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Friday, July 18th, 2025
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
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Bible Commentaries
Comentario de la Cadena Dorada sobre los Evangelios Comentario de la Cadena Dorada
Declaración de derechos de autor
Estos archivos son de dominio público.
Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Usado con permiso.
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Información bibliográfica
Aquino, Tomás. "Comentario sobre John 21". "Comentario de la Cadena Dorada sobre el Evangelio". https://studylight.org/commentaries/spa/gcc/john-21.html.
Aquino, Tomás. "Comentario sobre John 21". "Comentario de la Cadena Dorada sobre el Evangelio". https://studylight.org/
Whole Bible (29)New Testament (6)Gospels Only (1)Individual Books (4)
VersÃculos 1-11
Ver. 1. Después de estas cosas, Jesús se mostró de nuevo a los discÃpulos en el mar de TiberÃades; y de esta manera se mostró él mismo. 2 Estaban juntos Simón Pedro, y Tomás, llamado DÃdimo, y Natanael de Caná de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discÃpulos. 3. Simón Pedro les dice: Voy a pescar. Ellos le dicen: Nosotros también vamos contigo. Salieron y entraron inmediatamente en una nave; y esa noche no pescaron nada.
4. Pero cuando llegó la mañana, Jesús se paró en la orilla; pero los discÃpulos no sabÃan que era Jesús. 5. Entonces Jesús les dice: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Ellos le respondieron: No. 6. Y él les dijo: Echad la red a la derecha de la nave, y hallaréis. Echaron, pues, y ya no podÃan sacarlo por la multitud de peces. 7. Por eso aquel discÃpulo a quien Jesús ama dice a Pedro: Es el Señor.
Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica de pescador (porque estaba desnudo) y se arrojó al mar. 8. Y los otros discÃpulos venÃan en una barca pequeña, (porque no estaban lejos de tierra, sino como doscientos codos), arrastrando la red con peces. 9. Tan pronto como llegaron a tierra, vieron allà unas brasas, y pescado puesto sobre ellas, y pan. 10
Jesús les dice: Traed del pez que habéis pescado. 11. Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y siendo tantos, la red no se rompió.
AGO. Las palabras precedentes del evangelista parecen indicar el final del libro, pero va más allá para dar cuenta de la aparición de nuestro Señor junto al mar de TiberÃades: Después de estas cosas, Jesús se mostró de nuevo a los discÃpulos en el mar de TiberÃades.
CHRYS. Ãl dice: Después, porque no iba continuamente con sus discÃpulos como antes; y se manifestó, porque siendo su cuerpo incorruptible, fue una condescendencia dejarse ver. Menciona el lugar, para mostrar que nuestro Señor les habÃa quitado mucho del miedo, y que ya no se quedaban dentro de sus casas, aunque habÃan ido a Galilea para evitar la persecución de los judÃos.
BED. El evangelista, según su costumbre, primero enuncia la cosa misma, y ââluego dice cómo sucedió: Y de esta manera se mostró él mismo.
CHRYS. Como nuestro Señor no estaba con ellos regularmente, y el EspÃritu no les habÃa sido dado, y no habÃan recibido comisión, y no tenÃan nada que hacer, siguieron el oficio de pescadores: Y de esta manera Ãl mismo se mostró. Estaban juntos Simón Pedro, y Tomás llamado DÃdimo, y Natanael de Caná de Galilea, el que fue llamado por Felipe y los hijos de Zebedeo, es decir, Santiago y Juan, y otros dos de sus discÃpulos. Simón Pedro les dice, voy a pescar.
GREG. Cabe preguntarse por qué Pedro, que era pescador antes de su conversión, volvió a pescar, cuando se dice: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios.
AGO. Si los discÃpulos hubieran hecho esto después de la muerte de Jesús, y antes de Su resurrección, deberÃamos haber imaginado que lo hicieron desesperados. Pero ahora, después de haber resucitado de la tumba, después de ver las marcas de sus heridas, después de recibir, por medio de su aliento, el EspÃritu Santo, de repente se vuelven lo que eran antes, pescadores, no de hombres, sino de peces Recordemos, pues, que su Apostolado no les prohibÃa ganarse la vida con un oficio lÃcito, siempre que no tuvieran otro medio de subsistencia.
Porque si el bienaventurado Pablo no usó el poder que tenÃa con los demás predicadores del evangelio, como ellos lo hicieron, sino que hizo la guerra con sus propios recursos, para que los gentiles, que eran ajenos al nombre de Cristo, pudieran ser ofendido por una doctrina aparentemente venal; si, educado de otra manera, aprendiera un oficio que nunca antes habÃa conocido, que, mientras el maestro trabajaba con sus propias manos, el oyente no se agobiarÃa mucho más si Pedro, que habÃa sido pescador, trabajara en lo que sabÃa, si no tuviera nada más para vivir en ese momento.
Pero ¿cómo no, alguien preguntará, cuando nuestro Señor promete, buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas? Nuestro Señor, respondemos, cumplió esta promesa, llevándoles los peces para pescar: porque ¿quién más los trajo? No trajo sobre ellos esa pobreza que los obligó a ir a pescar, excepto para exhibir un milagro.
