El Apóstol sigue procesando el mismo Asunto, como en el primero, sobre la Iglesia para seguir a Dios, bajo el Carácter de Hijos queridos. Concluye su tema, en la más hermosa Representación de Cristo, como Cabeza y Esposo de Su Cuerpo, la Iglesia.
Admiro la manera muy dulce e interesante con que el EspÃritu Santo, por su siervo el Apóstol, abre este CapÃtulo. Cuán afectuosamente está llamada la Iglesia a seguir a Dios; y el camino en que le seguirán. No solo como niños, sino como hijos queridos. La expresión es similar a la que usó nuestro Señor en los dÃas de su carne, y en la misma ocasión, cuando recomendaba a sus discÃpulos que vinieran a Dios, como su Padre: ¿No vengará Dios a sus escogidos? No simplemente sus elegidos, sino sus propios elegidos. Ver Lucas 18:1 . y comentario.
Si no hubiera apreciado mucho a sus hijos, ¿se los habrÃa dado a Jesús y, por lo tanto, habrÃa manifestado tal testimonio de su amor? En segundo lugar. Ãl ordenó a Cristo, como Cristo, que los amara. No es que Cristo necesitara otros motivos, más que su propio amor personal a la Iglesia, para amar a la Iglesia cuando se entregó a sà mismo por su redención. Pero Dios el Padre, al ordenarle a su amado Hijo que ame a su hermano, LevÃtico 25:25 , claramente testificó su amor por la Iglesia.
Están en Cristo; sÃ, uno con Cristo. En Ãl se encuentra su santidad, su justicia. 1 Pedro 1:14 ; IsaÃas 45:24 . Y de ahà su confianza, su gozo, su paz, la seguridad de la porción presente y eterna. ¡Lector! ¡He aquà la bienaventuranza de ser seguidores de Dios como hijos amados!
Si consideramos las palabras, como dirigidas a los que no han despertado, antes de que haya tenido lugar el acto de regeneración; son la dulce voz de Dios el EspÃritu, al llamar al pecador, muerto en delitos y pecados. Porque espero que no sea necesario decirle al lector que el hijo de Dios, aunque dado por el Padre al Hijo antes de todos los mundos, y en virtud de ese don conservado en Jesucristo, antes de ser llamado; sin embargo, hasta que Dios el EspÃritu, por su poder soberano, haya llamado de las tinieblas a la luz; está tanto en la naturaleza de Adán, muerto en delitos y pecados, como toda la raza caÃda.
Se siente obligado a levantar la mirada hacia el Dios de su salvación, y con el asombro del Apóstol exclama: ¡Señor! ¡Cómo es que te has manifestado a mà y no al mundo! Juan 14:22
Si consideramos las palabras del EspÃritu Santo como dirigidas a los regenerados, que en el pasado fueron llamados a salir de las tinieblas, pero ahora han caÃdo en un marco de sueño; la promesa es igualmente la misma, porque es sólo Cristo quien puede iluminar. Tenemos un ejemplo sorprendente de este tipo, en el caso de la Iglesia, como se registra en Cantares de los Cantares 5:2 .
Es, lo confieso, angustioso, sÃ, muy angustioso, aprender asà lo pobres criaturas que somos. Sin embargo, si nada menos que tales humillaciones sirva para convencer a nuestros orgullosos corazones, que es solo en Cristo que nuestra fuerza y ââjusticia se encuentran; la pobreza espiritual y la delgadez son cosas benditas que, en última instancia, tienden a hacer querer a Cristo.
No debo descartar el punto de vista de esta dulce escritura, antes de eso he agregado una palabra más, para el consuelo del pueblo del Señor, bajo tales marcos muertos y sin vida, que traen flaqueza en el alma. Dolorosos y vergonzosos, como son, pero que cada niño Dios, que ha conocido y experimentado la regeneración del alma, aprenda a hacer una estimación correcta entre los somnolientos cuerpos moribundos de un creyente y el estado muerto de los no regenerados. pecador, muerto en delitos y pecados! Hay una inmensa diferencia; y el tema debe ser diferente.
