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Thursday, July 17th, 2025
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
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Bible Commentaries
Sinopsis del Nuevo Testamento de Darby Sinopsis de Darby
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
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Información bibliográfica
Darby, John. "Comentario sobre 1 Thessalonians 4". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://studylight.org/commentaries/spa/dsn/1-thessalonians-4.html. 1857-67.
Darby, John. "Comentario sobre 1 Thessalonians 4". "Sinopsis del Nuevo Testamento de Juan Darby". https://studylight.org/
Whole Bible (31)New Testament (6)Individual Books (4)
VersÃculos 1-18
El apóstol pasa luego a los peligros que acosaban a los tesalonicenses como consecuencia de sus antiguos hábitos (y que seguÃan siendo los de las personas que los rodeaban), hábitos en contradicción directa con el santo y celestial gozo del que hablaba. Ya les habÃa mostrado cómo debÃan andar y agradar a Dios. De esta manera él mismo habÃa caminado entre ellos. ( 1 Tesalonicenses 2:10 ) A semejante conducta los exhortarÃa con todo el peso que le daba su propio andar, asà como desearÃa que crecieran en el amor según el cariño que les tenÃa.
(Compare Hechos 26:29 ) Esto es lo que da autoridad a la exhortación, ya todas las palabras de un siervo del Señor.
El apóstol toma especialmente el tema de la pureza, porque la moral pagana estaba tan corrompida que la impureza ni siquiera se consideraba pecado. Nos parece extraño que tal exhortación haya sido necesaria para cristianos tan vivos como los tesalonicenses; pero no tenemos bastante en cuenta el poder de esos hábitos en los que las personas han sido educadas, y que llegan a ser como parte de nuestra naturaleza y de la corriente de nuestros pensamientos, y para la acción de dos naturalezas distintas bajo el influencia de éstos, aunque la concesión o el cultivo de uno pronto amortigua al otro.
Pero los motivos dados aquà muestran sobre qué terreno completamente nuevo, en lo que respecta a la moralidad más común, nos coloca el cristianismo. El cuerpo no era más que un recipiente para ser usado a voluntad para cualquier servicio que eligieran. DebÃan poseer este vaso en lugar de dejarse llevar por los deseos de la carne; porque conocÃan a Dios. No debÃan engañar a sus hermanos en estas cosas, [6] porque el Señor se vengarÃa.
Dios nos ha llamado a la santidad: es con Ãl que tenemos que hacer; y si alguno despreciara a su hermano, aprovechándose de su debilidad mental para usurpar sus derechos en este respecto, serÃa despreciar no al hombre sino a Dios, que Ãl mismo lo recordarÃa, y que nos ha dado su EspÃritu; y obrar asà serÃa despreciar ese EspÃritu, tanto en uno mismo como en el hermano, en quien también mora.
El que fue agraviado de esta manera no solo era el esposo de una esposa, sino que era la morada del EspÃritu Santo y deberÃa ser respetado como tal. ¡En qué terreno elevado coloca el cristianismo a un hombre, y eso en conexión con nuestros mejores afectos!
Como tocante al amor fraterno, nuevo resorte de su vida, no era necesario exhortarlos: Dios mismo les habÃa enseñado, y ellos eran un ejemplo de amor para todos. Sólo que abunden en él cada vez más; andando tranquilamente, trabajando con sus propias manos, para no estar en deuda con nadie, para que también en esto el Señor sea glorificado.
Tales fueron las exhortaciones del apóstol. Lo que sigue es una revelación absolutamente nueva para su aliento y consuelo.
Hemos visto que los tesalonicenses siempre estaban esperando al Señor. Era su esperanza cercana e inmediata en relación con su vida diaria. Estaban constantemente esperando que Ãl los tomara hacia SÃ. Se habÃan convertido para esperar al Hijo de Dios del cielo. Ahora (por falta de instrucción) les pareció que los santos que habÃan muerto recientemente no estarÃan con ellos para ser arrebatados. El apóstol aclara este punto, y distingue entre la venida de Cristo para tomar a los suyos, y su dÃa, que fue un dÃa de juicio para el mundo.
No debÃan angustiarse por los que habÃan muerto en Cristo [7] como se turbaron los que no tenÃan esperanza. Y la razón que da de esto es una prueba de la estrecha conexión de toda su vida espiritual con la espera del regreso personal de Cristo para llevarlos a la gloria celestial. El apóstol, al consolarlos con respecto a sus hermanos que habÃan muerto recientemente, no dice una palabra de que los sobrevivientes se reunirán con ellos en el cielo.
