Lectionary Calendar
Thursday, July 17th, 2025
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
the Week of Proper 10 / Ordinary 15
video advertismenet
advertisement
advertisement
advertisement
Attention!
StudyLight.org has pledged to help build churches in Uganda. Help us with that pledge and support pastors in the heart of Africa.
Click here to join the effort!
Click here to join the effort!
Bible Commentaries
Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento Comentario de Sutcliffe
Declaración de derechos de autor
Estos archivos son de dominio público.
Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Estos archivos son de dominio público.
Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre Ezekiel 47". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://studylight.org/commentaries/spa/jsc/ezekiel-47.html. 1835.
Sutcliffe, Joseph. "Comentario sobre Ezekiel 47". Comentario de Sutcliffe sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. https://studylight.org/
Whole Bible (27)
VersÃculos 1-23
Ezequiel 47:16 . Hamat, ciudad que domina el paso del monte LÃbano y el lÃmite noroeste de los israelitas. 1 Crónicas 13:5 .
REFLEXIONES.
Los judÃos se regocijaban más cuando vertÃan agua sobre los sacrificios que cuando vertÃan vino; porque el agua designaba al EspÃritu Santo en toda su plenitud de gracia. Llegamos ahora a las fuentes más ricas del santuario de Dios, a las fuentes de gloria y belleza de los santos, y de vida y verdor a las partes más áridas de la tierra. El santuario y la ciudad de los judÃos, con la división de su tierra, se toma aquà tanto literal como espiritualmente; y espiritualmente debemos tomar esta fuente, aunque se cree sinceramente que Dios obrará muchos cambios maravillosos en la naturaleza para el bien del hombre en la gloria de los últimos dÃas.
Sin embargo, no se abrió tal rÃo cuando Esdras presidió sobre el pueblo, y ningún gentil tenÃa mucho entre los israelitas, como en Ezequiel 47:22 . Esdras expulsó a los hijos de los sacerdotes, porque no pudieron probar su descendencia legÃtima: Esdras 2:62 ; Esdras 2:64 .
Nuestro Salvador parece aludir más evidentemente a esas aguas cuando dice que un rÃo de agua viva debe fluir del vientre de todo creyente. Juan 7:38 . Todo creyente es el templo del Dios vivo y la gracia abre la fuente de vida en su alma. Nuestro Salvador también le aseguró a la mujer de Samaria que podÃa darle agua viva. Juan 4:10 .
Podemos observar aquà que este rÃo procedÃa de los cimientos de la casa; estalló en el umbral, y también en los lados, y circunscribió el altar como una isla. A San Juan también se le mostró el rÃo del agua de la vida, procedente del trono de Dios y del Cordero. Aquà el EspÃritu Santo, en todas las múltiples operaciones de la gracia justificadora y santificante, es ensombrecido, como ya se señaló en relación con el rÃo que alegra la ciudad de Dios; a lo que se remite al lector en la nota sobre Salmo 46:4 .
Este rÃo creció maravillosamente. Ezequiel recibió instrucciones de vadearlo a distancias regulares. Primero, llegó a los tobillos; en segundo lugar, a las rodillas; en tercer lugar, al medio; pero cuando habÃa llegado a una milla y cuarto del umbral del templo, el rÃo ya no era vadeable: podÃa nadar en las abundantes aguas. Esto ciertamente marca la gracia rica y desbordante que Dios quiere derramar sobre la tierra en la era del evangelio y en la gloria de los últimos dÃas; y reconoce a los creyentes que no deben permanecer holgazaneando, pisoteando las aguas poco profundas de la gracia; pero vayan a un bautismo más profundo del espÃritu, hasta que puedan nadar en las abundantes corrientes de gracia. El alma que gime por la pureza y la perfección anhela ser llena del EspÃritu; sÃ, "sumergido en el mar más profundo de la Deidad y perdido en tu inmensidad".
Este rÃo fluÃa con una corriente constante y creciente. ZacarÃas comenta que era igual en verano e invierno: ZacarÃas 14:8 . La Sión celestial es como la fuente de toda la tierra: no está sujeta a sequÃas y lluvias periódicas, como los rÃos naturales, sino que fluye con un arroyo constante como el amor del Padre, y copioso como la gracia redentora. Por tanto, los plantados en la casa del Señor florecerán en los atrios de nuestro Dios; crecerán y no se secarán, darán fruto en la vejez.
Las virtudes de estas aguas contrarrestaron las cualidades bituminosas del mar de Sodoma, llamado mar muerto, porque las aguas mataban a los peces. No es improbable, pero se producirán algunos cambios naturales en la gloria de los últimos dÃas. Cuando la maldad del hombre disminuya, no es improbable conjeturar que Dios disminuirá las aflicciones del hombre, quitará muchos impedimentos de la agricultura, hará que la tierra produzca su plenitud y haga del desierto el jardÃn del Señor. .
Pero de las aguas espirituales deberÃamos hablar con más decisión. Curan, cuando fluyen a pleno torrente, todas las amargas aguas del corazón humano, que son alimentadas, como Sodoma, con orgullo, ociosidad y plenitud de pan. Derraman una influencia vivificadora sobre todo alrededor y hacen del corazón más árido el Edén del Señor. ZacarÃas sobre este tema, se ha extendido sobre Ezequiel. Vio las aguas vivas no solo fluir hacia Sodoma, sino otro arroyo que tomaba un curso occidental hacia el mar Mediterráneo: la imagen más feliz del glorioso evangelio del Dios bendito, avanzando en todas direcciones, y ricamente acompañada de las gracias santificantes del Dios bendito. EspÃritu Santo, para que todas las naciones sean sanadas de discordia, iniquidad y guerra. Esta es sin duda la fuente de la vida abierta desde arriba, y persiguiendo las tinieblas, la muerte y la maldición,
Estas aguas curativas y vivificantes comunicaban la perpetua fertilidad a una infinidad de árboles, que adornaban ambas orillas. Como un mes es la estación habitual de cualquier tipo de frutos maduros, estos árboles, al tener su naturaleza reanimada, siempre estaban brotando, floreciendo y dando frutos. Ningún hombre hambriento podÃa venir a buscar fruta y no encontrarla. Cristo es en verdad este árbol de la vida, que crece a ambos lados del rÃo y también en la ciudad de Dios.
Por sus hojas, o el adorno de sus virtudes, nuestra concupiscencia se cura; y por el fruto de su amor redentor, nuestras almas se nutren con la salud de la vida eterna. Feliz es la edad, feliz el corazón que verá este paraÃso abierto desde arriba.