Creo que es importante señalar lo que dice el Apóstol acerca de los Salmos, los Himnos y los Cantares espirituales, que evidentemente se refiere a todos los que están en la palabra de Dios. No se debe suponer que el EspÃritu Santo prohÃbe el uso de todos los demás. Pero debe suponerse que el Señor el EspÃritu traza una fuerte lÃnea de distinción entre los Salmos e Himnos y los Cantos espirituales de los escritos inspirados de las Sagradas Escrituras; y las canciones o himnos sin inspiración de los hombres más piadosos.
Podemos hablarnos a nosotros mismos y los unos a los otros con palabras que tienden a la edificación piadosa. Pero, cuando hablamos con el Señor, no podemos tener mucho cuidado de usar las propias palabras del Señor. Oseas 14:2 . Por los Salmos, se entienden aquellos que van bajo el nombre general de los Salmos de David, aunque algunos de ellos fueron escritos por otras personas.
(28) Asà deben los hombres amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, se ama a sà mismo. (29) Porque nadie ha aborrecido jamás a su propia carne; sino que la nutre y la cuida, como el Señor la iglesia: (30) Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. (31) Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
(32) Este es un gran misterio, pero hablo de Cristo y de la iglesia. (33) Sin embargo, que cada uno de ustedes en particular ame a su esposa como a sà mismo; y la esposa cuide que reverencia a su marido.
Incluyo todo lo que aquà se dice en una sola vista, porque conduce a un solo y mismo tema: y al más dulce de todos los temas que forma; es decir, el matrimonio de Cristo con su Iglesia. No podemos estar lo suficientemente agradecidos con Dios el EspÃritu Santo por ello, ya que explica tan completamente el tema consolador del alma y arroja una luz tan hermosa sobre muchas partes de las Escrituras que se refieren al mismo.
Pablo bien podrÃa llamar a esto un misterio, sÃ, un gran misterio, porque todas sus sombras se reducen a nada, en comparación con la sustancia. Y, de hecho, todos los afectos y relaciones de la vida, entre hombre y hombre, son menos que nada, cuando miramos nuestra relación en Cristo. Quisiera pedirle al lector la indulgencia un poco más, que considere uno o dos puntos más, de este gran misterio, y busque la enseñanza del Señor, para que podamos tener una comprensión correcta sobre un tema tan verdaderamente hermoso e interesante.
Porque no podrÃa haber cabeza sin cuerpo, ni esposo sin esposa. Porque, en el supuesto de que Cristo, como Cristo, es decir, Dios y hombre en una Persona, pudiera haber sido antes que todos los demás; pero no en sus personajes relativos. Ãl no pudo haber sido el Padre eterno, antes de tener hijos ni la Cabeza, sin un cuerpo: ni el Esposo, sin una esposa. De modo que Cristo y su Iglesia, como esposo y esposa, son juntos desde la eternidad.
De la misma manera le rogarÃa a Dios EspÃritu Santo que fije mi mente en el amor de Dios Hijo, que ha amado tanto a su Iglesia, como para darse a sà mismo, como ofrenda y sacrificio, a Dios en olor grato. ¡Oh! ¡Tú querido Emanuel! Que el rico olor de tu sangre, que perfuma el cielo para siempre, limpie dulcemente mi alma del olor de toda inmundicia.
VersÃculo 1
CONTENIDO
El Apóstol sigue procesando el mismo Asunto, como en el primero, sobre la Iglesia para seguir a Dios, bajo el Carácter de Hijos queridos. Concluye su tema, en la más hermosa Representación de Cristo, como Cabeza y Esposo de Su Cuerpo, la Iglesia.
VersÃculos 1-13
(1) ж Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos amados; (2) Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se dio a sà mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. (3) Pero la fornicación y toda inmundicia o avaricia, no se mencione ni una sola vez entre vosotros, como conviene a los santos; (4) Ni inmundicias, ni necedades, ni bromas, que no convienen, sino más bien dar gracias.
