El Señor Jesús renueva su aparición a sus discÃpulos en el mar de TiberÃades. Alimenta a sus discÃpulos: le da una carga particular a Pedro. Juan termina su Evangelio.
Juan 6:1 ; Lucas 5:1 . Algunos han pensado, y probablemente podrÃa ser asÃ, que además del suministro que esas misericordias dieron a sus necesidades presentes, estas cosas tenÃan respeto al futuro ministerio de los Apóstoles. Y como esos pescadores no habÃan pescado nada antes de encontrarse con Jesús, todas las labores en la palabra y la doctrina son inútiles sin Ãl.
Juan 15:5 . Y asà como por orden de Cristo su captura fue tan abundante, asà es con todos los ministros fieles de la salvación, cuando, bajo la dirección de Jesús y la presencia de Jesús, arrojaron la red del Evangelio en el lado derecho.
Hay algo muy dulce y lleno de gracia en la invitación del Señor a venir a cenar. Aunque lo conocÃan, y aunque Jesús les habÃa mostrado lo suficiente con tal atención hacia ellos, que no habÃa alteración en su amor hacia ellos, sin embargo, dado que el Señor habÃa salido ahora del mundo invisible, habÃa, sin duda, un cierto algo en su aspecto, que indujo una santa solemnidad en los Apóstoles.
Debe haber sido una entrevista solemne, aunque muy graciosa. La presencia del Señor no puede dejar de llenar la mente de asombro. Un hijo de Dios tendrá el sentido más vivo de su propia criatura e indignidad, en esas temporadas en las que Jesús está dando la mayor parte de su amor.
En tercer lugar, por los dos discÃpulos, en su camino a Emaús. Lucas 24:13 , etc. En cuarto lugar, a los Once, mientras estaban sentados a la mesa. Lucas 24:36 , etc. Y quinto, el mismo dÃa de la semana siguiente, cuando el Señor le habló particularmente a Tomás. Juan 20:26 .
Parece, por tanto, en mi opinión, uno más de esos innumerables casos que tenemos registrados, de la ternura de Jesús hacia su pueblo, que en aquellas circunstancias en las que han mostrado mayor debilidad, su gracia puede manifestarse más, al capacitar ellos para mostrar mayor amor!
En este lugar no necesito extenderme sobre el tema del encargo de Jesús a Pedro. Cristo mismo es el gran Pastor y Pastor de su rebaño. Y es su provincia alimentarlos. Porque Ãl es la vida y el sustento de todo su rebaño; siendo el pan de vida y el agua de vida; y su carne es verdadera comida, y su sangre es verdadera bebida. Pero el Señor condesciende a nombrar pastores para alimentar a su pueblo con entendimiento y conocimiento.
Y se supone que, como en este encargo a Pedro, respeten las diferentes edades de su rebaño; para conducir las ovejas del redil, y para observar el estado tierno de los corderos. Pero un gran carácter que Jesús señala, en sus demandas de Pedro, como la primera cualidad de un pastor, es el amor de Jesús. Por cualquier habilidad de conocimiento mental que posean, el todo no es nada sin este amor del corazón.
1 Juan 5:20 . Y mientras bendecimos a Dios por esta preciosa porción de su santa palabra, que puede hacernos sabios para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús; Podemos decir verdaderamente con Juan, que el mundo, sÃ, toda la creación de Dios, no es lo suficientemente grande en su seno para contener todo lo que podrÃa decirse, si todo se dijera de Jesús, ya que sus riquezas y sabidurÃa son inescrutables, y de Sà mismo, como lo ha expresado el Sagrado Escritor, su grandeza no tiene fin. Salmo 145:3 .
¡SÃ, Señor! cuánto estás cuidando de todas sus preocupaciones y proveyendo, tanto para su sustento corporal como espiritual, cuando ellos no pueden proveer para ninguno. ¡Oh! por la gracia mostrada a Pedro, para consolar a todos los miembros ejercitados del cuerpo mÃstico de Cristo. ¡Oh! por la fe y el amor, para poder apelar, como Pedro a Jesús, diciendo: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo.
¡Despedida! ¡Por el momento, amado apóstol Juan! Esperamos encontrarnos con tus registros adicionales de tu querido Señor, y nuestro querido Señor, cuando lleguemos a esos preciosos escritos tuyos, bajo la inspiración de Dios el EspÃritu Santo, que están en el mismo volumen sagrado. Pero aquà te damos gracias por tu labor en este Evangelio y por todas las preciosas relaciones que has dado de Cristo nuestro Señor. Y bendito, bendito por siempre el que te llamó a este servicio, en su Iglesia.
