* El sábado de descanso para la tierra en el séptimo año. (1-7) El jubileo del quincuagésimo año, prohibición de la opresión. (8-22) Redención de la tierra y las casas. (23-34) Compasión hacia los pobres. (35-38) Leyes respecto a los siervos, prohibición de la opresión. (39-55)
1-7 En el séptimo año, todo trabajo debÃa cesar, al igual que el trabajo diario en el séptimo dÃa. Estos estatutos nos advierten que debemos tener cuidado con la codicia, porque la vida de un hombre no consiste en la abundancia de sus posesiones. Debemos ejercer una dependencia voluntaria en la providencia de Dios para nuestro sustento; considerarnos arrendatarios o mayordomos del Señor y usar nuestras posesiones en consecuencia. Este año de descanso prefiguraba el descanso espiritual al que todos los creyentes entran por medio de Cristo. A través de Ãl, nos liberamos de la carga de las preocupaciones y el trabajo mundano, ambos siendo santificados y endulzados para nosotros; y somos capacitados y alentados a vivir por la fe.
8-22 La palabra "jubileo" significa un sonido peculiarmente animado de las trompetas de plata. Este sonido debÃa hacerse en la tarde del gran dÃa de la expiación; porque la proclamación de la libertad y la salvación del evangelio resulta del sacrificio del Redentor. Se estableció que las tierras no se venderÃan lejos de sus familias. Solo podÃan ser dispuestas, por asà decirlo, mediante arrendamientos hasta el año del jubileo, y luego se devolvÃan al propietario o a su heredero. Esto contribuÃa a mantener a sus tribus y familias distintas hasta la venida del MesÃas. La libertad con la que nació cada hombre, si se vendÃa o se perdÃa, debÃa regresar en el año del jubileo. Esto era tÃpico de la redención por Cristo de la esclavitud del pecado y de Satanás, y de ser devuelto a la libertad de los hijos de Dios. Todos los acuerdos debÃan hacerse siguiendo esta regla: "No os oprimiréis mutuamente", no aprovecharse de la ignorancia o la necesidad del otro, "sino que temerás a tu Dios". El temor de Dios que reina en el corazón nos frenarÃa de hacerle mal a nuestro prójimo en palabra o acción. Se les aseguró que serÃan grandes beneficiarios al observar estos años de descanso. Si somos cuidadosos en hacer nuestro deber, podemos confiar en Dios con nuestra comodidad. Esto fue un milagro como estÃmulo para todos los que no sembraron ni cosecharon. Esto fue un milagro como estÃmulo para todo el pueblo de Dios, en todas las épocas, a confiar en él en el camino del deber. No se pierde nada por la fe y la negación de uno mismo en la obediencia. Algunos preguntaban: ¿Qué comeremos el séptimo año? Asà muchos cristianos anticipan males, cuestionando qué harán y temiendo proceder en el camino del deber. Pero no tenemos derecho a anticipar males de manera que nos angustiemos por ellos. A las mentes carnales podemos parecerles absurdos, pero el camino del deber es siempre el camino de la seguridad.
23-34 Si la tierra no era redimida antes del año del jubileo, entonces regresaba al que la vendió o hipotecó. Esto era una figura de la libre gracia de Dios en Cristo; por medio de la cual, y no por ningún precio o mérito propio, somos restaurados al favor de Dios. Las casas en ciudades amuralladas eran más fruto de su propia industria que la tierra en el campo, que era un don directo de la generosidad de Dios; por lo tanto, si un hombre vendÃa una casa en una ciudad, solo podÃa redimirla dentro de un año después de la venta. Esto alentaba a los extranjeros y prosélitos a venir y establecerse entre ellos.
35-38 La pobreza y el deterioro son grandes agravios y muy comunes; a los pobres siempre los tendréis con vosotros. Debes socorrerlo; mediante la simpatÃa, compadeciendo a los pobres; mediante el servicio, haciendo por ellos; y mediante el suministro, dando según su necesidad y tu capacidad. A los deudores pobres no se les debe oprimir. Observa los argumentos aquà utilizados contra la extorsión: "Teme a tu Dios". Socorre a los pobres, "para que vivan contigo", ya que pueden ser útiles para ti. Los ricos no pueden prescindir de los pobres tanto como los pobres no pueden prescindir de los ricos. A aquellos que han recibido misericordia les corresponde mostrar misericordia.
39-55 Un israelita nativo, si era vendido por deudas o por un crimen, debÃa servir solo seis años y salir libre en el séptimo. Si se vendÃa a sà mismo debido a la pobreza, tanto su trabajo como su trato debÃan ser adecuados para un hijo de Abraham. Se requiere que los amos den a sus siervos lo que es justo y equitativo, según Colosenses 4:1. En el año del jubileo, el siervo debÃa salir libre, él y sus hijos, y regresar a su propia familia. Esto prefiguraba la redención del servicio al pecado y a Satanás, por la gracia de Dios en Cristo, cuya verdad nos hace libres, según âââââââ Juan 8:32. No podemos rescatar a nuestros semejantes pecadores, pero podemos señalarles a Cristo; mientras que, por su gracia, nuestras vidas pueden embellecer su evangelio, expresar nuestro amor, mostrar nuestra gratitud y glorificar su santo nombre.