GREG. El oficio que se ejerció sin pecado antes de la conversión, no fue pecado después de ella. Por tanto, después de su conversión, Pedro volvió a pescar; pero Mateo no se sentó de nuevo para el recibo? de costumbre Porque hay algunos negocios que no pueden o difÃcilmente pueden llevarse a cabo sin pecado; y estos no se pueden devolver después de la conversión.
CHRYS. Los otros discÃpulos siguieron a Pedro: Le dijeron: Nosotros también vamos contigo; porque desde este tiempo todos estuvieron atados juntos; y ellos también quisieron ver la pesca: Salieron y entraron en un barco inmediatamente. Y esa noche no pescaron nada. Pescaban de noche, por miedo.
GREG. La pesca se hizo muy desafortunada, para despertar su asombro ante el milagro después: Y esa noche no pescaron nada.
CHRYS. En medio de su trabajo y angustia, Jesús se les presentó: Pero cuando llegó la mañana, Jesús se paró en la orilla; pero los discÃpulos no sabÃan que era Jesús.
Ãl no se dio a conocer a ellos inmediatamente, sino que entró en conversación; y primero habla a la manera humana: Entonces Jesús les dice: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? como si quisiera mendigar a algunos de ellos. Ellos respondieron, no.
Entonces les da una señal para que lo conozcan por: Y les dijo: Echad la red a la derecha de la nave, y hallaréis. Echaron, pues, y ya no podÃan sacarlo por la multitud de peces. El reconocimiento de Ãl saca a relucir a Pedro y Juan en sus diferentes temperamentos mentales; el uno ferviente, el otro sublime; el uno listo, el otro penetrante.
Juan es el primero en reconocer a nuestro Señor: Por eso aquel discÃpulo a quien Jesús amaba dice a Pedro: Es el Señor; Pedro es el primero en venir a él: Oyendo Simón Pedro que era el Señor, le ciñó la túnica de pescador, porque estaba desnudo.
BED. El evangelista alude aquà a sà mismo como siempre lo hace. Reconoció a nuestro Señor ya sea por el milagro, o por el sonido de Su voz, o por la asociación de ocasiones anteriores en las que los encontró pescando. Pedro estaba desnudo en comparación con el vestido habitual que usaba, en el sentido en que le decimos a una persona que nos encontramos con poca ropa: Estás completamente desnudo. Peter estaba desnudo por conveniencia, como lo están los pescadores en la pesca.
TEOFILO. El hecho de que Pedro se ciñe es un signo de modestia. Se ciñó con una túnica de lino, como la que los pescadores de Tamia y Tiria se echan sobre ellos, cuando no tienen nada más encima, o incluso sobre sus otras ropas.
BED. Fue a Jesús con el ardor con que hacÃa todo: Y se arrojó al mar.
Y los otros discÃpulos vinieron en un pequeño barco. No debemos entender aquà que Pedro caminó sobre la superficie del agua, sino que nadó o caminó por el agua, estando muy cerca de la tierra: porque no estaban lejos de la tierra, sino como doscientos codos,
BRILLO. Paréntesis; porque sigue, arrastrando la red con los peces. La orden es, Los otros discÃpulos vinieron en un pequeño barco, arrastrando la red con peces.
CHRYS. Otro milagro sigue: Tan pronto como llegaron a tierra, vieron un fuego de brasas allÃ, y pescado puesto sobre él, y pan. Ya no trabaja sobre materiales ya existentes, sino de una manera aún más maravillosa; mostrando que fue solo en condescendencia que Ãl obró Sus milagros sobre la materia existente antes de Su crucificado.
AGO. No debemos entender que el pan fue puesto sobre las brasas, pero léalo como si estuviera de pie, Ellos vieron un fuego de brasas allÃ, y pescado sobre las brasas; y vieron pan.
TEOFILO. Para mostrar que no era una visión, les ordenó que tomaran del pez que habÃan pescado. Jesús les dice: Traed del pez que habéis pescado.
Otro milagro sigue de viz. que la red no se rompió por la cantidad de peces: Simón Pedro subió y sacó la red a tierra llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y siendo tantos, la red no se rompió.
AGO. MÃsticamente, en la corriente de los peces significó el misterio de la Iglesia, tal como será en la resurrección final de los muertos. Y para hacer esto más claro, se pone cerca del final del libro. El número siete, que es el número de los discÃpulos que estaban pescando, significa el fin de los tiempos; porque el tiempo se cuenta por perÃodos de siete dÃas.
TEOFILO. En el tiempo de la noche antes de la presencia del sol, Cristo, los Profetas no tomaron nada; porque aunque se esforzaron por corregir al pueblo, sin embargo, éstos a menudo cayeron en la idolatrÃa.
GREG. Cabe preguntarse, ¿por qué después de su resurrección se paró en la orilla para recibir a los discÃpulos, mientras que antes caminó sobre el mar? El mar significa el mundo, que se agita con diversas causas de tumultos y las olas de esta vida corruptible; la orilla por su solidez figura el reposo eterno. Los discÃpulos entonces, estando todavÃa sobre las olas de esta vida mortal, estaban trabajando en el mar; pero el Redentor, habiendo arrojado por Su resurrección la corrupción de la carne, se paró en la orilla.