Información bibliográfica Hawker, Robert, D.D. "Comentario sobre John 21". "Comentario del Pobre Hombre de Hawker". https://studylight.org/commentaries/spa/pmc/john-21.html. 1828.
VersÃculo 1
CONTENIDO
El Señor Jesús renueva su aparición a sus discÃpulos en el mar de TiberÃades. Alimenta a sus discÃpulos: le da una carga particular a Pedro. Juan termina su Evangelio.
( Juan 21:1 ) Después de estas cosas, Jesús se mostró de nuevo a los discÃpulos en el mar de TiberÃades; y asà se mostró él mismo.
Al final del CapÃtulo anterior, parecÃa como si el Evangelista hubiera terminado entonces su Evangelio, teniendo los últimos versÃculos toda la apariencia de una conclusión. Pero es nuestra misericordia que Dios el EspÃritu Santo haya dirigido la mente del amado Apóstol para que continúe y agregue este dulce CapÃtulo, porque en verdad es dulce. No se dice qué intervalo hubo entre las manifestaciones anteriores que hizo el Señor Jesús de sà mismo, y esto se registra aquÃ; pero en un versÃculo posterior se nos dice que esta era la tercera vez que el Señor habÃa sido tan misericordioso. Ver Juan 21:14 .
VersÃculo 2
Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, llamado DÃdimo, y Natanael, de Caná, de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discÃpulos.
Si el lector cuenta el número aquà que se dice que está junto, encontrará que es siete. Sin duda, todos a la espera de las renovadas visitas del Señor Jesús. Y como aquellos de los que se habla aquÃ, estaban ahora en las fronteras del mar de Galilea, que es el mar de TiberÃades, ver Juan 6:1 , es evidente que vinieron aquà desde Jerusalén en obediencia a los mandamientos de Cristo, y como el Señor habÃa prometido verlo. Mateo 28:16 ; Mateo 28:16 .
VersÃculos 3-4
Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Le dijeron: Nosotros también vamos contigo. Salieron y entraron en un barco inmediatamente; y esa noche no pescaron nada. (4) Pero cuando llegó la mañana, Jesús
estaba en la orilla, pero los discÃpulos no sabÃan que era Jesús.
Hay algo muy interesante en este relato. Y la representación sencilla y sin arte de la historia es mucho más hermosa que si el relato hubiera estado disfrazado con toda la pompa del lenguaje. La falta de éxito en esos pescadores, y el Señor Jesús de pie en la orilla temprano en la mañana, formó una ocasión bendita para la manifestación de su persona y gracia, que iban a seguir. Cuando el Señor está a punto de revelarse a su pueblo, ¡con qué gracia prepara a veces el camino para una mayor demostración de su amor!
VersÃculos 5-8
Entonces Jesús les dijo: Niños, ¿tenéis algo de comer? Ellos le respondieron: No. (6) Y él les dijo: Echen la red a la derecha del barco, y hallarán. Lanzaron, por tanto, y ahora no podÃan sacarlo para la multitud de peces. (7) Por tanto, aquel discÃpulo a quien amaba Jesús, dijo a Pedro: Es el Señor. Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, le ciñó la túnica de pescador (porque estaba desnudo) y se arrojó al mar. (8) Y los otros discÃpulos vinieron en una barca (porque no estaban lejos de tierra, sino como doscientos codos), arrastrando la red con los peces.
Es bastante sorprendente, que cuando Jesús los llamó con un nombre tan tierno, y que eran las mismas palabras, hijitos, como habÃa usado antes, (ver Juan 13:33 ), no hubieran descubierto de inmediato quién era. . Pero esto estaba reservado para el milagro que añadió y que produjo el efecto. Ruego al lector que note, de todos estos tiernos incidentes del Señor Jesús, cuán cerca de su corazón está su pueblo.
Dice tanto ahora como entonces: Hijos, ¿tenéis carne? Lanza sobre el lado derecho, y encontrarás. Si estamos atrasados ââpara buscar nuestro sustento espiritual de él, Jesús será hallado entre los que no lo buscan. Y cuántas veces Jesús se da a conocer por sus actos de gracia, como aquà a Juan, cuando las revelaciones externas no siempre lo logran. ¿No es conocido el Señor por su providencia y por su gracia, en los innumerables casos en los que menos lo esperábamos?