Introducción
* El sábado de descanso para la tierra en el séptimo año. (1-7) El jubileo del quincuagésimo año, prohibición de la opresión. (8-22) Redención de la tierra y las casas. (23-34) Compasión hacia los pobres. (35-38) Leyes respecto a los siervos, prohibición de la opresión. (39-55)
VersÃculos 1-7
1-7 En el séptimo año, todo trabajo debÃa cesar, al igual que el trabajo diario en el séptimo dÃa. Estos estatutos nos advierten que debemos tener cuidado con la codicia, porque la vida de un hombre no consiste en la abundancia de sus posesiones. Debemos ejercer una dependencia voluntaria en la providencia de Dios para nuestro sustento; considerarnos arrendatarios o mayordomos del Señor y usar nuestras posesiones en consecuencia. Este año de descanso prefiguraba el descanso espiritual al que todos los creyentes entran por medio de Cristo. A través de Ãl, nos liberamos de la carga de las preocupaciones y el trabajo mundano, ambos siendo santificados y endulzados para nosotros; y somos capacitados y alentados a vivir por la fe.
VersÃculos 8-22
8-22 La palabra "jubileo" significa un sonido peculiarmente animado de las trompetas de plata. Este sonido debÃa hacerse en la tarde del gran dÃa de la expiación; porque la proclamación de la libertad y la salvación del evangelio resulta del sacrificio del Redentor. Se estableció que las tierras no se venderÃan lejos de sus familias. Solo podÃan ser dispuestas, por asà decirlo, mediante arrendamientos hasta el año del jubileo, y luego se devolvÃan al propietario o a su heredero. Esto contribuÃa a mantener a sus tribus y familias distintas hasta la venida del MesÃas. La libertad con la que nació cada hombre, si se vendÃa o se perdÃa, debÃa regresar en el año del jubileo. Esto era tÃpico de la redención por Cristo de la esclavitud del pecado y de Satanás, y de ser devuelto a la libertad de los hijos de Dios. Todos los acuerdos debÃan hacerse siguiendo esta regla: "No os oprimiréis mutuamente", no aprovecharse de la ignorancia o la necesidad del otro, "sino que temerás a tu Dios". El temor de Dios que reina en el corazón nos frenarÃa de hacerle mal a nuestro prójimo en palabra o acción. Se les aseguró que serÃan grandes beneficiarios al observar estos años de descanso. Si somos cuidadosos en hacer nuestro deber, podemos confiar en Dios con nuestra comodidad. Esto fue un milagro como estÃmulo para todos los que no sembraron ni cosecharon. Esto fue un milagro como estÃmulo para todo el pueblo de Dios, en todas las épocas, a confiar en él en el camino del deber. No se pierde nada por la fe y la negación de uno mismo en la obediencia. Algunos preguntaban: ¿Qué comeremos el séptimo año? Asà muchos cristianos anticipan males, cuestionando qué harán y temiendo proceder en el camino del deber. Pero no tenemos derecho a anticipar males de manera que nos angustiemos por ellos. A las mentes carnales podemos parecerles absurdos, pero el camino del deber es siempre el camino de la seguridad.
VersÃculos 23-34
23-34 Si la tierra no era redimida antes del año del jubileo, entonces regresaba al que la vendió o hipotecó. Esto era una figura de la libre gracia de Dios en Cristo; por medio de la cual, y no por ningún precio o mérito propio, somos restaurados al favor de Dios. Las casas en ciudades amuralladas eran más fruto de su propia industria que la tierra en el campo, que era un don directo de la generosidad de Dios; por lo tanto, si un hombre vendÃa una casa en una ciudad, solo podÃa redimirla dentro de un año después de la venta. Esto alentaba a los extranjeros y prosélitos a venir y establecerse entre ellos.
VersÃculos 35-38
35-38 La pobreza y el deterioro son grandes agravios y muy comunes; a los pobres siempre los tendréis con vosotros. Debes socorrerlo; mediante la simpatÃa, compadeciendo a los pobres; mediante el servicio, haciendo por ellos; y mediante el suministro, dando según su necesidad y tu capacidad. A los deudores pobres no se les debe oprimir. Observa los argumentos aquà utilizados contra la extorsión: "Teme a tu Dios". Socorre a los pobres, "para que vivan contigo", ya que pueden ser útiles para ti. Los ricos no pueden prescindir de los pobres tanto como los pobres no pueden prescindir de los ricos. A aquellos que han recibido misericordia les corresponde mostrar misericordia.
VersÃculos 39-55
39-55 Un israelita nativo, si era vendido por deudas o por un crimen, debÃa servir solo seis años y salir libre en el séptimo. Si se vendÃa a sà mismo debido a la pobreza, tanto su trabajo como su trato debÃan ser adecuados para un hijo de Abraham. Se requiere que los amos den a sus siervos lo que es justo y equitativo, según Colosenses 4:1. En el año del jubileo, el siervo debÃa salir libre, él y sus hijos, y regresar a su propia familia. Esto prefiguraba la redención del servicio al pecado y a Satanás, por la gracia de Dios en Cristo, cuya verdad nos hace libres, según âââââââ Juan 8:32. No podemos rescatar a nuestros semejantes pecadores, pero podemos señalarles a Cristo; mientras que, por su gracia, nuestras vidas pueden embellecer su evangelio, expresar nuestro amor, mostrar nuestra gratitud y glorificar su santo nombre.