un compañerismo benditos entre las diversas partes de la familia de Dios, la de los ángeles arriba y la de los creyentes abajo. Anteriormente se ha declarado cómo los ángeles en el cielo y todos los creyentes elegidos fueron reducidos a una sola familia, cuando Dios reconcilió consigo las cosas en el cielo y en la tierra, y las puso a todas en sujeción y dependencia de una cabeza común, Cristo Jesús, Efesios 1:10 _
De ahà que los ángeles y los hombres se reduzcan a una sola familia, la familia en el cielo y en la tierra; los ángeles por transición, los hombres por adopción. Ahora bien, es la voluntad de Dios que, por el honor de nuestro Señor Jesucristo, la cabeza inmediata de esta familia, debe haber una relación y una comunión útil entre las diversas partes de ella; porque con este fin somos traÃdos a la sociedad de la âinnumerable compañÃa de ángelesâ, Hebreos 12:22 .
Ahora, debido a que nuestra bondad, nuestra utilidad, nuestra ayuda, están confinadas y limitadas a los "santos que están en la tierra", Salmo 16:2-3 , no extendiéndose a Dios, ni a ninguno de sus santos arriba, no podemos ayudar, asistir, aconsejar, ni aconsejar a los ángeles; ni ellos en nada necesitan nuestra ayuda o asistencia.
Y puesto que la comunicación de nuestras mentes con ellos, por medio de la sujeción religiosa, la adoración, la fe, la confianza, la promesa, está absolutamente prohibido para nosotros, queda que esta comunión y sociedad debe ser mantenida por la ayuda, ayuda y asistencia que ellos nos pueden permitir y que necesitamos. Y por esta razón Dios los emplea en los asuntos y preocupaciones de los creyentes, para que se mantenga una comunión apropiada en la familia de Cristo, y una utilidad entre las diversas partes de la misma.
7. Dios se sirve del ministerio de los ángeles al servicio de la iglesia para vituperar, intimidar, refrenar y atormentar al diablo. Es un reproche continuo lanzado sobre Satanás, cuando ve a aquellos a quienes él es semejante en naturaleza, y con quienes fue en algún tiempo un compañero en la gloria, obedeciendo voluntaria, alegre y triunfalmente la voluntad de Dios en el servicio de Cristo; habiéndose echado a sà mismo por su maldad del mismo empleo honorable, y mancipándose a sà mismo a los servicios más viles a los que cualquier parte de la creación de Dios es arrojada.
Toda la obra de los ángeles es un reproche continuo a Satanás por su pecado e insensatez. Le clama: 'Esta podrÃa haber sido tu obra, esta podrÃa haber sido tu condición'; la mordedura de la cual consideración no es una pequeña parte de su tormento y actual vejación inquieta. También pusieron un temor sobre él en todos sus intentos. Conoce bien su poder, su autoridad, su comisión, y que no le corresponde a él contender con ellos.
Con una sola palabra pueden derrotarlo en cualquier momento: âJehová te reprenda, Satanás; el Señor te reprendaâ. Y no sabe dónde puede encontrarse con ellos en sus intentos. Y esto lo mantiene en continuo asombro y perpetua incertidumbre de éxito en todo lo que emprende o emprende. Y por esto Dios también en muchas cosas frustra sus esfuerzos, restringe su poder y decepciona su malicia. Es inconcebible los estragos que causarÃa en las vidas, las libertades y las propiedades de los santos, si estos vigilantes del Santo no lo decepcionaran.
Y todas estas cosas aumentan su tormento. Gran parte de su castigo actual consiste en el funcionamiento interminable de la ira, la envidia, la malicia, la sed de sangre y la ira. Ahora bien, asà como éstas, dondequiera que se encuentren, aunque sea en el más mÃnimo grado, son pasiones atormentadoras, donde están todas en su apogeo, ira y furia, y no se alivian ni aflojan por ninguna salida considerable, ¿qué puede ser peor en el infierno? sino sólo la ira inmediata de Dios? Pero asà es con Satanás de este ministerio de ángeles.
