Lectionary Calendar
Thursday, July 17th, 2025
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
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Bible Commentaries
Comentario completo de Henry sobre la Biblia Completo de Henry
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Matthew 8". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://studylight.org/commentaries/spa/mhm/matthew-8.html. 1706.
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Matthew 8". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://studylight.org/
Whole Bible (30)New Testament (4)Gospels Only (1)Individual Books (3)
Introducción
Multitudes siguen a Cristo. (1) Cura a un leproso. (2-4) Curación del siervo de un centurión. (5-13) Curación de la madre de la esposa de Pedro. (14-17) La celosa propuesta del escriba. (18-22) Cristo en una tormenta. (23-27) Cura a dos endemoniados. (28-34)
VersÃculo 1
1 Este versÃculo se refiere al final del sermón anterior. Aquellos a quienes Cristo se ha dado a conocer, desean saber más de él.
VersÃculos 2-4
2-4 En estos versÃculos tenemos el relato de la purificación por parte de Cristo de un leproso, que vino y lo adoró, como alguien revestido de poder divino. Esta limpieza nos indica, no sólo que debemos acudir a Cristo, que tiene poder sobre las enfermedades corporales, para que las cure, sino que también nos enseña de qué manera debemos acudir a él. Cuando no podemos estar seguros de la voluntad de Dios, podemos estar seguros de su sabidurÃa y misericordia. Ninguna culpa es tan grande, sino que hay algo en la sangre de Cristo que la expÃa; ninguna corrupción es tan fuerte, sino que hay algo en su gracia que puede someterla. Para ser limpios debemos encomendarnos a su piedad; no podemos exigirla como una deuda, sino que debemos pedirla humildemente como un favor. Aquellos que por fe solicitan a Cristo misericordia y gracia, pueden estar seguros de que él está libremente dispuesto a darles la misericordia y la gracia que asà buscan. Y son benditas las aflicciones que nos llevan a conocer a Cristo, y nos hacen buscar la ayuda y la salvación en él. Los que están limpios de su lepra espiritual, acudan a los ministros de Cristo y expongan su caso, para que les aconsejen, consuelen y oren por ellos.
VersÃculos 5-13
5-13 Este centurión era un pagano, un soldado romano. Aunque era un soldado, era un hombre piadoso. La vocación o el lugar de nadie será una excusa para la incredulidad y el pecado. Vea cómo declara el caso de su sirviente. DeberÃamos preocuparnos por las almas de nuestros hijos y sirvientes, que están espiritualmente enfermos, que no sienten males espirituales, que no saben lo que es espiritualmente bueno; y debemos llevarlos a Cristo por fe y oraciones. Observe su humillación. Las almas humildes se vuelven más humildes por el trato amable de Cristo con ellas. Observa su gran fe. Cuanto más inseguros seamos de nosotros mismos, más fuerte será nuestra confianza en Cristo. Aquà el centurión lo posee para tener poder divino, y un dominio completo de todas las criaturas y poderes de la naturaleza, como maestro sobre sus sirvientes. Tales siervos todos deberÃamos ser para Dios; debemos ir y venir, de acuerdo con las instrucciones de su palabra y las disposiciones de su providencia. Pero cuando viene el Hijo del hombre, encuentra poca fe, por lo tanto, encuentra poco fruto. Una profesión externa puede hacernos llamar hijos del reino; pero si descansamos en eso y no tenemos nada más que mostrar, seremos expulsados. El criado consiguió una cura de su enfermedad, y el amo obtuvo la aprobación de su fe. Lo que se le dijo a él, se dice a todos: Cree y recibirás; solo cree. Vea el poder de Cristo y el poder de la fe. La curación de nuestras almas es a la vez el efecto y la evidencia de nuestro interés en la sangre de Cristo.
VersÃculos 14-17
14-17 Pedro tenÃa una esposa, y sin embargo era un apóstol de Cristo, que mostró que aprobaba el estado matrimonial, al ser asà de amable con las relaciones de la esposa de Pedro. La iglesia de Roma, que prohÃbe a los ministros casarse, va en contra de ese apóstol en el que tanto se apoyan. Ãl tenÃa a la madre de su esposa en su familia, lo cual es un ejemplo para ser amable con nuestros parientes. En la curación espiritual, la Escritura dice la palabra, el EspÃritu da el toque, toca el corazón, toca la mano. Los que se recuperan de las fiebres, comúnmente están débiles y debilitados algún tiempo después; pero para mostrar que esta curación estaba por encima del poder de la naturaleza, la mujer estaba inmediatamente tan bien como para ir a los negocios de la casa. Como los milagros que hacÃa Jesús eran conocidos, muchos acudÃan a él. Sanaba a todos los enfermos, aunque el paciente fuera muy malo y el caso muy grave. Muchas son las enfermedades y calamidades a las que estamos expuestos en el cuerpo; y hay más, en esas palabras del Evangelio, que Jesucristo soportó nuestras enfermedades y llevó nuestras penas, para apoyarnos y consolarnos en ellas, que en todos los escritos de los filósofos. No nos restrinja el trabajo, la molestia o el gasto que supone hacer el bien a los demás.