Se les mantiene en el pensamiento de que todavÃa debÃan buscar al Señor durante su vida para transformarlos en Su imagen gloriosa. (Compárese con 2 Corintios 5 y 1 Corintios 15 ). Se requerÃa una revelación especial para hacerles entender que los que habÃan muerto previamente tendrÃan igualmente su parte en ese evento.
Su parte, por asà decirlo, se parecerÃa a la de Cristo. Ha muerto, y ha resucitado. Y asà será con ellos. Y cuando volviera en gloria, Dios los traerÃa como traerÃa a los demás, es decir, a los que viven con Ãl.
Sobre esto el apóstol da alguna explicación más detallada de la venida del Señor en forma de revelación expresa, mostrando cómo estarÃan con Ãl para venir con Ãl cuando Ãl se manifieste. Los vivos no tendrán prioridad sobre los que duermen en Jesús. El Señor mismo vendrá como la Cabeza de Su ejército celestial, disperso por un tiempo, para reunirlos a Sà mismo. Ãl da la palabra. La voz del arcángel lo pasa, y se toca la trompeta de Dios.
Los muertos en Cristo resucitarán primero, es decir, antes que los vivos. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que quedemos, iremos con ellos, todos juntos, en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Asà estaremos para siempre con el Señor.
Fue eso lo que el Señor mismo ascendió; porque en todas las cosas debemos ser como Ãl, una circunstancia importante aquÃ. Seamos transformados o resucitados de entre los muertos, todos subiremos en las nubes. Fue en las nubes que Ãl ascendió, y asà estaremos siempre con Ãl.
En esta parte del pasaje, donde explica los detalles de nuestra ascensión al Señor en el aire, nada se dice de Su bajada a la tierra; es nuestro ascenso (como Ãl subió) para estar con Ãl. [8] Tampoco, en lo que a nosotros se refiere, el apóstol va más allá de nuestra reunión para estar para siempre con Ãl. Nada se dice ni del juicio ni de la manifestación; sino sólo el hecho de nuestra asociación celestial con Ãl en que dejamos la tierra precisamente como Ãl la dejó.
Esto es muy precioso. Hay esta diferencia: Ãl subió por derecho propio, Ãl ascendió; en cuanto a nosotros, su voz llama a los muertos, y salen del sepulcro, y, cambiado el ser viviente, todos son arrebatados juntamente. Es un acto solemne del poder de Dios, que sella la vida de los cristianos y la obra de Dios, y los lleva a la gloria de Cristo como sus compañeros celestiales. ¡Glorioso privilegio! ¡Gracia preciosa! Perderlo de vista destruye el carácter propio de nuestra alegrÃa y de nuestra esperanza.
Siguen otras consecuencias, que son el resultado de Su manifestación; pero esa es nuestra porción, nuestra esperanza. Dejamos la tierra como Ãl lo hizo, estaremos para siempre con Ãl.
Es con estas palabras que debemos consolarnos a nosotros mismos si los creyentes mueren y se duermen en Jesús. Regresarán con Ãl cuando Ãl se manifieste; pero, en cuanto a su propia porción, se irán como Ãl se fue, ya sea resucitado de entre los muertos o transformado, para estar para siempre con el Señor.
Todo lo demás se refiere a Su gobierno de la tierra: un tema importante, una parte de Su gloria; y nosotros también participamos en ella. Pero no es nuestra propia porción peculiar. Esto es, estar con Ãl, ser como Ãl, e incluso (cuando llegue el momento) abandonar de la misma manera que Ãl mismo el mundo que lo rechazó, y que nos ha rechazado a nosotros, y que ha de ser juzgado.
Lo repito: perder esto de vista es perder nuestra parte esencial. Todo yace en las palabras, "asà estaremos siempre con el Señor". El apóstol ha explicado aquà cómo sucederá esto. [9] Nótese aquÃ, que los Vers. 15-18 ( 1 Tesalonicenses 4:15-18 ) son un paréntesis, y que 1 Tesalonicenses 5:1 sigue a 1 Tesalonicenses 4:14 ; CapÃtulo 5 mostrando lo que Ãl hará cuando traiga a los santos con Ãl según 1 Tesalonicenses 4:14 .
