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Bible Commentaries
Ageo 1

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-15

HAGGAI Y LA CONSTRUCCI�N DEL TEMPLO

Hageo 1:1 ; Hageo 2:1

Hemos visto que la soluci�n m�s probable de los problemas que nos presentan los registros inadecuados y confusos de la �poca es que un n�mero considerable de jud�os exiliados regresaron de Jerusal�n a Babilonia hacia el a�o 537, con el permiso de Ciro, y que el s�trapa que envi� con ellos no s�lo les permiti� levantar el altar en su sitio antiguo, sino que �l mismo les coloc� la primera piedra del templo.

Tambi�n hemos visto por qu� este intento no condujo a nada, y hemos seguido las obstrucciones samaritanas, el fracaso del patrocinio persa, la sequ�a y las malas cosechas y toda la desilusi�n de los quince a�os que sucedieron al Retorno. La hostilidad de los samaritanos se debi� enteramente a la negativa de los jud�os a darles una participaci�n en la construcci�n del templo, y su virulencia, probablemente demostrada al impedir que los jud�os adquirieran madera, parece haber cesado cuando se interrumpieron las obras del templo. .

Al menos no encontramos menci�n de ello en nuestros profetas; y los jud�os est�n provistos de suficiente madera para revestir y techar sus propias casas. Hageo 1:4 Pero los jud�os deben haber temido una reanudaci�n de los ataques de los samaritanos si reanudaban el trabajo en el templo, y por lo dem�s estaban demasiado empapados de adversidad y demasiado cargados con el cuidado de su propio sustento, como para lanzarse a intereses superiores. .

Lo que precede inmediatamente a nuestros profetas es una historia miserable de temporadas est�riles y escasos ingresos, el dinero se pierde r�pidamente y el coraz�n s�rdido de cada hombre est� absorto en su propia casa. No es de extra�ar que los cr�ticos se hayan visto llevados a negar el gran Retorno de hace diecis�is a�os, con sus grandes ambiciones para el Templo y el glorioso futuro de Israel. Pero un colapso similar se ha experimentado a menudo en la historia cuando bandas de hombres religiosos, que se dirig�an, como pensaban, hacia la libertad y la inmediata erecci�n de una santa comunidad, han visto su unidad destruida y su entusiasmo disipado por unas pocas temporadas inclementes en un ribera �rida y hostil.

La naturaleza y sus b�rbaros semejantes han frustrado lo que Dios hab�a prometido. Ellos mismos, acostumbrados desde una etapa superior de la civilizaci�n a planificar estructuras sociales a�n m�s elevadas, se ven reducidos repentinamente a las primitivas necesidades de labranza y defensa contra un enemigo salvaje. Los estadistas, poetas e idealistas de todo tipo tienen que cavar la tierra, extraer piedras y permanecer despiertos por las noches para vigilar como centinelas.

Desprovistos de las comodidades y los recursos con los que han crecido, viven en constante batalla con sus entornos desnudos y poco comprensivos. Es un cuento familiar en la historia y lo leemos con facilidad en el caso de Israel. Los jud�os disfrutaron de esta ventaja, que no llegaron a una tierra extra�a, sino a una repleta de recuerdos inspiradores, y ten�an detr�s de ellos el �mpetu de profec�a m�s glorioso que jam�s haya enviado a un pueblo hacia el futuro.

Sin embargo, los mismos ardores de esto los apresuraron a dejar de apreciar las dificultades que tendr�an que encontrar, y cuando se encontraron en el suelo pedregoso de Jud�, que hab�an estado idealizando durante cincuenta a�os, y se vieron afectados a�n m�s por las estaciones est�riles, sus corazones deben haber sufrido una desilusi�n a�n m�s amarga que la que con tanta frecuencia ha sufrido la suerte de los emigrantes religiosos a una costa absolutamente nueva.

