Lectionary Calendar
Tuesday, November 5th, 2024
the Week of Proper 26 / Ordinary 31
the Week of Proper 26 / Ordinary 31
advertisement
advertisement
advertisement
Attention!
StudyLight.org has pledged to help build churches in Uganda. Help us with that pledge and support pastors in the heart of Africa.
Click here to join the effort!
Click here to join the effort!
Bible Commentaries
Comentario Crítico y Explicativo de toda la Biblia Comentario Crítico
Declaración de derechos de autor
Estos archivos son un derivado de una edición electrónica preparada a partir de texto escaneado por Woodside Bible Fellowship. Esta edición expandida del Comentario Jameison-Faussett-Brown está en el dominio público y puede ser utilizado y distribuido libremente.
Estos archivos son un derivado de una edición electrónica preparada a partir de texto escaneado por Woodside Bible Fellowship. Esta edición expandida del Comentario Jameison-Faussett-Brown está en el dominio público y puede ser utilizado y distribuido libremente.
Información bibliográfica
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Revelation 12". "Comentario Crítico y Explicativo de toda la Biblia". https://www.studylight.org/commentaries/spa/jfb/revelation-12.html. 1871-8.
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Revelation 12". "Comentario Crítico y Explicativo de toda la Biblia". https://www.studylight.org/
Whole Bible (28)New Testament (6)Individual Books (6)
Versículos 1-18
CAPITULO 12
VISION DE LA MUJER, SU HIJO, Y EL DRAGON PERSEGUIDOR.
1. Este episodio (12 AL 15) describe en detalle la persecución de Israel y de la Electa Iglesia, por la bestia, mencionada sumariamente en 11:7-10; así como el triunfo de los fieles, y el tormento de los infieles. Asímismo en los capítulos 16 AL 20, se halla la descripción en detalle del juicio seguido sobre la bestia, etc., notado sumariamente en el 11:13, 18. La bestia del v. 3 se ve que no está sola, sino que es el instrumento en la mano de otro poder siniestro mayor, Satanás. Que así aparece en el Cap. 11, siendo la época cuando tienen lugar los eventos descritos en los capítulos 12 y 13, a saber, los 1260 días (12:6, 14; 13:5; con 11:2, 3). grande—en tamaño y significado. el cielo—no el nuestro, sino el de más allá (11:19; con 12:7-9). una mujer—La Iglesia, Israel primero, y luego la Iglesia Gentílica: vestida de Cristo, “el Sol de justicia.” La Iglesia es la portadora de la luz sobrenatural en el mundo. Así las siete iglesias (eso es, la Iglesia Universal, la mujer) están representadas como candeleros, portadoras de luz. Por otra parte, la luna, aunque está arriba de la tierra y de la mar, está del todo relacionada con ellas, y es una luz terrenal: mar, tierra y luna representan el elemento mundano, en oposición al reino de Dios—el cielo, el sol. La luna no puede dispersar las tinieblas y cambiarlas en día: así representa ella la religión del mundo (el paganismo) con relación al mundo sobrenatural. La Iglesia tiene a la luna, pues, debajo de sus pies; pero las estrellas, como luminares celestiales, sobre la cabeza. El diablo dirige sus esfuerzos en contra de las estrellas, los ángeles de las iglesias, que están por brillar para siempre. Las doce estrellas, alrededor de la cabeza, son las doce tribus de Israel. [Auberlen.] Las alusiones anteriores a Israel concuerdan con esto: comp. el 11:9, “el templo de Dios;” “el arca de su pacto.” El arca, perdida en el cautiverio babilónico, y nunca hallada desde entonces, se ve en “el templo de Dios abierto en el cielo,” lo que significa que Dios restablece su pacto de nuevo con su antiguo pueblo. La mujer no puede significar, literalmente, la virgen madre de Jesús, porque