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Sunday, July 20th, 2025
the Week of Proper 11 / Ordinary 16
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Bible Commentaries
El Comentario del Púlpito de la Iglesia Comentario del Púlpito de la Iglesia
Declaración de derechos de autor
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Utilizado con permiso.
Estos archivos están en dominio público.
Texto cortesÃa de BibleSupport.com. Utilizado con permiso.
Información bibliográfica
Nisbet, James. "Comentario sobre Job 29". El Comentario del Púlpito de la Iglesia. https://studylight.org/commentaries/spa/cpc/job-29.html. 1876.
Nisbet, James. "Comentario sobre Job 29". El Comentario del Púlpito de la Iglesia. https://studylight.org/
Whole Bible (25)Individual Books (1)
VersÃculos 1-25
LA PROVINCIA DE SENTIRSE EN LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
'Oh, si yo fuera como en los meses pasados, como en los dÃas en que Dios me preservó'.
Job 29:2
Job estaba, en verdad, terriblemente afligido. HabÃa perdido todas sus propiedades y habÃa perdido a todos sus hijos; su esposa lo habÃa tentado a maldecir a Dios, y sus amigos, que habÃan llegado a simpatizar con él, se habÃan quedado para pronunciar su condena. Por lo tanto, naturalmente, por el momento habÃa llegado a pensar que Dios lo habÃa abandonado. Pero, por muy natural que fuera, esta opinión no era cierta. Porque Dios estaba tan realmente con él entonces como siempre lo habÃa estado, y él mismo era tan buen hombre como siempre lo habÃa sido. Es más, tenÃa tanta gracia de Dios como siempre lo habÃa favorecido, solo que mientras tanto habÃa ido en otra dirección que la emocional.
I. Primero, entonces, observe que el sentimiento sigue a la convicción inteligente y la creencia en la verdad de algo que nos concierne inmediatamente como individuos. âNo es primero el sentimiento y luego la fe; pero es primero inteligencia, luego fe, luego interés personal directo e inmediato en lo que se cree, y luego sentimiento. Pero si este es un análisis correcto, verás de un vistazo cuán equivocados están aquellos que hacen de la ausencia de sentimiento en ellos una excusa para no venir a Cristo, asà como los que están constantemente suspirando y llorando por más sentimiento de amor. a Cristo como prueba de la autenticidad de su religión. Su error no consiste simplemente en poner un valor demasiado alto al sentimiento, sino también en colocarlo en el lugar equivocado.
La emoción cristiana no debe buscarse directamente como un fin; pero vendrá a través de nuestra comprensión y creencia en aquellas declaraciones que están adaptadas y diseñadas para producirlo, cada una en su propio orden; primero la inteligencia, luego la fe, luego el sentimiento.
II. No puede haber religión, en el sentido cristiano de esa palabra, sin sentimiento. âDebe ser evidente por la verdad ya establecida que el sentimiento sigue a la fe. Porque si no hay sentimiento, no ha habido fe, y donde no hay fe no hay religión, porque 'sin fe es imposible agradar a Dios'. Lo emocional es tan verdaderamente una parte de nuestra naturaleza como lo intelectual o lo moral, y como la regeneración afecta a toda la naturaleza, debe transfigurar la parte emocional de ella tan realmente como las demás. El nuevo nacimiento no desarraiga ni corta ninguna parte de nuestra humanidad; solo le quita el pecado a todo. No erradica nuestros sentimientos, pero los cristianiza.
III. El sentimiento no es toda la religión. âLo que el EspÃritu Santo produce en nosotros mediante la fe en Jesucristo es una naturaleza completamente nueva, y esa naturaleza incluye lo intelectual, lo moral y lo volitivo, asà como lo emocional. La religión es carácter y la emoción es solo un elemento del carácter. La pregunta importante, por lo tanto, no es , ¿qué o cómo se siente un hombre? pero, ¿Qué es él? Tal como es el hombre, también lo son sus sentimientos.
El sentimiento se encuentra a medio camino entre el pensar y el actuar, transmitiendo uno al otro, por asà decirlo; pero no puede ser un sustituto de ninguno de los dos, y solo en la combinación de los tres tenemos el carácter genuino y santo que es el resultado de la regeneración.
IV. El sentimiento que no conduce a la acción, sino que termina simple y solo en sà mismo, es siempre peligroso. âEl sentimiento que no nace de la fe inteligente es el fanatismo; en cambio, lo que no conduce a la acción es el sentimentalismo, y es difÃcil decir cuál de los dos es más pernicioso. Como lo ha expresado el obispo Butler en un pasaje muy sugerente en su AnalogÃa , "De nuestra propia facultad de hábitos, las impresiones pasivas, al repetirse, se debilitan".
Si la emoción llega a ser considerada como la totalidad de la religión, y si no estimula la actividad santa, entonces poco a poco la emoción misma desaparecerá, y el corazón se endurecerá hasta la absoluta impenetrabilidad.
V. El sentimiento que conduce a la acción es precisamente por eso menos una cuestión de conciencia que de sentimiento. âSe transmuta en conducta; y asà como el vapor hace menos ruido cuando está impulsando maquinaria que cuando se expulsa, asà el sentimiento se transmuta en acción con mayor frecuencia, menos se llega a ser consciente del sentimiento que hay en la acción. Un hombre puede estar avanzando en excelencia moral por ese mismo camino que adormece su conciencia a sus emociones.
Ilustración
En este capÃtulo tenemos la descripción que hizo Job del pasado. Se introduce con un suspiro, â¡Oh! que yo era como en los meses de edad ". Esa condición se describe primero en su relación con Dios. Fueron dÃas de compañerismo en los que estuvo consciente de la vigilancia y guÃa divina. Luego, en una frase que tiene el sollozo de una gran agonÃa en el corazón, recuerda a sus hijos: âMis hijos estaban conmigo.
A continuación, se refiere a la abundancia de prosperidad y, finalmente, a la estima que le tenÃan todas las clases de hombres, incluso los más elevados. Entonces se declara que el secreto de esa estima ha sido su actitud hacia los hombres. Era amigo de todos los necesitados. Vestido de justicia y coronado de justicia, administraba los asuntos de los hombres para castigar al opresor y aliviar a los oprimidos. Luego describe su conciencia en esos dÃas. Fue el de una sensación de seguridad y de fuerza.