En este importante pasaje encontramos al cristiano viviendo en una espera del Señor, que está conectada con su vida diaria y que la completa. La muerte, entonces, es sólo un accesorio que puede tener lugar, y que no priva al cristiano de su porción cuando su Maestro regrese. La expectativa propia del cristiano está enteramente separada de todo lo que sigue a la manifestación de Cristo, y que está relacionado con el gobierno de este mundo.
El Señor viene en Persona para recibirnos a Sà mismo; El no manda. Con plena autoridad sobre la muerte, que Ãl ha vencido, y con la trompeta de Dios, Ãl llama a los Suyos del sepulcro; y éstos, con los vivos (transformados), van a su encuentro en el aire. Nuestra salida del mundo se parece exactamente a la Suya: dejamos el mundo, al que no pertenecemos, para ir al cielo. Una vez allÃ, hemos alcanzado nuestra porción.
Somos como Cristo, estamos para siempre con Ãl, pero Ãl traerá a los Suyos con Ãl, cuando aparezca. Ãste era, pues, el verdadero consuelo en caso de muerte de un cristiano, y de ningún modo dejaba de lado la espera diaria del Señor del cielo. Al contrario, esta forma de ver el tema lo confirmaba. El santo muerto no perdió sus derechos al morir durmiendo en Jesús; deberÃa ser el primer objeto de la atención de su Señor cuando viniera a reunir a los Suyos.
Sin embargo, el lugar de donde salen a su encuentro es la tierra. Los muertos debÃan resucitar, esto era lo primero para que estuvieran listos para ir con los demás; y luego de esta tierra todos partirÃan juntos para estar con Cristo en el cielo. Este punto de vista es muy importante para aprehender el verdadero carácter de ese momento en que se consumarán todas nuestras esperanzas.
Nota #4
Es bueno recordar aquà que, aunque Cristo es Hijo sobre la casa de Dios, como Señor, no es Señor sobre la asamblea sino sobre los individuos. Además de esto, Ãl es en un sentido general Señor de todo. Pero Su acción hacia los individuos ministra al bienestar de la asamblea.
Nota #6 "pas touton" es un eufemismo para "estas cosas".
Nota #7
Se ha pensado que el apóstol habla aquà de los que habÃan muerto como mártires por causa de su nombre. Puede haber sido asà a consecuencia de las persecuciones, pero "dia tov Iesous" serÃa una forma singular de expresarlo; "dia" con genitivo se usa para un estado de cosas, una condición en la que estamos, que nos caracteriza. Estando en Cristo, su remoción fue solo dormirse, no morir. TenÃan esta posición por medio de Jesús, no por Su nombre. (Compare, sin embargo, 2 Corintios 4:14 ).
Nota #8
Para que todos podamos regresar juntos con Ãl.
Nota #9
Compare 2 Corintios 5:1 , &c. Ya hemos señalado como un hecho que este pasaje es una nueva revelación distinta. Pero el alcance de este hecho aparece aquà y prueba que tiene mucha importancia. La vida del cristiano está tan ligada al dÃa (es decir, a la potencia de la vida de luz de la que Cristo vive), y Cristo, que ya está en la gloria, es tan verdaderamente la vida del creyente, que no tiene otro pensamiento que pasar a ella por este poder de Cristo, que lo transformará.
(Véase 2 Corintios 5:4 ). Se requerÃa una revelación nueva y accesoria para explicar lo que faltaba a la inteligencia de los tesalonicenses, cómo los santos muertos no debÃan perder su parte en ello. El mismo poder se aplicarÃa a sus cuerpos muertos como a los cuerpos mortales de los santos vivos, y todos serÃan arrebatados juntos.
Pero la victoria sobre la muerte ya estaba ganada, y Cristo, según el poder de la resurrección, siendo ya la vida del creyente, era natural, según ese poder, que pasara sin morir a la plenitud de la vida con Cristo. Este era tanto el pensamiento natural de la fe que requerÃa una revelación expresa, y como he dicho, accesoria para explicar cómo los muertos debÃan tener su parte en ella.
Para nosotros ahora no presenta ninguna dificultad. Es el otro lado de esta verdad que nos falta, que pertenece a una fe mucho más viva, y que realiza mucho más el poder de la vida de Cristo y su victoria sobre la muerte. Sin duda los tesalonicenses debieron considerar que Cristo habÃa muerto y resucitado, y no haber permitido que el abundante poder de su gozo al realizar su propia porción en Cristo les ocultara la certeza de la porción de los que durmieron en él.
