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Tuesday, August 12th, 2025
the Week of Proper 14 / Ordinary 19
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Bible Commentaries
El Comentario Bíblico del Expositor El Comentario Bíblico del Expositor
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Estos archivos están en el dominio público.
Texto cortesía de BibleSupport.com. Usado con permiso.
Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Haggai 1". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://studylight.org/commentaries/spa/teb/haggai-1.html.
Nicoll, William R. "Comentario sobre Haggai 1". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://studylight.org/
Whole Bible (31)Individual Books (2)
Versículos 1-15
HAGGAI Y LA CONSTRUCCI�N DEL TEMPLO
Hageo 1:1 ; Hageo 2:1
Hemos visto que la soluci�n m�s probable de los problemas que nos presentan los registros inadecuados y confusos de la �poca es que un n�mero considerable de jud�os exiliados regresaron de Jerusal�n a Babilonia hacia el a�o 537, con el permiso de Ciro, y que el s�trapa que envi� con ellos no s�lo les permiti� levantar el altar en su sitio antiguo, sino que �l mismo les coloc� la primera piedra del templo.
Tambi�n hemos visto por qu� este intento no condujo a nada, y hemos seguido las obstrucciones samaritanas, el fracaso del patrocinio persa, la sequ�a y las malas cosechas y toda la desilusi�n de los quince a�os que sucedieron al Retorno. La hostilidad de los samaritanos se debi� enteramente a la negativa de los jud�os a darles una participaci�n en la construcci�n del templo, y su virulencia, probablemente demostrada al impedir que los jud�os adquirieran madera, parece haber cesado cuando se interrumpieron las obras del templo. .
Al menos no encontramos menci�n de ello en nuestros profetas; y los jud�os est�n provistos de suficiente madera para revestir y techar sus propias casas. Hageo 1:4 Pero los jud�os deben haber temido una reanudaci�n de los ataques de los samaritanos si reanudaban el trabajo en el templo, y por lo dem�s estaban demasiado empapados de adversidad y demasiado cargados con el cuidado de su propio sustento, como para lanzarse a intereses superiores. .
Lo que precede inmediatamente a nuestros profetas es una historia miserable de temporadas est�riles y escasos ingresos, el dinero se pierde r�pidamente y el coraz�n s�rdido de cada hombre est� absorto en su propia casa. No es de extra�ar que los cr�ticos se hayan visto llevados a negar el gran Retorno de hace diecis�is a�os, con sus grandes ambiciones para el Templo y el glorioso futuro de Israel. Pero un colapso similar se ha experimentado a menudo en la historia cuando bandas de hombres religiosos, que se dirig�an, como pensaban, hacia la libertad y la inmediata erecci�n de una santa comunidad, han visto su unidad destruida y su entusiasmo disipado por unas pocas temporadas inclementes en un ribera �rida y hostil.
La naturaleza y sus b�rbaros semejantes han frustrado lo que Dios hab�a prometido. Ellos mismos, acostumbrados desde una etapa superior de la civilizaci�n a planificar estructuras sociales a�n m�s elevadas, se ven reducidos repentinamente a las primitivas necesidades de labranza y defensa contra un enemigo salvaje. Los estadistas, poetas e idealistas de todo tipo tienen que cavar la tierra, extraer piedras y permanecer despiertos por las noches para vigilar como centinelas.
Desprovistos de las comodidades y los recursos con los que han crecido, viven en constante batalla con sus entornos desnudos y poco comprensivos. Es un cuento familiar en la historia y lo leemos con facilidad en el caso de Israel. Los jud�os disfrutaron de esta ventaja, que no llegaron a una tierra extra�a, sino a una repleta de recuerdos inspiradores, y ten�an detr�s de ellos el �mpetu de profec�a m�s glorioso que jam�s haya enviado a un pueblo hacia el futuro.