VersÃculos 9-14
Tan pronto como llegaron a tierra, vieron allà un fuego de brasas, y pescado sobre él y pan. (10) Jesús les dijo: Traed del pescado que habéis pescado. (11) Simón Pedro subió y sacó la red a tierra llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres. Y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. (12) Jesús les dijo: Venid, comed. Y ninguno de sus discÃpulos se atrevió a preguntarle: ¿Quién eres tú? sabiendo que era el Señor. (13) Entonces Jesús viene, y toma pan y les da, y también los peces. (14) Esta es la tercera vez que Jesús se mostró a sus discÃpulos, después de que resucitó de entre los muertos.
La primera manifestación que hizo el Señor de sà mismo, en prueba de quién era, la mostró al llamarlos por el tierno nombre con el que les habÃa hablado recientemente, y después de esto, hizo que encerraran una multitud de peces. Y ahora, tan pronto como pisan la orilla, se encuentran con la provisión inmediata hecha para ellos de la misma manera milagrosa. Ambos casos no podÃan dejar de recordarles cómo Jesús, cerca del mismo lugar, habÃa alimentado a la multitud en el desierto y les habÃa dado éxito también en el agua.
Juan 6:1 ; Lucas 5:1 . Algunos han pensado, y probablemente podrÃa ser asÃ, que además del suministro que esas misericordias dieron a sus necesidades presentes, estas cosas tenÃan respeto al futuro ministerio de los Apóstoles. Y como esos pescadores no habÃan pescado nada antes de encontrarse con Jesús, todas las labores en la palabra y la doctrina son inútiles sin Ãl.
Juan 15:5 . Y asà como por orden de Cristo su captura fue tan abundante, asà es con todos los ministros fieles de la salvación, cuando, bajo la dirección de Jesús y la presencia de Jesús, arrojaron la red del Evangelio en el lado derecho.
Hay algo muy dulce y lleno de gracia en la invitación del Señor a venir a cenar. Aunque lo conocÃan, y aunque Jesús les habÃa mostrado lo suficiente con tal atención hacia ellos, que no habÃa alteración en su amor hacia ellos, sin embargo, dado que el Señor habÃa salido ahora del mundo invisible, habÃa, sin duda, un cierto algo en su aspecto, que indujo una santa solemnidad en los Apóstoles.
Debe haber sido una entrevista solemne, aunque muy graciosa. La presencia del Señor no puede dejar de llenar la mente de asombro. Un hijo de Dios tendrá el sentido más vivo de su propia criatura e indignidad, en esas temporadas en las que Jesús está dando la mayor parte de su amor.
¿Y no hubo algo sacramental en esta comida? Jesús tomó pan, se dice, y también les dio. ¡Precioso Señor! ¿Cómo cada vista de tus tiernas palabras y acciones ministra el cariño de tu Persona y Carácter?
El evangelista dice que esta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discÃpulos después de su resurrección. Pero se referÃa a la tercera vez de manera pública a los discÃpulos en cuerpo. Porque el Señor se habÃa mostrado cinco veces antes de esto. Primero, a MarÃa Magdalena. Marco 16:9 . En segundo lugar, a las otras Mujeres que fueron temprano al Sepulcro, quienes a la orden del Ãngel, mientras corrÃan a anunciar a los discÃpulos la resurrección de Cristo, fueron recibidas por Jesús, diciendo: ¡Salve! Mateo 28:9 .
En tercer lugar, por los dos discÃpulos, en su camino a Emaús. Lucas 24:13 , etc. En cuarto lugar, a los Once, mientras estaban sentados a la mesa. Lucas 24:36 , etc. Y quinto, el mismo dÃa de la semana siguiente, cuando el Señor le habló particularmente a Tomás. Juan 20:26 .
Pero el evangelista, por tercera vez, significó la tercera visita a los discÃpulos como un cuerpo. Pero Pablo parece intimar, como si Pedro hubiera sido bendecido con una visita y manifestación de Jesús solo, además de las que el Señor le habÃa concedido en común, con los otros Apóstoles. Porque Pablo, al hablar de la resurrección de Cristo, dice que fue visto de Cefas, luego de los doce. Y ruego al lector que observe, con qué aire de triunfo agrega el Apóstol, después de que se le vio a más de quinientos hermanos a la vez; de los cuales (dice Pablo) la mayor parte permanece hasta el presente.
Por mucho que decir, si alguno de ustedes duda del hecho mismo de la resurrección de Jesús, pueden preguntar por ustedes mismos; porque están vivos y te informarán. Porque esto (como dijo Pablo en otra ocasión), no se hizo en un rincón. Hechos 26:26; 1 Corintios 15:3 . Véase también el comentario sobre ese capÃtulo. Y busque un testimonio de la resurrección de Cristo, por la enseñanza del EspÃritu Santo. Hechos 25:19 .