AGO. La orilla es el fin del mar, y por lo tanto significa el fin del mundo. La Iglesia está tipificada aquà como lo será en el fin del mundo, tal como otros peces la tipificaron tal como es ahora. Jesús antes no se quedó en la orilla, sino que entró en una barca que era de Simón y le pidió que se alejara un poco de tierra.
En un calado anterior las redes no se echan a la derecha, ni a la izquierda, para que se tipifiquen solos el bien o el mal, sino indistintamente: Echad vuestras redes por un calado, es decir que el bien y el mal estaban mezclados. . Pero aquà está, echad la red por el lado derecho de la nave; para significar los que deben estar a la derecha, los buenos. Una la hizo nuestro Señor al principio de su ministerio, la otra después de su resurrección, derramando en ella que el antiguo trago de los peces significaba la mezcla del mal y del bien, que compone la Iglesia en el presente; este último el bien solo, que contendrá en la eternidad, cuando el mundo se acabe y se complete la resurrección de los muertos.
Pero los que pertenecen a la resurrección de vida, es decir, a la diestra, y son atrapados en la red del nombre cristiano, sólo aparecerán en la orilla, es decir, en el fin del mundo, después de la resurrección: por tanto, no fueron capaz de tirar de la red en el barco, y descargar los peces, como estaban antes. La Iglesia guarda estos de la mano derecha, después de la muerte, en el sueño de la paz, por asà decirlo en lo profundo, hasta que la red llega a la orilla. Que el primer calado fue tomado en dos barquitos, los últimos a doscientos codos de tierra, ciento y cien, tipifica, creo, las dos clases de elegidos, circuncisos e incircuncisos.
BED. Por los doscientos codos se significa la doble gracia del amor; el amor de Dios y el amor al prójimo; porque por ellas nos acercamos a Cristo. El pez asado es Cristo que sufrió. Se dignó esconderse en las aguas de la naturaleza humana, y ser apresado en la red de nuestra noche; y habiéndose convertido en pez por la toma de la humanidad, se convirtió en pan para refrescarnos por Su divinidad.
GREG. A Pedro estaba encomendada la santa Iglesia; a él se le dice especialmente: Apacienta mis ovejas. Entonces, lo que después se declara con la palabra, ahora se significa con el acto. Ãl es quien atrae los peces a la orilla firme, porque él fue quien señaló a los fieles la estabilidad de la patria eterna. Esto lo hizo de boca en boca, por epÃstolas; esto lo hace diariamente con señales y milagros. Después de decir que la red estaba llena de grandes peces, sigue el número: Llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres.
AGO. En el borrador anterior, no se menciona el número de peces, como en cumplimiento de la profecÃa del Salmo, si los declarara y hablara de ellos, deberÃan ser más de los que puedo expresar, pero aquà hay se menciona cierto número, que debemos explicar.
El número que significa la ley es diez, de los diez Mandamientos. Pero cuando a la ley se une la gracia, a la letra espÃritu, se introduce el número siete, que es el número que representa al EspÃritu Santo, a quien pertenece propiamente la santificación. Porque la santificación se oyó por primera vez en la ley, con respecto al séptimo dÃa; e IsaÃas alaba al EspÃritu Santo por su obra y oficio séptuple. Los siete del EspÃritu sumados a los diez de la ley suman diecisiete, y los números del uno al diecisiete sumados suman ciento cincuenta y tres.
GREG. Siete y diez multiplicado por tres hacen cincuenta y uno. El año quincuagésimo fue un año de descanso para todo el pueblo de todo su trabajo. En la unidad está el verdadero descanso; porque donde hay división, no puede haber verdadero descanso.
AGO. No se quiere decir entonces que sólo ciento cincuenta y tres santos resucitarán a la vida eterna, sino que este número representa a todos los que participan de la gracia del EspÃritu Santo. cuyo número también contiene tres cincuentas y tres encimas, con referencia al misterio de la Trinidad. Y el número cincuenta se compone de siete sietes, y uno además, lo que significa que esos sietes son uno.
Que también fueran grandes peces no deja de tener sentido. Porque cuando nuestro Señor dice: No vine a abrogar la ley, sino a cumplir, dando, es decir, el EspÃritu Santo por quien la ley puede cumplirse, dice casi inmediatamente después: Cualquiera que las haga y las enseñe, las mismas será llamado grande en el reino de los oyentes. En el primer borrador se rompió la red, para significar cismas; pero aquà para mostrar que en esa paz perfecta de los bienaventurados no habrÃa cismas, continúa el evangelista: Y aunque eran tan grandes, la red no se rompió; como aludiendo al caso anterior, en que se rompió, y haciendo una comparación favorable.
VersÃculos 12-14
Ver 12. Jesús les dice: Venid y cenad. Y ninguno de los discÃpulos se atreve a preguntarle: ¿Quién eres? sabiendo que era el Señor. 13. Entonces viene Jesús, y toma el pan y les da, y también el pescado. 14. Esta es ya la tercera vez que Jesús se muestra a sus discÃpulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
AGO. Terminada la pesca, el Señor los invita a cenar: Jesús les dice: Venid a cenar.