(5) Porque sabéis esto, que ningún fornicario, ni inmundo, ni avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. (6) Nadie os engañe con palabras vanas; porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. (7) No seáis, pues, partÃcipes con ellos. (8) Porque alguna vez erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz: (9) (Porque el fruto del EspÃritu está en toda bondad, justicia y verdad;) (10) Probar lo que es agradable al Señor.
(11) Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien repréndelas. (12) Porque es vergonzoso aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. (13) Pero todo lo que se reprende se manifiesta por la luz; porque todo lo que se manifiesta es luz.
Admiro la manera muy dulce e interesante con que el EspÃritu Santo, por su siervo el Apóstol, abre este CapÃtulo. Cuán afectuosamente está llamada la Iglesia a seguir a Dios; y el camino en que le seguirán. No solo como niños, sino como hijos queridos. La expresión es similar a la que usó nuestro Señor en los dÃas de su carne, y en la misma ocasión, cuando recomendaba a sus discÃpulos que vinieran a Dios, como su Padre: ¿No vengará Dios a sus escogidos? No simplemente sus elegidos, sino sus propios elegidos. Ver Lucas 18:1 . y comentario.
Para que el lector entre en la plena comprensión de esta muy bella Escritura, de seguir a Dios como hijos amados; Le conviene considerar, en qué términos, el Apóstol entró en esta EpÃstola. Porque, al leer las epÃstolas, siempre debe recordarse que, aunque divididas en capÃtulos, son, sin embargo, una sola y la misma epÃstola. Ahora, cuando el Apóstol abrió esta EpÃstola a la Iglesia, en Ãfeso comenzó con un himno de alabanza a Dios Padre, por su amor paternal, eligiendo la Iglesia en Cristo, predestinando a la Iglesia para la adopción de hijos en Cristo, y aceptar la iglesia en Cristo. Por lo tanto, ahora, hacia la conclusión de su epÃstola, le recuerda a la Iglesia su relación con Dios el Padre, en Cristo; y les ordena que lo sigan. Dios como hijos queridos.
Y como este es un punto de infinitas consecuencias en la vida de un hijo de Dios; y, sin embargo, me temo que la Iglesia de Dios en Cristo no lo considera tanto como deberÃa; Rogaré la libertad; para continuar con lo que el Apóstol ha recomendado aquÃ, con algunas observaciones. Si puedo juzgar el estado general de la Iglesia por lo que llegue a mi conocimiento, me atrevo a creer que los mejores santos vivos tienen muy pocos actos de fe en la Persona de Dios nuestro Padre, bajo esta amada y entrañable carácter del padre.
Perdemos de vista la elección de Dios y la predestinación de Dios para la adopción de hijos en Cristo. El dulce Abba Padre no habita, tanto como deberÃa, en nuestros corazones y en nuestros labios. Mientras que si mantuviéramos en constante recuerdo nuestro derecho de nacimiento y los privilegios que se derivan de él; ¿No deberÃamos seguir a Dios como hijos queridos? y entra y sale de la casa de Dios, como la casa de nuestro Padre; y sentarse en nuestro lugar a su mesa, como sus hijos; sÃ; como sus queridos hijos? ¿A los padres terrenales les encanta escuchar la voz de sus pequeños, tan pronto como pueden cecear al padre? ¿Y no se agradará nuestro Padre celestial con el nombre, cuando el EspÃritu le enseñe a llamarlo Abba Padre? SÃ, ¿no es, tanto el deber, como el privilegio de sus hijos, sus hijos adoptivos, en Cristo Jesús, hacerlo asÃ?
Pero consideremos el tema un poco más de cerca. Cuando el EspÃritu Santo invita a la Iglesia a ser seguidores de Dios, como hijos amados; el Señor lo hace, podemos estar seguros, sobre la base de la certeza más segura. No son solo hijos, elegidos por Dios antes de la fundación del mundo, sino hijos amados en Cristo. Y la Escritura da la prueba más abundante de ello. Porque, primero: ¿qué prueba más alta podemos tener, que Dios el Padre se las dio a su amado Hijo? Uno, en quien se declaró muy complacido, y sus escogidos, en quien se deleita su alma.