Ve a la iglesia y a todos sus miembros, a todos los que busca devorar, acampados, protegidos y defendidos por esta hueste celestial, de modo que no puede en ninguna medida tener su voluntad de ellos; es más, que no puede tocar el alma de ninguno de ellos, ni hacer perecer ni un cabello de la cabeza de ninguno de ellos. Esto lo llena de rabia, envidia e ira autodevoradoras. Y asà Dios de esta manera cumple su juicio sobre él.
Y estas son algunas de las razones que la Escritura nos da a entender por qué el Señor se complace en hacer uso del ministerio de los ángeles; lo que puede bastar para dar una respuesta a la primera pregunta antes propuesta. El SEGUNDO es, ¿Con qué fines y propósitos Dios hace uso del ministerio de los ángeles para el bien de los que creen?
La cosa misma que suponemos en estas dos cuestiones. Se afirma tan directamente en las palabras del apóstol, y se dan tantos ejemplos de ello en otras partes de la Escritura, que no necesita ninguna confirmación especial. También se declarará más adelante en nuestra enumeración de los fines y propósitos de lo que sigue; como,
1. En general, Dios lo hace para comunicar por ellos los efectos de su cuidado y amor a la iglesia por medio de Jesucristo. Este Dios se lo representó a Jacob en la visión que le dio de la escalera que estaba sobre la tierra, y cuya punta llegaba al cielo, Génesis 28:12-13 ; porque aunque los judÃos dicen algo al propósito cuando afirman que esta escalera ha denotado la dependencia de todas las cosas aquà abajo de ellas arriba, bajo el gobierno de la providencia de Dios, sin embargo, no dicen todo lo que significaba por ella.
Nuestro Salvador nos dice, Juan 1:51 , que en lo sucesivo sus discÃpulos verÃan âel cielo abierto, y ángeles que subÃan y descendÃan sobre el Hijo del hombreâ, aludiendo claramente a esta visión de Jacob: pues estas palabras á¼Ïá½¶ Ïὸν Υἱὸν Ïοῦ á¼Î½Î¸ÏÏÏÎ¿Ï , â sobre el Hijo del hombreâ, no puede denotar meramente el objeto de la ministración angelical, que deben ser ejercitados en su obra acerca de su persona; pero también que por él, por medio de su mediación, los ángeles ascienden y descienden en la obra de ministrar a los santos.
Es cierto que el gran ejemplo de su ministerio se dio en y acerca de la persona de Cristo, como cabeza de la iglesia. Declararon su concepción y nacimiento, Mateo 1:20-21 ; Lucas 1:35 ; Lucas 2:10-14 ; ellos le sirvieron después de su tentación, Mateo 4:11 ; lo fortalecieron en su agonÃa, Lucas 22:43 ; fueron testigos de su resurrección y ascensión, Lucas 24:4 ; Hechos 1:10-11 .
Pero por él y por su cuenta realizan los oficios de su misión también hacia los demás, incluso todos los herederos de la salvación, pero esto todavÃa por la cuenta de Cristo. Ascienden y descienden por su mediación, enviados por su autoridad, apuntando a su gloria, haciendo su obra, llevando a cabo su interés, como en los siguientes detalles aparecerán: porque,
1. Son enviados de manera extraordinaria para hacer revelaciones de la voluntad de Dios, acerca de las cosas que tienden a la obediencia y ventaja espiritual de los que creen. De esto tenemos muchos ejemplos en el Antiguo Testamento, especialmente en el trato de Dios con los patriarcas antes de dar la ley. Porque aunque la segunda persona de la Trinidad, el mismo Hijo de Dios, se les aparecÃa muchas veces, como a Abraham, Génesis 18:1-2 , con Génesis 19:24 ; ya Jacob, Génesis 32:24 , a quien llama ××Ö·Ö¼×Ö°×Ö·×Ö° ×Ö·× Ö¼×ÖµÖ¹×, Génesis 48:16 ; sin embargo, Dios también hizo uso frecuente de ángeles creados en la revelación y descubrimiento de su mente y voluntad para con ellos, como es evidente en muchos pasajes de su historia.