CHRYS. Juan no dice que comió con ellos, pero Lucas sÃ. Sin embargo, Ãl comió no para satisfacer las necesidades de la naturaleza, sino para mostrar la realidad de Su resurrección.
AGO. Los cuerpos de los justos, cuando resuciten, no necesitarán ni de la palabra de vida que no mueran de enfermedad, ni de vejez, ni de ningún alimento corporal para prevenir el hambre y la sed. Porque serán dotados de un don seguro e inviolable de inmortalidad, de modo que no comerán por necesidad, sino que sólo podrán comer si quieren. No se les quitará el poder, sino la necesidad de comer y beber; de la misma manera como nuestro Salvador después de Su resurrección comió y bebió con Sus discÃpulos, con carne espiritual pero aún real, no para alimento, sino en ejercicio de un poder. Y ninguno de sus discÃpulos se atreve a preguntarle, ¿quién eres? sabiendo que era el Señor.
AGO. Nadie se atrevÃa a dudar de que era Ãl, y mucho menos a negarlo; tan evidente era. Si alguien hubiera dudado, habrÃa preguntado. CHRYS. Quiere decir que no tenÃan confianza para hablar con Ãl, como antes, sino que se sentaban a mirarlo en silencio y asombrados, absortos en contemplar Su forma alterada y ahora sobrenatural, y no dispuestos a hacer ninguna pregunta. Sabiendo que era el Señor, tenÃan miedo y sólo comÃan lo que, en ejercicio de Su gran poder, Ãl habÃa creado.
De nuevo, no mira al cielo, ni hace nada de tipo humano, esparciendo asà que Sus actos anteriores de ese tipo fueron hechos solo en condescendencia: Jesús entonces viene, y toma pan, y se los da, y pescado igualmente.
AGO. MÃsticamente, el pescado frito es Cristo que sufrió. Y Ãl es el pan que descendió del cielo. A Ãl se une la Iglesia a Su cuerpo para participar de la bienaventuranza eterna. Por lo cual dice: Traed de los peces que ahora habéis pescado; para significar que todos los que tenemos esta esperanza, y estamos en ese número septenario de discÃpulos, que representa aquà a la Iglesia universal, participamos de este gran sacramento, y somos admitidos a esta bienaventuranza.
GREG. Al celebrar esta última fiesta con siete discÃpulos, declara que sólo aquellos que estén llenos de la séptuple gracia del EspÃritu Santo, estarán con Ãl en la fiesta eterna. El tiempo también se cuenta por perÃodos de siete dÃas, y la perfección a menudo se designa con el número siete. Por lo tanto, se deleitan con la presencia de la Verdad en ese último banquete, quienes ahora luchan por la perfección.
CHRYS. Pero como no conversaba con ellos con regularidad, ni como antes, añade el evangelista: Esta es ya la tercera vez que Jesús se muestra a sus discÃpulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
AGO. Que no se refiere a manifestaciones, sino a dÃas; es decir, el primer dÃa después de haber resucitado, ocho dÃas después de eso, cuando Tomás vio y creyó, y este dÃa en la pesca de peces; y de ahà en adelante tantas veces como Ãl los cosió, hasta el tiempo de Su ascensión.
AGO. Encontramos en los cuatro evangelistas entonces ocasiones mencionadas; en el cual nuestro Señor fue visto después de su resurrección: uno en el sepulcro por las mujeres; un segundo por el presagio que regresa del sepulcro; un tercero por Peter; un cuarto por los dos que van a Emaús; un quinto en Jerusalén, cuando Tomás no estaba presente; un sexto cuando Tomás lo vio; un séptimo en el mar de TiberÃades; la octava parte de todos los once en un monte de Galilea, mencionado por Mateo; una novena cuando por última vez se sentó a la mesa con los discÃpulos; una décima cuando ya no fue visto sobre la tierra, sino en lo alto de una nube.
VersÃculos 15-17
Ver 15. Entonces, cuando hubieron cenado, Jesús dice a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Ãl le dice: SÃ, Señor; Sabes que te amo. Ãl le dice: Apacienta mis corderos. 16. Le vuelve a decir la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Ãl le dice: SÃ, Señor; Sabes que te amo. Ãl le dice, apacienta mis ovejas. 17. Le dice la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció porque le dijo por tercera vez: ¿Me amas? Y él le dijo: Señor, tú sabes todas las cosas, tú sabes que te amo. Jesús le dice: Apacienta mis ovejas.
TEOFILO. Terminada la cena, encomienda a Pedro el cuidado de las ovejas del mundo, no a los demás: Cuando hubieron cenado, Jesús dice a Simón Pedro, Simón, hijo de Jonás: ¿Me amas más que éstos?
AGO. Nuestro Señor preguntó esto, sabiendo: Ãl sabÃa que Pedro no solo lo amaba, sino que lo amaba más que a todos los demás.
ALCUINO. Se llama Simón, hijo de Juan, siendo Juan su padre natural. Pero mÃsticamente, Simón es obediencia, Juan gracia, nombre muy propio de aquel que fue tan obediente a la gracia de Dios, que amó a nuestro Señor más ardientemente que cualquiera de los otros. Dicha virtud surge del don divino, no de la mera voluntad humana.