ella no huyó al desierto para permanecer allá durante 1260 días, mientras el dragón persiguió el resto de su simiente (12:13-17). [De Burgh.] El sol, la luna, y las doce estrellas son emblemáticos de Jacob, de Lea (o si no, Raquel) y los doce patriarcas, o sea, la Iglesia Judaica: en segundo orden, la Iglesia universal, que tiene debajo de los pies, en debida subordinación, la luna siempre fluctuante, que alumbra con una luz prestada, emblema de la dispensación judaica, que ahora está en una posición de inferioridad, aunque sostiene a la mujer, y también de las cosas combiadizas del mundo, teniendo sobre la cabeza la corona de doce estrellas, los doce apóstoles, que sin embargo, se relacionan íntimamente con las doce tribus de Israel. La Iglesia, al pasar al mundo gentil, es (1) perseguida, y luego (2) seducida, conforme el paganismo empieza a reaccionar con respecto a ella. Esto es la clave del sentido de la mujer simbólica, bestia, ramera y falso profeta. La mujer y la bestia forman el mismo contraste que el Hijo del hombre y las bestias en Daniel. Como el Hijo del hombre viene del cielo, así la mujer es vista en el cielo (12:1). Las dos bestias ascienden respectivamente de la mar (comp. Daniel 7:3) y de la tierra ( Daniel 13:1, Daniel 13:11): el origen de ellas no es el cielo, sino la tierra. Daniel contempla al Novio celestial que viene visiblemente a reinar. Juan ve a la mujer, la novia, cuyo llamamiento es celestial, en el mundo, antes del retorno del Señor. La característica de una mujer, en contraste con el hombre, es su sumisión, la entrega de sí misma, su receptividad. Esta del mismo modo, es la relación del hombre con Dios, ser sujeto a Dios, recibir de Dios. Toda la autonomía del espíritu humano invierte la relación del hombre con Dios. La receptividad femenina para con Dios constituye la fe. Por la fe el individuo llega a ser hijo de Dios; los tales hijos colectivamente se ven en la figura de “la mujer.” La humanidad, en cuanto pertenece a Dios, es la mujer. Cristo, el Hijo de la mujer, es llamado enfáticamente ( Daniel 12:5) “el hijo VARON” (Griego, “hijo masculino”). Nacido de mujer, y bajo la ley a causa del hombre, él es también Hijo de Dios, y así es el ESPOSO de la Iglesia. Como Hijo de la mujer, es “Hijo del hombre;” como hijo varón, es Hijo de Dios, y Esposo de la Iglesia. Todos los que se imaginan tener vida en sí mismos están apartados de él, la fuente de la vida, y estando confiados en su propia fuerza, se hunden hasta el nivel de las bestias sin sentido. Así la mujer señala universalmente el reino de Dios; la bestia, el reino del mundo. La mujer de la cual Jesús nació, representa la congregación de Dios del Antiguo Testamento. La mujer en dolores de parto ( Daniel 12:2) representa los anhelos ardientes de los creyentes del Antiguo Testamento por el Redentor prometido. Véase el gozo de su nacimiento ( Isaías 9:6). Como la nueva Jerusalén, (llamada también “la mujer,” o “esposa”, Isaías 21:2, Isaías 21:9) con sus doce puertas, está exaltada y transfigurada, así la mujer con las doce estrellas es la Iglesia militante.
2. dolores de parto—De Burgh explica esto como el retorno del Hijo primogénito al mundo, cuando Israel lo ha de recibir por fin, y cuando “el hijo varón regirá todas las naciones con vara de hierro.” Pero hay un claro contraste entre el parto penoso de la mujer aludido aquí, y la segunda venida de Cristo a la Iglesia Judaica, el remanente creyente de Israel, “Antes que estuviese de parto, parió; antes que viniesen dolores parió hijo” ( Isaías 66:7), eso es, casi sin los dolores, recibe (en su segundo advenimiento), como nacido a ella, al Mesías y una simiente numerosa.
