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Tuesday, November 5th, 2024
the Week of Proper 26 / Ordinary 31
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Bible Commentaries
Comentario Crítico y Explicativo de toda la Biblia Comentario Crítico
Declaración de derechos de autor
Estos archivos son un derivado de una edición electrónica preparada a partir de texto escaneado por Woodside Bible Fellowship. Esta edición expandida del Comentario Jameison-Faussett-Brown está en el dominio público y puede ser utilizado y distribuido libremente.
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Información bibliográfica
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Numbers 7". "Comentario Crítico y Explicativo de toda la Biblia". https://www.studylight.org/commentaries/spa/jfb/numbers-7.html. 1871-8.
Jamieson, Robert, D.D.; Fausset, A. R.; Brown, David. "Comentario sobre Numbers 7". "Comentario Crítico y Explicativo de toda la Biblia". https://www.studylight.org/
Whole Bible (26)Individual Books (2)
Versículos 1-89
LAS OFRENDAS DE LOS PRINCIPES.
1. cuando Moisés hubo acabado de levantar el tabernáculo—Hebreo, “en el día de acabar Moisés”, etc. Los que consideran que la palabra “día” señala la fecha exacta de la terminación del tabernáculo, están abjo la necesidad de considerar el sagrado relato como desunido, y esta porción de la historia desde el capítulo siete hasta el once, como fuera de su lugar ya que la cronología exige que hubiera seguido inmediatamente al capítulo cuarenta de Exodo, que dice que el tabernáculo fué levantado el primer día del primer mes del año segundo. Pero que la palabra “día” se usa en un sentido vago e indeterminado, como sinónimo de “tiempo”, es evidente por el hecho de que no un día sino siete, fueron ocupados en las transacciones a punto de relatarse. De modo que este capítulo está en su lugar propio en el orden de la historia; después que el tabernáculo y sus instrumentos, el altar y sus vasos, habían sido ungidos ( Levítico 8:10), los levitas separados para el servicio sagrado: la enumeración del pueblo, y la disposición de las tribus alrededor del tabernáculo, en cierto orden fijo, lo que era observado por los príncipes en la presentación de sus ofrendas. Esto fija el período de la imponente ceremonia descrita en este capítulo, como un mes después de la terminación del tabernáculo.
2, 3. Entonces los príncipes de Israel … trajeron sus ofrendas delante de Jehová—La terminación del sagrado edificio, bien puede imaginarse, sería saludada como ocasión propicia, difundiendo gran gozo y gratitud a través de todo el pueblo de Israel. Pero los dirigentes, no contentos con participar en la general expresión de satisfacción, se distinguieron por un movimiento, que, aunque puramente expontáneo, fué al mismo tiempo tan apropiado a las circunstancias, y tan igual en carácter, como si indicara que hubiese sido el resultado de un entendimiento previo. Fué un ofrecimiento de los medios de transporte, conveniente al estado migratorio en el desierto, para llevar el tabernáculo de un lugar para otro. En el modelo de aquella tienda sagrada exhibida en la montaña, y al cual por su carácter simbólico y típico se exigía una fiel adhesión, no se había hecho ninguna provisión para su transporte, en los frecuentes viajes de los israelitas. Como aquello no era esencial al plan del Divino Arquitecto, se dejó para ser efectuado por la generosidad voluntaria del pueblo; y sea que consideremos el carácter juicioso de las donaciones, o la manera pública en que fueron presentadas, tenemos evidencia inequívoca de los sentimientos piadosos y patrióticos de los cuales surgieron, y del gran interés que la ocasión produjo. Los oferentes fueron “los principes de Israel, las cabezas de las casas de los padres”, y la ofrenda consistió en “seis carros cubiertos, y doce bueyes; por cada dos príncipes un carro, y por cada uno un buey”.
4, 5. Jehová habló a Moisés, diciendo: Tómalo de ellos, y será para el servicio del tabernáculo de la congregación—Ellos dieron un ejemplo hermoso a todos los que son grandes en dignidad y riquezas, de ser los primeros en contribuir al sostén y en la promoción de la religión. Lo estricto de los mandamientos que Moisés había recibido, de adherirse con fidelidad escrupulosa al modelo divino del tabernáculo, probablemente le hizo dudar de si estaría en libertad de obrar en este asunto, sin recibir órdenes. Dios lo libró de dudas, declarando su aceptación de las ofrendas voluntarias, como también dándole instrucciones acerca del modo del reparto entre los levitas. Es probable que al hacerlo así, Dios meramente haya sancionado el objeto para el cual fueron ofrecidos, y que la sabiduría práctica de los oferentes hubiera determinado previamente que deberían ser repartidos “a los levitas, a cada uno conforme a su ministerio”; i. e., mayor número o menor número fueron designados a cada una de las divisiones levíticas, según parecían requerirlo sus obligaciones. Es de gran importancia notar esta sanción divina, porque establece el principio de que, mientras en los grandes asuntos del culto divino y del gobierno eclesiástico, hemos de adherirnos fielmente a la regla revelada de fe y deber, las disposiciones menores acerca de estas cosas pueden hacerse legalmente, según los medios y las conveniencias del pueblo de Dios, en los lugares distintos. “Hay mucho que se deja a la regulación humana; pertenencias de conveniencia evidente, y que sería absurdo resistir por la razón de que ningún mandato expreso se ha dado para ello, como por ejemplo protestar contra el llamar a la gente al culto divino, porque no hay un mandato en la Escritura para la erección y toque de una campana de iglesia”. (Chalmers).
