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Bible Commentaries
1 Reyes 22

Comentario Crítico y Explicativo de toda la BibliaComentario Crítico

Versículos 1-53

ACAB MUERTO EN RAMOTH DE GALAAD.

1. Tres años pasaron sin guerra entre los Sirios e Israel—La derrota desastrosa de Ben-adad había destruído de tal modo su ejército y agotado los recursos de su país, que, por más que quería no podía comenzar de nuevo las hostilidades contra Israel. Pero que su enemistad hereditaria continuaba, fué manifiesto por su violación al pacto por medio del cual él se había comprometido a restaurar todas las ciudades que su padre había tomado (cap. 20:34).

2. Josaphat rey de Judá descendió al rey de Israel—Es extraño que una liga de amistad entre los soberanos de Israel y Judá, por primera vez, fuese formada por príncipes de tan contrarios caracteres, el uno piadoso, el otro malvado. Ni esta liga ni la alianza matrimonial por la cual fué cimentada la unión entre las familias reales, tuvieron la aprobación del Señor ( 2 Crónicas 19:2). Condujo, sin embargo, a una visita de Josafat, cuya recepción en Samaria fué distinguida por la hospitalidad más pródiga ( 2 Crónicas 18:2). Se aprovechó esta visita para promover un asunto en el cual Acab había puesto su corazón.

3. ¿No sabéis que es nuestra Ramoth de Galaad?—Ciudad levítica y libre sobre la frontera norte de Gad ( Deuteronomio 4:43; Josué 21:38), sobre el sitio del actual Lago salado, en la provincia de Belka. Quedaba dentro del territorio del monarca israelita, y fué injustamente enajenada; pero si era una de las ciudades usurpadas por el primer Ben-adad, que el hijo había prometido devolver, o si era retenida por alguna otra razón, el historiador sagrado no lo dice. En la expedición que meditaba Acab para recuperar la ciudad, la ayuda de Josafat fué pedida y éste prometió que la daría, (véase 2 Crónicas 18:3). Antes de declarar la guerra, era costumbre consultar a los profetas (véase 1 Samuel cap. 28); y habiendo Josafat expresado un ardiente deseo de conocer la voluntad del Señor respecto a esta guerra, reunió Acab cuatrocientos de sus profetas. Estos no pueden haber sido los profetas de Baal ni de Astarot (cap. 18:19), pero parece (v. 12) que fueron profetas falsos, que rendían culto simbólico a Jehová por medio de los becerros. Siendo ellos criaturas de Acab, unánimemente predijeron un próspero resultado de la guerra. Pero descontento con ellos, Josafat preguntó si había algún profeta verdadero de Jehová. Acab consintió, con grande desgano, en que fuese llamado Miqueas. Era el único profeta verdadero residente en Samaria, y fué necesario sacarlo a él de la cárcel (v. 26), en la cual, según Josefo, había sido echado a causa de su reprensión a Acab por haber perdonado al rey de Siria.

11. Sedechías hijo de Chanaana se había hecho unos cuernos de hierro—Pequeñas protuberancias del tamaño y forma de nuestros matacandelas (llevados en muchas partes del Oriente como adornos militares), eran llevados por los sirios de aquel entonces, y probablemente por los guerreros israelitas también. Sedequías, tomando dos cuernos, representada dos héroes, y, teniéndose por profeta, deseaba de esta manera representar a los reyes de Israel y Judá en un triunfo militar. Fué acción simbólica, para dar más fuerza a sus palabras (véase Deuteronomio 33:17); pero no valía más que el blandir de una lanza. (Calmet’s Fragments).