3. dragón bermejo—Así A y la Vulgata; pero B, C, y la Cóptica dicen “dragón de fuego.” En todo caso, el color del dragón sugiere su ira extrema como homicida desde el principio. Su representante, la bestia, ( Isaías 13:1), la corresponde, teniendo siete cabezas y diez cuernos (el número de cuernos de la cuarta bestia de Daniel 7). Pero allí hay diez diademas en los diez cuernos (pues antes del fin, el cuarto imperio es dividido en diez reinos); aquí, siete diademas están en sus siete cabezas. En Daniel 7 los poderes anticristianos hasta la segunda venida de Cristo están representados por cuatro bestias, que tienen entre sí siete cabezas; o sea, la primera, la segunda y la cuarta tienen una cada una; la tercera, cuatro cabezas. Su dominio universal como príncipe de este caído mundo, se infiere por las siete diademas (véase contraste de “muchas diademas” en la cabeza de Cristo, Isaías 19:12, cuando viene a destruír a aquél), la caricatura de los siete Espíritus de Dios. Sus instrumentos mundanos de poder están indicados por los diez cuernos, siendo diez el número del mundo. Expone su contradicción de sí mismo el que él, como también la bestia, lleva tanto el divino número siete como el mundano diez.
4. arrastraba—Griego, “arrastra,” hacia abajo. Este arrastre de las estrellas con la cola (latigueando con ella para adelante y para atrás en su furia) denota su acción de persuadir a la apostasía y a la mundanalidad, a aquellos ángeles y también a eminentes maestros humanos que antes fueron piadosos (comp. 12:1; 1:20; Isaías 14:12.) se paró—“Está de pie” [Alford]: perfecto en el griego, hesteken. a fin de devorar—Así el dragón, representado por su agente Faraón (nombre común a todos los reyes egipcios, que significa, según algunos, cocodrilo, reptil parecido al dragón, y constituído en ídolo de ellos), estaba preparado para devorar a los varones, al nacimiento de la nación. Antitípicamente el Israel verdadero, Jesús, nacido, fué buscado por Herodes, quien mató a todos los varones de Belén y sus alrededores, en su esfuerzo por matar a Jesús.
5. regir—Griego, (poimainein), “pastorear” (Nota, Isaías 2:21). vara de hierro—La vara es para la obstinación largo tiempo practicada, hasta que se sometan a la obediencia [Bengel]: Isaías 2:27, Salmo 2:9, texto que comprueba que se trata del Señor Jesús. Toda interpretación que ignore esto debe ser errónea. El nacimiento del hijo varón no puede ser el origen del estado cristiano (el triunfo del cristianismo sobre el paganismo bajo Constantino), que no era hijo divino de la mujer, sino que tenía muchos elementos mundanos impuros. En un sentido secundario la ascensión de los testigos al cielo, corresponde a la ascensión de Cristo mismo, “arrebatado a Dios y a su trono:” como también su gobierno de las naciones con la vara de hierro ha de ser compartido por los creyentes (Salmo 2:27). Lo que tuvo lugar primariamente en el caso del divino Hijo de la mujer, tendrá lugar también en el caso de los que son uno con él, los sellados de Israel (Cap. 7), y los elegidos de todas las naciones, que están por ser trasladados y por reinar con él sobre la tierra cuando él aparezca.