Si no hubiera apreciado mucho a sus hijos, ¿se los habrÃa dado a Jesús y, por lo tanto, habrÃa manifestado tal testimonio de su amor? En segundo lugar. Ãl ordenó a Cristo, como Cristo, que los amara. No es que Cristo necesitara otros motivos, más que su propio amor personal a la Iglesia, para amar a la Iglesia cuando se entregó a sà mismo por su redención. Pero Dios el Padre, al ordenarle a su amado Hijo que ame a su hermano, LevÃtico 25:25 , claramente testificó su amor por la Iglesia.
En tercer lugar, y aún más. Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para el fin, para que todos los que creen en él no se pierdan, mas tengan vida eterna. Juan 3:16 . Y la causa última de todo es que él podrÃa adoptar la Iglesia para sà mismo; porque asà lo declara el Apóstol en el primer capÃtulo, quinto versÃculo.
¿Y quién dirá qué significa esta adopción de la Iglesia, como hijos en Jesucristo, en el sentido más amplio de la palabra? Quién explicará el alcance de la dedicación de la Iglesia a sà mismo; ¿O el alcance del amor de Dios a la Iglesia? ¿No son, pues, hijos, sÃ, hijos queridos, de los que se dicen tales cosas? Es más, ¡qué cariño deben tener en Dios, cuando Jesús mismo, hablando al Padre acerca de ellos, dice: Yo en ellos, y tú en mÃ, para que sean perfeccionados en uno, y para que el mundo conozca! que tú me enviaste, y el anfitrión los amó como tú me has amado a mÃ. Juan 17:23
Y, en qué alto sentido, se puede suponer que los hijos de Dios, sÃ, los amados hijos de Dios tan amados, son seguidores de Dios; cada parte de la Escritura testifica. Como elegidos, adoptados, aceptados, redimidos, justificados, santificados, herederos de Dios y coherederos con Cristo; hijos obedientes, que no se amoldan a las concupiscencias anteriores, en su ignorancia; pero como aquel que los llamó es santo, asà son ellos santos en toda forma de conducta.
Están en Cristo; sÃ, uno con Cristo. En Ãl se encuentra su santidad, su justicia. 1 Pedro 1:14 ; IsaÃas 45:24 . Y de ahà su confianza, su gozo, su paz, la seguridad de la porción presente y eterna. ¡Lector! ¡He aquà la bienaventuranza de ser seguidores de Dios como hijos amados!
Pero no debemos detenernos aquÃ. Se dice que caminamos en amor como también Cristo nos amó, y se entregó a sà mismo por nosotros, como ofrenda y sacrificio a Dios, ¡en olor grato! Cuán misericordioso fue en el EspÃritu Santo, mezclar este amor de Cristo con el amor del Padre, para que por ambos, bajo la influencia del bendito EspÃritu, la Iglesia pudiera encontrar todo lo que es persuasivo, para una vida de fe, en Dios. el amor del Padre, y la gracia redentora de Cristo, durante todo el tiempo-estado de la Iglesia.
Seguramente no se pueden encontrar motivos como estos para reprimir y mantener bajo control todas las conversaciones ociosas, inútiles y pecaminosas de nuestra naturaleza corrupta. Y, donde la gracia del EspÃritu reine en el corazón, habrá la más segura seguridad para mortificar tanto las palabras como los hechos del cuerpo, viviendo por él. Pero aquà no necesito ampliar.
VersÃculo 14
(14) Por eso dice: Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará.