Sin embargo, los mismos ardores de esto los apresuraron a dejar de apreciar las dificultades que tendr�an que encontrar, y cuando se encontraron en el suelo pedregoso de Jud�, que hab�an estado idealizando durante cincuenta a�os, y se vieron afectados a�n m�s por las estaciones est�riles, sus corazones deben haber sufrido una desilusi�n a�n m�s amarga que la que con tanta frecuencia ha sufrido la suerte de los emigrantes religiosos a una costa absolutamente nueva.
1. EL LLAMADO A CONSTRUIR
CAP�TULO 1
Fue a esta situaci�n, en un d�a de oto�o, cuando los colonos sintieron que hab�a quedado atr�s otro a�o de miserable esfuerzo y su miserable cosecha hab�a sido tra�da a casa, que el profeta Hageo se dirigi� a s� mismo. Con raro sentido, limit� sus esfuerzos a las necesidades pr�cticas del momento. Las burlas de los escritores modernos no se han librado de un estilo que es malhumorado y deshonroso, y han estimado que esto es un colapso del esp�ritu prof�tico, en el que Hageo ignor� todos los logros de la profec�a e interpret� la palabra de Dios como solo un Llamen a cortar le�a y a poner piedra sobre piedra.
Pero el hombre sinti� lo que necesitaba el momento, y esa es la marca suprema del profeta. Ponga un profeta all�, �y qu� m�s podr�a haber hecho un profeta? Habr�a sido in�til volver a despertar esas voces m�s espl�ndidas del pasado, que en parte hab�an sido la raz�n de la decepci�n del pueblo, e igualmente in�til interpretar la misi�n de las grandes potencias mundiales hacia el pueblo de Dios. Lo que el pueblo de Dios pod�a hacer por s� mismo, eso era lo que necesitaba decirse en ese momento; y si Hageo lo cont� con un estilo escaso y hambriento, esto tambi�n estaba en armon�a con la ocasi�n. No se espera otra cosa cuando los hombres hambrientos se comunican entre s� sobre su deber.
Tampoco Hageo merece la culpa de haber interpretado el deber como la construcci�n material del Templo. Esta no era una mera funci�n eclesi�stica. Sin el Templo, no se podr�a mantener la continuidad de la religi�n de Israel. Un estado independiente, con el curso completo de la vida c�vica, era entonces imposible. El esp�ritu �tico, el respeto mutuo y de Dios, no pod�a prevalecer sobre sus intereses materiales de otra manera que mediante la devoci�n com�n al culto del Dios de sus padres.
Al instarlos a construir el Templo con sus propios recursos sin ayuda, al abstenerse de toda esperanza de patrocinio imperial, al hacer que el negocio sea uno, no de sentimiento ni de seguridad c�moda derivada de las promesas pasadas de Dios, sino de simple y duro deber. Hageo ilustr� a la vez la cordura y la esencia espiritual de la profec�a en Israel.
El profesor Robertson Smith ha contrastado la importancia central que Hageo atribu�a al Templo con la actitud de Isa�as y Jerem�as, para quienes "la religi�n de Israel y la santidad de Jerusal�n tienen poco que ver con el edificio del Templo. La ciudad es santa porque es la sede de la soberan�a de Jehov� en la tierra, ejercida en Sus tratos con y para el estado de Jud� y el reino de David ".
Al mismo tiempo, debe se�alarse que incluso para Isa�as el Templo era la morada de Jehov�, y si hubiera estado en ruinas a sus pies, como estaba en Hageo, hay pocas dudas de que hubiera estado tan mal. serio como Hageo al instar a su reconstrucci�n. El segundo Isa�as, que tiene una idea tan elevada del destino espiritual del pueblo como cualquier otro profeta, tampoco puso menos �nfasis en la importancia fundamental del Templo para su vida y en la certeza de su gloria futura.