6. la mujer huyó—La huída de María a Egipto con Jesús es un tipo de ésta. donde tiene—Así dice C; pero A y B agregan “allí.” lugar—aquella porción del mundo pagano que no ha recibido el cristianismo declaradamente, a saber, principalmente el cuarto reino, que tiene su sede en la Babilonia Moderna, Roma, lo que significa que no todo el mundo pagano sería cristianizado en el presente orden de cosas. aparejado de Dios—lit., “desde Dios.” No por capricho humano ni por temor, sino por el determinado consejo y la presciencia de Dios, la mujer, la Iglesia, huyó al desierto. la mantengan—Griego, “la alimenten.” El mundo pagano, el desierto, no podría alimentar a la Iglesia, sino sólo proveerle refugio externo. Aquí, como en Daniel 4:26, etc., la tercera persona del plural se refiere a los poderes celestiales que administren el alimento a la Iglesia. Como Israel tuvo su tiempo del primer amor conyugal, al salir de Egipto al desierto, así el primer tiempo de amor de la Iglesia cristiana en el desierto, fué la edad apostólica, cuando fué separada de este mundo, no teniendo aquí ciudad, sino solamente un lugar en el desierto preparado por Dios ( Daniel 12:6, Daniel 12:14). La ramera toma como suya la ciudad-mundo, así como Caín fué el primer edificador de ciudad, mientras que los patriarcas creyente moraron en tiendas. Después el Israel apóstata fué la ramera y la joven Iglesia Cristiana, la mujer; pero pronto se insinuó en ella la fornicación espiritual, y la Iglesia en el Cap. 17 ya no es la mujer (esposa), sino la ramera, la gran Babibilonia, la que tiene en sí, sin embargo, escondido el verdadero pueblo de Dios ( Daniel 18:4). Cuanto más penetraba la Iglesia en el paganismo, tanto más se paganizaba ella. En vez de vencer al mundo, fué vencida por el mundo. [Auberlen.] De modo que la mujer es “la una inseparable Iglesia del Antiguo y Nuevo Testamentos, [Hengstenberg], siendo Israel el tronco de la Iglesia cristiana (Cristo y sus apóstoels siendo judíos), a la que los creyentes gentiles fueron injertados, y a la cual Israel, cuando se convierta, será reinjertado, como a su propio olivo. Durante todo el período histórico eclesiástico, “los tiempos de los gentiles,” cuando “Jerusalén es pisada por los gentiles,” la Iglesia cristiana puede ser la mujer. Al mismo tiempo se significa, en segundo orden, la preservación de los judíos durante este período de la Iglesia, a fin de que Israel, que una vez era la mujer, y de quien nació el hijo varón, pueda volver a serlo de nuevo al fin de los tiempos de los gentiles y estar a la cabeza de las dos elecciones, el Israel literal y el Israel espiritual, o sea la Iglesia elegida de entre judíos y gentiles sin distinción. Ezequiel 20:35, “Y os he de traer al desierto de pueblos, y allí litigaré con vosotros … Como litigué con vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto” (véase mi Nota allí): no un desierto literal ni local, sino espiritualmente un estado de disciplina y de prueba entre “pueblos” gentiles, durante los largos tiempos de los gentiles, y consumado finalmente en el último tiempo de angustia sin paralelo bajo el anticristo, en el cual el remanente sellado (Cap. 7), que constituye a “la mujer,” es conservado “de la presencia de la serpiente” ( Ezequiel 12:14). mil doscientos y sesenta días—en anticipación Deuteronomio 12:14, donde se menciona la persecución que motivó su huída. El Cap. 13. da los detalles de la persecución. Es lo más improbable que se hiciese la transición del nacimiento de Cristo hasta el último anticristo, sin mencionar el largo período intermedio eclesio histórico. Es probable que los 1260 días, o períodos, que representan este largo intervalo, sean RECAPITULADOS en escala más corta analógicamente durante el último reinado breve del anticristo. Son equivalentes a tres años y medio, que como la mitad de siete, número divino, simbolizan la aparente victoria del mundo sobre la Iglesia. Como incluyen todos los tiempos en que los gentiles huellan a Jerusalén, deben ser más largos que 1260 años; porque ya han pasado más de cinco siglos y medio de los 1260 años, desde que cayó Jerusalén.