6-9. Moisés recibió los carros y los bueyes—Parece que la palabra hebrea se traduce correctamente por “carros”. Vehículos de ruedas de alguna clase, seguramente son indicados. Que vehículos de ruedas eran usados antiguamente en Egitpto v Turquía, es confirmado, no sólo por la historia, sino por esculturas y pinturas existentes. Algunos de éstos habrían podido traer los israelitas en su salida; otros, los hábiles artesanos, que hicieron la obra mecánica del tabernáculo, fácilmente habrían podido construirlos, según los modelos que habían conocido. Cada carro era tirado por dos bueyes; y mayor número parece que nunca fué empleado en ninguna de las ocasiones mencionadas en las Escrituras. Parece que los bueyes eran usados para el tiro en tiempos antiguos entre otras naciones como entre los hebreos; y todavía son empleados en tirar los pocos carros que están en uso en algunas partes del Asia Occidental. (Kitto). y diólos a los levitas—El principio de la distribución era natural y juiciosa, recibiendo los meraritas dos veces la cantidad de carros y bueyes que los que tenían los gersonitas; evidentemente porque, mientras que éstos tenían a su cargo las cubiertas y colgaduras, cortinajes livianos pero preciosos y ricamente bordados, aquéllos eran nombrados para transportar todos los materiales pesados y voluminosos, como tablas, barras, pilares y conteras, en fin, todos los artículos de mueblaje más grandes. Quien piensa sólo en el peso enorme del metal, el oro, la plata y el bronce, etc., que estaba en las basas, capiteles, pilares, etc., probablemente llegará a la conclusión de que cuatro carros con ocho bueyes, estaban muy lejos de ser suficientes para llevar tan enorme carga. Además, los meraritas no eran numerosos, pues sumaban sólo 3.200 hombres de treinta años arriba; y por lo tanto hay motivo para suponer que se hallaría después que era necesario un número mucho mayor de carros, y que serían provistos, que los donados en esta ocasión. (Calmet). Otros, que se fijan en el número completo de carros y bueyes mencionados en el sagrado relato, suponen que los meraritas llevarían muchas de las cosas pequeñas en sus manos, como las conteras por ejemplo, que siendo de un talento de peso, sería carga para un hombre. ( 2 Reyes 5:23). Los coathitas no tenían asignados para sí, ni vehículos de ruedas ni bestias de carga, porque, siendo encargados del transporte del moblaje perteneciente al lugar santo, el valor sagrado y el carácter de los vasos a ellos confiados (véase cap. 4:15) exigía un modo de transporte honorable. Estos eran llevados por los levitas a la altura del hombro. Aun en este arreglo minucioso todo lector reflexivo verá la evidencia de la sabiduría y santidad divinas; y una desviación de esta prescripta regla del deber, en un caso relatado, llevo a una manifestación del santo desagrado, capaz de hacer una impresión saludable y solemne. ( 2 Samuel 6:6).
10, 11. ofrecieron los príncipes a la dedicación del altar, etc.—“Altar” aquí se usa en número singular en lugar del plural; porque es evidente por la clase de ofrendas, que se refiere a los altares de holocaustos y de incienso. Esta no es la dedicación primera y propia de aquellos altares, la cual había sido hecha por Moisés y Aarón algún tiempo antes. Pero podría considerarse una dedicación adicional, siendo aquéllas las primeras que eran hechas a favor de personas y tribus especiales. Ofrecerán su ofrenda, un príncipe un día, etc.—Los príncipes orientales antiguamente solían, como todavía hacen en Persia en ciertas fiestas anuales, sentarse en sus tronos con gran pompa, cuando príncipes y nobles, de todas partes de sus dominios, aparecían ante ellos con sus presentes tributarios, que formaban gran parte de sus rentas reales. Y en la presentación de todos los obsequios y presentes a grandes personajes, cada artículo es presentado por sí solo y con despliegue ostentoso. Siendo el tabernáculo el palacio de su gran Rey, como también el santuario de su Dios, los príncipes de Israel pueden verse, en la ocasión mencionada, presentando sus ofrendas tributarias, y de la misma manera detallada de acuerdo con las usanzas inmemoriales de Oriente. Un día fué señalado para cada uno, tanto para la imponente solemnidad y el esplendor de la ocasión, como para evitar desorden y priesa; y ha de observarse que la preferencia estaba de acuerdo no con la prioridad de nacimiento, sino el rango y dignidad así como estaban colocados en el campamento, empezándose en el este, procediendo al sur, entonces al oeste, y terminando con el norte, según el curso del sol.