VersÃculos 18-22
18-22 Uno de los escribas fue demasiado apresurado en prometer; se ofrece a sà mismo para ser un seguidor cercano de Cristo. Parece ser muy decidido. Muchas resoluciones para la religión se producen por convicción repentina y se toman sin la debida consideración; estos llegan a nada. Cuando este escriba se ofreció a seguir a Cristo, uno pensarÃa que deberÃa haber sido alentado; un escriba podrÃa otorgar más crédito y servicio que doce pescadores; pero Cristo vio su corazón y respondió a sus pensamientos, y allà enseña a todos cómo llegar a Cristo. Su resolución parece haber sido de un principio mundano y codicioso; pero Cristo no tenÃa un lugar donde recostarse, y si lo sigue, no debe esperar que le vaya mejor de lo que le fue. Tenemos razones para pensar que este escriba se fue. Otro fue demasiado lento. El retraso en hacer es tan malo, por un lado, como la prisa en la resolución, por el otro. Pidió permiso para asistir a su padre a su tumba, y luego estarÃa al servicio de Cristo. Esto parecÃa razonable, pero no estaba bien. No tenÃa verdadero celo por el trabajo. Enterrar a los muertos, especialmente a un padre muerto, es un buen trabajo, pero no es tu trabajo en este momento. Si Cristo requiere nuestro servicio, el afecto incluso por los parientes más cercanos y más queridos, y por las cosas que de otra manera nuestro deber, debe ceder. Una mente reacia nunca quiere una excusa. Jesús le dijo: SÃgueme; y, sin duda, el poder fue con esta palabra a él como a los demás; siguió a Cristo y se unió a él. El escriba dijo: Te seguiré; a este hombre Cristo le dijo: SÃgueme; comparándolos juntos, muestra que somos llevados a Cristo por la fuerza de su llamado a nosotros, Romanos 9:16.
VersÃculos 23-27
23-27 Es un consuelo para aquellos que bajan al mar en barcos, y que a menudo se encuentran en peligro allÃ, reflexionar que tienen un Salvador en el que confiar y al que orar, que sabe lo que es estar en el agua, y estar en tormentas allÃ. Los que pasan con Cristo por el océano de este mundo, deben esperar tormentas. Su naturaleza humana, semejante a la nuestra en todo menos en el pecado, estaba fatigada, y dormÃa en ese momento para probar la fe de sus discÃpulos. Ellos, en su temor, acudieron a su Maestro. Asà sucede en un alma; cuando las lujurias y las tentaciones se hinchan y se enfurecen, y Dios está, por asà decirlo, dormido ante ella, esto la lleva al borde de la desesperación. Entonces clama por una palabra de su boca, Señor Jesús, no guardes silencio conmigo o estoy deshecho. Muchos de los que tienen la verdadera fe, son débiles en ella. Los discÃpulos de Cristo son propensos a inquietarse con temores en un dÃa de tormenta; a atormentarse con que las cosas van mal con ellos, y con pensamientos sombrÃos de que serán peores. Las grandes tormentas de duda y temor en el alma, bajo el poder del espÃritu de esclavitud, terminan a veces en una maravillosa calma, creada y hablada por el EspÃritu de adopción. Quedaron asombrados. Nunca habÃan visto una tormenta que se convirtiera de inmediato en una calma perfecta. El que puede hacer esto, puede hacer cualquier cosa, que aliente la confianza y el consuelo en él, en el dÃa más tormentoso, dentro o fuera, IsaÃas 26:4.
VersÃculos 28-34
28-34 Los demonios no tienen nada que ver con Cristo como Salvador; No tienen ni esperan ningún beneficio de él. Oh, la profundidad de este misterio del amor divino; ¡Ese hombre caÃdo tiene mucho que ver con Cristo, cuando los ángeles caÃdos no tienen nada que ver con él! Hebreos 2:16.  Ciertamente aquà estaba el tormento, al ser forzados a reconocer la excelencia que hay en Cristo, y sin embargo no tenÃan parte en él. Los demonios no desean tener nada que ver con Cristo como gobernante. Vean en qué idioma hablan aquellos que no quieren tener nada que ver con el evangelio de Cristo. Pero no es cierto que los demonios no tengan nada que ver con Cristo como Juez; porque lo tienen, y lo saben, y asà es con todos los hijos de los hombres. Satanás y sus instrumentos no pueden ir más allá de lo que él permite; deben abandonar la posesión cuando él lo ordena. No pueden romper el cerco de protección que rodea a su pueblo; no pueden entrar ni siquiera en un cerdo sin su permiso. TenÃan permiso. A menudo Dios, con fines sabios y santos, permite los esfuerzos de la furia de Satanás. AsÃ, el diablo empuja a la gente a pecar; la empuja a lo que ha resuelto no hacer, lo cual sabe que será una vergüenza y una pena para ella: miserable es la condición de los que son llevados cautivos por él a su voluntad. Hay un gran número de personas que prefieren a sus cerdos antes que al Salvador, y asà se quedan sin Cristo y sin la salvación por él. Desean que Cristo se aparte de sus corazones, y no permiten que su palabra tenga lugar en ellos, porque él y su palabra destruirÃan sus lujurias brutas, esos cerdos a los que se entregan para alimentar. Y justamente Cristo abandonará a todos los que se cansan de él; y dirá en adelante: Apartaos, malditos, a los que ahora dicen al Todopoderoso: Apartaos de nosotros.