VersÃculos 15-25
Cuando terminaron de cenar, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? le dijo: SÃ, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Apacienta mis corderos. (16) Le volvió a decir la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? le dijo: SÃ, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Apacienta mis ovejas. (17) Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció porque le dijo por tercera vez: ¿Me amas? Y él le dijo: Señor, tú sabes todas las cosas; sabes que te amo.
Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. (18) De cierto, de cierto te digo: Cuando eras joven, te ceñÃas y caminabas adonde querÃas; pero cuando seas viejo, extenderás tus manos, y otro te ceñirá, y te llevará adonde no quieras. (19) Esto dijo, dando a entender con qué muerte debÃa glorificar a Dios. Y habiendo dicho esto, le dijo: SÃgueme.
(20) Entonces Pedro, volviéndose, vio que lo seguÃa el discÃpulo a quien Jesús amaba, el cual también se reclinó sobre su pecho durante la cena, y dijo: Señor, ¿cuál es el que te entrega? (21) Al verlo Pedro, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué hará este? (22) Jesús le dijo: Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? SÃgueme tú. (23) Entonces se difundió entre los hermanos esta palabra, que el discÃpulo no morirÃa; pero Jesús no le dijo: No morirá; pero si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? (24) Este es el discÃpulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
(25) Y hay también muchas otras cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran todas, supongo que ni siquiera el mundo mismo podrÃa contener los libros que deberÃan escribirse. Amén.
Qué hermoso e interesante discurso tuvo lugar inmediatamente, tan pronto como el Señor y sus discÃpulos terminaron su comida en esta santa mesa. ¡Oh! que el pueblo del Señor lo recordaba con frecuencia. Cuán verdaderamente bienaventurado serÃa si las mesas de los fieles del Señor estuvieran cerradas asÃ: y cuando las imperiosas demandas del cuerpo hubieran sido satisfechas; no se permitió que el alma se debilitara.
Deuteronomio 6:25 ; MalaquÃas 3:16
Ruego al lector que no pase por alto, en esta muy interesante conversación del Señor Jesús con Pedro, la principal prueba que Jesús le puso en prueba de su sinceridad fue el amor. El Señor no lo dice; ¿Me has honrado u obedecido, o qué pruebas puedes traer de tus deberes hacia mÃ? pero simplemente, ¿me amas? Y aunque el Señor repitió la pregunta tres veces, que el corazón consciente de Pedro, en su triple negación, interpretó que habÃa sido la causa; sin embargo, no lo dice, ni tampoco lo insinúa en absoluto el Señor Jesús, como si esta fuera la causa por la cual el Señor le preguntó tres veces.
De hecho, más bien creo, por el amor y la gracia bien conocidos y demostrados de Jesús hacia su pueblo, que el Señor más bien pretendÃa darle a Pedro la oportunidad de repetir tres veces las seguridades de su amor, de eliminar la impresión de su negación tres veces. El Señor sabÃa por qué habÃa caÃdo Pedro. Y el Señor sabÃa que toda su Iglesia debÃa haber caÃdo por la misma causa, ¿no se mantenÃa y preservaba su gracia todopoderosa?
Parece, por tanto, en mi opinión, uno más de esos innumerables casos que tenemos registrados, de la ternura de Jesús hacia su pueblo, que en aquellas circunstancias en las que han mostrado mayor debilidad, su gracia puede manifestarse más, al capacitar ellos para mostrar mayor amor!
Es algo muy bendecido también en el hecho de que el Señor le haya dado al Apóstol tal firmeza de fe; no sólo para afirmar su amor, sino para apelar a Ãl, quien, como Dios, podÃa leer su corazón y sabÃa que ese amor estaba allÃ. Aunque Pedro se entristeció, como se dice, por la tercera demanda de Jesús, ¿me amas? sin embargo, me atrevo a pensar que no fue más que el dolor del momento. SÃ, me inclino a creer que el Apóstol luego se regocijó por ello; cuando de ser llevado a la mente de Jesús, descubrió la gracia y la intención del Señor en ella.
Ãsta era la tercera, si no la cuarta vez, que Pedro habÃa visto a su Señor, después de que resucitó de entre los muertos; y ni una palabra (hasta donde sabemos del Evangelio), habÃa pasado entre el Señor y su siervo, en el dÃa siguiente. sujeto de la negación de Pedro. Sin duda, el Apóstol anhelaba una entrevista para contarle a Jesús su vergüenza y recibir su perdón de boca de Jesús. Y qué, pues, podrÃa ser más satisfactorio para Pedro, que asà Jesús le preguntara acerca de su amor; y en prueba de que el Señor conocÃa el alcance de ese amor, le habÃa encomendado el cuidado de sus Corderos y sus Ovejas.