7. En Job 1 y 2, Satanás aparece entre los hijos de Dios, y se presenta ante Dios en el cielo como acusador de los santos: otra vez en Malaquías 3:1. Pero a la venida de Cristo como nuestro Redentor, cayó del cielo, especialmente cuando Cristo padeció resucitó, y ascendió al cielo. Cuando Cristo apareció delante de Dios como nuestro Abogado, Satanás, el adversario acusador, ya no podía presentarse en nuestra contra, sino que fué echado fuera judicialmente ( Romanos 8:33). Desde entonces él y sus ángeles recorren el aire y la tierra por un tiempo (entre la ascensión de Cristo y su segunda venida), destinados a ser arrojados y atados en el infierno. Que “cielo” aquí no significa meramente el aire sino la morada de los ángeles, aparece en 12:9, 10, 12; 1 Reyes 22:10. batalla (guerra) en el cielo—¡Qué aparente contradicción de términos, pero constituyendo una verdad! Contrástese el feliz resultado del triunfo de Cristo ( Lucas 19:38), “la paz en el cielo.” Colosenses 1:20, “haciendo paz por la sangre de su cruz, para reconciliar a sí por él todas las cosas ya sea en la tierra, ya en los cielos.” Miguel … dragón …—Está propiamente ordenado que, como la rebelión se suscitó de los ángeles infieles y su jefe, fuesen ellos atacados y vencidos por ángeles fieles y su arcángel, en el cielo. En la tierra serán en debida forma encontrados y vencidos, representados por la bestia y el falso profeta, por el Hijo del hombre y sus huestes, los santos redimidos ( Colosenses 19:14). El conflicto en la tierra, como en Daniel 12:1, tiene su correspondiente conflicto de ángeles en el cielo. Miguel es peculiarmente el príncipe, o ángel presidente, de la nación judaica. El conflicto en el cielo, si bien decidido ya judicialmente contra Satanás desde el tiempo de la resurrección y ascensión de Cristo, recibe su consumación efectiva en la ejecución del juicio llevado a cabo por los ángeles que arrojan a Satanás fuera del cielo. Desde la ascensión de Cristo él no tiene derecho judicial en contra de los creyentes elegidos. Lucas 10:18, “Yo veía (en las arras del pleno cumplimiento futuro dadas en la sujeción de los demonios a los discípulos) a Satanás, como un rayo que caía del cielo.” Como Miguel luchó antes con Satanás por el cuerpo del mediador del antiguo pacto ( Judas 1:9), así ahora el mediador del nuevo pacto, ofreciendo su cuerpo inmarcesible, arma a Miguel con el poder de renovar y terminar el conflicto con una victoria completa. Que Satanás no está aún arrojado efectiva y finalmente del cielo, aunque se ratificó la sentencia judicial al efecto en la ascensión de Cristo, se deduce de Efesios 6:12, “malicias espirituales en los aires” (Griego, lugares celestiales). Tal es el sentido eclesio histórico aquí; pero por la incredulidad de Israel, Satanás ha tenido poder contra ella, la nación elegida, para aparecer ante Dios y acusarla. A la víspera de su restauración, en el sentido final, su poder en el cielo de estar contra Israel le será quitado, y “el Señor, que ha elegido a Jerusalén”, le reprochará y lo arrojará del cielo efectivamente y para siempre, por medio de Miguel, el príncipe, o ángel presidente de los judíos. Así Malaquías 3:1 es estrictamente paralelo, Josué sumo sacerdote, siendo representante de su nación Israel, y Satanás estando a la diestra de Dios como adversario para oponerse a la justificación de Israel. Entonces, y no antes (“ahora,” 11:10) serán plenamente “pacificadas TODAS las cosas en el cielo a Cristo ( Colosenses 1:20), y habrá paz EN EL CIELO ( Lucas 19:38).