Hago una pausa en este verso. ¿Quién es el que habla sino Dios el EspÃritu? ¿Y a quién habla el Señor sino a la Iglesia? La promesa con la que termina el versÃculo lo prueba. Porque ¿a quién se le ha prometido Cristo sino a su Iglesia, tanto a judÃos como a gentiles? Y, en cualquier sentido que consideremos el llamado, ya sea para despertar en el primer acto de regeneración, o para despertar de un marco adormecido, adormecido, en las etapas posteriores de la vida; la llamada es la más bendita. Porque Cristo, en ambos casos, y en todos los demás, es la única vida y luz de su pueblo. Consideremos esto bajo ambos.
Si consideramos las palabras, como dirigidas a los que no han despertado, antes de que haya tenido lugar el acto de regeneración; son la dulce voz de Dios el EspÃritu, al llamar al pecador, muerto en delitos y pecados. Porque espero que no sea necesario decirle al lector que el hijo de Dios, aunque dado por el Padre al Hijo antes de todos los mundos, y en virtud de ese don conservado en Jesucristo, antes de ser llamado; sin embargo, hasta que Dios el EspÃritu, por su poder soberano, haya llamado de las tinieblas a la luz; está tanto en la naturaleza de Adán, muerto en delitos y pecados, como toda la raza caÃda.
No es consciente de su gran interés, ni de la capacidad de disfrutarlo. ¡Lector! haga una pausa sobre el tema. Y si el Señor en misericordia ha obrado este cambio salvador en su corazón, ¿no sentirán la bienaventuranza de lo que Pablo le dijo a la Iglesia de los Corintios cuando les recordó su estado anterior de naturaleza no renovada? ¡Y esos (dijo él) eran algunos de ustedes! Pero sois lavados, pero sois santificados, pero sois justificados, en el nombre del Señor Jesús y por el EspÃritu de nuestro Dios. 1 Corintios 6:11
Quizás no haya un tema en la tierra que afecte igualmente, como cuando un hijo de Dios, escapó del naufragio de una naturaleza caÃda, llegó a la costa, por gracia soberana; mira hacia atrás y contempla el terrible abismo del que lo habÃan sacado. Ve a las multitudes varadas y hundidas, para nunca más levantarse. Contempla a miles, no más indignos que él; perdido por siempre. Se queda asombrado ante las maravillas de la misericordia distintiva.
Se siente obligado a levantar la mirada hacia el Dios de su salvación, y con el asombro del Apóstol exclama: ¡Señor! ¡Cómo es que te has manifestado a mà y no al mundo! Juan 14:22
Si consideramos las palabras del EspÃritu Santo como dirigidas a los regenerados, que en el pasado fueron llamados a salir de las tinieblas, pero ahora han caÃdo en un marco de sueño; la promesa es igualmente la misma, porque es sólo Cristo quien puede iluminar. Tenemos un ejemplo sorprendente de este tipo, en el caso de la Iglesia, como se registra en Cantares de los Cantares 5:2 .
El Señor Jesús habÃa estado deleitando a su Iglesia en su banquete y festejándola con su amor. Pero, del cuerpo de pecado que llevaba consigo, poco después cayó en un estado tan frÃo y sin vida, ante los llamados de amor de Jesús, que aunque conocÃa su voz, suplicó las excusas más frÃvolas para mantenerla. lejos. ¡Lector! Es nuestra misericordia que, como en la primera instancia de la gracia que despierta, asà en todas las manifestaciones posteriores de ella, el avivamiento comienza con el Señor.
Lo amamos, porque él nos amó primero. Y es nuestra misericordia también, aprender nuestra nada de Cristo. Uno de los antiguos, bien enseñado por Dios, asà se expresó en la vista: ¡sostenme y estaré a salvo! Salmo 119:117 . Si sólo por un momento, el Señor retira el brazo de nuestro apoyo, nuestra fe no encuentra ningún freno.
Es, lo confieso, angustioso, sÃ, muy angustioso, aprender asà lo pobres criaturas que somos. Sin embargo, si nada menos que tales humillaciones sirva para convencer a nuestros orgullosos corazones, que es solo en Cristo que nuestra fuerza y ââjusticia se encuentran; la pobreza espiritual y la delgadez son cosas benditas que, en última instancia, tienden a hacer querer a Cristo.