14. lo que Jehová me hablare, eso diré—En el camino el mensajero que le conducía a la presencia real, le informó del tenor de las profecías ya pronunciadas, y le recomendó que concordara con los demás, sin duda por el propósito bondadoso de verle libre de la prisión. Pero Miqueas, inflexiblemente fiel a su misión divina como profeta, anunció su propósito de proclamar honradamente lo que Dios le dijera. Preguntándole el rey: “¿Iremos a pelear contra Ramoth de Galaad, o la dejaremos?”, el profeta dió precisamente la misma contestación que los oráculos que habían sido contestados antes; pero debe haber sido dada en un tono sarcástico de acuerdo con la manera de hablar de ellos. Pero siéndole pedido urgentemente que diera una contestación seria y veraz, Miqueas declaró lo que el Espíritu le había revelado por medio de una visión: “Yo vi a todo Israel esparcido por los montes como ovejas que no tienen pastor”. El significado de esto era, que el ejército de Israel sería derrotado y disperso; que Acab caería en la batalla, y que el pueblo volvería sin ser perseguido o destruido por el enemigo.

18-23. ¿No te lo había yo dicho? Ninguna cosa buena profetizará él acerca de mí, sino solamente mal—Como Acab estaba dispuesto a atribuir esta desagradable verdad a la enemistad personal, Miqueas siguió sin miedo contando detalladamente al airado monarca lo que le había sido revelado. Los profetas hebreos sacaban sus cuadros simbólicos de escenas terrenales, representando a Dios como rey en su reino. Y como los príncipes terrenales no hacen nada de importancia sin pedir la opinión de sus consejeros, se representa a Dios como consultando acerca de la suerte de Acab. Este lenguaje profético no hay que interpretarlo literalmente, y el mandato debe considerarse sólo como una concesión al espíritu mentiroso. ( Romanos 11:34). (Calmet).

24, 25. Llegándose entonces Sedechías hijo de Chanaana, hirió a Micheas en la mejilla—La insolencia de este hombre, jefe de los profetas falsos, parece haber sido provocada por celos porque Miqueas tenía el espíritu de inspiración. Este modo de herir, generalmente con un zapato, es severo e ignominioso. La respuesta ecuánime del profeta del Señor consistía en anunciar la suerte de los profetas falsos como consejeros de la expedición desastrosa.

26-28. Toma a Micheas … Echad a éste en la cárcel—Acab, bajo el impulso de su resentimiento vehemente, manda otra vez a Miqueas a la cárcel hasta su regreso. pan de angustia, agua de aflicción—es decir, lo peor de la comida de la cárcel. Miqueas se sometió, pero repitió, a oídos de todos, que el resultado de la guerra sería fatal para Acab.

29-39. subió … a Ramoth de Galaad—El rey de Israel, resuelto a la expedición, se marchó acompañado por su aliado y con todo su ejército, al sitio; pero al acercarse a la escena de acción, le falló su valor, y, esperando evitar el poder de la profecía de Miqueas mediante una estratagema secreta, él tomó el uniforme de un subalterno, mientras que aconsejaba a Josafat a pelear en su ropa real. El rey sirio, con miras de poner fin a la guerra lo más pronto posible, o tal vez de borrar la mancha de su humillación, (cap. 20:31), había dado orden especial a sus generales de que pelearan sólo contra Acab, y que lo tomaran vivo o muerto, como autor de la guerra. Los oficiales primero dirigieron su ataque contra Josafat, pero reconociendo su error, lo dejaron. Acab fué herido por un flecha disparada a la ventura, la cual, probablemente estaba envenenada, y con la alta temperatura se aumentó la virulencia del veneno, y él murió a la puesta del sol. El cadáver fué llevado a Samaria; y como estaban lavando el carro en que fué traído, en un estanque cerca de la ciudad, de la sangre que había corrido abundantemente de la herida, los perros la lamieron, tal como Jehová lo había predicho por medio de Elías. Acab fué sucedido por su hijo Ocozías.

Información bibliográfica
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre 1 Kings 22". "Comentario Crítico y Explicativo de toda la Biblia". https://www.studylight.org/commentaries/spa/jfb/1-kings-22.html. 1871-8.
 
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