12-17. El que ofreció su ofrenda el primer día fué Naasón … de la tribu de Judá, etc.—Como la precedencia había sido asignada a Judá, el príncipe o cabeza de aquella tribu fué admitido primero para ofrecer como el representante de la tribu; y su ofrenda, como también las de los demás, se cree, por lo costoso, que fué provista no por sus medios privados, sino por las contribuciones generales de cada tribu. Algunas partes de la ofrenda, como los animales para el sacrificio, eran para el servicio ritual del día, siendo mucho más numerosas las ofrendas pacíficas, pues los príncipes y algunos del pueblo, se unían con los sacerdotes después, en celebración de la ocasión, con regocijo festivo. De este modo la fiesta de dedicación más tarde vino a ser una fiesta de aniversario. Otras partes de la ofrenda eran destinadas para uso permanente, como utensilios necesarios en el servicio del santuario, así como un plato y una taza inmensos ( Éxodo 25:29), que, siendo de plata, habían de ser empleados junto al altar de los holocaustos, o en el atrio, no en el lugar santo, pues todo su moblaje era de oro macizo o enchapado; y una cuchara de oro, cuyo contenido demuestra que su destino había sido el altar del incienso. La palabra traducida “cuchara” quiere decir una taza chueca, en la forma de una mano, con la cual los sacerdotes en ocasiones ordinarias podían levantar una cantidad de incienso de la caja para tirarla sobre el fuego del altar, o en los incensarios; pero en la ceremonia de la expiación anual no se permitía ningún instrumento más que la mano del sacerdote ( Levítico 16:12).
18. El segundo día ofreció Natanael … príncipe de Issachar—Como esta tribu estaba ubicada a la mano derecha de Judá ofreció después por su representante; luego Zabulón, que estaba al lado izquierdo; y así después en sucesión ordenada, cada tribu haciendo la misma clase de ofrenda y en la misma cantidad, para mostrar, que, como cada uno estaba bajo la misma obligación, cada uno rendía el mismo tributo. Aunque cada ofrenda era igual en cantidad como en calidad, se da noticia por separado de cada una, porque un día especial fué señalado para la presentación, para que igual honor fuese conferido sobre cada uno y que ninguno apareciese descuidado ni despreciado. Y como los libros sagrados eran leídos en público, la posteridad, en cada época sucesiva, sentiría un interés más vivo en el culto nacional, debido al reconocimiento permanente de las ofrendas hechas por los ascendientes de las respectivas tribus. Pero mientras que esto lo hacian en un sentido, como súbditos que pagaban tributo a su rey, era en otro sentido puramente un acto religioso. Los vasos ofrecidos eran para el uso sacrificial, y los animales traídos eran limpios y aptos para el sacrificio, significando ambos simbólicamente, que mientras Dios había de habitar entre ellos como su Soberano, ellos eran un pueblo santo, que por esta ofrenda se dedicaba a Dios.
48. El séptimo día—Algunos se han sorprendido de que este trabajo de presentación fuera continuado en día sábado. Pero suponiéndose que el día séptimo mencionado fuera un sábado (lo que no es seguro), el trabajo era de un carácter directamente religioso, y estaba perfectamente de acuerdo con los propósitos del día sagrado.
84-88. Esta fué la dedicación del altar—El historiador inspirado aquí hace la suma de los artículos detallados en el relato anterior, y el total es como sigue: 121 fuentes de plata, pesando cada uno 130 siclos=1560 siclos; 12 tazones de plata, de 70 siclos=840 siclos. El valor total de estos utensilios sería como 383 libras esterlinas. Lucas 12 cucharas de oro, valdrían como 320 libras, lo que sumado al valor de la plata, sería 703 libras. Además estas ofrendas incluían 12 bueyes, 12 carneros, 12 corderos, 24 cabras, 60 carneros, 60 machos de cabrío, 60 corderos—por todo 240 animales. Tan grande colección de ganado ofrecida para el sacrificio en una sola ocasión, da prueba de los numerosos rebaños de los israelitas y de la abundancia de pasto que había entonces, y que todavía hay, en los valles, entre las montañas de Sinaí. Todos los viajeros atestiguan el abundante verdor de aquellos wadys extensos, y que eran igualmente ricos o más ricos antiguamente que ahora, se confirma por los numerosos rebaños de los amalecitas, como también por los de Nabal, que se alimentaban en el desierto de Parán ( 1 Samuel 15:9).
89. Y cuando entraba Moisés en el tabernáculo del testimonio para hablar con él—Como el rey da audiencia privada a su ministro, así licencia especial era concedida a Moisés, quien, aunque no era sacerdote, era admitido al santuario para recibir instrucciones de su Rey celestial, según exigían las circunstancias. oía la voz que le hablaba—Aunque estaba del lado de fuera del velo, la podía oir distintamente, y la mención de esta circunstancia es importante como el cumplimiento, en ocasión de la dedicación del tabernáculo, de una promesa especial hecha por el Señor Cristo mismo, el ángel del Pacto, al ordenar la construcción del mismo ( Éxodo 25:22). Fué la recompensa del celo y la obediencia de Moisés; y, de manera igual, a todos los que le aman y guardan sus mandamientos, él se manifestará ( Juan 14:21).