No debo descartar el punto de vista de esta dulce escritura, antes de eso he agregado una palabra más, para el consuelo del pueblo del Señor, bajo tales marcos muertos y sin vida, que traen flaqueza en el alma. Dolorosos y vergonzosos, como son, pero que cada niño Dios, que ha conocido y experimentado la regeneración del alma, aprenda a hacer una estimación correcta entre los somnolientos cuerpos moribundos de un creyente y el estado muerto de los no regenerados. pecador, muerto en delitos y pecados! Hay una inmensa diferencia; y el tema debe ser diferente.
El uno es la fragilidad del santo; el otro, el estado desesperado del pecador. Y el hijo de Dios, mientras se lamenta por su calamidad, recuerde que en ese duelo el alma suspira por Cristo, aunque no disfruta de Cristo. Cristo todavÃa es conocido, todavÃa deseado. Y estoy seguro de que donde estas dulces gracias están en el alma, allà habita Jesús, por más inconsciente que el alma esté de su presencia por el momento.
Se promete consolar a los santos dolientes después de Cristo. Mateo 5:4 . Y es bienaventurado, cuando en un marco de tristeza, se busca a Jesús; aunque más deseable cuando lo retenemos, en las visitas de Betel de sus manifestaciones o galerÃas de su gracia. Cantares de los Cantares 7:5 .
VersÃculos 15-21
(15) Procura, pues, andar con prudencia, no como necios, sino como sabios, (16) redimiendo el tiempo, porque los dÃas son malos. (17) Por tanto, no seáis insensatos, sino entendiendo cuál es la voluntad del Señor. (18) Y no os embriaguéis con vino, en que hay exceso; pero sed llenos del EspÃritu; (19) Hablando entre ustedes mismos con salmos e himnos y cánticos espirituales, cantando y haciendo melodÃas en su corazón al Señor; (20) Dando siempre gracias por todas las cosas al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo; (21) ж Sometidos los unos a los otros en el temor de Dios.
Creo que es importante señalar lo que dice el Apóstol acerca de los Salmos, los Himnos y los Cantares espirituales, que evidentemente se refiere a todos los que están en la palabra de Dios. No se debe suponer que el EspÃritu Santo prohÃbe el uso de todos los demás. Pero debe suponerse que el Señor el EspÃritu traza una fuerte lÃnea de distinción entre los Salmos e Himnos y los Cantos espirituales de los escritos inspirados de las Sagradas Escrituras; y las canciones o himnos sin inspiración de los hombres más piadosos.
Podemos hablarnos a nosotros mismos y los unos a los otros con palabras que tienden a la edificación piadosa. Pero, cuando hablamos con el Señor, no podemos tener mucho cuidado de usar las propias palabras del Señor. Oseas 14:2 . Por los Salmos, se entienden aquellos que van bajo el nombre general de los Salmos de David, aunque algunos de ellos fueron escritos por otras personas.
Por Himnos se entienden los que también son bÃblicos. Jesús cantó un himno, se dice, antes de ir al jardÃn. Y tenemos muchos cánticos espirituales en la palabra de Dios. El cántico de Moisés, Débora, Ana, etc. son de este tipo.
VersÃculos 22-33
(22) Las mujeres estén sujetas a sus propios maridos como al Señor. (23) Porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la iglesia, y él es el salvador del cuerpo. (24) Por tanto, asà como la iglesia está sujeta a Cristo, asà las mujeres estén sujetas a sus propios maridos en todo. (25) Esposos, amen a sus esposas, como también Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sà mismo por ella; (26) para santificarla y purificarla en el lavamiento del agua por la palabra, (27) para presentársela a sà mismo como una iglesia gloriosa, sin mancha, ni arruga, ni nada parecido; sino que sea santo y sin mancha.