8. no prevalecieron—A y la Cóptica dicen “no prevaleció; pero B y C, como nuestra versión. ni—A, B, C, “ni aun” (Griego, oude), un clímax. No sólo no prevalecieron, sino que ni fué hallado ya más su lugar en el cielo. Hay cuatro graduaciones en la caída cada vez más honda de Satanás: (1) se le priva de su excelencia celestial, aunque tiene aún acceso al cielo como el acusador del hombre, hasta la primera venida de Cristo. Como el cielo no estaba aún plenamente abierto al hombre, así tampoco estaba cerrado a Satanás y sus demonios. La dispensación del Antiguo Testamento no pudo derrotarlo. (2) Desde Cristo hasta el milenio, está judicialmente echado del cielo como acusador de los elegidos y un poco antes del milenio pierde su poder contra Israel, y se efectúa la sentencia de expulsión contra él y los suyos por Miguel. Su ira contra la tierra por tanto es mayor v reconcentra contra ella su poder, especialmente hacia el fin, cuando “sabe que tiene poco tiempo” ( Lucas 12:12). (3) Queda atado durante el milenio ( Lucas 20:1). (4) Suelto por un poco de tiempo, es arrojado para siempre al lago de fuego.
9. la serpiente antigua—Aludiendo a Génesis 3:1, Génesis 3:4. Diablo—el Griego por “acusador” o “calumniador.” Satanás—el hebreo por “adversario,” especialmente en la corte de justicia. La designación doble, el griego y el hebreo, marca a los dos objetos de sus acusaciones y tentaciones, a los gentiles elegidos y a los judíos elegidos. mundo—Griego, “mundo habitable.”
10. Ahora—Ya que Satanás ha sido arrojado del cielo. Cumplido primariamente en parte a la resurrección y ascensión de Jesús, cuando dijo ( Mateo 28:18): “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra;” cuando ( Mateo 12:5) “Su hijo fué arrebatado para Dios y su trono.” En sentido final se refiere a la víspera de la segunda venida de Cristo, cuando Israel esté por ser restaurado como la Iglesia madre del cristianismo, cuando Satanás, que ha resistido la restauración de ella en base a su indignidad, haya sido arrojado fuera por la instrumentalidad de Miguel, príncipe angélico de Israel (Véase Nota, Mateo 12:7). Así este evento es paralelo, y el preliminar necesario del glorioso evento similar Daniel 11:15: “Los reinos (dominio) del mundo han venido a ser … de nuestro Señor y de su Cristo,” por haber recuperado Israel su puesto. la salvación—Plena, final y victoriosamente consumada ( Hebreos 9:28; con Lucas 3:6 : aun futura: por tanto no antes de ahora alzan los bienaventurados su aleluya más pleno por la salvación del Cordero, Lucas 7:10; Lucas 19:1). La virtud, el poder (Griego, dunamis); el poder (legítimo, exousía) de su Cristo. los acusaba … día y noche—De ahí la necesidad de que la Iglesia oprimida, los elegidos propios de Dios (como la viuda que venía al juez injusto hasta cansarlo) debiera clamar a él día y noche.
11. ellos—Enfático en el griego. “Ellos” en particular. Ellos solos. Ellos son los que vencieron. vencido—( Romanos 8:33, Romanos 8:37; Romanos 16:20.) le han vencido—( 1 Juan 2:14.) Es la misma victoria (frase peculiarmente juanina) sobre Satanás y el mundo que describe el Evangelio según Juan en la vida de Jesús; su Epítsola, en la vida de cada creyente, y su Apocalipsis en la vida de la Iglesia. por—“A causa (prep. Griego, diα con el acusativo) de la sangre del Cordero. Si la sangre no hubiese sido derramada, las acusaciones de Satanás hubieran sido incontestables; en efecto, aquella sangre anula toda acusación. Schottgen menciona la tradición rabínica de que Satanás acusa a los hombres todos los días del año salvo el día del perdón. Tittmann interpreta el griego diα como en atención de la sangre del Cordero; ésta fué la causa impulsora que los indujo a emprender la contienda; pero la opinión anterior es buen griego y concuerda mejor con el sentido general de la Escritura. por la palabra—Griego, “a causa de la palabra de su testimonio.” En base a su testimonio fiel, aun hasta la muerte, son constituidos vencedores. Su testimonio evidenció su victoria sobre él en virtud de la sangre de Cristo. De esta manera se confiesan adoradores del Cordero inmolado, y derrotan a la bestia, el representante de Satanás; una anticipación Deuteronomio 15:2: “los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia” (13:15, 16).