1. EL LLAMADO A CONSTRUIR

CAP�TULO 1

Fue a esta situaci�n, en un d�a de oto�o, cuando los colonos sintieron que hab�a quedado atr�s otro a�o de miserable esfuerzo y su miserable cosecha hab�a sido tra�da a casa, que el profeta Hageo se dirigi� a s� mismo. Con raro sentido, limit� sus esfuerzos a las necesidades pr�cticas del momento. Las burlas de los escritores modernos no se han librado de un estilo que es malhumorado y deshonroso, y han estimado que esto es un colapso del esp�ritu prof�tico, en el que Hageo ignor� todos los logros de la profec�a e interpret� la palabra de Dios como solo un Llamen a cortar le�a y a poner piedra sobre piedra.

Pero el hombre sinti� lo que necesitaba el momento, y esa es la marca suprema del profeta. Ponga un profeta all�, �y qu� m�s podr�a haber hecho un profeta? Habr�a sido in�til volver a despertar esas voces m�s espl�ndidas del pasado, que en parte hab�an sido la raz�n de la decepci�n del pueblo, e igualmente in�til interpretar la misi�n de las grandes potencias mundiales hacia el pueblo de Dios. Lo que el pueblo de Dios pod�a hacer por s� mismo, eso era lo que necesitaba decirse en ese momento; y si Hageo lo cont� con un estilo escaso y hambriento, esto tambi�n estaba en armon�a con la ocasi�n. No se espera otra cosa cuando los hombres hambrientos se comunican entre s� sobre su deber.

Tampoco Hageo merece la culpa de haber interpretado el deber como la construcci�n material del Templo. Esta no era una mera funci�n eclesi�stica. Sin el Templo, no se podr�a mantener la continuidad de la religi�n de Israel. Un estado independiente, con el curso completo de la vida c�vica, era entonces imposible. El esp�ritu �tico, el respeto mutuo y de Dios, no pod�a prevalecer sobre sus intereses materiales de otra manera que mediante la devoci�n com�n al culto del Dios de sus padres.

Al instarlos a construir el Templo con sus propios recursos sin ayuda, al abstenerse de toda esperanza de patrocinio imperial, al hacer que el negocio sea uno, no de sentimiento ni de seguridad c�moda derivada de las promesas pasadas de Dios, sino de simple y duro deber. Hageo ilustr� a la vez la cordura y la esencia espiritual de la profec�a en Israel.

El profesor Robertson Smith ha contrastado la importancia central que Hageo atribu�a al Templo con la actitud de Isa�as y Jerem�as, para quienes "la religi�n de Israel y la santidad de Jerusal�n tienen poco que ver con el edificio del Templo. La ciudad es santa porque es la sede de la soberan�a de Jehov� en la tierra, ejercida en Sus tratos con y para el estado de Jud� y el reino de David ".

Al mismo tiempo, debe se�alarse que incluso para Isa�as el Templo era la morada de Jehov�, y si hubiera estado en ruinas a sus pies, como estaba en Hageo, hay pocas dudas de que hubiera estado tan mal. serio como Hageo al instar a su reconstrucci�n. El segundo Isa�as, que tiene una idea tan elevada del destino espiritual del pueblo como cualquier otro profeta, tampoco puso menos �nfasis en la importancia fundamental del Templo para su vida y en la certeza de su gloria futura.

"En el segundo a�o del rey Dar�o, en el sexto mes y el primer d�a del mes", es decir, en la fiesta de la luna nueva, "vino la palabra de Jehov� por medio del profeta Hageo a Zorobabel, hijo de Salatiel. , S�trapa de Jud�, ya Jehoshua, hijo de Jehosadak, el sumo sacerdote "-los jefes civiles y religiosos de la comunidad- como sigue: -

As� ha hablado Jehov� de los ej�rcitos, diciendo: Este pueblo ha dicho: A�n no ha llegado el tiempo de la edificaci�n de la casa de Jehov�. Por tanto, la palabra de Jehov� ha venido por medio del profeta Hageo, diciendo: �Es tiempo de que t�-t�- �Habitar�s en casas con techo de tablas, mientras esta Casa est� desolada? Y ahora as� dice el SE�OR de los ej�rcitos: Ten en cuenta c�mo te han ido las cosas. Sembraste mucho, pero ten�as pocos ingresos, comiste y no te saciaste, bebiste y no lleno, se puso la ropa y no hab�a calor, mientras que el que ganaba los sueldos los ha metido en una bolsa con agujeros ".