(28) Asà deben los hombres amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, se ama a sà mismo. (29) Porque nadie ha aborrecido jamás a su propia carne; sino que la nutre y la cuida, como el Señor la iglesia: (30) Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. (31) Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
(32) Este es un gran misterio, pero hablo de Cristo y de la iglesia. (33) Sin embargo, que cada uno de ustedes en particular ame a su esposa como a sà mismo; y la esposa cuide que reverencia a su marido.
Incluyo todo lo que aquà se dice en una sola vista, porque conduce a un solo y mismo tema: y al más dulce de todos los temas que forma; es decir, el matrimonio de Cristo con su Iglesia. No podemos estar lo suficientemente agradecidos con Dios el EspÃritu Santo por ello, ya que explica tan completamente el tema consolador del alma y arroja una luz tan hermosa sobre muchas partes de las Escrituras que se refieren al mismo.
¿Quién deberÃa haber pensado, sino por lo que Dios el EspÃritu Santo ha dicho aquÃ, que la institución del matrimonio en el Edén, entre nuestros primeros Padres, era una sombra de una unión, mucho antes formada en sustancia, entre Cristo y su Iglesia? Pero Pablo asà lo dice. Este es un gran misterio, (dice él), ¡pero hablo de Cristo y de su Iglesia! ¿Quién hubiera concebido que cuando en la creación de la primera mujer, el Señor dijo que no es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda idónea para él? Génesis 2:18 .
y el Señor formó a la mujer de una de sus costillas: que esto tenÃa una alusión mucho más alta, y mucho más temprana, al Dios-hombre Cristo Jesús; respecto de quien, no era bueno, para la promoción de los designios de Jehová en la gloria de Cristo, que estuviera solo, sino que se levantara una Iglesia para él, y se le quitara; ¿Cuál podrÃa ser su Esposo, su Socio, en toda gracia comunicable aquà y gloria en el más allá? ¿Quién hubiera visto a Cristo en esa Escritura, cuando Adán, al contemplar a su esposa, la llamó hueso de su hueso y carne de su carne? Génesis 2:23 .
¿No habÃa desdoblado Dios el EspÃritu Santo su significado espiritual, cuando aquà nos dice que somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos? ¡Precioso Jesús! fuiste tú, y no Adán, porque no tenÃa padre de la tierra a quien dejar, el que dejaste a tu Padre celestial para unirse a tu esposa, la Iglesia; y tu Iglesia es ahora una carne contigo, en tu naturaleza humana, para siempre. Génesis 2:24
Pablo bien podrÃa llamar a esto un misterio, sÃ, un gran misterio, porque todas sus sombras se reducen a nada, en comparación con la sustancia. Y, de hecho, todos los afectos y relaciones de la vida, entre hombre y hombre, son menos que nada, cuando miramos nuestra relación en Cristo. Quisiera pedirle al lector la indulgencia un poco más, que considere uno o dos puntos más, de este gran misterio, y busque la enseñanza del Señor, para que podamos tener una comprensión correcta sobre un tema tan verdaderamente hermoso e interesante.
Y aquÃ, retomemos el asunto desde el principio. Parece entonces, de varias partes de la Sagrada Escritura, que el matrimonio de Cristo y su Iglesia, tuvo lugar desde la eternidad. Porque no puede haber perÃodo, ni en el tiempo ni en la eternidad, en el que se pueda fijar una fecha, como para decir que entonces comenzó. Cuando Cristo fue establecido como Cabeza y Esposo de su Iglesia, la Iglesia debe haberse establecido con él.
Porque no podrÃa haber cabeza sin cuerpo, ni esposo sin esposa. Porque, en el supuesto de que Cristo, como Cristo, es decir, Dios y hombre en una Persona, pudiera haber sido antes que todos los demás; pero no en sus personajes relativos. Ãl no pudo haber sido el Padre eterno, antes de tener hijos ni la Cabeza, sin un cuerpo: ni el Esposo, sin una esposa. De modo que Cristo y su Iglesia, como esposo y esposa, son juntos desde la eternidad.