Que usó su ministerio en la entrega de la ley que hemos mostrado antes abundantemente, el EspÃritu Santo declarándolo y afirmándolo, Salmo 68:17-18 ; Hechos 7:53 . También continuó haciendo lo mismo en las visiones de ellos concedidas a los profetas que siguieron hasta el final de esa dispensación, especialmente a Ezequiel y ZacarÃas.
Asà también se hizo lo mismo bajo el Nuevo Testamento, ya que, para omitir otros, tenemos un caso especial, Apocalipsis 1:1 . Es difÃcil determinar hasta qué punto se complace Dios en continuar esta ministración de ángeles hasta el dÃa de hoy: porque asà como muchos han pretendido revelaciones de ángeles, que han sido meras ilusiones de Satanás o imaginaciones de sus propios cerebros, es decir que Dios no o no puede enviar sus ángeles a ninguno de sus santos, para comunicarles su mente en cuanto a algunos detalles de su propio deber, de acuerdo con su palabra, o para mostrarles algo de su propia obra próxima, parece, a mi juicio, limitar injustificadamente al Santo de Israel. Sin embargo, tales cosas en particular deben sopesarse debidamente con sobriedad y reverencia.
2. Dios por medio de ellos sugiere buenas mociones a la mente de sus santos.Asà como el diablo se pone a trabajar para tentarlos al mal, mediante sugestiones adecuadas al principio del pecado dentro de ellos, asà Dios emplea a sus santos ángeles para provocarlos a lo que es bueno, sugiriéndoles lo que es adecuado al principio. de la vida espiritual y la gracia que hay en ellos Y como es difÃcil descubrir las sugerencias de Satanás en la mayorÃa de los casos a partir del funcionamiento de nuestras propias mentes y nuestra incredulidad en ellas; en parte por su connaturalidad entre sÃ, y en parte porque sus impresiones no son sensibles, ni producen ningún efecto sino cuando se mezclan con nuestras propias tinieblas y lujurias: por lo tanto, no es menos difÃcil notar claramente estos movimientos angélicos, en la cuenta similar por otro lado; por ser adecuado a las inclinaciones de ese principio de gracia que está en los corazones de los creyentes,
Para que podamos tener el beneficio de muchas sugerencias angélicas de cosas buenas de las que nosotros mismos no hacemos caso. Y si se pregunta cómo estas buenas mociones de los ángeles son o pueden distinguirse de las mociones del EspÃritu Santo y sus actos en los creyentes, respondo que se diferencian de diversas maneras; como,
(1.) Estos movimientos angélicos son "ab extra", desde afuera. Los ángeles no existen en nosotros, no residen en nuestras almas, sino que actúan sobre nosotros como un principio externo; considerando que el EspÃritu Santo mora con nosotros, y mora en nosotros, y obra âab intraâ, desde dentro de los mismos principios de nuestras almas y mentes De donde se sigue,
(2.) Que estos movimientos angélicos consisten en impresiones ocasionales en la mente, la fantasÃa y la imaginación, por las ventajas tomadas de los objetos externos y la disposición presente de la mente, haciéndola adecuada para recibir tales impresiones, y disponiéndola asà para afectar el corazón. , la voluntad y los afectos; mientras que el EspÃritu Santo se cierra en sus operaciones con todas las facultades del alma, excitando real e inmediatamente a cada una de ellas a actos de gracia, según su naturaleza y calidad. De donde también aparece,
(3.) Que los movimientos angélicos no comunican fuerza, poder o habilidad a los hombres para actuar, hacer o realizar el bien que guÃan y dirigen hacia; solamente, provocan y agitan a los hombres para que actúen y ejerzan la fuerza que tienen en los deberes que tienen por objeto; pero el EspÃritu Santo en sus mociones realmente comunica gracia espiritual, fuerza y ââpoder a las facultades del alma, capacitándolas para un correcto desempeño de los deberes que se les proponen. Y,
(4.) Mientras que las impresiones gelicales son transitorias y no permanecen en absoluto en sà mismas, sino sólo en los efectos que produce la mente advertida y excitada por ellas, hay una obra constante, permanente y eficaz del EspÃritu Santo en el corazones de los creyentes, capacitándolos para querer y hacer según su beneplácito. Y esta es una segunda parte del ministerio de los ángeles en particular, del beneficio del cual somos hechos partÃcipes más a menudo de lo que quizás nos damos cuenta. Y estos movimientos, que son un efecto de su ministerio, los saduceos de la antigüedad tomaron por ángeles, negando toda subsistencia espiritual de la que debÃan proceder.
