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Sunday, July 20th, 2025
the Week of Proper 11 / Ordinary 16
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Bible Commentaries
Comentario completo de Henry sobre la Biblia Completo de Henry
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Estos archivos están en el dominio público y son derivados de una edición electrónica disponible en el sitio web de la Biblioteca Cristiana de Clásicos Etéreos.
Información bibliográfica
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Luke 21". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://studylight.org/commentaries/spa/mhm/luke-21.html. 1706.
Henry, Matthew. "Comentario completo sobre Luke 21". "Comentario completo de Henry sobre toda la Biblia". https://studylight.org/
Whole Bible (25)New Testament (6)Gospels Only (1)Individual Books (3)
Introducción
* Cristo elogia a una viuda pobre. (1-4) Su profecÃa. (5-28) Cristo exhorta a la vigilancia. (29-38)
VersÃculos 1-4
1-4 De la ofrenda de esta pobre viuda, aprende que lo que damos con razón para el alivio de los pobres, y el sostenimiento del culto de Dios, se da a Dios; y nuestro Salvador ve con agrado todo lo que tenemos en nuestro corazón para dar para el alivio de sus miembros, o para su servicio. Bendito Señor, los más pobres de tus siervos tienen dos blancas, tienen un alma y un cuerpo; persuádenos y permÃtenos ofrecerte ambos; ¡qué felices seremos si los aceptas!
VersÃculos 5-28
5-28 Con mucha curiosidad, los que estaban cerca de Cristo preguntaban sobre el tiempo en que debÃa producirse la gran desolación. Ãl responde con claridad y plenitud, en la medida necesaria para enseñarles su deber; porque todo conocimiento es deseable en la medida en que está en orden a la práctica. Aunque los juicios espirituales son los más comunes en los tiempos evangélicos, Dios se sirve también de los juicios temporales. Cristo les dice qué cosas duras deben sufrir por causa de su nombre, y les anima a soportar sus pruebas y a seguir adelante con su trabajo, a pesar de la oposición que encontrarán. Dios estará a vuestro lado, os apoyará y os ayudará. Esto se cumplió notablemente después del derramamiento del EspÃritu, por el cual Cristo dio a sus discÃpulos sabidurÃa y palabra. Aunque seamos perdedores para Cristo, no seremos, no podemos ser perdedores por él, al final. Es nuestro deber e interés en todo momento, especialmente en tiempos peligrosos y difÃciles, asegurar la seguridad de nuestras propias almas. Es por medio de la paciencia cristiana que mantenemos la posesión de nuestras propias almas, y mantenemos alejadas todas aquellas impresiones que nos harÃan perder el temple. Podemos considerar la profecÃa que tenemos ante nosotros como aquellas profecÃas del Antiguo Testamento que, junto con su gran objeto, abarcan o echan un vistazo a algún objeto más cercano de importancia para la iglesia. Habiendo dado una idea de los tiempos durante unos treinta y ocho años venideros, Cristo muestra en qué terminarÃan todas esas cosas, a saber, la destrucción de Jerusalén, y la dispersión total de la nación judÃa; lo cual serÃa un tipo y figura de la segunda venida de Cristo. Los judÃos dispersos que nos rodean predican la verdad del cristianismo y demuestran que, aunque el cielo y la tierra pasen, las palabras de Jesús no pasarán. También nos recuerdan que debemos orar por aquellos tiempos en los que ni la Jerusalén real ni la espiritual serán ya pisoteadas por los gentiles, y en los que tanto los judÃos como los gentiles se convertirán al Señor. Cuando Cristo vino a destruir a los judÃos, vino a redimir a los cristianos que eran perseguidos y oprimidos por ellos; y entonces hizo descansar a las iglesias. Cuando venga a juzgar al mundo, redimirá a todos los que son suyos de sus problemas. Los juicios divinos cayeron de tal manera sobre los judÃos, que su ciudad se pone como ejemplo ante nosotros, para mostrar que los pecados no quedarán impunes; y que los terrores del Señor, y sus amenazas contra los pecadores impenitentes, se cumplirán, asà como su palabra fue cierta, y su ira grande sobre Jerusalén.
VersÃculos 29-38
29-38 Cristo dice a sus discÃpulos que observen los signos de los tiempos, por los que podrÃan juzgar. Les encarga que vean próxima la ruina de la nación judÃa. Sin embargo, esta raza y familia de Abraham no será desarraigada; sobrevivirá como nación, y será encontrada como se profetizó, cuando se revele el Hijo del Hombre. Les advierte que no deben ser seguros y sensuales. Este mandamiento se da a todos los discÃpulos de Cristo: Mirad por vosotros mismos, para que no seáis dominados por las tentaciones, ni traicionados por vuestras propias corrupciones. No podemos estar seguros, si estamos carnalmente seguros. Nuestro peligro es que el dÃa de la muerte y del juicio venga sobre nosotros cuando no estemos preparados. No sea que, cuando seamos llamados a encontrarnos con nuestro Señor, eso sea lo más alejado de nuestros pensamientos, lo que deberÃa estar más cerca de nuestros corazones. Porque asà vendrá sobre la mayorÃa de los hombres, que habitan en la tierra, y piensan en las cosas terrenales solamente, y no tienen conversación con el cielo. Será un terror y una destrucción para ellos. Vean aquà cuál debe ser nuestro objetivo, para que se nos considere dignos de escapar de todas esas cosas; para que cuando los juicios de Dios se extiendan, no estemos en la calamidad común, o no sea para nosotros lo que es para otros. ¿Preguntáis cómo podéis ser hallados dignos de comparecer ante Cristo en aquel dÃa? Los que nunca buscaron a Cristo, que vayan ahora a él; los que nunca fueron humillados por sus pecados, que comiencen ahora; los que ya han comenzado, que sigan adelante y se mantengan humillados. Velad, pues, y orad siempre. Velad contra el pecado; velad en todo deber, y aprovechad toda ocasión de hacer el bien. Orad siempre: serán tenidos por dignos de vivir una vida de alabanza en el otro mundo, los que vivan una vida de oración en este mundo. Que comencemos, empleemos y concluyamos cada dÃa atendiendo a la palabra de Cristo, obedeciendo sus preceptos y siguiendo su ejemplo, para que siempre que venga nos encuentre velando.