AGO. Mientras nuestro Señor estaba siendo condenado a muerte, le temió y lo negó. Pero por su resurrección Cristo implantó el amor en su corazón y alejó el miedo. Pedro negó, porque temÃa morir; pero cuando nuestro Señor resucitó de entre los muertos, y con su muerte destruyó la muerte, ¿qué debe temer? Ãl le dice: SÃ, Señor; sabes que te amo. Ante esta confesión de su amor, nuestro Señor le encomienda sus ovejas: le dice: Apacienta mis corderos. como si no hubiera manera de que Pedro mostrara su amor por Ãl, sino siendo un pastor fiel, bajo el Pastor principal.
CHRYS. Lo que más atrae el amor Divino es el cuidado y el amor al prójimo. Nuestro Señor, pasando por alto a los demás, dirige este mandato a Pedro: siendo él el jefe de los Apóstoles, la boca de los discÃpulos y la cabeza del colegio. Nuestro Señor ya no se acuerda de su pecado al negarlo, o lo acusa como un cargo en su contra, sino que le encomienda de inmediato la superintendencia sobre sus hermanos. Si me amáis, tened dominio sobre vuestros hermanos, mostrad ese amor que habéis demostrado a lo largo de todo, y esa vida que dijisteis que darÃais por MÃ, la daréis por las ovejas.
Le vuelve a decir la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas? Ãl le dice: SÃ, Señor; Sabes que te amo. Bien le dice a Pedro, Ãmame, y Pedro responde, Amo Te, y el Señor responde de nuevo, Apacienta Mis corderos. Por lo cual parece que amor y dilectio son la misma cosa, especialmente porque nuestro Señor la tercera vez que habla no dice Diligis Me, sino Amas Me.
Le dice la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas? Por tercera vez, nuestro Señor le pregunta a Pedro si lo ama. Se hacen tres confesiones para responder a las tres negaciones; para que la lengua mostrara tanto amor como temor, y la vida ganada sacara la voz tanto como amenazaba la muerte.
CHRYS. Por tercera vez hace la misma pregunta y da la misma orden; para mostrar cuán importante estima Ãl la superintendencia de Sus propias ovejas, y cómo Ãl la considera como la mayor prueba de amor hacia Ãl.
TEOFILO. De allà se toma la costumbre de la triple confesión en el bautismo.
CHRYS. La pregunta hecha por tercera vez lo inquietó: Pedro se entristeció porque le dijo por tercera vez: ¿Me amas? Tal vez temÃa recibir un reproche nuevamente por profesar amar más de lo que amaba. Entonces apela al mismo Cristo: Y le dijo: Señor, tú sabes todas las cosas, es decir, los secretos del corazón, presentes y futuros.
AGO. Se entristeció porque Aquel que sabÃa lo que preguntaba le preguntaba tantas veces, y daba la respuesta. Ãl responde, por lo tanto, desde lo más profundo de su corazón; Sabes que te amo.
AGO. No dice más, sólo responde lo que él mismo sabÃa; él sabÃa que lo amaba; No podÃa decir si alguien más lo amaba, ya que no podÃa ver en el corazón de otro: Jesús le dice: Apacienta mis ovejas; como diciendo: Sea el oficio del amor apacentar el rebaño del Señor, como fue la resolución del miedo negar al Pastor.
TEOFILO. Tal vez haya una diferencia entre los corderos y las ovejas. Los corderos son los recién iniciados, las ovejas son los perfeccionados.
ALCUINO. Alimentar a las ovejas es apoyar a los creyentes en Cristo para que no caigan de la fe, proporcionar sustento terrenal a los que están debajo de nosotros, predicar y ejemplificar con nuestra predicación con nuestras vidas, resistir a los adversarios, corregir a los descarriados.
AGO. Los que apacientan las ovejas de Cristo, como si fueran propias, y no de Cristo, muestran claramente que se aman a sà mismos, no a Cristo; que son movidos por la lujuria de gloria, poder, ganancia, no por el amor de obedecer, ministrar, agradar a Dios. Amémonos, pues, no a nosotros mismos, sino a Ãl, y al apacentar sus ovejas, no busquemos lo nuestro, sino las cosas que son suyas. Porque quien se ama a sà mismo, y no a Dios, no se ama a sà mismo: el hombre que no puede vivir por sà mismo, debe morir amándose a sà mismo; y no puede amarse a sà mismo quien se ama a sà mismo para su propia destrucción. Mientras que cuando se ama a Aquel por quien vivimos, nos amamos más a nosotros mismos, porque no nos amamos a nosotros mismos; porque no nos amamos a nosotros mismos para amar a Aquel por quien vivimos
AGO. Pero surgieron siervos infieles, que dividieron el rebaño de Cristo, y pasaron la división a sus sucesores: y los oÃs decir: Esas ovejas son mÃas, los que os buscan con mis ovejas, no os dejaré venir a mis ovejas. Si llamamos nuestras a nuestras ovejas, como ellos las llaman suyas, Cristo ha perdido a sus ovejas.
VersÃculos 18-19
Ver 18. De cierto, de cierto te digo, cuando eras joven, te ceñÃas, y andabas por donde querÃas; mas cuando seas viejo, extenderás tus manos, y otro te ceñirá, y te llevará donde no lo harÃas. 19a. Esto dijo, dando a entender con qué muerte habÃa de glorificar a Dios.