En este lugar no necesito extenderme sobre el tema del encargo de Jesús a Pedro. Cristo mismo es el gran Pastor y Pastor de su rebaño. Y es su provincia alimentarlos. Porque Ãl es la vida y el sustento de todo su rebaño; siendo el pan de vida y el agua de vida; y su carne es verdadera comida, y su sangre es verdadera bebida. Pero el Señor condesciende a nombrar pastores para alimentar a su pueblo con entendimiento y conocimiento.
Y se supone que, como en este encargo a Pedro, respeten las diferentes edades de su rebaño; para conducir las ovejas del redil, y para observar el estado tierno de los corderos. Pero un gran carácter que Jesús señala, en sus demandas de Pedro, como la primera cualidad de un pastor, es el amor de Jesús. Por cualquier habilidad de conocimiento mental que posean, el todo no es nada sin este amor del corazón.
En lo que sigue a la predicción del Señor a Pedro con qué muerte glorificarÃa a Dios, y la curiosidad del Apóstol por saber qué iba a ser de Juan; era innecesario morar. Es más interesante considerar el testimonio de Juan sobre la verdad del Evangelio, que lleva su nombre. Y aunque él sabÃa que su testimonio era verdadero, y la Iglesia entonces en existencia, sabÃa lo mismo; Será una bendición tanto para el escritor como para el lector del comentario de este pobre, si del testimonio de Dios el EspÃritu Santo en cada uno de nuestros corazones, podemos dar un testimonio similar.
1 Juan 5:20 . Y mientras bendecimos a Dios por esta preciosa porción de su santa palabra, que puede hacernos sabios para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús; Podemos decir verdaderamente con Juan, que el mundo, sÃ, toda la creación de Dios, no es lo suficientemente grande en su seno para contener todo lo que podrÃa decirse, si todo se dijera de Jesús, ya que sus riquezas y sabidurÃa son inescrutables, y de Sà mismo, como lo ha expresado el Sagrado Escritor, su grandeza no tiene fin. Salmo 145:3 .
VersÃculo 25
REFLEXIONES
¡Bendito Señor Jesús! ¡Qué alabanza, qué agradecimiento, qué amor te debe tu Iglesia, querido Señor, por las muchas manifestaciones repetidas que tan amablemente mostraste a tus pobres discÃpulos despreciados, después de tu resurrección de entre los muertos! Milagros sobre milagros: y gracia sobre gracia. ¡Oh! Dejad que enseñe a mi pobre alma, ya las almas de todos tus redimidos, de los testimonios sorprendentes que aquà se registran, cuán cercano está Jesús a su pueblo, cuando ellos no lo saben.
¡SÃ, Señor! cuánto estás cuidando de todas sus preocupaciones y proveyendo, tanto para su sustento corporal como espiritual, cuando ellos no pueden proveer para ninguno. ¡Oh! por la gracia mostrada a Pedro, para consolar a todos los miembros ejercitados del cuerpo mÃstico de Cristo. ¡Oh! por la fe y el amor, para poder apelar, como Pedro a Jesús, diciendo: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo.
Alabado sea el Padre, el Hijo y el EspÃritu por todas las revelaciones que Jehová ha hecho bondadosamente a la Iglesia del amado Hijo de Dios. ¡Señor! concédenos que todos tus redimidos bajo la enseñanza del EspÃritu Santo, con el discÃpulo que testificó de estas cosas y escribió estas cosas, puedan agregar, de su propia seguridad, y decir, como la Iglesia entonces lo hizo; sabemos que su testimonio es verdadero.
¡Despedida! ¡Por el momento, amado apóstol Juan! Esperamos encontrarnos con tus registros adicionales de tu querido Señor, y nuestro querido Señor, cuando lleguemos a esos preciosos escritos tuyos, bajo la inspiración de Dios el EspÃritu Santo, que están en el mismo volumen sagrado. Pero aquà te damos gracias por tu labor en este Evangelio y por todas las preciosas relaciones que has dado de Cristo nuestro Señor. Y bendito, bendito por siempre el que te llamó a este servicio, en su Iglesia.
En breve será llamada a verle toda la Iglesia de Dios, en cuyo seno yacÃa el amado Apóstol, que escribió estas cosas de su divino Señor. Y luego, todos los redimidos con Juan rodearán el trono y harán sonar sus alabanzas unidas, en un himno completo de acción de gracias, a Dios y al Cordero, para siempre. Amén.