3. Dios envÃa a sus ángeles a este ministerio para el bien de los creyentes, para preservarlos de muchos peligros y fatalidades que de otro modo les sobrevendrÃan. Gran parte del diseño de Salmo 91 es para familiarizarnos con él; porque aunque el cargo de los ángeles se expresa solo en Salmo 91:11-12 , sin embargo, como la expresión allÃ, de guardarnos en todos nuestros caminos, para que no tropecemos, abarca todos los peligros a los que estamos o podemos estar expuestos. , por lo que esta misma obra suya respeta todos los males y perjuicios enumerados al comienzo del salmo.
Y con este propósito también se dice que el ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, como lo hicieron con Eliseo en la antigüedad, a saber, para preservarlos de los peligros a los que están expuestos. Ni esto es impugnado por la observación de los males, problemas, calamidades y miserias que acontecen al pueblo de Dios; porque Dios no ha dado a sus ángeles una comisión para actuar "ad ultimum virium", hasta el máximo de sus fuerzas, "viis et modis", para la conservación de los suyos, sino solo para actuar de acuerdo con su beneplácito especial; y esto siempre lo hacen.
Ahora bien, es la voluntad de Dios que sus santos sean ejercitados con diversas tribulaciones y calamidades, para la prueba de su fe y obediencia. Pero, sin embargo, en la ordenación y manejo de estos calamitosos accidentes o problemas, no tienen menos beneficio por el ministerio de los ángeles que el que tienen con respecto a aquellos de los cuales son preservados por ellos; porque en la medida en que también están diseñados y ordenados para su bien, el exponerlos a ellos en sus estaciones, el apoyo bajo ellos durante su permanencia y la liberación de ellos en el tiempo señalado, son todas señales de misericordias que reciben por el ministerio de los ángeles. .
4. Por este ministerio de los ángeles Dios en particular nos preserva de las repentinas y violentas incursiones de Satanás. Satanás en la Escritura es llamado serpiente, por su astucia y acecho para hacer maldad; y el león, de su furia y furor, y saqueo de sus madrigueras. Y como el uno o el otro, continuamente busca el daño, el daño y la ruina del hombre completo; no sólo de nuestras almas, en pecado y merecimiento de castigo, sino de nuestros cuerpos, en nuestra vida, salud y bienestar.
De ahà que encontremos a tantos en el Evangelio atribulados con enfermedades corporales por los ataques e impresiones de Satanás. Y lo que se propone hacer contra alguno, lo está continuamente atentando contra toda la simiente de Abraham. También pertenecen a esto todos esos terrores dañinos, temores y sorpresas, que él mismo y sus agentes se esfuerzan por lanzar sobre nosotros. Si tuviera su libertad, harÃa que toda nuestra vida se llenara de decepciones, horrores, temores vanos y perplejidades, si no pudiera seguir adelante.
Ahora bien, en todos estos designios es más que probable que sea impedido por el ministerio de los ángeles. Encontramos, en el 1 de Job, que en todos los paseos del diablo en la tierra para ejecutar su maldad, los ángeles todavÃa lo observan y están listos para responderle cuando venga con sus acusaciones contra los santos en la presencia de El Señor. Y de esto depende la seguridad y la seguridad de nuestras vidas, sin las cuales Satanás, por todos los medios, intentarÃa continuamente llenarlas de terrores, vejaciones, pérdidas y problemas. Ninguno de nosotros deberÃa escapar de él mejor que Job, cuando Dios suspendió por un tiempo su protección sobre sus relaciones, posesiones y disfrutes.