CHRYS. Nuestro Señor, habiendo hecho a Pedro declarar su amor, le informa de su futuro martirio; una indicación para nosotros de cómo debemos amar: De cierto, de cierto te digo, cuando eras joven, te ceñÃas, y andabas por donde querÃas. Le recuerda su vida anterior, porque, mientras que en las cosas mundanas un joven tiene poderes, un anciano ninguno; en las cosas espirituales, por el contrario, la virtud es más brillante, la virilidad más fuerte, en la vejez; la edad no es obstáculo para la gracia.
Pedro siempre habÃa deseado compartir los peligros de Cristo; entonces Cristo le dice: Ten ánimo; Cumpliré tu deseo de tal manera, que lo que no sufriste en la juventud, lo sufrirás en la vejez: Pero cuando seas viejo. De donde se desprende que entonces no era ni joven ni viejo, sino en la flor de la vida.
ORIGEN. No es fácil encontrar alguno dispuesto a pasar de una vez de esta vida; y por eso dice a Pedro: Cuando seas viejo, extenderás tu mano.
AGO. Es decir, será crucificado. Y para llegar a este fin, Otro te ceñirá, y te llevará a donde tú no quisiste. Primero dijo lo que sucederÃa, segundo, cómo sucederÃa. Porque no fue cuando fue crucificado, sino cuando estaba a punto de ser crucificado, que fue conducido a donde no querÃa. Deseaba ser liberado del cuerpo y estar con Cristo; pero, si fuere posible, quiso alcanzar la vida eterna sin las penas de la muerte; a lo cual fue contra su voluntad, pero vencido por la fuerza de su voluntad, y triunfando sobre el sentimiento humano, tan natural, que ni aun la vejez pudo privar a Pedro de él.
Pero cualquiera que sea el dolor de la muerte, debe ser vencido por la fuerza del amor a Aquel que siendo nuestra vida, voluntariamente también sufrió la muerte por nosotros. Porque si no hay dolor en la muerte, o muy poco, la gloria del martirio no serÃa grande.
CHRYS. Ãl dice, Donde no querrÃas, con referencia a la renuencia natural del alma a separarse del cuerpo; un instinto implantado por Dios para impedir que los hombres se pongan fin a sà mismos.
Entonces, planteando el tema, el evangelista dice: Esto habló, dando a entender con qué muerte debÃa glorificar a Dios: no, debÃa morir: se expresa asÃ, para insinuar que sufrir por Cristo era la gloria del que sufre. Pero a menos que la mente esté persuadida de que Ãl es verdadero Dios, verlo de ninguna manera nos capacitará para soportar la muerte. Por lo cual la muerte de los santos es certeza de la gloria divina.
AGO. El que negó y amó, murió en perfecto amor por Aquel, por Quien habÃa prometido morir con mala prisa. Era necesario que Cristo primero muriera por la salvación de Pedro, y luego Pedro muriera por el Evangelio de Cristo.
VersÃculos 19-23
Ver. 19b. Y cuando hubo dicho esto, le dice: SÃgueme. 20. Entonces Pedro, volviéndose, ve que el discÃpulo a quien Jesús amaba lo seguÃa; el cual también se recostó sobre su pecho durante la cena, y dijo: Señor, ¿quién es el que te entrega? 21. Pedro, al verlo, dice a Jesús: Señor, ¿y qué hará este? 22. Jesús le dice: Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? sÃgueme. 23. Entonces corrió este dicho entre los hermanos, que ese discÃpulo no debe morir: pero Jesús no le dijo, Ãl no morirá; pero si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué a vosotros?
AGO. Nuestro Señor, habiendo predicho a Pedro con qué muerte deberÃa glorificar a Dios, le pide que lo siga. Y habiendo dicho esto, le dice: SÃgueme. ¿Por qué dice: SÃgueme, a Pedro, y no a los demás que estaban presentes, que como discÃpulos seguÃan a su Maestro? O si lo entendemos de su martirio, ¿fue Pedro el único que murió por la verdad cristiana? ¿No fue asesinado Santiago por Herodes? Alguien dirá que Santiago no fue crucificado, y que esto fue debidamente dirigido a Pedro, porque no sólo murió, sino que sufrió la muerte de la cruz, como Cristo.
TEOFILO. Pedro, al oÃr que iba a sufrir la muerte por Cristo, pregunta si Juan iba a morir: Entonces Pedro, volviéndose, ve que el discÃpulo a quien Jesús amaba lo seguÃa; el cual también se recostó sobre su pecho en la cena, y dijo: Señor, ¿quién es el que te entrega? Pedro, al verlo, dice a Jesús: Señor, ¿y qué hará este?
AGO. Se llama a sà mismo el discÃpulo a quien Jesús amaba, porque Jesús tenÃa un amor mayor y más familiar por él, que por los demás; de modo que le hizo acostarse sobre su pecho en la cena. De esta manera Juan encomia más la excelencia divina de ese Evangelio que él predicó.