Pero vemos (y Dios lo permitió para que pudiéramos ver) cómo la vida que poseÃan estaba conectada con la posición de la Cabeza triunfante sobre la muerte. El apóstol no debilita esta fe y esta esperanza, pero añade (para que sean consolados por el pensamiento de que el triunfo de Cristo tendrá el mismo poder sobre los santos que duermen que sobre los vivos; y que Dios traerá de vuelta a los primeros como asà como a estos últimos con Jesús en la gloria, habiéndolos arrebatado juntamente como su porción común para que estén para siempre con él.
A nosotros también nos da Dios esta verdad, esta revelación de su poder. Ha permitido que miles se durmieran, porque (bendito sea su nombre) tenÃa otros miles a los que llamar, pero la vida de Cristo no ha perdido su poder, ni la verdad su certeza. Nosotros como vivientes lo esperamos porque El es nuestra vida. Lo veremos en resurrección, si acaso morimos antes de que Ãl venga a buscarnos; y el tiempo se acerca.
Obsérvese también que esta revelación da otra dirección a la esperanza de los tesalonicenses, porque distingue con mucha precisión entre nuestra partida para reunirnos con el Señor en el aire, y nuestro regreso a la tierra con Ãl. No sólo esto, sino que muestra que lo primero es lo principal para los cristianos, mientras que al mismo tiempo confirma y aclara el otro punto. Me pregunto si los tesalonicenses no habrÃan entendido mejor este regreso con Cristo que nuestra partida de aquà todos juntos para reunirnos con Ãl.
Incluso en el momento de su conversión, habÃan sido llevados a esperar a Jesús desde el cielo. Desde el principio se estableció en sus corazones el gran y esencial principio de que la Persona de Cristo era el objeto de la expectativa de sus corazones, y por ello fueron separados del mundo. Tal vez tenÃan una vaga idea de que iban a aparecer con Ãl en gloria, pero no sabÃan cómo se llevarÃa a cabo. DebÃan estar listos en cualquier momento para Su venida, y Ãl y ellos debÃan ser glorificados juntos ante el universo.
Esto lo sabÃan. Es un resumen de la verdad. Ahora bien, el apóstol desarrolla aquà más de un punto en relación con esta verdad general. Primero, estarÃan con Cristo en Su venida. Esto, creo, no es más que una feliz aplicación de una verdad que ya poseÃan, dando un poco más de precisión a uno de sus preciosos detalles. Al final del capÃtulo 3 tenemos la verdad declarada claramente (aunque todavÃa era indistinta en sus corazones, ya que pensaban que los muertos en Cristo serÃan privados de ella) que todos los santos debÃan venir con Jesús, un punto esencial en cuanto al carácter de nuestra relación con Ãl.
Para que se esperara de Jesús, los santos deberÃan estar junto con Jesús en el momento de su venida, todos los santos deberÃan venir con él. Esto fijó y dio precisión a sus ideas sobre un punto ya más o menos conocido. 2.° Lo que sigue es una nueva revelación con motivo de su extravÃo respecto a los que durmieron. Ellos pensaron en verdad que los cristianos que estaban listos deberÃan ser glorificados con Cristo cuando Ãl volviera a este mundo; pero los muertos estaban listos? No estaban presentes para compartir la gloriosa manifestación de Cristo en la tierra.
Porque, no lo dudo, la vaga idea que se apoderó de la mente de los tesalonicenses era esta: Jesús volverÃa a este mundo, y los que lo esperaban compartirÃan su gloriosa manifestación en la tierra. Ahora el apóstol declara que los santos muertos estaban en la misma posición que Jesús que habÃa muerto. Dios no lo habÃa dejado en la tumba; ni Ãl los que, como Ãl, habÃan estado allÃ. Dios también los traerÃa con Ãl cuando regresara en gloria a esta tierra.
Pero esto no fue todo. La venida de Cristo en gloria a la tierra no era lo principal. Los muertos en Cristo deben resucitar, y luego, con los vivos, deben ir al encuentro del Señor en el aire, antes de Su manifestación, y regresar con Ãl a la tierra en gloria; y asà deben estar siempre con el Señor. Esto era lo principal, la porción del cristiano; a saber, morar eternamente con Cristo y en el cielo. La porción de los fieles que estaba en lo alto era Cristo mismo, aunque ellos aparecerÃan con Ãl en la gloria. Para este mundo serÃa entonces el juicio.