"En el segundo a�o del rey Dar�o, en el sexto mes y el primer d�a del mes", es decir, en la fiesta de la luna nueva, "vino la palabra de Jehov� por medio del profeta Hageo a Zorobabel, hijo de Salatiel. , S�trapa de Jud�, ya Jehoshua, hijo de Jehosadak, el sumo sacerdote "-los jefes civiles y religiosos de la comunidad- como sigue: -
As� ha hablado Jehov� de los ej�rcitos, diciendo: Este pueblo ha dicho: A�n no ha llegado el tiempo de la edificaci�n de la casa de Jehov�. Por tanto, la palabra de Jehov� ha venido por medio del profeta Hageo, diciendo: �Es tiempo de que t�-t�- �Habitar�s en casas con techo de tablas, mientras esta Casa est� desolada? Y ahora as� dice el SE�OR de los ej�rcitos: Ten en cuenta c�mo te han ido las cosas. Sembraste mucho, pero ten�as pocos ingresos, comiste y no te saciaste, bebiste y no lleno, se puso la ropa y no hab�a calor, mientras que el que ganaba los sueldos los ha metido en una bolsa con agujeros ".
"As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Sube al monte" -la regi�n monta�osa de Jud�- "y trae madera, y edifica la Casa, para que yo me deleite y muestre mi gloria, dice Jehov�. por mucho y ha resultado poco, y lo que hab�is tra�do a casa, me resopl�. �A causa de qu�? -or�culo de Jehov� de los ej�rcitos- a causa de Mi Casa que est� desolada, mientras ustedes se apresuran cada uno a seguir su propia casa.
Por tanto, el cielo ha cerrado el roc�o, y la tierra ha cerrado su crecimiento. Y llam� sequ�a sobre la tierra, sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre lo que produce la tierra, sobre los hombres, sobre las bestias, y sobre todo el trabajo. de las manos ".
Para nosotros, la apelaci�n de Hageo a las estaciones est�riles y la pobreza de la gente como prueba de la ira de Dios con su ego�smo debe plantear preguntas. Pero ya hemos visto, no solo que las calamidades naturales fueron interpretadas por el mundo antiguo como los instrumentos penales de la Deidad, sino que a lo largo de la historia han tenido una maravillosa influencia en los esp�ritus de los hombres, oblig�ndolos a escudri�ar sus propios corazones y creer que la Providencia se lleva a cabo con fines distintos a los de nuestra prosperidad f�sica.
"�No han sido los que han cre�do como cre�a Am�s los esp�ritus fuertes de nuestra raza, haciendo de los mismos desastres que los aplastaron contra la tierra la se�al de que Dios tiene grandes puntos de vista sobre ellos?" Hageo, por lo tanto, no tiene una visi�n s�rdida de la Providencia cuando interpreta las estaciones, que sus compatriotas hab�an sufrido, como la ira de Dios por su ego�smo y demora en la construcci�n de Su Casa.
La apelaci�n directa a la conciencia de los jud�os tuvo un efecto inmediato. En tres semanas comenzaron a trabajar en el templo.
Y Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jehoshua, hijo de Jehosadak, el sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, oyeron la voz de Jehov� su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como Jehov� su Dios hab�a hecho. lo envi�, y el pueblo temi� delante de Jehov�. (Y Hageo, el mensajero de Jehov�, en la misi�n de Jehov� al pueblo, habl�, diciendo: Yo estoy contigo, or�culo de Jehov�.
) Y conmovi� Jehov� el esp�ritu de Zorobabel, hijo de Salatiel, S�trapa de Jud�, y el esp�ritu de Jehoshua, hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote, y el esp�ritu de todo el resto del pueblo; y fueron y obraron en la Casa de Jehov� de los ej�rcitos, su Dios, el d�a veinticuatro del sexto mes, en el a�o segundo del rey Dar�o ".
Observe c�mo la narraci�n enfatiza que la nueva energ�a fue, como no pod�a ser sino a partir de las palabras poco halagadoras de Hageo, un resultado puramente espiritual. Fue el esp�ritu de Zorobabel, y el esp�ritu de Jehoshua, y el esp�ritu de todo el resto del pueblo, lo que fue conmovido: su conciencia y su fuerza radical de car�cter. No en vano la gente hab�a sufrido su gran desilusi�n bajo Ciro, si ahora su historia iba a comenzar de nuevo a partir de fuentes tan internas y tan puras.