Algunos piensan, y no despreciables comentaristas de las Escrituras, que la razón por la que Juan fue amado más que los demás fue porque habÃa vivido en perfecta castidad desde su juventud. Entonces corrió este dicho entre los hermanos, que aquel discÃpulo no debÃa morir; sin embargo, Jesús no le dijo: No morirá; pero si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué a vosotros?
TEOFILO. es decir, ¿no morirá?
AGO. Jesús le dice: ¿Qué es eso para ti? y luego repite: SÃgueme, como si Juan no lo fuera a seguir, porque querÃa quedarse hasta que viniera; Entonces corrió este dicho entre los discÃpulos, que el discÃpulo no debe morir. ¿No fue una inferencia natural del discÃpulo? Pero Juan mismo se asombra con tal noción: Sin embargo, Jesús no le dijo: No morirá; pero si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué a vosotros? Pero si alguno quiere, que contradiga, y diga que lo que Juan dice es verdad, a saber. que nuestro Señor no dijo que ese discÃpulo no debÃa morir, pero que sin embargo esto fue significado usando palabras tales como Juan registra.
TEOFILO. O que diga: Cristo no negó que Juan iba a morir, pues todo lo que nace llora; pero dijo: Quiero que se quede hasta que Yo venga, es decir, que viva hasta el fin del mundo, y entonces sufrirá el martirio por MÃ. Y por eso confiesan que aún vive, pero que el Anticristo lo matará, y predicará el nombre de Cristo con ElÃas. Pero si se objeta su sepulcro, entonces dicen que entró vivo y salió de él después.
AGO. O quizás permitirá que Juan todavÃa yace en su sepulcro en Ãfeso, pero dormido, no muerto; y nos dará una prueba de que el suelo sobre su tumba está húmedo y acuoso, debido a su respiración. Pero, ¿por qué nuestro Señor ha de conceder como un gran privilegio al discÃpulo a quien amaba, que durmiera este largo tiempo en el cuerpo, cuando liberó a Pedro de la carga de la carne con un martirio glorioso, y le dio lo que Pablo tenÃa? anhelaba, cuando dijo: Tengo deseo de partir y estar con Cristo? Si realmente sucede en la tumba de Juan lo que dice el informe, o se hace para encomiar su preciosa muerte, ya que no tuvo martirio para encomiarla, o por alguna otra causa que no conocemos.
Sin embargo, la pregunta permanece: ¿Por qué nuestro Señor dijo de uno que estaba a punto de morir, quiero que se quede hasta que yo venga? También se puede preguntar por qué nuestro Señor amaba más a Juan, cuando Pedro amaba más a nuestro Señor. Fácilmente podrÃa responder, que el que amaba más a Cristo, era el mejor hombre, y el que Cristo amaba más, el más bendito; sólo que esto no serÃa una defensa de la justicia de nuestro Señor. Esta importante pregunta entonces me esforzaré por responder.
La Iglesia reconoce dos modos de vida, como divinamente revelados, el de la fe y el de la vista. El uno está representado por el Apóstol Pedro, en cuanto al primado de su Apostolado; el otro por Juan: por lo cual a uno se le dice: SÃgueme, es decir, imÃtame en soportar los sufrimientos temporales; del otro se dice: Quiero que se quede hasta que yo venga: como si dijera: ¿Me seguÃs, por la resistencia de los sufrimientos temporales, que se quede hasta que yo venga a dar la bienaventuranza eterna; o para abrir más el sentido, Que la acción se perfeccione siguiendo el ejemplo de Mi Pasión, pero que la contemplación espere incipiente hasta que en Mi venida se complete: espera, no simplemente permanece, continúa, sino espera que se complete en la venida de Cristo.
Ahora bien, en esta vida de acción es verdad, cuanto más amamos a Cristo, más libres somos del pecado; pero no nos ama como somos, sino que nos libra del pecado, para que no permanezcamos siempre como somos, sino que nos ama más bien desde ahora, porque en adelante no tendremos lo que le desagrada, y de lo cual nos libra. . Entonces, que Pedro lo ame, para que seamos libres de esta mortalidad; que Juan sea amado por Ãl, para que seamos preservados en esa inmortalidad.
Juan amaba menos que a Pedro, porque, como representaba esa vida en la que somos mucho más amados, nuestro Señor dijo: Quiero que él se quede (es decir, espere) hasta que yo venga; viendo que ese mayor amor aún no lo tenemos, pero espera a que lo tengamos en Su venida. Y este estado intermedio está representado por Pedro que ama, pero es amado menos, porque Cristo nos ama en nuestra miseria menos que en nuestra bienaventuranza: y amamos de nuevo la contemplación de la verdad tal como será entonces, menos en nuestro estado actual, porque aún no lo sabemos ni lo tenemos. Pero que nadie separe a esos ilustres Apóstoles; lo que Pedro representó, y lo que Juan representó, ambos iban a ser en algún momento.
BRILLO. Quiero que se quede, es decir, no quiero que sufra el martirio, sino que espere la disolución tranquila de la carne, cuando vendré y lo recibiré en la bienaventuranza eterna.
TEOFILO. Cuando nuestro Señor dice a Pedro: SÃgueme, le confiere la superintendencia sobre todos los fieles, y al mismo tiempo le manda imitarle en todo, palabra y obra. Muestra también su afecto por Pedro; para aquellos que son más queridos para nosotros, les pedimos que nos sigan.