12. Por lo cual—por cuanto Satanás está arrojado del cielo (12:9). moráis—Griego, “moráis en tiendas,” o tabernáculos. No sólo los ángeles y las almas de los justos que están con Dios se regocijan de que Satanás esté arrojado del hogar de ellos, sino también los fieles militantes en la tierra, los que ya en espíritu moran en carpas en el cielo, donde tienen su ciudadanía y su hogar. No pertenecen al mundo, y por tanto, se regocijan porque el juicio ha sido decretado contra el príncipe de este mundo. los moradores de—Así Andreas; pero A, B y C omiten estas palabras, copiadas acaso Deuteronomio 8:13. a vosotros—la tierra y la mar, con los habitantes de ellas; los que pertenecen esencialmente a la tierra ( Juan 3:7, margen, contraste Juan 3:31; Juan 8:23; Filipenses 3:19; 1 Juan 4:5, Joel 4:5), con la marea turbulenta de su política. Furioso por su expulsión del cielo, y sabiendo que su tiempo en la tierra es corto, cuando, a la venida de Cristo para establecer su reino ( Joel 20:1-2) será arrojado aun más abajo, Satanás concentra todas sus poderes para destruir cuantas más almas pueda. No pudiendo acusar a los elegidos en el cielo, puede con todo tentar y perseguir en la tierra. Cuanto más victoriosa la luz, tanto mayores serán las luchas de los poderes de las tinieblas; de modo que, en la última crisis, el anticristo se manifestará con una intensidad de iniquidad mayor que nunca. poco tiempo—Griego, “plazo” (Kairon): oportunidad para sus ataques.
13. Resumiendo desde el 12:6 el hilo del discurso, interrumpido por el episodio Deuteronomio 12:7 (que da en el mundo invisible la razón del correspondiente conflicto entre la luz y las tinieblas en el visible), explica la huída de la mujer al desierto (12:6).
14. fueron dadas—por orden precisa de Dios, no por la suerte humana (Hechos 9-11). dos—Griego, “dos alas del águila grande.” Aludiendo a Éxodo 19:4 : lo que prueba que la Iglesia del Antiguo Testamento tanto como la del Nuevo, se incluyen en “la mujer.” Todos los creyentes son incluídos ( Isaías 40:30). La grande águila es el poder imperial; en Ezequiel 17:3, Ezequiel 17:7, Babilonia y Egipto; en la temprana historia eclesiástica, Roma, cuyo estandarte era el águila, convertida por la providencia de Dios de ser hostil, en protectora de la Iglesia. Como “alas” expresa las partes remotas de la tierra, las dos alas aquí pueden significar las divisiones oriental y occidental del imperio romano. desierto—la tierra de los paganos, los gentiles: en contraste con Canaán, tierra agradable y gloriosa. Dios mora en la tierra gloriosa: los demonios (gobernantes del mundo pagano, Ezequiel 9:20; 1 Corintios 10:20), en el desierto. Por tanto Babilonia se llama el desierto de la mar ( Isaías 12:1; con 14:8; 18:2). El paganismo, en su naturaleza esencial, sin Dios, es un desierto desolado. Así, la huída de la mujer al desierto es el pasaje del reino de Dios de los judíos para estar entre los gentiles (tipificado por la huída de María con el niño desde Judea a Egipto). La huída del águila es de Egipto al desierto. El Egipto indicado virtualmente se dice 11:8) ser Jerusalén, lo es espiritualmente por haber crucificado al Señor. De ella se escapa a la Iglesia del Nuevo Testamento así como la del Antiguo huyó del Egipto literal; como también se clama a la verdadera Iglesia después para que haya de Babilonia (la mujer convertida en ramera, o sea la Iglesia apóstata). [Auberlen.] a su lugar—la sede principal del entonces imperio mundial, Roma. Los Hechos de los Apóstoles describe el pasaje de la Iglesia de Jerusalén a Roma. La protección romana fué el ala de águila que a menudo protegió a