Y a esto concuerda todas las Escrituras. Jesús, bajo el carácter de la sabidurÃa, dice que fue creado para la eternidad. Y que entonces sus delicias estaban con los hijos de los hombres. Proverbios 8:31 ; Proverbios 8:31 . Ãl también dice, como Esposo de su pueblo: Te desposaré conmigo para siempre.
Oseas 2:19 . Y, el Profeta está de acuerdo con lo mismo, cuando dice a la Iglesia: Porque tu Hacedor es tu marido, el Señor de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel, el Dios de toda la tierra será él. llamado. IsaÃas 54:5
En segundo lugar. Parece igualmente, claro por las Escrituras de verdad, que Dios, cuando eligió a la Iglesia en Cristo, antes de la fundación del mundo, la eligió para ser santa y sin mancha delante de él en amor. Efesios 1:4 . De ahà que deba seguirse que cuando la Iglesia fue presentada a Cristo, ella era como la hija del Rey toda gloriosa por dentro.
Salmo 45:13 . Y, aunque desde entonces ha caÃdo en la pobreza y la miseria por el pecado; sin embargo, cuando Cristo se casó con ella, ella era santa y sin culpa delante de él en amor. Y asà es de nuevo cuando lavó de sus pecados, en su sangre. Y asà será, como dice este CapÃtulo, cuando Jesús venga a presentarse a sà mismo, en el último dÃa, una Iglesia gloriosa, que no tiene mancha, ni arruga, ni nada parecido, sino santa y sin mancha.
¡Oh! quién concebirá las glorias de ese dÃa, cuando Jesús traerá a casa su iglesia; y cuando todos los miembros, estando completamente preparados, en cuerpo, alma y espÃritu, para el disfrute eterno de su Señor en la gloria, entren con él a la cena de las bodas del Cordero, y estén para siempre con el Señor.
VersÃculo 33
REFLEXIONES
EN MEDIO de innumerables cosas benditas, por suscitar la reflexión de naturaleza dulce y espiritual, contenida en este CapÃtulo; Le suplicarÃa a Dios el EspÃritu Santo, por gracia, que fije mi mente en el amor de Dios el Padre, en el sentido de que, ¡la Iglesia es llamada por él, queridos hijos! ¡Oh! por la gracia de considerar la bienaventuranza de tal nombre, y la prueba de que todos sus redimidos son, en verdad, hijos queridos en su opinión Todopoderosa.
Porque los ha escogido en su amado Hijo, los ha dado a su amado Hijo, y ha dado a su amado Hijo por ellos, y los ha elegido para sà mismo, como sus hijos adoptivos en Cristo. ¡Oh! quien, que es capacitado por la gracia, para entrar en una aprehensión de la misericordia inefable contenida en tal relación, pero debe gritar, con el Apóstol: ¡He aquÃ! ¡Qué amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios!
De la misma manera le rogarÃa a Dios EspÃritu Santo que fije mi mente en el amor de Dios Hijo, que ha amado tanto a su Iglesia, como para darse a sà mismo, como ofrenda y sacrificio, a Dios en olor grato. ¡Oh! ¡Tú querido Emanuel! Que el rico olor de tu sangre, que perfuma el cielo para siempre, limpie dulcemente mi alma del olor de toda inmundicia.
Y no menos le rogarÃa a Dios el EspÃritu Santo, que fije mi mente en su propia gloriosa Persona y Deidad; y que, en el fruto del EspÃritu, en toda bondad, justicia y verdad, pueda ser seguidor de Dios, como uno de sus amados hijos, y andar en amor, como también Cristo me amó y se entregó a sà mismo. ¡para mi! ¡Oh! por la gracia, para andar en la luz, como hijos de la luz, y como los miembros del cuerpo de Cristo, su carne y sus huesos. En breve, Jesús traerá a casa su Iglesia; y se cumplirán todos los grandes propósitos de su misterio. ¡Entonces su pueblo lo verá tal como es, y conocerá incluso como ellos son conocidos!