CHRYS. Pero si se pregunta, ¿cómo entonces Santiago asumió la sede de Jerusalén? Respondo que nuestro Señor entronizó a Pedro, no como obispo de esta sede, sino como doctor del mundo entero: Entonces Pedro, volviéndose, ve que lo sigue el discÃpulo a quien Jesús amaba, el cual también se recostó sobre su pecho durante la cena. No en vano se menciona esa circunstancia de recostarse en su pecho, pero para mostrar la confianza que tenÃa Pedro después de su negación.
Porque el que en la cena no se atrevió a preguntar a sà mismo, sino que dio su pregunta a Juan para que la hiciera, tiene encomendada a él la superintendencia sobre sus hermanos, y mientras que antes le dio a otro una pregunta que le concernÃa a él, ahora hace preguntas él mismo. de su Maestro con respecto a los demás. Entonces nuestro Señor, habiendo predicho cosas tan grandes de él, y encomendado el mundo a él, y profetizado su martirio, y dado a conocer su mayor amor, Pedro deseando que Juan sea admitido a una parte de este llamado, dice: ¿Y qué hará este hombre? ¿hacer? como si dijera: ¿No hará el mismo camino con nosotros? Porque Pedro amaba mucho a Juan, como se desprende de los Evangelios y de los Hechos de los Apóstoles, que dan muchas pruebas de su estrecha amistad.
Entonces Pedro hace a Juan el mismo giro que Juan le habÃa hecho a él; pensando que querÃa preguntar por sà mismo, pero tenÃa miedo, le hace la pregunta. Sin embargo, puesto que ahora iban a tener el cuidado del mundo encomendado a ellos, y no podÃan permanecer juntos sin perjuicio de su cargo, nuestro Señor dice: Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué a vosotros? como si dijera: Ocúpate de la obra que te ha sido encomendada, y hazla: si yo quiero que se quede aquÃ, ¿qué a ti?
TEOFILO. Algunos han entendido, Hasta que yo venga, queriendo decir, Hasta que venga a castigar a los judÃos que me han crucificado, ya herirlos con la vara romana. Porque dicen que este Apóstol vivió hasta el tiempo de Vespasiano, que tomó Jerusalén, y que vivÃa cerca cuando fue tomada. O, hasta que yo venga, es decir, hasta que le dé la comisión de predicar, porque a ti te encomiendo ahora el pontificado del mundo: y en esto sÃgueme, pero déjalo que se quede hasta que yo venga y lo llame, como lo hago contigo ahora. .
CHRYS. El evangelista corrige luego la opinión adoptada por los discÃpulos.
VersÃculos 24-25
Ver 24. Este es el discÃpulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas: y sabemos que su testimonio es verdadero. 25. Y hay también muchas otras cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran todas, supongo que ni aun el mundo mismo podrÃa contener los libros que se deberÃan escribir. Amén.
CHRYS. Juan apela a su propio conocimiento de estos hechos, habiendo sido testigo de ellos: Este es el discÃpulo que da testimonio de estas cosas. Cuando afirmamos cualquier hecho indudable en la vida común, no retenemos nuestro testimonio: mucho menos lo harÃa él, que escribió por inspiración del EspÃritu Santo. Y asà los otros Apóstoles, Y nosotros somos testigos de estas cosas, y escribimos estas cosas. Juan es el único que apela a su propio testimonio; y lo hace, porque fue el último que escribió.
Y por eso menciona a menudo el amor de Cristo por él, es decir, para mostrar el motivo que lo llevó a escribir, y para dar peso a su historia. Y sabemos que su testimonio es verdadero. Estuvo presente en todos los eventos, incluso en la crucifixión, cuando nuestro Señor le entregó a Su madre; circunstancias que muestran tanto el amor de Cristo como su propia importancia como testigo. Pero si alguno no cree, considere lo siguiente:
Y hay también muchas otras cosas que hizo Jesús. Si cuando habÃa tantas cosas que contar, no he dicho tanto como el otro, y he elegido muchas veces reproches y desprecios con preferencia a otras cosas, es evidente que no he escrito parcialmente. El que quiere sacar provecho de otro hace todo lo contrario, omite las partes deshonrosas.
AGO. Los cuales, si se escribieran todos, supongo que ni el mundo mismo podrÃa contener los libros que se deberÃan escribir; no queriendo decir que el mundo no tenÃa espacio para ellos, sino que la capacidad de los lectores no era lo suficientemente grande para contenerlos: aunque a veces las palabras mismas pueden exceder la verdad, y sin embargo lo que expresan es verdadero; un modo de hablar que no se usa para explicar una cosa oscura y dudosa, sino para magnificar o estimar una cosa simple: ni implica ninguna desviación del camino de la verdad; por cuanto el exceso de la palabra sobre la verdad es evidentemente sólo una figura del lenguaje, y no un engaño. A esta manera de hablar los griegos la llaman hipérbole, y se encuentra en otras partes de la Escritura.
CHRYS. Se dice que esto muestra el poder de Aquel que hizo los milagros; i. e que tan fácil era para él hacerlas, como lo es para nosotros hablar de ellas, siendo que él es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos.
EL FIN.