5. Son designados en su ministerio para ser testigos de la obediencia, los sufrimientos y la adoración de los discÃpulos de Cristo, para que puedan dar testimonio de ellos ante Dios y en la gran asamblea del último dÃa; glorificando asà a Dios por la gracia que les ha sido concedida y la ayuda que les ha brindado. Asà Pablo nos dice que los apóstoles en su predicación y sufrimientos fueron hechos âespectáculo para los ángeles,â 1 Corintios 4:9 .
Los santos ángeles de Dios miraban, regocijándose al ver cuán gloriosamente se desempeñaban en la obra y el ministerio que se les habÃa encomendado. Y con este fin encomienda a Timoteo ante âlos ángeles escogidosâ que mire y desempeñe correctamente la obra de un evangelista, 1 Timoteo 5:21 , porque fueron designados por Dios para ser testigos de su fidelidad y diligencia en ello.
Y no es improbable sino que tiene respeto a la presencia de los ángeles en las asambleas de los santos para el culto de Dios, donde manda modestia y sobriedad a las mujeres por causa de ellos, 1 Corintios 11:10 . Y de ese caso en particular se puede sacar una regla general para la observación de la hermosura y el orden en todas nuestras asambleas, a saber, de la presencia de estos santos testigos en todo nuestro culto solemne; porque las asambleas de la iglesia son el atrio, la morada, el trono de Jesucristo, y por lo tanto en ellas es asistido de manera especial por estos gloriosos ministros de su presencia.
Y por lo tanto, aunque un respeto santo a Dios y a nuestro Señor Jesucristo mismo sea el motivo primero y principal para una justa y santa absolución de nosotros mismos en toda nuestra obediencia, sufrimientos y adoración, sin embargo, en subordinación a ello, también podemos tener respeto por el ángeles, como aquellos que están empleados por él para ser testigos de nuestros caminos y conducta, tal respeto, quiero decir, que les brinde la ocasión de glorificar a Dios en Cristo a favor nuestro, para que todo el honor redunde finalmente en él. solo.
6. Dios usa el ministerio de los ángeles para vengar a sus elegidos de sus enemigos y perseguidores, para darles una recompensa y venganza aun en este mundo, en el tiempo debido y señalado. Asà por medio de un ángel destruyó al ejército de Senaquerib, cuando pretendÃa y amenazaba con la destrucción de Jerusalén; y por medio de un ángel hirió a Herodes, en medio de su soberbia y persecución, Hechos 12 .
Y este ministerio de ellos se señala de manera especial en varios lugares del Apocalipsis, donde se predice que los juicios de Dios se ejecutarán sobre los perseguidores del mundo. Y esperan esta obra con santa admiración por la paciencia de Dios hacia muchas generaciones provocadoras, y están continuamente dispuestos a ejecutarla hasta el final cuando reciban su comisión para hacerlo, Daniel 7 .
7. Llevan las almas de los difuntos al seno de Abraham, Lucas 16:22 .
8. Por último, el ministerio de los ángeles respeta la resurrección general y el dÃa del juicio. El Señor Cristo es descrito en todas partes viniendo al juicio en el último dÃa acompañado de todos sus santos y gloriosos ángeles, Mateo 24:31 ; Mateo 25:31 ; 2 Tesalonicenses 1:7-8 ; Judas 1:14-15 .
Y grande será su obra hacia los elegidos en aquel dÃa, cuando el Señor Cristo âserá glorificado en sus santos, y admirado en todos los que creenâ; porque aunque la obra de la resurrección, como la de la creación, ha de efectuarse por la operación inmediata del poder todopoderoso, sin la intervención de ningún agente finito y secundario, limitado en su poder y operación, sin embargo, muchas cosas preparatorias para ello y consecuentes sobre ello será encomendado al ministerio de los ángeles.
Por ellos son los signos y señales de que se proclamará al mundo; para ellos es el sonido de la última trompeta y el llamado general dado a toda carne para que comparezca ante Jesucristo comprometido, con toda la gloriosa solemnidad del juicio mismo. Y asà como llevan y acompañan a las almas de los santos que parten a los receptáculos de su descanso en el cielo, asà también los acompañarán en su gozoso regreso a sus amadas antiguas moradas. Por medio de ellos también el Señor Cristo los reunirá de todas partes. partes donde sus cuerpos redimidos han sido reducidos a polvo; y asà también por medio de ellos llevar triunfalmente a todos los herederos de la salvación a la plena posesión de su herencia.