"As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Sube al monte" -la regi�n monta�osa de Jud�- "y trae madera, y edifica la Casa, para que yo me deleite y muestre mi gloria, dice Jehov�. por mucho y ha resultado poco, y lo que hab�is tra�do a casa, me resopl�. �A causa de qu�? -or�culo de Jehov� de los ej�rcitos- a causa de Mi Casa que est� desolada, mientras ustedes se apresuran cada uno a seguir su propia casa.

Por tanto, el cielo ha cerrado el roc�o, y la tierra ha cerrado su crecimiento. Y llam� sequ�a sobre la tierra, sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre lo que produce la tierra, sobre los hombres, sobre las bestias, y sobre todo el trabajo. de las manos ".

Para nosotros, la apelaci�n de Hageo a las estaciones est�riles y la pobreza de la gente como prueba de la ira de Dios con su ego�smo debe plantear preguntas. Pero ya hemos visto, no solo que las calamidades naturales fueron interpretadas por el mundo antiguo como los instrumentos penales de la Deidad, sino que a lo largo de la historia han tenido una maravillosa influencia en los esp�ritus de los hombres, oblig�ndolos a escudri�ar sus propios corazones y creer que la Providencia se lleva a cabo con fines distintos a los de nuestra prosperidad f�sica.

"�No han sido los que han cre�do como cre�a Am�s los esp�ritus fuertes de nuestra raza, haciendo de los mismos desastres que los aplastaron contra la tierra la se�al de que Dios tiene grandes puntos de vista sobre ellos?" Hageo, por lo tanto, no tiene una visi�n s�rdida de la Providencia cuando interpreta las estaciones, que sus compatriotas hab�an sufrido, como la ira de Dios por su ego�smo y demora en la construcci�n de Su Casa.

La apelaci�n directa a la conciencia de los jud�os tuvo un efecto inmediato. En tres semanas comenzaron a trabajar en el templo.

Y Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jehoshua, hijo de Jehosadak, el sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, oyeron la voz de Jehov� su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como Jehov� su Dios hab�a hecho. lo envi�, y el pueblo temi� delante de Jehov�. (Y Hageo, el mensajero de Jehov�, en la misi�n de Jehov� al pueblo, habl�, diciendo: Yo estoy contigo, or�culo de Jehov�.

) Y conmovi� Jehov� el esp�ritu de Zorobabel, hijo de Salatiel, S�trapa de Jud�, y el esp�ritu de Jehoshua, hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote, y el esp�ritu de todo el resto del pueblo; y fueron y obraron en la Casa de Jehov� de los ej�rcitos, su Dios, el d�a veinticuatro del sexto mes, en el a�o segundo del rey Dar�o ".

Observe c�mo la narraci�n enfatiza que la nueva energ�a fue, como no pod�a ser sino a partir de las palabras poco halagadoras de Hageo, un resultado puramente espiritual. Fue el esp�ritu de Zorobabel, y el esp�ritu de Jehoshua, y el esp�ritu de todo el resto del pueblo, lo que fue conmovido: su conciencia y su fuerza radical de car�cter. No en vano la gente hab�a sufrido su gran desilusi�n bajo Ciro, si ahora su historia iba a comenzar de nuevo a partir de fuentes tan internas y tan puras.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Haggai 1". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://studylight.org/commentaries/spa/teb/haggai-1.html.
 
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