Pablo, el gran instrumento de esta transmigración, y al cristianismo de sus opositores judíos que excitaron los tumultos paganos. Poco a poco la Iglesia tuvo “su lugar” más y más seguro, hasta que bajo Constantino el imperio se hizo cristiano. Sin embargo, todo este período eclesio-histórico se considera como la estada en el desierto, cuando la Iglesia es en parte protegida, en parte oprimida, por el imperio, hasta que un poco antes del fin, el poder imperial que está bajo Satanás, se desencadenará contra la Iglesia peor que nunca. Como Israel estuvo en el desierto cuarenta años y tuvo 42 jornadas en su peregrinación, así la Iglesia por cuarenta y dos meses, tres años y medio, o tiempos (lit., estaciones, que significa años en el griego helenista, griego kairous, Daniel 7:25; Daniel 12:7), o 1260 días entre la caída de Jerusalén y la próxima venida de Cristo, será ella peregrina en el desierto antes que alcance su reposo milenial. Es posible que además de este cumplimiento eclesio histórico, haya también un cumplimiento ulterior y reducido en la restauración de Israel a Palestina, cuando el anticristo por siete tiempos (plazos cortos análogos a los largos) tenga allí poder, guardando el pacto con los judíos durante los primeros tres años y medio, luego quebrantándolo en medio de la semana, huyendo la masa de la nación en un segundo éxodo al desierto, mientras un remanente permanezca en la tierra expuesto a la horrible persecución (los “144.000 sellados de Israel”, 7., y 14.1, que estarán con el Cordero, terminado el conflicto, sobre el monte Sión: “las primicias” de una grande compañía reunida con él). [De Burgh]. Estos detalles son muy conjeturales. En Daniel 7:25; Daniel 12:7, el tema como tal vez aquí, es el tiempo de la calamidad de Israel. Que los siete tiempos no necesariamente significan años, en que cada día sea un año, eso es, 2520 años, aparece de los siete tiempos de Nabucodonosor ( Daniel 4:23), que corresponde al anticristo, la duración de la bestia.
15, 16. río—Véase Éxodo 2:3; Mateo 2:20, y especialmente Éxodo 14.) Es la corriente de tribus germánicas que, inundando a Roma, amenazaron con destruir a la cristiandad. Pero la tierra ayudó a la mujer, sorbiendo el río. La tierra, en contraste con la mar, es el mundo consolidado y civilizado. Las masas germánicas cedieron a la influencia de la civilización romana y del cristianismo. [Auberlen.] Acaso se incluye también, en general, la ayuda dada por poderes terrenales (los menos aptos, pero inducidos por la providencia de Dios a prestar auxilio) a la Iglesia contra las persecuciones y contra las herejías que varias veces la atacaron.
17. los otros—El remanente de su simiente, distinta en algún sentido de la mujer misma. El primer esfuerzo de Satanás fué el de desarraigar a la Iglesia misma, de modo que no hubiese más profesión visible de la religión. Burlado en esto. guerrea ( Mateo 11:7; Mateo 13:7) contra la Iglesia invisible, es decir, contra “los que guardan los mandamientos, y tienen el testimonio de Jesús” (A, B, C omiten “Cristo”). Estos son “el remanente,” o los demás de su simiente, en distinción de la simiente de ella, “el hijo varón,” por una parte, y de los que sólo profesan por la otra. La Iglesia, en su hermosura y unidad (Israel a la cabeza de la cristiandad, formando el todo una Iglesia perfecta), no está ahora manifiesta, sino que aguarda las manifestaciones de los hijos de Dios en la venida de Cristo. Impotente para destruir al cristianismo y a la Iglesia como un todo, Satanás dirige su enemistad contra los cristianos verdaderos, el remanente elegido: a los demás los deja sin molestar.