Y tanto puede ser suficiente haber hablado sobre el ministerio de los ángeles, aquà mencionado por el apóstol; por todo lo cual, además, parece que ni en su naturaleza ni en su oficio son de ninguna manera comparables con el Hijo de Dios en su ministerio hacia la iglesia. Algunas deducciones también, para nuestro uso especial e instrucción, pueden añadirse aquà de lo que se ha dicho; como,
1. Que debemos tener mucho cuidado de usar la sobriedad en nuestras especulaciones y meditaciones sobre este asunto. Aquà tiene lugar de manera especial la advertencia del apóstol, que seamos prudentes en la sobriedad, Romanos 12:3 , y que no nos consideremos sabios más de lo que está escrito. Esta negligencia de antaño, y esforzándose por entrometerse en las cosas que no habÃan visto, Colosenses 2:18 , es decir, jactándose del conocimiento y trato con los ángeles, para lo cual no tenÃan fundamento ni instrucción segura, cayeron. en soberbia, curiosidad, superstición e idolatrÃa, como declara el apóstol en ese lugar.
Y casi en todas las épocas de la iglesia los hombres han fracasado por este motivo. La curiosidad de los judÃos la hicimos en alguna medida antes de manifestarse. A ellos les sucedieron en su imaginación los gnósticos, cuyos portentosos eones y genealogÃas de deidades inferiores, relatados por Ireneo, OrÃgenes, Tertuliano, Epifanio y otros de los antiguos, no eran más que imaginaciones perversas y tontas acerca de los ángeles. A ellos les sucedieron aquellos de principios del siglo cuarto, que adoraban a los ángeles y tenÃan conventÃculos o reuniones privadas con ese propósito, que están expresamente condenados en el canon 35 del concilio de Laodicea, anno 364, en estas palabras:
á¿ÎÏι οὠδεῠΧÏιÏÏÎ¹Î±Î½Î¿á½ºÏ á¼Î³ÎºÎ±ÏαλείÏειν Ïὴν á¼ÎºÎºÎ»Î·Ïίαν Ïοῦ Îεοῦ, καὶ á¼ÏιÎναι, καὶ á¼Î³Î³ÎÎ»Î¿Ï Ï á½Ïομάζειν καὶ ÏÏ Î½Î¬Î¾ÎµÎ¹Ï Ïοιεá¿Î½, á¼ ÏÎµÏ á¼ÏαγοÏεÏεÏαιΠεἴ ÏÎ¹Ï Î¿Ï á¿Î½ εá½ÏεθῠÏαÏÏá¿ ÏῠκεκÏÏ Î¼Î¼ÎνῠεἰδÏλολαÏÏείᾳ ÏÏολάζÏν á¼ÏÏÏ á¼ÏάθεμαΠὠÏι á¼Î³ÎºÎ±ÏÎλιÏε Ïὸν ÎÏÏιον ἠμῶν ᾿ÎηÏοῦν ÎÏιÏÏὸν Ïὸν ΨἱÏν Ïοῦ Îεοῦ καὶ εἰδÏλολαÏÏίᾳ ÏÏοÏá¿Î»Î¸Î¿Î½Â·
en donde declaran claramente que esa práctica es idolatrÃa y apostasÃa de Jesucristo. Después de estos, hacia fines del siglo IV o principios del V, desahogó sus curiosas especulaciones sobre su jerarquÃa, órdenes y operaciones, quien personificó a Dionisio el Areopagita; de quien hablábamos antes. De todos ellos, ese sumidero de idolatrÃa, superstición y herejÃas, la iglesia de Roma, derivó sus actuales especulaciones, adoración, adoración e invocación de ángeles.
