the Fourth Week of Advent
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La Biblia de las Americas
Jueces 16
Sansón y Dalila
1 Y Sansón fue a Gaza(a), y allí vio a una ramera y se llegó a ella. 2 Entonces fue dicho[a] a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y ellos cercaron el lugar y se apostaron a la puerta de la ciudad toda la noche, acechándolo(b). Y estuvieron callados toda la noche, diciendo: Esperemos hasta que amanezca[b], entonces lo mataremos. 3 Pero Sansón permaneció acostado hasta la medianoche, y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con los dos postes, las arrancó junto con las trancas; entonces se las echó sobre los hombros y las llevó hasta la cumbre del monte que está frente a Hebrón.
4 Después de esto sucedió que se enamoró de una mujer del[c] valle de Sorec, que se llamaba Dalila. 5 Y los príncipes de los filisteos(c) fueron a ella y le dijeron: Persuádelo(d), y ve dónde está su gran fuerza, y cómo[d] podríamos dominarlo para atarlo y castigarlo[e]. Entonces cada uno de nosotros te dará mil cien piezas de plata. 6 Dijo, pues, Dalila a Sansón: Te ruego que me declares dónde está tu gran fuerza y cómo[f] se te puede atar para castigarte[g]. 7 Y Sansón le dijo: Si me atan con siete cuerdas frescas que no se hayan secado, me debilitaré y seré como cualquier otro hombre. 8 Los príncipes de los filisteos le llevaron siete cuerdas frescas que no se habían secado, y Dalila lo ató con ellas. 9 Y tenía ella hombres al acecho en un aposento interior. Entonces le dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima[h]! Pero él rompió las cuerdas como se rompe un hilo de estopa cuando toca[i] el fuego. Y no se descubrió el secreto de su fuerza.
10 Entonces Dalila dijo a Sansón: Mira, me has engañado y me has dicho mentiras; ahora pues, te ruego que me declares cómo[j] se te puede atar. 11 Y él le respondió: Si me atan fuertemente con sogas nuevas que no se hayan usado[k], me debilitaré y seré como cualquier otro hombre. 12 Dalila tomó sogas nuevas, lo ató con ellas, y le dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima[l]! Pues los hombres estaban al acecho en el aposento interior. Pero él rompió las sogas[m] de sus brazos como un hilo.
13 Entonces Dalila dijo a Sansón: Hasta ahora me has engañado y me has dicho mentiras; declárame, ¿cómo[n] se te puede atar? Y él le dijo: Si tejes siete trenzas de mi cabellera[o] con la tela [p]y la aseguras con una clavija, entonces me debilitaré y seré como cualquier otro hombre. 14 Y mientras él dormía Dalila tomó las siete trenzas de su cabellera[q] y las tejió con la tela, y la aseguró con la clavija, y le dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima[r]! Pero él despertó de su sueño y arrancó la clavija del telar y la tela.
15 Entonces ella le dijo: ¿Cómo puedes decir: "Te quiero", cuando tu corazón no está conmigo(e)? Me has engañado estas tres veces y no me has declarado dónde reside tu gran fuerza. 16 Y[s] como ella le presionaba diariamente con sus palabras y le apremiaba, su alma se angustió hasta[t] la muerte. 17 El le reveló[u], pues, todo lo que había en su corazón, diciéndole: Nunca ha pasado navaja sobre mi cabeza, pues he sido nazareo para Dios desde el vientre de mi madre(f). Si me cortan el cabello[v], mi fuerza me dejará y me debilitaré y seré como cualquier otro hombre.
18 Viendo Dalila que él le había declarado todo lo que había en su corazón, mandó llamar a los príncipes de los filisteos, diciendo: Venid una vez más, porque él me ha declarado todo lo que hay en su corazón. Entonces los príncipes de los filisteos vinieron a ella y trajeron el dinero en sus manos. 19 Y ella lo hizo dormir sobre sus rodillas, y mandó llamar a un hombre que le rasuró las siete trenzas de su cabellera[w]. Luego ella comenzó a afligirlo y su fuerza lo dejó. 20 Ella entonces dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima[x]! Y él despertó de su sueño, y dijo: Saldré como las otras veces y escaparé[y]. Pero no sabía que el Señor se había apartado de él(g). 21 Los filisteos lo prendieron y le sacaron los ojos; y llevándolo a Gaza, lo ataron con cadenas de bronce y lo pusieron a girar el molino[z] en la prisión. 22 Pero el cabello de su cabeza comenzó a crecer de nuevo después de rasurado.
23 Y los príncipes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón(h), y para regocijarse, pues decían:
Nuestro dios ha entregado a nuestro enemigo Sansón en nuestras manos.
24 Y cuando la gente lo vio, alabaron a su dios(i), pues decían:
Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a nuestro enemigo(j),
al que asolaba nuestra tierra,
y multiplicaba nuestros muertos.
25 Y sucedió que cuando estaban alegres[aa], dijeron: Llamad a Sansón para que nos divierta. Llamaron, pues, a Sansón de la cárcel, y él los divertía[ab]. Y lo pusieron de pie entre las columnas. 26 Entonces Sansón dijo al muchacho que lo tenía de la mano: Déjame palpar las columnas sobre las que el edificio[ac] descansa, para apoyarme en ellas. 27 Y el edificio estaba lleno de hombres y mujeres, y todos los príncipes de los filisteos estaban allí. Y sobre la azotea había como tres mil hombres y mujeres mirando mientras Sansón los divertía.
28 Sansón invocó al Señor(k) y dijo: Señor Dios[ad], te ruego que te acuerdes de mí, y te suplico que me des fuerzas sólo esta vez, oh Dios, para vengarme ahora de los filisteos por mis dos ojos(l). 29 Y Sansón asió las dos columnas del medio sobre las que el edificio descansaba y se apoyó contra ellas, con su mano derecha sobre una y con su mano izquierda sobre la otra. 30 Y dijo Sansón: ¡Muera yo con los filisteos! Y se inclinó con todas sus fuerzas y el edificio se derrumbó sobre los príncipes y sobre todo el pueblo que estaba en él. Así que los[ae] que mató al morir fueron más que los que había matado durante su vida. 31 Entonces descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y tomándolo, lo llevaron y lo sepultaron entre Zora y Estaol en la tumba de Manoa, su padre. El había juzgado a Israel veinte años(m).