Pero como estas cosas están todas ellas fuera, al lado y en contra de la palabra en general, asà son expresamente prejuzgadas y condenadas en particular por el apóstol, en lugar de los colosenses antes mencionados. Y debemos tener cuidado con este tipo de especulaciones innecesarias, inútiles, no rentables y peligrosas; y muchos de ellos podrÃa recitarlos en particular, pero que no se los enseñarÃa a nadie condenándolos ante todos. Pero aún,
2. El peligro no debe disuadirnos del deber. Debido a que algunos han fallado en este asunto, no debemos, por lo tanto, descuidarlo por completo, ya que hay una gran preocupación por la gloria de Dios y nuestro propio bien envuelto en ello. Si otros hubieran errado o desviado de verdad, porque no tenÃan forma de caminar ni guÃa que atender, habrÃa sido suficiente para impedir que intentáramos nada en este asunto; pero mientras que es evidente que deliberadamente descuidaron el camino, o avanzaron más allá de lo que los caminos les conducÃan, y despreciaron a su guÃa, siguiendo su propia imaginación en lugar de ella, ¿se desanimarán otros en su deber, pudiendo evitar sus errores? En verdad, esto puede y debe hacernos cautelosos en nuestras investigaciones, pero no descuidar nuestros deberes.
Tenemos la palabra de Dios como nuestro camino y guÃa. Si no vamos más allá de él, si no vamos más allá de él, estamos tan seguros cuando tratamos a los ángeles como si tratamos a los gusanos. Hemos visto en parte el uso de señales de su ministerio para nuestro bien y la gloria de Jesucristo. Y es soberbia a la altura, no inquirir lo que se puede saber, porque hay muchas cosas que no podemos saber ni comprender.
Si eso sucede, nos excluirá de toda búsqueda de los misterios del evangelio; porque en nuestro máximo logro conocemos sólo en parte. La revelación de Dios es el objeto de nuestro conocimiento. En la medida en que eso se hace y se da, en la medida en que podemos investigar y aprender. Además, es el colmo de la ingratitud, no buscar lo que se sepa de este gran privilegio y misericordia de la que somos hechos partÃcipes en el ministerio de los ángeles.
Dios no lo ha designado ni revelado por nada; espera un rédito de alabanza y gloria por ello; pero ¿cómo podemos bendecirle por ello si no sabemos nada de ello? Este ministerio de los ángeles, entonces, es el que, con sobriedad, tenemos el deber de investigar.
3. Por esto, glorifiquemos a Dios y seamos agradecidos. Grande es el privilegio, múltiples las bendiciones y los beneficios de los que somos hechos partÃcipes por este ministerio de los ángeles. Algunos de ellos ya han sido relatados. ¿Qué daremos por ellos? y a quien? ¿Iremos y nos postraremos ante los mismos ángeles, y les rendiremos nuestro homenaje de obediencia? Todos claman al unÃsono: âMira, no lo hagas; somos tus consiervos.
" ¿Qué haremos entonces? Pues, dicen ellos, âAdorad a Diosâ. Glorificad y alabad a aquel que es el Dios de todos los ángeles, que los envÃa, que los emplea, a quien ministran en todo lo que hacen por nosotros. Bendigamos a Dios, digo, por el ministerio de los ángeles.
Además, estas palabras nos brindan otras instrucciones, que sólo nombraré, y pondrán fin a nuestros discursos sobre este capÃtulo; como,
tercero La fantasÃa socrática de un solo ángel de la guarda que asiste a todos, ya que es, si se admite, una verdadera impugnación del consuelo de los creyentes, asà como un gran aliciente para la superstición y la idolatrÃa. La evidencia adicional de esta verdad la remito a lo que ya se ha dicho acerca del ministerio de los ángeles en general.
IV. Los creyentes obtienen el cielo por herencia y don gratuito de su Padre, y no por ningún mérito propio. Los herederos entre los hombres reclaman su herencia âjure nascendiâ, porque han nacido para ella, no porque la merezcan mejor que los demás. Los creyentes buscan el suyo âjure adoptionisâ, por el derecho de adopción, por el cual se convierten en hijos, herederos de Dios y coherederos con Jesucristo.